Cuento cositas que me convierten en una pecadora
Ese mismo día, en la noche antes de dormir me masturbé pensando en lo puta que había sido, recordé a todos mis amantes previos a tío Nacho, lo perra que fui antes de ser su amante y lo puta sumisa en la que él me estaba convirtiendo. El hecho de ser entregada a otros me ponía tan cachonda, jamás pensé que viviría algo así. Ese día quedé con ganas de más pues pensé que le chuparía el pene a mi otro tío, que me haría anal, que tragaría su leche pero eso no sucedió. Me sentí tan puta pensando en que me cogerían ambos a la vez, pensé tantas cosas que no sucedieron esa tarde, me quedé dormida con la ansiedad de desconocer a qué sabía el pene de mi otro tío, a qué sabía su semen.
Soy una pecadora
No les había contado pero vengo de una familia con creencias cristianas, fui educada bajo ese credo, lo que me hace vivir mis experiencias con mucho más morbo ya que siempre estoy pensando que estoy bajo pecado, que todo lo que hago en el sexo está mal, que no debería ser la amante de mi tío porque es incesto y mucho menos ser la perra de otros porque es fornicación con adulterio ya que mis tíos son casados pero es inevitable, no puedo ir contra mi naturaleza, me encanta ser una puta a escondidas, el solo hecho de que nos puedan descubrir mis padres y otros familiares suma más morbo y excitación a mis pensamientos, como dice mi tío Nacho, soy una puta sin remedio, una perra sucia, una degenerada traga leche.
Pienso que Dios podría castigarme en el futuro y aún sabiéndolo me entrego al pecado, a la lujuria desenfrenada. Soy una incontinente y lo disfruto, siento que por pensar que todo lo que vivo es pecado me produce un enorme placer y cada día que pasa me hundo en la perversión a la que mi tío me ha conducido y en la que yo también propongo ideas que solo se le ocurren a mentes pervertidas.
Mi tío me cuenta todos los detalles
Al día siguiente me levanté como cualquier otro día, fui a la universidad como de costumbre y estando en clases tío Nacho me escribió para vernos. Me pasó buscando y hablamos como tío y sobrina mientras dábamos vueltas por la ciudad sin detenernos en ningún lugar especifico. Me preguntó qué me había parecido lo del día anterior, le pregunté que me dijera cual de mis tíos me cogió pero me dijo que aún no lo sabría y que me iba a entregar a mis otros dos tíos restantes de la misma manera. Le insistí que me dijera, que me moría de la curiosidad pero se negó a decírmelo, «lo sabrás en su momento», me decía sin ceder ante mis ruegos. Le pregunté entonces que cómo se había dado todo, que me contara absolutamente todo, que cómo hizo para convencer a mi tío de cogerme.
Ya sabéis que esto de entregarme a mis tíos lo veníamos planeando desde hacía un año, mi tío me indujo a enamorarlos a los tres, metérmeles por los ojos, hacer que se fijaran en mi y yo lo había logrado pero lo que yo ignoraba es que durante los últimos meses mi tío Nacho había estado citándose con mis otros tíos en su otra casa, en la que me entregaría a ellos. Me dijo que los citaba (por separado) pero que ni sus esposas ni nadie debían enterarse. Les mostró fotos que él tomaba mientras me cogía, sin que se viera mi rostro, les decía que (yo) era una amante y que la compartiría con ellos. Me contó de su gran poder de convencimiento, que no fue difícil convencerlos de cogerme, que cuando vieron las fotos quedaron encantados, los tres me encontraron deliciosa. Los tres estaban dispuestos, los muy pervertidos le serían infieles a sus esposas, o sea, a mis tías.
Me contó que lo más interesante era que ninguno sospechaba que la de las fotos era yo. Yo estaba que no le creía nada de lo que me contaba, totalmente incrédula y al mismo tiempo cachonda, excitadísima por todo lo que me confesaba.
Mi tío continuó contándome detalles que yo ignoraba, me confesó que invitó a los tres por separado, a presenciar cuando él me cogiera.
«¿Recuerdas aquella vez que…?» me decía y luego agregaba «pues, ese día tu tío Manuel estaba escondido en el closet y observó lo puta que eres, observó lo mucho que te encanta el sexo anal, lo bien que chupas pene y lo adicta que eres al semen».
Dios mío, yo estaba impactada ante lo que me contaba tío Nacho, qué pervertido era, qué mente tan retorcida pero lo amé, me enamoraba cada día de él, de sus locura, de saber satisfacerme de todas las formas posibles, de sorprenderme siempre y aunque me había ocultado cosas quedé fascinada por tales ocurrencias.
«y recuerdas la otra vez cuando…» continuaba mi tío, «esa vez fue tu tío César el que observó como te hacía mi perra, como gemias y llorabas pidiendo que te rompiera el culo», el último al que invité fue a tu tío Jaime, todos ya saben que eres mi puta, tus tres tíos saben que voy a compartirte con ellos y están desesperados por hacerte todo lo que yo te hice delante de ellos».
También me dijo que mis tíos se sorprendieron de forma grata cuando me vieron en la habitación con ropa erótica y una venda en los ojos, me contó que tío Jaime llegó a sospechar que era yo cuando tío Nacho le mostró las fotos pero que no estaba del todo seguro hasta la tarde en que vio desde el closet como tío Nacho me culeaba. Me contó que los tres se obsesionaron conmigo, le hacían preguntas a mi tío de cómo consiguió hacerme su puta.
Le confesaron su envidia de tenerme como su perra, todos usaron la palabra perra o puta, nada de «amante» y que no veían el día y la hora de hacerme todo lo que vieron a él hacerme.
Pero tío Nacho me dejó en claro: «la única leche que vas a tragar será la mía, no la de ellos, quiero hacerlos sufrir, quiero que me rueguen por dejar que te llenen la boca de leche. Te cogerán con preservativo y les chuparás el pene con el preservativo puesto, tampoco permitiré que te den por el culo, están locos por hacerte tantas cosas pero durante un tiempo tendrán que conformarse con lo que a mi se me ocurra.
Me reí, le dije que era un malvado, que yo podía permitir que ellos me hicieran más cosas pero me dijo «claro, perra, yo sé que estás abierta a todo, por eso mismo no quiero entregarte completamente a ellos tan de prisa, tendrás que esperarte, sé que te mueres por ser la perra de Jaime, Manuel y César y sé las cosas que piensas y deseas que te hagan pero todo a su tiempo y no te aseguro nada, eres mía, yo pongo las reglas, yo decido si dejo que te culeen otros, yo decido si tragas otra leche que no sea la mía.
Terminé chupándole el pene en la camioneta mientras él jugaba con un vibrador remoto incrustado en mi coño.
Pasaron dos semanas, tuvimos intimidad aunque ya no cogíamos tan a menudo como las primeras veces, nuestras ocupaciones lo impedían aunque igual disfrutábamos cuando al fin encontrábamos el momento de intimar y como lo había prometido, solo me daba por el culito, decía que mi coño estaba reservado para mis otros tíos, igual usaba sus dedos, vibradores remotos, dildos y demás pero su pene solo era para darme por el culito.
El vasito y la inyectadora
Para ese momento a mi tío le fascinaba acabar en mi culito, tomar un vasito de plástico, que yo defecara su semen y tragármelo desde el vasito, un vasito muy pequeño para que yo pudiera relamer todo el semen. En ocasiones acababa en mi culito, usaba el vasito, luego extraía con una inyectadora el semen que caía en el vasito y me lo daba a beber como si de un remedio se tratara. Era una adicta al sexo anal, a su semen, podía tomarla todas las veces que a él le provocara eyacular, mi fascinación por el semen de los hombres es exagerado, me encanta, me encanta demasiado tomar la leche y estaba ansiosa por probar la de mis tres tíos, sabía que un día llegaría ese momento, fantaseaba con mis tíos mientras tío Nacho me culeaba. Fantaseé con ese momento en que todos mis tíos me cogieran, acabaran todos en mi culito y me hicieran lo del vasito y la inyectadora, no le dije nada a mi tío, me guardé esa fantasía en mis pensamientos pero deseé que algún día se hiciera realidad y sabía que él ya adivinaba todo lo que pasaba por mi pervertida mente.
Lluvia dorada
También, durante los últimos meses mi tío había comenzado a orinarme, todo lo hacíamos en el baño, las primeras veces me orinó los pies mientras nos duchábamos, al principio me pareció algo gracioso pero luego se fue convirtiendo en algo habitual y con el pasar del tiempo me orinaba las piernas, las nalgas, el abdomen, las axilas, las tetas. A mi al principio no me gustaba para nada, tardé mucho tiempo en encontrarle morbo al asunto pero a él le fascinaba orinarme toda y con el tiempo dejé que me orinara la cara y me di cuenta que eso lo ponía tan cachondo. Yo aguanta el asco del olor de su orina pero me dejaba humillar por él solo hecho de complacerlo ya que sin exagerar es algo que hasta el día de hoy le encanta hacerme. Con el tiempo me acostumbré y hasta comencé a desear ser orinada por él, además, en todo ese tiempo a él también le gustaba que yo me orinara encima de él mientras me daba por el culo. «Orínate, zorra» me decía y yo me orinaba en su abdomen, a veces mi orina impactaba en su pecho y en su cara y él disfrutaba de eso, de que yo me orinara encima de él o que me orinara en cualquier pose que él me tuviera, si tenía ganas de orinar que lo hiciera con libertad, que no me cohibiera de ello.
Así que con el tiempo me acostumbré y me dejaba orinar, empecé a sentir atracción a ser orinada, sobre todo en mi cara, una vez se corría y me hacía tragar su semen a los pocos segundos cuando le entraban ganas de orinar me ordenaba entrar a la tina y acostarme boca abajo mientras él orinaba durante más de un minuto apuntando a diferentes partes de mi cuerpo.
¿Cuál de mis tres tíos fue el primero en cogerme?
Aunque duré días insistiéndole que me dijera, tío Nacho se negó a decírmelo, lo mismo sucedería con los dos que restaban, no me lo diría hasta pasado un tiempo entregándome a ellos pero para que sepáis de una vez, el primero fue tío Jaime y en el próximo relato cuento cómo me entregó a mi tío Manuel.