Secretaria sustituta

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Hola, me llamo Iris y la semana pasada tuve la oportunidad de trabajar como secretaria sustituta en una pequeña oficina.
Mi jefe era un hombre de unos 35 años (yo tengo 27) que estaba muy bueno y era muy guapo. Rubio, con el pelo peinado hacia atrás y unos ojos de un color azul grisaceo que de algún modo parecían decirme que me iban a devorar. No muy lejos de la realidad, durante la tarde fui a entregarle unos papeles que habian llegado. No era demasiado importante así que él se quedó hablando un poco conmigo.
Al cabo de unos minutos, me preguntó que qué hacia una secretaria sustituta.
-Hace el trabajo de la secretaria que no puede venir, ¿no?
Él sonrió pícaramente y me acorralo entre una cómoda y un archivador. De algún lugar sacó unas manillas y me dejó ahí «atada» mientras él se aseguraba de que mantuviera mi boca cerrada poniéndome un pañuelo en la boca. Acto seguido desabrochó mi camisa y la dejó cuidadosamente en la comoda, y admiró mis pechos por unos segundos antes de empezar a tocarlos. Por dentro me moría de deseo; era tan excitante que creía que era un sueño.
Comenzó a bajar su mano lentamente hasta mi falda, desaprochandola, y tocandome rítmicamente mi sexo. Justo después me bajó mis bragas y siguió tocando, de modo constante pero cada vez un poco más salvaje. Yo, incapaz de aguantarme, gemí. El pañuelo que tenia en la boca no silenció mi gemido, y mi jefe me lo quitó con una sonrisa pícara, preguntandome si me gustaba como si yo fuera una viciosa o una zorra. No pude decir nada, solo cerré los ojos y negué con la cabeza.
Acto seguido, él encontró mis labios y empezó a besarme con mucha pasión, mientras me masturbaba cada vez más y más rápido. Cuando separó sus labios de los míos y me dispuse a gemir de placer, me colocó un consolador en la boca evitando que gritara demasiado.
Se quitó su camisa, la corbata y la americana con algo de torpeza y hizo los mismo con sus pantalones y sus calzoncillos. Noté cómo movia su pene suavemente entre mis piernas, caléntandome, haciendome morir de deseo.
Me sentía como una actriz porno en aquel momento por lo irrear de la situación. Tenía el consolador en mi boca y, incapaz de tragar mi saliva, comenzaba a babear vergonzosamente. Él se dió cuenta y me desató las manillas y me quitó el consolador. Yo me limpie mis babas y le miré algo asustada, pero sin estar satisfecha empecé a hacerle una paja y la cosa fue a más hasta que terminamos en su escritorio; él me penetró mi vagina y empezó a follarme cada vez más rápido, hasta que alguien abrió la puerta. Fue el momento más excitante de mi vida. Él era un hombre algo viejo,y sitenia entendido le habian pillado viendo porno alguna vez en el trabajo. Tenia unos 40 años y comenzaba a volverse calvo. Le preguntó un par de cosas sobre qué estaba pasando y todo eso. Él sólo dijo que yo era la sustituta de Marta (la secretaria de verdad) y que debia hacer mi trabajo como tal. Entonces invitó al señor a unirse, el cual no se negó. Yo sí lo hice y me levanté de golpe, pero el me tumbó a la fuerza en su escritorio. Cogió de nuevo las manillas y me ató las manos en un saliente semicircular del escritorio. El invitado empezó a admirarme y a verme sin ningún escrúpulo y lamió mis pechos con deseo. Yo no quería pero el hecho de que el jefe estuviera observandolo todo me excitaba. Entonces éste puso su pene en mi cara y me apremió a chuparlo, que es lo que hice, y el viejo empezó a penetrarme y embestirme con todas sus fuerzas.
Al cabo de unos minutos los tres terminamos corriendonos y exhaustos por aquel rato que habíamos pasado.

Colaborador: Iriss

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