Me embaraza mi propio hijo
Eran otros tiempos, eran otras costumbres, pero follar siempre fue follar, y un incesto siempre fue un incesto.
Benito era un terrateniente gallego, moreno, de estatura mediana y seco. Se había casado en segundas nupcias con Bibiana, una mujer 40 años menor que él. En aquellos tiempos, cómo hoy en día, a los viejos le gustaba presumir de hombría y tener un hijo a los setenta y cinco años sería una muestra de ello, pero Bibiana no quedaba preñada ni a tiros y al viejo se le acababa la paciencia. Después de follar, tumbados uno al lado del otro sobre la cama, le dijo a su mujer:
-A ver si es de esta. Ya pasaron seis meses y nada.
-A ver, el coño me lo llenaste bien, pero si me lo volvieras a llenar…
Benito se escaqueó.
-Otro día, otro día que hoy tengo sueño.
No le echó otro polvo porque no se le levantaba, y la verdad es que Bibiana no tenía un solo polvo, cuando menos tenía media docena. Os cuento cómo era.
Bibiana era de estatura mediana, morena, maciza, tenía las tetas grandes y esponjosas, un culo gordo y un coño de los que parecía que le echaran abono por la cantidad de pelo que tenía.
Benito ya tenía un hijo, se llamaba Pedro, tenía treinta años, era moreno, más alto que su padre, fuerte, guapo de cara, con un buen cuerpo y era un depredador sexual, y cómo todo depredador sexual al follar no tenía límites, eso lo sabían bien algunas casadas y solteras que iban a trabajar al jornal en sus tierras, ya que les dejaba el coño cómo un bebedero de patos… Todas repetían hasta que el señorito les daba puerta.
Pedro sabía de la obsesión de su padre por tener otro hijo y eso le sentaba cómo un tiro, ya que de ser el único heredero tendría que repartir, eso si no le dejaba todo a su futuro hermano.
Pedro no hacía buenas migas con Bibiana, ya que sabía que se casara con su padre por el dinero, bueno, lo sabía él y lo sabía todo el pueblo, el único que se creía que Bibiana se casara por amor era el viejo.
Cierta noche que Benito fuera a la capital por negocios, Bibiana se encontró con Pedro en el pasillo. Él venía de la taberna de jugar una partida y ella venía del aseo vestida con un camisón que le llegaba a los pies. La arrimó contra la pared, y le dijo con sorna:
-¿Quiere pasar una noche con un hombre de verdad, madre?
Era la primera vez que le llamaba madre. Su ironía y su desfachatez la cabrearon y sin rehuir su mirada, le respondió:
-Quiero, hijo. ¿Pero dónde está el hombre?
Pedro le metió la lengua en boca al tiempo que le echaba la mano derecha al coño. Después de dejarla sin aliento, le dijo:
-Aquí, madre, aquí está el hombre.
Bibiana sintió la verga dura de Pedro entre sus piernas y se excitó, aunque lo disimuló bien.
-Déjame. No veo a ningún hombre, veo a un payaso.
Pedro se separó de su madrastra. Con aires de superioridad y sin dejar de vacilar, le dijo:
-Usted se lo pierde, madre.
Bibiana también siguió con la ironía.
-No creo que me pierda gran cosa, hijo.
Pedro echó a andar hacia su habitación y Bibiana fue para la suya.
Diez minutos más tarde, Pedro, en pelotas, con una cuerda doblada en su mano derecha y con su gorda verga colgando, abrió la puerta de la habitación de su madrastra. Bibiana, que estaba sin tapar sobre la cama, le dijo:
-Vete de mi habitación sinvergüenza.
Pedro caminó con paso firme hacia la cama. Sabía que Bibiana lo estaba esperando para follar, si no fuese así hubiese cerrado con llave la puerta de su habitación. Al lado de la cama le dijo:
-Tú y yo lo vamos a pasar de miedo.
-¡Ni lo sueñes!
-Quita el camisón.
-¡Lárgate de aquí!
Le dio con la cuerda en una pierna.
-¡Trassss!
-Quita el camisón.
-Si me vuelves a pegar grito pidiendo ayuda.
Pedro iba de sobrado. Le dio en la otra pierna:
-¡Trassss!
-No, no lo harás, necesitas una verga dura entre tus piernas.
Bibiana le dio la razón al decir:
-¡Chulo!
-¡Puta!
-¡Trassss!
Bibiana se puso en posición fetal y le dijo:
-Tu padre va a saber lo que me hiciste cuando vuelva.
Pedro le dio con la cuerda en el culo:
-¡Trassss, trassss, trassss, traasss!
-Quita el camisón.
-No.
A Bibiana le estaba gustando aquel dulce castigo, prueba de ello fue que se puso con el culo hacia arriba. Pedro se metió en la cama y le levantó el camisón. Bibiana ya estaba mojada, pero le dijo:
-¡Esto te va a salir muy caro!
Le dio en el culo:
-¡Trassss, trassss, trassss, trassss!
-¡Cabrón!
Le bajó las bragas y le metió un lametón entre las nalgas.
-¡Perro!
Le volvió a dar con la cuerda:
-¡Trassss, trasss, trassss, trasss!
-¡Quita el camisón!
-No lo voy a quitar
-¡Trassssss, trasasss, trasssss, trasssss, trasssss, trassss!
Pedro tiró con la cuerda al piso de la habitación, le echó una mano al vientre, la levantó y al tener el culo arriba le lamió el ojete. Al quitarle la mano del vientre Bibiana ya no bajó el culo. Le separó las nalgas con las dos manos, su lengua lamió periné y ojete y se lo folló con la punta de la lengua. Bibiana estaba callada cómo una muerta. Al dejar de lamer sacó la polla, la frotó en su ojete y le dijo:
-Ponte a cuatro patas.
Sabía de sobras para qué quería que se pusiese a cuatro patas, pero le preguntó:
-¿Para qué?
-Para follarte el culo.
-El culo es para otra cosa.
-Cuando te lo comí no me dijiste nada.
-Me estaba vengando por tu osadía.
Le pasó un dedo por la raja del coño, luego lo metió dentro, lo sacó pringado de jugos, lo chupó y le dijo:
-Explícate.
-¿Sabes que venía de hacer cuando me encontraste en el pasillo?
Pedro sumó uno más uno e iba a decir mierda, pero dijo:
-¡Serás cabrona!
-El cabrón lo eres tú que me estás ultrajando.
Pedro jugó la baza del calentón.
-¿Quieres que me vaya y te deje con el calentón?
Esperando que no se fuese, le respondió:
-Sí, vete.
Pedro no se iba a marchar.
-¡Pues no me sale de los cojones de irme sin romperte el culo!
Pedro frotó otra vez la verga en el ojete, luego la pasó por el coño. La punta se pringó de jugos, la volvió a frotar en el ojete y… ¡Zassss! Se la clavó hasta el fondo del coño. Bibiana exclamó:
-¡Diossss!
Aquella verga gorda y dura la había llenado el coño cómo nunca se lo habían llenado. Se puso a cuatro patas. Pedro la agarró por las tetas y le dio leña, le dio a romper hasta que paró para preguntarle:
-Me gustaría correrme dentro de tu coño, Bibiana.
Las palabras de su hijastro la dejaron a cuadros.
-¿¡Me quieres dejar preñada!?
Pedro le puso las cartas sobre la mesa.
-Si, si vas a tener un hijo quiero que sea mío.
Le volvió a dar a mazo. Paró cuando sintió que se iba a correr.
-¿Me corro dentro, Bibiana?
Bibiana estaba tan perra que solo le faltaba ladrar.
-Corre.
La folló despacito, luego sacó la verga empapada con sus jugos, la frotó en su ojete, le metió la puntita, la sacó, la puso en la entrada del coño, y le preguntó:
-¿Preparada?
Bibiana ya había tiempo que estaba preparada.
-Sí, préñame.
Pedro jugó con ella. La volvió a frotar en el ojete, ojete que se abría y se cerraba. Le metió el glande. No era la primera vez que se la metían en el culo, pero fingió que le dolía.
-¡Ayyyy! Me acabas de romper el culo.
Pedro estaba empalmado cómo un toro, la sacó, la dejó en la entrada del ojete y después se la volvió a frotar. Bibiana, perra perdida, le dijo:
-¡Mete, mete, mete donde sea, pero mete!
Esperaba que se la metiera hasta el fondo del culo, pero se la metió en el coño de un chupinazo. Con la verga en el fondo, sintiendo cómo se corría dentro de ella y sintiendo cómo le amasaba las tetas, movió el culo de delante hacia atrás y alrededor hasta que su coño apretó la verga de Pedro y comenzó a bañarla con una tremenda corrida.
Nunca se había corrido al mismo tiempo que ningún hombre y le encanto hacerlo.
Al acabar se echó boca arriba y le dijo:
-Te saliste con la tuya.
-Aún no te quitaste el camisón.
-¿Es que quieres seguir?
-Quiero follarte hasta que no puedas más. Quiero que acabes rendida de tanto correrte.
Bibiana sonrió por primera vez.
-¿Rendida yo? No sabes donde te has metido.
Bibiana se quitó el camisón. Pedro, le preguntó
-¿Me dejas que te ate a la cama?
-Ata.
Pedro salió de la cama, cogió la cuerda le ató las muñecas con ella y después la ató a un barrote de la cama.
Lo primero que le hizo fue pasarle la verga morcillona por los labios. Bibiana sacó la lengua, y se la lamió, luego se la metió en la boca y Bibiana se la mamó. La verga se puso dura. Cuando la sacó besó a Bibiana con lengua al tiempo que le pasaba un dedo entre los labios vaginales, para luego acariciar con él su clítoris. Lamió su axila izquierda, lamió el pezón de la teta izquierda, luego la axila derecha y acto seguido el pezón. Le cogió las tetas con las dos manos y magreándoselas lamió y chupó pezones y areolas con una delicadeza exquisita. Luego pasó a su ombligo e hizo círculos con la lengua sobre él antes de bajar al coño. Al ir a lamerlo vio que estaba abierto y baboso. Le pasó la lengua al rededor del capuchón del clítoris, luego con dos dedos lo retiró hacia atrás y comenzó un rosario de lamidas con la punta de la lengua en el glande erecto. Eran lamidas comedidas, cómo si la punta de la lengua fuese una pluma. Pasado un tiempo las babas del coño le bajaban mojando el ojete y caían sobre la sábana. Bibiana paró de gemir para decir:
-Métemela.
Pedro se puso en plan abusón
-¿Cómo se piden las cosas, guarrilla?
-Por favor, métemela, métemela, por favor..
Pedro cogió la verga y se la frotó en el coño, luego la puso en la entrada, la meneó, le metió la puntita y se corrió dentro.
Al quitársela Bibiana estaba desesperada, desesperada por correrse.
-Toda, toda, toda, la quiero toda dentro.
Pedro le cogió el culo, se lo levantó y se la metió, pero no la verga cómo Bibiana quería, le metió la lengua dentro del coño. Bibiana exclamó:
-¡Ay que me muero de gusto!
Movió la pelvis de abajo a arriba, de arriba a abajo y alrededor y se corrió en la boca de Pedro, que se tragó las dos corridas.
Al acabar de correrse, le preguntó:
-Eres un…
-¿Cerdo?
-Cochino, digamos cochino que suena mejor
-¿No te gustó que te hiciera cochinadas?
-Me encantó. Nadie me comiera el coño después de haberse corrido dentro… Creo que fue la mejor corrida de mi vida.
Pedro le dio un pico.
-Todo se puede mejorar. ¿Jugamos al venado?
-¿Cómo se juega a eso?
Pedro que jugaba a ese juego con las casadas del pueblo, le dijo:
-Te voy a soltar, mamá. No me pegues mucho con la zapatilla por haberte hecho lo que te hice.
Bibiana pilló el juego a la primera. Al estar libre, se sentó en el borde de la cama, y le dijo:
-Coge mi zapatilla y échate en mi regazo.
-No me pegues fuerte, mamá.
Bibiana se puso mandona.
-¡Haz lo que te digo, joder! Haz lo que te digo si no quieres que hable con tu padre.
Pedro cogiendo una zapatilla debajo de la cama, le dijo:
-Papá no, papá no que me da con el cinturón.
Le dio la zapatilla, una zapatilla clásica, marrón y con el piso de goma del mismo color, se echó sobre sus rodillas y Bibiana le largó:
-¡Plassss, plassss, plasss, plassss!
-¿Por qué abusaste de mamá?
-Porque mamá está muy buena.
-¡Plasssss, plassss, plassss, plassss!
-¿Sabes que has podido dejar preñada a mamá?
-Sí, quiero un hermanito.
Jugando al despiste le preguntó con voz maternal.
-¿Estás muy solito mi nene?
-Sí.
-¡Plassss, plassss, plassss, plassss!
Ahora le dijo con voz de cabrona:
-¡Pues te jodes cómo me jodo yo cuando quiero joder y no me joden!
Le volvió a dar.
-¡Plassss, plassss!
Pedro le dijo:
-Mala mama.
Pedro bordaba su personaje, se veía que llevaba años haciéndolo. Bibiana no hacía mal el suyo.
-Mamá, puta, muy puta.
Pedro se levantó, la cogió en un brazado, la echó sobre la cama, le cogió la zapatilla de la mano y le dio a romper.
-¡¡¡Plaassss!! -¡Cabrón!- ¡¡Plasssss plassss plasssss plasss!! -Desgraciado!!
-Esto es poco castigo para una puta.
-¡Vete a tomar por culo!
Pedro le volvió a dar, pero sin fuerza.
-Plassss, -Ay-, plassss -Ay-, plassss -¡Hay que coño, da o no des!
Lo cabreó.
-¡Ahora verás, cabrona!
Le cayeron las del pulpo.
-¡¡Plaasss plassss plassss plassss plassss, plassss, plassss, plassss!!
Bibiana con el culo en carne viva, le dijo:
-Puto sádico.
Le dio la vuelta, y quiso besarla. Bibiana le escupió en la boca, le devolvió el escupitajo, Pedro le puso el culo en la boca y le dijo:
-Si no quieres besar sus labios vas a besarle el culo al venado.
Bibiana no había caído en que los azotes formaban parte del juego. Al darse cuenta, le dijo:
-Mamá no va a besar tu culo, niño perverso.
Le cayó un zapatillazo en un muslo.
-¡¡Plassss!!
-No soy un niño perverso, soy el venado. ¡Lame!
No quiso llevar más.
-¡Mama lame, hijo, mama lame!
Le lamió el culo y después los huevos mientras Pedro le acariciaba con dos dedos el coño empapado, dedos que después entraron dentro de la vagina. Al empezar a masturbarla lamió con más lentitud. Le echó la mano a la polla y se la meneó. Se la fue meneando a ritmo que los dedos entraban y salían de su coño. A Bibiana no le hacía falta mucho para correrse. Cuando sintió que la tenía cerca, le dijo:
-Deja que te folle mamá, hijo.
Pedro se echó boca a arriba, Bibiana se abrió de piernas, le cogió la verga y la frotó en el coño y en el ojete y cantó:
-Pito, pito, gorgorito. ¿Dónde vas tú tan bonito? A la era verdadera pin pan pun -metió la puntita en el culo- fuera.
La sacó del culo, la frotó en el coño y después metiéndola despacito, le dijo:
-Córrete dentro y preña a mamá.
Pedro se corrió dentro de ella y Bibiana se corrió con él al tiempo que le comía la boca.
Después de correrse y sin quitar la polla de dentro se siguieron besando. La verga poco a poco se volvió a poner dura. Al tenerla dura Pedro le dio la vuelta, le cerró las piernas y se la metió. Si la verga le entraba antes justa, ahora era cómo si le hubiera entrado un salchichón en el coño. A Bibiana le encantaba.
-Así aún me produce más placer.
Pedro con la polla metida hasta el fondo, haciendo palanca con su verga y frotando su pelvis con el clítoris volvía loca a Bibiana… Tres veces se corrió antes de que Pedro le volviese a llenar el coño de leche. Si no quedaba preñada esa noche no quedaría nunca.
Cuando sacó la verga del coño salió tan blanda cómo blandos salen los espaguetis de la olla después de cocidos.
Bibiana puso su cabeza en su pecho y hablaron de cosas que no voy a decir, lo que sí diré, es que poco después Pedro tenía el coño de Bibiana en la boca y Bibiana le estaba mamando la polla. Hacían un sesenta y nueve, sin prisas, saboreando él el coño y ella la verga, hasta que Bibiana lo masturbó con rapidez y Pedro se corrió cómo una fuente, Bibiana se tragó la leche y después siguió mamando para que la verga no perdiera cuerpo. El coño de Bibiana goteaba en la boca de pedro… Bibiana se dio la vuelta y le puso en culo en boca y le dijo:
-Me toca.
La lengua de Pedro lamió su ojete y se lo folló. Bibiana, agarrada a la cabecera de la cama gozaba cómo una cerda, y más que gozó cuando le quitó el culo de la boca y le puso el coño. Pedro le metió y le sacó la lengua en él varias veces, luego la cogió por la cintura, dejó su lengua plana entre los labios vaginales, y le dijo:
-Dámela.
Bibiana aferrando el barrote de la cabecera de la cama con las dos manos y frotó su coño contra la lengua mientras movía su culo de atrás hacia delante y de delante hacia atrás, de repente se paró, y entre gemido y gemido, le dijo:
-To, to, to, tomaaaa.
Cuando acabó de correrse, la dejó descansar un par de minutos, y después le dijo:
-Quiero follarte el culo, Bibiana.
-Sigue llamándome mamá.
-Quiero follarte el culo, mama.
Bibiana ya se anotaba a lo que fuese.
-¿Me pongo a cuatro patas?
-No, échate boca arriba.
Bibiana se echó boca arriba sobre la cama, Pedro le puso la almohada debajo del culo, metió la cabeza entre sus piernas y lamió su periné y su ojete. Bibiana se abrió totalmente de piernas y arqueó su cuerpo para facilitarle la labor. La lengua entró y salió de su ojete… De su coño bajaban hasta el ojete cantidad de jugos que la lengua iba metiendo dentro de su culo junto a su saliva… Luego lamió su clítoris, el glande erecto latió cómo un diminuto corazón… Al volver a lamer y a follar su ojete vio cómo la vagina se abría y se cerraba, fijo que necesitaba una polla dentro. Después de ponerla más que perra, le frotó la verga en el ojete mojado y luego, despacito se la clavó hasta el fondo del culo. Bibiana acariciando su clítoris, le dijo:
-Suave, suave.
Metió y sacó lentamente.
Al ratito le decía:
-Dame fuerte.
Le folló el culo a romper.
Los dedos de Bibiana volaban sobre su clítoris cuando dijo:
-¡Me voy a correr cómo una perra!
Pedro se la quitó del culo, se la metió en el coño, y sin más comenzó a correrse. Bibiana sintiendo la leche calentita dentro de su coño, se retorció cómo una serpiente y se corrió cómo había dicho, se corrió cómo una perra, jadeando y babeando.
Lo dejaron ahí por esa noche, aunque durmieron juntos y por la mañana siguió la fiesta.
Y sí, quedó preñada. El viejo se volvió a sentir importante y ellos se siguieron llevando mal, delante del viejo, y más que bien a sus espaldas.
Quique.