Mi hijo es mi cuidador y mucho mas

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A la mañana siguiente me desperté angustiada. Entre el calor que hacía en Málaga en esa época y el calor que me daban los vendajes estaba empapada en sudor. Llamé a David para que me ayudara a cambiarme de camiseta.

Mi pequeño apareció al instante. Me dijo que llevaba despierto un rato y había estado limpiando un poco el salón. Le dije que me ayudara a cambiarme la camiseta que la tenía mojada de sudor. Me fue enseñando camisetas del armario y le pedí una blanca de tirantes. David me sacó la camiseta y noté como lo hacía de tal forma que sus manos rozaran toda la carne que pudieran. Había estado pensando en ello la noche anterior. Primero me parecía fatal lo que habíamos hecho pero poco a poco me convencí de que en mi estado iba a aprovechar el hecho de que mi hijo menor fantaseara conmigo y quisiera descrubir cosas con su amorosa madre. También pensé en no protestar por lo que me hiciera, ya estaba casi convencida de que me había hecho rechazar a la enfermera para tenerme en sus manos aquella semana entera asi que yo entraría en su juego dejando siempre que él diera el primer paso. También supe de que debía hablar con él, que yo no podría ser pareja suya, que cuando me recuperara volvería con mis amantes, pero eso lo dejaríamos para más tarde.

Cuando me sacó la camiseta y mis tetas cubiertas por mi sujetador quedaron a la vista, David se quedó embobado mirándolas. Yo hice como que me fijaba en otra cosa para dejarlo a su aire.

– Cuanto sudor mamá. Voy a ir a por algo para secarte.

Me miré cuando salía de la habitación y era verdad. Tenía las tetas y, sobre todo, el canalillo entre ellas lleno de gotitas de sudor.

Al rato, mi hijo volvió con una toalla pequeñita que usaba para el gimnasio. Se puso delante de mi mientras yo permanecía sentada y comenzó a secarme el sudor de mi cuerpo. No me pasó inadvertido el hecho de que pasaba la toalla sujetándola de tal forma que las palmas de sus manos acariaban mi cuerpo por dande pasaba la tela. Evidentemente por la zona de mis tetas dio varias pasadas. Cuando fue a subirse a la cama para colocarse detrás de mi y secarme la espalda noté su erección en mi brazo, aunque creo que eso si fue más fortuito. Cuando terminó de secarme me acompañó al salón, me encendió el televisor y me trajo un café con una pajita, me dio de comer una tostada y luego me dijo que tenía que ir a comprar al supermercado.

Cuando le vi vestido y a punto de salir, le llamé.

– David, ¿Puedes traerme mi teléfono?

– ¿Me dices el código de desbloqueo y te marco algún número?- Me dijo al volver.

– Si, por favor. Busca en la agenda «Pedidos», tengo que comprobar algo que debía de confirmarse del trabajo y colócame el móvil en el hombro que lo pueda sujetar.

Por supuesto «Pedidos» era el contacto de unos de mis chicos. David le dio al botón de llamada, me colocó el móvil y empezó a irse.

– «Hola preciosa, te echaba de menos»

– Si, hola buenas. Mire, soy Elena de «Sigma Asesores».- Contesté esperando a que David saliera de casa.

– «¿Qué pasa?¿Hay moros en la costa? Y yo que esperaba que me dijeras guarradas».

– Hola guapo. Estaba esperando a que mi hijo saliera.- Respondí cuando David había salido.

– «¿Y dónde has estado zorrita?Te he llamado varias veces estos días».

– Pues por eso te llamo, tuvimos un accidente en la oficina, un incendio.

– «Oye, ¿pero estás bien cariño?»

– Bueno, me quemé las manos y tuvieron que operarme. Las llevo vendadas y sin poder usarlas pero mi hijo me ayuda con el día a día.

– «Cuanto lo siento nena. ¿Y puedo hacer algo por ti?»

– Eres un cielo. No te preocupes. Estaré así sólo una semana. Cuando me quiten las vendas te volveré a llamar.

– «Uff una semana sin tenerte se me va a hacer eterna, ya te echo de menos.»

– ¿Si?¿Y qué es lo que más echas de menos?

– «¿Lo que más? Jejeje. Tú ya sabes como adoro tu culo. Adoro sobarlo, azotarlo…y sobre todo adoro chuparlo, lamerlo y follármelo.»

Joder, que mal. ¿Para qué empiezo esto? Me estaba poniendo cachonda y no podía aliviarme de ninguna manera.

– Bueno, bueno, jajaja. Esto es mala idea, que me estás poniendo a mil y no tengo forma de quitarme el calentón. Ya te llamaré guapo.

– «Vale, Elena. Un besazo y que te recuperes guapa. Hasta pronto.»

– Adios.

Dejé caer el móvil al sofá y me puse a ver la televisión. Tenía los pezones marcando en la camiseta de tirantes y notaba la humedad en la entrepierna. Carlos, el chico al que había llamado, era un chaval de 25 años que conocí en un pub. De los hombres con los que solía verme era de lejos el que más me gustaba. Era un chico moreno muy guapo, con un cuerpo bastante delgado, con poco músculo. La primera vez que fuimos a su piso y se quitó la camiseta pensé que iba a ser un polvo de una noche…hasta que se quitó los pantalones y vi el tremendo pollón que tenía. Y aparte sabía usarlo y lo mejor de todo era lo complaciente que era. Le encanta comerme el coño y el culo y siempre tengo dos o tres orgasmos cuando nos acostamos. Por eso había decidido llamarlo a él. Podría decirse que era mi relación más «seria»

Cuando David volvió de la compra, ya estaba más tranquila. Él siguió con sus tareas limpiando la cocina y preparando de comer y yo seguí viendo las chorradas que ponían en la televisión. Comimos juntos y disfruté viendo como me miraba el escote cada vez que me inclinaba un poco para que me metiera la cuchara en la boca. Después no fuimos al sofá y estuvimos un rato hablando de nuestras cosas. Me hacía mucha gracia como hacía como que ni hubiera pasado nada entre nosotros en la ducha de la noche anterior. Al rato puso una película de su disco duro y nos pusimos a verla. David pasó su brazo por detrás de mi cabeza y yo, casi riéndome de tan cásico gesto de seducción, apoyé mi cabeza en su brazo.

No se cuando me quedé dormida, tantas pastillas me hacían adormecerme, pero si se que me desperté al notar el manoseo en una de mis tetas. Mantuve los ojos cerrados e intenté mantener el ritmo de mi respiración. Noté que al dormirme había dejado la cabeza apoyada en el hombro de mi hijo. No se cuanto tiempo había pasado hasta que David no pudo resistir empezar a meterme mano ni cuanto tiempo llevaba haciéndolo. Pasaba su mano por encima de la tela de la camiseta, cogiéndome la teta y acariciándomela por encima del sujetador. Entreabrí un poco los ojos y pude ver el bulto de su pantalón. Sonriendo volví a cerrar los ojos y dejarme hacer.

Al rato, David ya debería estar tan cachondo que empezó a meter su mano bajo la tela de la camiseta y tocarme directamente sobre el sujetador, y poco después empecé a notar sus dedos intentando meterse bajo él. Decidí ser mala y dejarle con las ganas. Moví un poco la cabeza y bostecé y noté como mi hijo daba un respingo y ponía rápidamente la mano en mi hombro.

– Vaya, me he quedado dormida. Joder con las pastillas.

– No pasa nada mamá. Pero voy a ir al baño que llevo un rato aguantándome.

Se levantó como un resorte y aproveché para mirarle el empalme que llevaba. Al baño claro. Allí iba la segunda paja que mi hijo iba a hacerse después de tocarme. Yo estaba encantada de que lo hiciera. Desde hace tiempo me ponía mucho ser la fantasía de hombres más jóvenes que yo y que fuera mi hijo, de quien jamás hubiera pensado que me miraba de esa manera, le da un toque muy morboso.

Volvió a los diez minutos bastante relajado y volvimos a hablar mientras veíamos la tele. Un momento complicado fue cuando tuve que hacer aguas mayores. había vuelto a hacer pis con la ayuda de mi hijo varias veces pero aquella fue la primera vez y me moría de vergüenza. Sólo contaros que mi hijo fue muy profesional, pasamos el trago y seguimos a los nuestro.

Después de cenar y seguir con nuestras cosas llegó el momento en que me empezó a entrar sueño. Empecé a bostezar y se me caían los ojos.

– ¿Tienes sueño mamá?

– Si cariño. Ya es tarde.

– ¿Quieres ducharte?- Me dijo mirándome expectante.

– Si que me vendría bien una ducha.- Joder, llevaba deseándolo desde que lo vi irse al baño a pajearse.

Como la noche anterior fue a preparar mis cosas antes. Cuando llegué al baño, vi sobre un mueble un tanga negro y una camiseta de tirantes negra. Sonreí al ver como quería vestirme mi querido hijo. Me desnudó con cuidado y volvió a ponerme las bolsas en las manos. Luego me ayudó a entrar en la ducha y empezó a mojarme. Aún no me había empezado a tocar y yo ya tenía los pezones duros como piedras y deseando que volviera a masturbarme y no se echara atrás.

– Mamá, ayer todo se llenó de agua y jabón y me fui a dormir sin recogerlo y esta mañana he estado un buen rato para dejarlo todo limpio. ¿Te importa si entro contigo para no dejarlo todo igual?

Me puse colorada de excitación sólo de pensar en ver a mi hijo desnudo y empalmado en la ducha conmigo. Carraspeé un poco.

– Claro cielo. Como tu creas que es mejor. Estoy en tus manos.

Esperaba que pillara el mensaje de aquella frase.

Observaba a mi hijo mientras se desnudaba. Tenía un cuerpo parecido al de Carlos, delgado y con poco músculo. Algo que ya sabía porque mi hijo David no era muy deportista que se diga. Se podría definir más como «friki». De piel blanca y debilucho de las horas pegado a la consola y el ordenador. Pero a mi me ponen muy cachonda los hombres tan delgados. Cuando se bajó los pantalones y los calzoncillos por fin pude ver su polla después de tantos años. Y ya empalmada. No era como la de Carlos, pero es que era difícil encontrar otra polla como la de Carlos. Mi hijo tenía unos aceptables 17 o 18 centrímetros asi a ojo. Me sorprendió que la llevara depilada, porque un hombre sin actividad sexual no suele tener esa zona muy cuidada. Fantaseé con que lo hubiera hecho ese mismo día mientras planeaba meterse en la ducha conmigo.

David entró en la ducha y se colocó detrás de mi. Ese día iba a empezar por detrás. Noté sus manos sobre mi espalda y empezó a enjabonarme, siguió bajando y se recreó con mi culo. Recordé las palabras de Carlos durante la breve llamada y noté como empezaba a mojarme. Luego David se agachó y me enjabonó las piernas. Al subir se pegó más a mi y noté unos golpecitos de su polla en una de mis nalgas mientras se pegaba a mi y me pasaba las manos por los hombros.

Luego me hizo dar la vuelta y quedamos frente a frente. David volvió a llenarse las manos de gel y empezó a frotarlas por mis tetas. Joder, ya no disimulaba. Me las magreaba a placer e incluso me dio un par de pellizcos en los pezones que me hicieron morderme un labio para no gemirle en la cara. Luego me enjabonó la barriga y se agachó delante de mi.

Empezó a frotar mis gemelos y poco después pasó a mis muslos. Yo ya no podía más. No quería decirle nada, quería que aquella semana él tomara las decisiones sobre qué hacer conmigo. Pero no pude evitarlo, estaba muy cachonda. Empecé abrir las piernas con cuidado de no resbalar al no poder sujetarme. Inmediatamente noté la mano de David acariciar mi coño. Solté un gemido bastante audible que no quise reprimir. Empezó a acariciarme como yo le había enseñado el día anterior. Desde luego era un alumno muy aplicado. No llevaba ni dos minutos tocándome cuando yo ya notaba que estaba chorreando. Él también lo notó y empezó a meterme dos dedos con habilidad.

– Ohh…si David, eso es.. que bien lo haces mi amor…sigue, sigue.

Aquello iba camino a convertirse en el orgasmo más rápido que nunca nadie me había proporcionado. Cerré los ojos y eché la cabeza hacia atrás. De repente noté la mano libre de mi hijo agarrándome una teta. Me la estaba estrujando, la apretaba y la soltaba, me apretaba el pezón y volvía a apretarme la teta. Grité cuando me llegó el orgasmo y empecé a temblar. David seguía metiéndome los dedos sin parar y yo seguía gritando y corriéndome hasta que empecé a relajarme después de un buen rato y mi querido hijo sacó los dedos del coño de mamá.

Mi hijo se puso de pie y me dio de nuevo un beso en la boca. Otro beso inocente y torpe. Le sonreí. Después cogió la ducha, me aclaró el cuerpo sin olvidarse de sobar todo lo que quiso y salimos para secarnos. Luego me ayudó a ponerme el tanga. Después me puso la camiseta de tirantes y fue cuando me di cuenta de que no había cogido un sujetador. Por supuesto no hice ningún comentario cuando me la puso. Luego cogió el pantalón corto.

– Mamá, ¿prefieres que no te ponga pantalón esta noche? Como esta mañana te has despertado sudando…

– Claro cielo. Que suerte tengo de que sepas ocuparte tan bien de mis necesidades. Me siento bien estando en tus manos. 

Joder, no podía evitar lanzarle indirectas.

Me llevó a la cama y me ayudó a tumbarme. Luego se fue a su habitación. Permanecí atenta hasta que empecé a escuchar los sonidos de su cama. Me mosqueé un poco con aquello. ¿Acaso no se daba cuenta de que me dejaba hacer? Quizás pensaba que con lo de mis manos no estaba en condiciones para más. O quizás sabía tan poco de sexo que no sabía que podría ayudarlo de otra manera. Decidí romper mi regla de dejarle tomar la iniciativa por una sola vez y le llamé.

Apareció en mi habitación con la polla colocada hacia el lado debajo del pantalón para intentar que se notara menos.

– Dime mamá, ¿qué pasa?

– Ven David, ponte a este lado de la cama.

Vino hacia mi mirándome en tanga tumbada en la cama.

– ¿Qué pasa?.- Repitió ya cuando estaba donde le había indicado.

– Mira cariño, te estoy oyendo e intuyo lo que estabas haciendo. No, no te pongas nervioso- le dije al ver que se agitaba- Es normal que lo hagas, pero ya que tú me lo has hecho a mi me gustaría poder ayudarte.

– Pero mama…- Se fijó en mis manos– Tus manos…¿cómo?…

– Quítate la ropa.

Mientras se desnudaba al borde de mi cama yo empecé a moverme con esfuerzo con las manos en alto. Me quedé tumbada en perpendicular frente a él.

– Cielo, ¿te importa ponerme la almohada bajo la cabeza?- Le dije mientras pensaba en lo poco sexy que podía resultar estar tan limitada.

David hizo lo que le pedí y volvió a su posición. Me quedé mirando su polla totalmente erecta, levanté un pie y empecé a pasarle los dedos por el tronco de su rabo. Mi hijo dio un respingo por la torpeza y se quedó mirándome.

– ¿Ves cariño? Mamá puede ayudarte de muchas formas.- Cada vez exageraba más mi manera de hablarle, pero no quería que la semana se redujera a pajas en la ducha y tocamientos que él pensaba que eran disimulados.

Seguí acariciándole la polla con mi pie, dejé su tronco y empecé a pasar los dedos por su cipote circuncidado. Moví mi pie libre y empecé a apretar ligeramente sus huevos con mis dedos. Mi hijo ya empezaba a gemir de placer con los pies de mamá. Poco después junté los pies y empecé a pasar su polla entre ellos arriba y abajo con suavidad. Seguí masturbándole mientras él seguía en silencio. Parecía imposible pero su polla se puso más dura por lo que supe que estaba disfrutando. De repente, David cogió mis pies y me los bajó, pensé que no le daba tanto placer como el que necesitaba usando mis pies, pero lo que hizo fue inclinarse sobre mi y sacarme las tetas por encima del escote de la camiseta de tirantes y volver a su posición. 

Le sonreí y volví a pajearlo. Poco después, agarró mis pies haciéndome que los mantuviera fijos y empezó a menar las caderas. Joder, me estaba follando los pies. Yo por supuesto me dejé, era lo que quería, lo que deseaba, que mi hijo me usara para darse placer. Empecé a agitar mi cuerpo para que mis tetas se mecieran ya que veía que David no les quitaba los ojos de encima. 

– Ohh mamá…que bien mamá…me voy a correr…

– Si cariño. Córrete en los pies de mami. Eres un niño muy atento y bueno con mamá. Vamos córrete.

– Dios mamá que gusto…ohhh sii…. dime que vamos a hacerlo otro día…dímelo mamá…

– Claro que si mi amor. Haremos lo que tu quieras. Vamos córrete.

Soltó un gran gemido y empecé a notar mis pies y parte de mis piernas llenarse del semen caliente de mi hijo. El seguía follándome los pies con ganas mientras los chorros de leche me llenaban. Cuando terminó, me dejó con delicadeza los pies en la cama y fue a buscar unas toallitas para limpiarme. Luego me ayudó a colocarme bien en la cama para dejarme dormir, me dio las buenas noches y me dio otro beso en los labios. 

– David.- Le dije antes de que se fuera.

– ¿Si mamá?

– ¿Alguna vez has besado a una chica?

A pesar de la oscuridad de la noche, vi como se ruborizaba.

– No mamá.

– ¿Quieres besarme?

No me respondió. Vino hacia mi y me dio otro torpe beso en los labios. Le sujete de la nuca antes de que se fuera.

– Abre un poco la boca.– Le dije casi susurrando.

Junté mi boca entreabierta con la suya y metí mi lengua en su boca. David no tardó en captar la mecánica y empezó a mover su lengua alrededor de la mia y seguir mi lengua dentro de mi boca cuando la fui retirando. Seguimos un rato más hasta que me separé de él poco a poco.

– Te quiero mamá.

– Yo también te quiero cielo.

Se fue a su habitación y yo cerré los ojos para dormir. No había sido un buen beso pero ya iría mejorando. Empecé a frotar un pie con el otro excitándome por la paja que le había hecho a mi tierno niño y me dormí fantaseando con la posibilidad de que por fin entendiera que quería que me usara como mujer.

Continuará…