Él se babea por su vecina y está cansada, decide darle una buena lección sadomaso

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Estoy parado justo en la puerta de la vivienda de pisos donde vivo, jugando con las llaves en la cerradura haciendo algo de tiempo como suelo hacer cuando veo a mi vecina dirigéndose hacia el portal.

De reojo la veo venir con sus mallas negras del gimnasio y su camiseta deportiva roja ajustada y mi entrepierna empieza a crecer institivamente. Justo unos segundos antes de que ella llegue a la puerta del portal consigo abrir la cerradura y entrar justo a tiempo para abrir la puerta y dejarla pasar.

– Buenos días – digo por cortesía -.

Ella me mira por un momento de arriba a abajo y pasa sin dirigirme la palabra. Puedo verla andando delante mía con esas mallas negras ajustadas que pone de manifiesto un trasero generoso pero curtido por el gimnasio y esos muslos fuertes y prietos.

Por un momento mira hacia detrás y me pilla mirándole el trasero, su mirada lo decía todo: vaya tela el salido este! Pero con la superioridad que su físico le otorga sigue hacia delante y empieza a subir las escaleras.

Yo voy detrás suya hipnotizado por ese culo, incluso fantaseando con poder besarlo, todo ello en un tramo de escaleras corto. Llegamos al primer piso, donde yo me quedó, pero antés de seguir con el siguiente tramo de escaleras se agacha casi delante mía para abrocharse los cordones de sus zapatillas deportivas. Os podeís imaginar la situación, con ella agachada a escasos centímetros míos , no pude evitar mirar fijamente la excitante vista que tenía delante.

Solo fueron unos segundos, tras los cuales ella se enderezó y me lanzo una mirada cargada de desprecio:

– sera guarro…- acerté a escucharle decir entre dientes mientrás subía las escaleras-.

Debí haberle pedido perdón en aquel momento pero no lo hice quedando mi imágen por los suelos. Lo que en aquel momento desconocía es que ella lo había hecho queriendo para ver mi reacción y justificar lo que mas tarde me haría.

Una horas después….

Estoy en mi casa cuando escuchó el timbre de la puerta. Miro por la mirilla y para mi sorpresa ahí estaba la vecina, con la misma ropa que llevaba antes y con cara de pocos amigos. En aquel momento estaba haciendo ejercicio en casa con unos shorts solamente por lo que fuí a ponerme una camisa… pero pensé que ya tenía un físico aceptable porque no hacer gala de él.

Así que abrí la puerta de esa forma con una amplia sonrisa. Si me esperaba una reacción de sorpresa por su parte no ocurrió, de hecho lo que hizó fue entrar hacia dentro con decisión. En ese momento el sorprendido era yo y no reaccione a pararla en ese momento.

– Estoy harta de las miradas por las escaleras, harta de que estes todo el rato babeando detrás mía, es repugnante… para mas inri mira como me abres la puerta…

– Yo….-

– No quiero escuchar ni una sola palabra ! – me gritó mientrás levantaba la mano.

Instivamente me protegí, porque pense que me golpearía de verdad, pero se contuvo aunque podía ver la ira reflejada en su rostro. Aproveché ese momento de relax para tratar de disculparme, procurando humillarme lo máximo posible y convencerla.

– Dime que quieres que haga para disculparme, haré cualquier cosa -.

– ¿Cualquier cosa?

De repente su expresión cambio, fue entonces cuando me di cuenta de que lo había planeado desde el principio para conseguir que yo dijera esa frase.

Me ordenó que me quitará los shorts que llevaba, quedándome solo con los boxers que usaba de ropa interior. Me dijo que buscará cuerdas o algo similar. Mi mente calenturienta empezaba a volar pensando en lo que podía venir y eso se veía reflejado en el bulto de mi entrepierna que crecía rápidamente.

Encontre un rollo de cuerda de la que se usan para tener la ropa.

– pfff, de verdad así crees que me voy a creer tus disculpas – y mientrás me decía eso me cogío de mis huevos apretándolos con fuerza y haciéndo que me retorciera de dolor.

– Esto es lo que entiendes por una disculpa – me seguía diciendo apretando aún mas fuerte y poniéndo su cara pegada a la mía.

Cuando me solto me eché las manos a mis doloridos huevos pero ella me cogió primero una mano y luego otra y me las ato separadas a cada una de las patas de la mesa larga que tenía en mi salón. Para mi sorpresa también me ato cada una de las piernas a las patas de la mesa, quedándo totalmente a merced de mi vecina y de todo lo que quisiera hacerme.

– Tranquilo, que no vas a poder desatarte – me advierte cuando institivamente intente mover las manos y las piernas –

Sin darme ninguna explicación, me soltó una tremenda patadas en los huevos. Como me cogíó por sorpresa solte un grito de dolor.

– Solo acabo de empezar y ya estas gritando así –

Se quitó las zapatillas y los calcetines que llevaba, tomó uno de los calcetines y fue metermelo en la boca. Trate de mantenerla cerrada pero con la mano que tenía libre me cogió los huevos con fuerza.

– ¿a que vas a abrir la boca? – y siguió apretando más y más hasta que no pude aguantar más y la abrí.

En un momento tenía los pies atado a cada pata de la mesa, y mi boca tapada con los calcetines que había usado en el gimnasio y asegurado con cinta aislante.

Lo siguiente fueron tres patadas seguidas en mis huevos, pero esta vez mis gritos de dolor se apagarón en los calcetines que llevaba en la boca.

Una sonrisa asomo a su cara mientrás yo asistía impotente a lo que iba a ser una paliza en toda regla . Y empezarón a llover las patadas una tras otra, alternando con rodillazos y mas patadas.

– esto es lo que te pasa por ser tan salido – y me soltó una patada con todas sus fuerzas -.

– a que te gustan mis piernas bien formadas en el gimnasio – mas patadas en los huevos -.

Despues de casi mediahora tuve la esperanza de poder parar la tortura cuando ella me preguntó si había aprendido la lección a lo que respondí moviendo la cabeza afirmativamente.

– Quiero escucharlo gusano ! – y otra serie de patadas que me dejo mis piernas temblando.

– Mumhmhm – fue lo máximo que conseguí decir.

– ¿Como? – y otra patada más impacto en mi entrepierna -.

– Mumhmhm…

– No puedo entenderte así que supongo que todavía no has tenido suficiente. Vamos a ver si logro hacerte cambiar de opinión.

Se puso de cuclillas enfrente de mi huevos y empezó a soltarme puñetazos primero de intensidad débil para ir incrementando la fuerza acabando con tres puñetazos en toda regla que hizierón que empezará a llorar.

– Uis, el pobre esta llorando, ¿demasiado para tí? – otra patada más en mis doloridos huevos.

– Haberlo pensado antes – y vinieron varias patadas más esta vez con todas sus. fuerzas.

No pude soportar más y me desplome, pero de nada sirvió porque estaba tan firmemente atado que el único movimiento que podía hacer para relajar el dolor era tratar de juntar minimamente las rodillas.

– Jajaja, tendrías que ver lo patético que te ves ahora… -.

– Voy a darme una ducha y a relajarme después del ejercicio, ha estado bien esto de practicas mi juego de piernas con tus bolas. Seguro que repetiremos…

Cogió las llaves de mi casa que estaban encima de la mesa y me dejo así: atado de manos y piernas, con unos calcetines bien sujetos a la boca y con mis huevos destrozados.

Relato del autor en Marqueze de nombre tvatix. Yo solo lo comparto por aqui. Den sus opiniones