Doña Luisa nos ofreció un trato, pero teníamos que ver que hacíamos. Le dije a mi madre que aceptara, que por favor no dudara follar con la vieja
La hija de la portera (madre e hija, que trabajan en una portería cuidando un edificio antiguo, son degradadas por una propietaria ante la necesidad de ambas)
La señora Manoli, una viuda de 52 años, trabajaba desde hacia muchos años al cuidado de un edificio de cuatro plantas, en el barrio antiguo de Barcelona, con doce viviendas, la mayoría de las cuales estaban desocupadas hoy día porque no vivían en esos pisos al ser bastante viejo y aunque le pagaban poco, al menos le ofrecieron a cambio una vivienda y le cubrían todos sus gastos… Los propietarios se evitaban de este modo que en los pisos se pudiesen meter okupas mientras pensaban que hacer con el edificio.
Junto con su madre vivía Elena, una muchacha de 21 años, morena, de cara agraciada, algo regordeta, simpática, de 160 de altura, con poco pecho, pero con caderas algo amplias para su edad y un culo en consonancia.
Elena, trabajaba en una zapatería, propiedad de la vecina del cuarto, Doña Luisa, una mujer de unos 50 años bien conservados, que la había heredado de sus padres y que quería vender, pues era enfermera en un hospital y por tanto, no quería seguir con este negocio… La madre de Elena había hablado con Doña Luisa para conseguirle un trabajo y ella se lo había dado, aunque de forma muy precaria.
En verdad, a Manoli no le gustaba esa mujer, porque veía a otras mujeres acudir a su casa y escuchar jadeos desde arriba… Aunque no lo veía, tenía claro lo que pasaba en esa casa, pero como este fue el único trabajo que pudo encontrarse, hubo que aceptarlo, darle las gracias y callar… Le dijo a su hija que fuese muy discreta y callada en su trabajo, sin llegar a explicarle nada más, aunque su hija no era tonta.
– Ya me cobraré este favor, le dijo Doña Luisa sonriendo con descaro, pues sabía que Manoli conocería sus andanzas ya que no las ocultaba.
Y así transcurrieron dos meses sin grandes novedades… Esta semana, Elena le había contado a su madre que desde hacia unos días había observado como Doña Luisa a veces la miraba mucho… Y más tarde le dijo que su trabajo terminaría pronto pues la venta del local se iba a producir… Qué le vamos hacer… Era de esperar.
Pero las desgracia nunca vienen solas… Manoli, que desconocía padecer de hipertensión, esa misma noche tuvo un ictus y fue ingresada de urgencia en el hospital donde paso más de veinte días… Le dieron el alta y aunque se encontraba fuerte, había quedado con importantes secuelas ya que la parte izquierda de su cuerpo la tenía, de momento, paralizada y le dijeron que posiblemente se repondría a base de ejercicios, que le fueron explicados a su hija, por si no podía asistir a los programas de recuperación.
Con ella en casa, Elena tuvo que ocuparse de todo… No sólo de la limpieza y cuidado de la comunidad, sino de lo también importante, su madre… Había que lavarla, atender a sus necesidades, darle de comer, realizar con ella los ejercicios, etc… Y todo con el ahora escaso dinero que recibía únicamente su progenitora.
Al menos para poder atender clínicamente bien a su madre podría pedirle el favor a Doña Luisa, pensando que no se opondría a ello y estaría dispuesta a ayudarles… Además, ya había vendido el local y disfrutaba de una buena posición económica, por lo que no le cobraría dinero por ello… Así pues, cuando Elena escucho ruidos, bajo a casa de Doña Luisa y habló con ella.
– Bien, Elena, dame unos minutos y subo a ver a tu madre y hablamos.
– Muchas gracias, Doña Luisa.
Al poco tiempo Doña Luisa entraba en la pequeña vivienda de Manoli y su hija Elena… Destapó a la enferma, comprobó su estado, vio la medicación y le sonrió animosamente a Manoli, diciendo:
– Cueste lo que os cueste a las dos, creo que se podría conseguir superar esta crisis y recuperarte, Manoli.
La enferma sonrió con tristeza pues había entendido lo que Doña Luisa le trataba de decir… Y como pudo respondió con la lengua trabada:
– Lo que us…ted man….de, no…so…tras lo ha…re…mos lo me…jor po…si…ble… pa…ra que no nos de…je y nos a… yu…de.
– Muy bien, Manoli, nos entendemos perfectamente y espero que por bien de vosotras dos todo se haga como a mi me gusta… Soy muy exigente y caprichosa… Y ahora, más que nunca, debo protegeros para que conservéis vuestro trabajo y casa… La muy ladina dejo ir este comentario para preocupar a Manoli por si su sumisión a ella no lo tenía suficientemente claro y, por supuesto, para Elena, que no acababa de creerse lo que perfectamente había escuchado.
– Elena, son ahora las cinco… Según dice el papel hay que ponerle un gotero a tu madre… Ya escuchaste la conversación que tuve con ella y en la que está de acuerdo, así que como forma de pago a mis servicios quiero disfrutar de vuestros cuerpos para satisfacer mi placer… Dentro de una hora podría subir para empezar con los ejercicios y ducha… Lo habláis entre vosotras y si lo aceptáis, le quitas a tu madre toda la ropa y tú bajas totalmente desnuda a mi casa a buscarme.
Manoli escuchaba asustada y cabizbaja la conversación pensando en lo que se les avecinaba… Y Elena, estaba totalmente desconcertada sin saber que contestar, por lo que Doña Luisa abrió la puerta y se fue a su casa a esperar acontecimientos y preparar lo que tenía en mente.
Al quedar solas madre e hija se miraron durante un largo periodo de tiempo sin saber quien y por dónde comenzar a tratar tan delicado tema… Al final fue Elena quien rompió el silencio y le dijo:
– Mira, mamá, Doña Luisa es una pervertida y una golfa… De eso no nos cabe la menos duda y estamos de acuerdo… ¿Qué nos pasaría si desistimos de su propuesta?… Pues que ella haría su vida como hasta ahora, pasaría de nosotras y probablemente nunca nos apoyaría en nada… O sea, todo en contra nuestra… ¿Y si aceptamos?… Si aceptamos, nos ha de quedar muy claro que vamos a ser sus juguetes sexuales… Se convertirá en nuestra Ama para disfrutar –como ya has oído que dijo- con nuestros cuerpos… Le vamos a dar todo tipo de placer que nos pida, sea el que sea y nos someterá a todos sus caprichos sexuales… ¿A cambio de qué?… Pues yo pienso que tú estarás muy bien atendida y mejorarás, que es lo principal para nosotras… Quizá nos ayude económicamente, que lo necesitamos y mucho… Y también, ¿por qué no decirlo?, vamos a tener que sentir momentos de placer… Y eso será así, queramos o no… Seamos realistas y no disimulemos, ni desviemos la conversación a otros temas… Tú, mama, llevas un montón de tiempo sola y quizás en algunos momentos has tenido que satisfacer tus deseos carnales en la oscuridad, porque yo alguna noche te he escuchado… y yo, mamá, yo no he tenido ninguna relación sexual con otra persona y también me masturbo cuando estoy sola o creo que no me vas a escuchar… A mi me hubiese gustado que mis relaciones sexuales fuesen con un hombre, pero me tendré que acostumbrar a que sea una mujer a quien le tenga que entregar para darle placer y la que me haga gozar cuando le apetezca… Es lo que hay y quizá al final, me guste… ¿Qué opinas, mamá?
Noté como mi madre estaba acalorada por las palabras que había escuchado… Vi en ella una ligera sonrisa como de agradecimiento, unos ojos llenos de lagrimas, un movimiento afirmativo con su cabeza y una señal con la mano derecha indicándome que estaba plenamente de acuerdo… Ella sabía que todo era por iniciativa mía y yo sería quien llevaría el mayor “desgaste y trabajo”… Ella simplemente se dejaría llevar para lo que quisieran disponer de su, ahora de momento, maltrecho cuerpo y se le notaba orgullosa de la madurez de su hija.
Me acerque a la cabecera de la cama y, sin mediar palabra alguna, nos dimos un largo y profundo beso en los labios, beso que repetimos al menos una docena de veces, lo cual nos calentó de sobremanera.
– Bueno, mamá,… le dije retirando las ropas de cama que la cubrían, – voy a quitarte las bragas y el camisón para dejarte totalmente desnuda, tal y como nos lo ha mandado Doña Luisa… Manoli se dejo hacer y una vez desnuda, Elena la volvió a tapar, diciéndole:
– Ya verás cuando te vea Doña Luisa totalmente desnuda, lo mucho que le gustará tu cuerpo porque de verdad que te conservas muy bien,… dijo Elena sonriendo a modo de broma para quitar tensión a estos momentos.
Y mientras hacía este comentario se fue quitándose toda la ropa ante los ojos de su madre que la miraba un tanto asombrada hasta quedar también totalmente desnuda… Su coño era bastante peludo y pensó si eso le gustaría a Doña Luisa o tendría que adecuarlo a su capricho… Ella decidiría también lo que hacer con eso… Luego, abrió el armario y sacó unos calcetines muy cortos y se los puso… Como la orden era que bajara totalmente desnuda dedujo que no quería que llevase tacones, ni otro tipo de zapato… Terminado esto, se acercó de nuevo a su madre y volvió a darle besos prologados y profundos buscando un estímulo para poder seguir adelante… y agradeció que la mano derecha de su madre le palpase y sobase sus tetas animándola a seguir.
– Bueno, mamá, voy en busca de Doña Luisa… Desde ahí ves la puerta abierta… Creo que subiremos pronto… No te preocupes por mí que estoy caliente con todo lo que estamos teniendo.
Y sin más, Elena salió de su casa, bajó las escaleras totalmente desnuda y desinhibida, como si lo hubiese hecho muchas veces y llamó a la puerta de Doña Luisa… Al cabo de unos instantes la puerta se abrió y ante ella apareció la mujer llevando una bata ligera… Le dijo:
– Cuando llames a mi puerta, coloca siempre las manos cruzadas detrás de la nuca, saca pecho, abre las piernas y flexionales… La cabeza y mirando al frente… Y sin más volvió a cerrar la puerta.
Elena, tras unos instantes de sorpresa, comprendió que ese sería uno de los muchos caprichos que debería darle a la que en breve se iba a convertir en su Ama… Se situó, pues, como le había ordenado y volvió a llamar al timbre… La puerta de nuevo se abrió y pudo ver de reojo una amplia sonrisa de satisfacción por parte de Doña Luisa… La mujer, tras coger una bolsa que tenía preparada, le ordeno darse media vuelta para ir en dirección a su casa.
– Son casi las seis, cerda… Tenemos al menos cuatro horas de trabajo, que para ser el primer día, no está nada mal… Hoy será una tarde bastante difícil de pasar pero en unos días verás como, al entender mis gustos, mejora todo… Y no te digo dentro de un mes.
Y con esta postura de manos en la nuca, cara levantada mirando al frente, piernas abiertas y flexionadas caminando, entré en casa, delante de Doña Luisa, siendo observada por mi madre que miraba con los ojos abiertos como platos.
Continuará….