Por fin me saqué la duda ¡Ya sé qué es cruising!

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Bueno, en la tranquilidad del hotel agarré el móvil y me dediqué a buscar la palabreja. ¡Así que era eso! Bueno, entonces no me extrañaba demasiado lo que me había ocurrido esos dos días, parecía que iba buscando hombres; desnudo en un sitio tranquilo, cerca de un lugar donde ocultarse un poco por si la gente pasaba, mirando a los demás, y excitándome al verles hacer sexo…

Si, daba el tipo. Ahora tendría que averiguar si volver a aquel sitio de nuevo o buscar otro menos solitario, si deseaba volver a tener otro encuentro o no, y lo más importante: ¿era gay? ¿Me gustaban los hombres? Estaba seguro que no, sé que me gustan las mujeres, me gusta tocarlas, me excita mirarlas, y follar era el súmmum.

Pero lo volví a hacer, empecé a recorrer la playa acercándome a la zona nudista, divisé allá lejos las parejas de siempre, la gente que parecía la de siempre, pero cuando llegué al lugar de costumbre me detuve sin pensarlo, extendí la toalla y me puse a tomar el sol y a leer, esperando acontecimientos.

El sol pegaba fuerte y me fui a nadar un rato y refrescarme, y la verdad es que apetecía y el agua ya no parecía tan fría como en días anteriores. Fui bastante lejos, la superficie estaba como un plato y no costaba apenas avanzar, llegue hasta las boyas que delimitaban la zona de baño, descansé un rato, la playa se distinguía a lo lejos, con apenas detalle, y comencé el regreso tranquilamente.

Cuando hice pie y me incorporé para continuar andando hasta la arena, vi dos nuevos visitantes muy cerca de mis cosas, tumbados y mirando hacia mí: no distinguía muy bien, pero me parecían los dos individuos que conocí en días anteriores, y que me habían follado en días sucesivos en aquel mismo lugar.

No sabía si alegrarme o asustarme, si deseaba otra vez sexo con un hombre, o largarme de allí cuanto antes. Decidí esperar a ver qué pasaba y según vinieran las cosas, decidiría, así que coloqué un poco la toalla que se había recogido, me tumbé boca arriba para no ver qué pasaba a mi alrededor y cerré los ojos.

Ya te dije que volvería, oí que le decía uno al otro, y estaba claro que se refería a mí. Bueno, esta vez sí que estaba haciendo cruising, y ahora ya sabía qué era eso, así que no tenía la excusa del desconocimiento, pero además, podía haber buscado otro lugar, o haberme marchado cuando les vi allí a mi lado, así que estaba claro que buscaba algo de ellos o de alguien, un poco de sexo ocasional.

El del primer día se puso a mi lado y descaradamente puso su mano sobre mi muslo, acariciando suavemente, de arriba a abajo, mientras yo me hacia el distraído con los ojos entrecerrados. Luego se tumbó boca arriba también a mi lado, casi pegado a mí, y siguió tocándome. Como yo seguía quieto, sin parecer que prestaba atención, pero tampoco sin retirar su mano invasora, decidió provocar un poco más, tomó mi mano y la colocó sobre su vientre, encima de su polla, todavía encogida y cabizbaja.

Imagino que después de todo lo esperaba y casi agradecí que tomase él la iniciativa, todavía no sabía muy bien como debía actuar, pero en cuanto sentí aquel trozo de carne bajo mi mano, el instinto me enseñó cómo debía continuar, la fui acariciando despacio, masajeaba los huevos con delicadeza y aquello empezó a tomar tamaño muy despacio, a coger volumen y rigidez, y cuando la sentí un poco vertical, le agarré todo el cilindro con ganas y apreté para sentirlo crecer mejor en mi mano.

Le fui descapullando despacio, su cabezota se me presentó lisa y brillante, apetitosa, y… me tiré a por ella obsesionado, deseando sentir su sabor, en mi boca la suave piel y el calor, chupé y chupé con ganas, pequeños mordisquitos, como jugando y su tamaño se tornó impresionante en mi interior, mi paladar sentía ya un liquido cremoso salir de su punta, y su sabor salado me ofuscó totalmente, tanto que no sentía las manos del otro recorrer mi culo, abrirme y jugar con mi agujerito, besar mi espalda y mi nuca.

Me gustaba como besaba mi cuerpo, me acariciaba de arriba abajo, con deseo, apasionadamente, algo que yo no creí que pudiera sentirse entre hombre, una sensualidad rara, que excitaba mis sentidos y que me pedía algo mas, un poco de acción, sentía en realidad ganas de entregarme, de que me poseyeran.

Como no quería abandonar la polla que tenía en mi boca y deseaba sentir mejor los toqueteos del otro, me volví un poco para ofrecerle mi culo y de rodillas junto al otro seguí con lo mío, hasta que le vi suspirar y contraerse su polla a punto de reventar, y me apartó con firmeza de mi golosina.

– no sigas, me corro.

Entrecortado y con ligeros jadeos, su mano sujetó su polla, para que no la tocara mas, pero yo quería seguir, quería verlo, sentir mi poder también, y volví a ella, chupando su base, besando sus huevos y colocando mi mano en el trozo visible de polla que aun podía abarcar, la apunté hacia su pecho, y seguí con la operación.

No duró mucho, el primer chorro cayó sobre su pecho, después de describir un arco ante mi cara, el segundo sobre su barriga, y luego fue goteando sobre mi mano, resbalando entre los dedos, su cuerpo convulso, y sus manos sobre mi cabeza, intentando acercarla a la polla que ya empezaba a decaer lentamente.

Con todo este trajín, unos dedos habían invadido mi culo y yo me ofrecía mas sin darme cuenta, alzando las caderas bien sujetas por esas manos que tanto gusto me estaban dando, para poco después notar como su polla enhiesta intentaba entrar por el agujero que previamente estuvo preparando. La sentí entrar despacio, como ayer, pero mucho más cómoda, apenas me dolía y enseguida me fue viniendo el gusto de tenerla dentro, de sentirla moverse y jugar por mi interior.

Mi rostro estaba enterrado entre los muslos del otro, mi boca aun sentía esos huevos sin vello cerca, y un olor fuerte de su corrida me llenó la nariz y acrecentó la libido, estaba con la polla a tope, pero supongo que él se sentía sucio con el cuerpo bañado por su lefa y se deslizó despacio para salir de debajo de mí, dejándome huérfano de su cuerpo.

Al alzar la cara para verle marchar con pena, vi a otros dos hombres a nuestro lado, polla en ristre, meneándosela ante el espectáculo, yo de rodillas, culo levantado, el otro reclinado con la polla bien metida y dando golpes al entrar y salir, con un chapoteo que debía oírse en toda la playa.

Vi a mi amigo hablar con ellos, según se dirigía hacia el agua, y uno de ellos se puso debajo, metiéndose mi polla que ya no aguantaba más, en la boca, comenzando la misma operación que yo le había dedicado al otro hace un rato, chupando y chupando, absorbiendo con su lengua mi cipote duro que apenas necesitaba un pequeño estimulo para correrse.

Me desconcentró del chupeteo en mi polla los espasmos del que me estaba follando, que rígido y apretando las manos en mis caderas se corrió largamente en mi interior, y se salió para dirigirse también hacia el mar, cumplida su misión.

Creí que ahora podía dedicarme a disfrutar de la mamada del que tenía debajo cuando sentí otro cuerpo acercarse por detrás, aferrarse a mí con firmeza y apuntar apresuradamente a mi culo todavía abierto totalmente. Le fue muy fácil entrar, esta vez el agujero estaba lo suficientemente dilatado como para que no tuviera que esforzarse apenas, y se introdujo adentro de un tirón. Se quedó ahí, como disfrutando del momento, para a continuación comenzar un mete y saca frenético que hacía que mi polla golpease en la cara del de abajo, mas que quedarse quieta en su boca, hasta que consiguió meterla de nuevo y seguir con el chupeteo que me estaba llevando a la gloria.

Ya no podía aguantar más, la sensación en mi polla provocada por esa boca tan experta estaba consiguiendo sus frutos, y el roce de la polla que tenía dentro eran una combinación demoledora para mi sensibilidad. Cerré los ojos y arqueé la espalda cuando sentí que llegaba, no podía moverme para sacarla de su boca, ni podía ya advertirle, no me daba tiempo, estaba ya expulsando mi corrida dentro de ella, con gemidos incoherentes, el cuello tenso y la vista nublada, y más aun cuando mi culo volvió a notar que algo pasaba en su interior.

Se estaban corriendo de nuevo dentro, sentía los chorros golpear los intestinos, la polla clavada, quieta, el culo aplastado por su vientre y el golpeteo de sus bolas cesado al fin. No se tumbó sobre mi espalda, simplemente se agarró más fuerte para no perder el equilibrio, salió de mi culo sin detenerse, con la polla todavía de buen tamaño, haciendo un ruido de descorche, y una sensación de vacío y de frio entrando por mis tripas.

Y el de abajo… me había olvidado de él, ahora que me había dado placer, y entonces pensé que el otro se había retirado para que no le aplastáramos entre los dos, pero él seguía a lo suyo, se había tragado todo, y se estaba dedicando meticulosamente a limpiar con su lengua desde la base de las bolas hasta la punta del capullo, ya algo más chico que antes, dejando todo limpio y reluciente.

Algo viscoso fue saliendo de mi trasero, resbalando por la raja y deslizándose por los muslos y por el interior de los mismos. Parte debió seguir su recorrido por el centro, llegando hasta la lengua limpiadora, porque le sentí escupir y deslizarse al fin hacia fuera.

Bueno, esa era la señal de que todo se acabó, que ya podía levantarme y seguir a los demás hasta el agua. Esperé a que se retirase y miré bien a ambos lados, cuidando de que no hubiese nadie por allí cerca, prefería levantarme cuando nadie mirase, o mas bien, cuando nadie que hubiese visto lo ocurrido, pudiera estar cerca.

Me encontraba entumecido, las piernas no me respondían y me costó levantarme, y cuando lo hice y comencé a andar parecía un pato, las piernas separadas y pringosas, caminando como si todavía tuviera el culo lleno, sintiendo toda la suciedad resbalar hasta la arena.

Los folladores estaban en el agua ya, los cuatro, nadando lejos de la orilla, lo que me permitió alcanzarla sin demasiada vergüenza, y meterme de golpe en el agua para ver si se me iba esa sensación de piernas dormidas, culo abierto y dolorida y polla casi en carne viva.

Estaba helada pero fue un alivio, lo malo es que notaba la sensación, que debía ser real por el escozor y el frio interior, de que el agua entraba por mi ojete y recorría donde antes había estado una polla caliente y dura, pero me hizo bien, nadando o flotando mas bien, se fue desapareciendo las molestias y mis piernas volvían a normalizarse.

Me lavé concienzudamente, llegando a meter algún dedo en el culo para ver si salía toda la suciedad, restregué mi polla con agua por todos lados, hasta que decidí que ya estaba lo suficiente limpio para salir, recoger mis cosas y largarme, no pensaba encontrármelos al salir, me daría un apuro enorme.

Pero ya estaban allí, a mi lado, habían llegado desde atrás nadando y ahora salían del agua a la playa casi delante de mí, cuatro culos morenos como el resto del cuerpo, duros, con la polla colgando y bamboleándose según se movían, y las risas normales de cualquier grupo de amigos que van a la playa juntos, y yo pensando en si debía despedirme, darles las gracias, o irme sin decir palabra, totalmente ignorante de que se debía hacer cuando te han follado en la playa unos tíos.

En fin, me acerqué a mis cosas y empecé a recoger, no fuera que les quedase aun ganas de juerga, y yo ya no podía mas, por hoy me sobraban las ganas de juerga. Los cuatro me estaban mirando, mientras yo recogía, me colocaba el short y empezaba a alejarme, y me pareció la voz del amigo del primer día.

– Esta zona es muy buena, siempre hay carne nueva que viene haciéndose el inocente, y está deseando que se lo follen.