El destino o la suerte ponen en mi camino a Julia, una ama de casa que necesita placer y tiene mucho para ofrecer
Hola, disculpad el retraso en escribir y mi forma errática de hacerlo en estas últimas semanas – con dos historias inacabadas como son las de la catequista y la presidenta del AMPA, pero por una parte en verano las vacaciones estivales de la mujer y escolares de los niños dejan menos tiempo libre del que uno querría para hacerlo, y por otro lado éste ha sido absorbido por una nueva experiencia
Semanas atrás, y con motivo de mis últimos relatos, de entre las personas que me contactaron hubo una que me llamó especialmente la atención. Se identificó como Julia, y tras felicitarme por mis relatos iniciamos contacto por mail primero y por Hangouts después: supe así que es casada, de 42 años, en situación muy similar a la mía – atrapada en un matrimonio aburrido, solo sostenido por la monotonía y los hijos, aburrida, con escaso sexo y nula dosis de morbo-. Según intercambiábamos mensajes, y dentro del más absoluto anonimato, descubrimos que no sólo tenemos muchas cosas en común – los dos buscamos en la red motivación para mejorar nuestra vida sexual, sin dejar de por ello a salvo nuestro matrimonio- sino que, por una de esas casualidades de la vida, vivimos relativamente cerca el uno del otro, lo cual añade más picante a nuestros escarceos digitales al hacerlos potencialmente reales en nuestro subconsciente… A Julia, como a mí, le gusta el sexo, no tiene inconveniente en poner los cuernos a su pareja si se presenta la ocasión, y además es sexualmente sumisa. Por las fotos que me ha enviado está todavía de muy buen ver, con caderas rotundas, un culo espléndido para azotarlo y unas tetas perfectas para hacerse una cubana en ellas. Estaba inicialmente escaldada por un par de contactos fallidos por internet de tipos que tan sólo querían que les enviara fotos de ella desnuda, y la proximidad geográfica le hacía mojar el tanga más de lo que ella misma se negaba a admitir. Poco tiempo después de iniciados nuestro contacto ya me llamaba amo, me contaba que había puesto los cuernos a su marido en varias ocasiones anteriores, y se mostraba cada vez más deseosa de hacerlo conmigo una vez más… La semana pasada, aprovechando mi eventual situación de “Rodríguez”, decidí dar un paso más y llevar adelante esta nueva aventura extramarital. Esta es la transcripción más o menos literal de nuestra última sesión de Hangouts anteayer
– Buenas noches perrita, ¿estás libre esta noche o está el cornudo por ahí?
– Buenas noches amo. No, todavía no se ha acostado
– Pues ya sabes, acuesta a las niñas, hazle la cena, diluye en su vino el relajante que tomas ocasionalmente para dormir y mándalo a la cama a ver el fútbol en la tele con la excusa de que quieres ver en la del salón cualquier bazofia de tertulianos que sabes que no soporta. Cuando al cabo de un rato esté dormido vuelve a conectarte, guarra
– Sí amo, me contestó en seguida, como si hubiese estado esperando mis órdenes desde hacía días. Joder, me pone cachonda perdida seguir sus instrucciones.
– Eso espero puta, porque apenas he empezado con ellas. Ahora quiero que te quites el tanga y el sujetador, cojas el camisón más transparente de los que tengas y le hagas la cena al cornudo con él, inclinándote al servirle para que te vea el canalillo, que note tus pezones duros contra la tela y el culo y el coño desnudos bajo la misma. Que vea a su mujer semidesnuda, que se ponga cachondo, pero no le dejes besarte, ponerse cariñoso ni sobarte, ni mucho menos follarte… quiero que se vaya a la cama y se quede dormido preguntándose por qué la zorra de su mujer está semidesnuda en casa esta noche, seguramente con dolor de huevos o tras cascársela, ja ja ja
– Enseguida, amo, me contestó Julia. Se me han puesto los pezones duros como piedras sólo de imaginármelo… puedo tocarme? Sólo un poco, por favor….
– De acuerdo puta, así además de tus tetas verá tu cara de zorra encendida de deseo…pero no más de un par de minutos, y por supuesto tienes prohibido correrte
Tras controlar el tiempo mientras yo mismo me sobaba la polla dura como el hierro la volví a interpelar
– Ya sé que no te gustan mucho enviar fotos por internet, pero como ahora soy tu amo quiero que me mandes una para ver cómo estás vestida perra. Obedece, deja de tocarte y muéstrame cómo están tu coño y tus tetas
Casi al instante recibí una foto suya frente al espejo de su dormitorio, en la que a duras penas se tapaba el rostro con el smartphone. Se le notaba congestionada y sin duda alguna excitada. El modelo de camisón escogido no era ni mucho menos de lo que llamaríamos lencería sexy: blanco, sin mangas, largo a la altura de medio muslo y con un dibujo enorme de Mickey Mouse en su parte delantera. Pero lo que lo hacía interesante era que estaba tan gastado que la tela se notaba que transparentaba con facilidad a contraluz, y además el escote estaba bastante holgado por el uso y era una invitación inevitable a mirarle el canalillo. Las tetas de Julia, pese a la falta de sostén, lucían muy dignas y sugerentes, morenas y turgentes, y sus pezones se intuían erectos tras el algodón. Nada más recibir la foto le contesté
– Muy buena elección zorra, me parece que tu marido va a pajearse bien a gusto esta noche mientras su mujer zorrea con otro en sus narices. Pero aún falta la guinda del pastel: Métete el dildo anal que me comentaste el otro día que tienes por el culo, y luego ve al frigorífico, coge un cubito de hielo y pásalo por tus aureolas y pezones hasta ponerlos completamente de punta. Cuando estés lista te acercas al salón, te inclinas sobre el sofá donde está el cornudo viendo la tele y poniéndole las tetas en la cara le preguntas como si no te dieras cuenta de nada si quiere cenar salchichas, ja ja ja
– Eres un cabrón morboso, no sólo zorreas con su mujer sino que también lo humillas a él, me contestó ella
Yo le repliqué ipso facto
– Te recuerdo que la que cornea a tu querido esposo, que además de eyaculador precoz es un pichacorta, eres tú, que no eres sino una viciosa, una guarra salida que gozas de que te someta y te humille, y si no me crees métete un dedo y comprueba cómo de encharcado tienes ahora el coño, puta… pero bueno, tú misma, si quieres lo dejamos aquí y ahora, y cada uno por su lado
No habían transcurrido ni treinta segundos cuando Julia me contestó
– Joder cabrón, me tienes caliente como una recién casada con el culo pegado a una estufa… sé que soy una zorra y una mala esposa, pero tengo el coño encharcado, las tetas me duelen de lo duros que tengo los pezones, y me muero de ganas por trolear a tus órdenes al cornudo y correrme contigo después.
– ¿Cabrón, puta? Le repliqué. Aquí el único cabrón es tu esposo, ¿entendido? a mí me llamas amo o señor. Ya hablaremos luego de tu castigo. Ahora ve a calentar al cornudo con la excusa de llevarle una cerveza en la que diluirás el Valium que te indiqué, y luego me lo cuentas por Hangouts. Y recuerda, tienes prohibido dejarte tocar bajo ninguna circunstancia, ni correrte
Apenas habían transcurrido unos minutos cuando Julia contactó conmigo y me dijo
– Amo, al pobre casi le da un ataque cuando me incliné sobre él y le puse las tetas literalmente delante de la cara. Abrió los ojos como platos y hasta tartamudeó cuando, retirándome presta para evitar que además de la vista se le fueran las manos hasta las mismas, le dije si quería cenar salchichas. Estaba tan sofocado que se bebió medio vaso de cerveza de golpe, sin saber que con ello no hace sino incrementar su cornamenta, ja ja ja. Lo que no sé es ahora es si seguirá pegado al televisor o vendrá a la cocina tras de mí
– Tranquila, le dije, el cornudo piensa que tiene tiempo para echársete encima luego, y no es un macho alfa de los que se dejan llevar por los instintos y actúan, sino un mierdecilla que ahora mismo debe estar auto convenciéndose de que su mujer no estaba zorreando con él y que todo ha sido producto de su imaginación. Para más tarde, cuando lo sigas provocando como una vulgar puta, será demasiado tarde: tú lo mandarás al dormitorio y su alma de sumiso y el sopor del Valium harán el resto. Ahora quiero que le prepares la cena, pero con un toque especial…
– ¿Cual, amo? Contestó mi nueva putita, ya completamente sometida…
– Antes de freírle las salchichas quiero que te las metas hasta el fondo en tu coño para impregnarlas bien de tus jugos… Ya que me comentas que el cabrón no baja al pilón y te come el chocho, que sepa al menos lo que se pierde. Ah, y las salchichas que sean las más grandes que tengas en casa, ¿entendido puerca?
– No hay problema amo, me contestó Julia. Tengo unas tipo hot-dog que suelen comer habitualmente mis hijas, pero que vendrán de perlas para la ocasión. Lo único es que no sé si me entrarán enteras hasta el fondo del coño de lo largas que son, buff… ¿puedo tocarme un poco mientras me las meto?
– Claro perrita, te lo estás ganando, pero no olvides que tienes prohibido tocarte bajo ningún concepto, eso será más tarde, si te portas bien y te lo mereces. Ahora tengo que dejarte
Continuará