Una Vecina Muy Amigable
Este relato que os cuento, sucedió hace un tiempo, donde vivíamos teníamos de vecina de planta a una estudiante de Humanidades, que había alquilado el piso por el tiempo del curso
Mi madre tenía mucha confianza con ella, solían tomar café ambas, o en casa de ella o en la nuestra, hablando sobre temas variados, se llamaba Marta, 27 años, mucho más joven que mi madre, estaba buenísima, medía sobre 1,70 metros, tenía el pelo moreno lacio y largo, aunque se cogía una cola, ojos negros achinados, era esbelta, de largas piernas rematadas con su culo redondo, sus senos, sin ser grandes se adivinaban redondos y firmes debajo de las ajustadas prendas que usaba.
No pasaba ni un día que no la viera o mínimo me cruzara con ella, aunque al principio solo nos saludábamos, con el correr de los meses, empecé a tratar algo más a Marta, me enteré de que era separada, eso explicaba a la edad a la que aun estudiaba, vivía sola y no tenía novio. Un día nos invitó a mi familia entera a cenar a su casa, fuimos todos, cenamos, y después nos pusimos en el salón a ver la televisión. Pasado un tiempo, decidimos que nos íbamos, nos levantamos, y Marta nos dijo que tenía una buena película, que si la veíamos, todos dijeron que estaban cansados y que se iban, yo no dije nada, y ella fijó la mirada en mí, y me dijo que si la veíamos, yo lo pensé y le dije que vale, pues tampoco tenía nada que hacer al otro día.
Nos quedamos los dos, sentados en el sofá, ella lucía un vestido negro que llegaba hasta las rodillas ajustadísimo, tuve que esforzarme para vencer la tentación de acariciarle las piernas. Cuando la película terminó, seguimos sentados en el sofá, ella quitó la televisión, y puso la mini cadena, la música, a sonido ambiente por la hora que era empezó a oírse, ella me invitó a bailar, primero lo hicimos separados, mi erección fue instantánea, así que la tomé de la cintura y apoyé mi instrumento contra su cuerpo para que ella lo notara, sus manos agarraron mi cuello y mis manos empezaron a dibujar círculos en su culito. No bailamos mucho más, ya que enseguida ella se lanzó a besarme, empezamos a enrollarnos, mientras acariciábamos mutuamente los cuerpos, hasta que ella se empezó a arrodillar, colocando su cara enfrente de mi pene, me bajó los pantalones y los calzoncillos, y empezó a chupármela, verla así, a mis pies, mamándome el miembro como una puta sedienta me puso a mil, le acariciaba la cabeza, ella se excitaba cada vez más, hasta que sintió que estaba yo ya cerca del fin, entonces retiró sus labios de mi polla. Se levantó y caminó hacia la cocina a coger una botella de champagne, me cogió de la mano y me llevó al cuarto, me dio la botella, la descorché, Marta la tomó y bebió un largo trago mientras yo la desvestía, la dejé solamente con un minúsculo tanguita. Ella caminó lentamente por la habitación para que yo pudiera follarla con los ojos, desnuda era maravillosa, sus senos rígidos, su culo erguido, sus piernas duras.
Continuó exhibiéndose hasta que se apoyó de espaldas a la pared, levantó una pierna y la puso sobre una silla, era una invitación para comerme su coño, me arrodillé ante ella, y comencé a lamerlo con pasión, sus jugos caían a mares e inundaban mi garganta, mis manos apretaban sus nalgas y ella, entre orgasmo y orgasmo, apagaba su sed bebiéndolo champagne de la botella.
Cuando ya se había corrido varias veces, me incorporé y la puse a cuatro patas sobre la cama, mi polla estaba más erecta que nunca, y la penetré de golpe, ella lanzó un alarido de placer, y con sólo ese acto tuvo otro orgasmo. Paré un tiempo, acariciándola por todo su cuerpo, y después empecé a bombearla con fuerza, ella gemía de placer, seguidamente me detenía, acariciaba sus senos, y volvía a penetrarla, a follarla, mientras mis manos jugaban con su culito, embadurnándolo de sus propios jugos, lubricándolo, mi polla penetraba su raja, y unos de mis dedos se introducía por su culo, Marta volvió a gritar, exclamaba fuera de sí que me la follase, que la penetrara con las dos pollas, eso me excitaba mucho.
Saqué mi verga de su coño y de un golpe se la metí en el culo, se lo partí, ella gritaba de placer, me rogaba que acabara en su culo, que se lo llenase con mi leche, no le dije nada, continué machacando su culo, mientras mi mano jugaba con su raja, Marta me gritaba que acabara de una vez, que no aguantaba más, todo esto me excitó demasiado, liberé un alarido, y solté el chorro de leche, inundando su recto, seguidamente, suavemente, saqué mi verga de su orificio, ella se giró rápidamente, y se abalanzó hacia mi pene para saborear esa mezcla de jugos, me la dejó inmaculada, yo no podía creérmelo, tenía a mi vecina, en posición de perra, desesperada por beber mi leche, era una puta sedienta por beber leche.
Tardamos un rato en recuperarnos de la acción, hasta que cuando lo hice, me vestí y me fui a mi casa a dormir. Durante el tiempo que viví allí, nuestras miradas tenían una complicidad especial.