Después de una gran traición ¿Podemos ser amigos?
Alejandro apenas podía hablar, su llanto se lo impedía, con mucha dificultad pude entender lo que decía. “Perdón, perdón, perdón”, estaba realmente destrozado, arrepentido, al parecer le dolía más a él que a mí, o es que quizá yo ya me había serenado, ahora tenía que ayudarlo a hacer lo mismo. Sostuve sus manos, le pedí que se calmara.
—Graciela, te juro que yo…no sé cómo pasó. Intenté detenerme, tratamos de decirte lo que está pasando ¡Es que no tengo perdón! ¿Cómo pude hacerle eso a mi mejor amiga?
Lo miré, aun bañado en lágrimas se veía hermoso, su cabello castaño brillaba con la luz del sol que entraba por el ventanal y sus ojos marrones apenas se podían notar detrás del agua que los cubría. Su piel blanca había enrojecido, su rostro descompuesto ¡Me daba tanta pena verlo así! Él que siempre había sido tan alegre, que tenía una palabra de aliento para mí en mis horas más oscuras, ahora yacía completamente destruido y aunque no voy a negar que su traición me había lastimado, estaba dispuesto a perdonarlo, yo sentía que estaba arrepentido.
—Sólo quiero la verdad, Ale, pero tienes que calmarte para que podamos hablar.
Él asintió y con un kleneex se limpió las lágrimas y se sonó la nariz, yo no podía esperar ya quería saber su versión de la historia así que sin rodeos le pregunté directamente.
—¿Te enamoraste de David?
Alejandro se quedó callado por unos segundos y de nuevo brotó el llanto, se cubrió el rostro con las manos y yo estaba impaciente.
—Alejandro, sólo dilo…me lo debes.
Mi amigo aclaró su voz y volvió a limpiarse el rostro,
—Sí…perdóname.
No me sentí mal por corroborar lo que ya intuía, más bien el saberlo me daba una profunda paz, todo lo que había pasado no sería en vano. El que me hayan mentido no era por vivir una aventura, lo de ellos no era simple calentura, me ocultaron la verdad para proteger un profundo amor, creo que al final de cuentas no podía culparlos, amar a escondidas es lo peor que pueda haber.
—¿Eres gay?
—No…no lo sé, es decir siempre me habían gustado las mujeres, pero…con David fue diferente.
—¿Por qué?
—Por favor, no me preguntes, no quiero hacerte más daño…
—Tranquilo, yo solo quiero saber la verdad, quiero…entender.
Entonces me comenzó a narrar todo:
“Siempre me había liado con chicas, tú lo sabes, no tenía dudas sobre mis preferencias, pero, cuando conocí a David todo cambió. No sé exactamente lo que pasó, nos llevábamos tan bien incluso llegué a creer que estaba confundiendo mis sentimientos, que sólo sentía cariño y una profunda admiración por el pero…me di cuenta de que lo deseaba. ¡Me sentí una basura! El es tu pareja ¿Cómo pude posar mis ojos en él? Intenté olvidarlo, pero además de todo eso estaba esa inquietud en mi ¿Por qué sentía atracción por él?¿Me estaba volviendo gay?
Quise buscar respuestas, miraba a otros hombres y poco a poco fui descubriendo que podía encontrar atractivo a algunos, incluso comencé a hablar con varios a través de una app de citas, pero…ninguno era como David. Yo sentía que el podía entenderme, que compartíamos muchas cosas, me sentí tan libre a su lado…”
—Te enamoraste antes de que él se confesara contigo…
—Sí y para mí fue como un sueño realizado, pero…estabas tú. Te juro que intenté detenerme.
—David me contó cómo lo hicieron la primera vez, la primera vez para ti con otro chico…
Alejandro arrugó el rostro intentando contener el llanto, yo no podía seguir viendo como sufría.
—Tienes que dejar de sentirte culpable, lo hecho, hecho está…
—Graciela yo te juro que no voy a volver a ver a David, desde ese día que paso lo de tu casa yo, corté todo contacto con él, cometí un terrible error y yo entiendo que mi amistad contigo nunca volverá a ser como antes y…
—¿Cómo que le dejaste de hablar? ¿No lo amas?
—No puedo amar a costa del dolor de mi mejor amiga…esto jamás debió pasar.
Inhalé profundo, preparándome para lo que estaba a punto de decirle.
—Ale, yo te perdono. Lo que hicieron estuvo muy mal y me dolió mucho, pero…también entiendo que no fue fácil. David y yo hablamos, arreglamos las cosas y hemos decidido continuar.
En su rostro pude ver el dolor que le causaba enterarse de mi reconciliación con David.
—Eres una buena persona Grace y David también a pesar de todo, yo les deseo lo mejor y te prometo que nunca volveré a acercarme a ustedes.
¿Que? ¡Eso no es lo que tenía planeado!
—No tienes que alejarte…
—Nada podría ser como antes, fingir que no te traicionamos y aunque sé que no tengo derecho a pedir nada…me dolería horrible verlos juntos.
—David me confesó que te ama…
El rostro de mi amigo se iluminó de repente.
—Y ahora qué sé que tú también lo amas…no veo por qué tienes que alejarte.
—No entiendo…
—David me dijo que me sigue amando, que nos ama a los dos.
—¿Eso te dijo? Lo mismo me dijo a mí, por eso era tan complicado todo…
—No tiene que serlo, yo hablé con él y me explicó que lo que siente por ti en nada afecta en lo mucho que me ama. No se trata de competir, él puede…estar con los dos.
—¿Qué?
—Yo entiendo y acepto lo que ustedes comparten, me habría gustado saberlo antes, pero bueno las cosas sucedieron así.
Alejandro se puso de pie, intentando procesar lo que acababa de decirle, dio vueltas por toda la estancia, se le notaba nervioso, yo estaba casi desesperada por conocer su respuesta.
—¿Después de lo que te hicimos nos vas a premiar?
—No lo veas de esa manera. ¿Por qué reprimir lo que sentimos si podemos vivir con honestidad? Ser libres, amarnos, sí es una forma diferente, pero ¿A caso es mala? Ahora podremos vivir sin mentiras, sin secretos, libres…
—No sé qué decir.
—Yo no me voy a interponer, ustedes pueden vivir su relación y yo lo voy a respetar. Yo los perdono, ahora entiendo lo que hicieron y aunque estuvo mal, comprendo por qué lo hicieron.
—¿David está de acuerdo con esto?
—Sí, decidimos abrir la relación y a partir de ahora nada de mentiras.
—¿Y tú? ¿Tu podrás con esto? Saber que estamos juntos y eso…
Ahora había llegado el momento de confesarme, pero notaba que estaba confundido y dudoso, nadie está preparado para vivir algo así, pero quería inyectarle confianza, no importaba en nada si él no quería que yo interviniera en la relación con David, yo quería que fueran felices.
—A pesar del shock y de los malos sentimientos, me gustó verlos juntos.
—¿Qué?
—Me…me excité demasiado. Es decir…tú, eres mi mejor amigo, pero no por eso dejas de ser un hombre, un hombre atractivo y David… ¿Qué puedo decir? Lo amo y bueno yo sé que suena muy loco, pero…me encantó lo que vi y pues no pude evitar tocarme mientras ustedes hacían el amor en mi cama.
Alejandro tenía el rostro desencajado.
—¿Te tocaste ahí? ¿Dentro del closet?
Asentí, ruborizada.
—Por dios…
—Ni yo misma lo creía, pero es así, por eso sé que no voy a intervenir en lo de ustedes…bueno no de forma negativa.
—¿Qué quieres decir?
—Mientras los veía tenía muchas ganas de…unirme.
—¿Qué? ¡Pero estabas furiosa!
Sonreí.
—Me dolió oírlo decirte que te amaba, yo creí que era gay y estaba conmigo para aparentar…eso fue lo que me jodió.
Alejandro me tomó de las manos, estaba conmovido.
—Él te ama, de verdad perdóname jamás quise que esto pasara así.
—¿Y tú? ¿Qué sientes por mí?
—Te quiero demasiado, eres mi mejor amiga…
—No me refiero a eso…¿Qué sientes por mi como mujer?
Sus ojos marrones se abrieron sorprendidos.
—Pues…no sé, yo…
—¿Te parezco atractiva?
—Claro…eres bellísima, pero…eres mi amiga.
—O sea que nunca me has visto ni me verás de otra manera. —le respondí mientras me levantaba de la mesa, daba unos cuándos pasos, dándole la espalda.
—No sé…
—Yo no puedo elegir entre mi amista contigo y mi relación con David, eso me haría sufrir mucho. Prefiero conservarlos a ambos y ser feliz. Que ustedes sean felices.
—Yo también deseo eso…
—¿Crees que algún día podrías sentir algo por mí?
Y en ese momento me di la vuelta para quedar frente a él y me levanté la blusa para enseñarme mis pechos, no llevaba sostén. La reacción de Alejandro me hizo saber que yo no le era indiferente. Su mirada atónita, recorrió la forma de mis pechos y sus labios dibujaron una O a medida que me fui acercando para que pudiera observarme mejor. Mis nervios cedieron paso a la adrenalina, que me hizo desinhibirme ante él, cuando estuvimos lo suficientemente cerca aposté todo por el tomo, mis labios buscaron los suyos y Alejandro, inmóvil se dejó besar por mí.
Aunque al principio se mostró inerte, poco a poco fue abriendo su boca para enredarse con mis labios y cuando recibió mi lengua sus manos parecieron reaccionar, sentí la frialdad de sus dedos tocar mi rostro cálido y sonrosado, para después deslizarse hasta mi cuello mientras nuestras tímidas lenguas se reconocían más allá de la amistad de nuestra niñez. Mis brazos rodearon su cuello y lo abracé mientras pegaba mis tetas a su pecho, mis pezones se irguieron al sentirlo tan cerca y los recuerdos vinieron a mi mente, de cuando lo vi junto a David, lograron que mi intimidad despertara y que naciera un pequeño río de su interior.
—Esto es de locos, Gracie…—le escuché decir mientras se desprendía de mis labios, aun tomándome del cuello y juntando su frente con la mía, sus ojos seguían cerrados.
—No tienes que hacerlo si no quieres, esta no es una condición para que David y tu puedan amarse…
—Es que sí…si quiero, pero no sé si esto sea algo bueno.
—¿Por qué habría de ser malo?
—Va contra lo socialmente aceptable…—respondió mientras sonreía.
—Al diablo con la sociedad y sus reglas absurdas…
Reímos y nuestros labios se volvieron a unir, mientras sus manos bajaban por mi espalda y las mías se enredaban en su cabello, mi lengua volvió a invadirlo deseando llegar hasta su garganta y en ese momento sus manos ahora tibias se pisaron en mis pechos, una descarga eléctrica me recorrió, mis piernas se doblaron, estuve a punto de caer, pero el ágilmente las logró sostener, me cargó y sus manos se deslizaron hasta mis nalgas. Me llevó hasta su habitación y de forma muy delicada me acostó en la cama, no pude evitar pensar que en ese lecho David y el habían estado juntos tantas veces en dos años, eso me calentó aún más.
Lo miré con deseo mientras se desabrochaba el pantalón, para después irse sobre mí a besos, sus manos pronto me despojaron de la falda solo para darse cuenta que no traía ropa interior. Me sonrió con malicia, para después perderse conmigo en un beso, descendiendo hasta mi coño que ya ansioso y palpitante lo esperaba. Lancé un gemido cuando sus dedos me frotaron, con un beso más pareció pedirme que guardara silencio, estaba a punto de enloquecer cuando repentinamente se detuvo.
—¿Qué pasa? —pregunté angustiada.
—¿David sabe de esto? No quiero cometer el mismo error.
Acaricié su rostro, esa muestra de lealtad me había conmovido.
—Él sabe que vine aquí a confesarme contigo y que esto podía pasar. Está de acuerdo
Alejandro suspiró y la serenidad regreso a sus hermosos ojos marrones.
—¿Me deseas? —me atreví a preguntar.
—Ahora sí…
Nos enredamos en un abrazo y dimos entrada a los besos, mis manos desperradas le arrancaron la ropa interior, con la misma furia con la que David lo había hecho aquel día en nuestra recámara, su erección era más que evidente, esa verga rosa, con la cabeza hinchada a punto de estallar, me invitaba a hacerle de todo, hasta lo que no sé había escrito.
—No es tan grande como la de David. —exclamó tímidamente.
—Es perfecta…
Y comencé a acariciarla lento y suave, mientras mi lengua irrumpía nuevamente en su boca. Su lubricación me empapó la mano y la suya volvió a recorrer mis pechos, estirando levemente mis pezones, no dejamos de besarnos hasta que no pude resistir más y bajé hasta toparme de frente con su verga.
—Que delicia disfrutar en donde David estuvo antes…
—¿Ya no te molesta?
—Para nada…
Recorrí todo el tronco con mi lengua, sentí su cuerpo temblar mientras su verga se endurecía aún más, llegué hasta sus testículos y los succioné despacio mientras seguía masturbándolo. Mi boca atrapó su glande presioné levemente con mis labios.
—Ahhhh…—dijo a toda respuesta
Poco a poco me la fui tragando, metiendo y sacándola de mi boca, mi lengua deslizándose subiendo y bajando el prepucio, Alejandro comenzó gemir ya sin ningún pudor y su verga se engrosó un poco más. Había llegado el momento ninguno de los dos podía esperar, me coloqué en cuclillas sobre él y poco a poco fui bajando, me estremecí del puro placer al sentir su verga abriendo mis paredes vaginales e intuitivamente comencé a rebotar encima de ella, las manos de Alejandro se apoderaron de mis nalgas, apretándolas, abriéndolas para que su pene pudiera entrar más profundo.
Aumenté el ritmo y comenzamos a jadear, mirándonos a los ojos, no podíamos hablar, solamente gozar del momento. Sin saber cómo, sus manos azotaron levemente mis nalgas, mientras yo seguía dejándome caer sobre su verga, me dio una nalgada más fuerte y me sacó de control. Apoyando mis manos en su pecho me deje caer completamente y su pene llegó hasta el fondo de mi coño.
—¡Qué rica estás!
—¿Te gusta? ¿Te gusta esto?
—¡Me encanta! ¡No pares!
Me seguí moviendo encima suyo, mientras sus manos apretaban mis nalgas, subían por mi espalda, se apoyaba en mi cuello y después en mis tetas, que para ese momento bamboleaban de un lado a otro. Pellizcó mis pezones, estirándolos, masajeándolos, para después inclinarme hacia él y se dispuso a saborearlos, mordiendo levemente, juntándolos para pasarles la legua de un lado a otro. Mis jugos no paraban de fluir y empapaban su pelvis, me encantaba sentir como su verga se mojaba y se hundía una y otra vez en mi trémula vagina, al tiempo que devoraba mi cuello y después mi boca.
Estuvimos un momento más así hasta que me detuve, para estrellar mi coño en su cara, el inmediatamente supo lo que tenía que hacer y su lengua se perdió en mi ingle, trazando un camino hasta llegar a mi vulva, que recorrió con mucha desesperación, estirando y mordiendo mis labios, buscando más adentro hasta encontrar mi clítoris, rosado, palpitando, lo masajeo con su lengua, con sus labios, arrancando de mi garganta potentes gemidos que después se volvieron gritos.
Me volvió a acostar en la cama y me colocó en cuatro para terminar de pasar su lengua por mi coño y sujetándome de las nalgas fue introduciendo poco a poco su verga, mi trasero al chocar contra su pelvis hizo un ruido delicioso, mientras la miel que emanaba de mi sexo suavizaba aún más la embestida, sus manos ya sin ningún reparo azotaban mis nalgas que quedaban enrojecidas, me tomó del cabello y siguió clavándome su verga, tanto que sentí que iba a partirme el chocho.
—¡Eres una delicia! Ya entiendo porque David te ama tanto…
—Mmmm ¡lo mismo digo!
Y siguió perforándome el coño todo lo que quiso, su mano se coló por debajo y estimuló mi clítoris, sentí como una fuerte explosión en medio de mis piernas y un orgasmo avasallador llegó a mí, acompañado de un fuerte grito. Alejandro no se detuvo y abriéndome las nalgas siguió embistiéndome cada más mas fuerte, yo sentí que iba a desmayarme cuando el espasmo en su pelvis me anunció que estaba por acabar.
—¡Me vengooo! ¿Dónde los quieres?
Me aparté y tomé su verga con una de mis manos, la agité y un chorro de espeso semen impactó contra mi rostro, abrí la boca y recibí lo demás en mi lengua. Introduje todo su miembro hasta mi garganta y limpié todo rastro de leche. La mamé muy lento, hasta que perdió fuerza su erección. Mi cara estaba bañada de su esperma por lo que me sorprendí cuando se acercó y me beso, para después lamer mi rostro y comerse su propia venida.
Nos besamos y después fuimos al baño a ducharnos, al regresar a la cama estuvimos abrazados por un buen rato, recordando todo y sintiéndonos más tranquilos por haber llegado finalmente a un acuerdo y aclarar nuestros sentimientos. Me pidió que me quedara a dormir y después de avisarle a David volví a perderme en sus brazos, besándonos y acariciando nuestra piel. Después de unos minutos, el sostuvo mi rostro y mirándome fijamente me hizo una pregunta:
—¿Aún podemos ser amigos?
Nota: hola a todos! el siguiente capitulo lo voy a publicar en la categoria de Trios, espero que lo lean. Beso!