El placer se puede encontrar hasta en una piscina publica

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La piscina

Casada, caliente y…sola 1.

Sé lo que quiero: un buen macho. Hace calor, estoy sola y cachonda.

Voy a la pileta pública que está cerca de casa de mis suegros, me gusta porque tiene el agua fría y para una argentina es una zona liberal, donde puedo tomar el sol en topless. Las sandalias , una camisola, el bikini blanco y las gafas de sol . En la bolsa, el llavero, la cartera, la braguita para la vuelta, las chanclas, un toallón y la crema.

Pago y entro al vestuario, meto la ropa en la bolsa y salgo con el bikini y las chanclas. Agarro una silla, elijo la zona junto a los cristales del club social, extiendo la toalla, parada me doy el protector, noto más de una mirada, no soy alta, no soy una jovencita, pero estoy buena, estoy delgada y tengo un par de buenas lolas. Haciendo como si no, me fijo en quien se está fijando en mí, hay varios, pero a los que más se les van los ojos son a una pareja de veteranos y a un joven sentados en las escalinatas donde da la sombra.

Me estiro y respiro hondo, me quito el top del bikini, las tetas se levantan airosas, pongo crema en las palmas y me las embadurno dándome un masaje, cuando acabo tengo los pezones duros , erectos. Me tumbo boca arriba pasando las manos bajo mi cuello. Cierro los ojos bajo el sol, sé que me están devorando con su lujuria de mirones. Saberme mirada y deseada siempre me ha excitado, así que no solo es la temperatura de julio la que me calienta, es que me estoy poniendo más y más cachonda.

Me levanto, me hago una cola con el pelo, voy a la ducha, abro el agua y dejo que recorra mi cuerpo, los mirones están a un par de pasos, sé que me desean, así que aprovecho para moverme ligeramente lasciva mientras me mojo. Vuelvo a la toalla, me tumbo boca abajo, mi culito respingón queda bien a la vista. Yo aprovecho para mirarlos. Me comen, me babean, me encanta, me calienta.

Me incorporo, al hacerlo mi cuerpo se convierte en un show total, las tetas desnudas, el vientre plano, las nalgas duras, pequeñas pero marcadas. Me estiro, giro y en cuatro zancadas llego al borde de la pileta y me zambullo. Soy buena tirándome de cabeza. El agua está maravillosa,me refresca todo el cuerpo, me lo deja necesitado de ejercicio. Nado durante un cuarto de hora, hago varios anchos, primero a braza, luego de espaldas y por fin a crol. Me paro agarrada al borde y miro hacia donde estaban los mirones. Me doy cuenta que falta el joven.

Tengo la sensación de que me están observando desde dentro de la pileta. Me giro y allí está el chico, con antiparras, me ha estado espiando bajo el agua mientras nadaba. A pesar de tener el cuerpo fresco se me calienta el coñito, decido darle un pequeño espectáculo. Comienzo a nadar despacio, él se sumerge, yo me muevo cerca de él, como descuidada me corro la braguita del bikini, apenas unos segundos, suficientes para que pueda ver mi conchita depilada, unos minutos más de show acuático y voy para la escalera. Subo despacio, estoy muy caliente, me ponen más los viejos viciosos, que babosean devorando mi cuerpo mojado y semidesnudo. Me ducho y vuelvo a tumbar me boca arriba.

Giro la cabeza de modo que pueda mirar a los maduros para que ellos se den cuenta que me doy cuenta que me tienen ganas, creo que les pone más calientes que entre en el juego. Les divierte y les excita que mí me guste que me baboseen. El sol me da en el cuerpo, dejo que me caliente por fuera, por dentro son los viciosos los que me hacen mojar. Me siento como Susana con los ancianos: un objeto de deseo.

Me encanta nadar y hace calor, me acerco al borde de la pileta. El chico joven se mete antes para volver a espiarme. Me mira con hambre. Me lanzo de cabeza. Braceo despacio, dejo que bucee a mi alrededor. Como si no lo buscase choco con él.

– Perdona- me dice con voz desgarrada por el deseo.

– Vete al baño de hombres y espérame allá.

Sale del agua , yo sigo un par de minutos mas, salgo y me seco un poco con la toalla, miro descarada a mis espectadores maduros, me pongo la camisola y las chanclas, agarro la cartera y marcho hacia el edificio donde está la confitería y los baños.

En la puerta del aseo de caballeros está el joven. Como diría mi cuñada es un yogur, un cuerpo de 10, delgado, fuerte, sin marcarse en exceso los músculos. El pelo corto,guapo de cara con ojos verdes. Le tomo de la mano y nos metemos en un aseo, entramos, no está muy limpio, me da igual.

– Callado, que nadie nos oiga. Bajate la malla y estate quieto.- le ordeno.

Se queda parado, ansioso, obediente, yo me abro la camisola, mis tetas quedan al aire , erguidas con los pezones erectos, pero para erección, la polla del muchacho: una joya. No es muy grande pero está tiesa, dura , apuntando hacia arriba, viéndose el ojito en lo que asoma del glande. Me pego a su costado, hago que note bien mi cuerpo, sobre todo mis pechos, me escupo en la palma de mi mano derecha y le agarro la verga.

Empiezo a meneársela despacio, disfrutando de tener una tranca tan deliciosa a mi disposición, con la otra mano le acaricio las nalgas, prietas, redondas. No se depila, como hacen algunos jóvenes, tiene un vello negro en las piernas, en los sobacos y en pubis un matojo ensortijado delicioso. Me gustan sus carnes duras y prietas.

Le pajeo gozando de su juventud, podría ser alguno de mis alumnos mayores, me da más morbo. Le araño el culo delicioso, le paso el dedo por la raja y le miro a los ojos. El pobre no puede más. Le tapo la boca con la mano que se ocupaba de su trasero y acelero el ritmo. Y ¡ Zas! Escupe como una ametralladora su leche. Le doy un beso en la mejilla, me cierro la camisola, abro la puerta y me voy.

Vuelvo a la pileta, me acerco a los veteranos que me miran como si fuera un pastel, me quedo en la parte baja del bikini, mis tetas con los pezones erectos quedan cerca de sus ojos, quiero que vean lo ricas que están. Y sin más, en dos zancadas me vuelvo a zambullir, el agua fría me aplaca un poco la calentura. Salgo y me ducho , y voy para el vestuario.

Entro en el baño, me bajo la parte baja del bikini y parada, con todo en el suelo, llevo mis dedos a la concha. Con la izquierda tiro del monte de venus hacia arriba para poder atacar el clítoris duro, chupo los dedos de la derecha y me empiezo a tocar. Me vengo pronto, en silencio, sintiéndome una mujer viciosa. Me doy cuenta que me encanta.

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