Encuentra a su mujer masturbándose y la castiga de una forma muy extraña

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¡Cornuda!

Adela se apresuró a terminar de limpiar la casa… Su marido le había dado una serie de tareas para realizarlas y quería hacerlas todas… Ella ya estaba con problemas y no quería empeorar las cosas.

La habitación de arriba estaba casi terminada… Hizo la cama con las sábanas de seda azules que sabía que me gustaban, encendió un par de velas y un poco de incienso, apagó las luces y colocó arregladas las almohadas… Miró el reloj y pensó que probablemente llegarían pronto.

Adela no pudo evitar pensar en su marido, su único amor verdadero, saliendo con otra mujer y cenando en un buen restaurante… Claro que ella se había equivocado, y sabía que debía recibir una lección, pero esto… ¡Esto era demasiado!… Recordó sus palabras:

– «¡Adela, esta vez te has pasado!… Primero, me dijiste que que no querías tener relaciones sexuales porque tuviste un día difícil en el trabajo… Luego, más tarde esa noche, te encuentro tumbada en la bañera masturbándote porque miraste una película de tu actor favorito y te calentaste», le había dicho su esposo.

Adela recordó la ira de su marido por haber hecho eso… La hizo que explicarse por qué lo hizo, pero había poco que ella pudiera decir para disculparse… Había sido pillada… No creía que su marido volvería a casa temprano para ver cómo estaba y él entró en el baño justo cuando ella se corría.

Ahora, en represalia, él estaba con otra mujer, su nueva secretaria… Le había dicho que la había enviado una agencia de empleo temporal porque su antigua secretaria había renunciado después quedar embarazada y tener que hacer reposo por prescripción médica.

A Adela le gustaba esta mujer porque estaba casada, era mayor y no la amenazaba… Pero esta nueva secretaria si era una amenaza para ella… Su marido la encontraba bastante atractiva según le contó y ahora estaba cenando con ella… Adela sabía que no era una reunión de trabajo y por eso estaba muy celosa, pero al mismo tiempo su corazón latía con excitada anticipación.

Una semana antes de esta cita con su nueva secretaria, su marido no le había permitido llegar al orgasmo… La había provocado, tanto física como mentalmente, y la había acercado al orgasmo varias veces, pero él le advirtió que no se corriera y ahora su mente recorrió la semana de negación tensa y su frustración acumulada.

Y esta noche, antes de irse para su «cita», le metió un gran tapón anal en su culo para mantener su agujero lleno y dilatado.

Adela trató de concentrarse en sus quehaceres apresurándose a completar el ambiente romántico en el dormitorio… Puso champán con hielo y dos copas… Sólo dos: uno para su marido, y otro para ella, para la nueva secretaria.

Este pensamiento provocó celos llenando su corazón y su alma… Sin embargo, estos pensamientos la hacían que sus bragas se humedeciesen mucho… El coño de Adela estaba empapado incluso ahora, y sus pezones muy duros.

‘Cómo estarán disfrutando de una buena cena en un elegante restaurante, riendo, charlando, probablemente tocándose las manos, coqueteando y quizás más cosas’, pensaba ella.

Recordó cómo ayudó a vestir a su esposo para esta cita a pesar del dolor que conllevaba verlo con otra en lugar de ella… Ella lo ayudó a bañarse, le sacó la ropa y se aseguró que sería una noche de romance para él y esta otra mujer.

Su mente estaba llena de estos recuerdos, cuando recibió un whatsApp diciéndole: ‘Vamos de camino a casa.’

Ella sabía que no tardarían mucho tiempo en llegar… La traía a casa con él… ¡A SU hogar!… Se preguntó si sería capaz de soportar esto, aquí mismo en su casa, en SU ​​cama, en la que ella y su marido hacen el amor… Pero esta noche sería para su marido y para la nueva secretaria… Otra mujer estaría disfrutando de su marido, sintiendo lo que se suponía que debía sentir: sus besos, su lengua, su polla…

Parte de ella quería detenerlo… Quería detenerlo antes de que comenzara, pero esto significaba otro castigo… Así era como su marido quería castigarla y enseñarle a no romper sus reglas.

Ella recordaba sus palabras:

‘¿Entonces no estás lo suficientemente bien como para follar con tu marido pero puedes follarte a ti misma?… ¿Prefieres ese consolador a mi polla?’

Ella lo había lastimado en sus sentimientos, eligiendo un juguete sobre su polla para follar… Sí, ella merecía lo que iba a recibir, lo admitió, pero ¿podría continuar con eso o se opondría?… Y si se oponía y él la tiraba de su casa, ¿a dónde iría?, se preguntaba una y otra vez… Tenía que cumplir el duro castigo que su marido le había impuesto y ella había aceptado… Ahora no había vuelta atrás.

Con la casa en orden y preparada para la llegada de su marido, era hora de que terminara sus propios preparativos… Le había dicho que se desnudara y que estuviera arrodillada al lado de su silla cuando llegara a casa… Y ella, por el momento, lo iba hacer.

Ella ya se había bañado y afeitado su coño… Su marido la quería limpia y suave en todo momento… Se había maquillado, poniéndose la sombra de ojos oscura, un toque de rubor y un labial rojo intenso.

Cogió su collar, tocándolo con cariño y sonrió al recordar el día que su esposo se lo dio…. Se lo abrochó alrededor del cuello y colocó con amor el pequeño corazón colgando directamente al frente.

Adela se miró en el espejo de cuerpo entero de la habitación… Era una mujer atractiva, de 170 cm de altura con largo pelo castaño y ojos marrones… También tenía una bonita figura y sus tetas aún estaban firmes… Tenía sus pezones sensibles con los que a su marido le encantaba jugar.

Su culo y su coño apretado todavía parecían mantener el interés de su marido y a ella le encantaba sentirlo.

Finalmente llegó el momento de que ella se pusiera en posición, arrodillándose frente a la silla favorita de su marido, con las piernas abiertas y la cara inclinada y bajada como le había enseñado.

Esperó, con increíble anticipación, su llegada… Su corazón latía más rápido que nunca y su coño también estaba más húmedo que nunca.. Silenciosamente maldijo el hecho de que quería correrse pero ella tendría que esperar a que su marido se lo autorizase.

Ahora podía oírlos acercarse… Escuchó sus pasos y risas… Risa femenina… Su marido era encantador, ella lo sabía muy bien… Por primera vez iba a ser una cornuda… Una cornuda consentida.

Recordó que limpió y preparó su propio dormitorio para que su marido pudiera disfrutar con otra mujer… Se imaginaba la noche que pasarían juntos… Y ella no podía correrse porque lo tenía prohibido… Ahora tenía que arrodillarse en el suelo, como un animal y esperar a que entrasen.

Entraron y ella oyó a la mujer jadear… Su marido la llevó a su silla, y ella se paró ante la arrodillada Adela mientras él me hablaba:

– «Levanta los ojos y saluda a nuestra invitada, Adela… Esta es Carol, mi secretaria… Quizá a partir de ahora la conozcas mucho», ordenó.

Adela levantó la cara para mirar a Carol por primera vez… Le resultó increíblemente bonita… Carol era más o menos igual de alta que ella, con pelo rubio hasta los hombros, ojos verdes como el mar y un cuerpo tan sensual que incluso se mojó al mirarlo… ¡No es de extrañar que su marido estuviera enamorándose de ella!

Llevaba maquillaje oscuro en los ojos y pintados suavemente los labios de rojos… Estaba muy atractiva con ese vestido ajustado que parecía moldeado para su cuerpo curvilíneo… Iba muy sexy, con pechos no demasiado grandes y caderas curvas, como le gustan a mi marido y que tengo también yo… Su culo estaba muy marcado con ese vestido ajustado, y vi a mi marido meter la mano por debajo del vestido y acariciar su coño, haciéndola gemir… Mientras, Adela, arrodillada e impotente, miraba como la palpaba, lo cual hizo que se mojara al expulsar, sin control, flujo por el coño.

Vio a su marido, con una mano ocupada abajo y la otra, abrazándola y metiéndosela por el escote de su vestido, palpándole una de sus magníficas tetas, ahuecando el cálido globo de carne y apretando el pezón mientras ella no paraba de gemir suavemente.

Y también pudo ver que su marido acariciaba el suave cuello de Carol, besándolo, mordisqueando el lóbulo de su oreja, mientras la tocaba por todos sus lugares íntimos.

Sabía que Carol pronto estaría lista para su magnífica polla… Se notaba que ella estaba muy caliente y Adela, muy celosa, goteaba su humedad por todo el suelo debajo de ella.

Finalmente, su marido le quitó las bragas a Carol, le subió su vestido y se sentó en su silla tirando de ella para que se sentara en su regazo… El mismo regazo en que Adela se sentaba con él… La hizo sentarse de espaldas a él y con sus piernas abiertas para que Adela pudiera ver claramente su coño afeitado.

Su marido le arrojó las bragas de Carol, que estaban empapadas con los jugos de su coño.

– «Adela, huele sus bragas y chúpalas… Y acércate más… Quiero que mires mientras toco el dulce y jugoso coño de Carol!», le ordenó.

Se acercó hasta que su rostro estuvo tan cerca de ella que Adela pudo sentir el calor del coño de Carol en su rostro y su aroma almizclado llenó sus fosas nasales.

Adela vio cómo su marido separó los gruesos labios rosados ​​de Carol y le metió su dedo en sus jugosas profundidades… Escuchó sus gemidos y vio como ese dedo hacía babear el coño de la mujer.

Su marido, tras tocarle su coño, sacó su dedo cubierto de jugo y lo frotó en el clítoris hinchado de Carol, que sonreía cuando Adela, obediente a la orden de su esposo, se metió sus bragas empapadas en la boca.

Adela notó que sabían diferente a las de ella, pero las circunstancias la llevaron a sentirse tan humillada, tan avergonzada, que se sonrojó cuando le dijo su marido se lo ordenó… Ambos la miraron mientras lo hacía, especialmente Carol, con esos grandes ojos azules que tenía.

Adela la encontraba muy sexy, pero al mismo tiempo, la odiaba… Escuchó cómo las risitas nerviosas de Carol se convirtieron en gemidos cuando su marido comenzó a jugar con su coño, haciéndole las mismas cosas que le hacía a ella, anhelando que la tocase también.

Vio como su marido giró a Carol para poderla besar, mientras su mano acariciaba una de sus tetas… También vio que Carol estaba cada vez más excitada.

Adela sabe que su marido tiene una forma de palpar a una mujer que rápidamente hace que gimotee suplicando que se la follé y la haga correrse… Y Carol no sería la excepción… Por eso no comprendía porque ese día lo rechazó y prefirió masturbarse… Fue un absurdo y ahora estaba pagando un durísimo castigo por ello.

Su marido y Carol la ignoraron por completo y lentamente subieron las escaleras en dirección al dormitorio… Su marido le había ordenado que la siguiera, arrastrándose como un perro mientras los veía subir las escaleras hacia la habitación.

Una vez allí, llevó a Carol a la cama y se subió también… Adela se paró cerca de la cama mirando a su esposo gatear lenta y sensualmente sobre la mujer y levantarse para besar esos dulces y carnosos labios que tenía.

Adela sabía que él era un buen besador, el mejor que había conocido, y ardía de celos y deseo de que esta mujer estuviera obteniendo lo que ella tanto deseaba y le pertenecía.

Vio como su marido presionó sus labios contra los de Carol y supo que ella estaba disfrutando del sabor de sus dulces besos mientras él disfrutaba de los suyos… Carol lo abrazaba con sus brazos alrededor de su cuello mientras sus piernas se envolvieron alrededor de su cintura… Él movió la cabeza para besar su cuello, besos suaves y tiernos que encienden las pasiones de una mujer como ninguna otra cosa… Adela recordaba esos besos e imaginaba que incluso podía sentirlos ahora sobre ella.

La idea la hizo gemir levemente y los dos la miraron.

– «¡Parece que se está divirtiendo!», dijo Carol sonriendo.

La cara de Adela se puso roja como un tomate… Roja porque la habían pillado y roja porque la mujer tenía razón… ¡El coño de Adela babeaba!… ¡Estaba disfrutando viéndolos a los dos!

– «¡Será mejor que no juegues con tu coño, zorra!», le advirtió su esposo.

Adela levantó las manos para mostrarle que no se lo estaba tocando… ¡Ella no quería tener más problemas!

– «¡Tal vez a ella le guste ver esto que hacemos tú y yo… Y eso que aún no hemos empezado!», le comentó Carol, que se movió para posicionarse entre los muslos de él.

Se arrodilló, se inclinó y comenzó a lamer su enorme polla dura… Miró a Adela mientras lamía arriba y abajo el tronco duro de la gran polla de su marido y, con su lengua, dio vueltas alrededor de la gruesa cabeza de su polla.

Adela vio como su marido se recostó disfrutando de esos minutos en los que Carol lamió su polla de arriba abajo, asegurándose de que cada centímetro de él estuviera cubierto con su saliva, a la vez que gemía suavemente mientras disfrutaba de su tronco tieso de carne.

Adela temblaba porque sabía que el sexo oral era una de las cosas favoritas de su marido… Había pasado muchas tardes felices arrodillada entre sus fuertes muslos con su gran polla en la boca, meneando la lengua por toda ella mientras su marido le indicaba cómo y donde le gustaba.

Pero ahora era esta mujer la que estaba en su lugar y disfrutaba de lo que debería estar disfrutando ella… ¡Maldita sea la equivocación que hizo!… Si ella hubiera hecho lo que su marido le pidió, esa sería su boca deslizándose hacia arriba y hacia abajo por esa deliciosa polla que tenía ante sus ojos.

Carol volvió a llamar la atención de Adela y le mostró que podía complacer a su marido tanto como ella… La vio metérsela más y más hasta tragársela toda dentro de su boca y llegar hasta su garganta… Se la metió hasta que su nariz presionó contra su estómago… Y la sostuvo allí todo el tiempo que pudo antes de retirarse hacia atrás.

Tomó un par de respiraciones profundas y luego volvió a metérsela, como antes… Y mientras hacía eso, le acariciaba sus huevos mientras tenía metida su gran polla profundamente en su garganta… Luego, cuando ya no pudo soportarlo, se retiró hacia atrás y la saliva salió de su boca.

Ella comenzó a mamársela adentro y afuera de su boca, mientras él, recostado gemía suavemente… Carol disfrutó de la polla de su marido durante unos minutos, haciéndola más dura y más grande hasta que finalmente la tuvo lista para follársela.

Pero él la rechazó y Adela, por un segundo, mantuvo la esperanza de que sería invitada a unirse a ellos… Ni siquiera le importaría ser parte de un trío con ella, siempre y cuando ella fuera parte del trio.

Pero eso no iba a ser… En lugar de invitarla a la cama con ellos, la ignoró allí arrodillada ante ellos… Él agarró a Carol y la puso de espaldas en la cama y le separó las piernas, dejando al descubierto su húmedo coño afeitado y, sin perdida de tiempo, puso rápido su boca en su coño y la hizo jadear.

Metió la lengua profundamente en la hendidura de la mujer y los ojos de Carol se abrieron y su boca también.

Adela conocía bien esa reacción… Su marido era un experto en hacer que una mujer se volviera loca con su lengua y tenía muchos trucos para lograrlo… Oralmente era muy efectivo.

Muchas veces su esposo la había llevado al límite y ahora esta otra mujer también estaba obteniendo una muestra de sus técnicas… Ella vio como su marido lamía y mordisqueaba el depilado coño de esa mujer.

Parecía que Carol también lo disfrutaba… La forma en que gemía y se retorcía debajo de él hacía que su coño empapado temblara y hormigueara… Adela no sabía ahora si estar celosa de ella o no porque sabía los poderes que tenía la lengua de su marido ya que la había sentido antes explorando sus profundidades cálidas y húmedas.

Podía comprender la lucha de la mujer mientras trataba de soportar el tormentoso éxtasis… Carol se retorció y gimió, arañando y agarrando la cama tratando de encontrar algo real a que agarrarse.

Adela no pudo evitar sonreír, sabiendo el caos en el que estaba su mente en ese momento… Ver a su marido haciendo una comida del coño de esta mujer también tuvo su efecto en ella porque su coño estaba más húmedo que nunca y babeada mucho flujo… Pero eso si, extrañaba a su marido y anhelaba su polla.

Su marido la había mantenido nerviosa toda la semana desde su infracción y ahora estaba siendo obligada a mirar mientras él disfrutaba con otra mujer, que gemía constantemente presa de lujuria.

Adela no pudo evitar sentir celos y envidia de la situación de la mujer… No sabía cuánto más podría soportar esto… Estaba mojada o mejor dicho, empapada, mientras saboreaba los jugos de su coño en la lengua de estas bragas metidas en su boca por orden de su marido

Ella merecía esto… Lo sabía… Había desobedecido las reglas de su marido y ahora la miraba… ¿Y si se enamora de ella?… Ella es guapa y sexy, y Adela podría decir que parecen disfrutar el uno del otro sexualmente… Y ella pasó tiempo con su marido cenando… ¡Se había equivocado mucho en lo que hizo!

Ahora su marido se apartó del coño de Carol… Su polla gritaba ya no podía aguantar más… Era hora de follarla… Él se puso de rodillas entre sus piernas separadas, agarrando sus talones, empujándolas sobre su cabeza y separándoselas más… Luego se volvió hacia Adela y le dijo:

– «Ahora, puta desobediente, vas a ver como me follo a Carol.”

Y Adela vio cómo le metió su marido metió su polla dentro de Carol y la follo como a ella le gusta que le folle.

– “Mira como hago que esta chica grite, gima y ruegue que se corra como lo hago contigo cuando te apetece… Sólo que esta vez no serás tú… ¿Por qué?… Porque no me respetas a mí y a mis reglas… Así que ahora ella puede disfrutar de tu marido y así verás y desearás haber sido menos egoísta y más obediente», la regañó.

Adela estaba casi llorando… Ya era bastante amargo para ella verlo follando con otra mujer… Pero ahora, regañarla y saber que estaba decepcionado de ella,… decirle que no le respetaba,… le rompió el corazón.

Adela no podía responderle, ni siquiera podía mirarlo a los ojos… Ella sólo se quedó allí mirando cuando él se volvió hacia la mujer que estaba frente a él.

Tomó su enorme polla dura de acero en su mano, se la saco de su coño y frotó su glande hinchado y púrpura entre los labios húmedos de su coño… Carol gimió, sintiéndole separarla y sintiéndole deslizarse hacia arriba y hacia abajo por su hendidura resbaladiza… Le dio una palmada en el coño y el clítoris con su polla mientras ella jadeaba con cada golpe.

– “Por favor… Por favor, fóllame», gimió Carol levantando las caderas hacia él”.

Y él, pasó la longitud de su polla arriba y abajo de su raja, dejándola sentir cada golpe de su tronco carnoso y lubricarse con su jugo de coño en preparación para ser jodido.

Ella también lo empapó, mientras gimió y giró sus caderas, su polla se deslizó hacia adelante y hacia atrás en su surco llevándola a mayores alturas y arrojando gasolina sobre su fuego pasional.

– «Ooooh… Que gusto me das», gimió Carol.

Él sonrió con esa sonrisa traviesa que utilizaba cuando le decía a Adela que ella iba a ser cabalgada… Pero esta vez no era Adela la que estaba en la silla de montar.

Adela observó, los jugos del coño de Carol goteando de hambre y se excitó… Apenas podía mantenerse firme mientras veía como su marido retrocedía por última vez y apuntaba con su gran polla el agujero del coño de la mujer.

– «¡OoohYyyyAaaaGgg!», gritó Carol mientras arqueaba la espalda cuando el marido de Adela le clavo su polla profundamente en su coño de un solo y fuerte golpe, enterrándosela toda dentro hasta que sus huevos chocaron contra ella.

Luego, comenzó a golpearla con su gran polla, brutalmente, saliendo casi completamente de ella y luego embistiéndola tan profundamente que la hizo gruñir en cada golpe de polla que le daba.

Carol podía sentir cómo le abría y estiraba su coño con cada poderoso golpe de polla que recibía… Ella alargó su mano y se aferró a él como si se estuviera ahogando y él fuera su salvavidas.

– «¡Sí! ¡Oh Dios sí! ¡Jódeme! ¡Jódeme duro… ¡Más fuerte! ¡Más fuerte, maldita sea!», gritó Carol.

Él también hizo eso, follándola como si quisiera romperla… Ella lo tomó todo llorando, gimiendo y gritando… Adela estaba fuera de sí… Sabía exactamente lo que Carol sentía y lo quería ella… Estaba llena de envidia… Odiaba a la mujer… La despreciaba.

Ella deseaba que su marido usara a la mujer para su placer… Su coño estaba goteando en el suelo mientras estaba parada en su ​​habitación donde Carol estaba follando con su esposo.

Allí podía ver a su marido follándo a Carol con fuerza, con las piernas alrededor de sus hombros mientras Él la estaba deleitando.

Los pezones de Adela estaban muy duros mientras estaba parada allí, con las bragas de Carol empapadas de coño todavía en su boca y el tapón metido en su pequeño y apretado culo, mientras veía a su marido golpear el coño de Carol con su gran polla.

Adela tenía muchas ganas de ser ella la que estaba haciendo eso con él, ofreciendo su propio coño mojado y hambriento por su polla… Escuchó un gruñido profundo y gutural de su marido sacudiéndo con su polla a Carol, que gritaba con uno de sus muchos orgasmos que estaba teniendo esa noche.

Adela estaba ardiendo de celos… No sólo veía que estaba aquí, follando con su marido, sino que estaba saboreando los deliciosos orgasmos que sólo su magnífica polla podía dar, mientras ella sufría, negada cualquier placer y, encima, había sido obligada a ver el espectáculo sexual que se desarrollaba en su alcoba.

Adela estaba increíblemente cachonda… Una lágrima salió de uno de ojos, tanto por el aroma penetrante de las bragas sucias de la mujer en su boca, como por ver a su marido expulsar su semen en el coño de Carol.

Finalmente, ambos, tras correrse, se recostaron en la cama con sus cabezas en las almohadas… Almohadas, donde ella y su marido habían hablado de tantas cosas privadas y personales.

Vio como se susurraron cosas el uno al otro, tan bajito que Adela no pudo escuchar nada de lo que se decían… Observó, con gran interés, cómo su marido le susurraba al oído a Carol.

Adela observó sus reacciones y vio su cara de sorpresa, riéndose con su infernal risita femenina… Al principio parecía ella no comprendía, pero luego asintió un poco… Todavía parecía algo insegura, pero aparentemente dispuesta a intentar lo que su marido quisiera de ella.

Habían ignorado por completo su presencia, pero Adela sabía que su marido estaba al tanto de su presencia allí, incluso si Carol estaba perdida en una lujuriosa felicidad.

Adela captó su mirada de reojo cuando había entrado arrastrada a la habitación y vio la sonrisa en su rostro mientras ella continuaba allí de pie mirando como estaba jodiendo a Carol… Él lo sabía, pero la ignoró al igual que Carol.

Ahora, mientras le susurraba al oído, su marido parecía estar alentándola a hacer algo, pero ella se rió y dijo que no estaba segura de poder hacerlo… Pero luego, con una sonrisa, aceptó su idea.

De repente, Adela escuchó la voz de su marido llamándola y diciéndole que se acercara y se arrodillara al borde de la cama.

– «Ahora vas a lamer el coño de Carol… Vas a agradecerle por el espectáculo tan encantador que te ha ofrecido, limpiándola, ¿entiendes?… Y si no haces un trabajo lo suficientemente bueno, te azotaré ahora frente a ella para que lo vea!”, le dijo.

‘Oh, Dios mío… ¿Estaba bromeando?… ¿La iba a hacer lamer el semen de su coño?, pensó Adela sin creer sus palabras.

Pero Adela ya lo había enojado una vez al no hacer lo que él le dijo y este ha sido el resultado: ella no quería enojarlo más.

De mala gana, obedeció su orden de acercarse y arrodillarse entre las piernas separadas de Carol… Le dirigió una mirada más suplicante a su marido, pero cuando no vio alivio en sus ojos, se inclinó a la tarea… Adela vio como Carol se abría el coño con sus manos… Acercó su boca y comenzó a lamérselo.

Podía saborear el semen de su marido mezclado con los jugos de coño de Carol… El sabor no era malo… Era diferente, pero no desagradable… Y aunque esto no era algo que ella misma hubiera elegido, especialmente en estas circunstancias, sabía que esto era lo que su marido quería, así que se puso a ello.

Adela comenzó a lamer la mezcla de semen y flujo… Mientras lo hacía, Carol comenzó a gemir suavemente y retorcerse bajo su lengua.

Adela se encontró rápidamente excitada y mojada nuevamente mientras lamía la raja de Carol… Adela comenzó a poner más corazón en su trabajo y en poco tiempo estaba tratando de hacer que su Carol se corriera.

Adela sondeó profundamente dentro del coño de Carol, lamiendo sus jugos mientras producía más… Carol estaba gimiendo, jadeando y chillando cuando la lengua de Adela la encendió nuevamente y no pasó mucho tiempo antes de que ambas mujeres estuvieran en llamas.

Adela estaba haciendo todo lo posible para que Carol le dejara lamer su jugoso coño, chupando y mordisqueando suavemente su clítoris e incluso tocándola mientras se comía el coño.

Mientras tanto, Carol jugaba con las tetas de Adela y sus pezones dolorosamente duros… Carol sabía que no podía tratar de hacer correrse a Adela… Eso dependería de su marido, pero si podía jugar con ella y excitarla.

Adela estaba sobre Carol completamente dedicada a su trabajo cuando de repente su marido, que estaba detrás de ella, la agarró por un puñado de pelo, apartándola del coño de Carol.

– «Ya es suficiente puta… Voy a darle por el culo, esta noche… Así que mójale bien el ano», le dijo su marido

Adela no podía creer lo que le ordenaba… Su marido quería que ella lamiera el ano a Carol… Y no sólo lamerlo, sino meterle la lengua para lubricárselo con saliva para que él pudiera darle por el culo… Y Adela hizo lo que le dijo.

Carol se colocó de pie junto a la cama, inclinada sobre ella con las piernas abiertas y con sus manos separó las nalgas.

Adela miró fijamente su orificio anal… Nunca había hecho esto antes a una mujer, sólo a su marido… Fue muy humillante, pero a la vez, muy excitante.

Mientras Adela lamía el ojete de Carol, Carol se retorcía su culo, gimiendo y empujándolo contra la lengua de Adela, queriendo más dentro de su ano… Carol puso la mano entre sus piernas y se tocó el coño mientras Adela se comía el culo.

El marido de Adela había vuelto a la cama y estaba ocupado besando a Carol y jugando con sus maravillosas tetas… Todo esto era una escena caliente y Adela estaba goteando una vez más cuando escuchó gemidos y jadeos y sintió a Carol retorciéndose ante el trabajo de su lengua.

Cuando el marido de Adela sintió que Carol estaba lista, la apartó haciendo pararse junto a la cama una vez más mientras se colocaba detrás de ella y la llevaba allí por primera vez en su vida.

Adela miraba la escena con lujuria, con celos y con excitación… Nunca había estado tan excitada en su vida.

Mientras se recostaban, su marido le ordenó a Adela que los limpiara a ambos con su lengua y ella lo hizo obedientemente.

La ignoraron mientras hacía su trabajo, solo susurrándose el uno a la otra… Su marido estaba pidiéndole otra cita con ella para el próximo viernes, y ella dijo que ya tenía otros planes, pero que con gusto los rompería porque no podía resistir el placer que le daba su polla.

Eso también la puso celosa, pero también la excitó al pensar que esto podría estar repitiéndose de nuevo el próximo fin de semana.

Por fin, una de las noches más denigrantes de la vida de Adela llegó a su fin, con Carol vistiéndose para irse… Mientras lo hacía, vio como ésta le dio a mi marido un gran beso.

– «Hasta la semana que viene, cariño… Llámame… ¿Me harías el favor de no hacerle el amor a tu esposa hasta la mañana?… Quiero mantener la idea de que fui la única en tenerte esta noche», le dijo Carol con todo descaro.

El marido de Adela aceptó, sonriendo, diciéndole que tenía una mente perversa que le gustaba, para decepción de Adela que tenía muchas ganas de correrse… Se despidieron y ahora su marido, prestándole más atención a Adela, dio unas palmaditas en el lugar junto a él en la cama y le dijo:

– «Ahora, puta, ¿entiendes por qué hice todo esto?… ¿Por qué te he negado el orgasmo toda la semana y por qué los cuernos de esta noche?… ¿Entiendes por qué te he hecho todo esto?», le preguntó.

– «Sí… Te mentí acerca de no sentirme bien porque simplemente no tenía ganas de sexo contigo… Luego en la ducha me masturbé y me corrí, robando la oportunidad de que me follases… Fui irrespetuosa y desobediente», le dijo Adela, con la cabeza baja… Ahora lamento haber hecho lo que hice y he merecido este duro castigo.”

Él la besó profunda y apasionadamente y le dijo que podía dormir con él, pero sin tener sexo ya que le había dado su palabra a Carol, lo que la hizo sentirse aún más excitada y humillada.

En la cama, la abrazó con cariño, atrayéndola hacia él para que ella se acurrucase y susurrándole dulces palabras en su oído y tiernas caricias en sus hombros, espalda, brazos y piernas, diciéndole que la amaba y que ella era su corazón, su vida y su niña… Y lo sería siempre a pesar de haberla hecho una cornuda.

Adela, aunque estaba muy frustrada sexualmente, se sentía más tranquila y relajada por sus palabras… Con una suave sonrisa en sus labios y abrazada con fuerza de su amado marido, Adela cayó en un sueño reparador, con la promesa de hacer el amor cuando se despertaran por la mañana.

Y se durmió soñando en las folladas que le daría en el comienzo del día… Ya nunca más le negaría su deseo a follarla, darle por el culo o todas la mamadas que quisiera.

F I N

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