Encontré nuevas formas de tener mucho placer ¡Y me encanta!
Desperté la mañana siguiente con el culo adolorido y las piernas mucho más débiles que la ocasión anterior, sin embargo de nueva cuenta agradecía que fuera domingo pues de ser lunes me encontraría en grabes aprietos al no poder caminar de manera fluida.
No quise darle oportunidad a mi cuerpo de demandarme un orgasmo por medio de una erección mañanera y aunque no era probable que por todo lo acontecido hacía apenas unas horas, no quise tomar riesgos, y busqué mi consolador que el día anterior me había hecho compañía durante todo el día.
Bajé las escaleras sintiendo un gran escozor en el ano, me apoye de la pared para no caer y sentí mis piernas temblar en más de una ocasión. Tomé el dildo y el lubricante del sofá de la sala y volví a mi cuarto en una larga caminata. Antes de iniciar cualquier cosa quise explorar primero mi cuerpo y con un pequeño espejo vi el reflejo de mi ano destruido por el enorme miembro de Eliot.
No se apreciaba cortada alguna, ni restos de sangre, pero la piel en una parte del esfínter se encontraba extremadamente roja similar a como queda la piel cuando se remueve una ampolla prematuramente. Intenté tocarla y me causó un ligero dolor.
-ok eso echa por la borda la idea de intentar meterme un dildo por allí. –Pensé un poco decepcionada, pues comenzaba a gustarme la forma en que me había corrido las dos últimas ocasiones, ya que en ambas había sido solo por estimulación anal y con mi diminuto pene solo de espectador.
Intenté masturbarme como lo había hecho miles hasta hace una semana atrás, pero por más que me estimulé no logré pasar de un pequeño pene morcillón que no lograba sentir casi nada. Uff que frustrante, tenía muchos deseos de tener un orgasmo, pero las dos únicas formas que conocía de llegar a él estaban fuera de servicio.
Decidí vestirme y distraerme con alguna otra cosa para ver si más tarde podía intentarlo de nueva cuenta. Siempre me gustó como se visten los domingos las señoras que tienen buen gusto, así que fui al cuarto de mi roomie para buscar algo que cumpliera con mis expectativas.
Me puse una pantaleta color café de corte clásico, y la acompañe con el que supongo era el brasier que venía a juego. No utilicé los implantes en esta ocasión y creo que quizá sobre decirlo pero era muy probable que mi roomie al igual que yo, fuera una chica de busto pequeño pues la mayoría de sus bras parecían tener un poquito de relleno incluido y eran copa B.
Una camisa en corte vaquero de gasa blanca, estampada con pequeñas florecitas de colores claros, fue mi elección para el torso. Aun dentro de la casa se podía sentir el frio que invadía la ciudad por lo que me coloqué unas pantimedias color azul marino que me llegaban a medio vientre. Cómo me gusta que la ropa de dama nos llegue arriba de la cicatriz umbilical. Me parece un detalle sumamente femenino.
Para ayudar a protegerme del frio, escogí una falda box pleated de lana color azul barroco con lunarcitos amarillos, que me llegaba justo un centímetro debajo de la rodilla. Tomé unos lindos Oxfords cafés de la zapatera, que tenían un tacón de algunos 10 cm y para proteger el cuerpo y los brazos, terminé colocándome un suéter de lana color gris jaspeado claro.
Le mandé un mensaje de texto a mi amiga Alicia:
-“Debo contarte algo, por fin me siento como una mujer plena”
-“Salgamos, paso por ti en 30 min, ¿Dónde estás?”. – Me respondió.
-“En mi casa frente. A la puerta de ciencias químicas”.
En ese entonces Whatsapp aún no estaba en auge y a ciencia cierta ni si quiera sé si ya existía. Por lo que al mandar textos debías hacerlo de manera concisa y corta para evitar desperdiciar caracteres. Que bonitos tiempos aquellos cuando para darle duro al chisme debías estar frente a frente. Además lo mejor de todo es que a veces puede desencadenar en cosas lindas.
Metí al horno una parte de la cena que la noche anterior había comprado. Al sacarla utilicé unos guantes de cocina y pensé que habría sido genial una sesión de fotos al estilo pin up ya que la ropa que llevaba aquel día, me parecía un poco de ese estilo.
Tomé una copa de sidra espumosa que había comprado unos días antes y degusté la deliciosa patata horneada que Eliot me impidió cenar. Resolví algunos sudokus entre bostezos, de un libro que siempre me hacía compañía durante los tiempos de espera, hasta que un claxon sonó afuera de mi puerta. Era Alicia.
-¿Qué tal Amigui como estas? Me dijo desde el coche mientras colocaba la palanca de cambios en parking.
-Bien. -Esta vez me apresuré a ser yo quien le guiñaba el ojo y le disparaba con la mano. Alicia sonrió y su sonrisa se volvió en una carcajada audible.
-Esa es mi firma, no me la robes. Bueno te la presto pero solo un poquito. –Me dio un beso en la mejilla y comenzamos a movernos. Ella debido al ajetreo que la vida estudiantil le creaba había buscado un departamento cerca de allí en una zona de las Lomas, por lo que conocía a la perfección esa zona.
Para mi aquel lugar era un enorme laberinto, pues a diferencia del resto de la ciudad que era de un corte más cuadrado, sus calles eran curveadas, siguiendo las formas del terreno e incluso a veces tan empinadas que podrías jurar que los carros derraparían en ellas llegando hasta el fondo.
Entramos a una cafetería muy linda, de corte hipster que en esos años apenas comenzaba a ser tendencia. Tomamos asiento en una mesita de cristal que tenía un barril de base y pedimos dos cappuccinos.
-Ahora si amiga cuéntame, ¿Qué te dijo la Doctora Maguelone?
-Oh jeje Maggi es una lindura, deberías conocerla solo para que lo compruebes, lo primero que hizo fue pedirme que dejara las formalidades de lado y le llamara Maggi, es un lindo nombre ¿cierto?
Le platiqué todo lo que hablamos en la sesión, de la broma que me hizo el chef del Délicieux, y de Lokami el hombre de la servilleta. Este último le pareció muy gracioso y llamó demasiado su atención.
-Y ya lo buscaste en internet? Quizá sea alguien famoso.
-Si ya, pero nada, lo único que pude encontrar es que Okami, es un tipo de videojuego japonés pero nada que ver.
-Tal vez sea un pseudónimo. Andas encendida Pam, dejando chicos mesmerizados por todos lados. Ahora entiendo por qué te sientes así. Por cierto, uff tu outfit del día de hoy… esta que arrasa.
-Y eso ni siquiera es lo mejor.
-¿A no? ¿A qué te refieres?
-Que esas cosas ni siquiera son las que me hicieron sentir plena.
-¿A no? ¿Y entonces?
-Ayer vi a Eliot. – Le dije con la que debió ser la cara más emocionada que había visto de mí, pues su rostro también se iluminó de emoción…
-¿Y?
-No me contuve, dejé que mis instintos me controlaran… me hizo el amor.
-¡¡PAMELA!! ¡Quién te viera! – Me dijo dándome un golpecito en el mentón. – ¿Y?… ¿Qué tal?
-Sobra con decir que es un hombre enorme… incluso hoy por la mañana batallé un poco para caminar me ardía todo y mis piernas temblaban.
– ¿Sabes que uso yo? Aceclofenaco, en crema, reduce la inflamación y las rozaduras desaparecen en cuestión de minutos. Aunque para las piernas temblorinas no hay nada que hacer, ya te acostumbrarás eso es debido a que las posiciones que usamos durante el sexo son poco usuales. Los músculos se fatigan y sufren estrés.
-Aunque ¿sabes? Algo extraño me ocurrió, tengo una pequeña ampollita, y en un momento de la noche, antes de que Eliot entrara por completo en mí, sentía mucho dolor, luego incrementó muchísimo y luego nada desapareció y creo que la ampollita tiene algo que ver. ¿Qué crees que sea?
-Oh chica… quizá te haya lesionado. Habrá que dejar reposar por unos días.
-Sí, eso es lo que me imaginé, que desgracia, comenzaba a gustarme demasiado lo de hacer el amor como una chica.
-No quisiera ser entrometida, pero ¿cómo manejas lo de…? Ya sabes…- Apuntó con un dedo a su entrepierna.
-Pues toda esta semana traté de mantenerme casta. Pero hoy por la mañana… eh… Jeje me da pena decirlo…
-No te apures Pam…
-Hoy por la mañana no logré nada.
-¿Cómo nada?
-Sí, nada de nada.
-¿Es en serio? ¿Nada de nada? ¿Ya lo intentaste todo?
-No pues no todo, pero al menos las cosas que me puedo hacer yo sola sí. Me hace falta Eliot…
-Jajaja eres una codependiente, pero no te apures yo te ayudaré a superar eso. Yo rasco tu espalda si tú prometes rascar la mía…
Alicia hizo una cara de tremenda sensualidad mordiéndose los labios y arqueando la espalda e inevitablemente yo, que hasta ese momento no estaba viendo las cosas de la misma manera que ella las veía, pude comprender a que se refería. “Bajarse por los chescos como dicen algunos”.
Reposó su mano sobre mis piernas cruzadas, logrando sacarme una pícara sonrisa. Y ambas soltamos simultáneamente una carcajada.
-Que así sea entonces. –pedimos la cuenta y salimos de aquel bello lugar. Esta vez si llegamos a su departamento, se encontraba en el tercer piso de un gran grupo de edificios. Las cocheras estaban enfrente y cada vecino tenía asignado su propio espacio. Un jardín al centro era el área común entre edificios y todo en ese lugar estaba construido en formas asimétricas curvilíneas.
Abrió la puerta de su depa y se quitó la gabardina ligera color beige que llevaba, colocándola en un ganchero que tenía en la entrada. Pude deleitarme con lo armonioso de su cuerpo pues los jeans ajustados que llevaba permitían contemplar sus delicadas pero bien formadas curvas. Llevaba una camisa de mezclilla color petróleo en corte vaquero al igual que yo, pues el estilo estaba en tendencia, de la cual sacó un papelito y lo puso en mis manos, apretándolas un poco para que no lo leyera.
-Quiero que leas eso justo antes de irte y solo antes de irte. Lo escribí hace rato pero no quiero que nos distraiga por ahora. ¿Está bien?
-OK. Lo dejaré aquí en la mesita. – Alicia se perdió en la cocina y escuché como abría la puerta de un refrigerador.
-¿Qué quieres de tomar? Tengo Bohemias Weizen, un poco de champaña, pero creo que esta algo vieja, un Dr. Pepper, no, dos Dr. Pepper, uno es para mí, pero para más tarde. Oh aquí tengo un XX Lager y… una Modelo Especial.
-La Bohemia está bien. –Escogí intentando tomar de lo que ella también pudiera escoger, pero eligió la XX Lager. Las sirvió en unos vasos altos y las llevó a la sala.
-Vamos chica, esta es tu casa. Ponte cómoda.
Dijo con una voz seductora, mientras de nueva cuenta ponía su mano en mi pierna por encima de la falda. –Sabes, me gusta el nuevo estilo que estas tomando. Deberías dejarte ver más así por la escuela, te sobrarán los galanes y así aprenderás que no puedes depender solo de uno y luego menos si solo planea verte cada semana.
-Intentaré hacerlo lo prometo. – Un silencio sepulcral invadió el cuarto, la tensión sexual podía cortarse con cuchillo, nos miramos a los ojos, luego nuestras bocas, nuestros labios y cada uno de nuestros rasgos faciales.
Se abalanzó sobre mí dándome un delicioso beso en la boca, pero cuando sintió que comenzaba a disfrutar de él, se paró en seco alejándose de mí y empujándome hacia el sofá para que yo callera acostada en él.
-Eres preciosa Pamela. -Dijo con una voz muy candente separaba mis rodillas acercándose de nuevo a mí, besando mi cuello, mi esternón y deteniéndose a la altura de mis diminutos pechos.
Nos fundimos en un apasionado beso mientras que ella recorría mis piernas con sus manos por debajo de la falda, intentando llegar hasta mi entrepierna.
-Vaya, sí que no reacciona en absoluto. Pero no te preocupes, ningún pene fláccido me ha impedido obtener lo que es mío antes. Incluso en esas condiciones se puede drenar juguito de él sí se sabe lo que se está haciendo.
Se puso de pie y tiró de mis manos para hacerme lo mismo. Estando frente a frente nos quedamos a unos cuantos milímetros la una de la otra. Ella tomó la iniciativa, se acercó a mi boca, pero se detuvo justo antes de tocar mis labios, luego gentilmente mordió mi labio superior, mientras sus manos me comenzaban a retirarme la ropa.
Yo hice lo mismo, abrí su camisa y noté que no llevaba brasier debajo de ella, sus areolas grandes como de 5 cm de diámetro eran de un color rosado muy bonito que contrastaba fuertemente con su tersa piel lechosa. Sus pezones, debido al frio o tal vez la excitación se encontraban muy erectos y apuntaban amenazadoramente hacia mí, no pude contenerme y quise comprobar cuál era su sabor.
Alicia a quien tomé desprevenida, se limitó a soltar un pequeño gemidito de placer mientras que me tomaba de la nuca y recorría mi cuerpo con sus manos. Soltó mi falda y la sentí caer al piso, di dos pasitos fuera de ella para no enredarme, luego calló mi camisa blanca seguida del brasier.
-Quítate las bragas y ponte de rodillas. –Me dijo con voz de mando mientras se desabrochaba los jeans, bajándolos poco a poco. Al terminar se irguió y colocó las manos sobre sus caderas, en una pose de lo más dominante.
-Pruébame. –Llevé mi lengua a su vulva de manera obediente y sumisa. No había ni un solo bello en todo su cuerpo, ni siquiera allí abajo. Ni siquiera había rastros de ellos, por lo que imagine que o era lampiña o se había depilado esa misma mañana.
-¡MMM! – Soltó un gemidito al hacer contacto mi lengua con su vulva. – Sigue, no pares por favor.
-Tendrás que irme guiando, soy inexperta en esto.
-Está bien, vamos al sofá. –Se sacó los converse blancos que llevaba y luego se terminó de quitar los jeans, lamió rápidamente mi diminuto pene que se encontraba flácido y terminó sentándose en el respaldo del sofá, donde hace esquina con el reposabrazos.
– Mas tarde nos divertiremos con esto, por ahora debes pagar la cuota. –Dijo mientras agitaba graciosamente mi penecito entre sus manos, y tiró de mi cabeza para llevarla hacia su vulva que para ese instante se encontraba tremendamente mojada.
Besé el interior de sus muslos alternando con lamiditas cortas, avanzando poco a poco hasta llegar a su conchita. Nunca antes había probado a una mujer, al menos no así y a pesar de que su sabor y aroma era mucho más agradable que el de mi Eliot, preferí y aún prefiero el sabor agrio y fuerte de un macho.
Traté de introducir mi lengua en su vagina a la vez que succionaba un poco en busca de su clítoris. Nuestras miradas se cruzaron y se unieron en un contacto hipnotizador, debí dar al clavo pues de repente sus ojos se pusieron en blanco y arqueó su espalda un poco.
-Vas muy bien, aprendes rápido. – Me dijo entre respiraciones agitadas.
Se incorporó y me empujó sobre mi espalda hacia el otro extremo del sofá y comenzó a succionar del inerte colgajo de piel que tenía por pene. Con su pulgar hizo presión en la zona que esta entre el ano y los testículos y comenzó a frotar fuertemente, mi pene no reaccionó pero sin embargo si comencé a sentir placer.
Entre sus dedos sujetó uno de mis testículos que se encontraban fuertemente apretados contra mi cuerpo debido al frio, y apretó suavemente. Aquél acto me hizo estremecer, pero también se sintió tremendamente bien, aunado a la mamada que me estaba dando, sentí un placer de formas que no sabía que podía experimentar.
Agitó la pequeña verga intentando hacer una paja sin resultado alguno, pero la mujer era perseverante y continuó por un rato, Yo la tomé del cuello y le di un beso en señal de agradecimiento por todo lo que estaba haciendo por mí, y ella me correspondió haciéndome llevando sus dedos de mi glande a mi boca. Haciéndome notar el avance que llevaba gracias al sabor a precum que mi diminuto pene estaba comenzando a liberar.
¿No les parece que el precum tiene un sabor delicioso? Me encantaría que así supiera todo el resto. Aunque como dice el chiste, “Si estando feo lo maman, estando bonito se lo comen…”
De algún lado sacó un pequeño vibrador de los llamados bala. Y lo apretó contra mi perineo. Oh que delicia acababa de descubrir. Otro poquito de líquido preseminal salió de mí ser y ella me lo hizo notar estirando un hilo viscoso desde la punta de mi glande, hasta la punta de su dedo, el cual alejó algunos centímetros permitiendo ver la gran viscosidad de este.
-No pares, creo que ya casi llego. –Le dije a mi amiga y ahora nueva amante. Ella pareció retomar fuerzas con la frase pues se llevó mi colgajo a la boca y con su lengua comenzó a pulirlo de manera magistral. Su mano aun apretaba fuertemente el vibrador contra mí, y hacía suaves movimiento circulares tratando de abarcar toda la zona.
De momento sentí de nuevo aquella hermosa sensación de contracción en mi vientre bajo y comencé a correrme en su boca, ella amablemente recogió cada gota de semen que salió de mí y succionó aquellas que pretendían quedarse en el camino.
-No los tragues. –Le dije, pero ya era demasiado tarde se burló mientras me mostraba su boca vacía.
-¿Querías un poquito? Pues no mi nena, esos eran míos. Hágase los suyos en su casa que ya le enseñé como. Este vibrador es tuyo te lo regalo, es mi presente de tu primer semana como chica. Pero no te emociones que no planeo darte obsequios cada semana. Aunque si quieres, si podemos liberar tensión juntas si sabes a lo que me refiero.
Alicia se colocó la gabardina que llevaba antes y ató el cinturón volviéndola un lindo vestido improvisado que dejaba asomar ligeramente sus pezones. Me pasó la falda y me dijo que me dejara los pechos al descubierto pues le gustaba admirarme. Yo me sonrojé un poco pues a pesar de que acabábamos de hacer el amor (o la amistad, no lo sé jaja) me sentía alagada y a la vez cohibida de que alguien dijera algo lindo sobre mi o mi cuerpo.
Pasamos el resto de la tarde comiendo pizza y viendo películas, ya entrada la noche me dijo que si deseaba quedarme allí, pues estaría encantada de compartirme su casa. Acepté y fuimos a dormir a su alcoba. Platicamos un buen rato y me dio muchos consejos, respecto a chicos pero también respecto a chicas, mujeres en general y de todo cuanto cruzó por su mente que pensó que sería útil para mí. Justo antes de dormir, me leyó un poco de poesía de un libro de poemas de Federico García Lorca que dijo escoger especialmente para mí.
Junta tu roja boca con la mía,
¡oh Estrella la gitana!
Déjame bajo el claro mediodía
consumir la manzana.
Sobra decir que aquella noche de nueva cuenta hicimos algo más que solo descansar. Una vez más me sentía como una mujer plena. Pero esta ocasión lo había realizado por medio de un camino totalmente diferente. Moría de ansias por experimentar la vida, moría de ansias por comerme el mundo, un paso de tacón a la vez.
Continuará…