Hicimos una apuesta, esta fue la mejor de mi vida porque no teníamos limites, es la mejor relación que he tenido en mi vida, todo lleno de sexo y diversión
Me despierto entre tus brazos, por lo visto hemos dormido bastante y ya algunos finos rayos del sol se cuelan por la ventana. Cuando detallo un poco más puedo sentir la monumental erección mañanera que queda encajada perfectamente entre mis nalgas y tu mano posicionada más abajo de mi tripita, precisamente sujetando firmemente mi rajita. Intento zafarme pero me tienes bien sujeta y el contacto de tu mano con mi coñito y de tu polla entre mis nalgas no ha hecho más que despertar mi deseo al máximo. El sueño aun te gobierna. No eres dueño de tus actos. Te cuesta mucho trabajo abrir los ojos y mover los músculos. Sientes el perfume de mi cabello y la tibieza de mi cuerpo y solo deseas no separarte de mí. Me das suaves besos en mis hombros mientras vas reaccionando un poco más de tu letargo. Te pegas un poco más a mi «buenos días travieso…»
«grrmsfx» (gruñido) Tus manos están firmes, soldadas a mi cuerpo y por lo visto no tienes la mínima intención de cambiar la situación. Tus dedos sobre mi rajita solo producen un efecto para nada relajante. Poco a poco, vas despertando a casusa del dolorcillo que la erección te causa, por la presión contra mi culete. Te haces el dormido, aflojando levemente la presión que tienes hecha con tus brazos pero sigues disfrutando de mi culito. Trato de zafarme al ver que sigues sin reaccionar pero es imposible. Solo logro hacer que tu erección se clave más aún entre mis nalgas. Levanto un poco mi pierna buscando poder sentir tu verga rozando mi rajita y así causarme placer porque en este momento lo único que necesito es ese trozo de carne que tanto me gusta perforando mi rajita. Sientes como tu verga se va colando poco a poco en su sitio favorito, y crees que se han terminado los fingidos. Abres tus ojos con gran trabajo y tus labios besan mi cuello mientras aflojas tu presa de su cuerpo. «Buenos días Laztana. ¿Quieres el desayuno en la cama? Tengo aquí mismo, crepes, bombones y una porra rellena de leche.»
«Uhm… que apetitoso desayuno…» acomodo mis piernas para más comodidad, y tu miembro duro se abre paso por mi mojada intimidad, en esa pose el acoplamiento es perfecto. Tus labios besan dulcemente la unión entre mi cuello y mi hombro, causándome suaves cosquillas. Comienzas un movimiento lento y delicioso, la fricción es demasiada pues se siente la estreches cuando me abres con lentitud. Cada día te fascina como mi rajita aprieta tu verga, a pesar de nuestras incontables sesiones de sexo. Sigue estando como la primera vez. Tierna, prieta y tremendamente húmeda. Con una lentitud inexorable, se va colando en mi interior, al compás de nuestros besos compartidos, de nuestras caricias y susurros. La posición es un poquito forzada, por eso, te vas desplazando con suavidad, moviendo nuestros cuerpos intentando que tu erecta polla no se salga de su cálido refugio.
Me volteas suavemente quedando mi culito en pompa y te colocas sobre mí, abres mis piernas con suavidad y te cuelas de por medio con un ritmo lento, profundo e intenso. Mi respiración se va acelerando un poco más. Sabes perfectamente que esa posición es uno de mis puntos débiles y que me harás correr como un grifo. Mis gemidos van en aumento poco a poco como la penetración. Dejas caer parte de tu peso sobre mí para poder besar mi cuello, siento tus jadeos en mi oído y me erizas la piel. Elevo un poco más mis caderas y siento lo profundo de la penetración, como me roba el aliento debido a la intensidad. Te pido bajes un poco el ritmo, sabes que esa es la señal para seguir con ímpetu pues estoy a puntito de un intenso orgasmo. Esa posición nos enloquece a ambos de forma mágica. Penetrando mi rajita, lenta y profundamente. Abriendo mis nalgas para poder deleitarte con el agujerito de mi culo. Cuando, con un suave gemido te pido bajar el ritmo, lo haces sin vacilar, consciente de que mis necesidades son prioritarias para ti, y que mi orgasmo es inminente. Muerdes mi orejita con suavidad, sabiendo que eso dispara mi lujuria y que te regalare un riquísimo y abundante orgasmo.
Puedes sentir como mi cuerpo se tensa debajo de ti. Mis gemidos se intensifican entre unos bastante audibles y otros ahogados. Tu polla taladra mi rajita que la presiona con espasmos. El intenso orgasmo recorre todo mi cuerpo, empapando tu polla por completo. Disfrutas de la intensidad de mi orgasmo, no te detienes sigues penetrándome y de la nada un nuevo orgasmo que me golpea con más intensidad que el anterior. Es un momento indescriptible. Mi segundo orgasmo te ha pillado desprevenido y tienes que controlarte para no fundirte ya. En estos casos, es cuando mi rajita está más activa, más caliente, apretada y empapada. Tras un orgasmo es cuando más se intensifican las sensaciones. Mis gemidos, mis caricias y el sudor de mi cuerpo, te hacen desear más, prolongarlo más y gozar más del momento. Tus dedos acarician mi espalda, marcándola con una suave presión. Tus besos en mi cuello, y en mi oído. La suave y profunda penetración. Mi rajita se rehúsa a soltar tu verga. Mi cuerpo completamente relajadito luego de los potentes orgasmos, estoy como una muñequita y me dejo hacer. Con tu polla totalmente bañada por mis flujos, y deliciosamente apretada por mi sexo, aceleras un poco tus movimientos y la fuerza de las embestidas.
En la habitación solo se escuchan mis fuertes gemidos, mis sensuales jadeos, el sonido de dos cuerpos rozándose y el sonido acuoso de mi rajita siendo invadida. Besando mi cuello, sientes como el esperma recorre el camino desde tus cargados huevos, hasta la punta del glande de forma imparable. Justo en ese momento, y sin poder evitarlo, me la clavas profundamente inundando mi cuerpo con tu lechita caliente. Excitado al máximo, retiras la polla soltando el resto de la carga seminal en mi cuerpo. Mi ano y mi almeja han quedado cubiertos de espesa leche blanquita que no puedes dejar de mirar, formando un creampie como pocos. Te apresuras a tomar el móvil y sacar alguna foto antes de que me mueva.
Me acomodo apoyando mi rostro sobre mis brazos, con una sonrisa de medio lado mientras escucho el sonido del móvil al tomar cada una de las fotos que no son pocas y que contribuirán a ampliar nuestra extensa conexión. Ya satisfecho, dejas de lado el móvil y te acercas a mí, como siempre diciendo que no hay nada con que limpiarme, desciendes el camino desde mi espalda con dulces besos hasta que llegas al punto que deseabas, tu lengua se encarga de limpiar tu lechita visible de mi anito y rajita, vas limpiando todo el reguero hasta no dejar pruebas de lo sucedido. Cuando te incorporas me apresuro a abrazarte, entrelazando nuestras piernas y sellamos el perfecto momento con un beso blanco, donde no solo nuestras salivas se intercambian.
«¿Sabes que me encantan estos besos? Pero la próxima vez, te tomaras tu solita toda la lechita ¡que tienes que crecer, hijita!» Me das una suave nalgada y acaricias mi cabeza como lo haría un padre con su hija. «si papi pero sabes que me encanta besarte así, no lo puedo evitar, sentir tu lechita en un beso es increíble» sonreímos y nos perdemos en caricias, tú con tus dulces caricias «paternales» y yo jugueteando con la situación. Me siento sobre ti y continuamos nuestras caricias hasta que mi estómago ruge en hambre «tengo hambre papito» «¿y que quiere desayunar mi princesa? Veamos, un chococcino, unas tortitas de maíz, un zumo de naranja y unos huevos» Escuchas perfectamente rugir mi estómago. Te levantas poco a poco, separándote suavemente de mí. «oh, y un yogur, que aun estas en edad de crecer y tienes que pegar el estirón, jajaaja» Sales por la puerta corriendo y esquivando un peluche que te he lanzado con toda la intención. «jajaja ¡No le aciertas ni al arco iris!»
Luego de tomar el peluche del suelo, busco entre la ropa algo que ponerme, no me apetece salir en todo el día. Una ducha rápida para refrescarme y me decido por una suave pijama que tiene un gorro con rostro de osito y orejas incluidas, me lo compraste unas tallas más grande para usar solo la parte superior y que cubra lo necesario. Debajo unas braguitas blancas con diseño de estrellitas. Tomo a mi foca bebé de peluche y me acerco a la cocina siguiendo el delicioso aroma del desayuno. Cuando me vez entrar por la puerta de la cocina, te golpean sentimientos encontrados. Por una parte, una infinita ternura debido a mi carita de niña junto con el pijama, las orejitas de oso y mi aspecto adormilado. Por otro lado, un impulso lujurioso por lo corto de la indumentaria, que muestra mis perfectas piernas, mis braguitas y las nalgas de mi culo. La eterna dualidad que siempre tienes conmigo. Niña y mujer. La erección no se hace esperar.
Me acerco a ti frotándome los ojos todavía medio adormilada, busco tus brazos y me pego a ti, siento tu potente erección que se queda atrapada entre nosotros, justo lo que buscaba obtener «papi tengo hambre quiero mi chococcino» continuo con el juego morboso que comenzamos más temprano pero en este momento lo que me está moviendo es mi tripita rugiendo a toda máquina. «Claro mi vida, el desayuno es lo primero» Me das un suave beso en la cabeza y me acompañas hasta la mesa. Una suave nalgada antes de sentarme es imposible de reprimir. Está todo dispuesto para desayunar. Miro maravillada todo lo puesto en la mesa, no sé por dónde empezar a atacar. Antes de darnos cuenta estamos disfrutando del delicioso desayuno que has preparado, entre bromas y ocurrencias transcurre la comida. Tras el delicioso desayuno, parece que ninguno de los dos tiene ganas de hacer grandes cosas. «¿Dime laztana, que te apetece hacer hoy? Podemos hacer de perezosos y bajar a tomar algo a mediodía, o bajamos a dar un paseo, jugamos unas partiditas a la N64, o podemos acercarnos hasta la capital…»
«Uhm… ¡Partiditas y paseo por la capital!» me acerco a ti y suelto una risita «no tienes remedio…» al sentir esa dureza en nuestro abrazo. Te doy un beso dando saltitos a la sala para preparar la consola «¿te parece Mario Kart 64? ¡¡¡No podrás ganarme!!!» sigo corriendo de aquí para allá. «perdona princesa, tendrían que pasar 6 vidas para que pudieras hacerme sombra al Mario 64. Ya jugaba con el cuándo tu aun andabas con pañales, bwa ha ha haa» Me dices desde la cocina, mientras recoges el desayuno. «¡¡¡Y yo tuve una infancia bastante ociosa!!! jejeje» al poco ya estas sentado a mi lado quitándome uno de los mandos y acomodándonos en el sofá. «en la guerra, en el amor y en los videojuegos todo se vale» me siento al estilo indio y se nota perfectamente como mis braguitas se encajan en mi rajita, noto que lo miras más de la cuenta así que arranco la partida aprovechando mi ventaja «no es juego limpio ¡¡tapate!!» Sé muy bien lo competitivo que eres, y no te puedes permitir perder, así que me tapas sobre las piernas con nuestra vieja mantita para evitar distracciones.
Te saco la lengua con la acción «un verdadero gamer no se distrae de una manera tan fácil…» trato de sacar el mejor provecho no me dejare ganar por nada, me quito la capucha de osito y me acomodo para jugar lo mejor posible La carrera es trepidante, y estamos en la última vuelta. Siendo ambos tan competitivos, espero algo por tu parte, y de seguro tu también por la mía. Ninguno va ganando, porque estamos más concentrados en putearnos, que en ganar la carrera. En la última vuelta me levanto y me coloco encima de ti haciendo que se te caiga el mando al piso. Me río a carcajadas mientras logro pasar la meta ganando la carrera con bastante venta y luego hecho s correr antes de que me des caza.
«-No corras, que no pasa nada. No apostamos nada. Bwa ha haa ¿Quieres apostar ahorita? »
«-¿Apuesta? ¿De qué?» pregunto curiosa volviéndome a colocar el gorrito
«-Lo que tú quieras. Sin límites»
«-Bueno… Si pierdes… Te pondrás una tanguita y me harás un bailecito»
«-Acepto, y si pierdes tu….mañana te llevas las bolas de Japón a la uni»
«-Perfecto, prepárate para usar una tanguita»
Empieza la partida. Una divertida y apasionante carrera al mejor de 5 vueltas. Mientras la carrera avanza ambos cumplimos la palabra de no hacernos trampa al menos de momento. Termina la primera vuelta y continua el juego limpio. La carrera es muy divertida. El nivel es muy alto y nos turnamos en las primeras posiciones con adelantamientos limpios. Segunda vuelta, tercera. Nos derriban y volvemos al juego una vez tras otra. Cuarta, quinta y última. Estamos a falta de dos curvas vas justo detrás de mí, tienes preparada la tortuga roja, la que persigue y mata. Estoy perdida. Me tienes enfilada en la larga recta de meta, circulando justo detrás de mí, solo tienes que soltar el botón y estaré fuera de la carrera. Pero dudas un segundo y justo entro en la línea de meta. Un golpe tardío nada que puedas hacer, he ganado de una manera limpia, ninguno hizo trampa lo cual es algo bastante sorprendente. Debes admitir que ambos somos buenos pero esta vez la Victoria me ha acompañado. Sonrió triunfante y suelto una gran risa. «Anda quita esa cara loser, salgamos un rato a la capital y aprovechamos de comprar lo necesario para que cumplas lo prometido»
«¿Comprar? pienso ponerme unos de los tuyos, además, recuerda que hoy, es domingo.» «Valeee» me siento sobre ti y el pijama se sube más de lo debido, puedo ver como tus manos se sueldan en mi culito. «soy una osita goooaaarrr» te doy suaves besitos en el cuello. «laztana vamos de paso anda ¡¡¡por fis!!!” Estas tan agustito así, sentaditos, enroscada entre tus piernas en modo koala que te ataca la pereza, pero también entiendes que es necesario moverse un poco, y que, una vez en movimiento, le sacamos partido. «vaaale, vamos a la capi» me das un suave pellizquito para que me incorpore pero te sale mal, puesto que pongo todo el peso de mi cuerpo sobre ti, y caes de espaldas al suelo. Cuando me escuchas la cuenta de tres tipo WWE no das crédito, te he pillado por sorpresa. En el suelo, luego del momento reímos y nos comemos a besos dejándonos llegar por la situación. Luego nos levantamos y salgo corriendo a la habitación contigo pisándome los talones, buscando la ropa adecuada para ir de paseo, “¿nos vamos en el coche o la moto?» me quito la pijama dejándola para más tarde y tú haces lo propio lanzándome tu camiseta.
«En el coche y luego en el tren, ahí no quieres mojarte. Dan lluvias para esta tarde» Nos vestimos lentamente, y terminamos de prepararnos. Antes de salir por la puerta, y siguiendo un auténtico ritual, me das una suave pero sonora nalgada. Juguetones, risueños… disfrutamos del momento salimos tomados de la mano, me atraes mientras llegamos al coche y nos damos otro profundo beso, nos perdemos un instante en las sensaciones, sintiéndonos al máximo, otro azotito en mi culete hace que te lance una mirada de reproche y el clásico «es que tú no aprendes» «¿qué? ¡¡¡Es que es irresistible!!! Jajaja» Nos montamos en el coche charlando animadamente de banalidades durante todo el trayecto. Cambiamos coche por tren, y estando sentados en el vagón, puedes ver como un universitario no me quita la vista de encima. Tiene pinta de chulito por las miradas que lanza, pero no piensas entrar en la provocación. Cuando llega nuestra parada, nos bajamos tranquilamente y tomamos el camino del centro urbano.
Busco tu mano, siempre lo hago. Esas sutiles reafirmaciones son las que valen la pena y es bueno hacerlas presentes. Disfrutamos caminando luego del tren, cogidos de la mano, tonteando con uno que otro beso que no se pueden evitar. Esa necesidad tan nuestra de buscarnos, de sentirnos, un paseo ideal para los sentidos. El centro está a tope, algo normal un domingo por la mañana, pero no con tanta gente como los sábados tarde. Vamos al mercado a ver lo que tienen y compramos algo para comer. Tras un paseíto, empiezan las primeras gotas y nos refugiamos en una tasca a tomar algo, pero la lluvia no tiene intención de marchar y decidimos regresar a casa. En el tren, mi carita se ve fantástica, con el pelito mojado y con esos pucheritos que te pongo que te enternecen, y no puedes evitar volver a besarme.
Te abrazo mientras continuamos con el viaje de retorno a casa. Me da un poco de frio y me pego a ti para calentarme, mi menudo cuerpo se ve cubierto por el tuyo, mi carita de pucheros hace que obtenga lo que deseo que es que me abraces y me des mimitos. Cuando llegamos a casa lo primero es darnos una ducha para calentar el cuerpo y luego me enrosco como una gatita en el sofá con el pijama de osito, no sin antes dejar puesta sobre la cama uno de mis tanguitas. Ya en casa preparas algo de comer cuando me ves tumbada en el sofá con mi pijama de osito y mis piernas al descubierto. «mi niña, ¿un doble o nada al Mario después de comer?» «Te amo, pero sé que me harás trampa si vamos a por la segunda ronda» saco mi lengua mientras me río, me levanto un poco más el pijama y veo como tus ojos se pierden en mis braguitas con diseño de osito también. Tras la ducha, te acercas al cuarto para ponerte el pijama y ves mi regalito. No puedes evitar romper a reír a carcajadas. «mi vida… ¿de veras crees que puedo entrar aquí?»
Aun riendo, te acercas a la cocina para preparar algo de comer y ver cómo puedes darle la vuelta a la situación del tanguita. «Bueno vida… A decir verdad no sé si entres… pero una apuesta es una apuesta gentleman y me debes un bailecito con ese lindo tanguita» Me río a carcajadas, puedo ver como en tu mirada maquinas algo… Los deliciosos aromas invaden de a poco nuestra casa y ambos seguimos expectantes el próximo movimiento del otro. Crees que te será imposible escaparte del baile, y una apuesta es una apuesta. Terminas de preparar la comida y me llamas a la mesa con las imágenes de «stargate» en la TV haciendo ruido. Mi mirada juguetona lo dice todo deseo ese baile y mientras comemos y platicamos de manera tranquila nuestras mentes no dejan de pensar lo que pasará. Tras comer y recoger me propones jugar una nueva partida. Sin apuestas, sin trucos, tan solo jugar por diversión “(y cuanto más, mejor, bwa ha ha)”.
Disfrutamos de jugar durante un buen rato, te veo muy concentrado en el juego. «oye liante no me des tantas largas tú me debes algo y espero lo cumplas pronto» mi mirada picara lo dice todo y una carcajada acompaña mi frase mientras apago la consola «anda» Resignado y viendo que no puedes engañarme, te vas paso a paso a la habitación, donde ves tu objetivo. Cierras la puerta y la trancas para que no pueda espiar. Te desnudas y te pones mi tanguita, que apenas tapa nada de tu anatomía, y tu verga sobresale por los lados. Te pones uno de tus calzones encima y algo más de ropa. Al final te pones tu elegante traje negro por encima. Eliges la música adecuada, una bonita balada de scorpions, y sales por la puerta. Escuchas mis pasos al otro lado, sin duda, he estado tratando de espiar.
Antes de que salgas por la puerta salgo disparada como un rayo de nuevo al sofá, me siento cómodamente enrollándome entre los cojines, dejando parte de mis piernas al descubierto para despertar tu imaginación. Cuando te veo acercarte… Sabes lo mucho que me encanta ese traje, te lanzo una mirada provocativa. Te acercas a mí y me das un dulce beso, suave, húmedo, bastante largo, disfrutando de las sensaciones. Te doy un suave empujón y muerdo mi labio esperando atenta ese espectáculo. No puedes creerte lo que estás haciendo, y mucho menos, las sensaciones que tienes. Vergüenza. Algo que habías perdido hace muuchos años.
Conectas la música y empiezas a moverte, de forma lenta y pausada. Sin perder mis ojos de tu vista. Te vas quitando la chaqueta, la corbata y empiezas a desabotonarte la camisa. Mis endiabladas piernas se separan un poco, dejándote ver mis braguitas, y sus manchas de humedad, algo que te saca de tus casillas y hace que estés a punto de saltar sobre mí, pero debes pagar tus deudas. Tu camisa vuela, dejando al descubierto tu contorneado pecho pero antes, vas a hacerme sufrir un poco. «wow que chico tan guapoooo» suelto alguna que otra risita, más que nada por lo sonrojado de tus mejillas. Flexiono y separo un poco más mis piernas para que puedas notar lo empapada de mis braguitas de vez en cuando interrumpes tus movimientos y tu vista se queda clavada en mi almejita de momento resguardada por la fina tela. Veo como tu ropa vuela y la intensidad de tu mirada, picara algo me dice que estas planeando algo…
Te mueves torpemente al son de la música y tan solo quedan tus pantalones, que te bajas de un tirón quedando vestido tan solo con mi tanguita que apenas te cubre nada, pero solo puedo ver tu espalda y tu culito. Te das la vuelta, tapando tu polla con un sombrero de paja, estratégicamente colocado en la sala para eso. Mis gritos de enojo no se hacen esperar. «Oh… ¡¡¡vamos!!!» cuando te acercas un poco a mí, te quitas la protección del sombrero y me lo colocas, la escena se está tornando un billete y lo coloco en el hilo del tanguita, no dejo en ningún momento dejar pasar la oportunidad para decir algún comentario jocoso, lo sonrojado de tus mejillas y la intensidad de tu mirada, delatan una erección a medio camino.
El juego te está calentando, y el roce de mis braguitas en tu polla más aun. Te acercas a mí, despacito pero con paso firme y me das la espalda, acercando más y más tu culo a mi cara. Dudas un segundo ante mi siguiente acción, lo primero que hago es tocar tus nalgas y luego darte un pequeño azote, volteas tu rostro y me lanzas una de esas miradas, continúo mi acción otro azotito pero esta vez hundo mi cara para darte una buena lamida. Cuando sientes mi lengua en tu culito, se te escapa una sonrisa. Abres tus nalgas con las manos y apartas el tanguita para facilitarme el trabajo. «¿Así que esto es lo que se siente, no laztana?»
Una risita se escapa de mi boca y mi mirada, dirigida hacia el armario de la sala, te hace pensar en lo peor. Puedes ver mis pensamientos con total claridad. Marcelo. El arnés con el dildo aparece dibujado sobre mi cabeza. «Laztana… ¿ya te he dicho cuanto te quiero?» «Yo también te quiero Bihotza» mi rostro lo demuestra, no hay nada oculto. Mis peligrosas segundas intenciones se pueden papal a flor de piel. Me dedico a darte unas cuantas lamiditas y siento como te estremeces por completo. Te das la vuelta y levantas el pijama de osito y te pegas a mí. Muerdo tu labio inferior muuuy despacio «cari… ahora que lo pienso…» vuelvo mi mirada nuevamente al armario.
«¡¡¡lo sabía!!!” Das un suave mordisquito en mi labio “Lo que tengas que hacer, hazlo pronto» Te levantas y te sientas al otro lado del sofá, mirándome con deseo, con una mano acaricias tu polla por debajo del tanguita, que lucha por salir y que rebosa por los lados. Te pones con el culo en pompa, buscando provocarme, con la casi certeza, de que no me atrevere. Me muevo velozmente al armario y busco a Marcelo, me acerco a ti y aprovechó tu posición para darte unos cuantos azotitos. Mi cara de perversa no se hace esperar «¿no crees que estas tentando a tu suerte maitia?» Mis dedos acarician tus nalgas, las separo un poco y hago a un lado el tanguita para poder saborearte un poco más y de paso colar algún dedito en tu entrada… «soy tuyo. Hoy hazme lo que quieras» tú mismo lubricas uno de tus dedos y lo metes en mi boca para acudir a la zona de tu culito, rodeando la entrada.
Mis ojos brillan en deseo, busco disfrutar de la experiencia y que tu también la disfrutes al máximo. El arnés tiene un tamaño muy similar al de tu polla. Me colocó el juguete, que tiene la particularidad de ser un arnés doble que decidimos comprar para una ocasión como esta. Lo coloco en la posición correcta, pero antes que nada prepararte bien, mi lengua y mis deditos se encargan de ir amoldando tu ano para la invasión. Sabes que se acerca el momento del mi intrusión, pero piensas disfrutar de cada momento anterior. De tu boca se escapan gemidos de placer. «laztana, lo haces de lujo» Ves con cierto temor, como me coloco el arnés, como lo introduzco en mi empapada rajita, como lo ha justo para ti. Lo situó en la entrada de tu excitado culito y me lanzas una suplicante mirada para que sea cuidadosa.
Amaso tus nalgas, tal como tú lo haces conmigo. Si bien hemos jugado en ocasiones anteriores con tu ano esta será la primera vez que hacemos esto. Te devuelto la mirada indicándote que estés tranquilo y que confíes en mí. Hago a un lado el hilo del tanguita asegurándome que estés bien lubricado. Acerco la punta del arnés y lo introduzco muy despacio, debo hacer un poco de presión pues es estrecho, cuando ya está la cabeza dentro escucho un fuerte suspiro de tu parte «¿estás bien maitia?» al mismo tiempo el otro consolador se clava un poco más en mi rajita. “Ufff” sientes la cabeza del dildo en la entrada de tu ano y la presión que ejerzo, cuando empujo un poquito más y entra toda la cabeza, no puedes evitar soltar un gruñido.
No estás acostumbrado a esta situación sino a todo lo contrario. Pero, me lo debes. Relajas tus músculos y me animas a seguir a sabiendas de que lo hare con cuidado, de la misma forma que tú lo hiciste la primera vez, y de que la lubricación es más que suficiente. «sigue laztana, lo haces genial» Toco tu culito, suavecito, apretándolo un poco más, abriendo tus nalgas para disfrutar de primera mano el espectáculo. Avanzo con cautela buscando tu placer a cada instante. Me animas a seguir y poco a poco aumento la intensidad, la cual te produce sensaciones desconocidas pero agradables. Sientes como el dildo invade tu culito y se va clavando poco a poco. Eres consciente de que se clava en los dos. Cuando mis manos abren tus nalgas, no puedes evitar reírte a carcajadas.
«¿laztana, entiendes ahora por qué me excita tanto?» Mi risita acompaña a la tuya. Relajas tu esfínter que habías contraído de forma inconsciente y cuando miras hacia atrás, ves que busco el móvil con perversas intenciones. «uhm… la verdad es que si…» me rio flojito, mi risa se mezcla con un suave gemidito. Alargo la mano para coger el móvil y lo primero que pienso es sacar buenos recuerdos de esta ocasión. Me dedico a sacar unas cuantas fotos desde distintos ángulos para tener un buen repertorio. Sonrío al notar tu mirada sobre el hombre ante la improvisada sesión de fotos. Te suelto un azote en el culete, sonoro más que nada y dejó ir un poco más el dildo que se va clavando más en el interior de ambos.
Estas contrariado. Por una parte, tu más férrea masculinidad te pide a gritos voltearte, y cambiar de papeles, pero otra parte, más perversa, te pide que te dejes hacer. Eres consciente de que tan solo hago lo que cientos de veces me has hecho tu a mí, por eso crees que es justo que continúe. Además, no puedes negar una gran dosis de morbo puro. «mi niña, lo haces genial. Sigue…» El morbo se va apoderando de nosotros, las miradas fugaces que nos dedicamos. Muerdo mi labio inferior, el movimiento, suave pero profundo nos hace disfrutar de sobremanera. Me sonrojo, no lo puedo evitar, estoy acostumbrada a que siempre lleves el mando en estas situaciones, pero no puedo negar que es una experiencia nueva, gratificante y da paso a infinidad de nuevas ideas. Un gruñido de tu parte delata que ambos estamos disfrutando de la experiencia.
No puedes negarlo es molesto, pero estas disfrutando. En tu cabeza, de forma inconsciente se va fraguando una venganza hacia mi culito de la que ya tendré noticias. El dildo está totalmente incrustado en tu culo, estimulándote por completo. Mis jadeos, mis caricias hacen que todo sea mucho más placentero. Tu polla no podría estar más dura. Me inclino sobre tu espalda, eso hace que se clave mucho más «veo que a alguien le gusta…» acerco mi mano a tu verga para darle una suave paja mientras sigo moviendo las caderas, siento como palpita tu miembro entre mis dedos así que acelero un poco el movimiento para darte más placer mi mano sobre tu polla aumenta tu excitación. Deseas taladrarme, pero esta vez eres tú el invadido. Las sensaciones son extrañas, pero placenteras. «sigue mi niña… ¡a tope!»
Me inclino un poco más, acelero el movimiento, intenso, sensorial, desconocido. Nos vamos acercando al máximo placer. Mis dedos presionan de manera deliciosa, cuando menos lo esperas hago ese movimiento que se te enloquece mientras te masturbo. Tus gruñidos y mis gemidos se van entremezclando y subiendo la excitación al máximo nivel. Le falta poquito para estar totalmente enterrado dentro de ti, pero mi manejo es asombroso. Mis manos, pronto tendrán que soltarse de tu polla para poder manejar la situación, pero, piensas dejarte hacer y disfrutar hasta el final. Trato de prolongar el momento, de prolongar tu placer. El ritmo y la suave paja, se perfectamente que te enloquece. Mi respiración intensa, el juguete dentro de mí hace buen trabajo pero prefiero tu verga taladrándome. Suelto tu miembro y mis dedos se pasean por tu espalda donde mis uñas van dejando suaves marcas.
Las marcas de mis uñas en tu espalda no hace sino acrecentar el delirio. No te puedes creer que estés a punto de llegar al orgasmo de esta manera. La mezcla entre el suave dolor y el placer es intensa. Los escalofríos provocados por mis dedos también. Una parte de ti arde en deseos de taladrarme de forma despiadada y otra de que te penetre hasta el fondo. Un gemido ahogado se escapa de tu garganta y consigues articular tres palabras seguidas: «laztana, no pares.»
Me inclino sobre ti, dejando caer parte de mi peso, así se hace más profunda. Me encanta cuando lo haces conmigo y hoy me has dado la libertad de experimentar. Me incorporó un poco nuevamente, sujeto tus caderas y acelero el ritmo, ambos juguetes nos están llevando al delirio y en lo personal no creo aguantar mucho más. Sientes el juguete clavado dentro de ti. Y pese a ser artificial, las sensaciones son geniales. Mis manos en tu cuerpo, mis gemiditos infantiles en contraste con mis movimientos. La penetración no puede ser más profunda ni el ritmo más endiablado. La velocidad de mi respiración te indica que estoy a segundos de alcanzar el clímax.
Me muevo un poco más intenso, y cuando menos lo espero un intenso orgasmo golpea mi cuerpo y caigo rendidita sobre ti. Sintiendo mi orgasmo, por mi respiración y mi grito jadeante la excitación alcanza su punto máximo, y hechas mano de toda tu fuerza de voluntad para no tocarte, puesto que eres consciente de que si lo haces, te correrás sin remedio. Esperas unos minutos con mi cuerpo sobre tu espalda, esperando a que me recupere y con tu polla aun a punto de reventar. «¿lo ves mi vida, porque siempre busco tu culito?» Me río flojito mientras recupero el aliento «tienes razón vida jaja es lo mejor de todo» Aprovechando que tengo mi peso sobre ti te doy suaves besos en la espalda y luego una mordidita.
Recibes el peso de mi cuerpo sobre el tuyo, y mis besitos con gran alegría. Mis manos acarician tu cuerpo, tu espalda y tu pelo. Tras varios minutos de mi desplome, ves que vuelvo a incorporarme, movimiento que aprovechas para ponerte tú también en pie. Tu polla me apunta desafiante y crees que el más leve roce puede hacer que se dispare. Aun así, tomas aire y me susurro al oído: «Me toca» Paso mi lengua por mis labios, necesito sentirte muy dentro de mí. Mi coñito esta empapado en flujos que ya corren por mis piernas. Me deshago del arnés rápidamente y me cuelgo de tu cuello, mi boca busca a la tuya con desesperación. Lo duro de tu verga reposando en mi tripita mientras nos fundimos en el beso que me hace desearte más. Me tumbas suavemente aun entre besos para seguir disfrutando del momento.
Con tu polla a punto de reventar, te inclinas sobre mí. Sientes la humedad de mi sexo palpitante. El roce de tu glande contra mis labios vaginales te provoca un escalofrió. Estoy totalmente encharcada. Suavemente, intentando controlarte al máximo vas invadiendo mi intimidad, deslizándote con suavidad, hasta penetrarme por completo. Tienes que hacer acopio de todo tu autocontrol para no comenzar a follarme de forma salvaje. Tu excitación es mayúscula. Mi cuerpo tiembla de placer al recibirte, cada parte de mi ser vibra con el roce de nuestros sexos. Te deslizas con tal lentitud que me hace delirar. Los movimientos se ven acompañados por mis suaves gruñidos que poco a poco se van mezclando con grititos «vida… No pares por favor» en un hilo de voz hago sentir mi súplica y excitarte más.
Esa voz aniñada llena tus oídos y catapulta tu lujuria. Tu verga se clava hasta el fondo de mi sexo, sintiendo la presión de tus huevos contra mi pubis. Empiezas con un ritmo lento, endiablado y cargado de erotismo en el que tienes que concentrarte al máximo para no vaciarte dentro de mis entrañas. Mi respiración es cada vez más agitada, con cada embestida me vas catapultando de nuevo al máximo placer, dejo que tus oídos se embriaguen de los sonidos de mi boca, mis gemidos que se van tornando en grititos de placer. Mi mirada se cruza con la tuya y yo solo puedo pedirte que no te detengas por nada deseo sentir tu leche llenándome por completo.
Consciente de que no podrás resistir mucho más, intentas hacer divagar tu mente hacia otros escenarios, pero mis gemidos caricias y jadeos te lo impiden. Tus embestidas son cada vez más fuertes e intensas. Sientes acercarse el apoteósico orgasmo. Mis manos acarician tu rostro y busco tus labios. Nuestras bocas se funden en un intenso beso, bastante sentido. Solo sirve para acallar un poco mis gemidos pero lo intenso de tus embestidas, me hace no resistir mucho más antes de que un nuevo orgasmo golpee mi cuerpo haciéndome gritar de placer y clavar mis uñas en tu espalda.
Justo en el momento en que mis uñas se clavan en tu espalda, una explosión eléctrica recorre tu cuerpo en forma de orgasmo. A penas te da tiempo de enterrar tu polla en lo más profundo de mi rajita descargando allí toda tu lechita. Los espasmos son incontables. Cuando nuestras respiraciones vuelven poco a poco a su ser, y recuperamos el aliento, abrazados y sudorosos, nos damos un nuevo beso. «De la que te has librado laztana. Tenía la firme intención de correrme en tu cara, jajaja»
«Uhm… con lo que me encantan los faciales jeje» te doy un nuevo beso, más tranquilo, disfrutándonos, mis labios te dan suaves besos por toda tu cara, llego a tu oído y te doy una suave mordidita tirando un poco de tu lóbulo «no hay mejor sensación que sentir mi rajita llena de ti, muy tuya» digo sonrojándome un poco y soltando una risa flojita antes de volverte a besar. Disfrutando de cada beso, de cada caricia, de cada sensación, nos alcanza una relajación máxima, tan solo alcanzable tras un estado de excitación sin límites. Desnudos, pegados el uno al otro, pasan los segundos y los minutos a una velocidad vertiginosa sin poder evitarlo.
Tan solos tú, y yo. Tan solo nosotros.