Aprovecho el enojo de la novia de un amigo

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Hace escasamente diez minutos estaba en una zona de bares musicales, con mis amigos y amigas, con la mejor música y con un cubata entre las manos.

Ahora estoy en un camino de tierra que sale de la carretera, apoyado junto al coche esperando que esta pava vuelva por fin y podamos continuar el trayecto a casa.

En medio del jolgorio se me ha ocurrido decir que lo dejaba por hoy, me iba para casa que mañana tengo que madrugar. Entonces mi amigo y caradura, Manolo, ha aprovechado para pedirme, por favor, que acompañe a su novia Lupe a casa ya que no se encuentra muy fina.

Creo que le ha sentado bien la cena o le ha hecho una reacción extraña el alcohol con los medicamentos que toma para el resfriado, quién sabe.

No me ha hecho ninguna gracia que se aproveche de mi, y me encargue llevar el “paquete” a su casa pues me obliga a dar un rodeo que a estas horas no me apetece nada hacerlo.

Se ha sentado en el asiento del acompañante y se ha echado contra la ventana para echar un sueñecito. Ya que no me va a dar conversación pongo música suave para relajarme y conduzco por la solitaria carretera.

Repentinamente se ha despertado de su sopor, se ha puesto tiesa y me ha pedido con insistencia que pare el vehículo que tiene que salir sin espera. Atiendo su petición lo antes que puedo pues no quiero tener que recoger la posible vomitona. He encontrado un camino lateral donde he podido parar con un mínimo de seguridad. Ahora espero que ella regrese pues nada más para el coche ha saltado de él y se ha perdido entre las sombras de la noche.

Me impaciento y me preocupo pues tarde más de lo que esperaba. Doy unos pasos en la semi oscuridad en dirección hacia donde ella se fue hace unos minutos.

Al fin la veo venir sonriente, me tranquiliza verla, pero hay algo en su semblante me hace dudar.

– «Me he mojado las bragas…ji ji ji», dice con descaro, «… y me las he quitado».

Me llama mucho la atención su desparpajo al comentarme esta circunstancia tan personal y me la miro de arriba abajo tratando de encontrar una respuesta.

Lupe es de pelo oscuro abundante y cara de pilla. Lleva varios aros en las orejas y las manos llenas de anillos plateados. Una camiseta de estridentes colores y una faldilla corta de deja ver sus piernas. Al ser la novia de mi amigo Manolo, apenas me había fijado en ella, y no la había visto con los mis ojos que ahora la miran. Debo reconocer que tiene un buen polvo o mas…

Al llegar a mi altura, se pone muy pegada a mi y me susurra insinuante:

– «No te iras a aprovechar de mi… ¿verdad?», «… sé que lo estas deseando, se te nota en la cara… vicioso… pero piensa que soy la novia de tu amigo, eh!».

Interpreto que más que sentirse mal lo que pasa es que ha cogido un buen colocón y me ha encargado a mi que la “descargue” en su casa. Así que tendré que ir con cuidado para que las cosas no se vayan de madre.

Subo al coche y espero que ella haga lo mismo. Se sienta descuidadamente y me enseña generosamente sus piernas. La faldilla es tan corta y la tiene tan mal puesta que se le ven los muslos casi al completo.

Pensar que no lleva bragas y que solo por un poco la falda le tapa el chochete está haciendo efecto y siento algo debajo del pantalón que se mueve.

Lupe se acomoda en el asiento juntando firmemente las piernas y finge una postura lo mas recatada posible con intención de reírse de mi al verme alterado.

Pongo el coche en marcha y antes de andar un metro, ella me detiene:

– «Para…para, que no me puedo aguantar…». Atiendo su petición, detengo el coche y observo como sale disparada perdiendose otra vez en la negrura de la noche.

Vaya nochecita me espera, y eso que solo hay quince kilómetros hasta casa. Como veo que tarda en volver, voy en busca de ella. Nos tropezamos en el camino pues ella ya venía de vuelta

– «Me da vueltas la cabeza y me dan unos pinchazos aquí…», me dice mientras se aprieta en el bajo vientre. Se pega tanto a mí que sus pechos rozan con mi pecho y siento su respiración que se funde con la mía.

– «estoy tan aturdida que me podrías hacer cualquier cosa…», me dice mientras aplasta su seno contra mi brazo. Al tiempo, deja caer la mano justo entre mis piernas para notar sin duda mi polla a media erección.

– «Uy… tendre que ir con cuidado… te estas calentando de mala manera…andas un poco salido ¿no?», me reprocha al tiempo que me vuelve a dar un golpecito encima de la polla, como para comprobar que está en lo cierto.

– «Sales con mi amigo Manolo… pero un buen polvo si te echaba yo», le digo tratando de contrarrestar su provocación.

– «Vaya…vaya con el amigo… ¿no te da vergüenza tratarme así?», me dice mientras restriega su cuerpo contra el mío, en claro desafío.

No logro aclararme. No se si está jugando conmigo a ver como reacciono y luego ir con el cuento a su novio, todo esto es fruto de la perdida de papeles por el efecto del alcohol o realmente le han entrado muchas ganas de estar conmigo.

Me olvido de amigos y de todo, dejándome llevar por mi instinto mas salvaje. Ya se ha liberado la fiera y esto no hay quien lo pare, que sea lo que dios quiera

– «Wuuouu, esto está que quema», le digo mientras pongo mi dedo en medio de los labios de su chocho, después de haber pasado por encima de los pelitos que conserva justo encima de la rajita.

Ella culea hacia atrás retirándose de mi alcance en una reacción casi automática. Luego parece que se lo piensa mejor, me hace un mohín con los labios y acerca su cuerpo lentamente hasta encontrase con el mio.

Le acerco de nuevo la mano debajo de la falda y esta vez le sobo la raja mientras ella apoya su frente sobre mi hombro. Se abraza con firmeza a mi brazo mientras la otra mano la acaricia por debajo de la falda. Al sentir el delicado roce de la yema de mis dedos se acomoda separa un poco las piernas y se deja hacer. Oigo sus suspiros cerca de mi oído dándome la tranquilidad de que los roces son bien aceptados.

Durante unos instantes se muestra un tanto pasiva a mis caricias, pero enseguida reacciona y se me ofrece ampliamente.

– «Manolo ha pensado que no me encuentro bien… pero en realidad lo que pasa es que me ha molestado mucho que se pusiera a jugar con la Cris… delante de mis morros…», reprocha dirigiéndose a no se sabe quién.

Uy! Estoy ante un claro ataque de cuernos que tanto puede salir bien como mal. Yo he seguido dándole suaves toques en el chocho que claramente han surtido efecto. Noto como sus labios se han dilatado y enardecido, pongo la yema dentro y la saco húmeda, esto es buena señal.

Entre apasionados besos y tropezones la conduzco hasta el coche, abro la puerta trasera y la hago tumbar sobre el asiento. Creo que me está dando una oportunidad que no debo desaprovechar.

Me bajo los pantalones y se la meto.

Antes de seguir ella me dice:

– » Nunca haría algo así si no supiera que eres un tío legal y nunca lo contaras…», «… esto lo hago porque estoy segura de ti….»

Lupe cree tenerla toda dentro, así que empieza a gemir con fuerza cuando le cojo una pierna, se la separo bien y doy un fuerte empujón hasta clavarla hasta las mismas bolas.

– » Es una locura… lo se…pero no lo puedo evitar…»

Después de la sorpresa inicial, la chica se acomoda a mi polla y se mueve alegre para recibirme por completo. Se mueve de forma acelerada como si se tratas de una competición a ver quien se corre antes.

Por mi parte tengo ganas de darle una buena follada y me retengo en el ritmo. Así que en contra de lo que ella espera, de mi le doy bien fuerte, con intensidad, llegando hasta el fondo de su coño, que debe adaptarse a todos mis embates.

Mi polla cada vez sale más y más mojada, entra y sale con mucha suavidad.

– «Confío en ti….pero además tenía ganas de hacerlo contigo», me confiesa con voz entrecortada. «Tú ya sabes que siempre me has atraído una barbaridad…»,»…Si mi Manolo me viese aquí, así contigo…no se lo iba a poder creer», me confiesa con cierta malicia.

Yo le contesto con monosílabos y con el potente movimiento de mis caderas que no cesa, dejando que se explique mientras se acerca a su orgasmo.

Sorprendida por mi temple y buen hacer, la chica se relaja, se abre y se deja follar dejando ir un suspiro a cada empujón.

El tapizado del asiento esta recibiendo una buena cantidad de sus flujos. Creo que llego el momento de llevarla hasta el limite y luego dejarla caer hacia el vacío en un jugoso orgasmo.

Me clava las uñas en los glúteos impidiendo que me pueda mover mientras goza de mi polla clavada en su cueva.

Luego me aparta y si acurruca en el asiento poniéndose de lado con la piernas recogidas sobre el pecho. Su respiración todavía es entrecortada y de vez en cuando suspira hondo.

Como su culo queda justo delante de mi, alargo la mano y lo acaricio levemente. Al pasar la mano sobre la rajita, siento como ella se estremece ante el nuevo contacto.

Esto no puede quedar así, le apunto mi polla todavía dura como una piedra y la clavo de nuevo hasta el fondo en medio de sus involuntarios quejidos.

En esta postura debe sentir que la voy a reventar. El dolor se mezcla con un placer desconocido al que no se resigna a rechazar.

El frote es tan intenso que pronto me corro. Ella me acompaña y gime como una ratita loca, al tiempo que culea de forma convulsiva.

El día siguiente nos volvemos a encontrar todos los colegas. Entre ella y yo nos miramos con complicidad tratando de ocultar nuestro oscuro secreto, solo ella y yo lo conoceremos y compartiremos para siempre.

Me alegro de tener amigos como Manolo que me confían su novia para que las lleve a casa, y chicas como Lupe que creen que soy un tío legal y discreto, en el que se puede confiar un gran secreto.

Deverano.