Denigrada y usada como un pedazo de carne
Intimidada, denigrada y prostituida.
Mi nombre es Sophia, soy de un país del Caribe, casada de hace 6 años, mido 1,55m, y soy delgada, morocha de un cuerpo normal, pero atractivo y bien formado, (así, comenta mi esposo). Fue real lo que me sucedió, ya hace un tiempo, y es como una confesión pública, que necesitaba hacerlo como para liberar mi conciencia, dado que a mi esposo y allegados no me es posible comentárselo.
Siempre tuve lo que quería, mis padres fueron los primeros y ahora mi esposo, no he conocido necesidades,
El hecho de permanecer sola, en determinadas ocasiones, como motivo de los viajes que cada tanto efectúa mi esposo Raul, por razones laborales, el ocio me llevó a meterme en Internet, que por curiosidad ingrese en los portales de zoofilia. Todo esto porque en una oportunidad, una amiga intima, me contó, haber tenido una relación con su pequeño perro, que tenía en su casa, cuando aún era una adolescente. Al principio me pareció algo aberrante y obsceno al contarme su experiencia, pero poco a poco se me metió en la cabeza para convertirse en una obsesión con la que no dejé de fantasear un buen tiempo..
Donde en mi mente se fue acrecentando esa loca idea de experimentar una relación zoo, que por temor y otras razones nunca llegaba a concretaba. En muchas oportunidades pensaba en realizarlo, aprovechando los viajes que mi esposo hacia por trabajo, para practicarlo con el perro que tenemos en casa, pero no tenía la fortaleza suficiente, ni la experiencia, sumado a que he sido criada con mucho puritanismo y tabúes.
Sin pensarlo demasiado después de leer un relato de zoofilia, decidí escribir a la autora, quien amablemente me contestó, aceleré la cosa, aprovechando que mi esposo salía de viaje en unos días .Después de un rápido cambio de mail, estaba decidida a practicarlo, teniéndola al tanto de los acontecimientos que se iban produciendo. Todo estaba preparado para un 12 de abril, faltaban unos días, y les aseguro que mi ansiedad era tal, que hasta amanecía húmeda, como consecuencias de mis fantasías y sueños. Llegó el día tan anhelado, estaba muy nerviosa, era mi primera vez en tener este tipo de relación, en el que se me mezclaban una serie de pensamientos, como que lo que hacía, era algo pecaminoso y obsceno, pero el deseo de romper con esa mochila de perjuicios que cargamos durante el transcurso de nuestra existencia.
Esa noche llevé a Coto a la habitación, no sé porque la relacioné con mi noche de bodas. Es un pastor alemán, que mis suegros regalaron a mi esposo, por no poder tenerlos en el departamento. De acuerdo a las indicaciones recibidas, opté por untarme con miel, ya que a Coto le encanta. Desnuda hasta la cintura, abrí tímidamente mis piernas, y no necesité esperar demasiado, su golosa y vigorosa lengua, comenzó a saciarse con el néctar, mientras a mi me producía una serie de convulsiones difíciles de describir, optando por quitarme mis bragas, sintiéndome más liberada.
Me revolcaba sin dejar de exhalar una serie de gemidos, arqueando mi cuerpo para sentir más su voraz contacto, hasta que fui hasta la cocina y traje una jeringa, inyectando la miel en mi rajita. Esta vez fue alucinante la lengua parecía introducirse cada vez más, en busca del almíbar, para producir una serie de gemidos cada vez, que su aspereza lengua raspaba mi rígido clítoris. Con las manos crispadas, apretaba con fuerza los bordes del colchón, mientras una salva de orgasmos comenzó a invadirme.
A partir de esa noche interpreté ciertos relatos, pero fundamentalmente uno, titulado «Adicta y pervertida», se estaba convirtiendo en una droga, durante todo el día mis pensamientos no me abandonaban, pensando en volver a tener relaciones con mi perro. Durante dos noches, repetí el mismo sistema, pero la tercera vez, decidí cambiar de posición, me desnude y me tiré sobre el piso, abrí mis piernas, dejando mis tesoros a su entera disposición, comenzándome a lamer desde mi culo hasta mi clítoris, era espectacular, me corrí como tres veces como una perra.
Fue electrizante, quedando tan sensible que sentía latir mí clítoris como si tuviese vida propia, las que lo han experimentado se darán cuenta a lo que me refiero. Deseaba que me penetrara pero el tamaño de su verga me intimidaba, realmente me produce mucho temor. Noté que en un par de oportunidades, trató de montarme, y a duras penas lo pude quitar. Continuo lamiéndome hasta que un momento el perro se giró, quedando mi boca muy cerca de su verga que asomaba una gran parte, se me ocurrió que debería compensarlo por lo que me había hecho, aplacando su calentura. Así que sin pensarlo demasiado jalé su miembro hasta lograr ponerlo a full. Ahí me di real cuenta de su tamaño y la bola que mantenía en su nacimiento.
Mayor temor me invadió al pensar que llegase a introducirme semejante instrumento. Lo empecé a masturbar y tocarlo con mis labios, sentí un sabor amargo pero atractivo y seductor (posiblemente por mi estado de excitación), lo besaba con ternura hasta que comencé a introducirlo a través de mis labios. Era alucinante, estaba desquiciada por lo que hacía, sin poder detenerme, creo que más de alguna persona que lo lea, pensara que soy una morbosa degenerada, pero les aseguro que jamás había experimentado tanto placer.
Mis pensamientos, ya no existían, esa verga era mi único objetivo, la chupé, introduciéndola todo lo que mi boca permitía, mi corazón latía aceleradamente, no pensé en el desenlace, aunque sabía que ocurriría. Nunca supuse, que podría estar en esa posición, mamando la prominente y excitante verga de mi perro, Me la metía y sacaba de la boca, la besaba, la chupaba, la aspiraba, la lengüeteaba, la deslizaba por sobre mis labios, la retenía por un largo rato adentro, jugando con ella, sorbiendo los juguitos que ya comenzaba a destilar espesamente, cuando un acaudalado chorro cálido entró en mi boca, que la retiré con un poco de aversión, para emanar una parte sobre mi cuerpo y la alfombra.
La asidua lengua de Coto, comenzó a limpiar mi cuerpo, produciéndome otro orgasmo, al rozar incesantemente mis erguidos y rígidos pezones. Al reaccionar después de esta loca experiencia, todo se ensombreció, al parecer que me observaban, no estaba demasiada convencida, pero de haber alguien, seria Hugo el guardia de seguridad, un negro bastante desagradable. No había tenido la precaución de correr las cortinas, confiando que a esa altas horas de la noche nadie me vería, salté como resorte para hacerlo aunque ya suponía que era tarde.
Al día siguiente, mis sospechas se confirmaron, con una sonrisa, me encaró, y me dijo:
“Señora, no quisiera ofenderla, pero fue un atractivo espectáculo, que pude ver, mientras hacia mi guardia”
“Por favor, no me obligue a hacerlo despedir, atrevido” le contesté bastante asustada, por las derivaciones que podrían ocasionarse.
“No tiene que ponerse así, solamente le comento” me dice.
No podía hablar de la rabia que me invadía, cuando me muestra en su celular, varias fotos del momento, que a pesar de estar algo oscuras se veía mis facciones y al perro sobre mi desnudo cuerpo, cerrándose mí estomago al verlas.
“En todo caso, podría reemplazar a su perro, y evitar que alguien las veas”
Realmente estaba asustado, nunca había pasado por una situación de esta índole, más que nerviosa me fui del lugar, avergonzada y con miedo de que llegasen a conocimiento de Raúl, que llegaba en unos días, volví a pensar en echarlo, pero eso sería peor, acelerando el fatídico desenlace.
No pasó más nada, no hice nada con mi mascota, al día siguiente volvió al acecho, diciéndome:
“A tomado, alguna decisión, Cindy?” me dice, con el atrevimiento de llamarme por mi nombre.
“Tiene un bello cuerpo, y aparentemente, está requiriendo algo de “amor”, que podría ofrecerle”
Traté de dilatar la situación, hasta que arribase mi esposo, aunque no creo que eso ayudase a cambiar la realidad, se me ocurrió decirle a Raúl, que nos podríamos ir un tiempo de viaje, aunque sabía que se negaría por el trabajo que tenía.
Mi esposo regresó antes de lo previsto, no sé si me alegro o no, pero lo peor fue cuando Hugo el guardia, le mostró algo en el celular a mi esposo, donde mi corazón comenzó a acelerarse. Cuando entró en la casa no noté que estuviese afectado, me besó y se tomó una cerveza.
Mi tensión, era cada vez más intensa, pensando que la solución sería acostarme con ese tipo, a pesar de rechazarlo, era algo morocho, alto y algo gordo, relativamente joven, tratando de verlo con otros ojos. Así que a pesar de de no encantarme para nada, fui a su encuentro, diciéndole:
“Hugo, sé que me está chantajeando, y merecería ser denunciado, además mi esposo tiene bastante influencia para meterlo preso, entonces….” Sin dejarme terminar, me dice:
“Sra Cindy, eso ya lo sé, la que está en riesgo es Ud. mas que yo, se enteraría su esposo, gente del barrio, familiares, amistades. Imagina que papelón pasaría ”
“Le puedo dar dinero”
“Sra, solo me interesa pasar la noche con ud, dígame cuando”
Ya no sabía qué hacer, estaba en un callejón sin salida, bastante temblorosa le digo:
“Esta bien, mi esposo se va en diez días, esa noche estaré a su disposición” Di media vuelta y me alejé del lugar.
Cuando llegó el día hice retirar antes de la hora a la servidumbre, y media hora después llegó esta tipo, sus ojos no dejaban de observarme. Sentía que era como un castigo, y debía pagar un alto precio por algo inmoral y pecaminoso que no había terminado de concretar. Antes de su llegada, me tomé dos vasos de whisky, para lograr sobrellevarlo, estaba demasiado nerviosa. A la hora establecida, tocó el timbre que me sobresaltó, apresuré el tercer vaso y fui a la puerta para abrirle. Ahí estaba, lo hice pasar, sin demasiado preámbulo lo llevé a una de las habitaciones, para terminar con este espantoso trámite rápidamente.
Traté de dejarla bien a oscura para no ver su rostro, me volqué sobre la cama y me quité mi bombacha, abrí mis piernas, y cerré mis ojos. Me levantó la falda hasta la cintura, y en instantes sentí, algo mayor a lo acostumbrado, penetrando a través de mi vagina. Fue tan violenta su introducción, que pegué un grito de dolor mientras lagrimas bañaban mi rostro, y olía su barato perfume. Por suerte, en unos pocos bombazos eyacularon en mi cavidad, lo quité rápidamente de mí, me levanté y corrí al baño, me saqué la ropa y me duché, permaneciendo bastante rato, con la esperanza de que se fuera,
Al salir estaba tendido en la cama con su verga nuevamente erguida, en ese instante la pude apreciar por primera vez, era muy grande, esta vez se levantó, me quitó la bata, quedando desnuda por vez primera ante él, sintiendo mucho pudor e impotencia. Me arrinconó contra la pared, tocando mi cuerpo, rozando mis pezones con el dorso de su mano.
Intentó besarme, pero se lo impedí, mientras su mano acariciaba mi cuerpo, mis tetas, glúteos, vagina intentando alterarme, cuando al percibir que no me afectaba me alzó, terminando rodear con mis piernas su cintura, con total impunidad, me la volvió a introducir, era una bestia, sentía como empujaba su aparato, dentro de mí ya no tan estrecha vagina. Mientras su sudor, se adhería a mi piel, produciéndome cierta repulsión, que a pesar de todo trataba de soportar.
Después de su voraz acabada volví al baño, para darme una segunda ducha y quitarme todo rastro de sus fluidos, demoré todo lo que pude, después de media hora, abrió la puerta con su verga nuevamente erecta, me sugirió que le hiciese lo que había hecho al perro, aun mojada por la ducha, me tomó de los hombros, obligándome a arrodillarme frente a él, para depositar su artefacto en mi boca, que apenas la podía implantar Me sentía totalmente ultrajada, y a la vez más sumisa a sus requerimientos, la chupaba como una autómata, sin importarme más nada.
En ese momento sentí una rara sensación, como que estaba siendo castigada por mi pretendida relación zoo, y pagar esa falta parecía excitarme, era extraño, cuando un empellón de su pelvis la introdujo mas en mi boca, tomándome de la cabeza, parecía que cogía mi cavidad bucal, hasta que después de un buen rato eyaculó en mi interior, produciéndome una serie de arcadas.
Hasta el momento no había tenido ningún orgasmo, dado que cada vez que lo hacía, mis pensamientos se alejaban de la realidad para abandonar mi cuerpo inerte. Hora más tarde lo volvió a repetir, no sé de dónde sacaba tanta energía, ya habían transcurrido como 6 horas o más , pero recuerdo que el reloj marcaba las tres y media de la mañana, me destapó y nuevamente mi desnudo cuerpo quedo a su entera disposición. No sé cuanto había transcurrido de su última intervención. Su áspera mano comenzó a acariciar mi tersa piel. El roce sobre mis pezones hizo que se erizaran levemente, permanecí quieta, tratando de no estremecerme, y demostrar que me agradaba, su mano prosiguió, apretando mis pezones con suavidad para luego oprimirlos con fuerza.
Dolor y placer llegaron juntos, me mordí para evitar algún tipo de quejido, sus grandes manos acariciaban mi cuerpo suavemente, hasta llegar a mi entrepierna, inconscientemente las abrí, para sentir sus dedos buscar mi vulva que empezaba a humedecerse, Abrió mis labios inferiores con algo de fuerza para apoyar su boca, y su lengua empezó a agitarse por mi raja, recordé el accionar de Coto, aunque este negro cabrón no lo hacía nada mal.
Al mordisquear mis gruesos labios vaginales, no pude contenerme, emitiendo un leve gemido, a la vez que arqueaba mi cuerpo levantando mi culo, instante que aprovecho para introducir su húmedo y grueso dedo en mi ano, traté de impedirlo, pero no pude (o no quise, no sé), continuaba lamiendo mi clítoris, mientras su dedo profundizaba mi recto, para comenzar a entrar y salir, a un ritmo alocado.
No pude contenerme y grité pero esta vez de goce, sentía llegar mi orgasmo, siguió hasta producírmelo, convulsiones llenaron mi cuerpo, eran coma descargas eléctricas, apenas acabé, tomándome de la cintura, me giró con rudeza, quedando en cuatro, la cabeza de su miembro rozaba mi ano, le supliqué que por ahí no, que jamás lo había hecho, sentí que algo empezaba a penetrarlo, produciéndome un fuerte dolor, volví a rogarle, y en un momento de compasión, la quitó para meterla por mi concha, .Esta vez, al sentir como su verga rozaba las paredes de mi vulva, me estremecí, su suave bombeo me excitaba cada vez mas. Su aparato friccionaba mi clítoris, que sentía latir, empecé a recular para sentir la totalidad de su aparato dentro de mí. Sus fuertes manos aferradas a mis nalgas dirigían los movimientos (provocándome marcas, que permanecieron un par de días)
Comenzó a acelerar su bombeo, agitando todo mi cuerpo, vapuleando mis tetas al unísono de cada embestida. Un ansioso orgasmo me llegó, en el momento que le gritaba:
«Sigue, sigue» Me arrepentí por haberlo expresado, pero el calor de la cogida, me había transformado, era la primera vez que sentía algo así. Ante cada impulso su pelvis se impactaba contra los cachetes de mi culo, sintiendo como su pene se introducía con fuerza en mis entrañas, al que acompañaba con gemidos cada vez más intensos, ante cada venida que me producía.
Contrario a las veces anteriores, disfrutaba como su sudor, iba pegándose a mi piel, haciendo más excitante este acoplamiento. Sé que duró bastante su bestial y fogosa penetración, pero cuando sentí, evacuar su denso brebaje en mi útero, nuevos suspiros salieron de mi boca de placer y goce. Temblando, exhausta y con la respiración entrecortada, me desplomé sobre las sabanas, me dormité, al reaccionar después de varios minutos, no estaba, me sorprendí, sintiendo cierto alivio.
Si bien pagué mi precio, por no tomar los recaudos necesarios, jamás, se me ocurrió que este negro, llegase a hacerme gozar de esa manera, y además tengo que admitir que esta ultima cogida me agradó de sobremanera aunque no dejo de sentir cierta bronca y odio a su aptitud.
Pero bueno reconozco a muy a pesar mío, que lo gocé, al punto que por un tiempo me olvidé de Coto, el que será motivo de otra historia. Aunque esta relación, por así mencionarlo, fue tomando un inesperado vuelco.