Una sumisa que quiere que alguien le controle su calentura

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Mujer sin clítoris

Antes de tomar la decisión de cortarme el clítoris, mi vida estaba dominada principalmente por la necesidad de correrme  más de una vez todos los días.

Había encontrado formas de calmarme un poco, poniéndome productos en el clítoris, como pasta de dientes y cremas térmicas, para calmar la gran necesidad que sentía por correrme.

Mis amantes solían disfrutar de mi capacidad de correrme tan fácilmente y lo hacía en cualquier momento que me lo pidieran, pero aunque disfrutaba del sexo, no quería ser dominada por ese pequeño bulto de carne que tengo entre mis piernas y lo llegué a odiar por los continuos inconvenientes que me provocaba.

Yo soy un sub, es decir, en mi relación de pareja soy sumisa y me gusta adorar el cuerpo de mi ‘Amo’ y complacerlo al máximo para que disfrute con mi cuerpo… Ahora tengo treinta y tantos años y he conocido al hombre que cambiaría mi vida para siempre.

Se llama Mark y es amigo mío… A medida que pasaba el tiempo y compartíamos más y más cosas, nos dimos cuenta de que estábamos enamorados el uno del otro.

Un día, mientras me afeitaba el coño, accidentalmente me corté con la navaja de afeitar… Era un rasguño que me dolió pero que él bromeó diciéndome que al menos no me había circuncidado… La idea me pareció bastante excitante pero no dije nada.

Mark estaba acostumbrado a que le pidiera que torturara mi clítoris por succión con una jeringa cortada por abajo o quemándomelo con crema caliente… Él sabía que yo disfrutaba que me obligara a correrme y luego me ponía un poco de gel para adormecerlo tanto que sentí que no tenía clítoris… Unos días después saqué el tema.

– «Me gusta la idea de que me corten el clítoris», le dije.

Estábamos desnudos en la cama y él abrió mis calvos labios y me miró allí abajo.

– «Si lo has decidido, a mi me parece muy bien», contestó al final.

Sentí como si se hubiera abierto una compuerta.

– «Quiero que me quiten la capucha y me corten el clítoris… No todo, pero sí la mayor parte… Así puedo ver que me cortaron y mi capacidad para llegar al orgasmo se reducirá enormemente.»

Mark me sorprendió al pellizcarme el clítoris con fuerza.

– «Si fuera por mí, tendrías que quitártelo todo… Creo que sería bueno para ti… Eres demasiado excitable y tienes que jugar con eso todo el tiempo… Creo que eres el tipo de mujer que obtendrías un gran alivio si se te cortara el clítoris, de verdad.»

Me sentí nerviosa pero emocionado y respondí:

– «Quiero que me lo corten»

Mark asintió pensativo y respondió:

– «Encontraré un médico que te lo haga… Me gustaría mucho que no tengas clítoris… Me haría pensar en ti como algo muy especial y puro y me complacería que lo hicieras por mí… Que te cortes el clítoris para mi.»

Vio la mirada en mis ojos… Apenas podía hablar… Sabía que mi deseo se iba a cumplir… Había deseado quitarme el clítoris desde hace años… Lo había pensado cada vez que visitaba a la ginecóloga para mis chequeos anuales… Pero no era el lugar y momento para decirle que me gustaría que me cortaran el clítoris.

Mark puso dos dedos sobre mi clítoris hinchado y comenzó a frotarlo.

– «Te haré correrte… Debes correrte tantas veces como sea posible antes de tu operación», me dijo.

– «¿Puedo cortarme el clítoris?», le pregunté.

– «Sí… Y te prometo que te ayudaré… Haré que te lo corten.»

Y escuchando estas palabras me volví a correr mientras pensaba en lo que me iba a pasar.

Durante las siguientes dos semanas todo lo que hice fue masturbarme… Mi clítoris se puso muy rojo y palpitó sin siquiera tocarlo… Me cansé de la excitación constante, pero para entonces mi cuerpo me estaba ordenando correrme una y otra vez y sentí que no tenía nada que decir.

Mark me dijo que había pagado para que fuera a una clínica privada y me operara… Estaba muy nerviosa pero emocionada… La noche anterior me ordenó acostarme en la cama y trajo agua caliente, espuma de afeitar y una navaja… Separó mis piernas y dijo:

– «Quédate quieta… Voy a afeitarte para que estés suave para tu operación mañana por la mañana.»

Mientras frotaba la espuma de afeitar, sentí ganas de correrme… Mark vio la gran cantidad de flujo que salía de mi raja y me limpió.

– «Me calientas con eso y me gusta mucho correrme», le dije.

– «Ya lo sé… Y estoy muy orgulloso de ti… Estás renunciando a tu clítoris por mí», me respondió.

– «¿Me lo van a quitar todo?»

– «Preferiría eso… Estarías más relajada y yo no tendría que preocuparme de que me seas infiel… Una vez que te corten el clítoris no tendrás las ganas que tienes ahora… Serás mucho más feliz.»

Abrí más las piernas y él comenzó a afeitarme lenta y cuidadosamente.

Poco después me secó con una toalla y volví a abrí las piernas mientras él tomaba fotos de mi raja rosa… Luego bajó la cámara y me abrió el coño de par en par… Me lo estiró y fue bastante doloroso.

– «Lo siento como si me fueras a partir», le dije.

– «Te lo abrirán más mañana… Debes estar abierta para que se hagan las incisiones», me dijo.

Luego besó mi coño mientras lo mantenía abierto… Sentí su aliento en mi clítoris mientras hablaba suavemente.

– «Te haré correrte una y otra vez durante toda la noche.»

Mark me hizo correrme muchas veces… Fui lamida, succionada y frotada y mi clítoris, brutalmente bombeado.

Dijo que quería que estuviera lo más hinchado posible por la mañana para que el médico pudiera cortar tanto como fuese posible… Yo le había dicho que quería conservar un poco del tejido del clítoris, pero cada vez que se lo decía, Mark me recordaba que significaría mucho más para él si me lo extirparan por completo… Me quedé en silencio porque una parte de mí quería que me lo cortasen todo.

Sabía que él ya había hecho los arreglos con el cirujano, así que lo que sucedió después había sido planeado y me alegré de que se hubiera hecho con su consentimiento porque le había dicho desde que nos conocimos que mi coño era de su propiedad, para que pudiera hacer lo que quisiera con él.

Nos encontramos con el doctor en la clínica… Fui entrevistada brevemente y firmé un formulario de consentimiento… Mencioné que quería conservar una pequeña cantidad de tejido y el médico intercambió una mirada con Mark y luego me miró y dijo:

– «Eso dependerá de cómo vaya la cirugía… Puede que tenga que eliminarlo todo.»

Entonces supe con certeza que eso sería lo que sucedería… Mark ya había arreglado y pagado para que mi clítoris se eliminara por completo.

No dije nada… Sólo me desnudé y me subí a la mesa, coloqué las piernas en los estribos y esperé mientras él se ponía unos guantes para examinarme.

Mark se quedó en la habitación observando todo y supuse que él también había hablado con el cirujano para hacerlo… Le sonreí pero él apenas se dio cuenta de mí… Sus ojos estaban fijos entre mis piernas ahora.

El doctor abrió mi coño de par en par… Separó los labios con firmeza y luego levantó la capucha de mi clítoris… Mientras movía la capucha e inspeccionaba el órgano, sentí un pinchazo y me di cuenta de que mi clítoris se estaba hinchando ante sus ojos… Lo frotó y lo agarró con el pulgar y el índice y tiró de él… Tuve que entregarme a él para que me diera placer mientras mis mejillas se pusieron rojas y me sentí muy avergonzada… Casi me había corrido mientras el cirujano me examinaba y masturbaba.

– «Voy a buscar a la enfermera para que te prepararé para la operación», me dijo… Luego miró a Mark y le dijo:

– «Creo que ella te agradecería que la masturbases por última vez.»

El médico había salido de la habitación y me di cuenta de que había visto mi reacción al palparme el clítoris y por eso le pidió a Mark que me corriera.

– «Creo que deberíamos aprovechar al máximo esto», me dijo Mark.

Mis piernas todavía estaban apretadas en los estribos y me quedé allí sintiendo mi clítoris dolorido como si fuera a estallar… Miré hacia abajo y lo vi enormemente hinchado, mojado y cómo una pequeña cereza.

– «Voy hacer que te corras por última vez», me dijo Mark.

Y puso sus dedos allí y frotó mi clítoris… me corrí rápido… Fue casi instantáneo y me sentí sorprendida de estar tan caliente y querer más.

– «Hazme correrme otra vez», le pedí.

La enfermera entró en la habitación… Ella había escuchado lo que dije y se puso a preparar el carrito con el instrumental, mientras Mark me corría delante de ella.

Luego la enfermera se puso a trabajar entre mis piernas abiertas… Me limpió el coño con una esponja áspera y luego me limpió la hendidura con yodo… Me dolió y sentí lágrimas formándose en mis ojos.

Cogió una aguja de la bandeja y me administró cuatro inyecciones seguidas alrededor del clítoris que me hicieron sollozar, pero el dolor desapareció en segundos.

Me di cuenta de que estaba entumecida… Todavía tenía mi clítoris pero no lo sentía… No fue un mal presentimiento… Era una sensación de libertad y paz.

– «¿Puedes sentir esto?», me preguntó la enfermera.

Sabía que me estaba pellizcando el clítoris, pero no sentí nada.

– «No», respondí.

El médico regresó a la habitación con una bata quirúrgica y guantes… Se volvió hacia la bandeja llena de instrumentos y se detuvo, pidiéndole a la enfermera que me abrazara.

Mis labios vaginales estaban apretados… Me dijó que me haría una incisión en forma de U para extraer toda la capucha del clítoris… Me quedé allí un rato sintiéndome extraña porque había deseado esto durante tanto tiempo y al fin estaba sucediendo, pero lo sentía muy irreal.

Después de quitar la capucha del clítoris, tomó una pequeña abrazadera y me dijo que mi clítoris todavía estaba ahí… Mark seguía mirando.

– «Quiero que me lo corte», le dije.

Luego miré a mi amante y Amo y le dije:

– «Te quiero.»

– «Yo también te quiero… Ya casi termina», me respondió.

En el momento en que me cortó el clítoris, esperaba tal vez un largo proceso de extracción del órgano, pero no fue como lo imaginé.

El cirujano tiró de la abrazadera y le pidió a la enfermera que le entregara las tijeras… Ella le dio un pequeño par de tijeras delgadas… Los tomó debajo de las cortinas quirúrgicas que me cubrían e hizo un corte cuidadoso… Fue un corte que tardó varios segundos en hacerlo… Luego puso las tijeras en un recipiente de metal y cuando la enfermera las cogió entre mis piernas, vi que el contenido estaba ensangrentado, pero ella los cubrió con un paño cuando se los llevó.

El doctor me limpió el coño y me cateterizó… Luego cosió cuidadosamente la pequeña herida.

Me llevaron a una habitación privada para descansar… Aquí otra enfermera me revisó para asegurarme de que estaba bien y para cambiar mi vendaje y revisar mis puntos… Descansé allí toda la noche.

Mark se quedó conmigo y por la mañana me llevó a casa.

Él dice que soy especial y que la pequeña cicatriz donde solía estar mi clítoris es su lugar favorito para besarme… Aunque la cicatriz fue cosida, todavía siento un poco de placer donde quedan algunas terminaciones nerviosas.  

Hoy día me corro masturbándome con un consolador-vibrador y no extraño mi clítoris en absoluto, pero soy más feliz disfrutando de la polla de Mark, mi Amo, porque eso es lo que hacen las buenas sumisas… Me pega grandes pollazos y logra correrme.

Estaba tan contenta de que me quitaran el clítoris que Frank, mi Amo, se casó conmigo… Siempre me verá como especial porque fui lo suficientemente valiente como para vivir mis sueños, y siempre quiso que circuncidaran a su mujer… Y no echo de menos tener un clítoris si una tiene un gran alivio con la gran polla de mi Amo.

F I N

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