La noche que termino abducido y me convierto en lo que menos me imaginaba
Abducción
Hace bastante tiempo no sabía dónde estaba, sólo recordaba aquella última noche en la que estaba cómodamente recostado sobre su cama, feliz porque finalmente, luego de tanta búsqueda, había conseguido ese puesto como asistente de un importante curador de su museo favorito. Tantos años de carrera, trabajos insoportables, por fin habia sucedido aquello que tanto deseaba, parecía que la vida por fin estaba a favor de Rodrigo.
Sin embargo, él no se imaginaba que aquella noche sería la última en la que sería dueño de su vida.
Era una calurosa noche de verano, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires era un fuego, los 40° que hicieron durante todo el día, aun seguian intensos a pesar de ser las 3 de la madrugada. El calor y la humedad eran insoportable, y ni que hablar de los mosquitos. Rodrigo, de 30 años, dormitaba en su depto ubicado en el barrio Montserrat, hacía un par de horas había estado festejando con sus amigos por la calle Corrientes su nuevo puesto de trabajo; y ahora, agotado y acalorado se encontraba tratando de dormir, con la entrada del balcón totalmente abierta, lamentablemente el equipo de aire acondicionado estaba descompuesto hace un par de días y siempre olvidaba buscar un servicio técnico.
Las sábanas se pegaban a su cuerpo desnudo, era insoportable, para colmo en un par de horas tendría que prepararse para empezar su nuevo trabajo; y no lograba descansar. Transpirado se levantó de la cama y se dirigió al baño, una ducha helada sería de gran alivio y seguramente podría conciliar el sueño tan deseado.
Mientras estaba en la ducha, sintiendo el frío del agua recorrer su anatomía, escuchó un ruido que le pareció de lo más extraño, como si algo se hubiese caído en su habitación, fue un sonido fuerte el cual lo tomó por sorpresa. Rodrigo cerró la canilla, envolvió su cintura en una toalla, y mientras se disponía a salir de la ducha, de repente escuchó pisadas. Congelado en su lugar, trató de oír más atentamente, para confirmar qué era lo que estaba pasando, y sí, aterrorizado comprobó que se trataban de pisadas que iban y venian. No sabía que hacer, alguien estaba dentro de su departamento, recorriendolo. Su celular estaba en su cama, así que no podría comunicarse con la policía, no podía creer que entraran a robarle, estaba en un octavo piso, ni siquiera sintió cuando abrieron la puerta de entrada, sólo el sonido de que algo cayó cerca de donde estaba; ¿será que los asaltantes habían escalado los ocho pisos del edificio hasta llegar a su balcón? ¡Imposible! No tenía ningún sentido ese pensamiento, pero no podía quedarse encerrado en el baño para siempre escuchando como se llevaban sus pertenencias, no, él debía salir, luchar o por lo menos hacer el escándalo necesario para que un vecino llame a la policía. Así que con aire de valentía tomó el secador de piso con sus manos cuál vara de combate y se aventuró a abrir la puerta, y que sea lo que Dios quiera…
Abrió de golpe, rápido, sin dudar, listo para la acción, y… nada. Salió del pequeño cuarto, arma… digo, secador en mano y se dispuso a recorrer el tramo que había hasta su habitación, las pisadas habían cesado, y Rodrigo se encontraba sumido en un silencio que se le hizo de lo más pesado. La tensión aumentaba, el camino hasta su cuarto se tornó interminable hasta que finalmente se encontró en la entrada de éste y vió que todo estaba exactamente como lo había dejado. No entendía que estaba pasando, estaba seguro de lo que escucho, eran pisadas, había alguien en su casa, lo acababa de escuchar; y sin embargo, parecía que no, ¿quizás el cansancio que tenía de no poder conciliar el sueño lo hizo alucinar?…
En fin, el muchacho recorrió todo su cuarto y no encontró nada, se dirigió a la cocina, y allí tampoco parecía que algo había sucedido, toda la situación comenzó a parecerle de lo más graciosa, y ya más relajado procedió a recostarse en su cama, pero antes se acercó al balcón.
Aun tenía la toalla húmeda enroscada a su cintura, sintió una brisa fresca, por fin un pequeño respiro al insoportable calor de la noche, y fue allí cuando dos manos tomaron sus brazos de manera violenta, sintió un pinchazo fuerte en su cuello y se desvaneció. Al día siguiente se despertó con una sensación de lo más deliciosa en su cintura baja, más concretamente, en su pene. Creyó que Karina por fin habia cumplido esa fantasía que tanto le había pedido a ella: despertarlo con una mamada. Las caricias en su miembro, la sensación de succión eran increíbles, no recordaba que Karina fuese tan buena, hasta que de repente recordó todo lo que pasó. Abrió los ojos asustado y se encontró dentro de una habitación, acostado en una camilla, trato de moverse pero sus extremidades se encontraban atadas, a pesar de todo esto seguía sintiendo como succionaban su pene firmemente, entonces levanto su cabeza y pudo ver como una manguera estaba conectada a sus genitales; y a su lado una criatura humanoide, de piel pálida, rasgos angulosos, de ojos totalmente violetas carentes de iris y pupilas, mucho mas alto que un humano, vestido curiosamente con una bata blanca sosteniendo en sus largos dedos lo que parecía un block de notas. La criatura, atenta, tomaba notas y al parecer también se ¿grababa?, Rodrigo no podía creer lo que sucedía, el alienígena en cuestión lucía como cualquier otro científico humano, si bien hablaba en una lengua que jamás escuchó, le parecía de lo más curioso lo que estaba presenciando. Repentinamente la succión comenzó a acelerarse y a ser más fuerte, esto hizo que nuestro porteño pierda la cabeza, ya no le importaba el terror y la cosa que tenía a su lado estudiandolo, se dejó llevar por el bombeo en su miembro, jamás había experimentado algo así, era como si quisieran vaciar sus testículos.
Al fuerte bombeo se sumó el estímulo de un líquido caliente que empezó a recubrir su pene, eso hizo que el placer aumentara y en cuestión de segundos sintió el orgasmo. Eyaculó como nunca antes, sentía como cada gota de su leche era tragada por esa manguera y una vez que hubo terminado la succión se cortó. Agitado, Rodrigo vió como la criatura, que tenía todos los signos de ser de un masculino, desprendía de sus genitales la manguera, allí pudo ver como su pene estaba bañado de un fluido transparente y se encontraba más rojo que nunca. El extraterrestre se acercó a su rostro, con sus manos huesudas inspeccionó sus ojos, abrió su boca, miró sus oidos:
– Dejenme ir… Por favor… ¿Dónde estoy? ¿Por qué me hacen esto? – interrogaba el chico, quién no recibía respuesta alguna del ser que tenía en frente.
Ahora, mas despejado, pudo notar que en la habitación en la que se encontraba había otros hombres que estaban siendo evaluados como él, pudo percibir el ruido de máquinas que bombeaban sin parar, y pudo ver más criaturas como la que ahora limpiaba su miembro que se encontraba totalmente flacido y empezaba a tomar un color más normal. Pudo ver también que en un sector de la habitación las criaturas tenían una mesa llena de botellas con un líquido blanco, eso lo sorprendió, «¿Será que recolectan semen? ¿Por qué; para qué?» pensaba.
– Todas esas botellas estan llenas de leche chabon, una locura, estos ovnis estan re locos. – le dijo una voz, a su derecha. Casualmente el extraterrestre que al parecer lo custodiaba se habia retirado. El muchacho que le habló estaba siendo bombeado en ese mismo momento.
-¿Qué…?- respondió aturdido Rodrigo.
– Ssssssg… Parece que… Hhhmmm… Que cuando se cansan de sacarte la leche… Aaaah… El líquido… Ahhhhh… Bancá… – Rodrigo vió como su compañero de cuarto se sumergia en los abismos del orgasmo y movía sus caderas al compas de su eyaculación. Extrañamente esa imagen excitó a nuestro protagonista, sentía como la sangre se acumulaba en su entrepierna; entonces en ese momento, el científico cósmico hizo acto de aparición, tomó su pene semi erecto y le colocó la manguera que inmediatamente empezó su trabajo de extracción, lo cual sobresaltó al muchacho y aumentó rápidamente su erección. El bombeo era lento, suave pero firme.
– Ufff… No doy más… No sé hace cuánto tiempo estoy acá… – nuevamente hablaba el joven a su lado, quien ya no tenía la máquina conectada.- La posta amigo es que cuando se cansan de sacarte la leche, te llevan a otro lado, a donde no sé. Pero los tipos te sientan una silla de ruedas y te hacen pasar por alguna de las puertas de allá… – dijo señalando con su cabeza más allá de donde estaba nuestro protagonista. Efectivamente, en el área izquierda de la habitación había dos puertas, iguales pero con unas inscripciones diferentes. – No sé que onda esto, pero¿ves la mesa de allá? – Rodrigo, que ahora estaba siendo succionado más fuerte, asintió – Bueno, eso es guasca boludo, de todos los flacos que están acá. Hasta ahora vi que tres chabones terminaron de llenar botellas y se los llevaron, a uno lo mandaron por la puerta de la derecha y a los otros dos por la izquierda. Anda a saber que onda todo esto, ¿para qué quieren tanta leche los coso’ estos?-
En el momento en que el otro chico terminó de hablar, el nuestro sentía nuevamente el liquido caliente por su miembro y como esa maquina se comía su pija, mamaba sin descanso para conseguir lo que parecía un material de lo mas preciado, néctar de la vida, su leche. No sabe cuánto tiempo pasó, y en un momento dejó de contar las veces que llevaba eyaculando, el muchacho que le había hablado anteriormente, le contó que su nombre era Lucas, que vivía en Libertad, barrio de Merlo, la zona oeste del conurbano y que tenía 19 años. Le dijo que antes de que lo abdujeran él estaba con sus amigos, en su casa tomando unas cervezas, pasando el calor de la noche y que de golpe se cortó la luz y estos seres lo agarran a él y a otro de sus amigos, para luego desmayarse y despertar aquí. Vió como se llevaban a Lucas por la puerta derecha, ya había completado su botella. Todavía quedaba un cuarto de recipiente suyo para completar y la ansiedad lo invadía, no sabía que era lo podía pasarle, por cuál puerta iría, qué habría detrás… Éstas ideas no paraban de rondar por su mente, ya estaba cansado de la máquina, se tornó hasta incluso doloroso, y su pene se veía claramente irritado, pero cuando era succionado increíblemente el dolor disminuía. Finalmente terminó de rellenar su botella, que era muy parecida a aquellas gaseosas de 3 litros, sólo que un poco más grande, durante todo ese tiempo fue asistido por el mismo humanoide alto y pálido, que a pesar de la situación, lo trataba de forma gentil, le inyectó quién sabe qué liquido como unas 5 veces, y lo limpiaba cada vez que acababa. Una vez completado todo, la criatura lo acomodó en una silla de ruedas, Rodrigo que en algún momento pensó en escapar, estaba tan ecxsausto que no podía moverse.
Vio como se dirigía hacia la puerta izquierda, a penas atravesó el umbral se encontró en un pasillo lleno de tanques con hombres flotando dentro de ellos, hombres que tenían muy buena contextura física flotaban con máscaras de oxígeno adheridas a sus rostros y sus genitales se encontraban en una especie de paquete, lo mas shoqueante fue ver que a estos hombres se les habían removido tanto brazos cómo piernas. El terror embargaba a Rodrigo, ¿entonces a él le iban a hacer eso? «¡NO!¡NO!», pensaba. Al final del pasillo se encontraba otra puerta que daba paso a una habitación donde había una mesa con otra criatura, mucho más femenina, que lo observaba con atención. Su enfermero personal le entregó unas carpetas a ésta humanoide, que era prácticamente igual al que lo asistía con la excepción de que poseía 4 senos de tamaño proporcionado, para nada exagerado, y sus ojos eran de un negro completo. A continuación, Rodrigo vió que su enfermero extraía una especie de insecto, como una babosa y procedía a introducirla en su oído, él trató de resistirse, gritó, sacudió su cabeza, pero al estar esposado a la silla, mucho más no pudo hacer e inevitablemente sintió como esa babosa se adentrava en su canal auditivo, yendo hasta lo más profundo para luego sentir un pinchazo y que esta ya no vuelva a salir.
– ¿Me escucha?- Rodrigo abrió los ojos impactado, y lentamente asintió con su cabeza. – Muy bien. Veo que puede entenderme sujeto 2456. Le explicaré por qué está aquí- la voz de la extraterrestre sonaba en un tono duro, grave, pero era sin dudas la voz de una mujer. – Usted se encuentra aquí por que es un especimen de gran valor nutricional. Verá, sus fluidos contienen las mejores proteínas, entre otros componentes, y usted es apto para la venta y ser adquirido por cualquiera de las familias del planeta Júpiter. A partir de ahora sus extremidades serán removidas, ya que no las necesitará y será colocado dentro de un tanque de conservación esperando a ser comercializado. Además sus cuerdas vocales serán completamente quemadas, y su dentadura y lengua también serán extraidas. Sepa que en Clovers Alimentos, usted será tratado excelentemente hasta la hora de su venta. ¿Alguna pregunta?
Rodrigo no podía creerlo, había sido abducido para convertirse en la vaca lechera de alguien, toda su vida, todo su futuro, habían sido destruidos en un instante, y esa cosa le preguntaba si «tinii ilguini priguinti»*.
– Sí, ¿Por qué yo? ¿Por qué hacen esto? ¿Saben qué arruinan vidas? ¡¡Locos!! ¡¡¡Enfermos!!! ¡¡Hijos de puta!! – gritaba mientras trataba de liberarse sin éxito. – ¡¡Quiero salir de acá!! ¡¡Déjenme!! ¡AAAAAH!
– Sujeto 2456… Le ruego se calme. Nuestra especie necesita de los fluidos de los machos humanos para sobrevivir, hemos agotado nuestros recursos y salimos a buscarlos. Pero no se preocupe, la vida humana es de lo más insignificante, aquí usted será feliz, ya verá. Sin más preámbulo, procederemos con dichas intervenciones, hasta pronto.
– NO NOO NOOO, DEJENME, NO PUEDEN HACERME ESTO, AAAAAAAAH… AAAAAAAAH- Gritaba desgarradamente nuestro chico mientras era arrastrado a otra habitación.
Primero se encargaron de su boca, allí un brazo robótico abrió sus mandíbulas al máximo, a continuación otro brazo que tenía una punta caliente seguida de una pelota de consistencia blanda se introducía en su garganta, la punta eliminó sus cuerdas vocales y la masa se pegó a su dentadura fuertemente y de un tirón se llevó todos sus dientes; y sin anestesia. Rodrigo gritaba mudo, sufría sin voz, lloraba sin parar, sus encías rápidamente fueron selladas para q no sigan sangrando, para luego trasladarlo a hacia una camilla, allí le colocaron una mascarilla que tapo la mitad de su cara, justo como a los tipos de los tanques, y después de eso ya no supo más nada.
De un momento a otro despertó, recordaba todo, intentó moverse, pero no pudo, intentó hablar y tampoco, movió su cabeza y vió q sus brazos no estaban, se encontraba en una especie de caja, al parecer bien aclimatada, sentía como un tubo entraba por su boca hasta dentro de la garganta, quizás para alimentarlo, mientras que tenía otro en su recto, seguramente para eliminar sus desechos sin ensuciar nada. Allí estaba, en el silencio total, podía percibir su erección, su pene hinchado, latiendo, sus testículos llenos, completamente cargados. Y es entonces cuando lo siente, alguien o algo empieza a frotar su pene, y rápidamente logra su cometido, la eyaculación de Rodrigo, y no se detiene. La paja continua, una y otra vez hasta obtener toda la leche necesaria, a Rodrigo le fue difícil aceptar toda esa situación, ya no era una persona, era un objeto, a veces lo pajeaban sin parar, en otras ocasiones mamaban avidamente de su miembro, el cuál nunca dejaba de estar erecto, y en muy pocos momentos una máquina era conectada a su pija la cual bombeaba violentamente, con una succión tan fuerte q a veces pensaba que le arrancarian el pene.
Así pasó el tiempo, en la Tierra, más puntualmente Argentina, quedó como un caso sin resolver tragado por la tierra, o en este caso Júpiter. Rodrigo ya no recordaba nada de su vida, sólo sabía que su función era dar alimento y nada más; por su lado, los habitantes de Júpiter consumían a gusto el semen humano, era la bebida de desayuno, almuerzo, merienda y cena. Había familias que tenían hasta 3 humanos en sus hogares para abastecer a sus familias.
Nuestro protagonista aprendió a disfrutar de la situación, hasta incluso esperaba con ansias el ser ordeñado, casualmente lo había comprado una criatura femenina, quien vivía sola, pero era tremendamente adictiva a la leche humana, tanto así que dedicaba sus momentos libres a mamar glotonamemte de su pene humano.
En fin… Rodrigo cumplió con su vida útil fue ordeñado durante mas de 20 años, hasta que ya nadie más mamó de su calloso miembro y fue desechado, tirado a una trituradora de basura. Pronto un producto mas joven llenaría la boca de su antigua dueña.
Por Demonia.