Natalia y Mario se gustan, pero nunca dijeron nada. Un día, gracias a una apuesta tuvieron el empujón que necesitaban para probar
No había temor más grande para ella que esas cosquillas que sentía cuando Mario se le acercaba para preguntarle alguna cosa de la clase. O cuando lo agarraba mirándola durante alguna materia. Ambos eras estudiantes de arquitectura. Estaban a mitad de la carrera y las cosquillitas venían desde el día que se conocieron.
Su relación consistía en holas, chaus y consultas de preguntas sin entender. Ni ella necesitaba sus respuestas, ni él las de ella, pero todos los días tenían algún contacto.
Natalia era una chica dedicada a sus estudios, de familia humilde, con un rostro de niña inocente enmarcado por su larga cabellera castaña, no solía ser de las que arrancaran suspiros pero tampoco pasaba desapercibida con sus caderas bien marcadas y su cintura pequeña.
Y Mario, bueno él era uno de los chicos más lindos de la carrera, inteligente y gustoso de correr en cuanta maratón se le presentaba. Con sus ojos marrones, cabello castaño oscuro con pequeñas ondas, tez clara y su metro ochenta y tres eran el deleite de las chicas de arquitectura. Desde que había empezado sus estudios sus novias habían sido todas de otras carreras, nunca se fijo en alguna chica de su propia área, pero todo era por causa de una apuesta que circulaba entre un grupo de chicas. La apuesta dictaba que la chica que se acostara con él e incluso lo enamorara seria idolatrada por las otras y además seria merecedora de la ayuda de las demás para aprobar materias. Mario se había enterado de esto por unos amigos y se había enfurecido, fue por eso que decidió que ninguna de las chicas de su carrera valía la pena. Aunque no podía negar que algo en su interior lo llevaba a sentir admiración por Natalia.
Natalia por su parte tenía ya dos meses de estar conociendo a un chico, aún estaban en la etapa de amigos, pero Luis tenía muchas más ganas de muchas cosas más que solo amigos. Ella tenia como objetivo en su vida teminar su carrera, ya que sus padres estaban haciendo un gran esfuerzo para que ella estuviera allí, conocer a Luis había sido idea de una amiga y hasta el momento no le había parecido un mal chico. Aunque había algo que no la dejaba avanzar, no sentía mariposas o nervios con él, como le pasaba con Mario.
Para el grupito de chicas que competían por Mario, Natalia era un obstáculo, la dulce chica que era amiga del objetivo. Pero a pesar de lo malas que podían ser eran las únicas que veían las cosas como eran. Tanto Mario como Natalia se tenían ganas, pero ninguno de los dos quería asumir la realidad.
El grupito armo un plan pensando en que ellos era ya una posible pareja, pensando en que lo que estaban haciendo era separarlos para siempre.
Nadia era la más interesada en Mario, él era su perfecto amor, su obsesión.
– Este viernes aremos que esa pesada deje en paz a Mario- dijo Nadia enfurecida al ver a Mario acercarse a Natalia para corroborar unas cuentas.
– Mira como le sonríe, es una estúpida – dijo otra de ellas.
– No queridas no es para nada estúpida, lo tiene bien engatusado al pobre tonto. Observen que él desde que ella entras hasta el momento en que se le acerca no mira más nada que a ella. – concluyo Nadia.
El plan era simple harían que Mario se enterara de la relación de Natalia con Luis, pero le agregarían mucha información ficticia.
Era jueves por la tarde y Nadia caminaba por los pasillos de la universidad en busca de su objetivo, en cuanto lo vio corrió a él para contarle lo que tenía en mente.
– Hey Mario, como estas?
– Bien, vos? –No conocía a Nadia muy bien, pero ella siempre había sido amable con él así que no tenía porque no serlo con ella.
– Bien, algo preocupada por el próximo examen – Nadia sabía que la mejor manera de entablar una charla con Mario era en forma académica
– No te preocupes, va a ser muy fácil.
– Mataría por tener la inteligencia de Natalia, ella siempre saca buenas notas – tiro de cebo Nadia
– No sé, no me he fijado – mintió.
– Si, ella siempre saca notas altas y quién lo diría siendo una chica tan ocupada. Creo que de todos estos años nunca la he visto soltera. Siempre con uno y con otro, pero creo que esta vez está enamorada. – Mario miro para otro lado intentando ignorar el comentario – bueno creo que me estoy pasando de chismosa. Que te puede interesar a vos que haga o deje de hacer ella. Es que Luis es un viejo compañero de escuela y se que no lo he visto nunca tan enamorado como lo está ahora. Tiernos No? – largo una risita sínica y se despidió con un beso – me tengo que ir, nos vemos.
Esa tarde Mario se dedicó a mirar a Natalia todo el día, no sabía la causa de su irritación al verla reír o mandar mensajes. Su mente se negaba a analizar las posibles causas de su reacción. Ese día no hubo contacto entre ellos, no le fue a preguntar nada y tampoco la saludo con la mirada como hacia siempre.
Esa noche Natalia llego a su departamento alrededor de las ocho de la noche, no se había dado cuenta de su mal humor hasta que Luis intento llamarla, esta rechazo la llamada y apago el teléfono por un rato. Se sentó en la silla del escritorio y noto que su mal humor había comenzado cuando intento saludar a Mario como lo hacía a diario y este le había esquivado la mirada, no solo esa vez sino todas las que siguieron. Despotrico enojada por un largo rato hasta que sintió hambre.
Por la noche soñó como le escupía a la cara su enojo a alguien, le decía un montón de cosas pero terminaba a los besos. Se despertó de un humor insoportable, pobre del que se cruzara en su camino ese día.
Esa mañana tenían clases a las nueve y Natalia llego diez minutos antes. Sin intenciones de hacerlo se encontró con Luis en la entrada y caminaron juntos hasta el aula de Natalia.
– Anoche no me llamaste, pensé que te había pasado algo malo – comento sarcástico Luis
– No pasó nada, fue uno de esos días donde llegue derecho a dormir – contesto ella intentando ser amable.
– Vamos Nati aunque sea un mensaje me hubieras mandado, pensé que te había pasado algo, iba a esperar hasta hoy y si no llegabas a clases llamaba a la policía – bromeo
– No pasó nada. Que a vos no te dan ganas de estar solo un día entero sin que te acosen – contesto enojada
– Yo no te acoso, me preocupo que es diferente – dijo ofendido
– Ajj yo no dije que me acosabas. No mal intérpretes. – Natalia estaba por explotar con el chico.
– Bueno mejor me voy a clases antes que digas algo que me haga decir algo- se acercó a ella- me das un beso? – pregunto al ver que ella no reaccionaba.
– Mejor anda a clases y hablamos un día de estos – se sentía acosada y enojada, solo quería alejarse del pobre muchacho.
Luis salió enojado por el pasillo y Natalia se fue en dirección contraria a un rincón alejado de la gente.
– Estas bien? – pregunto alguien a sus espaldas
– Sí. Ahora entro. No pasa nada! – contesto enojada y sin darse vuelta
– El profesor aun no entra, no hay apuro. De verdad estas bien? – volvió a consultar ese alguien
– Yo … – se dio vuelta enfurecida con quien la molestaba. Pero cuando vio a Mario con cara de preocupación se olvidó de su enojo – hola- dijo sorprendida – Si estoy bien, estoy teniendo un día con humor de perro y al parecer la gente no lo quiere entender.
– Uh eso es por mi o por tu novio – dijo sarcástico
– Ni por vos ni por mí no novio, es solo en general. – Mario sonrió sin querer
– Quieres tomar un café conmigo? El profe va a llegar media hora tarde. Mando un correo
– Dale vamos. – dijo sin pensar Natalia
Nadia los estaba mirando desde lejos, enojada, balbuceando incoherencias.
El café fue algo normal. Hablaron de las materias, los exámenes, los estudios y nada fuera de lo común, hasta que llego Nadia a dejar colaborar con la charla.
– Hola chicos. Que hacían?
– Nada – contestaron al unísono.
– Estuvieron practicando eso? – pregunto irónica.
Los chicos se miraron y se largaron a reír. Nadia los miro encolerizada y agrego
– Vienen esta noche a la fiesta de pasillos? Bueno Luis ya te debe haber invitado Nati – dijo antes de que los chicos contesten.
– No tenía idea que había una fiesta – respondió Mario
– Yo tampoco – dijo Natalia mientras miraba la hora – se nos hace tarde, vamos.
La clase transcurrió como si nada, el día paso sin nada que contar. A Natalia se le había pasado el mal humor con el café de la mañana y Mario había vuelto a su rutina de preguntar o corroborar resultados con Natalia.
Esa noche Luis no había dado señales de vida y a Natalia le importaba menos que nada que eso pasara. Varias amigas le habían dicho de ir a la fiesta pero no la habían convencido del todo hasta que una de ellas le dijo que seguramente todos los chicos de la universidad iban a estar allí, buscando compañía. Una curiosidad incontrolable la llevo a prepararse para salir con sus amigas. Ella quería ver quienes terminaban la noche solos y quiénes no. Ella quería ver si él terminaba con alguien.
La fiesta se llevaba a cabo en los tres primeros pisos de la universidad. En cada uno de ellos había una pista de baile con diferentes ritmos. Las chicas con las que había ido tenían la intención de pasar por cada una de ellas antes de elegir una. Natalia las seguía entre la multitud y bailaba con ellas en cada pista.
Cuando estaban en la última pista sintió que una mano la agarraba del brazo y la retenía mientras sus amigas se alejaban sin darse cuenta. Natalia se dio vuelta enojada y se encontró con Luis cara a cara.
– Que estás haciendo acá? – pregunto enfurecido – te hacía en tu casa
– De que me estás hablando. Yo estoy donde quiero. Que te pasa? – le dijo mirando la mano alrededor de su brazo
– Creí que eras mi novia, no pensé que te metías en fiestas mientras tenías novio. Sos bastante diferente a lo que me imagine – mientras Luis decía esto la llevaba del brazo hacia un rincón vacío, el aliento le olía a alcohol.
– Luis suéltame, me está apretando muy fuerte – sacudió el brazo
– Vos me estás haciendo mierda a mí – dijo arrastrando las palabras – Hace dos meses q estamos saliendo y me das escasos besos. Tengo ganas de cogerte hace meses y vos me das besitos – escupió enojado.
La cara de Natalia paso de enojo a pánico. Quería alejarse de él ahora mismo pero no la soltaba.
En un momento le soltó el brazo pero le agarro las manos y se las puso en el pecho en un gesto dramatico. Natalia tironeaba para soltarse pero Luis la agarraba cada vez más fuerte.
– Nati quieres bailar conmigo? – Mario salió de la nada y se paró junto a ella.
– Ssiii – intento decir lo más seria que pudo, pero tenía los ojos llorosos y la vos ahogada.
– Salí de acá don juan idiota, ella está hablando conmigo. – Mario no desvió la mirada hacia Luis cuando este le hablo tan mal educadamente.
– Vamos – le dijo a Natalia mirándola a los ojos.
Natalia zafo sus manos del agarre de Luis que estaba atónito por la forma en que Mario lo ignoro.
– Luis!! – Natalia aferro su mano a la de Mario para tomar coraje – no te me vuelva a acercar nunca más – recalco firmemente la frase Nunca más.
A Natalia le temblaban las piernas mientras caminaba de la mano tras Mario. Este atravesó la multitud hasta las escaleras y subió hasta el último piso. Este estaba acomodado como reservados improvisados para los chicos que querían hacer algo más que besarse cariñosamente.
Atravesaron rápidamente el pasillo lleno de parejitas que se besaban más que apasionados hasta el final donde habían un par de puertas de laboratorios. Mario introdujo una llave en una de ellas y al entrar tecleo una contraseña en el panel de alarma, después cerró la puerta tras de él con llave.
Natalia se sentó en una de las banquetas del salón.
– Ok… – dijo Mario pasándose la mano por el pelo – estas bien de verdad?
– Sí, me asuste un poco. Jamás pensé que Luis se podía poner así con un poco de alcohol – Natalia observo el laboratorio distraída.
– Eso no fue el alcohol. Eso fueron celos. Tu novio no está nada bien – busco una silla para sentarse.
– Por qué insisten en que es mi novio. Nos dimos unos besos, nos estábamos conociendo. Que tan puritana me veo que piensan que me voy a poner de novia con cualquier loco después de un par de besos. – Natalia sonaba enojada
– ¿Entonces no estas enamorada de él? – pregunto asombrado
– ¿enamorada? Apenas nos conocemos. ¿¡¡ De que estás hablando!!? – Natalia encaro para la puerta decidida a irse. Manoteo la puerta y la encontró cerrada con llave.
Mario empezó a balbucear cosas mientras caminaba por el laboratorio. Mientras tanto Natalia lo miraba desde la puerta.
– Abrí. Me quiero ir, un loco por día es suficiente – lo miro esperando una respuesta
– Ustedes apuestan – balbuceo – siempre me encaran y yo nos les hago caso – siguió hablando solo.
– Mario… hey háblame a mí. Que te pasa? – miraba desconcertada desde la puerta intentando entenderlo.
– ¿Vos sos amiga de Nadia? Es decir ¿sos parte del grupito que apuesta? – La mirada de Mario rogaba por una respuesta.
– De que estás hablando. Nadia se junta con Laura y no se los nombre de las otras. ¿Que apuestan? – pregunto intrigada
– Dale Nati vos no sabes de que es la apuesta. No te la creo
– Yo no se nada, ¿Qué apuestan?
– Bueno sabes que – Mario camino directamente hacia Natalia – ya no me importa
– Qué? – alcanzo a preguntar Natalia cuando Mario le puso las manos a cada lado de la cara y la beso
Al principio todo fue confuso para Natalia. En su cabeza se repetía la palabra apuesta y en su estómago se había desatado un enjambre de abejas que no podía controlar. Sentía los labios de Mario deslizarse por los suyos. Movía su lengua de una manera maravillosa. Era dulce y sencillo. No sobraba ni faltaba nada. De a poco se dejó llevar por la sensación de deseo que le provocaban los besos y pasó sus brazos alrededor del cuello de Mario.
Lentamente Mario empezó a profundizar los besos y a respirar profundamente. Natalia sabía que si seguían besándose así no habría vuelta atrás, así que con un gran esfuerzo rompió el beso.
Ambos jadeaban por aire y se miraron sin decir palabra por varios minutos.
– Necesito que me aclares lo de la apuesta. Por favor – pidió Natalia
– Bueno. Conoces a Nadia y a su grupo de amigas?
– Si, se sientan todas juntas y hablan durante toda la clase, sea cual sea la clase – ambos rieron
– Bueno, varias de ellas me han encarado y yo las rechazo cada vez. Así que se propusieron acostarse conmigo y la que lo logre gana la apuesta. Pero yo no tengo intenciones de estar con nadie de la carrera.
– Por qué? – Natalia estaba intrigada
– No sé – Mario se sentó de un salto sobre una mesada enorme del laboratorio y Natalia se sentó en una banqueta – no me llaman la atención, son todas tontas – comento mirando el suelo.
– ¿Caigo en la bolsa de tontas entonces? – consulto intrigada
– No quise decir eso, es que las he escuchado decir tantas cosas tontas sobre mi. Tu eres la excepción. Lo juro.
– Como es eso? – Natalia se paró de la banqueta y se acomodó entre las piernas de Mario. Él le sonrió
– Eres la mujer más inteligente y hermosa que conozco, y si tengo que hacer a alguien ganadora del premio de las mujeres locas de la clase, quiero que seas tú.
Natalia se le acerco lentamente, esperando una reacción de Mario. Él la miro por unos instantes antes de decidir.
El beso fue peligroso, cargado de energía. Ninguno de los dos tenia control de lo que estaba pasando. Mario fue quien se detuvo esta vez, no dijo nada, solo se bajó de la mesada y de un impulso subió a Natalia en ella.
– Sé que esto no es lo correcto – balbuceo Mario mientras volvía a encontrar la boca de Natalia y Sus manos se clavaban en los muslos de ella.
Natalia se estaba dejando llevar por lo que Mario la hacía sentir, ese choque eléctrico que se desprendía de sus manos y llegaba directo hasta su sexo.
Las manos de Mario se deslizaban suavemente por bajo de la minifalda y a ella le gustaba eso. No dudo en enterrar sus uñas en la espalda de Mario a través de la camisa que llevaba.
Mario dejo la boca de Natalia solo para bajar a besar su cuello. – Esto no puede pasar, está mal – repetía mientras bajaba por el escote de la camisa de Natalia.
Natalia noto que él estaba teniendo una lucha interna por lo que estaba haciendo y ya que las palabras no le salían opto por los actos. Tomo la cara de Mario y lo hizo mirarla a los ojos, comenzó a desabrochar uno a uno los botones de la camisa.
– Segura? – pegunto Mario sin quitar los ojos de los ojos de Natalia.
– Me estoy ganando un premio muy importante, lo quiero todo – le contesto besándolo nuevamente.
Natalia termino de desabrochar los botones y paso su mano por el pecho y los abdominales de Mario. Él era realmente sexy. Después de sentir la piel de cada parte de su pecho, bajo y desabrocho el botón del pantalón que tenía puesto. No se lo quito, solo libero el miembro erecto de su amigo.
Ansiosa por conocerlo bajo la mirada y se encontró con un grueso y largo amigo. Mucho más apetecible de lo que ella esperaba. Salto del mostrador al piso, se arrodilló y se lo llevo a la boca.
– Mmmmmssss – exhalo Mario al sentir los labios de Natalia rodearlo – yo … mmmm estoy sorprendido
Mario se encontraba parado, con las manos apoyadas en la mesada frente a él, con los ojos cerrados. Natalia no era una experta pero sabía lo que hacía.
Luego de unos minutos.
– Bien, bien, detente – Mario tomo a Natalia de los hombros y la paro frente a él. La observo por unos momento- estoy atónito, se supone que tu eran mi amiga inocente y ahora … o dios… – se mordió el labio
– ¿En que estás pensando?
Mario pasó su mano por el escote de la camisa y empezó a desprender uno por uno los botones. Lentamente los pechos de Natalia empezaron a aparecer. Una vez que desabrocho todos los botones volvió a subir su mano y le paso los dedos lentamente desde el cuello hasta el borde de la minifalda.
– La saco o la corro? – pregunto con urgencia
– Córrela – jadeo
Mario puso ambas manos al final de la pollera y la levanto dejando la tanga rosa a juego con el corpiño a la vista. Paso sus uñas por la carne de las piernas y luego con un dedo corrió la tanguita a un lado. Mientras él se deleitaba con esto Natalia seguía masajeando lentamente el miembro de Mario.
Del bolsillo trasero del pantalón Mario saco un preservativo y se lo coloco rápidamente. Luego tomo a Natalia del cuello, para hacer que lo mire, y la beso nuevamente, con hambre, con deseo. La sentó en una de las banquetas para que quede a la altura apropiada y la penetro lentamente.
– Mmm despacio – pidió Natalia – es mucho mmm – envolvió sus piernas en la cintura de Mario
Mario respeto el pedido de Natalia y se movió despacio, pausado. Entro lentamente hasta donde le dio su extensión y volvió a salir.
– HAyyy – grito Natalia cuando lo sintió empezar con el vaivén de caderas – MMMM – Natalia tenía el cuerpo hacia atrás, apoyando los codos en la mesada. Miraba a Mario con ojos de deseo mientras este iba y venía penetrándola. Respiraba entre cortado y gemía echando la cabeza hacia atrás. Ella misma se había quitado el corpiño dándole acceso a Mario que se deleitaba masajeándole los pechos.
– Creo que te deseo más que a nada en el mundo. Dios perdí la cabeza – Mario clavo una de sus manos en la cintura de Natalia y con la otra le acaricio la cara, bajo por sus senos y volvió a subir.
El vaivén de cinturas y los gemidos se prolongaron por un rato. Hasta que Natalia empezó a gemir cada vez más fuerte, a respira cada vez más pesadamente.
– Voy a acabar. No aguanto más – gimió Natalia.
– Vamos preciosa acaba para mí – en ese instante Natalia hecho todo su cuerpo hacia atrás y se dejó llevar por el potente orgasmo.
Natalia respiraba pesadamente, su cuerpo casi desnudo temblaba bajo el calor del orgasmo.
– Mmmm que rico que estuvo eso. -Mario salió de adentro de Natalia – mms – gimió al sentirlo retirarse.
Después de agarrar unos manteles que estaban en una de las mesadas y con ellos realizar una cama improvisada en el piso, los dos se recostaron en el suelo.
– Siéntate tú en el piso – le ordeno Natalia que se terminó de sacar la ropa que le quedaba.
– Bien – obedeció sentándose desnudo sobre los manteles. Mario observo como Natalia se sentaba sobre su regazo y con una mano guiaba la penetración.
– Oh por Dios- exclamo Mario que sentía cada parte de su falo ser absorbido por Natalia
– ¿Te gusta? – preguntó Natalia mientras subía y bajaba. Con sus manos sobre los hombros de Mario
– Me gusta mucho – las manos de Mario estaban duras a los costados de su cuerpo – hay dios, mucho – apretaba cada vez más las manos a sus costados – No creo que me pueda controlas mucho más.
Natalia empezó a mover sus caderas de arriba abajo, sin separarse mucho del cuerpo de Mario, sus caderas simulaban un baile que llevaba la penetración al máximo. Mario empezó a mover el cuerpo para recibirla cada vez más rápido y más profundo.
– Mierda, mierda. Estate quieto hombre me vas a hacer acabar nuevamente. – Mario hizo oídos sordos al pedido y continúo con su vaivén.
Tomo a Natalia por la cintura y la hizo apurar el paso y a la vez presionaba para que la penetración fuera realmente profunda.
– Ah ah ah aaaah – Natalia empezó a gemir. Mario la beso apasionadamente y con una incontrolable convulsión de su cuerpo Natalia acabo nuevamente
– ASIIII – exclamo Mario que también acabo. Presionando a Natalia lo más profundo que pudo. Su cuerpo se tensó por un buen rato mientras expulsaba su ser.
Mario callo de espalda al suelo y Natalia callo sobre él. Los dos respiraban agotados. El sudor les corría por la frente y el cuerpo.