Ayudando a nuestra amiga con una orgía lésbica de colegialas
Hola, soy Lola de Argentina, tengo 20 años y hoy vengo a contarles una experiencia muy morbosa que me hace mojarme de sólo recordarla. Esto pasó hace un tiempo, cuando yo tenía 18 y seguía en el secundario. Iba a un colegio privado donde teníamos que usar un uniforme que consistía en una pollera, camisa, corbata y medias largas. Si bien siempre fui muy sociable, tenía un grupito de amigas con el que me juntaba más que con el resto. Éramos 6: Catalina, Florencia, Julia, Agostina, Paloma y yo, Lola. Cata tenía un culo que era reconocido por toda la escuela, extremadamente trabajado por el hockey y el ski. Flor tenía las mejores tetas y una carita angelical. Julia era flaquita, cuerpo de modelo, con una cinturita divina y unas piernas largas. Agos era más bien grandota, pero con buena figura y una boquita más que hábil. Palo era chiquita, petisa pero bastante bien de culo y tetas. Por último estaba yo que tenía unas grandes tetas, casi tan grandes como las de Flor, un culito parado y redondo y una vagina apretadita. Éramos muy unidas, solíamos juntarnos después de clases y hacíamos de todo. Siempre tuvimos mucha confianza, y hablábamos abiertamente de nuestras vidas privadas, incluyendo lo sexual. Un viernes apenas llegamos a la escuela, Cata apareció llorando. El novio le había terminado y se sentía destrozada. Con las chicas decidimos no ir a clase y escaparnos para consolar a Cata en la casa de Julia. Sus papás no estaban nunca por el trabajo, así que decidimos hacer una pijamada para pasar el día juntas. Estábamos todas con el uniforme al llegar. Julia nos ofreció cerveza y todas aceptamos gustosas. Eran recién las dos de la tarde, y el día estaba lindo. Cata lloraba desconsoladamente, y entre todas intentábamos calmarla.
-Amiga, tranquila, te aseguro que vas a estar mejor ahora.
-Sí, nos tenés a nosotras para cualquier cosa.
-En serio, para lo que sea.
Estuvimos un buen rato así, a medida que íbamos tomando. Después de las cervezas, tomamos tres vinos, media botella de vodka y una de whisky. Al rato ya estábamos bastante borrachas y hablando tonterías.
-Voy a extrañar coger con él -confesó Cata-.
-Ay Catita, cuando quieras te garcho yo -dijo Palo haciendo gestos sexuales-.
-Cogeme ahora -dijo riendo-.
-Bueno, dale, abrite de pienas -contestó Paloma mientras todas nosotras nos reíamos-.
Pero Cata, sin reírse, se abrió de piernas en el sillón, apoyando los pies sobre una mesita. Estábamos todas con las polleras del colegio, así que pudimos apreciar su tanguita blanca con claros signos de que estaba mojada. De repente todas nos quedamos en silencio. Paloma se acercó a Cata, se sentó arriba de ella y empezó a besarla. Nosotras nos mirábamos sin saber qué hacer. Palo le hizo señas a Flor para que se acercara. Cata le desabrochó la camisa a Flor y comenzó a lamer sus pezones mientras Palo se agachaba para correrle la tanga. En el otro sillón, Agos empezó a pasarme la mano por la pierna mientras Julia se tocaba a ella misma. La mezcla del alcohol y el clima agradable nos estaba poniendo súper calientes. Comencé a besarme con Julia, su lengua recorría mi boca con mucha pasión. Me desabrochó la camisa, dejando mis grandes tetas al aire. Me senté arriba de Agos, quien manoseaba mi culo y me atraía hacia ella, frotando mi clítoris contra el suyo. Ahora Flor estaba arrodillada chupándole la concha a Cata mientras Palo estaba apoyada contra el sillón, mientras Julia le metía un dedo. Fuimos rotando, estábamos todas muy excitadas. Me acosté en uno de los sillones, bajando mi tanguita roja por mis piernas blancas. Palo se agachó y comenzó a pasar su lengua por mi vagina, metiendo dos dedos en mi huequito mojado. Cata se sentó en mi cara, permitiéndome chuparle bien el clítoris mientras agarraba sus tetas. Julia estaba ahora en cuatro, con Flor abajo frotándose y Agos pegándoles en el culo. Los gemidos llenaban la habitación, éramos seis colegialas muy mojadas, en pollerita y con la camisa abierta compartiendo fluidos. Decidimos organizarnos para que todas alcancemos un orgasmo tremendo, pasando una por una. Primero fue Cata, se acostó en el sillón y tanto Julia como Palo le succionaban el clítoris mientras que Flor y yo nos encargábamos de estimular sus pezones y Agos la besaba. Cata gritaba de placer, arañando el sillón y estremeciéndose. Después Julia se puso en cuatro, Flor empezó a meterle dos dedos por la vagina mientras el resto la tocaba entera. Agos decidió abrirse de piernas en el sillón, donde Palo se arrodilló para chuparle todo y Cata y yo le mordíamos los pezones y le besábamos el cuello. Luego llegó mi turno, decidí ponerme también abierta de piernas en el sillón, y entregarme al placer. Dos lenguas luchaban en mi clítoris, dos bocas comían mis tetas y una mano se metía por mi vagina. Yo sentía que iba a explotar, mis amigas estaban llenas de mis fluidos y yo de los de ellas. Paloma se paró contra la pared, y yo me arrodillé para darle un buen oral, mientras Agos le pegaba en el culo y Julia le tiraba del pelo y la besaba en el cuello. Flor se sentó arriba de la cara de Agos, y me besó a mí. Todas gemíamos y gritábamos. Nuestros dedos frotaban el clítoris de otras y sentía cómo entraban en mi vagina distintas manos. Luego del tercer orgasmo, era todas con todas. Estuvimos así toda la tarde, descansando de a ratos, tomando más alcohol, y volviendo a chuparnos las conchas entre nosotras. Julia, la dueña de casa, y Agos, decidieron subir a dormir una siesta, mientras el resto de nosotras quedamos tiradas en los sillones, abiertas de piernas y aún mojadas, mirando la tele. Hubiéramos seguido si no nos hubiera sorprendido el ruido de la puerta abriéndose y la expresión de sorpresa de la persona que abrió la puerta…
Bueno, espero que les haya gustado este relato, obviamente tiene segunda parte. Déjenme en los comentarios si quieren que continúe. Es una historia 100% real que se pone aún mejor. Ante cualquier duda o sugerencia, pueden contactarme a [email protected] aunque debo aclarar que NO MANDO FOTOS, así que si me escriben por eso mejor se pueden ahorrar la molestia. Espero que lo disfruten, que sientan lo calientes que estábamos. Nos leemos.
Besos, Lola