Llega el amo y ve a sus esclavas jugando, saboreando sus cuerpos. Hasta que al final las putitas hacen lo que su amo ordena
Cuando llegué a casa las dos perritas estaban dándose el lote. Llevaba ya un par de meses con aquellas chicas y ya las tenía perfectamente controladas.
Silvia dejo de restregar su cara por el coño de Marta y las dos se subieron rápidamente los leggings y vinieron a cuatro patas a saludarme, colocaron sus caritas de lado sobre mi cintura para dejar el paquete en medio y restregarse, y poder mirarme a la cara.
– Le estábamos esperando Amo, ya no podía aguantar más sin esta poya cerca de mi.- Decía Silvia dando lametazos a mi entrepierna en los vaqueros.
– ¿Cómo va a querer divertirse Amo? ¿Hoy he sido una putita y necesitare un castigo?– Proseguía Marta abriendo la boquita y poniendo cara de querer recibir un tortazo.
Agarré a Silvia de su coleta morena y la apreté fuerte contra mi paquete, esta abrió su boca de par en par para albergar mi paquete y masajeármelo con la lengua. Al mismo tiempo la hacia un gesto a Marta para que se acercara hacia mi mano y agarrarla del cuello con fuerza, acerque su oreja a mi boca.
– Perrita vete al salón a meterte el plug anal, y sin usar lubricante entendido. Espéranos bien servicial, como la puta de mierda que eres.
– Gracias, gracias Amo.- exclamaba poniéndose roja.
Antes de soltarla la separe un poco de mi y la escupí en la cara, se le quedó entre la ceja izquierda y el ojo derecho. Sabía perfectamente que no debía ni tocarlo.
– No merezco este honor Amo ¿le puedo besar los pies antes de irme?
– No, lárgate ya y menea bien ese culazo.
Vi como se iba aquella pompa envuelta en leggings. Bajé mi mirada a Silvia que seguía intentando abarcar un paquete que ya no le cabía en la boca y me había empapado en saliva gran parte de la entrepierna, por lo que su cara se restregaba con toda ella. Me miraba con mirada de puro placer.
La aparte de mi entrepierna tirando de su coleta y sus manos fueron rápido a desabrochar los pantalones. La di un tortazo que se descolocó unos segundos pero rápido se repuso y se desplomo al suelo a besarme los pies entre sollozos de “Lo siento Amo”.
– Que bien educaditas os tengo, ponte de pie perrita y con el culo en mi poya, que te voy a explicar lo que vamos a hacer hoy.
Colocó mi pene entre sus dos nalgas redonditas, la agarre de la coronilla y la moví hacia atrás para que su oído quedará a la altura de mi boca, con la otra mano introduje mis dedos en su coño mojadito para masajearlo.
– ¿Vas a hacer lo que te diga verdad?
– Mi Señor por supuesto, yo solo soy su juguete, mi deseo es ser su esclava y complacer sus caprichos.
– Muy bien, como la puta esa quería un castigo se le vamos a dar, tu y yo, como si fuéramos iguales vamos a abusar de ella como a ella le gusta, sígueme el juego que sabes que la va a encantar ¿O, a lo mejor preferirías estar tu en su lugar?
– No Amo, esa perra se va a enterar.
Cuando los dos abrimos la puerta del salón Silvia estaba de rodillas con la boquita abierta y la lengua fuera. Marta se plantó delante de ella y la cruzo la cara.
– Esta noche también soy tu Ama puta, asique trátame como merezco ¿Qué haces que no estás chupándome los pies y suplicando por qué no te destroce?
Silvia comenzó a lamerle los pies desesperadamente mientras la suplicaba a Marta, haciendo que lloraba que fuera buena con ella. La ordenó que pusiera el culo en pompa para que yo pudiera inspeccionarlo. Me coloqué detrás de ella y la di unos sonoros azotes en las nalgas y después en el coño.
Jugaba con el plug de su culo mientras Marta aceraba la cara de la perra a su coño y comenzaba a restregárselo por todos lados, parando de vez en cuando a escupirla y darla un tortazo.
–Por mucho que supliques puta, hoy te vamos a reventar y ya verás lo mucho que vas a rogar por ello y como nos lo vas a agradecer después.
Tenía el coño de Marta tan pegado a la boca que solo se la oyeron unos balbuceos, me acerque por detrás a su cabeza y se la aparte del coño de Marta tirando de su pelo y agarrándola de la garganta.
– ¿Tienes algo que decir objeto sexual?
– Usarme como deseéis Amos por favor, esta puta quiere que la reventéis, que la vejéis y que la hagáis sentirse totalmente el blanco de vuestros abusos.
Marta se rio de lo patética que era y pego de nuevo la boca de Silvia a su coño, comenzó a mear sin dejar espacio entre la boca y el coño lo que hacía que Silvia se medio ahogara pero lo tragara todo.
– Mira que cerda es, se bebe mi pis y ni siquiera la he ordenado que lo hiciera. – Silvia deja un charco de su pis en tu boca cuando vaya a acabar, quiero follarte la boca con eso hay.
Cuando Marta terminó Silvia estaba con la boca totalmente abierta guardando el pis y la cara hacia arriba para que no se le callera. Y con el culo en pompa, daba gusto mirarla.
Le dije a Marta que fuera a por él consolador más grande mientras colocaba mi paquete frente a la boca de Silvia y me bajaba los pantalones dejando ver 20 cm bien duros. Mientras me la masajeaba escupía dentro de su boca ya llena de pis y la daba golpes y la restregaba mi polla por la cara.
Llegó Marta con un arnés de 22 cm de largo y 7 de ancho, la quito el plug y comenzó a reventar su ano terriblemente agarrándola de la cintura y moviéndola a su voluntad. Yo por mi parte agarre con las dos manos la cabeza de Silvia y sin miramientos introduje todo mi pene en su garganta, comencé a follármela mientras se ahogaba con mi poya y la sopa de su boca, la cual lanzaba violentamente.
Entre embestidas, tortas, escupitajos y demás vejaciones estuvimos cerca de una hora abusando de la putita de Silvia. Cuando empezó a llorar por el dolor anal y la garganta irritada, Marta planto su culazo delante de su cara lagrimosa y planto un enorme zurullo en el suelo a escasos centímetros de la boca de la perra. Esto hizo que me corriera sobre aquel montón caliente de mierda.
– Eres mierda Puta, limpia este estropicio del suelo con tu lengua. Y ya es bastante honor que te dejemos hacerlo.
– Gracias Amos esto os lo pagare con lo que vosotr….
Marta agarro la cabeza de Silvia y la incrusto sobre la mierda corrida haciendo que se golpeara contra el suelo. Piso su cabeza y comenzó a restregarla por la mierda y el suelo mientras la gritaba.