Lo cierto es que jamás imagine que haría algo así, pero le di el regalo más guarro a un lector. Una tanguita sudada, con mucho olor a mi coñito y llena de restos de mis aventuras
Desde que publiqué mi primer relato muchas cosas divertidas han sucedido en mi vida. He conocido a muchos hombres y algunas chicas que me envían mails para intercambiar conmigo sus fantasías sexuales o para enviarme sus fotos. Ha sido muy emocionante para mí estar en una reunión de trabajo y al notar en mi móvil una notificación de mensaje, darme cuenta que es algun mail de uno de mis lectores enviandome fotos guarras. El otro día abrí un mail sin percatarme que tenía al lado a un compañero de trabajo. Resultó que era un chico que me estaba enviando una fotografía de su enorme polla chorreada de semen. Por supuesto que mi compañero alcanzó a ver la imagen, pero se hizo el desentendido. Yo me quedé petrificada de la vergüenza y más ahora que cada vez que me lo cruzo me mira con picardía.
También me han escrito muchos lectores para pedirme que les venda mis bragas sucias. Supongo que la idea les surgió del relato sobre las bragas de mi amiga Esther. En un principio estaba reacia a hacerlo, porque no en realidad no necesito vender mis bragas, pero luego conocí a Noel Orbeq y las cosas cambiaron.
Noel me escribió para felicitarme por mis escritos, como muchos otros, pero lo hizo de un modo tan honesto, tan inteligente, tan amable que no me pude resistir a responderle. Así comenzamos una correspondencia. A media que intercambiamos mails Noel se fue abriendo conmigo acerca de su forma de ver el sexo y la vida en general, sus fetiches y sus fantasías y la extraordinaria relación que plantea entre el erotismo y la libertad. Podría decirse que Noel es un anarquista sexual.
De un momento a otro los papeles se invirtieron y ahora era yo la que estaba a la espera de sus relatos para exitarme. Noel suele notificarme por whatsapp cuando me ha enviado un mail, así que cada vez que veo que en el móvil hay un mensaje suyo mi coño me comienza a palpitar y me entran ganas de dejar lo que estoy haciendo por ir directo a la lectura de sus historias. Más de una vez he interrumpido mi jornada laboral o he dejado a mi marido solo en la mesa de un restaurante para irme a los servicios y encerrarme en un cubículo a leerle y a masturbarme frenéticamente mientras tanto. Podría decirse que Noel ha sido el primer hombre en follarme la mente antes siquiera de haberme follado el coño.
Así que cuando Noel me planteó su deseo de recibir una prenda intima mia impregnada de mi olor, no dude ni un segundo en asentir. No sólo quería enviarle una braga olorosa a mis más íntimos fluidos; quería en realidad enviarle algo tan morboso y pervertido que le transmitiese un mensaje de sumisión y adoración extrema, como diciendole «pídeme lo que quieras».
Lo habitual sería haber usado una braga de encajes muy sexy que hubiese llevado puesta todo un día de trabajo y ejercicio intenso, bien impregnada de mi sudor, de mi flujo y del olor que se genera secretamente en el medio de mis nalgas, al rededor de mi ano. Pero quería algo más, así que me di a la tarea de pensar qué podría ser.
Sabía que Noel era un fetichista empedernido. Tiene debilidad por los pies, por la ropa interior, por las mujeres embarazadas y pare de contar, pero recordé uno de sus mayores placeres: el de espiar. Noel es voyeurista. Así que se me ocurrió que, junto con mis bragas, podría darle una sección de voyeurismo aunque él no estuviese presente.
Mi plan consistía en filmarme follando mientras llevaba puesta las bragas que luego le enviaría de obsequio. Y claro, esto implicaba que no podía ser follada por mi marido, pues podía despertar sospechas; así que debía seleccionar a otro hombre, quizá uno de aquellos con los que a veces tengo alguna aventura. Pero al considerarlo un poco más, pensé que ser follada por un perfecto extraño estaría a la altura de las perversiones de Noel.
Así que inicié mi plan desde muy temprano. Al despertarme esperé a quedarme sola en casa y comencé a filmarme desde el momento en que deje la cama. Para darle más morbo comencé por contarle como mi marido me había follado la noche anterior y como seguramente en mi pijama habían rastros de la lujuria. Así fue. Al quitarme el calzón se podía ver el rastro blanquecino que había dejado mi marido en mi.
Me desnudé y me dirigí al cuarto de baño para darme una ducha, pero al momento de entrar caí en cuenta que a Noel le resultaría muy agradable el olor que en ese momento ya tenía macerado en el coño: una mezcla de flujo, saliva y semen que se había cocinado desde esa madrugada. Así que simplemente me limité a ir al vater, mear y, debo confesaros, que tampoco puse mucho empeño en limpiarme luego de hacerlo.
Seguido fui al cajón de mi ropa interior y mientras iba grabando todo con mi móvil, escogí de entre las tantas bragas que tengo aquella que sería más apropiada para la ocasión. Al contrario de lo que se suele elegir para estos propósitos, mi selección fue una braga de algodón con estampado de corazones bastante infantil, supuse que eso le daría más morbo.
Me vestí y comencé mi rutina diaria como cualquier otro día. Pasé el día en la oficina ocupándome de mis asuntos cotidianos pero pensando a cada tanto en cómo poco a poco la tela se iría untando de toda esa humedad olorosa. De solo pensarlo me excitaba, así que cada vez sentía más húmedo mi coño.
El día transcurrió entre un sinfín de pensamientos obscenos hasta que se hizo la hora de terminar la faena y ya quedé libre de realizar mi plan. Me puse mi ropa deportiva y fui al gym a entrenar pues, obviamente, no iba a dejar pasar la oportunidad de sudar aún más las bragas que le enviaría a Noel. Luego de mi rutina de ejercicios decidí salir a correr por las riberas del río, por una larga caminería muy concurrida por deportistas. Llegué a una zona llena de árboles en un lindo prado junto al borde. Allí me tendí a descansar un poco y al cabo de unos minutos ya estaba lista para comenzar el juego.
Esperé un poco y cuando percibí que mi presa ya estaba cerca decidí ponerme en acción. Mi intención era seducir a un chaval de esos que andan por allí haciendo deporte y pedirle que me tomara una fotos para mi instagram. Así lo hice. Cuando note que cerca de mí había un chico joven y robusto que se había tendido sobre el césped hacer abdominales, decidí que era el adecuado para mi plan; además estaba guapísimo.
Me coloqué en lugar en el que sabía que llamaría su atención y comencé a hacerme selfies. A los pocos minutos lo mire con esos ojos inocentes y le dije: ¡Oye! ¿Podrías tomarme una foto? El chico enseguida se incorporó y con una sonrisa tímida me dijo que si. Se acercó y le di mi móvil para que hiciera la foto. Él tomó varias y luego me extiendo el teléfono diciéndome que las revisara a ver si me gustaban. Yo mire las fotos y le dije que si me habían gustado pero aproveché para preguntarle si podría hacerme otras más. -Las que quieras- respondió enseguida.
Entonces comenzamos a improvisar una sesión de fotos al aire libre y mientras las íbamos tomando en diferentes ángulos aprovechamos para conversar un poco y romper el hielo. Básicamente lo de siempre. Cómo te llamas, de dónde eres, a qué te dedicas y bla, bla, bla. Luego el chaval tomó la delantera y me dijo que tenia sed, que podía ir a por una bebidas y luego seguir conversando un poco. Yo acepté y le dije que le esperaría allí mismo.
El chico regresó casi de inmediato con dos bebidas energéticas bien frías. Yo decidí que ya era hora de comenzar a tentarlo.
-¡Oye! Me gustaría pedirte un favor especial, pero me causa un poco de vergüenza- dije con una sonrisa tonta, aparentando timidez.
-No pasa nada -dijo de inmediato-, pídeme lo que quieras – y sonrió encantador.
-Es que a mi novio le gusta que le envíe fotos de mis pies y fotos mías descalza, ya sabes, es de esos hombres que sienten mucha atracción por los pies de las chicas y dice que los mios son preciosos.
El rostro del chaval fue un poema. Por un instante se quedó perplejo, pero volvió en sí y dijo: ¡Con gusto! ¡De hecho me encantaría!
Yo le di las gracias y enseguida comencé a desatar las mis agujetas y a descalzarme. Cuando ya estuve con mis pies desnudos le tenté preguntandole si le gustaban.
-¡Son preciosos! -respondió embelesado-. ¿Cómo quieres que te tomé las fotos? -pregunto nervioso.
-No lo sé, supongo que improvisemos varias poses.
Comencé a posar de diversas maneras, dejando en cada una de ellas mis pies perfectamente expuestos para que el los fotografiara. Poco a poco noté como el chico iba entrando en tensión, como queriendo decir algo pero sin encontrar las palabras adecuadas. Pasados unos minutos nos sentamos sobre el césped a conversar. Yo seguía descalza.
-Oye, qué afortunado es tu novio de que le complazcas de esa manera -dijo tímidamente-, a mi también me gustan muchos los pies de las chicas pero nunca he tenido una novia que me complazca de esa manera.
-¡Vaya, vaya, pero si tenemos a otro fetichista de pies aquí mismo! -respondí riendo estrepitosamente-. A mi chico lo vuelven loco mis pies. A veces cuando he vuelto del gym me hace descalzar y tenderme en el sofá y entonces para horas enteras oliendo y hurgando entre mis dedos. Dice que le vuelve loco el olor mis pies. ¿Puedes creerlo?
-¡Madre mía, qué tío más afortunado! -respondió-. Yo siempre he querido hacer algo así pero me da verguenza que las chicas piensen que soy un bicho raro. Es que eso de olerle los pies a una mujer no es algo que suela hacerse-sonrió aliviado-, imaginate andar por ahí pidiéndole a las chicas que te dejen olerle los pies.
Yo a este punto ya sabía que este chico había caído en mi trampa. Ahora era solo cuestión de seguirle el juego.
-¿De verdad nunca lo has hecho? -pregunté capciosamente-. Pues para mi no es nada raro en absoluto. Muchos chicos me han pedido que les deje besarme y lamerme los pies y yo los he complacido sin problemas.
-¡Joder, qué afortunados! ¡Ya quisiera yo tener esa suerte! – respondió.
Yo me quedé en silencio intencionalmente y a su momento le dije:
-Oye, pues por haberme ayudado con las fotos creo que te has ganado que te deje oler mis pies como premio por ser un niño bueno -le dije riendo-, ¿Te gustaría?
Aquel chaval no cabía en el cuerpo de la emoción, pero inmediatamente cayó en cuenta del lugar donde estábamos y me miró con unos ojos interrogativos -¿aquí mismo?-, preguntó. -preferiría en un lugar que no sea público, es que me avergüenzo un poco de que la gente me vea oliéndote los pies como un perro en la calle. ¿No te parece raro?
-¡Pues si! -respondí- ¿Qué propones entonces?
-Bueno, podríamos ir a mi piso, no vivo lejos de aquí, y allí podríamos aprovechar de comer algo. ¿Te parece bien?
Ya estaba hecho. Mi plan se había ejecutado a la perfección y ahora era solo cuestión de relajarse y dejarse llevar por la lujuria. Definitivamente Noel se llevaría una muy buena sopresa.
Llegamos a su piso y con un cortés -ponte cómoda- asumí una invitación a seguir provocando a esa pobre víctima. Me quité los zapatos y los calcetines y me tendí en el sofá sin perder tiempo.
-¡Bueno, a lo que vinimos, aquí tienes tu premio! – le dije riendo mientras movía con gracia los deditos de mi pie derecho.
El chico caminó hacia mí, se sentó en el asiento de al lado y acercó su nariz a la planta de mi pie y empezó a inhalar. Cerró los ojos y poco a poco fue introduciendo su nariz entre los pliegues de mis dedos. Su respiración se hizo acelerada y casi que con un movimiento involuntario llevó su mano hacia su entrepierna y se estrujó el paquete de un modo tan natural, como queriendo aliviar la presión de su miembro que a este punto estaba a punto de estallarle.
-¡No lo puedo creer! -exclamó extasiado-, este olor es divino… ¡Que excitado estoy!
-¿te molesta que te filme mientras hueles mis pies? -pregunte con gracia-, es que te ves muy sexy haciendolo -le dije.
-¡Para nada, filma lo que quieras! -respondió.
La situación evolucionó con naturalidad. El chaval metió la mano en su short y sin decir nada sacó su pene brillante e hinchado y comenzó a masturbalo lentamente. Al tiempo estaba lamiendo la planta de mi pie y metiendo mis dedos en su boca de forma alternada. Yo mientras tanto le filmaba. Decidí ayudarle. Acerqué mi pie izquierdo hasta su polla y comencé a acariciarla de arriba a abajo. -escupele un poco de saliva- le pedí- quiero que la tengas lubricada. El chico obedeció y al momento un hilo de saliva se deslizaba glande abajo con un suave avance viscoso, mientras mi pie terminaba de esparcirlo alrededor.
A continuación tome la iniciativa de quitarme la lycra y quedarme en bragas. En ese momento la habitación se saturó con el olor de mi coño, que para esa hora del día, luego de todo lo que había sucedido desde la mañana, podría decirse que era un caldero donde se estaban cocinando a fuego lento toda la humedad de mi interior.
-¿Te apetece comerme el coño? -le pregunté.
Ni siquiera respondió, se dirigió hacia mí y extendió sus manos con la intención de tomar mis bragas por ambos lados y tirar de ellas, pero en seguida lo detuve. -Te lo vas a comer con mi bragas puestas- dije-, esa es la condición.
El chico retiró lentamente hacia un lado la tela de mis bragas y mientras lo hacía sus dedos se untaron del flujo que emanaba de mi coño. Se llevó a los dedos a la boca y saboreó como quien mete un dedo en un tarro de miel y luego decide probarla. -¡Que sabor tan divino! ¡Sabe a gloria! dijo.
A todas estas yo le seguí filmando y solo pensar en la escena que luego vería Noel me ponia aun mas cachonda al punto que sentía como el clítoris se me iba a explotar.
-¡Anda! ¡Cómetelo ya! -le ordené.
El chaval obedeció de inmediato y se clavó entre mis piernas y se dedicó a darle lengua a mi chochito humedecido. No puedo describirles el placer que me causó sentir su lengua hurgando por doquier los confines de mi sexo. No tardé mucho y tuve un orgamo estrepitoso que me hizo temblar con desparpajo. -¿Quieres follarme? -le pregunté cuando hube recuperado el aliento. El chaval se incorporó, terminó de bajar sus shorts y dejó completamente expuesta su polla ante mi móvil que iba grabando cada detalle. Con su mano derecha tomó el miembro y descubrió el prepucio, dejando visible un hermoso glande rojizo e hinchado. Cuando vi que tenía intención de untar su polla con saliva para lubricarla lo detuve -¡No es necesario!- le dije-, metemela ya que estoy mojada como un pozo.
El chaval restregó su glande contra mi vulva unos segundos y comenzó a penetrarme suavemente. Su miembro entró sin resistencia acariciando cada uno de los pliegues internos de mi vagina y cuando ya hubo inserta toda su longitud, comenzó a bombear con potencia. Yo lo captaba todo con el móvil. Alternaba entre su rostro enrojecido y luego el movimiento alternante de su polla entrando y saliendo de mi coño, sin tregua. Se sacudía, se mordía los labios y en sus ojos desorbitados se anunciaba la inminencia de una corrida épica.
Sin que él lo esperara decidí detenerlo con una de mis manos. -Vamos a cambiar de posición le dije-. Me giré y me puse en posición de perrito. -¡Ahora filmas tu- y enseguida le entregué el móvil. El chaval lo tomó con su mano izquierda y con la derecha cogió su miembro y lo dirigió hacia mi coño. Yo gire mi cabeza para percibir la escena y me excitó sobremanera cómo el chico estaba absorto viendo en la pantalla de mi móvil cómo se veía la escena en primer plano de su pene introduciéndose en el viscoso agujero de mi vulva.
-¡Rózame el ano con tus dedos- le ordené.
Enseguida pude sentir su dedo índice haciendo movimientos circulares en mi contraído esfínter, buscando vencer su resistencia con delicadeza y presión. Aquello me excitó de una forma desquiciada, y pensé en pedirle que me penetrara el recto, pero sólo aquel pensamiento tuvo como resultado que no pude controlar un orgasmo espasmódico, y me vine de una forma animal que me sacudió de pies a cabeza e hizo que todos los vellos de mi cuerpo se erizaran. ¡Gemía como una perra!
En ese momento le di la última instrucción de la tarde: -¡Quiero que te vengas en mi coño ahora mismo!
No sé si el tono imperativo le provocó un toque crucial de placer, pero no fue sino ordenarlo para que el chaval se aferrara a mis nalgas con ambas manos, como para asegurarse que vertería su leche en la profundidad, mientras su cuerpo se sacudía en una convulsión frenética y yo en mi interior iba sintiendo como los chorros de semen inundaban súbitamente mi cavidad. -¡Sigue filmando, no pares! le dije.
Quedamos pegados unos minutos mientras su polla se desinflaba y cuando ya había perdido potencia lo empuje hacia afuera con mis caderas y en esa posición descendí mi torso hasta dejar mi pecho pegado a la superficie del sofá. Lo hice con la intención de que su semen viajará hacia mi interior y no se escurriera hacia afuera de inmediato. Ese semen era parte de mi sorpresa para Noel.
Me volví a tender sobre el sofá boca arriba y me coloqué mi bragas nuevamente y le pedí que me hiciera una última toma. Le pedí que me filmara mientras me acariciaba el coño con mis dedos sobre la tela, haciéndolo con la intención de mostrarle a Noel como con el movimiento circular sobre la tela, los fluidos iban siendo absorbidos por mis bragas.
El resto no fue gran cosa. Me vestí, conversamos, me despedí y me fui. Intercambiamos numeros por si en algún momento se daba otro encuentro casual y me marché a casa con la satisfacción de sentir como con cada paso el semen iban descendiendo por el el canal de mi vagina hasta la vulva. Me detuve en una tienda de regalos y compre una hermosa caja con un lazo azul rey. Cuando finalmente llegué a casa podía sentir el pegostoso charco que había en mi entrepierna. Me dirigí al cuarto de baño, me quité la ropa y para mi satisfacción pude ver como habia cumplido mi objetivo: la braga que le enviaría a Noel estaba llena del brillante, blanquecino y viscoso semen del chaval desconocido que hace algunas horas me había follado mientras me filmaba. La suspendí en el aire y la olfatee. Olía a coño, a sudor de culo, a semen y no sé definir la fragancia animal que era resultado de aquella mezcla particular, macerada y cocinada en el calor de mis entrañas.
Con delicadeza coloqué la braga en su interior y junto a ella un sobre donde iba este relato, escrito unas horas después de la experiencia y la tarjeta micro sd donde estaba guardado el vídeo en el que ese hermoso chaval desconocido me follaba hasta correrse dentro de mi. Creo que Noel no podría recibir un regalo más guarro.
Luego les contaré cuál fue la reacción de Noel. No lo váis a creer…