Gracias a sus queridos padres se logra olvidar de su exnovio
(Este es un relato ficticio, una parodia de personajes reales en situaciones que probablemente jamás sucedieron)
Después de la ruptura con Julián, Oriana pasaba tiempo en casa de sus padres, no quería saber más nada con los hombres, por más que las amigas se la quisieran llevar de gira. Admiraba a sus padres que pese a los años de matrimonio se amaban con pasión. Ambos eran fanáticos del gym no aparentaban haber pasado los 50: Su madre Catherine, la actriz venezolana siempre con energía, y con unas curvas increíbles. El padre Ova parecía un atleta y hasta sus amigas se babeaban viéndolo.
Una noche cenaron justos, tomaron vino, y después se pusieron a ver una película en el living. Resultó ser aburrida y la hija se quedó dormida. Se despertó a la madrugada y su única compañía era la frazada que la cubría. En la oscuridad de la noche caminó hacia el baño. Vió una luz tenue que venía de la habitación de los padres, y al acercarse escuchó algunos sonidos que no supo que era. Unos pasos más y eran claramente gemidos, sumados al crujir de la madera. La puerta estaba entreabierta y pudo confirmar lo que sus oídos percibían: en la cama king size su madre en estaba en cuatro patas y su padre la tomaba del pelo y la cabalgaba con gran entusiasmo. Ambos cuerpos bien formados y transpirados eran un espectáculo para la jóven, que no podía dejar de ver y casi instintivamente llevó una mano a su entrepierna.
Los amantes cambiaron de posición, ella se acostó boca arriba en la cama. El la tomó de la cintura con fuerza y la guió hacia su pija poco a poco, para luego meterla hasta el fondo y sacarla completamente una y otra vez.
Oriana tenía una vista increíble, veía las grandes tetas de su madre rebotar con cada impacto y la cara de placer, y al mismo tiempo podía ver lo bien que estaba el padre, como sostenía a su esposa y se la cogía con gran pasión. Se estaba masturbando viendo este show privado, sin poder evitarlo gimió de placer. Cuando abrió los ojos, le pareció que su madre la estaba mirando, y hasta le pareció que le guiñaba el ojo.
En ese momento salió del transe en el que estaba, y corrió de vuelta al living, donde se tiró en el sillón y se cubrió con la frazada. La imagen de sus padres teniendo sexo seguía en su cabeza, Cerró los ojos y volvió a ver a sus padres… y no pudo evitar seguir tocándose. Dejó caer sus pantalones, y con una mano se subió la remera para tocar sus pezones.
Estaba tan dedicada a darse placer que no escuchó los pasos que se acercaron a ella, ni las suaves caricias en sus piernas… solo cuando la frazada dejó de cubrir su cuerpo pudo ver a sus padres completamente desnudos frente a ella. Oriana quedó boquiaberta por los hermosos cuerpos que la rodeaban y se dejó que la llenaran de caricias. Su padre le sacó el pantalón, mientras su madre le sacaba la remera sintiendo el roce de ese cuerpo escultural sobre el suyo. Era increíble el placer que sentía mientras dos bocas la recorrían, una fue subiendo por las piernas hasta posarse en su húmeda conchita donde se dedicó a lamer y chupar; la otra recorrió fue desde su ombligo hasta el cuello, enviando ráfagas de placer. Cuando fue a abrir la boca para gritar los grandes labios de su madre la cubrieron. Pese a la sorpresa inicial la lengua de madre y hija se trenzaron en un beso muy húmedo, mientras el padre le hacia tener un orgasmo que hicieron que su cabeza diera vueltas.
– Gracias papi.
– Recién empezamos ,nena.
– Yo también quiero acabar, hija… le susurró Cathy al oido.
Y diciendo eso cambió de posición y puso los otros labios sobre la boca de Ori. La concha estaba empapada con sus propios jugos, se veía aún más linda de cerca, y aceptó el manjar sin dudarlo. Chupaba y lamía como una experta, cuando de repente notó que algo invadía su propia conchita: su padre excitado con el show lésbico estaba durísimo y empezó a darle aún más energía con la que había estado cogiendo a su esposa.
La joven estaba en el cielo: no podía creer lo grande que la tenía el padre, mucho mejor que su ex. Y al mismo tiempo no podía dejar de comerse ese manjar que era su madre, si hubiera sabido que tenia ese gusto habría tratado se seducirla hace mucho. Cathy tomó por el pelo a su hija y le sostuvo la cabeza mientras movía sus caderas como si estuviera bailando sobre la boca hasta tener un ruidoso orgasmo, que lanzó chorros de jugos en la boca que trataba de tragar todo lo posible. Eso hizo que Oriana llegue a un nuevo orgasmo.
En el otro lado del sillón, Ova notó que sus dos mujeres estaban acabando, aceleró el ritmo para poder terminar junto a ellas, y se la enterró hasta el fondo a su hija, llenándola de placer… y semen. Ya agotado sacó la pija, dejando que corros blancos salieran de la concha.
Cathy, se lanzó a atrapar con su boca los hilos pegajosos, lamiendo el pene a su marido. Pero vio que todavía salia mucho de la concha de la niña, así que le pareció buena idea devolverle el favor a su hija al mismo tiempo que comía su comida favorita. Era un sabor nuevo, pero no muy diferente del de sus propios jugos al chuparsela a su marido. Quizás era más dulce, o quizás era el morbo, pero no podía dejar de chupar esa conchita.
Oriana no había terminado de disfrutar de otro orgasmo cuando de repente tenía a su madre comiéndosela, chupaba y tragaba el semen, y metía la lengua para buscar más. En esa posición se pudieron ver a los ojos, y notar que a ambas les encantaba lo que estaban haciendo. Ahora fue la hija la que tomó por los pelos a la madre, le marcó el ritmo para que le meta más la lengua. Ya no había semen, ahora se trataba de lograr que tuviera un nuevo orgasmo. Cathy estiró los brazos para tomar los pezones de la jóven, y mirándola fijamente a los ojos, la llevó a un nuevo e increíble orgasmo, llenando de jugos la boca de su madre.
Los tres estaban agotados, y se quedaron abrazados juntos y cubiertos por la frazada se quedaron dormidos. Ori nunca habia imaginado que tener unos padres que sean tan cariñosos podía ir tan lejos.