Una perra y su sugar daddy
Permiteme ingresar, en el dialogo que sostienes, con @andreaslave, y a la vez dirijirme a ella, debo ante todo rendirles homenaje a ambas por su algarabia y sabor a hembras (sin caer o inducir a sexismos) soy un apasionado admirador de la mujer: feminina, fuerte, amante y amadora, que esté más allá de su «belleza» exterior, pero que exude por cada poro y en su mirada, a esa mujer capaz de hacerse sentir y sentir en ella el poder de saberse poderosa y capaz, de andar en su mundo, su entorno y mas alla de él, con autosuficiente ego y humilde sensualidad.
No las conosco fisicamente, (aunque seria un enorme honor), pero sus posturas y mutuas declaraciones, me indician, lo salvaje de vuestros paseos por calles y avenidas, y debo honestamente mencionar, una perversa envidia, a quienes de sus encantos gozan, al verlas pasar por la acera de enfrente.
Como anecdota, tenia yo una tía, muy querida y admirada(hasta odiada y maldecida por muchas), con un señorio y sensualidad incontenible, a la luz de los años, de poca belleza fisica y esmiriado fisico, pero eran su mirar, ademanes y actitudes, de tal categoria y poder, que no hubo, ni hombres y menos mujeres que no se vieran subyugados a ella, aun hoy a casi veinte años, de su partida, la seguimos recordando en las reuniones familiares, de una u otra manera.
Ustedes tienen, un desarrollo antelado al nuestro, como genero, basta ver la historia y demonizacion, por el temor que nos generan.
Su poder, siempre a ido mas allá de nuestros biceps, Cleopatra, Makeda para los hebreos y Bilqis para los arabes, reina de Saba.
Lakshmi, de la fortuna y la belleza. Saraswati, del saber. Kali, destructora del ego y el mal, Diosas todas ellas hindúes.
Gea y su hija Hera, Afrodita, Atenea para los griegos y sus similes romanos.
Josefina para Napoleón, o preguntemosle a Enrique VIII porqué mando matar a su mujer, o al Concilio de Constantipla, que borro de un plumaso a Maria Magdalena de los anales de Jesus, son ustedes portadoras del cáliz, son nuestro sustento y perdicion, gloria y derrota.
De, por, para y con ustedes.
Por ello, mi sentimiento hacia ustedes, mi gusto por ti (autora y mujer, madre y esposa), epicúrea felida amiga, no dejes de emitir en cada letra tuya, como lo que dices sentirte, una hembra, UNA YEGUA, con hidalgo sabor y efervescente candor.
Atte
Cocodrylo