Portándome mal con mi nuevo vecino

Valorar

Hace unos días hubo junta de vecinos y fue un vecino nuevo, Manuel, que de hecho se mudó justito a lado de mi casa. Ya nos habíamos saludado, por supuesto, y me había dado cuenta de que me comía con la mirada cuando nos encontrábamos; me veía el escote o se me quedaba viendo las nalgas cuando me iba. A mi, él también me parecía atractivo; alto, buen cuerpo, simpático, de buen vestir y cerca de los cuarenta años. Además está recién divorciado, así que seguro anda con muchas ganas de coger. Me encantan ese tipo de vecinos!

En la junta nos sentamos juntos y me di cuenta que aprovechaba cada oportunidad para ver debajo de mi escote; yo llevaba un vestido blanco semitransparente, y como la parte de arriba es pegada al cuerpo y tenía un poco de copa, no llevaba brassiere. Varios de los vecinos me comieron con la mirada jejeje. Al acabar la junta noz fuimos platicando varios vecinos y uno a uno se fueron quedando en sus casas, cuando llegamos a mi casa, aunque era tarde le ofrecí pasar por un café para acabar de platicar, él aceptó, y mientras abría la puerta sentí su mirada clavada en mis nalgas, seguro viendo mi calzoncito a través de mi vestido. La verdad eso y que me estuviera viendo el escote en la junta, me puso un poco hot.

Mi hijo estaba ya acostado, así que le dije que habláramos en voz baja mientras preparaba el café. Mientras se hacía el café nos sentamos en la sala para platicar y ya había algo de coqueteo; me contó un poco de su divorcio -obvio, él es la vítcima- y de que su esposa tuvo varios amantes y se negó a que tuvieran hijos; me dijo que no se sentía listo para comenzar una relación, pero que sí extrañaba la compañía femenina, sobre todo el sexo. Me dijo que tenía meses sin sexo, por supuesto que no le creí, y sabía perfectamente lo que tramaba; quería que la vecina fuera su amiga con derechos, su fuck body, su putita, eso sí, nada de compromisos jajaja todo son iguales. No dejaba de verme las tetas y ocasionalmente me tocaba las piernas; eso empezó a calentarme, sentía un poco de cosquilleo en mi conchita. Me imaginaba a mi vecino manoseándome, diciéndome cositas ricas, metiéndomela, viniéndose en mí.

Cuando me levanté para servir los cafés, sentí su mirada clavada en mis nalgas, yo caminé un poco más lento y me moví más para deleitarlo; yo pensé, “cabrón ya cógeme, quiero sentirte!” Cuando los estaba sirviendo, se paró detrás de mi y empezó a susurrarme al oído.

Manuel – No puedo contenerme…estás exquisita, Ingrid – me toqueteó por todas partes y me besaba el cuello y los hombros.

Yo – Qué estás haciendo, Manuel? -le dije como si no quisiera, pero la verdad es que moría ppr sentir sus manos recorriendo mi cuerpo.

Manuel – No te hagas, que tienes tantas ganas como yo…bien que mueves estas ricas nalgas y me ves el paquete…además por algo andas sin brassiere con ese vestido, vecina…quieres guerra…andas calientita…y yo estoy ardiendo.

Yo – No, cómo crees? -él seguía manoseándome, me agarraba la cadera y subía las manos hasta mis tetas, su paquete comenzaba a endurecerse en mis nalgas- No…Manuel…por favor.

Manuel – Estás riquísima, Ingrid…desde que te vi te me antojaste…qué tetas…qué nalgas…y esa boquita ha de hacer maravillas -me manoseaba bien rico, mi conchita se humedeció bien rico y mis pezones estaban endureciéndose; él me bajó el vestido y me agarró las tetas, me pellizcó los pezones- uy, mira nada más…qué rico!!

Yo – Me estás prendiendo mucho…no, mi hijo está arriba…espérate.

Manuel – No mames, qué buena estás, vecina -ignoró lo que le dije, yo me calenté más- moría por agarrar estas tetas -me pellizcaba los pezones-.

Yo – No, Manuel, por favor…ahorita no.-yo empezaba a jadear-.

Manuel – No te hagas, vecina, estás igual de caliente que yo…además, ya me dijeron que eres bien ponedora -me calentó mucho la situación, ademas en efecto se le veía un rico paquete y me manoseaba delicioso- que aflojas bien chido y sin pedos.

Yo – No…-seguía jadeando -metió sus manos debajo de mi vestido y me agarró la conchita sobre mi calzoncito mojado-.

Manuel – Ya hasta estás mojadita, vecina…quieres que te coja…y se siente lisita, depiladita…no mames, qué rico!

Yo – Eres un cabrón.

Manuel – (Sonrió) Más bien eres bien golosa, Ingrid… -le agarré el paquete- eres bien putita, verdad? Se te nota, mami -me dio la vuelta y metió sus manos debajo de mi vestido para agarrarme las nalgas- qué rico calzoncito traes, se te trasnparenta poca madre…nos tenías babeando, cabrona, pero ahorita me voy a quitar las ganas.

Yo – No, está mi hijo durimiendo arriba.

Manuel – Entonces no gimas muy fuerte, pero no te salvas…además bien que quieres…tu mirada de “cógeme” te delata.

Yo – No, Manuel…-me subió a un banquito y empezó a comerme las tetas y eso me puso a mil-.

Manuel – Tienes unas tetas bien ricas, Ingrid…y con este vestidito y sin bra se te ven exquisitas…-me chupaba las tetas y mordisqueaba los pezones, mientras me agarraba las nalgas- qué buena estás.

Yo – Ay, qué rico me las comes! -entonces busqué su pantalón para agarrarle el paquete y desabrochárselo para sacarle la verga-.

Manuel – Me encantas, Ingrid…muero por estar dentro de ti -me susurró, yo le saqué la verga y empecé a jalársela-.

Yo – En serio? Me tienes muchas ganas?

Manuel – Un chingo…qué rico me la jalas…-se separó un poco para enseñarme su verga- mira todo lo que te vas a comer, vecina -la tenía durísima, grande, se me antojó mucho; yo seguía jalándosela-.

Yo – Cógeme…métemela, Manuel -se calientan mucho cuando les digo “cógeme”, su verga enseguida palpita y eso me encanta-.

Manuel – Quieres que te coja, vecina?

Yo – Sí, te quiero adentro, Manuel…cógeme…métemela -entonces me cargó y me llevó al comedor, me acostó en la mesa, me quitó el vestido y estuvo admirándome unos segundos- no vaya a bajar mi hijo.-me ignoró-

Manuel – No mames, estás buenísima, Ingrid! -me agarró las tetas un poco y bajó acariciándome suavemente hasta mi calzoncito; se quitó la camisa y se bajó los pantalones y el calzón, yo metí la mano en mi calzoncito y me masturbaba para seguir mojadita, entonces me quitó la ropa interior- qué rica panochita…bien depiladita…me encanta que estén así -entonces se sentó en una silla y me comió la conchita- hueles y sabes bien rico, vecinita…mmmmmm…mmmmmmm..

Yo – Ay, qué rico lo haces…-me comió la conchita y me estuvo dedeando- puta madre, qué rico…mmmmmmm…ay, no mames qué rico lo haces…síguele, síguele…mira como me tienes.

Manuel – Como la puta que eres, vecinita…-me escupió en la conchita y siguió comiéndomela- mmmmmm…mmmmm -en poco minutos tuve mi primer orgasmo-.

Yo – Ay, me voy a venir, papi…me voy a venir…-yo jadeaba-.

Manuel – Vente, putita…vente en mi boca, ándale…mmmmm…mmmmm…-siguió comiéndome la conchita hasta que me vine-.

Yo – Aaaaahhhhhh…mmmmmm…no mames, qué ricoooo…-cuando estaba acabando mi orgasmno, se puso de pie y me la metió de una embestida; yo abrí los ojos como platos, no me la esperaba y sólo pude gemir y verlo con cara de sorpresa-

Manuel – Te gustó, putita? -yo sólo asentí y empezó a bombearme; era delicioso su mete y saca- qué rica panocha tienes, Ingrid…-se mordía los labios- no sabes qué ganas tenía de cogerte.

Yo – En serio? Pues no dejes de metérmela, papi…me encanta cómo me coges, Manu.

Manuel – Qué rico se mueven tus tetas…estás bien pinche buena, vecina.

Yo – Me tenías muchas ganas? Por qué? Dime, por qué querías cogerme?

Manuel – Porque estás bien buena, Ingrid, me calientan tus tetas…cómo mueves las nalgas…me encanta verte ese culote cuando te vas a hacer ejercicio…y esa sonrisita sexy…

Yo – Enserio estoy buena?

Manuel – Estás bien pinche buena…mira nada más.

Yo – Qué más? Dime qué te dijeron de mi?

Manuel – Creí que eras bien pinche apretada, que nomás te gustaba anda de calentorra, pero un día invité a chupar a Beto y ya pedo me dijo que eras bien cogelona.

Yo – Qué más te dijo? -me calienta que me cuenten- Ándale, dime -entonces le apreté la verga con mi conchita-.

Manuel – Aprietas rico, vecinita -me bombeaba con un ritmo bien rico-.

Yo – Dime -lo seguía apretando- dime qué más te dijo.

Manuel – Me dijo que eres bien puta, que le pagas dándole las nalgas, que te coge cuando quiere…que también se las das a otros vecinos -empezó a acelerar sus embestidas- que tienes novio, pero igual andas de puta cogiendo con un chingo de güeyes -yo estaba por tener mi segundo orgasmo-.

Yo – Pégame en las tetas…pellízcame los pezones…ay, qué rico me coges, Manu!

Manuel – Te gusta que te la meta, puta?

Yo – Sí, papi…cógeme, cógeme…-él seguía metiéndomela y atendiendo mis tetas como se lo pedí- ay, me voy a venir otra vez…síguele, síguele…

Manuel – Te vas a venir otra vez, putita? Eh? Ándale, vente, embárrame la verga con tus jugos, vecinita puta, ándale o quieres que tu hijo vea lo puta que eres? -eso acabó de calentarme y me vine delicioso-.

Yo – Aaaaahhhhh…mmmmmmmmmmmm…

Manuel – Qué rico te vienes, pinche Ingrid -él aceleró un poco sus embestidas- te voy a llenar de semen calientito, cabrona…como querías…

Yo – Sí, papito…dame tu lechita…vente…vente, papi.

Manuel – Ay, pinche vieja, qué rica estás -me cogía más rápido y poco después se vino, embarrándome toda la conchita con su semen y embarrándome aún más con su verga- aaaaahhhhh…uy, no mames, qué rico…mmmmmmmmmmm.

Yo – Ay, papito, así, así…lléname de semen…mmmmmm…sí, sí…me encanta senrtirlo en mi cuerpo…ay, cuanta lechita, Manu, qué rico.

Manuel – Te gusta, putita?

Yo – Sí, papito, así…embárramelos en mi conchita depiladita -me la embarraba y luego me la metía otra vez, así me la estuvo metiendo hasta que se le bajó la erección- mmmmmmmm…qué delicia!

Manuel – Cuando quieras, vecina -se subió los pantalones y me dio mi vestido; se llevó mi calzoncito de recuerdo; me vestí así como estaba; me encanta vestirme estando embarrada de semen-.