Me emborracharon y perdí toda la vergüenza

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ME EMBORRACHARON Y PERDÍ EL PUDOR.

Somos dos mujeres muy distintas, yo soy Paola, tengo 45 años, soy bisexual, tengo pareja, aunque no estoy casada y soy muy caliente, mi amiga se llama Brenda, tiene 18 añitos, es heterosexual, ella sí está casada y las dos somos madres. Brenda tiene ese cuerpo de niña-mujer que enloquece a cualquiera, debo reconocerlo: incluso a mí. Yo tengo mucha experiencia en el sexo y soy desinhibida; por el contrario, Brenda solo ha tenido dos o tres experiencias sexuales con diferentes hombres, aunque es tan caliente como yo, su inexperiencia la hace lucir tímida por momentos. Ese es el motivo de este relato, ver si lograba emputecerla, ella quería, pero no se atrevía.

Brenda quería conocer a mi vecino, él era mi amante de turno… pues la llevé a su apartamento de soltero, la llevaba de la mano, pero iba muy nerviosa, le sudaban las manos, yo la tranquilizaba, le decía que, si no quería ir que nos regresáramos, pero ella estaba entre el miedo y las ganas, la abracé y Brenda recostó su cabeza en mi hombro y me abrazó la cintura. Le dije que, si no quería participar, estaba bien, que solo nos mirara coger, pero las dos estábamos tan necesitadas de verga, que, aunque nerviosa, iba muy decidida. Le dije que Mauricio no sabía qué la iba a llevar, así que ella sería su sorpresa. Pero yo sabía que al verle su deliciosa verga, la sorpresa también sería para Brenda. Y recordé cuando yo tenía su edad, presumía tanto de mi cuerpo joven, que verla desnuda, también iba a ser una sorpresa para mí. Llegamos al edificio, subimos hasta el piso catorce, toqué el timbre y apareció ese hombre maduro, tan guapo y vergón, que me traía loca.

Mau, como le digo de cariño, se sorprendió al verme acompañada, le guiñé un ojo, nos dio un beso en la mejilla a cada una y nos invitó a entrar, estaba oyendo boleros. Nos ofreció algo de tomar, Brenda eligió una cerveza, yo vino y él se preparó un whisky. Nos sentamos y yo dije que quería hacer un brindis por mi amiga mexicana, después de chocar las copas, le di una vuelta para que Mau pudiera admirar su belleza y juventud, él le preguntó cómo se llamaba y ella le dijo su nombre, Brenda, exclamó él, yo tuve una novia que se llamó así, yo me reí y le dije:

-Seguramente también tuviste varias Paolas en tu largo repertorio. Todos reímos.

-No han sido tantas.

– ¿Las Brendas y la Poalas? No te hagas, eres tan guapo que has de haber tenido muchas.

-Algunas, pero nunca tan bellas como ustedes dos.

-Bella, Brenda. Dije yo.

-Y rica tú. Dijo él. Todos volvimos a reír.

– ¿Qué pasó, Brenda? ¿Te comieron la lengua los ratones?

-Perdón, es que estoy un poco nerviosa.

– ¿Por qué? Aquí no va a pasar nada que tu no quieras. Dijo él.

-Lo que pasa en que mi amiguita, apenas tiene 18 añitos y es casada, así que compréndela.

-Sí, la verdad no sé qué es lo que hago aquí.

-Tú me dijiste que querías conocer a Mau, pero si quieres nos vamos.

-No, no se vayan, a ver Brenda, tómate otra cerveza y así se te pasan los nervios un poco.

– ¿Sabes Mau, que me dijo esta niña? Que ella se atrevería a hacer cualquier cosa, pero si estuviera drogada o borracha.

– ¡Pao! Protestó Brenda.

-Pues borracha si te puedo poner, porque drogas no hay en esta casa.

A la hora ya estábamos cantando y bailando. Brenda estabas irreconocible, de aquella niña que recordaba, culposa por su relación con el viejo de la tienda y con el hombre que le metió mano en su cocina, aquella que odiaba la palabra amante, esa que escribía relatos a escondidas de su marido; de aquella chica, quedaba poco, estaba desatada, bailaba moviendo el cuerpo de una manera sinuosa y muy sensual, movía la cabeza de arriba abajo, alborotando todo tu hermoso cabello, parecía niña con juguete nuevo. Entonces Mau se me acercó y me besó en la boca, yo me colgué de su cuello y me entregué a ese beso delicioso, la volteé a ver y le dije:

-Ven…

-No, sigan ustedes.

-Cómo que se te bajaron los ánimos. Le dijo, Mau.

-Ven, Mau besa delicioso, te va a gustar.

-Déjala, Pao, tal vez lo que quiere es que la beses tú.

– ¡Brincos diera! A Brenda no le atraen las mujeres.

-Porque no las has probado, a mí me encantan. Todos reímos.

– ¿Sabes qué le encantaría a Brenda?… navegar en un yate.

-Si quieren podemos hacerlo mañana, yo no tengo un gran yate, pero sí uno pequeño con todo y camarote.

-A mí me encantaría, ¿Quieres que viajemos, Brenda?

-Sí, me gustaría mucho.

-Así estrenamos los biquinis que compramos.

-Me encanta verlas en botas.

-Gracias, a Brenda le quedan preciosas.

-A ti también, Pao, no te hagas.

Mau sirvió otra ronda de bebidas y trajo una bandeja para picar, de pronto me acostó en el sofá, me quitó las botas y empezó a masajearme los pies, Brenda bebía como albañil. Luego me acostó boca abajo sobre sus piernas y me empezó a masajear todo el cuerpo, concentrándose más en mis nalgas, de pronto empezó a desabrochar mi blusa y me la quitó, luego fue el turno del brasier, me dio vuelta, se echó aceite en las manos y empezó a masajear mis tetas, que delicia de caricia, sentía mis pezones bien paraditos. Luego me paró y de espaldas a Brenda, me bajó el pantalón con todo y la tanga, ella desvió los ojos, seguramente no le gustaba ser voyerista.

– ¿Quieres un masaje, Brenda? Este hombre tiene unas manos maravillosas.

-No gracias, sigan ustedes.

– ¿Te incomoda vernos? Le dijo Mau.

-Por mí no se preocupen, sigan…

Mau fue por una toalla enorme, la puso sobre la alfombra, me acostó boca abajo y me volvió a masajear todo el cuerpo, yo la miraba de reojo y le hacía señas de que se acercara, pero ella me decía que no con la cabeza. Yo cerré los ojos y me abandoné a sentir aquel masaje maravilloso que ya me comenzaba a calentar. Me dio vuelta y me empezó a masajear primero los pies, que rica sensación, luego fue subiendo sus manos aceitosas por mis gemelos, hasta las rodillas, luego fueron mis muslos, yo inconscientemente abrí las piernas y el muy cabrón me pasaba las manos muy cerca de mi panocha, pero sin tocármela, luego fue hasta mi cuello, me apretaba los músculos, tan fuerte, que sentía como deshacía los nudos de mi tensión, bajó por mis tetas, me puso de pie, me dio una nalgada y me mandó a bañar.

Cómo Brenda no se quería quedar a solas con Mau, se ofreció a acompañarme, yo le dije que sí, pero Mau se vino detrás de nosotras, Ella se sentó sobre la tapadera del váter, yo encendí el agua caliente y me metí a bañar, solo pude notar que Brenda evitó verme en pelota, al instante, entró Mau desnudo, con la verga bien parada y se metió conmigo, a Brenda se le salían los ojos de ver esa tremenda verga en todo su esplendor, yo le dije:

– ¿Te quieres bañar con nosotros?

-No gracias, sigan ustedes…

-Pao, mámame la verga, extraño mucho tu boca.

-Sí, mi amor, tú sabes que me encanta mamártela.

-Uf, que rico, mamas como toda una puta.

-Eso soy para ti, mi Mau adorado, me encanta que me digas que soy tu puta, ya lo sabes. Brenda, ¿no te gustaría ser también la puta de Mauricio?

-No, me gusta más verlos.

-Así, cabrona, chúpame los huevos también.

-Yo te chupo hasta el culo, si me lo pides.

-Sí, putita, nunca nadie me había chupado el culo, pero tú lo haces tan rico, que hasta tus deditos me gustaron.

-Ay, mi amor, estoy muy caliente, cógeme ya, por favor.

-No, espérate, antes te quiero mamar esas nalgas deliciosas y esa panocha tan rica y tan caliente que tienes… ven siéntate en mi cara…

-Ay Mau, que rico mueves la lengua dentro de mi cuquita, así… que rico, papito… más… dame más lengua… si supieras lo que me haces sentir… ay… así… así, chúpame el culo… que rico… así… frótame el clítoris… Brenda, ¿no se te antoja?

-Se ve rico.

-Mira esa verga bien parada, ven, dale una buena mamada.

-No, mejor yo solo miro.

-Ay, papi, más, más… que rico siento tu lengua chupándome todo el clítoris… ay… y tus dedos destrozándome todos mis agujeros… ay, qué rico… no puedo más… me vengo, me veeengooooooooooooooooooooooooo… ah…

-Ven, vamos a la cama, llegó la hora de coger, de que te haga aullar al meterte la verga, cómo sé que te gusta.

– ¿Nos acompañas, Brenda?

-Si ustedes quieren…

-Sí, Brenda, a mí me gusta que otra chica me vea coger, de pronto se te antoja mi verga.

-De pronto…

En eso sonó su teléfono y era su esposa que tenía una emergencia, Mau se vistió de prisa y me dijo que más tarde me mandaba un mensaje para ver si podía hacer ese viaje en yate, se despidió corriendo y solo me dijo que cerrara al irnos. Como su edificio queda enfrente del mío, no tardamos nada en llegar a mi apartamento, Brenda no decía palabra:

– ¿Estás incómoda?

-No, no es eso, es que tú sabes que yo no estoy acostumbrada a estas cosas…

-Lo sé, Brenda, pero te invité a que conocieras a Mau, porque él tiene verga para las dos, ¿no te gustó?

-Sí, él es muy guapo y su verga se ve más rica que en la foto que me mandaste, pero…no sé, por más cerveza que tomé, no me pegaba, yo creo que los nervios me ganaron.

-No te gustó verme desnuda, ya sé que no te gustan las mujeres, pero tú bien sabes que yo sería incapaz de tocarte.

-Lo sé y te lo agradezco.

– ¿No te mojaste al ver cómo nos mamábamos?

-Sí, mucho, tengo la pucha empapada y palpitándome de las ganas.

– ¿Entonces?

-Es qué… yo ni siquiera lo conozco… y además… ustedes son muy grandes para mí… yo nunca había estado en una situación así… y si me animara… me da pena que me veas coger con él.

– ¿Quieres que los deje solos mañana para que puedas coger a gusto?

-Por un lado, me da pena que nos veas, pero por el otro, me da mucho morbo, nunca nadie me ha visto coger.

-A mí me encantó que nos vieras, me puso muy caliente ver como cruzabas las piernas de las ganas que tenías y los ojos se te salían al ver su verga.

-Sí, reconozco que me moría de ganas por mamársela.

-Coge delicioso, el muy cabrón.

-Sí, también de eso me dieron ganas.

En eso entró el mensaje de Mau, diciéndonos que nos iríamos a las 6 de la mañana para aprovechar el día, le conté que el mar donde Mau tiene su yate, está a dos horas de la capital. Ella me dijo que entonces era hora de ir a dormir, pero se quería bañar antes, le llevé una toalla limpia y yo también me bañe, entonces cada una se fue a dormir a su cuarto, yo caí rendida, pero muy caliente, me dejó con ganas de que me metiera su verga, ese cabrón. A la mañana siguiente desayunamos ligero, luego sacamos nuestras maletitas de viaje, en lo que esperábamos a Mau, te pregunté:

-Me quedé muy preocupada por ti, anoche.

-No tengas pena, sé que me comporté como una niña.

-Mira, el sexo es una cuestión de actitud, en el momento que pierdas el miedo, vas a disfrutar como nunca en tu vida.

-Quizá me ayudarían unas cuantas chelas y así, sí me voy a coger a ese viejo rico.

-Ojalá que te deje renca de tanta verga que te va a dar.

-Ojalá.

En eso llegó Mau, yo me fui de copiloto y Brenda en el asiento de atrás. Mau llevaba café y sándwiches para el viaje:

– ¿Qué le dijiste a tu mujer para que no sospechara?

-Fue fácil, le dije que le mecánico me había dicho que el yate no arrancaba y como mi suegra está en la casa y se regresa hoy a los Estados Unidos…

-Todos los hombres son unos cabrones. Dije yo.

-Y nosotras unas putas. Dijo Brenda

– ¡Esa es la actitud! Dije yo.

-Vaya, como que la nena despertó. ¿De verdad vas a ser mi puta? ¿Te vas a dejar coger? ¿Me vas a mamar la verga?

-Sí y si quieres te lo demuestro ahora mismo.

Mau detuvo la camioneta, y cambiamos de lugar, al arrancar, como una gata en celo, le bajó el cierre y sacó esa inmensa moronga, le dio unas lamidas y Mau pegó un brinquito, luego se la metió toda a la boca y gimió, yo me acerqué para ver de cerca como esa boquita juvenil era profanada por semejante pija.

-Qué rico me mama la verga esta mexicanita, putita.

-Ya sabía yo que todo lo que necesitaba era un empujoncito, para sacarle todo lo puta que es. ¿Te gusta su verga, mamita?

-Me encanta y deja de hablarme porque estoy mamando.

-Qué envidia me das, pero de la buena, confiésale a Mau que ayer te morías por mamarle la verga.

-Sí, pero estaba chiveada.

– ¿Cómo la convenciste?

-Yo no le dije nada, a ella solita le salió lo puta. ¿Qué hiciste Brenda, para cambiar de opinión?

-Me masturbe anoche pensado en tu verga, eso fue.

-Pues gózala, perrita.

-A la puta, si sigues así me vas a hacer acabar.

-Acábale en la boca que a esta zorra le encanta tragar leche.

-Uf, que rico… sigue… sigue así, putita… más… más rápido… usa tu lengua, cabrona… así… más… ay… que rico… me vengooooooooooooooooo… ah… uf…

– ¿Te gustó su lechita?

-Hum, deliciosa, lo que no sé, es si me va a entrar tu vergota, yo tengo la panochita bien cerradita, no me gusta el dolor.

-Eso pensé yo la primera vez, pero después yo misma le pedía que me partiera en dos.

– ¿De qué tamaño tiene la verga tu marido?

-No quiero hablar de él después de haberme tragado tu leche.

-Quítate la blusa y enséñame las tetas.

– ¿Aquí, en plena carretera?

-Aquí, a ver Pao, ensénale cómo se hace.

Yo me quité la blusa y el brasier y les enseñé las tetas, pasó un camión y empezó a bocinar, yo bajé el vidrio y se las enseñé a los viajeros, Mau aceleró y los dejó atrás, Brenda se reía enloquecida, en eso se sacó la blusa y el brasier y nos enseñó sus deliciosas tetitas, casi infantiles. Nos alcanzó otro camión y las dos sacamos medio cuerpo por las ventanillas y recibimos muchos aplausos y obscenidades de todos los que nos veían. Íbamos desatadas, ahora sí parecíamos putas desnudándonos para todos los viajeros, hubo un momento en que Brenda se quitó el short, y sacó el culo por la ventanilla, los viajeros sacaban las manos tratando de tocarla, Mau volvió a acelerar y por fin llegamos al mar.

Salieron unos sirvientes para ayudarnos a subir las cosas, casi se tropiezan por vernos el culo. Yo le di un codazo a Brenda para que viera como se llamaba el yate, en color rojo, se leía: SU MAJESTAD. Las dos nos matamos de la risa, era una broma entre nosotras dos, resulta que yo le mandaba videos porno y siempre me ponía alguna objeción, me dijo que no le mandara ni latinos ni amateur, entonces le mandé de extranjeros y entonces me dijo que las viejas estaban gordas, de ahí que le dije: -Qué difícil es complacerla, Su Majestad-

Luego uno de los sirvientes le dijo a su jefe que ya estaba preparado el almuerzo y el bar estaba lleno. Se despidieron con un apretón de manos, no sin antes, comerse con la mirada a Brenda. Subimos los tres y Mau encendió el yate y navegamos mar adentro, mientras tanto, nosotras fuimos por bebidas frías y Mau nos pidió que nos fuéramos a poner nuestros biquinis, yo, para no molestarla, le dije que fuera ella primero, regresó con un biquini en color rojo, se veía espectacular, su cinturita hacía resaltar sus nalguitas deliciosas; luego salí yo con un biquini blanco y Mau me dio una nalgada. ¿Y la mía?, reclamó Brenda y Mau le dio sendas palmadas en sus dos nalgas. Qué lindo cuerpo tenía esa niña, si no supiera que ya tenía una nena, hubiera creído que era virgen.

Ya mar adentro, me pidió que le tomara fotos para tu Facebook, le tomé muchas en distintas poses, se veía preciosa, en eso Mau apagó los motores, echó el ancla al mar y se quitó su short, abajo traía su calzoneta negra, a pesar de que Brenda le acababa de sacar la leche, se le notaba muy rica, su verga dormida. Fue por dos toallas y nos las dio para untarnos bloqueador, yo le dije que la invitada era ella, y yo sola empecé a echármelo, pero viendo como Mau, con sus grandes manos recorría todo su delicioso cuerpo, empezó por sus pies, fue subiendo por sus muslos y luego le masajeo las nalgas, Brenda me miraba asombrada y muy caliente. Yo le di más cerveza.

Luego de cubrir hasta el último poro de su cuerpo, le pidió que hiciera lo mismo con él, ella se embadurnó las manos y lo masajeó por todo el cuerpo, pero al llegar a su entrepierna, metió las manos debajo de su calzoneta y empezó a sobarle la verga y los huevos, Mau me llamó y aprovechó para meterme mano, mientras Brenda ya le habías quitado la calzoneta y ya le estabas mamando de nuevo, ese garrote delicioso y luego se metía sus huevos a la boca, no me di cuenta a qué horas se desnudó, le agarró la verga con las manos y la dirigió a la entrada de su panocha y ella misma se la ensartó hasta los pelos, era un poema ver a esa mujer con cara de niña, como sus gestos, desfiguraban aquel rostro lleno de placer, Mau me pidió que me desnudara y me senté en su cara, era fascínate verla tan cerca, estamos una frente a la otra, me encantaba ver como rebotaban sus tetas a cada embestida que Mau le daba, ella cerrabas los ojos y yo me deleitaba viéndolos coger, entonces me animé y con mis manos le toque las tetas, ella abrió los ojos y yo se las quité, los volvió a cerrar para concentrarse en esa gran cogida que recibía, mientras sentía como Mau me sacaba un delicioso orgasmo con la boca.

-Así, Mau… que rico… méteme toda tu verga… ay, Pao, tenías razón… que rico coge este cabrón… dame más… ay… más… méteme toda tu verga… ay… me voy a venir, que riiiicoooooooooooooo… más, más… destrózame… ya, ya, ya… que deliciaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa… ah… me dejaste muerta…

-Ahora me toca a mí, le dije a Mau, dándole otra cerveza a Brenda, ella bebía una tras otra como si fuera agua pura.

Y me puse en cuatro sobre la toalla, Mau apuntó su verga y me la dejó ir de un solo puyón, me tuve que apoyar en mis manos para no romperme el hocico, este hombre era un animal a la hora de coger… yo empecé a gemir, en eso veo que la pone de piernas abiertas a la par de mi cuerpo y le empieza a chupar el culo mientras me violaba la pepa, eso sonaba como una sinfonía de lujuria, los tres pegábamos de gritos, total, estábamos en medio del mar, ella colocó sus manos en mi espalda para no caerse y yo vociferaba obscenidades, muerta de la calentura, era delicioso oír sus gemidos de gusto cuando Mau le hurgaba el culo con su lengua, yo empecé a sentir que me venía el orgasmo, movía el culo de atrás para adelante, hasta que sentí que exploté en esa verga inmensa.

Pero Mau no había terminado, así que la puso en cuatro y se la empezó a coger, Brenda movías el culo tratando de trabarte toda la verga:

-Ay, me tienes muy caliente Mau, si no fuera porque tienes la verga tan grande, te pediría que me partieras el culo.

-Yo sé cómo hacer para que te guste sin que te parta el culo.

-Hazme lo que quieras, pero antes dame otra cerveza.

-Acá te van dos de una vez.

– ¿Qué me estás haciendo?

-Te estoy derramando toda la cerveza en las nalgas.

-Ay que rico, me gusta esa sensación del frío de la cerveza en mi cuerpo caliente… no… ¿Qué haces?

-Me tomo la cerveza directo de tu cuerpo.

-Déjame, sabes que no me gusta que me hagas eso… no, Pao, por favor… ay… no… no me metas la lengua en el culo… Pao, por favor… suéltame… tú sabes que no soy lesbiana… te digo que me sueltes, cabrona… ay… no me nalguees… no… Pao… hum… ay… ah… más… sí… sí, dame más… ay… me gusta… no se lo vayas a contar a nadie, por favor… que delicia… méteme toda tu pinche lengua de puta… ay… sí… chíngame el culo…

-Listo, Mau, ya tiene el culo bien lubricado y abierto, pero trátalo con cariño, mira que casi es una niña. Y tú afloja tu puto culo… así, así, despacito…

– ¡No! ¡Ay! Sácame la verga, Mau… ay, no… que dolor… no… por favor… ¡No!…

-No se la saques papito, al contrario, métesela poquito a poco… así… y tú, ya te dije que aflojes el culo, si no te va a doler más… así… otro poquito… más… más… ya casi entra toda… un poquito más… que tragona esta pendeja, ya se comió toda la verga por el culo.

– ¡NO! Mau, por favor… no te muevas… siento que me cago…

-Pues cágate.

-Pao, por favor, dile que me saque la verga… me está matando…

-Ahora arreglo ese problemita…

-No, Pao, ¿qué me estás haciendo?… No, por favor… no me chupes mi panocha… ay… no Mau, no te muevas, que me arde el culo… ay… no… déjenme, por favor… ay… ¡Suéltenme!…

-Tómate otra cerveza.

-Dámela pues… pero no te muevas… ay, no… Pao no me metas los dedos… ay… me duele… ah… hum… ¿Qué haces?… ¿Qué me estás haciendo?… ay… siento raro… hum… ¿por qué mueves tu lengua en mi gallito?… ay… hum… si… que rico… más… ay… chúpame toda la panocha pinche Pao… a la puta… que rico… así… ahora si… muévete, cabrón… ay… me estás partiendo el culo… ah… sí, no dejes de chuparme el clítoris… sí… se siente rico… me duele, pero me gusta… sí sigue… sí… sigan… culéame, cabrón… no que tan machito… dame verga… sácamela por la boca… a la puta… nunca había sentido tanto placer… sigan… chúpame la concha, Pao de mierda…

-Que rico es verlos coger.

– ¡Ay! Que rico siento como me partes el culo… No, Pao, sigue mamándome el clítoris… así me duele menos…

-Solo si también me mamas la pepa, mexicana hermosa…

-Sí, ven, estoy tan caliente que aprovéchate… en este momento estoy dispuesta a hacer todas las cochinadas que quieran… tienes bien mojada la pucha… eres una puta… hum… que rico… que ricos saben tus jugos… ay… hijueputa… dame verga… no me abandones, Pao por favor… chúpame… chúpame toda… ay…

-Mamame la pepa, Brenda… eso… así… que rico… ¿No que no te gustaba?… Ay cabrona… no me metas el dedo en el culo… ay… me lastimas con la uña… cuidado… cuida… sí… que rico… mámame y viólame… sí… que rico… así mamita… me gusta… así, mi vida… dame más lengua, mi amor…

-Ay… voy a terminar… ya… que rico… dame más verga… húndemela toda… chúpame Pao, por favor… ya… me vengo… me vengo por el culoooooooo… ay… ah… que delicia… ¿qué me hicieron? Par de viejos degenerados… nunca había sentido tan rico en toda mi vida…

-Que puchita tan apretada tiene esta putita.

– ¡No! Ahora cógete a la puta de la Pao, No, Mau… aún estoy muy sensible… ay… eres un loco perverso, ni bien me dejaste todo el culo abierto y ya me estás dando verga por la panocha… ay… sí… pero que rico siento… me están volviendo loca de tanto placer…

-No sé si tienes más rico el culo o la panocha, nunca había aguantado tanto con un par de putas…

¿Te gusta mi panochita? ¿Te aprieto rico la verga?… ay Mau… que rica cogida me estás dando… ya necesitaba verga… mucha verga… pero nunca creí probar una como la tuya… sigue… sígueme cogiendo… no quiero que me la saques nunca… que rico… esta es verga… ay…

-Mueve el culo, puta… que rico… Pao, ¿qué estás haciendo?

-Mamándote los huevos y viendo muy de cerca cómo le entra y le sale tu verga a esta mexicana re puta.

-Sí, soy una puta y me encanta la verga.

-Mau, me voy a venir… así puta, apriétame la verga yaaaaaaaaaaaaaa…

-Yo también me vengo… putaaaaaaaaaaaaaa…

Y le bañó de leche la pepa, lo más rico es que no se preocupó que no usó condón, quería volver a sentir esa sensación deliciosa de que le llenaran de semen tu hoyito delantero. Almorzamos delicioso hicimos una pequeña siesta en la sombre, Mau prefirió hacerla en el camarote.

-Perdóname por haberte hecho todo eso, sé que no te gusta.

-No me gustaba, ahora te entiendo, una no puede saber si le gusta o no, hasta que lo prueba y me encantó lamerte y que me mamaras, de otra manera no hubiera soportado la verga de ese animal.

– ¿Valió la pena el viaje?

Y que lo digas, con lo necesitada de verga que estaba, ahora me voy satisfecha, espero que me dure unos cuantos días.

– ¿Te puedo pedir algo?

-Dime.

-Un beso, necesito probar tu boquita.

Y por fin la besé, desde el día que la conocí quise probar esos labios tentadores, pero al sentir su cuerpo tan cerca del mío, le besé el cuello y luego fui a lamerle esos pezoncitos deliciosos, lo hermoso fue que ella, sin que yo se lo pidiera, también me chupó las tetas, luego entrecruzamos nuestras piernas y froté mi sexo con el suyo, Brenda echó su cabeza para atrás y sin voluntad empezó a mover su cuerpo, era delicioso sentir como emanaba de nuestros sexos tanto calor, ya teníamos una danza a punto del último orgasmos juntas, la besé por última vez y le agradecí su entrega, ella me dijo que solo borracha se hubiera atrevido a hacer todo lo que hizo, la ayudé a pararse salió Mau y nos tiramos al mar a bañarnos y quitarnos los olores de la enorme cogida que los tres habíamos disfrutado. Emprendimos el regreso, así desnudos como estábamos y solo cuando vimos el pueblo a los lejos nos vestimos, al llegar los sirvientes hicieron su trabajo y volvimos a la capital, Brenda ibas atrás, profundamente dormida y cuando despertó, estaba en su cama a la par de tu marido.