Así es como soluciono los problemas con mi hijo

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Mi hijo Fran, a sus 18 años todavía no había salido con ninguna chica y yo estaba un poco preocupada por él, ya que su excesiva timidez, quizás le impedía decirle algo a alguna que le gustara, por lo que cuando un día me dijo que estaba saliendo con una chica llamada Cristina, me llevé una gran alegría y no me importó quien fuera ella ni si la conocía, porque lo que quería era ver feliz a mi hijo.

El caso fue que un día llegó a casa por la noche dando un portazo y metiéndose en su habitación, por lo que fui a ver que le pasaba, y al entrar en su cuarto, me lo encontré casi llorando, como de rabia:

— ¿Qué te pasó, hijo? ¿Por qué estás así….?

Como él no me contestaba nada, yo seguí preguntándole:

— ¿No salías hoy con Cristina? ¿Te pasó algo con ella….?

Finalmente reaccionó:

— Sí, pero no creo que ella quiera salir más conmigo.

— Pero…. ¿por qué……, discutisteis?

— Porque no pude follarla, mamá……

Yo me quedé un poco sorprendida, porque no estaba acostumbrada a oírle decir esas palabras a mi hijo, pero tampoco era el momento de reprenderle nada. Además, sabía que ahora los chicos jóvenes enseguida empezaban a tener relaciones, pero el oír a mi hijo decir que ya estaba follando con su novia a la primera semana de empezar a salir con ella, me resultaba extraño, porque yo seguía viéndole como a mi niño, pero yo estaba dispuesta a saber lo que había pasado para intentar ayudarle.

— ¿Qué te pasó…., que no se te puso dura?

— Sí, eso sí, mamá, como no se me va a poner dura, con lo buena que está Cristina. Lo que pasó es que me dolía mucho cuando se la metía y tenía que sacarla, así que ella se enfadó conmigo porque la dejaba con las ganas.

En todos estos años, yo nunca había tenido una conversación con mi hijo de temas sexuales, así de esa forma tan abierta y me sentía un poco incómoda, pero también, un poco excitada, no sabía por qué, aunque quizás ese fuera el problema, que nunca habíamos hablado de sexo, de su sexualidad, algo tan necesario a esas edades, pero yo era de otra generación y esas cosas no eran fáciles para mí y su padre tampoco tenía buena relación con él para hablar de eso con confianza.

Pero como las madres siempre tenemos que estar ahí, cuando nos necesitan nuestros hijos, costara lo que me costara, yo tenía que seguir hablando con él hasta saber el problema para poder arreglarlo.

— Pero, a ver, hijo, ¿cómo que te dolía….? ¿es que ella es virgen y te costaba metérsela?

— No, mamá, ella ya ha follado con muchos chicos.

— ¡Vaya con Cristina!, hijo, como son las chicas ahora….. Bueno, eso no importa, si no me explicas bien lo que te pasó, no podré ayudarte.

— Es que me da vergüenza, mamá. No sé si podré volver a salir con más chicas.

— Pero, ¿qué estás diciendo, hijo? No entiendo nada….., ¿tan grave es eso…..?

— A ver, lo que pasa es que cuando se me pone dura, no se me baja la piel, el glande se queda tapado y al follar, me duele, ¿entiendes….?

— ¡Ah!, ya entiendo, tienes fimosis. Pues tendrás que ir al médico, que eso tiene fácil arreglo. Me parece que lo que hacen es cortarte un poco la piel para que pueda bajar bien.

— No voy a ir al médico, me da mucha vergüenza contar eso y que me vean y me da mucho miedo que me corten nada ahí. Además, la que me toca a mí, es una mujer y seguro que se me pone dura.

— Al médico nunca hay que ir con vergüenza, hijo. Las veces que habré ido yo a D. Ramón, el médico, y me mandó desnudarme…..

Fran me miró con una cara rara, como si me imaginara desnuda ante el médico mirando mis carnes con morbo, por lo que quise tranquilizarle:

— Es que esto tenían que habértelo visto antes, cuando eras más pequeño, para que tuviera una mejor solución. A lo mejor la culpa es mía por no fijarme en esas cosas, pero como cuando creciste, no querías ya que te bañara, yo no podía saber que te pasaba eso. Bueno, pues si no quieres ir, por lo menos, enséñamela a mí, a ver como la tienes…..

— ¡Joder, mamá! ¿Tengo que enseñarte la polla empalmada?

— Es la única manera de poder ayudarte. Mi amiga Marta, me dijo que a su hijo también le pasaba eso y le dieron una crema para echársela en el pene haciendo unos ejercicios.

— ¿Qué ejercicios, mamá? ¿Hacerle una paja? Jaja, eso ya me lo han contado a mí otros también.

— Deja de decir tonterías, hijo. ¿Me la enseñas o no?

Y finalmente, con cara resignada, accedió, bajándose los pantalones…… y dejándome ver su pene flácido, pero a mí, me pareció hermoso, de un buen tamaño, no pudiendo evitar decirle:

— Lo tienes muy bonito, hijo, déjame un momento……

Y sin esperar su consentimiento, ya se lo agarré con la mano, mirando muy interesada la zona del glande, tapada por su piel. Yo intenté tirar de ella hacía abajo, dejando su glande al descubierto con dificultad, pero tenía que vérsela en erección, por lo que empecé a pajearle suavemente para que se le pusiera dura, diciéndome él:

— Mamá, ¿qué haces?

— Tendré que vértelo bien, ¿no, hijo? Si cuando estabas con Cristina, la tenías dura, yo tendré que vértela así también.

Yo hacía años que no veía desnudo a mi hijo y eso era un espectáculo para mí. Mi vagina ya estaba hecha caldo y yo tiraba hacia debajo de la piel de su polla, poco a poco, aunque a veces provocaba los quejidos de Fran, por lo que fui a buscar un lubricante que usaba con mi marido, para echármelo en la mano y que todo fuera más fácil y placentero para él también, consiguiendo así que estando empalmado, casi estuviera totalmente al descubierto su brillante y rosado glande, que aparecía ante mí tan apetecible como para echármelo a la boca, pero tenía que contenerme.

— Así va mejor, ¿no, hijo? ¿Ahora te duele?

— Si, mucho mejor. Sólo me duele un poco cuando tiras hacia abajo.

— Esto va a llevar su tiempo, Fran, tendremos que repetirlo más veces hasta que baje toda la piel sin que te duela. Le pediré a Marta la crema que le echó a su hijo, porque seguramente ira mejor para esto.

Yo estaba excitadísima haciéndole una paja a mi hijo. Su polla en plena erección se veía espléndida y estaba disfrutando como nunca de tener algo así en la mano, por lo que él también se encontraba muy relajado sintiendo como mi mano subía y bajaba por su polla, hasta que en un momento inesperado, su semen salió disparado, mojándome la cara y manchándome el vestido que llevaba:

— ¡Aaaahhhh! Lo siento, mamá, se me escapó y no me dio tiempo a avisarte.

— No pasa nada, hijo. Me limpio y ya está y el vestido para lavar.

Después de la corrida de mi hijo, la polla se le empezó a aflojar, quedando completamente su glande fuera, todavía lleno de su semen, haciendo yo verdaderos esfuerzos para no metérmelo en la boca y lamer todo eso tan rico que tenía entre mis dedos, por lo que le pregunté:

— ¿Cristina no te la chupaba?

— Sí, la gusta mucho, pero cuando se me ponía muy dura, también me molestaba dentro de su boca y no tenía mucho placer.

— Eso es lo más rico que hay, hijo. Es una pena que no lo pudieras disfrutar. Esto tenemos que arreglarlo, para que puedas disfrutarlo como es debido. ¿Puedo lamértelo yo?

Fran me miró con cara de sorpresa:

— Bueno…, si quieres……

Yo no esperé mucho más y me metí en la boca eso que tanto estaba deseando. Devoré su glande con mi lengua, quitándole todos los restos de semen, algo que me pareció delicioso y yo empezaba a entrar en éxtasis con la polla de mi hijo en la boca, provocando sus gemidos de placer y sintiendo como el aumento de su tamaño iba llenando mi boca.

Esta vez, la piel de su prepucio se quedó en la parte baja de su glande, estrangulándolo y haciendo aumentar su tamaño hasta parecer una rica bellota, que a mí me volvió loca lamer y sentir su suavidad en mi lengua. Yo estaba disfrutando como nunca de comerme una polla, pero esta vez era la polla de mi hijo y no me planteaba si eso estaba bien o mal, solo pensaba en disfrutar de algo que las circunstancias o el pequeño problema de mi hijo, me había brindado para mi goce.

Mi hijo debía de estar también muy sorprendido con lo que estaba pasando, pero se había relajado igualmente, sin pensar si yo era su madre o no, aunque yo notaba que su morbo era parecido al mío por esa situación.

Como no podía ser de otra forma, una nueva eyaculación de mi hijo inundó mi boca y esta vez sí pude aprovechar toda su corrida, tragándomela completamente, lo que le hizo decir a Fran:

— ¡Joder, mamá! Qué puta eres……, Perdón, no quería decir eso…….

— No pasa nada, hijo, puedes llamarle lo que queras, porque a lo mejor es que me estoy comportando como una puta contigo, pero soy tu madre y lo que quiero es arreglarte este problema que tienes, ya que no quieres ir al Médico.

— Ya lo sé, mamá. Muchas gracias. Nunca pensé que pudieras ayudarme de esta forma.

— Ni yo tampoco, hijo. ¿Tú crees que se me pasaría por la cabeza algo así en circunstancias normales?

— Pero tu amiga Marta también le hacía pajas a su hijo y ¿se la comía también?

— Sí, eso me dijo, que no pudo aguantarse, pero bueno, supongo que será normal. Somos mujeres y hombres con ganas de sexo, y pueden pasar estas cosas, aunque seamos madre e hijo.

— Yo, por mí encantado. ¿Mañana lo repetimos otra vez?

— Sí, claro, pero de esto ni una palabra a tu padre ni a nadie, ¿eh?

— Claro, mamá, no te preocupes…….

Los siguientes días, aprovechábamos esas ocasiones en las que estábamos solos para repetir el tratamiento y la verdad es que estaba mejorando mucho, Ya conseguíamos que le bajara fácilmente la piel, dejando todo su glande la descubierto. Yo me quedaba casi desnuda ante él, para que sus corridas no me mancharan la ropa, lo que le excitaba mucho más todavía, haciendo que se corriera más veces todavía, diciéndome:

— Menudas tetas, mamá. Me encantan.

Y sin pedirme permiso, empezaba a tocármelas y sobármelas, pero yo no podía decirle nada, porque yo le estaba masturbando y era lógico que estuviéramos en igualdad, pero eso me excitaba a mi más todavía, atreviéndome a proponerle:

— Yo creo que ya la tienes muy bien, pero habría que hacer la prueba metiéndola en el coño de una mujer, para ver si te duele.

— Ya, pero yo no se lo voy a pedir a Cristina otra vez, porque ya no quiere saber más de mí, ni se va a creer que ya estoy curado.

— Claro, te entiendo. Pero podrías metérmela a mí un poco a ver si te duele, pero solo eso, ¿eh? No es para follar, que si tu padre se entera, nos mata a los dos.

Mi hijo, entusiasmado, aceptó enseguida:

— Sí, claro, mamá, solo para ver eso, no te voy a follar, te lo prometo.

Yo me tumbé en la cama, con las piernas abiertas, para que Fran me la fuera metiendo, según él fuera viendo si le dolía o no. Primero empezó con un poco de miedo, metiendo su glande en mi vagina, lo que ya me hizo estremecer, deseando que me la metiera del todo, por lo que le animé a continuar:

— Sigue, hijo, métemela más…… si, así, más al fondo….. ¡Aaahhhh, que gustooo……!

Viendo Fran como yo estaba disfrutando con su polla, empezó a meterla y sacarla, notando que ya no le dolía nada, lo que aumentó su entusiasmo y que rompiera su promesa, diciéndole yo:

— Me estás follando, hijo…..

— Sí, lo siento, es que esto es el mayor placer de mi vida y creo que me voy a correr yaaa……..

— Bueno, no pasa nada, yo también estoy disfrutando mucho, pero no te corras dentro, por favor.

— ¡Aaauuuhhh, aaggghh…….., no pude aguantarme, quería seguir follándote, pero se me escapó.

— Sácala ya, espero que no pase nada y no me dejes preñada.

— Bueno, si pasas eso, le dices a papá que va a tener otro hijo, jaja.

— No bromees con eso, que sería un buen problema, porque ahora apenas follo con tu padre.

Esta terapia casera para arreglar el problema de mi hijo, se acabó convirtiendo en un vicio para mí y siempre estaba deseando quedarme a solas con Fran para repetirlo una y otra vez y follar con él todo lo que pudiera, pero eso nos hizo correr riesgos y hacerlo cuando mi hija estaba en casa, por lo que una vez nos sorprendió:

— ¿Qué haces, mamá? ¿Estáis follando…..?

— No, hija, no es así, es que tu hermano tiene un problema de fimosis en el pene y tiene un tratamiento, por lo que estábamos probando a ver si le dolía.

— ¡Qué cara tienes, mamá!, estabas metiéndote toda su polla en el coño y follándotelo.

— Lo siento, hija, pero no le digas nada a tu padre, que ya sabes cómo es…..

— ¿Cómo le voy a decir algo así? ¿Cómo crees que se pondrá? Pensará que eres una puta y se divorciará de ti.

— Bueno, tú no te hagas la remilgada ahora. Que bien que te gustan las pollas también y el trabajo que me costó sacarte de la cama de tu hermano.

— Pero éramos pequeños, mamá.

— Es que si te hubiera dejado hasta ahora, estaríais follando todos los días. ¿Te has dado cuenta de la polla que tiene tu hermano ahora?

— Sí, mamá, la tiene muy rica, pero yo ya tengo la de mi novio.

— Y yo la de tu padre, jaja, que cosas dices…….

— ¿Te crees que todas somos unas putas como tú?

— No te pases, hija, que soy tu madre. Encima de que te doy la opción de que disfrutes un poco en casa……

— Sí, perdona, mamá, es que llevo una temporada un poco mal con Miguel y estoy de mal humor.

— Bueno, hija, eso es normal. Yo, como madre, estoy aquí para comprenderos y ayudaros. Seguro que hace tiempo que no follas y por eso estás así.

— Pues sí, la verdad, una temporadita ya.

— Vaya, no sabía que fuera tanto. Mira, te puedes quedar aquí con tu hermano, que yo tengo que hacer cosas antes de que venga tu padre……..

Mi hija se quedó dudando, pero al final dijo:

— Vale, mamá, la verdad es que me apetece probar la polla de mi hermano, jaja.

Yo me levanté y ella se subió a la cama de su hermano, poniéndose encima y dejando que se la metiera en el coño, diciéndole yo a Fran:

— Mira, ahora vas a poder comprobar también si tienes molestias al meterla en un coño joven como era el de Cristina……

Pero estaba visto que molestias, ninguna. Su hermana empezó a cabalgarle con furia. Se notaba que llevaba tiempo sin tener una polla dentro y movía su culito y caderas que era un primor, mucho mejor que yo, jaja, así que su hermano no tardó en correrse con ella, reprochándoselo su hermana:

— ¡Bah!, hermanito, que flojo eres…… Tienes que darle más caña a una tía……

— Vale, empezamos otra vez, sigue follándome, que ya la tengo dura otra vez.

Esta vez ya tardó en correrse más tiempo y su hermana pudo tener su orgasmo, quedándose totalmente satisfecha.

Lo malo de todo esto, es que mi hijo, a partir de ahora, iba a tener que repartirse entre las dos, pero la cosa se puso peor todavía, cuando mi suegra Carmen me llamó, diciéndome que iba a venir a hacernos la vista de todos los años, en la que se quedaba varios días en nuestra casa.

Carmen era una mujer de carácter, hacía 5 años que se había quedado viuda, y a sus 62 años, todavía se conservaba muy bien, porque era muy vitalista y liberal y nada se le ponía por delante.

Ella se había acostumbrado a quedarse a dormir en la habitación de mi hijo, porque tenía la cama más grande, pero claro, mi hijo iba haciéndose mayor y la situación continuaba así, sin que nadie dijera nada, aunque a mí me daba ya que pensar, pero como era mi suegra y para unos días que venía a ver a sus nietos, tampoco podía decirla nada, porque tenemos el piso pequeño y no había otra solución.

Con mi suegra en casa, el tratamiento para curar el problema de mi hijo se iba a poner más complicado y ya veríamos a ver cómo nos las arreglábamos, porque yo también le había cogido el vicio a eso y no me quería perder los gustazos que me daba con él.

Ese día, Carmen llegó tarde después del largo viaje y ya directamente se fue a la cama porque estaba muy cansada, sin tiempo para hablar mucho, pero a la mañana siguiente, le pregunté cómo había dormido y ella me respondió:

— Muy bien, hija. Dormir acompañada de un hombre siempre te relaja y después de tantos años estando viuda, se agradecen estos días con mi nieto.

En otra ocasión, yo no le habría dado mucha importancia a estas palabras de mi suegra, pero después de lo que había pasado con mi hijo, me quedé más intrigada y quise seguir la conversación.

— Pero mujer, tu nieto no es como un hombre de los que tú dices…., ya me entiendes.

— Cómo que no, con la edad que tiene, es una bendición para una mujer de mi edad.

Yo ya me estaba enfadando un poco con lo que estaba diciendo, no sé si porque estaba celosa o por qué, pero aunque ella siempre había sido una mujer descarada, lo que estaba insinuando me parecía muy fuerte, pero ella continuó hablando.

— Oye, que me he fijado como le ha mejorado la polla. ¿Ha hecho algo?

Yo no entendía nada. Mi suegra fijándose en la polla de su nieto, pero aunque sus palabras eran claras, yo no quería asumir lo que decía y me atreví a preguntarle:

— ¿Por qué dices eso?

— Mujer, al pobre no se le descapullaba bien y le dolía cuando se le ponía dura y ahora la tiene espléndida, una maravilla.

Yo seguía estupefacta, ¿Cómo sabía mi suegra eso? Aunque bueno, durmiendo en la misma cama, tampoco era de extrañar, pero mi hijo nunca me había dicho nada, aunque pensándolo bien, ¿cómo me iba a decir algo así? Que su abuela se entretuviera con su polla y yo que sé las cosas que haría con él……, pero al final no me quedó otra que sincerarme con ella:

— Bueno, le estamos dando un tratamiento, porque no quiere ir al médico, y la verdad es que ha mejorado bastante.

— Sí, no te preocupes, que ya me lo ha estado contando todo y lo de esa novia, Cristina, que tuvo; pobre nieto mío, lo mal que lo pasó. Es que tú, como madre, tenías que haberte dado cuenta antes de lo que le pasaba y no haberle hecho pasa por ese trago.

— Es que él tampoco me decía nada y yo cómo iba a saberlo, si ni siquiera me dejaba verle la polla….

— Eso es verdad, me decía que le daba mucha vergüenza contártelo y se desahogaba conmigo, pero los pocos días que yo estaba aquí, tampoco podía hacer mucho……., aunque me alegro de que al final te decidieras a arreglarlo de la mejor forma.

— ¿Es que te lo ha contado….., todo?

— Qué sí, mujer, estate tranquila; no pienses que yo voy a irle con el cuento a mi hijo. Estas cosas tienen que quedar entre nosotras y tu marido mientras menos sepa, mejor. Bastante tiene ya con las ocupaciones de su trabajo. En mi casa, los problemas siempre los resolvimos las mujeres, que somos las que estamos en ella.

— Me dejas sorprendida, Carmen….. No sé qué decir….

— No tienes nada que decir. Has hecho muy bien. No sabes lo feliz que me he encontrado a mi nieto esta vez, parece otro, y esta noche he disfrutado mucho con él.

— ¿Te has follado a tu nieto……?

— Claro, me dijo que estaba con el tratamiento ese y que necesitaba probar con cuantos más coños, mejor. Y yo, con el tiempo que llevo sin catar una polla, me vino de maravilla.

— ¡Ay, Carmen! Esto se nos ha ido de las manos…… Hasta hace poco, mi hijo no había follado con nadie y ahora se folla a todas las mujeres de su familia.

— Mira, yo ya soy mayor y voy a estar pocos días aquí, pero tú vas a poder disfrutar de él siempre que quieras. Ya hubiera querido yo eso con mi hijo, pero él era muy serio y aunque yo me insinuara, no tenía ningún interés en mí.

— ¿Te insinuabas a tu hijo?

— Bueno, fue una temporada en la que estaba muy sola en casa. Mi marido todo el día viajando y las noches se me hacían muy largas. Intenté que tu marido durmiera conmigo, pero sólo conseguí hacerle un par de pajas y él ni me tocaba, así que ya ves mi frustración…..

— No me lo puedo creer, aunque bueno, él tampoco tiene mucho interés por mí ahora, apenas me toca……

— Lo ves. No sé a quién salió este hijo mío. A veces pienso que ni le gustan las mujeres. Por eso, con más motivo, tienes toda la justificación para disfrutar con tu hijo. Está en la edad perfecta para que no te deje ni una noche sin follar. Quien pudiera ser más joven…..; pensando en todo el tiempo que he perdido, que no te pase a ti lo mismo, olvídate de los prejuicios y vive la vida. Este verano, cuando mi nieto tenga vacaciones, a ver si me lo mandas unos días a mi casa, que ahora no pienso desaprovechar ni una oportunidad.

Después de esta sorprendente conversación con mi suegra, ya me quedé más tranquila y con sus consejos, todo iba a ser distinto. En esa casa, quisiera o no mi marido, se iba a disfrutar de sexo y mi hijo me decía muchas veces, que para que quería tener novia ahora, si tenía a su disposición a tres mujeres con las que follar siempre que quisiera, aunque yo sabía que él ahora tenía mucho éxito con las chicas, porque se le habían quitado todas las inseguridades que tenía y en poco tiempo, se convirtió en un experimentado amante.