Le entregué mi culo al peor enemigo de mi marido

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Ahí me encontraba yo, una mujer de 36 años, rubia, completamente desnuda mientras mis enormes pechos colgaban y se balanceaban. Como podía me sostenía sobre mis 4 extremidades, detrás mío se encontraba un hombre de 60 años, obeso, de piel arrugada… en fin un tipo completamente indeseable. Él sostenía mis caderas mientras con todas sus fuerzas empujaba su pene en contra de mi hasta entonces virginal culo. Se regocijaba de tenerme así, para él la situación era muy excitante, poseer a la mujer de su empleado más conflictivo le era muy reconfortante. Deben estar muy confundidos con todo lo que les estoy contando, pero dejen que explique lo que sucedió.

Habían 6 años desde que me casé con Gonzalo, el hombre de mi vida. Nuestra relación había sido de pura felicidad, amor y respeto. La vida nos sonreía, Gonzalo había conseguido un empleo en una prestigiosa empresa local y yo comenzaba a emprender con mi venta de productos de belleza. Mi marido era muy feliz en su empleo, se llevaba bien con sus compañeros y superiores… con todos menos 1, se trataba de don José, era al igual que él, uno de los proyectistas de la empresa. Solían tener encontrones debido a sus diferentes formas de desarrollar proyectos. El viejo era más tradicional mientras Gonzalo intentaba innovar en los procedimientos. Mi esposo se desahogaba contándome lo que hacía ese hombre, en más de una ocasión había encontrado a don José hablando mal a sus espaldas o interfiriendo en los proyectos que enviaba. Era una piedra en sus zapatos en su objetivo de demostrar lo que valía como ingeniero comercial.

Otro de sus encontronazos se dio durante una fiesta de la compañía, yo fui para acompañarlo vistiendo un vestido rojo a espalda descubierta. Gonzalo se llenó de ira al ver a don José mirando lujuriosamente mi cuerpo. Tanto que estuvo a punto de ir a confrontarlo pero yo lo detuve diciéndole que podría poner en riesgo su empleo. Escenas como esta se fueron repitiendo durante el transcurso del tiempo, generando un profundo sentimiento de odio en mi marido.

Bueno… ahora explicaré como acabe en esta situación tan comprometedora. Mi marido un día harto de los sabores por parte del viejo, decidió jugar sucio. Se metió a la computadora del hombre y eliminó gran cantidad de facturas, proyectos, presupuestos, entre otros. Pensando que de esa forma podría sacarse de encima a tan molesto individuo. Pero no contaba con un detalle, las cámaras de seguridad que el hombre había instalado en la oficina. Al ver su trabajo borrado decidió enviarla a una revisión de un informático, éste le indicó que los archivos habían sido borrados manualmente. Ante eso comenzó a sospechar así que fue a su computadora a revisar las grabaciones de seguridad. Ahí pudo ver como su oponente intervenía en su trabajo. Don José se frotaba las manos, pensando que podría deshacerse de su contrincante con solo enseñar ese video a sus superiores… pero recordó algo, la bella y fiel esposa de Gonzalo, es decir yo.

Estaba en mi laptop cotizando los productos de belleza para comercializar en mi negocio, en eso recibo un misterioso mail. Lo abro y leo algo que me deja helada, era un extenso texto donde me narraba toda la situación descrita anteriormente, junto al vídeo donde se veía a mi marido cometiendo ese desleal acto. No podía creer que Gonzalo hubiese hecho todo eso, pero lo que sí que no podía creer era el final del mensaje:

-«Si no quieres que enseñe estas pruebas y tu maridito quede en la calle, te presentaras esta noche en el cuarto 345 del hotel oasis a las 18hrs. Atte José Urrutia»

Era repulsivo, sabía lo que pretendía hacer ese hombre horrible conmigo y de solo imaginarlo se me revolvía el estómago. Pero por otra parte pensaba lo mucho que Gonzalo trabajo para tener ese lugar en la empresa, no podía permitir que perdiera todo eso por un error, además a pesar de que a mi me comenzaba a ir bien gran parte de nuestro sustento era lo que ganaba él. Me armé de valor y me arreglé de forma casual para hacer aquel asqueroso acto. Sabía que era infidelidad, pero no deseaba alterar nuestra tranquila forma de vida solo por un desliz. Vistiendo jeans ajustados y una blusa blanca me dirigí hasta la dirección indicada. Informe mi llegada en la recepción y subi muy nerviosa hasta la habitación. Al llegar note que estaba abierta, al entrar vi algo que me dejó de piedra. El viejo e indeseable hombre estaba acostado sobre la cama completamente desnudo, mirándome con una mirada de deseo absoluto. Mastrubando su pene sin ningún tipo de pudor.

-Al fin llegas Rominita, crei que no te presentarias- decía ese hombre mientras se reía de la situación.

-Pues sí, no permitiré que arruine todo por lo que Gonzalo ha trabajado- respondía cerrando la puerta detrás de mi.

-Que suerte tiene ese mamarracho de tener una mujer tan sacrificada y leal como tú- seguía riéndose mientras soltaba su pene.

Se puso de pie y se acercó hacia mi, puso sus manos sobre mis caderas y comenzó a masajear.

-Que hermosa cintura tienes, no tienes idea de las veces que me he pajeado pensando en ti- decía el tipo siendo un total cerdo ante mi.

-Lo bueno es que al fin serás mía y ya no tendré que imaginarlo- Bajaba sus manos hasta apoderarse de mis nalgas con ellas.

Yo temblaba de nerviosismo al sentir como ese hombre me iba tocando sin ningún tipo de tapujo, parecía no importarle el estar chantajeandome. Comenzó a sacarme la ropa, en cosa de segundos ya estaba desnuda ante él. El se recreaba agarrando mis enormes pechos succionando los uno a uno.

-Mmm, que tetas más ricas tienes Romi. Siempre me imaginen que fueran así de suaves y deliciosas- dijo sin dejar de manosear mis pechos.

Se quedó así un par de minutos hasta que decidió sentarse al borde de la cama.

-¿Qué pasa?- pregunte curiosa por sus intenciones

-¿Qué esperas? No sé chupara sola hehe- decía el viejo apuntando hacia su erección.

Entendiendo que no tenía de otra, me arrodille entre sus piernas muy humillada. Viendo como ese pene apuntaba amenazantemente hacia mi rostro. La agarre connuna mano y comencé a masturbarlo suavemente, con mi cara roja de vergüenza y mi respiración muy agitada.

-Anda, te dije chupar no pajear-decía agarrando mi cabeza y atrayendo la hacia su miembro.

Empujaba su pene contra mis labios, ante tanta insistencia acabe abriendo y comenzaba entrar en mi boca. En poco tiempo sentía como cm a cm iba ingresando en mi boca. Movia sus caderas hacia arriba, obligandome a tragarla toda, sus bolas topaban con mi mentón. Jamás había hecho una garganta profunda pero ahora lo estaba haciendo com ese tipo tan desleal y repulsivo… no sabía porqué pera la situación comenzaba a excitarme.

Minutos después me encontraba muy caliente chupando con ansias el pene del contrario, motivada por la idea que si se corría acabaría aquel martirio. Pero el hombre tenía otras intenciones, me jalo del cabello para sacarme de su pene y solo dijo dos palabras:

-En cuatro-

~

Así llegamos a la situación actual la habitación se llena de mis gemidos de placer/dolor, el rechinar de la cama y mis nalgas aplaudiendo contra su pelvis.

-¡Eres mucha hembra para ese maricon!- dice don José follando mi culo con fuerza endemoniada.

-¡No digas eso! Él es mejor que tú- Respondo mientras siento como mi ano se expande y moldea a la forma de aquel pene.

-Un macho de verdad te habría estrenado el orto hace años- dice mientras profana mi pequeño agujero -Tal como lo estoy haciendo yo.

No daba crédito a lo que vivía, estaba disfrutando entregando las nalgas a tan horrible sujeto.

-¡Eres mi hembra ahora, te cogere las veces que desee!- dictamina el viejo ante mi total sorpresa.

Se quedó unos largos 20 minutos taladrando mi culo, dispuesto a volverme adicta a su miembro

-¡¿De quien eres?!- pregunta sabiendo mi estado de fragilidad

-¡Tuya, soy tuya José. No pares de meterla!- Siento como gruñe para luego comenzar a eyacular dentro de mi ano.

Caigo rendida sobre el colchón ante tanto esfuerzo que había realizado, siento mi ano abrir y cerrar mientras el semen escurre de él.

-Mamita pero que culo más tragón, me dejaste seco. Buen trabajo- me elogiaba mientras se ponía su ropa.

-Estuviste muy bien sin duda volveré a romper tu culo en el futuro- Dijo para luego irse y dejarme sola.

Pensaba en todo lo ocurrido, había engañado a mi esposo. Pero lo hice por una buena causa ¿no? Sin duda jamás podría sacar de mi mente como don José me dominó y me hizo sentir como un simple juguete sexual.

Gracias por leer, hace mucho no escribía (un año ya) y decidí hacer esta mini historia porque me aburría. La escribí desde mi teléfono así que espero que sepan perdonar por algunos fallos. Ojalá que les haya gustado si es así o si tienen alguna critica que hacer agradecería que dejen su comentario. Un abrazo grande a todos, que tengan buen fin de semana.