Una relación especial con el compañero de piso

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Debo mencionar que estoy abierto a escuchar ideas sobre que escribir en futuros relatos.

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Como introducción debería decir que me llamo Clara, soy una chica universitaria y que comparte piso en Madrid. En el piso vivimos 2 chicas (la otra se llama María) y 2 chicos (Lucas y David). Por motivos de privacidad y que en la historia que quiero contar solo estamos 2 involucrados, serán los únicos que definiré.

Yo soy una chica rubia rojiza, mido 1´68 y soy delgada, tengo ojos grises, llevo unas gafas cuadradas que ocupan todos los ojos aunque la montura ocupa solo la mitad superior, tengo unas tetas grandes que se mantienen en su sitio gracias a mi juventud mientras que mis pezones según mi exnovio eran como los de Mia Khalifa (tuve que buscarla más tarde en internet y sí, es verdad), el coño lo tengo depilado aunque no totalmente, lo tengo recortado de forma que haya un triángulo invertido apuntando a mi parte más íntima. También debo decir que al excitarme lubrico mucho, y cuando digo mucho hablo de que jamás he conocido a otra chica que lubrique tanto como yo; más de dos y tres veces al ponerme cachonda en sitios donde no toca (como en medio de clase) al llegar al baño tenía las bragas o el tanga literalmente bañados en fluidos. Eso tenía un puntito que me gustaba mucho, al masturbarme o follar me encanta hundir mis dedos esos líquidos y saborearlos, ligeramente salados pero totalmente excitantes.

El compañero de piso del que os voy a hablar se llama Lucas, siempre me pareció alguien bastante normalito, pelo y ojos castaños, más flaco que gordo y si se marca algo de músculos es por su delgadez, no por estar «machacado», estudiante de medicina… Desde luego no se puede decir que sea feo pero tampoco sería el primer chico que te fijarías si vas a por una noche loca en un bar, aunque sí que es algo gracioso y bastante aplicado en sus estudios (al César lo que es del César). En términos de convivencia era muy agradable, se ofrecía a recoger la ropa, lavarla, colgarla y secarla habitualmente, no ensuciaba la cocina y aunque tenemos un lavavajillas normalmente él lava su plato de comida en el fregadero.

Creo que con eso ya pude dar una idea suficiente tanto de como somos y de lo que pienso de él, así que voy a empezar a lo importante. Como lo pillé cascandosela usando la ropa interior de las chicas del piso.

Entré en el piso tranquila, volvía varias horas antes de lo que esperaba, nos habían dicho minutos antes de una clase que el profesor no se presentaría por una enfermedad. Pensaba que estaría sola por que esa semana todos teníamos un horario parecido tanto de los que teníamos clases «de libros» como prácticas trabajando. Pero resultó que estaba equivocada.

Al ir para mi habitación tenía que pasar delante del baño, donde pude ver a Lucas. Estaba sentado con la espalda contra la pared, desnudo de cintura para abajo, con unas bragas blancas que eran de mi compañera de piso en su mano pegándolas a su nariz, incluso podía oírle aspirar el aroma de la prenda por lo cerca que estaba de la puerta. Mientras intentaba asomar mi cabeza para poder ver, comprobé que con su otra mano se pajeaba envolviendo su polla con… Uno de MIS tangas. El cabrón al menos tenía buen gusto, había ido a fijarse en uno de mis pares favoritos, un tanga de encaje negro y con la parte de atrás de rejilla, al ponérmelo se me podía ver el coño y el triángulo de pelo mientras que la parte trasera apenas tapaba nada, y menos teniendo en cuenta los detalles de rejilla.

No voy a mentir, en ese momento ya empecé a mojarme como una perra. Inmediatamente pensé que por ese motivo siempre había sido tan «amable» para lavar la ropa, se cobraba ese servicio en pajas con nuestra ropa. Me imaginaba como esa operación la repetía siempre que podía sin nosotras saberlo mientras estábamos en ese mismo piso, estudiando o durmiendo, que podríamos pillarle mientras no llenaba las bragas y tangas de delicioso semen antes de poner las prendas a lavar… Que desperdicio…

Rápidamente metí mi mano dentro de mi falda, apartando la telita superior de las braguitas que lleva ese día. Necesitaba hacerlo, necesitaba masturbarme viéndole a él, viendo como envolvía mi tanga alrededor de su polla y se aseguraba de «capturar la esencia olfativa» de las bragas de nuestra compañera. En ese momento solo podía pensar claramente en esa situación tan erótica, por eso lleve tres de mis dedos a mi coño, penetrándolo y mojándome los dedos mientras con los otros dos me daba «cariños» en el clítoris. Con la otra mano tapaba mi boca, no quería que se diera cuenta de que yo estaba ahí, y menos aún de que esa situación me había puesto cachonda y me estaba tocando mirándole.

Lucas se colocó las bragas blancas de María en la nariz de forma que no necesitaba las manos para poder aspirar su aroma, centrando ambas manos en una furiosa paja con mi tanga mientras hablaba entre gemidos.

«Eso es Clara, chúpame bien, saca la lengua y mueve más esas tetazas que tienes. María, no dejes de prepararle el ojete, ábreselo y lámelo bien, no queremos hacerle daño cuando me reciba enterito en su estrecho y virginal culo.»- será cabrón, hablando como si su polla fuese a hacerme daño, ni siquiera es tan grande (aunque tampoco es pequeño, mi exnovio la tenía un par de centímetros más larga y gorda).

Con esa imagen en mi imaginación creo que no se me puede culpar por mojarme más, cambié un dedo de mi clítoris a mi coño y me penetré más rápidamente. En ese momento escuche como su respiración se agitaba delatando lo cerca que estaba de su orgasmo y ví como aumentaba la rapidez de sus sacudidas, movía la mano desde el capullo hasta casi sus huevos, arrastrando mi tanga por toda su longitud, frotandolo bien contra su piel y mojandolo con sus líquidos preseminales, haciendo que la fina tela transparentara todavía más.

No tardó en empezar a temblarle una pierna, señal que indicaba claramente lo que venía… Y vino. O más bien, se vino él. En grandes cantidades. Disparó cinco veces, con las dos primeras llenó la prenda de semen, consiguiendo que los otros disparos no pudieran hacer otra cosa aparte de caer sobre su polla y huevos.

Al ver como su mano se iba deteniendo poco a poco, decidí retirarme a mi habitación para acabar mi faena. Entré con cuidado de no hacer ruido y me tiré en cama, mi cara estaba contra la almohada mientras tenía el culo en alto. En ese momento quería correrme, mi mente estaba dividida entre recordar como había visto a Lucas pajearse y entre seguir con lo que el se imaginaba, que le hacía una cubana (o una rusa, según como la llaméis) y le lamía la polla mientras a mí nuestra compañera me lamía el ojete.

Me metía los dedos casi con furia, hasta el fondo todo lo que podía mientras movía las caderas así que no tardé en correrme, teniendo que morder la almohada para ahogar mis gemidos mientras escuchaba chapotear mi coño. Cansada entre las clases y el orgasmo intenso que acababa de tener, me quedé dormida.

Al despertar escribí una nota, me desvestí para ir a ducharme y me puse una toalla para cubrir en ese momento desnudo cuerpo. Antes de dirigirme al baño entré en la habitación de Lucas, él no estaba ahí, perfecto. Le dejé las bragas que llevaba esa mañana mientras me masturbaba al verle a él al lado de su ordenador y encima de el la nota.

«Creo que estas te gustarán más, me corrí con ellas puestas mientras te veía a ti pajearte.»

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