Me metí en un chat de D/s, allí conocí al hombre que se convirtió en mi Señor, en mi amo.

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La historia empieza en uno de esos días de aburrimiento total y con la finalidad de distraerme un poco o mejor dicho que me distraigan, decido entrar en uno de esos chats que siempre me han llamado la atención pero que nunca me he decidido a entrar…pero hoy es un buen día para saciar mi curiosidad.

La sala de Chat se caracteriza por formar parte de las destinadas a hablar sobre BDSM. Antes de eso me había documentado sobre las normas a respetar y consejos sobre la participación en las conversaciones. En cuanto a los nicks aprendí las diferencias entre los que empiezan con mayúscula o minúscula, los primeros destinados a los/las Dominantes y los segundos a los/las sumisos/as.

Al ser mi condición la de sumisa, me apetecía ponerme un nick con el cual con solo leerlo yo misma me sintiera ya humillada. Me costó decidirme y, entre zorra, cerda, mascota, cosa, chucha, toy, chocho, chochete, perra_húmeda, coño_húmedo, morritos, pelona, escogí el de “zorra”.

Me acribillaron a privados que iba cerrando de inmediato … menos uno que me llamó la atención por su forma de dirigirse a mí, a pesar de mi nick, me estaba tratando con suma educación, me fascinó su conversación, su seriedad, su simpatía y la forma, que aún desconozco, de conseguir que me fuese acercando a El y a desearle. Después de ese día de conversación vinieron otros en los cuales nos íbamos conociendo, acotando nuestros gustos y sintiéndome cada vez mejor con El, hasta el extremo de cuando me despedía sentía el deseo de que las horas pasaran lo más rápidas posibles para volver a estar con El.

Y llegó el día. Un día especial. El día en que la “zorra” se encontraría con El. Se iban a ver en persona.

Para la ocasión me vestí de la siguiente forma: tanga negro, medias negras sujetas al muslo, zapatos negros con un poco de tacón, falda negra hasta la rodilla y con un poco de vuelo y un top de color verde, escotado, marcando, quizás excesivamente los pezones, pero me cubrí con una chaqueta.

El lugar de la cita, un bar en la ciudad de Barcelona. Llegué puntual pero El ya estaba sentado en el interior del bar, al fondo, en una mesa colocada de forma que quedaba alejada de las otras y permitía cierta intimidad y estar casi fuera del alcance de posibles miradas u oídos. Me acerqué y dirigiéndome a El, sintiendo el rubor en mis mejillas, pronuncié la frase acordada

“Señor, soy la zorra que Usted está esperando”

Y El, después de un breve repaso, de mirarme de arriba abajo, que a mi se me hizo interminable, me contestó

“puedes sentarte zorra, pero recuerda como debe hacerlo una perra como tu”

Disimuladamente, sintiendo Su mirada fija en mí, me subí la falda y me senté de forma que mis nalgas quedaron en contacto directo con el asiento y permanecí con las piernas separadas y la mirada baja. De esa forma, le di las gracias por permitir que me sentara.

Me tomó de la barbilla y mientras me decía que lo mirara me besó en los labios. Su voz me transmitió la tranquilidad que necesitaba, su beso el cariño y su mirada la confianza. Ante esas tres sensaciones me di cuenta de que estaba segura de mi misma y de lo que deseaba. Sentía que ya le pertenecía por completo.

Absorta en mis pensamientos, El me volvió a la realidad cuando me dijo que atendiera bien a Sus explicaciones y así entendería lo que esperaba y deseaba de mí.

Empezó a detallarme las normas que debería respetar y acatar:

“- Te dirigirás a mi de usted y siempre como Amo o Señor al finalizar tus frases.

– No tienes voluntad, ni opinión, ni derecho alguno.

– Responderás por el nombre que yo decida imponerte.

– Aceptarás las humillaciones y castigos que crea oportunos.

– No tendrás ningún tipo de placer a menos que yo te lo permita. Tú no te excitas sino que te calientas. No te masturbas sino que te restriegas.

– No hablarás sin mi permiso.

– No me mirarás nunca a los ojos.

– Cuando me refiera a tu boca utilizaré la palabra hocico, en lugar de pechos tienes tetas, las piernas son las patas traseras, las manos las patas delanteras, no tienes espalda sino lomo y, en cuanto a los agujeros, la vagina pasa a llamarse coño, chocho o agujero delantero, y el ano será culo o agujero trasero. Meas y cagas

– Tu forma de desplazarte será siempre a 4 patas. Cuando te pasee y me pare, deberás incorporarte y apoyarte sobre tus patas traseras, encoger las delanteras y sacar la lengua.

– Traerás las cosas sujetas al hocico.

– Tus tres agujeros están a mi disposición o a disposición de quien yo decida.

– Comerás y beberás de un cuenco y en el suelo sin utilizar las patas delanteras.

– Para hacer cualquier cosa pedirás permiso incluyendo tus necesidades y yo determinaré como, cuando y donde deberás hacerlas ya que careces de intimidad.

– Te sentarás siempre como lo estás ahora, con el culo siempre en contacto directo con el asiento y las patas siempre separadas.

– Irás siempre rasurada. De eso me encargaré yo mismo.

Habrán más, pero poco a poco irán saliendo, a medida que la relación avance.”

Me dice que me tiene que quedar muy claro que yo no soy nadie ni nada sin El, que El es un ser superior. Que sólo soy un objeto, una cosa, un juguete y como mucho, un animal de corto entendimiento que debe ser domado y amaestrado y que mi única obligación es la de servirle y obedecerle.

“Si tienes alguna duda o pregunta este es el momento de hacerla zorra”

En mi cabeza se ha instalado un torbellino que me impide pensar con claridad y no se me ocurre que preguntar. Siento el coño húmedo. Estoy caliente. Ahora mi cabeza está ocupada pensando en como disimular para que El no se de cuenta.

“Ese silencio me indica que, por el momento, no tienes nada que preguntar ni ninguna duda apremiante, por lo que te pregunto ¿estás segura que quieres ser mi esclava y ser tratada como un objeto de mi propiedad?»

Sin pensar, al instante, me escucho a mí misma diciendo:

“Estoy segura de que quiero ser Su esclava y que Usted sea mi Dueño y Señor, le seré fiel, obedeceré, serviré, adoraré y respetaré”

Me sonríe diciéndome que le he hecho muy feliz aceptándolo a El como mi Dueño y Señor y que a partir de este instante El será quien se encargue de cuidarme y protegerme, mientras Sus manos acarician mi cara acercándola a la Suya y Sus labios se posan en los míos. Es un beso profundo, largo e intenso.

“Bueno zorra, no es que no me guste ese nombre para ti, pero prefiero algo más específico, mientras lo pienso ve al baño, te quitas el tanga, vuelves y me lo entregas”.

Me levanto y hago el ademán de coger el bolso pero mi Amo me frena diciéndome que nadie ha dicho que pueda cogerlo. Lo dejo donde estaba y me dirijo al baño a cumplir con la primera orden de mi Señor.

Llego a la mesa con cierto rubor en las mejillas. Tengo la sensación de que se nota mi desnudez interior. Le pido permiso a mi Amo para sentarme y con mi pata delantera le entrego, por debajo la mesa, el tanga, pero Sus manos siguen encima de la mesa y veo como con Sus dedos me indica que lo deje encima de la mesa. Creo que me voy a morir de vergüenza, pero casi sin vacilar, lo dejo donde se me ha indicado. Mi Señor lo coge, lo extiende bien en la palma de Su mano y lo acerca a Su nariz, lo huele y me dice

“huele a perra, a lo que eres y, está mojado porque eres una perra húmeda que siempre está en celo, pero me gusta que sea así y que permanezcas siempre mojada, porque eso indica que estás siempre preparada por si tu Amo quiere usarte”. “No te ruborices, ante mí nunca, nunca, debes sentir vergüenza de nada”.

Sus comentarios me provocan una sonrisa y vuelve a invadirme la sensación de tranquilidad, de sentirme más libre que nunca estando con El y siendo de Su propiedad. Por lo que de mi hocico salen palabras, aunque humildes, de profundo agradecimiento hacia El por gustarle mi olor y mis jugos.

Mi Amo llama al camarero y antes de que éste llegue guarda el tanga en Su bolsillo. Decide por mí lo que voy a beber. Me gusta ese detalle de mi Dueño.

“He decidido, que de momento, te llamarás cerda_estúpida. No hace falta que me des las gracias y me digas que te gusta, porque aunque digas que te gustan los nombres humillantes, una cosa es leerlo y otra muy distinta responder por él o pronunciarlo cuando te pregunten cual es tu nombre o llevarlo rotulado en el culo…”

“cerda_estúpida a partir de ahora hasta nueva orden tienes “libertad” para contarme lo que quieras, evidentemente guardando el respeto que me debes por ser tu Dueño y Señor”.

Cuando estoy a punto de decirle lo feliz que me siento por haberle encontrado y aceptado como su perra sumisa, siento como Su mano restriega mi coño, húmedo desde hace mucho rato y, como Sus dedos intentan penetrarlo. No puedo evitar un gemido. Mi Señor me reprende y me ordena continuar hablando como si nada pasara. Hago serios esfuerzos para disimular y seguir hablando. No se ni si me escucha, sólo veo Su sonrisa, le hace gracia verme de esa forma, conteniendo la calentura que va en aumento con el movimiento de Sus dedos, hasta que dejo de sentirlos y me invade una sensación de frustración mientras veo Sus dedos delante de mi cara y oigo a mi Amo diciéndome que los limpie. Sin importarme nada ni nadie, los limpio lamiéndolos hasta no dejar ningún rastro de mis jugos.

“perrita mía, me complaces. Voy a hacer de ti una buena perra. Aprenderás a ser una buena puta, una buena zorra, una buena cerda, para tu Señor. Y, como que estoy contento de cómo te estás portando, he decidido que el regalo que tengo para ti, dártelo ahora mismo, no tiene sentido esperar”.

Mis ojos se iluminan, mis labios dibujan una gran sonrisa…no hay para menos, mi Amo me está mostrando mi collar. Es muy bonito. Negro con una anilla que imagino que debe ser para enganchar la correa.

“gracias, gracias, mi Señor, es el mejor regalo que puede hacerme, es precioso, me gusta –mis pensamientos salen desordenados en forma de palabras- lo llevaré con orgullo y respeto mi Amo”

“cerda_estúpida, me satisface que te agrade y como te veo tan contenta e ilusionada con él, creo que este es un buen momento y lugar para que lo estrenes, sujétate el pelo e inclina un poco la cabeza”

No salgo de mi asombro … claro que me gusta y lo deseo … pero probármelo allí, en un sitio público … aún y así, obedezco y Sus manos colocan el collar alrededor de mi cuello abrochándolo de tal manera que queda bien sujeto y pegado a la piel. Me mira diciéndome lo bella que estoy con él, lo bien que me sienta, me hace poner de pie y dándome una palmada en el culo me manda al baño para que me mire al espejo y así poderle decir cuando vuelva que es lo que he visto.

Voy al baño acelerando el paso para evitar cualquier mirada pensando que menos mal que no ha enganchado la correa a la anilla. De hecho debo mirarme al espejo pero no hace falta para saber que es lo que voy a ver. Veré a una mujer, vestida tal y como le han ordenado, desnuda y accesible interiormente, caliente y húmeda, con un collar de perra en el cuello…todo eso me indicará lo que soy: UNA PERRA al servicio de mi Dueño y como toda perra DEBO LLEVAR COLLAR y si un tercero me ve así, sabrá también ante quien está, lo que soy y para lo que sirvo…

De regreso hacia la mesa donde aún está mi Señor, veo como me contempla, sin quitarme la vista de encima en ningún momento, sonriente, contento, ¿orgulloso?

“Mi Señor, cerda_estúpida ha visto en el espejo a una perra feliz de pertenecer a su Dueño y orgullosa de llevar este collar que me une a Usted y que a la vez indica, ante cualquier persona, que le pertenezco, que soy de Su propiedad.”

Mi Amo sonríe, aunque creo que sabe que mis palabras aunque sinceras, indican más el deseo que el convencimiento, sobre todo en lo referente a lo que comporta llevar Su collar …, y decide que es hora de irnos ya que quiere llevarme de tiendas…Mi mano toca el collar y El adivina mis pensamientos. Un dedo sobre mis labios es suficiente para indicarme que debo permanecer en silencio. Camino a Su lado, me empuja, suavemente, hacia el exterior con Su mano pegada a una de mis nalgas y subiendo hacia arriba la falda … Ignoro si alguien me mira, si muestro mi desnudez…Me auto ordeno que no debo preocuparme, a fin de cuentas, le pertenezco y por tanto El puede hacer de mi y conmigo lo que desee y yo me debo sentir segura y tranquila a Su lado.