Toda la historia de mis experiencias muy variadas
Parece mentira pero cuando cruzas ciertos límites descubres un mundo totalmente nuevo. Eso es lo que nos pasó a mi marido y a mí.
Nosotros somos un matrimonio con muchos años de convivencia y padres de tres hijos los cuales limitan bastante el poder hacer escapadas y dedicarnos tiempo para nosotros solos por lo que siempre que tenemos alguna ocasión aprovechamos para cenar o pasar unas horas en la playa.
Me llamo Laura y mi marido Carlos. Somos una pareja normal, tradicional que ha llegado a los cuarenta. Yo soy una mujer morena, de ojos marrones y piel clara. A pesar de que ya voy cumpliendo años tengo un buen físico. Me cuido bastante aunque me sobran un par de kilos los cuales cómo dice mi marido se disimulan en mis caderas y mis pechos. Carlos es un hombre bastante atractivo y deportista.
Llevamos varios años viviendo en Canarias por motivos laborales y es una maravilla el clima que hay durante todo el año.
Un día de playa como cualquier otro fue el detonante de todo. Como en otras ocasiones, fuimos a la playa nudista para pasar unas horas y luego ir a comer. Normalmente no nos gusta ir los fines de semana porque hay demasiada gente por lo que intentamos ir entre semana para estar más tranquilos y con menos multitud.
Sentados en la orilla charlando de nuestro día a día mi mirada se dirigió a un chico que paseaba tranquilamente. Noté que Carlos se había dado cuenta pero no fue algo a lo que darle mayor importante. Al pasar cerca de nosotros intenté disimular para girarme y seguir mirándolo. Carlos se puso a reír ya que la situación le pareció muy cómica. Normalmente es a él al que se le nota mirar a otras mujeres.
– Laura, no te cortes, mira sin problema. -Me dijo sonriendo.
– El chico me llamó la atención. -Susurré con una ligera sonrisa.
El chico estaba bastante bien físicamente pero que sólo me estaba recreando un poco.
-Pues aprovecha mujer, no te preocupes que nos hacemos mayores y el tiempo no se recupera.
Sinceramente no tenía ni idea de por qué me dijo eso pero el silencio de apoderó de nosotros durante un par de minutos. Al rato y creo que con algo de remordimientos me dijo que sentía el comentario. Es algo normal mirar con deseo a otras personas y eso no quiere decir que no quieras a tu pareja.
-Laura, si en algún momento deseas estar con otras personas lo veo normal y no me importaría.
La tranquilidad y seguridad con la que me había dicho eso me sorprendió tanto que mi respuesta no le transmitió dudas al decirle que pensaba lo mismo.
Incluso le dije con el clásico «no te enfades con lo que te voy a decir» que en alguna ocasión he pensado en la infidelidad ya que me gustaría sentirme deseada por otras personas.
No sé si la forma en que se lo dije, la situación, el entorno y la tranquilidad con la que estábamos hablando no se sintió ofendido con mí comentario.
Me dio un beso cariñoso y me dijo que por su parte si no existía mentiras y engaños podía hacer lo que me apeteciera mientras no afectara a nuestra vida familiar.
Cambiamos de tema pronto y seguimos con el día de playa como cualquier otro.
Ya de vuelta a casa, cuando estábamos en el coche le dije que había estado pensando en la conversación que mantuvimos y que me gustaría también que aprovechara si te apetecía hacer algo.
Llegamos a casa y de vuelta a la rutina ya no volvimos a hablar del tema. Tuvimos una conversación que en ese momento fue sólo eso pero que en el futuro sería el detonante de lo que nos sucedería.
A los pocos días salimos a cenar con unos amigos.
A mí me gusta bastante usar escotes y cómo no suelo usar sujetador, suelen surgir las bromas con Carlos.
Él siempre me dice que le encanta que me ponga escotes ya que al tener los pechos grandes llama mucho la atención.
Durante la cena, al igual que en otras ocasiones, nuestro amigo Javier no dejaba de mirarme el escote. Carlos lo veía y lo ignoraba. Quizás porque él también se lo miraba a Sonia y eso era algo totalmente normal y aceptado entre los hombres.
La noche transcurrió como en otras ocasiones salvo que en a mi mente me venía la conversación que habíamos mantenido días atrás. Sentirme mirada de esa manera por Javier delante de mi marido me gustaba más de lo habitual.
Creo que el punto de inflexión en nuestra relación fue cuando Carlos me dijo algo al oído mientras salíamos del restaurante.
-Me gustaría que Sonia me haga una mamada delante de ti.
Le sonreí y ayudada por el efecto del alcohol le dije:
-¿Y si me ves a mi primero?
La cara de Carlos fue un poema, la de infinidad de cosas que le pasaron en ese momento por la cabeza. Desde el principio he pensado que cuando me dijo aquello en la playa era porque él quería estar con otras mujeres y verse en la situación en la que es su mujer la que le dice eso se quedó sin palabras. Su sonrisa lo dijo todo y nos pusimos a reír.
Seguimos con la noche y nos fuimos a tomar una copa y entre risas y mucha complicidad entre nosotros se nos pasaron las horas volando y nos fuimos a casa.
La verdad es que desde que nos hemos puesto a hablar del tema la tensión sexual entre nosotros ha aumentado.
Unas semanas después y coincidiendo con un viernes, quedé con los compañeros del trabajo a comer y a tomarse unas copas.
Ya sobre las 18:00 de la tarde llamé a Carlos a ver si se animaba. Me dijo que no, que estaba cansado. Dos horas más tarde apareció por allí para darme la sorpresa. Yo estaba hablando con un compañero cuando cuándo me taparon los ojos.
– ¡Sabía que vendrías!
Me alegré mucho que viniera ya que él tiene buena relación con mis compañeros de trabajo y me divierte mucho estar con él.
Yo estaba especialmente alegre ese día y ahora más que mi esposo nos acompañaba. Ya con Carlos incorporado seguimos hablando los tres. Al rato, Marcos se fue a pedir unas cervezas quedándonos Carlos y yo a solas. Nos pusimos rápidamente de cómo nos había ido el día. Casi antes de que Marcos volviera me dijo:
-Lo que me interesa hoy es saber en qué momento has decidido follar con Marcos.
No pude contener la risa mientras le decía que es un compañero de trabajo y no lo había pensado a pesar de que notaba que el sentía atracción hacia mí.
En ese momento llegó y nos dio las cervezas. Brindamos y Carlos se acercó al oído:
-No te cortes, voy a saludar a tus otros compañeros.
Pasó un cuarto de hora aproximado cuando Carlos volvió con nosotros. En ese momento Marcos se disculpó porque tenía que ir al servicio.
-Laura, yo también voy. –Me dijo Carlos.
Acercándose a mi cara continuó con su juego y me dijo:
-Deberías ir tú también pero al baño de hombres. –Me dio un beso y se fue con una sonrisa en la cara.
En parte pensaba que estaba de broma y que no me atrevería pero entendí que ese era el momento y fui detrás de ellos.
Marcos se quedó muy sorprendido pero casi no le dio tiempo a decir nada porque me acerqué y le besé muy apasionadamente. La situación era extraña viendo cómo otro hombre me estaba besando frente a mí marido y cómo su mano comenzó a bajar hasta tocarme el culo.
Carlos se acercó a la puerta y la cerró para que nadie pudiese molestar. Esa fue la prueba de su aprobación a lo que estaba sucediendo.
En ese instante, dejé de besarle y mirando a mi marido comencé a ponerme de rodillas mientras le bajaba la bragueta y sacándole su miembro comencé a chupársela. Era la primera vez que le practicaba sexo oral a otro hombre. Era la primera vez que estaba con otro hombre y me estaba gustando.
Ver a mi marido allí parado mientras Marcos le miraba sonriendo me resultó impactante y más cuando empezó a tocarse por encima de su pantalón.
El morbo y la humillación de verme en esa situación le gustó tanto que se tocaba cada vez más mientras su bulto se hacía más latente.
Yo estaba disfrutando comiéndome de arriba abajo la polla de Marcos que dicho sea, era bastante más grande que la de mi marido. La situación era tal que no tardó en cogerme de la cabeza mientras se movía follándome literalmente la boca hasta correrse.
Me levanté mientras miraba a mi marido y con cara de vicio me trague el semen que todavía me quedaba en la boca. Me acerqué y le di un beso y despedirme de ellos con mi cerveza en la mano como si allí no hubiese sucedido nada.
No tardaron en salir detrás de mí y seguimos la tarde como si no hubiese pasado nada.
Pasaron los días y Carlos y yo no comentamos nada. Nuestra vida seguía igual a pesar de que mi marido me había visto comerle la polla a otro hombre.
Cierto es que la tensión sexual que teníamos había aumentado por lo que nuestra primera experiencia liberal había actuado de manera positiva.
Una semana después Carlos vino a comer conmigo después del trabajo. Me recogió por mi oficina y allí se encontró con Marcos.
Le saludó muy afectuosamente y con normalidad mostrando tranquilidad y dejando lo sucedido en la intimidad.
-Hola Calos, ¿Qué tal estas?
-Muy bien, aquí a buscar a Laura para ir a comer.
– A ver si un día cuadramos y nos vamos los dos a tomar algo.
Yo estaba llegando en ese momento y al verlos juntos me puse un poco nerviosa.
-sí, quedamos un día. -Contesto Carlos mientras nos acercábamos al ascensor.
Durante la comida recuerdo que hablamos de las cosas del día a día pero me estaba comienzo la cabeza y cambié de tema.
– Cariño, no te he dicho nada por vergüenza pero me alegro mucho de lo que hice el otro día pero sobre todo de cómo te lo tomaste. Estoy muy enamorada de ti y saber que no te ha importado me ha encantado.
– Laura, a mí me ha gustado mucho la situación. Me dio bastante morbo aunque me supo a poco.
– ¿Y eso?, ¿Querías más?
-Sinceramente sí, me hubiese gustado ver cómo te follaba.
Me sorprendió su forma de hablarme, estaba tan seguro en sus palabras. Por momentos sentí el deseo de mi marido de verme con otro mientras yo llevaba días pensando que no me perdonaría por lo que hice.
La idea de que mi cuerpo lo pudiese poseer otro había sido parte de mis fantasías más íntimas y algo que no voy a negar, me estaba apeteciendo cumplir.
Sonreí y le dije que se me hacía tarde.
A la semana siguen aprovechamos que sus padres vinieron de visita a pasar unos días con los nietos y nos dimos una escapa de fin de semana. Playa y descansar, es lo que buscábamos pero a veces las cosas surgen de manera diferente.
Por la tarden en la playa, estábamos tomando el sol totalmente desnudos como siempre lo hacemos cuando podemos. Ya no me cortaba a mirar cuando veía a un chico que me gustaba. En eso pasó un chico que conocía.
Nos saludamos y estuvimos un rato hablando en la orilla de la playa. Al rato el chico se despidió y volví al lado de mi marido.
-Carlos, el chico se llama José, es un conocido de la zona dónde solemos ir a comer los compañeros de trabajo.
Le dije que si esta noche le gustaría tomarse una copa con nosotros.
-¿te importa?
– A mí no, pero, sólo una copa o buscas algo más.
– Me gustaría algo más pero depende de ti y si surge.
Carlos asistió con una sonrisa pícara mientras comenzó a tener una erección.
Seguimos la tarde de playa y nos fuimos al hotel a prepararnos. Me puse un vestido súper corto y como de costumbre en mi sin ropa interior.
Salimos a cenar y luego fuimos a un local a tomar una copa dónde había quedado con el chico de la playa. El chico era bastante simpático y entre copa y copa se notaba la atracción que ambos sentíamos. Por un momento Carlos parecía que sobraba en ese lugar.
Nos fuimos al hotel y José nos acompañó hasta la puerta. Allí en la recepción, al ver que ni nos despedíamos ni se daba el paso, Carlos le dijo:
– José, a ver, vamos a la habitación y siguen hablando allí si quieren.
El silencio se apoderó de la situación y se fue caminando hasta el ascensor mientras nosotros, dos pasas por detrás, nos decidimos a acompañarle.
Llegados a la habitación nos dejó solos un rato mientras tomaba aire en la terraza. No creo que tardara más de dos minutos en entrar cuando ya estábamos besándonos y con con el vestido por el suelo. Al ver que José no se decidía tome yo la iniciativa en quitármelo.
Parecía una escena de película y despacio vi como mi marido se acercó al sillón que estaba junto a la cama y se sentó a observar el espectáculo.
Fue alucinante ver a mi marido mirarme cómo disfrutaba de otro hombre. Le miraba lascivamente mientras me penetraba una y otra vez y gemía de placer. Sentir otra polla entre mis piernas me estaba gustando tanto que ya no podía abrirlas más. Quería que ese momento no se terminara mientras le agarraba fuerte su trasero para que siguiera follándome de aquella manera. Carlos había sido el único hombre en mi vida y gracias a él estaba disfrutando cómo otro hombre me follaba de aquella manera. Sentir otro cuerpo sobre mí, otra miembro entrando en mi sexo me provocó varios orgasmos.
Miré a Carlos con cara de satisfacción mientras José seguía follándome y le vi coger el móvil y comenzar a grabarnos. Supuse que quería tener un recuerdo y yo seguí a lo mío. Sentía como José aceleraba más sus movimientos y su aliento se entrecortaba. Estaba nuevamente a punto de correrme. Será por la novedad o la situación pero anteriormente no me había ido tantas veces.
Vi a Carlos ponerse a los pies de la cama. Ahí podría ver cómo me penetraba y cómo mis fluidos se mezclaban con los suyos. No estábamos usando preservativo y a esas alturas no le quería poner impedimento alguno. Un par de movimientos más y cómo si estuviésemos programados nos corrimos a la vez. Sentí cómo su semen entraba en mí mientras seguía lentamente metiéndomela como si quisiera que no saliera nada y abrazándome en la cama.
No tardó mucho el chico en levantarse coger sus cosas y despedirse porque ya en ese momento sentía que sobraba.
Sin hablar, Carlos se quitó la ropa, se acostó en la cama y me abrazó.
Tenía el cuerpo sudado y sabía que con cara de placer me quedé dormida en sus brazos.
A la mañana siguiente pensábamos seguir con nuestros planes. Me sentía radiante y muy cariñosa pero esta vez no dejamos pasar los días para comentar lo sucedido.
Carlos me preguntó si había disfrutado y si ya había conseguido satisfacer mis fantasías. La pregunta era muy reciente porque todavía tenía el cosquilleo en el cuerpo.
-Carlos, lo que he hecho me ha encantado pero quiero más. Deseo seguir experimentando pero también deseo que tú seas el protagonista y cumplas tus fantasías. Llevo un rato chorreando el semen de otro y me gustaría pedirte algo.
– ¿Qué quieres?
– ¿Me haces sexo oral ahora?
Se sorprendió de la petición y esperaba que me dijera que no pero accedió sin problema. La situación tenía su morbo. Recordar que hace unas horas otro hombre me había follado y sin lavarme estaba mi marido lamiéndome mi sexo me estaba poniendo muy caliente mientras mis gemidos aumentaban por momentos hasta llegar al orgasmo con su boca.
Sin parar ni un segundo me la metió y estuvimos follando un buen rato hasta que llegó al orgasmo.
Nos dimos una ducha, fuimos a desayunar y luego a pasar el día en la playa.
Allí charlamos distendidamente de muchos temas y cómo no de lo sucedido. Ya por la noche volvimos a salir a cenar pero todo fue normal. Nos tomamos una copa y dimos un paseo y nos fuimos al hotel a dormir ya que a la mañana siguiente volvíamos a casa.
Al cabo de varios días, Marcos llamó a Carlos a ver si le apetecía salir a tomar algo. Al principio cuando me lo comentó me sentí violenta pero no se lo transmití a mi marido para que se divirtiera.
De madrugada cuando ya estaba dormida me llegó un mensaje de Carlos. Era un video pequeño el cual me dejó impactada cuando lo abrí. Mi marido había grabado a otra mujer haciéndole sexo oral. De entrada me dieron unos celos tremendos pero me alegré por él. La chica por lo que se veía estaba bastante bien. Tenía los pechos pequeños y varios tatuajes por el brazo. Se notaba como lamia que tenía bastante práctica.
Luego había un texto que decía:
Laura he pasado una noche increíble. Me hubiese gustado que estuvieses con nosotros. Fue una delicia comerme su coño y correrme dentro de ella como hicieron contigo. Te quiero.
Al llegar a casa después de pasar la noche con estaba yo en la cocina dándole el desayuno a los niños y tomándose un café.
– ¿Que tal la noche cariño? – Le dije jocosamente.
– Muy bien, lo que estoy cansado. Ya no tengo edad.
– Toma un café anda y vete a dormir.
Pasó cerca de un mes y no comentamos nada ya que tampoco queríamos que esto se convirtiera en una obsesión y que fuera simplemente un complemento esporádico.
Una mañana llamé a Carlos para comentarle que tenía que ir presentar un proyecto a Madrid para ver si podía coordinar su trabajo para encargarme de los niños. Serían dos días por lo que suponía que no tendría problema ya que tenía días pendientes.
– ¿Laura, vas sóla o va alguien de la empresa también?
– Pues creo que o viene María o Marcos. Depende del jefe.
– Estaría bien que fuese Marcos ¿verdad?
– jajajaja que pervertido eres.
Pasaron los días y al final le tocó a María acompañarme por lo que cualquier fantasía con Marcos se había desvanecido.
A mi vuelta le comenté a Carlos que el motivo del viaje salió bien pero que me aburrí un poco por las tardes ya que Maria aprovechó para estudiar en el hotel ya que está realizando un master.
– Laura ¿no hiciste nada especial por las tardes?
– Fui de compras y cené las dos noches en el hotel. Nada especial.
– Pues qué lástima. Aquí en casa todo controlado.
A los dos días salimos a cenar. Durante la cena Carlos me propuso hacer alguna cosa diferente. Hablamos de hacer algún trío o intercambio de pareja. El hablar del tema nos puso bastante cachondos. Fuimos a tomarnos una copa en la misma discoteca donde mi marido me comentó que conoció a Susana.
Mientras Carlos se ausentó para ir al servicio, un chico que estaba cerca de nosotros se puso a hablar conmigo.
Carlos tardó bastante en regresar por lo que hablé un rato con el chico el cual era muy simpático y atractivo. A su vuelta, Laura se lo presenté y seguimos hablamos un rato.
– Laura ¿nos vamos a algún sitio junto? Me dije al oído.
Sin mediar palabra alguna, me acerqué al oído del chico y le dije si quería acompañarnos. No lo dudó y salió detrás de mí.
Al salir nos acercamos a un hotel cercano de la zona y entramos Carlos y yo para coger una habitación. Le mandamos un mensaje al chico con el número de la habitación y a los 5 minutos tocó en la puerta.
Ya dentro de la habitación me lancé a besar al chico para romper el hielo. Mis sentimientos eran diferentes a la vez anterior. Ese miedo e inseguridad que tenía que me había también generado tal estado de excitación no era el mismo. Me sentía segura, sensual y muy húmeda.
Carlos comenzó a besarme por detrás en el cuello y a quitarme poco a poco la ropa.
Estando totalmente desnuda el chico y mi marido comenzaron a quitarse la ropa. Estaba a punto de disfrutar de dos hombres. Me sentía poderosa y deseada.
Poco a poco fui agachándome para quedarme frente a ellos y comenzar a chuparles sus miembros. Los dos estaban duros y mojados. Saborear esos dos trozos lentamente me estaba acelerando las pulsaciones. Mi sexo desprendía lentamente mis fluidos. Sin darme cuenta me estaba recreando más en la del chico que en la de mi marido. Sería la novedad o la superioridad de su tamaño que no podía parar.
Me tumbaron en la cama y mientras mi marido comenzó a saborear los flujos de mi sexo el otro volvió a introducirme su miembro en mi boca. En estos momentos ya hacía movimientos follándome literalmente la boca.
No paraba de gemir y de mirar con muchísimo morbo y deseo a mí marido.
Con la voz entrecortada tras sacarme su polla de la boca les pedí por favor que me penetraran.
Mi marido dejó que el chico fuese primero mientras yo me puse encima para dejarle la imagen a mi marido de cómo otro hombre penetra a su mujer.
Carlos me dio un par de lametones en mi culo peor sentía con los movimientos que estaba haciendo que algunos llegaban hasta mi coño el cual estaba siendo follado por nuestro invitado.
No tardó en ponerse encima y despacito comenzó a meterla por mi culo y hacerme experimentar una doble penetración. Mis gemidos eran cada vez más continuos hasta llegar al orgasmo.
Estaba agotada pero ellos todavía no se habían corrido. Me levanté y nuevamente se las chupé para que se corrieran ambos en mi boca y cara. Al terminar besé apasionadamente a mi marido y con una cara de satisfacción le dije que le quería. El chico se despidió de nosotros mientras Carlos y yo nos dimos una ducha para volver a nuestra casa.
Por el camino le dije que me había encantado la experiencia y que estas cosas hay que repetirlas. Carlos estaba encantado y sólo me sonreía y acariciaba.
Después de nuestros encuentros la complicidad con mi marido aumentó bastante. Llevamos toda la vida juntos y siempre nos hemos llevado muy bien pero nuestra historia nos ha unido mucho más.
Tanto el trabajo como el cuidado de nuestros hijos nos quitan bastante tiempo y el hecho de tener a nuestra familia lejos nos limita en poder hacer cosas juntos creándonos en ocasiones frustraciones.
Cómo mujer me siento afortunada de tener un marido tan complaciente ya que la sociedad suele ser muy machista al respecto y el concepto de propiedad lo llevan a hasta a los extremos. Yo siempre he sido bastante celosa y el hecho de tener relaciones con otros hombres me ha ayudado a abrir mi mente con las relaciones de mi marido. A pesar de haber tenido varias experiencias, quería más y más. Me encantaba la sensación inicial de descubrir algo nuevo y el tabú impuesto por la educación que recibimos me daba mucho morbo. Debido a las horas extras que había realizado en el trabajo para presentar un proyecto, cogí unos días libres simplemente para descansar en casa mientras Carlos y los niños estaban en el trabajo y colegios.
Uno de esos días, por la noche le preparé una cena sorpresa. Era viernes y me apresuré a dejar listos a los niños durmiendo antes de que volviera de trabajar. Cuando llegó vio la cocina con las luces bastantes íntimas y la cena preparada en la isla con una botella de Cava abierta para la ocasión.
– ¿Y esto? comentó sorprendido Luis.
– Cariño, quería aprovechar que estaba de días libres para tener una cena en casa los dos.
– ¿los críos? ¿Duermen ya?
– Si, los llevé un rato a la playa por la tarde y terminaron rendidos. Una ducha cena y a dormir.
– Que bien, esto me viene de escándalo porque llevo una semana que no paramos en el trabajo. Me doy una ducha rápido y bajo a cenar. Cuando volvió allí estaba yo esperándole con una copa, con una camisa larga con los botones un poco abierta y sin nada más de ropa.
Mientras cenamos hablamos de nuestras cosas mientras abríamos una segunda botella. Yo con dos copas tengo suficiente por lo que esa noche me pasé un poco pero también quería desinhibirme un poco más.
– Carlos cariño, me gustaría que nos planteáramos una cosa. -Su cara fue un poema porque la última vez que le dije algo así quería tener otro hijo.
– Pero tranquilo, que no quiero más hijos.
-jajajajaja comenzó a reírse – A ver, cuéntame…
– Desde que dimos el paso de meter terceras personas en nuestra vida íntima nuestra relación ha cambiado a mejor. Estamos más unidos y practicamos sexo más a menudo. Desde el día que dimos el paso mi mente se ha abierto mucho más.
– Y lo que no es tu mente también -dijo entre risas.
– calla tonto que se me va el hilo. En fin, que me enrollo demasiado. Me gustaría probar cosas nuevas, experimentar más nuestra sexualidad y ver hasta dónde somos capaces de llegar.
– ¿Y todo este rollo para eso? Que si mujer. Me parece bien siempre que estemos de acuerdo y que sepamos separar las cosas como hasta ahora.
¿Qué te gustaría probar?
– Pues me gustaría descubrir la bisexualidad…..
– !Genial! yo encantado.
– Luis, me gustaría descubrir la bisexualidad de los dos.
En ese momento se quedó totalmente callado y se apresuró a tomarse un trago.
– Me gustaría acostarme con otra mujer pero también si algún día se tercia verte con otro hombre.
– Bueno cariño, tú con otra mujer me parece maravilloso jajajaja yo con otro hombre nunca me lo he planteado pero si te hace ilusión y te da morbo podríamos probar en un futuro.
– ¿Hay algo más que te gustaría probar? me preguntó mientras se tomaba otro trago.
– Me gustaría en un futuro probar con varios hombres a la vez a ver que se siente.
– Bueno, eso es más sencillo que verme a mí con otro hombre jajajajaja. Si quieres miramos para estar con otra chica y que pruebes.
– OK, eres un amor.
Después de hablar estos temas me notaba que estaba bastante húmeda y mientras seguíamos hablando comencé a tocarme un poco para provocarle. No dejaba de mirarme y notaba como estaba empezando a tener una erección. Quise que el juego se alargara un poco y comencé a hablarle de cosas del trabajo mientras me tocaba. Notaba mis dedos mojados y comencé a llevármelos a la boca. La escena era graciosa ya que mientras hablábamos de cosas normales estaba provocándole con mis gestos. Al rato veo como comienza a tocarse por encima del pantalón el paquete y se me ocurrió algo…
– Cariño, mastúrbate delante de mí. En eso y sin decir nada, Carlos se bajó los pantalones y comenzó a masturbarse. Cada vez notaba como su polla se humedecía más y sus gestos delataban que estaba disfrutando mientras yo me relamía los dedos después de metérmelos en el coño. A los pocos minutos, Luis se corrió entre gemidos de placer. En ese momento, me acerqué a él y con mi mano cogí su corrida e hice el amago de metérmelo en la boca pero lo llevé a la suya y le dije que me dejara meter los dodos llenos de su semen.
Carlos abrió su boca e introduje los dedos y comenzó a lamerlos. En ese instante era tal el deseo que tenía que le pedí que me la metiera que quería correrme.
– Laura, puedes ir a la habitación y coger el vibrador porque hoy, al igual que no me dejaste a mi tocarte te tendrás que masturbar para correrte. Me provocó una carcajada y me fui directa a buscar el vibrador para delante de mi maridito masturbarme hasta correrme.
A la semana siguiente de la cena con Carlos en casa, quisimos organizarnos para salir a tomar algo y despejarnos un poco. Carlos un día antes me propuso si quería conocer a Susana a lo que yo accedí encantada. Me intrigaba mucho conocer a la chica con la que mi marido había tenido una aventura. Sé que Carlos ha mantenido contacto con ella por mensaje pero no se habían vuelto a ver. Invitamos a Susana a cenar con nosotros a lo que accedió encantada.
Esa noche me puse un vestido muy ceñido y unos buenos tacones ya que quería destacar delante de Susana. Me la había pintado tan bien que un poco de celos tontos me invadió. Cuando la vimos llegar la cara a Carlos se le iluminó y eso me encantó. Era un poco más baja que yo y con un poco menos de pecho pero bastante más descarada vistiendo que yo lo que hacía que llamara mucho más la atención. Tenía varios tatuajes en el brazo y una sonrisa muy bonita.
– Hola Susana, se acercó Carlos y se dieron un abrazo muy cariñoso. Te presento a Laura.
– Encantada Laura.
Nos dimos dos besos y nos dirigimos caminando a la puerta del local dónde habíamos quedado. Estábamos en un local que ahora están de moda que son restaurantes y luego se convierten en discoteca. La comida es normalita pero el ambiente está bastante bien. Después de varios platos a compartir y un par de copas el ambiente entre nosotros era idílico. Lo estábamos pasando muy bien y Susana me encantaba como chica. Nos contó que le gustaría crear una familia pero que le gustaría encontrar alguien con quien poder tener una relación como nosotros. En ese momento me vino la madre que llevo dentro y le dije que eso surge. Nosotros llevamos muchos años juntos y con este tipo de relación menos de un año. El tiempo de relación dirá si pueden tener este tipo de complicidad o no. Pero bueno…. que nos ponemos en plan serios y no es plan. Mientras lo encuentres tienes a Carlos para lo que necesites. En ese instante los tres nos pusimos a reír mientras Carlos aprovechó para tocarme un poco la pierna y subirme el vestido.
Entre risas y copas la noche avanzaba y ya el local estaba convertido en un bar de copas / discoteca. Nos cambiaron el sitio y nos pusimos en una mesa y sillas altas en las cuales se nos notaban más las piernas a Susana y a mí. Mirando las piernas de Susana vi que tenía un tatuaje en el muslo que le salía un poco por el vestido. En eso, se dio cuenta y disimuladamente se subió un poco el vestido para que pudiera verlo mejor. No sólo pude ver parte del tatuaje sino que al subírselo le vi su ropa interior. Negras de encajes y muy pequeñas. La situación hizo que mi corazón empezara a acelerarse.
– Bonito tatuaje Susana, y bonitas bragas. – Dije entre risas.
– Gracias, el tatuaje es más largo pero no lo puedo enseñar. ¿Tú tienes tatuajes?
– No.
– Bueno, pues ya que has visto mis bragas muéstrame las tuyas.
Carlos estaba encantado de la escena. Dos mujeres tonteando a su lado y el con su copa observando el espectáculo.
– Susana, yo no uso ropa interior. Sólo en contadas ocasiones y hoy no es una de ellas.
Sonriendo me tomé un poco de la copa. Sin dejar pasar más tiempo me subí un poco el vestido y abrí un poco las piernas para que me pudiera ver. La mesa que estaba al lado nuestro también podía verme pero estaban entretenidos y no se daban cuenta del juego que llevábamos.
Al rato me disculpé porque quería ir al servicio. Susana no quería dejar sólo a Carlos pero me acompañó. Las chicas somos así, de dos en dos al servicio.
En lo que Carlos esperaba nos dijo que pediría unas copas. Entramos juntas al servicio y sin venir a cuento Susana se subió el vestido y se puso de lado para enseñarme el tatuaje completo. Empezaba en la nalga derecha y le rodeaba hasta llegar al pubis y bajar al muslo. La situación me puso muy nerviosa y no podía dejar de mirarla. Sus bragas negras eras un tanga muy fino y se le notaba que no tenía su sexo totalmente depilado cómo el mío. Segundos después Susana se bajó las bragas y fue a orinar. Lo hizo con naturalidad, delante de mí. Luego lo hice yo con su atenta mirada. Al principio me cortó un poco y pensé en cerrar la puerta pero quise actuar con naturalidad. Cuando terminé me acerqué al lavamos y allí mirándonos a través del espejo sentí una gran atracción por ella. Le toqué la mano y tras mirarnos comenzamos a besarnos. La sensación fue muy placentera y diferente a besar a un hombre. Susana comenzó a tocarme la espalda y lentamente su mano fue dirigiéndose a mi entrepierna. Sentir a otra mujer tocarme me estremeció. Estaba súper mojada y Susana jugaba con mi coño. Al momento, se sacó los dedos mojados y se los metió en la boca.
– Vamos que tu marido está esperando. Me dejó loca su forma de actuar y su comentario.
Ya me comentó Carlos que era una chica súper liberal pero eso sobrepasaba mi forma de actuar y sentía que yo no controlaba la situación como en las otras ocasiones. Volvimos con mi marido diciéndonos al llegar que tardamos demasiado. Se dio cuenta de mi cara de sofoco. Me dio un beso en la mejilla y me dijo al oído que ya le contaré.
Nos fuimos a bailar un rato y allí comenzó el tonteo de Susana con Carlos. Yo estaba encantada de ver a mi marido en esa situación. Me sentía muy bien. Al estar un poco más apartada se me acercaron varios chicos a los que fui rechazando lentamente mientras mi marido se estaba besando con Susana. Me hubiese gustado meterme entre los dos pero no quería dar el espectáculo en un local que frecuentaba de vez en cuando. Nos fuimos al rato con destino a casa de Susana. Estaba saliendo todo tan rodado que sabía que Carlos lo había hablado con ella antes. En el trayecto Susana no se cortaba y no paraba de acariciarle. A pesar de estar en un taxi mi mano se fue a la pierna de Susana y empecé a subir poco a poco.
En la casa de Susana nos sentamos en el sillón mientras nos ofrecía la última copa de la noche. Nos tomamos unas cervezas mientras hablábamos. En ese momento, Susana se me acercó y comenzó a besarme. Se puso encima de mí y cómo si de una camiseta se tratase se quitó el vestido quedándose con sus pechos al aire y sus bragas muy manchadas de toda la noche. Por un instante me olvidé por completo de Carlos y me centré en Susana. Estaba teniendo mi primera experiencia con una mujer y lo estaba disfrutando al máximo. Me quité la ropa y dejé que se pusiera debajo, ella al cambiarse de posición directamente abrió sus piernas invitándome o más bien señalándome lo que tenía que hacer.
Lamer el sexo de otra mujer me resultó extraño pero muy placentero y morboso. Sentir los fluidos vaginales de otra mujer entrar en mi boca me provocaron un orgasmo sin apenas tocarme. Nos dimos la vuelta y me tocó a mí, en eso, Carlos se acercó por detrás de Susana y comenzó a chuparle el culo y el coño dándole lametones.
Ahí estaba mi marido comiéndose a la misma chica que yo segundos antes. Mientras Susana me practicaba uno de los mejores sexo oral de mi vida Carlos comenzó a follársela a cuatro patas siendo una escena muy morbosa porque ambos nos podíamos ver las caras de placer. No tardé mucho en volver a tener un orgasmo mientras Carlos se corría dándole embestidas a Susana y esta gemía de placer.
Terminamos los tres muy cansados y nos acostamos juntos en la cama de Susana a descansar un poco. A la hora más o menos de quedarme dormida me desperté mientras mi marido volvía a follarse a Susana al mi lado. Estaba tan cansada que me di la vuelta para dormir un poco más. Casi al amanecer me desperté y estaban dormidos abrazados. Les di un beso para que se despertaran e irnos a casa. Susana y yo quedamos en vernos algún día.
Después de nuestro encuentro con Susana mi cuerpo me pedía seguir experimentando. Me había enganchado a ella y quería volver a sentirla. Nunca me había imaginado estar con otra mujer y había sido una experiencia alucinante. ¿Qué me faltaría por hacer? Esa pregunta me perseguía cada vez más y durante semanas no paraba de masturbarme pensado en Susana.
Un día me decidí a llamarla con el consentimiento de mi marido para invitarla a tomarnos un café. Recuerdo que quedamos un jueves después del trabajo para tomarnos un café. Me encantó ver a Susana y me sentí muy a gusto con ella. No comentamos nada de lo sucedido la otra noche. En nuestra conversación fuimos conociéndonos un poco más y notaba que estábamos hablando bastante de nuestras vidas privadas cosa que no me incomodaba.
Aprovechamos para ir de tiendas y pasar una tarde de amigas sin prisas. Quería comprarme algo de ropa y aproveché que me podía ayudar a encontrar algo. Quitarme la ropa en el probador delante de Susana me resultó bastante gracioso sobre todo porque no llevaba ropa interior.
-¿Laura, tu no usas nunca ropa interior?
– Pues casi nunca. – Le dije entre risas.
Cuando tengo el periodo y en contadas ocasiones.
Quitarme la ropa delante de ella en el probador de unos centros comerciales me resultó muy sensual y ver cómo me miraba me gustaba mucho. Sentía bastante atracción por ella y se notaba que ella también la sentía por mí. Antes de salir del probador Susana se acercó y me beso muy suave. Me encantaba el sabor de sus labios y lo húmedo que besaba. Las horas se nos fueron volando y tenía que ir a buscar a mis hijos por lo que quedamos en vernos otro día.
Nuestra relación se fue afianzando y quedábamos muy a menudo teniendo varios encuentros sexuales. Me encantaba tenerla entre mis piernas. Era tal la relación que estábamos teniendo que conocía a mis hijos y la había metido en mi grupo de amigos. Nuestra relación duró varios meses hasta que Susana conoció a un chico y comenzó a tener una relación y la nuestra la aparcamos tal y cómo habíamos pactado. La quería mucho y no quería que desapareciera de mi vida. Durante ese tiempo mi marido no había vuelto a tener relaciones sexuales con ella. También había comenzado una amistad y quiso respetar su nueva vida.
Una noche estando en casa, mi marido me trajo un regalo.
– ¿Y esto? – Una tontería Laura, quería sorprenderte con algo.
Al abrirlo me encontré un vestido negro y un sobre. Dentro del sobre había una tarjeta con el siguiente texto:
El próximo viernes te pones este vestido y ve a la siguiente dirección a las 22:00 horas.
Durante días le preguntaba a Carlos a dónde iríamos y no me quiso decir nada y se ponía a reír.
Llegado el día estaba bastante nerviosa e inquita porque no controlaba la situación. Me di una ducha y como siempre, sin ropa interior me puse el vestido. Cogí el coche y me dirigí a la dirección indicada. En el trayecto pensaba en mil historias. Al llegar a la dirección me acerqué a la puerta y fui a tocar pero no me dio tiempo. Me abrió la puerta un chico alto, moreno y de muy buen ver.
– Hola Laura, me llamo Joaquín. Bienvenida. Nos dimos dos besos y pasé sin preguntar quién era.
– ¿Te apetece tomar una copa?
– Si por favor, si tienes un vino o una cerveza sería perfecto.
Me trajo una copa de vino y nada más llegar sonó el timbre de la puerta.
– Disculpa, vengo en seguida.
Yo me quedé allí de pie tomando un poco de vino en lo que llegó el chico con dos hombres más. Eran muy guapos y tenían algunos años menos que yo. Se presentaron muy educadamente. En eso Joaquín se me acercó y tocándome la mano me dio un beso en la mejilla. Yo estaba muy nerviosa, por la situación. Los otros dos chicos se acercaron y comenzaron también a tocarme suavemente mientras me besaban en el cuello. Me sentía abrumada al verme con tres hombres en esa situación pero me estaba dejando llevar. No tardaron en quitarme el vestido y dejarme totalmente desnuda delante de ellos mientras me besaban tocando mi cuerpo.
Yo estaba bastante mojada mientras ellos comenzaron a desnudarse. Tenían unos cuerpos de gimnasio totalmente depilados. Me pidieron que me arrodillara delante de ellos y mientras se estaban tocando me acercaron sus miembros a mi boca. Allí me vi yo, con tres chicos tremendo y chupándoles las pollas como una loca. Uno de ellos la tenía enorme y me estaba encantando la situación. En ningún momento me acordé de mi marido y que él había sido quien me había organizado esta maravilla.
Al rato me tumbaron en el sillón y mientras uno me comía mi sexo mojado los a los otros dos les seguía comiendo sus miembros. Tenía la boca llena de fluidos hasta que llegué a un orgasmo. Ni esperar me dejaron cuando uno de ellos se sentó y me pidió que me pusiera encima. Me penetró fuertemente y eso me estaba gustando. Otro se puso detrás mia y me la metió por el culo haciéndome una doble penetración riquísima a la vez que el otro me la metía en la boca.
Estaba viviendo una de las mejores experiencias sexuales de mi vida y todo gracias a mi marido. Ellos se fueron intercambiando de posición. Ya ni me daba cuenta de quién me estaba penetrando y por dónde. Me corrí varias veces. Jamás había tenido tantos orgasmos en mi vida. Noté cómo se corrieron dentro de mí dándome unas embestidas tremendas mientras el tercero terminó corriéndose en mi cara.
Al levantarme noté cómo chorreaba semen desde mis dos orificios. Sudorosos los cuatro, el chico que me abrió la puerta me dijo que mi marido les había dicho que me dijeran que volviera a casa sin asearme. Así lo hice, me despedí y volví a mi casa.
Durante el camino no podía creer lo que había hecho. Al llegar a casa me estaba esperando Carlos en el salón de casa, sentado en el sillón tomándose una copa.
– ¿Hola Cariño, te lo has pasado bien?
– Eres un amor. Me ha encantado la sorpresa.
En ese instante me fijé en la pantalla del ordenador y estaba viendo un video de mi encuentro. Lo tenía todo grabado. Le di un beso y le dejé viendo el video tranquilo mientras me fui a dar una ducha.
Uno de los últimos días del verano organizamos en casa un almuerzo con una pareja amiga y los niños en nuestra piscina. Clara y Miguel son una pareja encantadora y sus hijos y los nuestros se llevan de fábula por lo que hacemos bastante vida juntos. Además entienden el nudismo cómo nosotros y lo practican con sus hijos habitualmente por lo que cada vez que vienen a casa disfrutamos del sol y la piscina totalmente desnudos. Durante el día Clara y yo nos quedamos hablando en el borde de la piscina mientras nuestros maridos preparaban la comida. Clara siempre ha sido muy discreta con su vida privada y yo con ella también por lo que no sabía nada de mis aventuras.
– Laura, me gustaría contarte una cosa pero no sé cómo empezar.
– A ver dime, no será grave ¿no?
– No, bueno, depende. Miguel y yo nos estamos planteando realizar un intercambio de parejas. Llevamos 20 años juntos y yo sólo he estado con él en mi vida. ¿té parecerá una locura verdad?
– Clara, no. Tu vida íntima es tuya y nadie puede juzgarla. Si es lo que desean los dos pues adelante.
– ¿Ustedes no se lo han planteado alguna vez?
En ese momento me entró una sonrisa y los recuerdos de mis historias pero no quise contarle nada y le dije que no.
En ese momento se acercó Miguel con unas copas de vino para las dos.
– ¿De qué habláis?
– De nada especial. – contestó Clara.
Aproveché y para cambiar de tema me di un baño. Notaba cómo Clara se incomodó y no quería que se sintiera así. Mientras me bañada observé el cuerpo de Miguel. Lo había visto muchas veces desnudo pero nunca lo había mirado de esa manera. Saber lo que querían hacer me gustaba porque me hacía sentir más normal a mí. Miguel tenía un buen miembro. Al estar totalmente depilado se le veía muy bien. En esto Clara se metió en la piscina y al acercarse le pregunté si se encontraba bien.
– Me da mucha vergüenza haberte contado eso. Lo siento no tenía que hacerlo.
– Clara, tranquila mujer. Somos amigas y puedes confiar en mí. Es algo normal que quieran experimentar. En ese instante se puso a llorar. La situación fue bastante incomoda porque yo no estaba siendo sincera con ella.
– Esto que quieren hacer, ¿lo desean los dos? o ¿es sólo Miguel?
– No Laura, somos los dos. Creo que más yo que el pero los dos. Sin decirle nada salí de la piscina y me acerqué a mi marido. En el oído le dije que me dejara el móvil que quería enseñarle uno de nuestros videos a Clara. Luis se quedó con cara de asombro y me dijo que no pero cuando le dije que estaba incomoda por cosas sexuales que quieren hacer y me había contado accedió.
– ¡No le habrás contado nada! me dijo Clara asombrada cuando llegué al borde de la piscina.
– Clara, ven que quiero que veas algo. Todos tenemos nuestros secretos….
En ese momento me entró bastantes nervios ya que nunca se lo había enseñado a nadie. La cara de clara era un poema, estaba viendo mi encuentro con los tres chicos y no se lo podía creer.
– ¿En serio eres tú?
– Si soy yo. –Se lo dije con una pequeña sonrisa.
No te mentí antes cuando te dije que no había hablado de hacer intercambios de pareja pero quería que vieras que no eres diferente a mucha gente y que yo también tengo mis historias y quedan en la intimidad con mi marido. Fue enseñarle el video y calmarse bastante mientras seguía mirándolo.
– Ves mujer, no pasa nada. He hecho cosas y sigo queriendo a mi marido y teniendo una vida normal.
Seguimos el día con normalidad hasta llegar la tarde y con los niños cansados Clara y Miguel se fueron a su casa.
Por la noche, le conté lo sucedido a mi marido y bromeamos un poco con el tema de si ayudarles pero decidimos que fuesen ellos los que marcaran sus tiempos si querían.
Fueron varias las semanas que pasaron desde la última aventura. Mi vida seguía con normalidad y me sentía bastante bien. No sólo no tenía remordimientos sino que me arrepentía de no abrir esta puerta hace años.
Una noche aproveché para salir con mi marido a cenar mientras mi hermana nos cuidaba a los niños. Hacía tiempo que no salíamos los dos solos porque mi marido ha estaba con bastante trabajo y viajes.
Cuando nos estábamos preparando mi marido me comentó que quería hacer alguna cosa hoy y que tenía que hablar conmigo. Eso me dejó con la curiosidad porque hacía tiempo que ni hablábamos de fantasías sexuales y mucho menos de hacer algo.
Aproveché para ponerme un vestido que me compré hace tiempo. El vestido era bastante ceñido y con muchas transparencias. Entre que no había tenido ocasión de ponérmelo y no me atrevía llevaba un año en el armario con la etiqueta puesta.
El vestido era negro y aunque tenía zonas cubiertas en las partes más íntimas no te permitía usar ropa interior.
– Laura que guapa estás. – Me dijo mi marido al verme.
– Gracias, hacía tiempo que quería ponérmelo pero no tenía ocasión pero mira, se me ve un poco las areolas de mis pechos. Son más grandes que la zona que cubre.
– Cariño no te preocupes. Hay que mirar bien para darse cuenta.
Al salir de casa nos montamos en el coche y nos dirigimos a un restaurante que le habían recomendado a mi marido. En eso mi marido hizo un cambio de dirección y me dijo que nos tomaríamos un aperitivo antes que era muy temprano. Llegamos a un sitio y al bajarnos del coche vi un cartel de club Swinger. A las alturas de nuestra relación no le pregunté que hacíamos allí.
Al entrar vimos que el local era un poco oscuro pero estaba bien decorado y parecía límpio. No había muchas personas, quizás porque era temprano. Nos sentamos en unos sillones y nos pedimos una copa. Mientras estábamos hablando mirábamos a las parejas. La mayoría eran mayores que nosotros. Había también hombres solos.
Mi marido y yo comenzamos a hablar tranquilamente y la verdad me había olvidado por completo del sitio en el que estábamos. Actuaba como si fuese un bar cualquiera. En eso se acercó un hombre y disculpándose nos dijo si podía acompañarnos. Carlos al momento le dijo que si, que sin problema. El hombre era un poco mayor que nosotros, no llegaría a los 50 años. Alto, moreno… tenía buen aspecto y al hablar se le notaba muy educado. Nos había comentado que de vez en cuando solía venir y que allí había conocido gente muy interesante. No pasó mucho tiempo cuando mi marido me dijo:
– Laura, se nos hace tarde, tenemos que marcharnos pero no podemos dejar a nuestro amigo así.
Sácale la polla y dale una mamada.
En ese instante me quedé paralizada. Sabía dónde estaba pero no me esperaba esa reacción de mi marido.
– Venga -insistió.
Obedecí a mi marido, me acerqué y poniéndome de rodillas le saqué el miembro a ese extraño delante del resto de personas. Ya la tenía bastante dura y me la llevé a la boca. Mientras se la chupaba ellos siguieron hablando con normalidad aunque la voz de nuestro amigo se entrecortaba un poco del placer que le estaba dando. La situación era bastante humillante para mí pero sentía que la sumisión que estaba teniendo con mi marido me resultaba muy placentera.
Se acercaron unos hombres y escuché cómo le decían a mi marido si después se la podía chupar a ellos. Sentí un alivio cuando les dijo que teníamos prisa porque no me apetecía mucho tener que seguir. La situación me estaba poniendo muy caliente y notaba como tenía mi sexo muy mojada y al no tener ropa interior bajaban mis fluidos por mis muslos.
– Terminas o ¿no? me dijo mi marido en voz alta.
Intensifiqué los movimientos hasta que terminó corriéndose en mi boca. La cantidad de semen que expulsó fue enorme. Durante segundo siguió empujándome la cabeza hacia su polla y notaba cómo seguía saliendo semen. No tenía más remedio que tragármelo porque me atragantaba pero aun así se me salió por los bordes de mi boca.
Me levanté con la intención de dirigirme al servicio para asearme pero mi marido se levantó también y me dijo que no, que teníamos prisa. Nos despedimos y nos fuimos. No hablamos mucho por el camino al restaurante. Me sentía un poco incomoda al tener los muslos mojados y la boca sucia después de tener sexo oral con un desconocido. Al llegar al restaurante nos sentamos en la mesa y mientras mirábamos la carta mi marido me preguntó si me había gustado el aperitivo que me había comido. La forma de decírmelo me hizo gracia y creo que fue a partir de ese momento de cierta complicidad que mi marido se confesó.
– Laura quiero contarte una cosa importante para mí. – Dime. Me puse un poco sería.
– Yo te quiero muchísimo y me gustaría estar el resto de mi vida contigo. Eres una madre maravillosa y una mujer especial.
– Y….. Dije un poco más sería porque siempre que viene un cumplido suele venir un palo.
– Hay dos temas importantes que me gustaría que entendieras y compartieras conmigo. Durante tiempo hemos ido cumpliendo tus fantasías y ahora estamos comenzando a cumplir las mías. En cada ocasión que te he obligado a hacer cosas me he excitado mucho. Veo que humillarte y someterte me da placer y me gustaría saber si ese juego te gusta y lo aceptas. Puede que sea temporal pero necesito seguir en esa línea.
– Cariño, te entiendo y a mí también me da cierto morbo la situación. En principio no tengo problema. ¿y lo otro?
– Pues lo otro es un poco más delicado pero creo que es más la novedad. He tenido relaciones con hombres y en estos momentos disfruto más con un hombre que con una mujer. No me sorprendió el placer sexual pero si cómo me lo dijo y me entró un poco de pánico. No me imaginaba poder llegar a perder a mi marido.
– Carlos cariño, es normal que sientas eso. Ahora estas descubriendo esa faceta y es lógico que te guste. Si es sólo sexo no tienes problema conmigo, puedes tener las relaciones que quieras. Si hay afecto o amor por medio sí que tendríamos un problema.
-No, sólo sexo.
Esas palabras me tranquilizaron un poco. Cambiamos de tema y cenamos cómo si no hubiese pasado nada. Al llegar al postre me levante un momento para ir al servicio. No me acordaba del vestido que llevaba y vi como un hombre que estaba sentado en otra mesa con varias persona se me quedó mirando fijamente. Al llegar al servicio y mirarme al espejo vi que tenía un poco rodado el vestido y se me veía todo un pecho. En ese momento, recordando lo que había hecho antes me empecé a tocar. Me acerca al WC y me senté con las piernas abiertas y me puse a masturbarme. Pasados unos segundos se escuchó abrir la puerta del servicio. Una chica joven había entrado y se acercó…
– Ups, perdón – dijo asombrada.
Yo ni me inmuté y seguí a lo mío. Me dio igual mientras la chica se dio la vuelta y se acercó al lavamanos. Yo seguía metiéndome cada vez más dedos en mi coño mojado mientras sentía que la chica seguía allí en el baño. Ya casi llegando al orgasmo abrí los ojos y allí estaba la chica delante de mí mirándome. Eso me dio muchísimo más morbo hasta el punto de no poner pegas cuando la chica sacó su móvil y se puso a grabar. Agaché un poco la cabeza para que mi pelo me tapara la cara y seguí a lo mío mientras la chica me estaba grabando hasta llegar al orgasmo. Cuando terminé y me quité el pelo de la cara la chica ya no estaba.
Me acomode el vestido me limpié un poco y me fui a la mesa con mi marido. Por el camino me crucé con la mesa dónde estaba la chica y aquel hombre que antes me había mirado. Eran cuatro personas y entre risas vi que la chica estaba con su teléfono móvil.
Terminamos el postre y nos fuimos ya que mi marido me había dicho que tenía un plan después. Al salir, nos montamos en un taxi y nos dirigimos a una urbanización. Mi marido me dijo que no preguntara y permanecí callada todo el tiempo. Al llegar había un hombre en la puerta esperándonos.
– Laura, te presento a Fran.
Me acerqué para darle dos besos. Olía muy bien….
Al entrar en su casa vi bastante complicidad entre ellos y prácticamente no me dio tiempo a imaginarme nada. De repente se fundieron en un beso y comenzaron a tocarse. Yo estaba allí parada y no sabía qué hacer. Se dirigieron al dormitorio mientras yo me quedé sentada en el sillón. Al minuto más o menos me levanté y me acerqué a la habitación. Me impactó bastante la escena pero tenía mucha sensualidad, por lo menos para mí. Allí estaba mi marido con otro hombre totalmente desnudo.
¡Mi marido estaba dándole una mamada a otro! no me lo podía creer. Sabía que lo había hecho pero no lo había visto y me gustaba la imagen.
Me senté en un sillón frente a la cama… allí comencé a sentir nuevamente cómo mi entrepierna se humedecía mientras mi marido me miraba de vez en cuando con una polla en la boca. Estaba muy excitada y me quité el vestido que ya me incomodaba. Mientras me metía un par de dedos de más de los habituales vi a mi marido ponerse a cuatro patas pidiendo ser penetrado. El otro hombre tenía una buena herramienta la cual vi cómo fácilmente entraba dentro de mi marido. Sus gemidos de placer eran muy evidentes hasta el punto de ver cómo mi marido sin tocarse mientras le estaban dando por el culo se corría. Al darse la vuelta para volver a chupársela vi de frente el culo de mi marido. Lo tenía súper dilatado. Yo estaba muy cachonda y no tardé en correrme mientras se corrían en la boca de mi marido. No me podía imaginar que ver una escena homosexual podría excitarme tanto mientras entendía lo que mi marido me había dicho. Se fueron a la ducha juntos y allí me quedé yo toda abierta, sudada y con un orgasmo maravilloso. Me acerqué al servicio y los vi juntos en la ducha. Fui a entrar y mi marido me dijo que no me duchara, que todavía no ha terminado conmigo….
Nos fuimos de la casa del amigo de mi marido dándose varios besos y abrazos. Se le notaba feliz y yo estaba muy contenta de que estuviese así. Nos montamos en un taxi y yo pensaba que nos dirigíamos a nuestra casa pero vi que volvíamos al club.
– Laura a ti hoy todavía no te ha follado nadie.
Entramos un rato. Al entrar vimos que había más gente que antes y había algunas personas teniendo sexo delante de otros.
– Laura cariño, siéntate allí al fondo que voy a pedir una copa. Súbete el vestido, abre las piernas y mastúrbate.
– ¡Cómo! ¿Seguro que quieres eso?
– Si, hazlo y si se te acerca alguien deja que haga lo que quiera. En ese momento recordé lo que me había pedido mi marido y fui muy dispuesta a cumplir sus deseos. Por el camino pensé quieres esto pues verás tu….
Me senté dónde me había dicho. Estaba separada pero no tanto de otras personas. Me subí el vestido y abrí bien las piernas, en ese instante vi cómo varias personas se quedaron mirándome. Tampoco estaba haciendo nada diferente al resto ya que cerca de mi había una señora chupándole la polla a un hombre. En la distancia vi a mi marido mirándome desde la barra mientras yo me estaba masturbando. Estaba sintiendo placer de ser observada. Me gustaba la situación. En pocos segundos tenía varios hombres acercándose a mí y mi marido seguía mirando en la distancia. Uno de los hombres se acercó bastante y se sacó la polla del pantalón y sin decir nada la acercó hasta mi coño. Me agarró las piernas para acomodar la postura y me penetró hasta el fondo. Sentía su calor y su humedad por lo que tenía claro que no se había puesto preservativo. No tardó ni un minuto en correrse… No fue tampoco el único…. mi marido mirando cómo se sucedían uno tras otro. Ya eran tantas las corridas que habían dejado dentro de mí que ni sentía cuando me penetraban. Al buen rato mi marido se acercó y me dijo que ya había terminado su copa. Que nos vamos a casa.
Después de meses de tranquilidad motivados por la necesidad de parar y volver a retomar una relación más tradicional con mi marido unido al confinamiento me di cuenta que a dónde nos dirigíamos no tendríamos retorno como pareja. Acordamos que podríamos hacer alguna cosa juntos o por separado pero sin cruzar ciertos límites. Durante unos meses nos convertimos en una pareja de sexo tradicional aunque bueno, definir sexo tradicional tiene muchas variantes dependiendo de las personas.
Durante este verano aprovechamos bastante la piscina que tenemos en casa. Tenemos la suerte de tener una casa con un pequeño terreno dónde tenemos una piscina privada y allí más que nunca este año teníamos la tranquilidad y seguridad necesaria. Prácticamente todos los días me los pasé en traje de baño aunque normalmente para tomar el sol y bañarme me gusta estar desnuda. Mis hijos disfrutaban bastante de la piscina y la desnudez la ven muy natural. Ellos también suelen estar sin traje de baño. Tenemos tres hijos dos de ellos adolescentes. Es curioso cuando vas viendo crecer a tus hijos y ves cómo cambian sus cuerpos.
El otro día estaba mirando una revista cuando mi hija bajó a la piscina. Se quitó la ropa y llevaba su sexo totalmente depilado. Como es normal no le dije nada pero en ese momento me di cuenta que ya es una mujer y que posiblemente ya habría tenido su primera experiencia sexual.
Pasaron los días y las semanas y mi marido Carlos me comentó que sus padres querían que los niños pasaran unos días con ellos y que podíamos aprovechar para desconectar un poco y aunque fuésemos a quedarnos en casa, el simple hecho de estar solos ya sería un cambio.
Por la mañana al despertarme estaba sola en la cama. Yo duermo desnuda por lo que me levanté y baje sin nada. No me había dado cuenta pero mi marido estaba recogiendo la compra y dos repartidores me vieron así, totalmente desnuda. Los chicos se quedaron parados mirándome unos segundos mientras yo con naturalidad les di los buenos días.
– Cariño, me dijo Carlos.
¿Te despertamos?
– No, estaba despierta.
– Hay café preparado.
Me senté en un taburete en la cocina a desayunar mientras mi marido y los repartidores terminaban de dejar las cosas. Durante el proceso me entró un escalofrío y aunque sabía que no sucedería nada, el hecho de que no me quitaban ojo de encime me había puesto algo húmeda.
Los repartidores se fueron y Carlos se sentó a tomarse un café.
– Les alegraste la mañana.
– jajaja si, un poco.
– Hace tiempo que no follas con otros. ¿Te hubiese gustado?
En ese momento no le contesté y me toqué mi sexo delante suya. Introduje mis dedos en mi vagina y los saqué con sus fluidos.
– ¿Te he contestado?
Ambos nos reímos y continuamos con el café para colocar las cosas y luego irnos a la terraza. Al terminar, Carlos se quitó la ropa, cogió un libro y nos fuimos a las hamacas para tomar un poco el sol y desconectar del mundo. No tardamos mucho acostados cuando sentía que el calentón no se me había pasado.
– Mi amor, todavía sigo un poco cachonda. ¿Me comes el coño? Tengo ganas de correrme.
Con una sonrisa me dijo que sí.
– pero ¿Aquí en esta hamaca? sabes que el vecino puede vernos.
Tenemos una zona en uno de los lados que no tenemos del todo intimidad con el vecino pero por las mañanas es por dónde sale el sol, luego el resto del día el sol da por la otra zona de hamacas. Esta parte de las hamacas las utilizamos sólo por la mañana. En ocasiones he pillado al vecino mirando, han sido pocas pero intento no estar mucho allí acostada sin ropa.
– No pasa nada, creo que no está y si nos ve eres mi marido. Lentamente Carlos se acomodó delante de mí y yo abrí mis piernas. Con su lengua comenzó a lamerme los labios y a coger mis fluidos. Estaba en la gloria entre el sol que me daba en el cuerpo y el placer que mi marido me estaba dando me moría del gusto. Poco a poco fue lamiéndome cada vez más y llegaba a mi ano. Notaba como cada vez más me mojaba y no quería que eso se terminara mientras con los ojos cerrados notaba como el sol me daba en mi cuerpo. Abrí los ojos y vi como mi marido me estaba comiendo. Era una delicia… de repente me fijé y vi que nuestro vecino estaba mirando. Había cierta distancia pero podía vernos totalmente. No le dije nada a Carlos para que siguiera a lo suyo pero yo no podía dejar de mirarlo y él lo sabía.
La situación era bastante morbosa y comencé a jugar con mis labios mirándole. Noté que tenía una erección y poco a poco se estaba tocando por encima del pantalón. Le hice un gesto de aprobación con la cabeza y posteriormente se bajó los pantalones y empezó a masturbarse. La situación era bastante excitante. Mi marido comiéndome el coño y jugando con sus dedos en mi culo y nuestro vecino a lo lejos masturbándose. No tardé mucho más en llegar al orgasmo y correrme. Mojé todo a mi marido ya que cuando estoy muy excitada me suele pasar y parece que me he orinado.
Volví a mirar a nuestro vecino y ya no estaba.
-¿Contenta?
– Mucho.
Carlos se levantó para coger agua y yo mientras me quedé allí, acostada abierta de piernas totalmente empapada de mis fluidos y con la esperanza de que nuestro vecino estuviese allí mirando.
Días después salimos de compras aprovechando los últimos días de las rebajas de verano. Fuimos a varias tiendas y aunque parezca mentira me ayuda bastante eligiendo ropa. En una de ellas vi dos vestidos y me los fui a probar al probador. Los probadores eran de estos de cortinas que y la tienda unisex por lo que hay hombres y mujeres aunque cerrando la cortina bien tienen total intimidad.
Al probarme el primer vestido llamé a Carlos ya que los probadores son pequeños. Él se acercó con otro vestido más que había visto para que me lo probara. Abrí la cortina un poco para que me viera. No me gustó mucho y le dije que me probaría el otro pero que esperara que se lo llevara para que se lo entregara a la dependienta. Sin cerrar la cortina y pensando que nadie me vería me quité el vestido, se lo entregué a Carlos y me di la vuelta para ponerme el siguiente. Al mirar por el espejo vi que en el probador de enfrente había un chico mirando y aunque podía ver poco algo llegaba a ver. Allí estaba yo totalmente desnuda a punto de ponerme el otro vestido. A pesar de que practico nudismo y estoy acostumbrada a que me miren en la playa, ser observada desnuda en el probador me estaba dando mucho morbo. Hice el amago de cerrar la cortina para disimular y la abrí un poco más.
En ese momento vi que a través de un poco la apertura de la cortina del probador del chico me estaba mirando fijamente. Me di la vuelta y me agache descaradamente a coger el vestido dejando mi trasero a la vista. Tardé un poco en esa posición para que pudiera recrearse a la vez que abrí un poco las piernas para que pudiera ver mi sexo. A pesar de que mi piel es blanca la pigmentación de mi sexo y mi ano son bastantes oscuras y eso a muchos hombres les gusta cosa que esperaba que al desconocido le gustara. Mientras me incorporaba llegó Carlos. No se había dado cuenta y mientras me ponía el segundo vestido fue a cerrar la cortina y le paré. Le miré sonriendo y le hice un gesto indicando al probador de enfrente. Sonrió y se dio la vuelta disimulando para vigilar que nadie nos viera.
Me probé el segundo vestido lentamente mientras me tocaba los pechos y el culo de manera sugerente para mi observador. Cuando me quité el vestido me puse de frente y en ese momento me preguntaba si se estaría masturbando mientras mi marido disimulaba con el móvil. Frente a él abrí un poco las piernas apoyando una de ellas en un pequeño soporte del probador y me metí dos dedos en mi vagina y luego los lleve a mi boca. Procedí a probarme el tercer vestido, nuevamente a desnudarme y ponerme mi ropa. Salí del probador con dos vestidos en la mano para dirigirnos a la caja. No me fijé en el chico ni lo vi salir del probador.
Carlos y yo hablamos del tema entre risas. La complicidad que tenemos es fantástica. Hace tiempo que descubrí que cuanto más contento tenga a mi hombre más cosas me dejará hacer.
Al montarnos en el coche mientras permanecíamos en el garaje del centro comercial sin mediar palabra le bajé la bragueta a mi marido, saque su miembro y le di una mamada hasta que se corrió en mi boca. Como sé que le gusta, mirándole a los ojos le mostré su semen en mi boca y como me lo tragaba.
Pasaron las semanas y nuestra vida transcurría con las típicas rutinas familiares. En casa nos pasábamos todo el día en la piscina aprovechando los últimos días de verano. Nosotros practicamos el nudismo con nuestros hijos desde pequeños siendo una cosa natural en nuestra familia. Salvo cuando tenemos visita en casa, el resto de ocasiones que hacemos uso de la piscina lo hacemos desnudos. Es muy placentera la sensación de tomar el sol sin traje de baño y para mi ver que mis hijos ven su desnudez algo natural me gratifica bastante sobre todo teniendo en cuenta que son adolescentes.
Mi marido estaba trabajando por lo que me quedé sola con mis hijos en casa. Ellos se llevan muy bien y los mayores cuidan a su hermano pequeño cosa que me permite desconectar y descansar.
Tomé el sol durante un rato mientras leía un libro. Desde que mi vecino me observó siempre se acuesto en la misma hamaca esperando ser nuevamente observada pero en esta ocasión parecía que no estaba en su casa. Me levanté, me puse un pareo y fui a preparar algo de comer mientras mis hijos seguían jugando en la piscina. Después de comer mis hijos se fueron con unos amigos a la playa que está cerca de casa y se llevaron también a su hermano pequeño dejándome sola un rato. Aproveché ese momento de tranquilidad para volver a tomar el sol. Me quedé totalmente dormida y perdí un poco la noción del tiempo. Al despertarme me sentí un poco excitada. Comencé a tocarme lentamente, mis pezones se estaban poniendo duros y mi sexo empezó a soltar sus fluidos. La posibilidad de ser vista hacía que mi excitación fuese en aumento. Me gustaba ser vista y deseada. Lentamente me introduje dos dedos en mi vagina, de dos pasé a tres y luego a cuatro. Me encanta masturbarme e introducirme varios dedos. No tardé mucho en llegar al orgasmo. Durante unos minutos me quedé acostada disfrutando del orgasmo que acababa de tener. En ese momento escuche el coche de mi vecino que llegaba justo cuando estaban volviendo mis hijos.
Me levante para darme una ducha en lo que entraban mis hijos y me quitaba los restos de flujo que tenia en mi cuerpo.
– Mamá vengo con un amigo. Me dijo mi hija.
-Espera que me visto. Me sequé rápidamente y me puse el pareo. Mi hija me presentó a su amigo. Sólo con ver la cara de mi hija entendí que era su novio. Yo suponía que tenía novio pero no habíamos hablado de eso.
-¿y tus hermanos?
-Se quedaron en la playa. Papá luego dice que les pasa a recoger antes de volver a casa.
-Les traigo algo de beber y les dejo solos que llevo mucho al sol y me quiero poner a leer un poco. Cuando volví con los refrescos vi que mi hija se había quitado su bikini mientras el chico tenía puesto un bañador. La naturalidad con la que actuaba mi hija me sorprendió pero a la vez me la esperaba. Se metieron en la piscina mientras yo dejaba las bebidas en la mesa.
Mi hija me pregustó si podíamos pedir después unas pizzas a lo que asentí a la vez que el chico salía de la piscina a tomar un poco de refresco. Mientras se acercaba vi que me miraba muy cortado.
-No tengas vergüenza, ya me voy y les dejo solos. Le miré su bañador y sonreí.
Me fui a mi habitación y me puse a leer un rato en la cama. Pasaron los minutos y miré por la ventana disimuladamente. Allí estaban los dos disfrutando de la tarde. El novio de mi hija estaba sin el bañador. No se sí pasaría algo entre ellos o no porque cerré la cortina y les dejé su intimidad.
Me volví a tumbar en la cama recordando que mi vecino acababa de llegar. Miré por la otra ventana y allí estaba en su jardín. Con un pantalón corto sentado al lado de su mujer. Ella estaba de espaladas a mi ventana. No me podía ver pero el sí.
Abrí un poco la cortina para que me pudiera ver. Las ventanas son enteras, me podía ver toda sin excepción. Me quité el pareo quedándome totalmente desnuda frente a la ventana mirándole fijamente. El intentaba disimular y me miraba mientras hablaba y miraba a su mujer. Le hice una señal hacia su pantalón para que se lo quitara. Disimuladamente movió la cabeza diciendo que no a lo que yo procedí cerrando mi cortina.
A los segundos, volví a abrirla y hacerle el mismo gesto. El, disimuló y se levantó. Le dijo algo a su mujer y se quitó el bañador y se dirigió a su piscina. Se metió y le hizo señas a su mujer para que le acompañara. Ella se levantó y se quitó primero la parte de arriba y luego la de abajo. No tenía marcas del bañador en sus pechos pero si en la parte de debajo de su bikini. Se dieron un baño junto mientras él se acercaba a ella.
Allí estaba yo siendo la que observaba a otras personas. Notaba como me volvía a humedecer. Mi vecino la besó varias veces hasta que le sonó el teléfono. Ella salió y la pude ver de frente. A pesar de que está cerca de los 50 se conserva muy bien y me resulta siempre muy atractiva vistiendo. Su cuerpo mojado me atraía. Tiene los pechos más pequeños que los míos pero mejor puestos. Su sexo lo tenía arreglado pero no estaba depilado como el mío. Cogió el teléfono se dirigió a la piscina sentándose en el bordillo.
Mientras su marido salió para hacer que tomaba agua pero yo sabía que era para que lo pudiera ver. Dándole la espaldas a su mujer y quedándose frente a mi tomo la botella de agua y se puso a beber. Mientras yo le miraba su cuerpo y su miembro erecto. Tenía un buen tamaño.
Volvió a la piscina mientras su mujer seguía hablando por teléfono. Yo estaba bastante excitada y me estaba nuevamente tocando frente a la ventana para que me viera mi vecino. En ese instante veo que él se va acercando a su mujer y comienza a acariciar su pierna. Eso no lo consigo ver bien pero intuyo lo que está haciendo. Lentamente va abriendo sus piernas mientras habla por teléfono y comienza a comerle su sexo. Ella arqueaba su cuerpo denotando que estaba sintiendo placer. Dejó el teléfono dejándose caer hacía atrás abriendo mejor sus piernas. Durante unos minutos estuvieron así hasta que ella llegó al orgasmo. Se dieron un nuevo baño junto y se fueron dentro de su casa. Había disfrutada viéndoles recibiendo el mismo espectáculo que yo le había proporcionado a él.
Ya en mi soledad terminé de masturbarme no sin antes ver si mi hija permanecía en la piscina con su novio.