El cuerpo necesita sentirse deseado, no podemos evitarlo. Las húmedas tardes de primavera son para follar, son para encontrar un cuerpo para saborear
Cuando en una tarde cálida de primavera la temperatura comienza a sentirse cada vez más agradable, el cuerpo comienza a sentise con deseos y necesidades que deben ser satisfechas. Pero que sucede cuando no tienes quien los cumpla, pero tu piel se eriza con el contacto del suave aire, tus pesones dejan enevidencia que estas excitada y sientes unas suaves contracciones en tu vagina que te muestran que necesitas de penetración, y la humedad la favorece.
Te metes a la ducha para bajar esta sensación de excitación y poder lavar tu cuerpo con las marcas del deseo. Te quitas la ropa, pero al pasar tus manos para retirarla sientes como se estremese y en ese momento vienen a tu mente recuerdo de otras manos, de otras bocas y otros cuerpos que lograron excitarte y llevarte al mayor éxtasis posible. Tratando de borrar esas imágenes de tu mente abres el agua fria, tratando de olvidar esas marcas en tu cuerpo, pero solamente las haces más presentes, y tus pesones vuelven a recordarte lo que necesitas unas caricias, unos besos, el calor de otro cuerpo, y tu vagina continua estremecida y cada vez la húmedad es mayor.
Tus manos ya no se resisten y comienzan a recordar directamente aquellas manos que te llenaron de deseo, comienzas a acariciarte y y tu boca deja escpar unos leves sonidos que hacen que te excites cada vez más, tus dedos se estremecen al tocar la humedad de tu vagina y se introducen en ella como unos exploradores en busca de un tesoro. Te excitas, deseas placer, te penetras más profundo con tus dedos recordando el placer que otro cuerpo te ha dado, continúas jugando así, ahora el placer recorre todo tu cuerpo y tu corazón esta a punto de salir de tu pecho.
Sigues cada vez más rápido, buscando cada vez más profundo esa exploción que te haga desar otro cuerpo, el agua que recorre tu cuerpo te hace estremecer, tus dos manos te dan placer y tu boca no deja de nombrar todo lo que deseas cada vez más fuerte pidiendo a gritos el placer, y en ese preciso momento es que tu cuerpo explota, haciendo que todo se estremesca y sintiendo el mayor placer de todos, sintiendo que la vida se te va en ese momento.
Ahora todo vuelve a la normalidad, la respiración se calma, tus manos toman el jabón y comienzan a borrar de tu cuerpo los restos de este placer que acabas de sentir, la ducha termina. Te secas, te vistes y vuelves a lo cotidiano, a sentir la cálida tarde de primavera en tu piel.