Increíble desayuno en lo de un amigo
Habia quedado para trabajar en un proyecto con mi mejor amigo en su casa, y llevaba desayuno. Había comprado unos donuts y cacaolat porque se que le gustan, y ya estaba a punto de salir hacia su casa cuando me envía un mensaje diciendo: usa la llave. Me había dado hace tiempo una llave para emergencias, aunque todavía no la había usado nunca. Eso me hizo pensar que me lo encontraría durmiendo…le gustaba apurar hasta el último segundo en la cama, y hoy jugaba en casa. La verdad que no me importaba, me hacía gracia que fuera tan dormilón. Era como un hermano para mí, o como un novio hetero al que no podía aspirar…mirar pero no tocar. Con la fantasía de encontrármelo en la cama empalmado o en la ducha pajeándose conduje hasta su casa.
Al llegar la sorpresa fue que no estaba solo, entré y vi otras llaves encima de la mesa…no jodas que había quedado conmigo y estaba follando con su novia! Eso me mosqueó y estuve a punto de irme, pero miré en dirección a la habitación y me los encontré a los dos en la cama, medio adormilados. -Buenos días!- me dijo ella con una sonrisa. La verdad la chica era muy maja, yo no soportaba a ninguna de sus novias pero esta era un cielo y era imposible que te cayese mal. -He traído desayuno- dije sin más y me acerqué, viendo que si no acababan de follar, como mínimo lo parecía. Los dos parecían contentos, y mi amigo roncaba feliz tapado levemente con la sábana, dejando ver prácticamente todo su cuerpo desnudo. Para mi era perfecto, y tenía un poco de envidia siempre que los veía juntos, aunque me alegraba mucho por verlos felices. -Me sabe mal despertarlo, si quieres voy a hacer un café al bar de abajo-le dije. Ella sonrió de nuevo y dijo-No, si te estábamos esperando, pero se ha vuelto a quedar dormido,ven que te hago un sitio- y se apartó dejándome un hueco. ¿Pretendía que nos comiésemos el desayuno en la cama? ¿Con ellos medio desnudos? Dudé, pero nunca me he considerado un remilgado, así que acepté. La verdad la situación me daba morbo. Al subir a la cama, pude comprobar que efectivamente acababan de follar, había un envoltorio de condón sobre la mesilla. Obvié eso y le di un codazo sin muchos miramientos a él, con un poco de rencor. -Eh, despierta. Servicio a domicilio- y le puse un donut justo en la boca, llenándole de azúcar la cara. -Que cabrón eres- me dijo riéndose, medio dormido. Vi como se incorporaba medio empalmado y tapado por la sábana mientras yo le daba a ella otro donut y uno de los cacaolats. -Era ponértelo en la boca o en la polla, tu mismo- le dije riendo y señalando su rabo medio duro. -Pues haberla metido aquí- dijo él tocándose. La verdad no teníamos ningún problema para hablar de sexo, teníamos mucha confianza, pero nunca lo hacíamos delante de nadie y menos de su novia.
Ella, en vez de escandalizarse, dijo -Si le pones el donut ahi, quiero ver como haces para comértelo- y se rió mientras mordía su donut. -No tengo problema, no la tiene tan grande, podría comerlo sin atragantarme.- dije yo riendo. Él, que no soporta los fantasmeos, ensartó su polla en el donut, que ahora sobresalía rosada y pringosa de azúcar, y bastante más dura que antes y dijo -A ver, bocas, si eres capaz- yo miré a su novia, que me invitó con la mano a comprobar mi reto. Pensándolo un poco, me agaché hacia su rabo, metiéndomelo hasta el fondo y consiguiendo con un poco de esfuerzo sacar el donut se su polla, sintiendo la mezcla del sabor dulce del donut y el sabor inconfundible de una polla que acababa de follar. Eso me puso a mil, y ahora era yo que no podía disimular mi empalmada. -¡Que asco, tio! Sabe a lefa…pero, reto conseguido.- y mordí el donut que acababa de sacar de su polla con satisfacción. -Anda, no dirás que no te ha gustado, si mira como vas- y me agarró el paquete, mientras su novia sonreía. -Quieres probar tu, cariño?-Le dijo a ella. -Si, por que no, pero no sería justo que fuera con tu polla, que ya me conozco la medida,¿pruebo con la tuya?- me dijo con esa naturalidad que me descolocaba siempre. -Ehm…como quieras- dije yo, tragando saliva. -Venga, yo hago de juez-dijo él divertido, mientras me bajaba la bragueta. Yo me dejé hacer, dudando de hasta donde nos llevaría este juego. En menos de un segundo ya tenía mi polla dura y mojada por la excitación fuera y con un donut insertado hasta el fondo, podía notar los ojos de los dos clavados en mi polla y me sentía más vulnerable que nunca. -Va amor, demuestra lo que sabes hacer-le dijo él, y ella, recogiéndose el pelo hacia un lado, engulló mi polla con avidez, disfrutando de cada centímetro ganado, y sacando sin problema el premio, que tras morderlo, le metió en la boca a él, que masticaba por primera vez el desayuno que yo había traído. -Ahora te toca a tí- le dijo ella. -¿Como? No no, los que coméis pollas sois vosotros.-dijo él en plan chulito. -Vamos, los dos lo hemos hecho, te toca- y sin poder decir yo nada, ella ya agarraba mi polla y ensartaba otro donut, esta vez mucho más mojado de mi excitación. Ahora mi polla estaba como una roca imaginándome la boca de mi amigo, con el que tanto he fantaseado, bajando por mi rabo hasta conseguir el dulce premio.
-No, ¿que saco yo a cambio? -dijo él. -Si lo haces, luego los dos te la sacamos a ti a la vez- propuso ella. Yo estaba congelado y no pude decir nada más que -Vale- sin casi pestañear. -Mmm…vale hecho. Me acaba de dar un morbo increíble pensarlo- dijo él, que se abalanzó sobre mi polla casi sin dudar, y se la metió hasta el fondo en plan bestia, sacando el donut con dificultad, y relamiéndose. -Buf tio, estás super mojado, sabe a polla- Me dijo. -A polla limpia, que me acabo de duchar- dije yo ofendido. -La tuya sabe a lefa- contesté. -Va os toca, estoy listo- dijo él con picardía abriéndose de piernas y metiendo el último donut que quedaba en su polla, ahora dura como nunca, y marcando bien las venas y los huevos. La verdad era un regalo tenerle así, desnudo, dispuesto, con su cuerpo velludo totalmente relajado, las manos en la nuca y una sonrisa en los labios. No me podía gustar más. Me puse rojo, como siempre que le miro así. Su novia se puso enfrente mio, como en una competición, y me dijo -Hay que acabar, y no me refiero al donut, quien consiga que se corra gana- me guiñó un ojo sabiendo que los dos deseábamos ese premio en realidad. -Eh, ese no era el trato- dijo él. Ella le puso la mano en la boca, y me dijo -¿Listo?- yo sonreí más excitado que nunca y asentí. Los dos bajamos a devorar ese rabo, lamiendo y saboreando las pelotas azucaradas, el donut iba desapareciendo con nuestra ansia, y ya solo quedaba un rabo pegajoso de azúcar que debíamos esmerarnos a limpiar.
Sus labios y los míos se mezclaban, su lengua y la mía ahora parecían una y trabajábamos en equipo para dar probablemente la mejor mamada de la historia. Él al principio cerraba los ojos y jadeaba, gemía, pero ahora contemplaba la obra de arte que eran nuestras bocas trabajando su polla, y empezó a grabarnos con el movil. Esto en vez de cohibirnos nos hizo volvernos todavía más lascivos, y degustábamos su polla como si jamás hubiéramos comido una. Cada vez estaba más dura, y nos coordinábamos a la perfección, mientras uno degustaba el glande el otro trabajaba el tronco y los huevos, el perineo, dando un repaso general a cada centímetro de la polla de él. Mientras uníamos nuestros labios en un beso muy profundo con lengua, si glande, enmedio de nuestras bocas, empezó a brotar lefa caliente, como una fuente sexual nos empapó las bocas y no permitimos que se perdiera ni una sola gota, recogimos su néctar entre sus gemidos de placer y terminamos la mamada besándonos delante de su polla relajada. -Creo que ha sido empate-dije yo riendo. Él estaba completamente relajado y ahora su polla caía placidamente sobre sus grandes huevos, ahora vacíos, y se tapó con el cojín exhausto. -Eh, no disimules. Nosotros hemos trabajado, ahora te toca a tí.- dijo ella. -Pero si ya no quedan donuts- dijo él disimulando. -Pero queda cacaolat- dije yo, abriéndole las piernas a ella, que estaba evidentemente mojada por toda la excitación anterior. -¿Una competición?- le dije vertiendo un poco del batido de cacao sobre ella y lamiendo, mientras le miraba a él lascivamente.