Una madre infiel
La primera fase de mi viaje la realizo sin ninguna novedad. Me indican donde poner mi autocaravana y me fijo que la gente, la mayoría lleva mascarilla fuera de la zona donde tienen sus caravanas o sus tiendas. Se acordaban de mí, del año pasado o es que al hacer la reserva vieron que ya había estado. Una vez aposentado en mi lugar, me cambié de ropa y me fui a darme un paseo por el monte, a darme un chute de aire puro. De regreso al camping, me encontré con una pareja de unos 44 años. Los dos estaban bien físicamente, se les veía deportistas y ella con un culo espléndido. Como el camino que llevábamos iba hasta el camping, él se puso a hablar conmigo y la mujer solo hizo un movimiento de cabeza a forma de saludo…
– Hola… ¿Estas en el camping?
– Si.
– No te había visto antes…
– Es que he llegado hoy mismo.
– ¿Lo conoces bien?
– Algo, estuve el año pasado.
– ¿Qué sitios hay interesantes para ver o que hay para hacer?
– Están unas cascadas que quedan un poco lejos, pero que merecen la pena ver y una ermita desde donde se ve todo… (Le dije algunos sitios más)
– ¿Qué se tarda en ir?
– Si no quieres ir como loco y disfrutar del paisaje, lo mejor es salir temprano y llevar comida.
– ¿En qué parte del camping estás?
– En la zona… de caravanas.
– Nosotros con nuestros dos hijos en la de tiendas de campaña, es fácil de ver, una baiyan familiar y lo de fácil de ver porque es de color pistacho.
– Bonito color…
– A ver si nos vemos…
Le dije que sí, que a ver si nos veíamos y como habíamos llegado al camping cada uno fue para su sitio, eso sí, sin quitar de mi vista el culo enfundado de su mujer en unas mallas de color azul claro. En el camping hago uso de los servicios que tienen, porque están bien y me viene mejor. Pero era ya tarde y preferí darme la ducha en la autocaravana. Lo que sí hice fue ir a cenar y acerté. Porque había hecho un cambio en el restaurante. En el autoservicio, habían puesto una zona donde te preparan al momento unas parrilladas de verduras fenomenales, había que esperar un poco pero tenía una pinta excelente.
Me encontré con mis “vecinos” de paseo y con sus dos hijos. Como no nos habíamos presentado antes lo hicieron o lo hicimos en ese momento. Ellos Leyre y Paco, los hijos Irate y Martin. Madre e hija se quedaron conmigo porque iban a comer parrillada, padre e hijo se fueron por algo más contundente. Aquí me hizo un poco más de caso la mujer aunque más la hija. Que estaba entre los 18 o 19 y el hijo. Como primero estaba mi parrillada, la recogí y me fui a una mesa. Paco se sentó en la mesa de al lado y para sacar conversación, me preguntó por el modelo de autocaravana tenía, le dije el modelo y como si hablara del tiempo, no tenía ni idea y riendo lo reconoció.
Decía que llevaba dos años planteándose comprar una y no sé cómo la lio, pero quedamos que al acabar de cenar se la enseñaría, los hijos pusieron muy mala cara, tanto se notó que el padre les dijo que no tenían por qué ir y sus caras cambiaron. Paco era muy expresivo, como los de su tierra. Simpático y agradable. Leyre ya se puso a hablar un poco más y se quejaba de no ir a la playa, al levante que le gustaba mucho. Ellos se pasaban prácticamente todo el verano en el camping, iban a otro pero por algo este verano cambiaron a este. Paco se iba los lunes y regresaba los viernes. Ella estaba en paro de momento. Él tenía una empresa mediana que como a otros muchos, no le iba mal pero las cosas no le habían ido como era de esperar. Hablamos de la situación y que se veía luz al final del túnel me decía.
Para no adentrarnos en hablar de los respectivos trabajos, me levanté y les dije que fuéramos a ver la caravana. El que ya se había bebido varias copas de pacharán cuando vio la autocaravana, se quedó boquiabierto. Se las enseñe por dentro y luego les invite a un licor de hierbas que me gusta a mí. Como en su hablar era un poco “bruto” sin ningún filtro me dijo… “Un bicho como ese (por la autocaravana) y para uno solo, lo mismo es un complejo de tamaño… jajaja… QUE ES UNA BROMA…”mi contestación fue que sería eso. Seguimos bebiendo y no se quedaron mucho más. Se marchaban y me preguntó si sabía jugar al tenis, le dije que si… “Pues tengo una pista reservada a las 11:00 y el que iba a jugar conmigo no puede… ¿Te apuntas?” pensé que por qué no y le dije que sí, lo único que no tenía raqueta, me dijo que no me preocupara.
Por la mañana me levanté temprano y fui a desayunar y éramos pocos. Acabe y me fui a correr un poco. Calcule mal y regrese con la hora pegada al culo. Me fui sudado a jugar el partido. El tío jugaba al tenis un montón, el primer set fue reñido, el resto me dio un auténtico baño, sobre todo en los saques. Como engaña a primera vista, tiene un brazo portentoso y se mueve bien en la pista. Nos fuimos a tomar una cerveza y luego nos fuimos a duchar, fuimos a los baños del camping que están muy bien. Estoy enjabonado y no veo nada, estoy oyendo a Paco con su potente voz… “Cojones tío… lo de la caravana no es porque tengas complejo, jajaja… menudo cipote que tienes” me termine de aclarar y el tío no paraba de mírame la polla. No dejaba de reírse y no le quise hacer mucho caso. Era un guasón y caminábamos hacia mi zona, porque quería ver lo que había de comer y el restaurante quedaba más cerca de mi zona. “Si pones fotos en los árboles no te faltarían candidatas y seguro que algún candidato… jajaja…”.
Vio lo que había de comer y me preguntó si pensaba comer en el restaurante, me lo decía porque iba a reserva en la terraza, se lo agradecí pero no acepté, insistió y le dije que comía en el pueblo, al final quedamos en que tomábamos un café. Me bajé hasta el pueblo en bicicleta y fui a una casa de comidas caseras que conocí el año pasado, donde se comía muy bien. No calculé bien y el interior no estaba abierto por lo que solo había sitio en el exterior, tuve que esperar y eso me retrasó en subir para tomar café. Cuando subió estaban los dos hijos ya se habían perdido. Me senté con ellos y me pedí un blanco y negro. La bola la tome de nata. No me podía creer que nunca hubieran tomado uno. Porque ellos estaban tomando un café solo con hielo.
Tanto hablamos de mi copa de café, que como venía con una cucharilla y unas pajitas, le dije a Leyre que lo probara, no sé porque, cogí la cucharilla, la pase por el helado y el café, acercándosela a la boca, se puso colorada y se lo tomo, como se le caía un poco, paso la lengua y me puso como una moto, pero logre disimularlo, le gusto tanto que se pidió uno igual. Hablamos de todo, no creo que quedara ningún tema por hablar, menos de sexo, que ni rozamos ese tema. Él se iba al día siguiente por la mañana. Ella decía que si el tiempo acompañaba sol y piscina. De lo contrario a leer. Al decir eso iniciamos una conversación sobre libros. A Paco le gustaba leer en e-books y al decirle que a mí me gustaba el libro físico, me dijo que como su mujer. Como les comente que antes de iniciar mi viaje había hecho acopio de algunos libros. Me preguntaron por los libros y se los detalle, La Corporación de Max Barry, El inversor inteligente que no recordaba los autores, Los nueve gigantes de Amy Webb, La vida eterna de Fernando Savater, Los amnésicos de Geraldin y el apellido no lo recuerdo, La chica del tren de paula Hawkins, Antes mueren los que no aman de Inés Plana, Una columna de fuego de Ken Follett, Fox de Frederick Forsyth…
Paco al hacerle la sinopsis de los libros me decía que algunos eran infumables y la mujer por algunos de esos que decía el marido se interesó, me ofrecía a dejarle alguno. Siempre que los leyera rápido porque yo estaría pocos días, que continuaría mi viaje. Ese día el encuentro no dio mucho más de sí. Por la mañana temprano me fui a hacer una larga caminata, mochila y a andar. Regresé cercas pasadas las cinco y después de cambiarme, decidí ir a darme un chapuzón a la piscina, que normalmente a partir de las seis había muy poca gente, porque ya empezaba a refrescar y se podía bañar uno y hacer unos largos. En la piscina pude contar fácilmente las personas que había, en total once personas, todas mujeres exceptuando un hombre. Me di cuenta de que fumaban a escondidas aunque había letreros de que estaba prohibido.
Dejé la toalla en una silla y me lancé a nadar, estuve haciendo varios largos y estaba tan concentrado que no me daba cuenta de nada más. Me tomé un descanso en el agua y fue cuando me di cuenta de que estaba Paco, lo que me extraño porque esa mañana se suponía que se iba. Se metió en el agua y me dijo que había decidido tele trabajar. No lo vi raro y quedamos en tomar algo. Me fui a la cafetería y llevé mi libreta de ideas. Siempre llevo una libreta pequeña que uso para escribir ideas nuevas que se me ocurren, para estudiarlas luego más tarde y ver las que son buenas y las que no lo son. Estaba escribiendo unas cosas cuando llegó Paco, termine de escribir lo que se me había ocurrido y me preguntaba que escribía, le dije que cosas que me venían a la cabeza y me decía si no estaba de vacaciones, le dije que sí pero que las ideas nunca se van de vacaciones. Los hijos habían decidido ir a comer unas hamburguesas con unos amigos y ellos se quedaron solos. Propusieron cenar juntos y así lo hicimos. Esa noche Leyre iba espectacular y muy seductora.
Estuvimos juntos hasta tarde y en algunos momentos de la noche, mi intuición me decía que eran una pareja abierta o que querían serlo, pero hubo un momento de la conversación que la actitud de Paco me demostró todo lo contrario, porque se enfrentó con dos que no dejaban de mirar a su mujer y para que no fuera a más, tuve que intervenir para calmar los nervios y en ese impase Leyre se marchó enfadada.
– Creo que lo mejor es que fueras en busca de tu mujer, que se ha ido como mínimo mosqueada.
– Es que me jode que babosos no dejen de mirarla, es ponerse mona y ya están mirando.
– No merece la pena ponerse así, más sufre el que ve que el que enseña.
– Puede ser que tengas razón y encima se nos ha roto uno de los faroles de camping, que me acabo de acordar y me van a montar el pollo.
– Si quieres te puedo dejar alguno que llevo de sobra.
– Ya me las apañaré, pero gracias y tienes razón voy a ver a Leyre que seguro que está de morros.
– Y si necesitas un farol ya sabes dónde estoy.
Me fui hacia mi autocaravana, me descalce me coloque unas chanclas, me prepare té matcha y me senté fuera a leer un poco. Oí que venía alguien y me vino a la cabeza Leyre pero no, era Paco y venía a por el farol, a mi pregunta de si ya estaba todo bien, su respuesta fue contundente… “Por lo menos me ha hablado pero de follar estaré a pan y agua una temporada, que tiene mucho genio”nos reímos y me preguntó qué iba a hacer por la mañana, le dije que ir hacia la ermita, que me gustan las vistas y quiso que fuéramos juntos, quedamos en salir a las nueve de la mañana. Dudé unos segundos y acepté, mi duda es porque llevo un ritmo y me iba a tener que adaptar a otro ritmo. Madrugue preparé mi mochila y me fui a desayunar. Desayuno media tostada con aceite y otra media de mantequilla con mermelada, una pieza de fruta y un vaso de leche. Paco que me había visto decía que si iba a la guerra, mire y los vi a los dos.
Lo primero que me llamó la atención fue que él llevaba chanclas y una ropa poco apropiada para una larga caminata, ella si iba perfecta. Llamativa pero perfecta. Él se excusó por trabajo de última hora y salimos. Empezamos la marcha y en cuanto pude le dije que fuera delante, era un camino para ir en fila. Al ver de espaldas a Leyre, lo que me vino a la cabeza es que con ese pantaloncito corto que llevaba, que le asomaban parte de los mofletes de las nalgas, como no la iban a mirar. La polla se me puso tontona y quería quitarme de la cabeza esa imagen. Leyre después de subir un pronunciado repecho quiso hacer un pequeño descanso. Ahora la vi de frente, se había quitado una chaqueta fina que llevaba y el top marcaba dos buenas tetas, con unos pezones muy marcados y llamativos. Esta vez no tenía dudas, le gustaba provocarme y le gustaba gustar, se le notaba. Si seguía así al hacer el camino de vuelta intentaré follármela. Al llegar a la ermita nos encontramos a su hija Irate que habían subido en coche, estaba enfadada y había discutido con los que le habían subido, quiso bajarse con nosotros.
La hija estaba tan buena como la madre y también vestía muy sensual. Las dejé que caminaran delante y ahora la visión era doble. Lo que pude oír no porque cotilleara, sino porque se oía, que uno se puso muy pesado y se la quería follar. De toda la conversación lo que más me llamó la atención, una cosa que le decía la hija a su madre en plan confesión… “Si ya he estado dos veces con él y es de los tíos que me aburren, van a lo suyo te dejan a medias y se quedan a gusto ellos solos y… PASO”, lo que me iba a pasar a mi viniendo ella. Llegamos al camping, ellas se fueron por un lado y yo por el otro, me fui a por una toalla y me fui a dar una ducha. La disposición de las duchas eran de la siguiente manera. Una entrada para mujeres y otra para hombres, pero las dos pegadas. La ducha de los hombres tenía una ducha abierta y amplia. Donde había varias tomas de agua y te bañabas con más personas. Luego hay unas duchas individuales con puerta.
Al llegar a las duchas, que a esas horas no las usaba casi nadie, porque el uso era normalmente a primeras horas de la mañana. Oigo que alguien chista y es Leyre, me quedo con la puerta abierta de la entrada de las duchas y me dice… “Perdona la vuelta… pero las hijas y los hijos son así… imprevistos, algún día lo sabrás”, llevaba un bolso de playa abierto, donde se veía ropa y botes de jabón o champú. No me lo pensé, la agarré de un brazo y la metí en las duchas de hombres. Le di un morreo que fue correspondido en toda regla y me la lleve a una de las duchas cerradas, pero la lleve besándola y metiéndola mano, su coñito no mentía, estaba cachonda, tanto como lo estaba yo. Nos encerramos en una de las duchas de hombres, en la base de la ducha había una base de listones de madera en forma de cuadros, se movía un poco pero daba igual. Primer error que cometió, cuando nos desnudamos y me toco la polla exclamo… “Pues no exageraba, si es verdad que la tienes bien hermosa y grande… uuummmm…” seguimos morreándonos y metiéndonos mano, era como una carrera de cien metros lisos, había que darse prisa o su ausencia llamaría la atención.
Mi primer fallo fue no llevar preservativos, pero para que los iba a llevar a la ducha… me daba igual, ya buscaríamos una solución. Fue ella quien se colocó la polla entre sus piernas y mientras nos besábamos se movía haciéndome una paja con su coñito, sí que sabía cómo hacerlo. Estaba soberbia y se notaba que era muy cachonda. Mientras más se movía con más fuerza me mordía el lóbulo de la oreja y mis dedos fueron a su culito, comprobando la facilidad con la que entraban y deduciendo que ese culito no era virgen. Estaba tan cachonda que cometió su segundo error, en su momento de calentura se le escapo… “Como se pondría Paco si me viera…”y seguimos a lo nuestro, tanto en esa frase como en la anterior, según las decía se cortaba como diciendo que casi meto la pata. Aunque este muy cachondo tengo un sexto sentido cuando estoy follando en sitios fuera de lo normal y por eso pude oír que abrían la puerta. Se lo indiqué a Leyre y seguimos con silenciador. Se agacho y se puso a comerme la polla.
Se oye que abren varias puertas y luego una voz (La de Paco que era inconfundible) diciendo… “¿Carlos estás aquí?” le conteste que si y me dijo… “Es que he ido a tu caravana y me han dicho que te habías venido a las duchas” le pregunte que quería, controlando mi excitación y se puso a hablar de ir a cenar a algún sitio, me preguntaba por los que conocía. Se levantó Leyre y me comió la boca muy cachonda, le gustaba saber que su marido estaba al otro lado y se me dio la vuelta, agarró mi polla y la llevó a su coñito. Se la metí suavemente y cuando estuvo bien empapada, la saque y la lleve a su culito. Me paro, que no quería decir que no me dejase, lo único que hizo fue llenarme bien la polla de un jabón cremoso, luego se colocó y fui metiéndole mi polla, sin muchos problemas. Mordía su camiseta, que la había arrugado como un ovillo. Por poco que me moviera la madera de la base sonaba y Paco que no se cortaba nada me pregunto… “¿Qué pasa te la estás meneando? Porque si es así no lo entiendo, con todas las candidatas que hay en el camping con ganas de hacerte un favor” se reía al finalizar y me acordé de los dos errores de su mujer y le conteste… “Casi aciertas, follando no… estoy dando por culo al culo más bonito del camping… y que bien lo sabe hacer” hasta me salió la voz entrecortada y el ruido de la madera era mayor, Leyre en vez de ponerse en tensión por lo que acababa de decir se movió con más ahínco.
Paco no se esperó la contestación porque tardó en reaccionar y lo que le venía, se lo esperaba mucho menos. No se quedó callado y me pregunto… “¿Y quién es la poseedora de ese culo? Porque solo he visto tres que merezcan la pena, la de la muleta, la de las dos morenas de tetas de infarto y de la rubia con pinta de lesbiana. ¿Sabes las que digo? Que tiene culos de ser buenas putas follando…” y aquí llego mi respuesta… “Pues ninguno de esos, el mejor culo de todo el camping es el de tu mujer y mira que menea el culo bien, se traga mi polla entera y con qué gusto lo hace. Te la voy a mandar con el culito bien lleno de leche”. La cosa estaba en comprobar hasta dónde llegaba su enfado, hubo un prolongado silencio y su mujer esta vez sí se quedó parada, aunque yo no y luego dio un par de golpes suaves en la puerta… “No te lo voy a tener en cuenta, pero te has pasado un poco… me voy y te dejo con tu paja… que no me he tragado que estés con nadie…” se oyeron sus pasos, abrí una ranura la puerta y vi que se iba en verdad.
Ella empezó a recriminarme lo último que le había dicho a su marido, follándomela ahora con más fuerza le dije… “Si tengo claro que lo habéis hablado, aunque no sé hasta qué punto. Me da igual, lo prometido es deuda, te voy a llenar bien el culo y luego tú decides si se lo enseñas o no”. Ya se quedó callada y mientras follaba su culito a toda potencia, en plan salvaje, le hacía una paja con mis dos dedos, lo que la puso bien y se corrió, como a mí me quedaba un poco, no baje el ritmo y en seguida se puso a punto de caramelo, me pidió que no la tocara que quería sentirlo sin que la tocara. Por eso me agarre a sus caderas y la folle con todas las fuerzas de la que fui capaz, corriéndonos los dos a la vez. Puedo asegurar que el culito le quedo bien lleno. Una vez terminamos, quiso hablar conmigo…
– Carlos no ha estado bien lo que le has dicho a Paco… Y si te hubiese creído sabes la que se podría haber armado. Ya has visto lo que pasa solo por mirarme.
– Existe la posibilidad de que me equivoque. Vosotros teníais planeado que tú y yo folláramos, ¿Cómo…? No lo sé, pero lo teníais pensado.
– ¿En qué te basas para afirmar eso?
– En que esta mañana tal como ibas, sabías tan bien como yo, que por lo menos lo iba a intentar y tu hija lo estropeo. Porque a la vuelta hubiéramos follado y lo mismo Paco estaba siguiéndonos para vernos… ¿Me equivoco?
– Es que dices unas cosas… (Su voz denotaba nerviosismo)
– Y creo que por ahí va todo. Si estás molesta o nerviosa, es porque no había sido planeado de esta forma, pero tiene fácil solución.
– ¿A qué te refieres?
– Pues si tengo razón… de aquí te vas directa para vuestra tienda, se lo cuentas todo y le dices que te ha puesto muy cachonda, que seguro que el cuándo se lo estés contando te pega un polvazo y cuando note mi corrida más. O te vas, te duchas bien y no le dices nada y dejas pasar todo. Si eliges la primera, esta noche podemos follar con él o delante de él. ¿Qué crees que le gustaría más?
– Tonterías no contestó.
– Pues déjame que te diga lo último. Si ha sido el que quería que follaras con otro y siempre que sea la primera vez, si lo quieres ver feliz en su fantasía, trátale en esos momentos como un cornudo, ya verás lo “loco” que se pone.
– Sigues con tus tonterías.
No quiso seguir hablando y cogió sus cosas y se marchó. Mire por un ventanuco y pude comprobar que no se fue a las duchas de mujeres, que se encaminó hacia la zona donde pernoctaban. Lo que no quería decir nada. Porque lo mismo al haberse mojado tanto con el agua de la ducha, se dio por lavada. Me terminé de duchar bien y me fui para mi autocaravana. Pensé en Leyre y estaba claro que le gustaba follar, no lo podía disimular y en mejores condiciones sería de las mujeres para no olvidar, la pena que no tuviera muchos más días, porque me quedaba poco allí. La ventaja que tenían ellos, es que tenían vehículo para moverse. Había pensado en cocinarme algo y me hacían falta unas cebollas o cebolletas también me valían. Me acerqué al sitio que llamaban mercado en vez de mini supermercado. Iba a entrar cuando encontré a la familia al completo. Hice un chequeo rápido, no vi miradas fuera de lo normal y Paco me propuso… “Los niños se van a quedar con sus amigos y nosotros vamos a algún pueblo a cenar. Vente con nosotros y nos indicas algún sitio… ¿Te parece bien o tienes otros planes?” acepté y la sonrisa de Leyre fue perfecta.
De todas maneras compré algunas cosas y quedamos para más tarde. Me cambié de vestimenta y me fui hacia donde me esperaban, me llamo el responsable del camping para decirme que había recibido una llamada de una tal Victoria para que la llamara urgente. Regrese sobre mis pasos y fui a recoger mi móvil lo encendí y tenía varias llamadas perdidas. Algunos números no sabía de quién podían ser y otros si, entre ellos el de Victoria, sabía que lo primero que iba a oír era una bronca por no tener el móvil encendido y no me equivoque, la llame mientras andaba de nuevo hacia donde había quedado con Paco y Leyre, estaban con el 4X4 en marcha y me subí a la parte de atrás. Por fin me contestó, ni un hola, ni un buenas noches o tardes, nada de eso… “Joder bonito de cara… mira el móvil por lo menos una vez al día, que te están llamando del camping… para comunicarte que les ha tocado cerrar por un pequeño brote del virus y que te han mandado un correo con el justificante de lo que te dicen, así que tu veras lo que haces”, termine de hablar con ella que me informo de algunos asuntos más y lo deje todo para el día siguiente, ahora no podía solucionar nada.
Paco me preguntó si había algún problema y le dije que nada que no tuviera solución. Le fui indicando y me fijé ahora en ellos, él iba más o menos como yo y ella llevaba una rebeca, no podía ver más mucho más. La carretera era secundaria y sin luz, salvo la de los faros, daba gusto circular con esa tranquilidad. Paco quería un buen chuletón y Leyre quería algo más suave, lo mismo que me pasaba a mí. Donde los llevaba y si había sitio, nos vendría bien a los tres. Había sitio y hacía fresco. Mas cuando vi bien a Leyre, que llevaba una mini vaquera y un top de tirantes finos, espectacular de nuevo. La pena la rebeca que no dejaba ver todo su esplendor. La cena fue agradable, hablamos de diversos temas, resumiendo una buena conversación. Paco que se había zampado un chuletón que bien podía haber sido para dos, más una exagerada guarnición, se había bebido solo una cerveza, pero agua se bebió más de un litro. Lo que le hizo tener que ir al aseo en los postres y al quedarnos solos Leyre me dijo…
– Se lo he contado a Paco. (Contundente y seca)
– ¿Y…?
– Lo que tu decías, se ha puesto bastante calentorro, vamos que todavía seguirá.
– Así que lo habéis pasado bien…
– Nada de eso, que cuando estábamos en lo más alto, va y me dice que aunque no me cree que siga contándole.
– Jajaja… ¿Y entonces al final…?
– Pues que si no me cree se iba a quedar con el calentón y se ha quedado con él.
– Menudo rollo, no sé si creerte o creeros, porque me huele…
– TE LO JURO… es cierto que él me ha dicho cosas de ti y que lleva mucho diciéndome que le gustaría verme con otro. Pero también es cierto que se echa atrás, con la excusa de que no me atrevo, que soy demasiado cobarde.
– Déjame por lo menos que lo dude un poco.
– Yo voy a dar el primer paso, el segundo lo tienes que dar tú y vemos lo que pasa, ¿Me vas a seguir…?
Me quedé sin poder contestar porque apareció sin darnos cuenta Paco. Ella siguió hablando como si hubiéramos estado en una conversación sobre el lugar donde estábamos. Estuvimos un rato más y después nos teníamos que marchar porque no se podía estar más tiempo. Les propuse tomar algo en mi autocaravana y aceptaron. Llamé al camarero para pagar y me dijeron que ya había pagado Paco, algo que no es que me molestara pero no me hizo mucha gracia. Nos levantamos y fuimos hacia el 4X4, el dio al mando a distancia antes de llegar para que se abrieran las puertas. Él se fue a la puerta del conductor, yo me fui a la puerta trasera detrás del acompañante del conductor y ante mi sorpresa, pero mucho más la de Paco, Leyre subió a la parte trasera, justo al asiento que queda detrás del conductor. Paco se giró mirando a la parte trasera, mirando a su mujer, su cara era de sorprendido, nada de fingir, se quedó medio blanco y blanco entero cuando su mujer a su pregunta…”¿Por qué te has subido ahí? ¿Qué haces?” ella conteniendo los nervios y tratando de dominar a su marido, con la respiración un poco agitada… “Hago lo que quiero… y como no me has creído, vamos a comprobar quien es el cobarde. Conduce…”
Cambió la mirada y me miró a mí, no sé qué tipo de mirada era, tal vez confusión. Arrancó y salió despacio, la manera de conducir en esos primeros minutos me ratificaba su confusión. Eso me hizo dudar en un principio de seguir el juego de Leyre pero también pensé, que si el marido estuviera enfadado, hubiera dicho que se dejara de tonterías y se montase delante. Por eso pasé el brazo izquierdo por detrás de ella y la acerque a mí, nos fundimos en un beso enorme y note desde el primer contacto que ella estaba por todo. Para comprobarlo mejor, lleve mi mano a su coñito y las braguitas estaban empapadas. Se oían los gemidos de ella y el cómo nos besábamos. Ya había apartado sus braguitas y mis dedos entraban con facilidad por lo lubricada que estaba, los gemidos eran más audibles y le dije a su marido… “Paco, que puta es tu mujer, como tiene el coñito, como me la voy a follar, porque en las duchas era más incómodo, pero como le gusta que la den por culo… que suerte tienes”, Paco no me respondió nada, solo miraba por el retrovisor. Lo siguiente que hice fue decirle que se quitará las braguitas, se las quitó y se las dejo a su marido diciéndole… “Mira cómo me ha puesto…” y Paco cogió sus braguitas pudiendo comprobar lo mojadas que estaban.
Paco después de sobar bien las braguitas le dijo… “¡ZORRA!” pero aunque fue potente la voz, se notaba que no se lo decía enfadado y ella le replico… “Nada de zorra, desde hoy bien puta” ahora me desabrocho el pantalón, sacó mi polla y le decía a su marido que no podía verla… “Tenías razón y te lo he dicho, tiene un POLLÓN… que pena que no puedas verlo” y se lo comía haciendo ruidos adrede. El coche dio un pequeño giro y un frenazo, Paco se había echado a un lado, había puesto los intermitentes de emergencia y giró todo el cuerpo colocándose entre los dos asientos delanteros, su mujer se apartó el pelo y pudo ver la mamada que me estaba haciendo… “¿Ha que no te la imaginabas así? Es oro molido” y siguio mamándola. No era buen sitio para hacer nada, era una carretera estrecha y de doble dirección, por lo que nos centramos y decidimos irnos a mi autocaravana. Nos sentamos bien para que Paco no se desorientara y esta vez sí condujo más rápido y en el último tramo para llegar al camping Leyre de corrió con la paja que le llevaba haciendo un rato, de la que su marido se enteró cuando la oyó.
Aparcamos y nos fuimos hacia mi autocaravana, se veía alguna persona rondando o sentadas y llegamos a mi autocaravana, nada de quedarnos fuera, nos metimos en ella. Le indique a Paco donde estaba la bebida y la pequeña nevera. Mientras su mujer se desnudaba y se veía los pezones que estaban durísimos. La visión era muy diferente a la de la ducha. Me desnudé en segundos y estábamos acariciándonos, pero pasamos de ese estado a meternos manos “salvajemente” y de pronto Leyre se dirigió a su marido que nos miraba… “Siéntate ahí y disfruta lo que tanto deseabas” me volvió a besar. La tumbe en el mismo sitio en el que estaba su marido, quería que sintiera mi lengua en su coñito y después de tener un buen rato mi cabeza entre sus piernas, sin darle lo que ya deseaba, haciéndola “sufrir” un poco, inicie una comida de coñito suave, en principio pasaba mi lengua entera, sin rozar con la punta, por todo su coñito y en especial por su clítoris. Veía como agarraba la mano de su marido y cuando mi lengua lamía suavemente su clítoris, en círculos, apretaba más fuerte la mano de su marido.
De nuevo se corrió sin cortarse nada, porque fue muy sonora y bien que cimbreo su cuerpo al correrse. A mí me tenía muy cachondo y era de los momentos que más me gustaban. Quiso que me sentara y quería sentarse encima, le indiqué que se esperara y me fui a colocar un preservativo, ella fue clara, no quería y me decía que no hacía falta, Paco la apoyaba, pero hice lo que quería y me lo coloque, no le hizo mucha gracia, pero al final se sentó metiéndose mi polla dentro. Le iba describiendo a su marido las sensaciones y aprovechaba para comerme la boca delante de su marido, tenía unas tetas bastante grandes y algo caídas, algo normal y resultaba excitante sus movimientos. Me puse a comerme uno de sus pezones y su marido se lanzó por el otro, ella nos acariciaba y le decía a su marido… “Vamos mi Paquito, cómeme las tetas a la puta de tu mujer mientras otro me la tiene clavada, ves como no soy cobarde, que lo que soy es muy puta…” y notaba como Paco le comía la teta mas efusivamente, me retire y se fue por el otro pezón lleno de mi saliva y Leyre me miraba con cara de vicio, mucho vicio.
Su respiración se entrecortaba cada vez más, entraba en el momento corrida y así fue, quitó a su marido, le dijo que le comiera el culo y pego su boca a la mía, metiéndome la lengua hasta la garganta y notando como su intensidad cada vez era mayor, hasta que se corrió arqueándose hacia atrás y gritando bien fuerte. Una vez se corrió y aunque quería un descanso que no le di, porque quería correrme también, estaba en el momento indicado, hice que se pusiera de rodillas en el asiento, mirando para su marido. Ella y yo sabíamos que iba a pasar, no sé si Paco lo sabía, pero Leyre me pidió que me pusiera un poco de crema o aceite… “Las putas no eligen, te voy a follar el culito para que vea tu marido lo puta que eres y como me lo has dado antes” y coloque mi polla en la entrada de su ano. Le di una pequeña embestida y entró más de lo que pensaba, ni se inmuto, solo un pequeño gemido. Azote su culo para decirle… “Cuéntale a tu marido, cómo fueron sus primeros cuernos…” y no tuve que insistir, entre quejido y gemido le decía… “¿Cómo te ha sabido mi culo, porque no me lo lave para que probaras su lefazo… ¿Te ha gustado?” y luego se morrea con su marido.
También le decía… “Tenías razón amor, mi culo necesitaba algo más grande y bien grande que es, además como le quema… es demasiado” cuanto más cachonda y más la embestía, ella iba aumentando el tono de sus palabras… “Nadie mejor para que inaugurará tus cuernos… si fuera del mismo sitio que nosotros, le haría venir todos los días a darme por el culo…. Cornudo” y cuando ya tenía toda mi polla dentro, hizo a su marido que se levantara a ver como la tenía toda dentro. Cuando se sentó de nuevo junto a su mujer y aunque les costaba por mis embestidas, se morrean y le tocaba las tetas, al subir de intensidad, dejaron de morrearse y él fue a comerle las tetas. Me decía que estaba a punto de correrse y me pedía que por llevar preservativo no me corriera, que lo hiciera sin él o dentro del culo de nuevo, en sus tetas o en su boca y no acabo de decirlo cuando se corrió. Se dio la vuelta de golpe y me quito el preservativo, me puse sobre ella y me la meneé hasta que estaba a punto y se lo dije. Abrió la boca y sacó la lengua. Me corrí en su boca y sobre sus pezones, la cara de Paco era un poema. Termine de correrme y la pregunta que me han hecho muchas veces… “¿Pero cuánto llevabas sin correrte?” y mi respuesta fue la lógica… “¿Y tú me lo preguntas?” recordándole que ese mismo día me había corrido dentro de su culito.
Ahora fui por algo fresco para beber y me fije en que ella intentaba que su marido le comiera las tetas o que la besara en la boca, él se resistió pero no muy convencido. Le lleve una lata de refresco fría y unas toallitas húmedas. Cogió la lata y sin cortarse ni un pelo me dijo a mí, pero que era un aviso a su marido… “No hace falta, alguno se quiere meterla en mojado esta noche, antes va a tener que comer y lamer, porque si no le toca el cinco contra uno”, no era momento de hacer ningún comentario por mi parte y mucho menos cuando Paco no quiso decir nada a lo que acababa de decir su mujer. Estuvimos tratando de refrescarnos y me pidió que no pusiese el aire acondicionado porque estaba un poco sudada y no quería coger una pulmonía. Hablamos durante media hora o tres cuartos y nos arreglamos Leyre y yo. Ella no quiso limpiarse nada y se fueron. Me quedé fuera al fresco nocturno, no se oía nada que no fuera la naturaleza. Cuando me iba a dormir, me llamó la atención una de las sillas que estaba pegada a una ventana de la autocaravana y se veían la marca de dos huellas recientes de zapatillas.
Eran recientes y se notaban perfectamente. No toque nada, fui dentro y saque la cinta métrica entre 23 y 24 cm, lo mire y correspondía a una huella de un calzado de un 36 o 37. Por la forma de la huella, parecía una huella de mujer. Alguien había estado cotilleando, viendo y escuchando, porque la ventana estaba parcialmente abierta. Tampoco sería extraño con los chillidos de Leyre. Me fui a dormir sin quitarme el sueño que me pudieran haber visto. Por la mañana lo primero que hice fue llamar al camping donde tenía la próxima reserva y me atendieron muy bien, se ofrecieron a hacerme una gestión para encontrar sitio en otro camping, les di las gracias y les dije que no, porque sabía cuál era y no me gustaba. Lo siguiente fue hacer la gestión donde estaba para alargar unos días más y lamentándolo mucho me dijeron que imposible, salvo que alguien anulara la reserva antes de irme. Llame a donde tenía la otra reserva para bastantes días después y me dieron buenas noticias, tenían sitio justo un día después de que me tuviera que ir de donde estaba, solo tendría veinticuatro horas por cubrir. Mentalmente me hice una composición de lugar, saldría lo más tarde posible de aquí y haría noche en cualquier sitio y llegaría de buena mañana.
La noche anterior había quedado en comer con Leyre y Paco. La mañana la tuve bastante ocupada y a las dos y media, hora a la que habíamos quedado llegué a la terraza del restaurante. Estaban Paco y su hijo que jugaba con una Nintendo switch, estaba absorto y no hacía caso a nada, Paco para quitarse a su hijo de encima le dijo que se acercara a la tienda a por sus gafas de sol, con el consiguiente enfado del hijo.
– ¿Qué… vamos a comer solos?
– No que va, es que nos han retrasado la paella un poco, Leyre e Irate se han quedado un poco mas en la piscina. Y ahora… ¿No te pareció muy fuerte lo de ayer noche?
– Para nada. Me pareció muy bien, me lo pase mas que bien y… ¿Tu?
– Cualquier cosa que conteste va a sonar mal. Por eso no sé qué decirte.
– Fácil vas a decir la verdad, contesta lo que sea y si no… pues no contestes.
– Pues por un lado me gusto y lo pase como tú, más que bien y por otra parte… Me siento raro. No sé si me puedes entender.
– Por todo lo que creo haber descifrado, si te entiendo, te lo pasaste bien y pudo estar mejor, porque cumplías una fantasía y te encuentras raro, por ver por primera vez a tu mujer con otro y porque no ha sido como en tu mente tenías pensado que pasaría, sobre todo tu controlando. No eres el único que se ha sentido de esa manera.
– Tienes gran parte de razón, has acertado bastante y también lo que me pasa es que por un lado me gustaría repetir y por otro lado no, a Leyre la veo con las ideas más claras y…
Nos quedamos a medias, porque suele pasar en las conversaciones interesantes de este tipo, que siempre llega alguien y no se puede seguir. Venían andando madre e hija. Las dos eran muy parecidas, el pecho de la hija era un poco más grande que el de la madre, pero la gravedad todavía no lo hacía a pesar de su importante volumen. La hija era un impertinente, nada más pensaba estar con sus amigos y se veía a primeras que era una consentida. Desde que se sentó en la mesa estuvo algo más que impertinente conmigo, pero también con el resto. A todo lo que decía o hacia cualquiera de los padres decían lo mismo… “Es que es así… tiene mucho carácter” pensé en un momento dado, que podía ser la que nos espió. Me fije en sus pies y podía ser, ya me entraron las dudas. Tan tonta estaba que me explicó su madre el motivo de su actitud, había cumplido los 18 años y ella quería haber estado en su casa, para celebrar el cumpleaños con sus amigos y para examinarse del permiso de conducir, que ya sabía y no quería esperar. No sabía que había sido su cumpleaños y es que se negó a celebrarlo allí. Al darle la razón, le dije que cada uno celebra su cumpleaños cuando le apetece, como también entendía lo del permiso de conducir… eso provocó una ligera sonrisa en su cara.
Pero a pesar de haberme puesto de su parte siguió bastante borde conmigo, pero algo había descartado, su actitud no era por habernos visto. Paco iba a jugar una partida de dominó después de comer con otros del camping. Leyre y yo nos miramos, pensamos lo mismo y cuando Irate se acercó con su hermano a la nevera de los helados para ver que tenían, Leyre dijo a modo de proposición… “Carlos si te parece y si paco no tiene nada en contra… tú y yo podemos ir a tu caravana a jugar a nuestro dominó particular… ¿Qué os parece?” Paco encogió los hombros y yo acepté. Estábamos tomando helados como postre y vino un hombre mayor, que era la pareja de Paco en el dominó y se fueron. Martín el hijo se marchó también y la hija se quedó con nosotros. Esperábamos que se fuera, pero se enrollo a hablar y no se veía que tuviera prisa. Ante una insinuación de su madre si no se iba con sus amigos como todos los días… apareció el huracán.
IRATE: ¿Qué pasa que no te dio lo suficiente ayer noche y vas a por más?
LEYRE: (Completamente blanca) No sé qué quieres decir.
IRATE: ¿Carlos a que tú me has entendido?
YO: Te he entendido, pero no tengo nada que decir, salvo que cuando se espía o cotillea, se limpia lo que se ha manchado.
IRATE: ¿Tú ves bien hacerle eso a papá? Degenerados más que degenerados.
LEYRE: Aunque seas mi hija no tienes derecho a recriminarme nada.
YO: No soy y no creo que tus padres sean unos degenerados. Simplemente hemos querido pasar un buen rato. Ese que no te da el chico ese que le contabas a tu madre y no es que os espiara, es que se oyó.
IRATE: ¡MIRA LO QUE TE DIGO…!
YO: A mi tú no me tienes que decir nada, si a alguien le tendrás que decir algo, que tampoco lo creo, será a tus padres, a mi olvídame y os dejo solas para que resolváis vuestras diferencias.
Me levanté y las dejé solas, para que madre e hija solucionaran sus problemas. Lo último que escuche fue a Leyre que le decía a su hija de ir a hablar a otro lado más discreto. Me fui a mi autocaravana, me coloque los auriculares y me puse a escuchar música, una música que había digitalizado de los vinilos de mi padre. Mucha de esa música desconocida para mí, lo digitalice porque era bastante problemático traerme los vinilos y un tocadiscos. Aunque oír el vinilo directamente tenía un punto muy especial, el sonido era distinto y más recuerdos me traían de mi padre. Me tumbé en una hamaca y me quedé medio dormido. Hasta que me tocaron mi pie descalzo. Abrí los ojos y era Irate.
– Oye que conmigo no tienes nada que hablar, te lo repito cualquier cosa con tus padres. No voy a tolerarte que me llames la atención ni nada parecido. ¿Lo has entendido?
– No he venido para nada de eso.
– Entonces… ¿Qué quieres? y no respondo preguntas existenciales.
– Lo que quiero que me folles, como has oído. (Me quedé mirándola fijamente) No me mires así, si desde el primer día te he visto que me desnudabas con la vista, que me follabas con la mirada.
– Pues te equivocas. No soy como a esos niñatos que luego no saben follarte, que le chascas los dedos y babean por ir contigo. Puedes irte por donde has venido. ADIÓS.
Me puse a oír de nuevo la música y como la pongo con buen volumen, veía que sus labios se movían y que al final se iba roja de ira. Esta vez sí me dormí del todo y de nuevo me agitaron mi pie, me desperté cabreado pensando que era de nuevo la mimada, pero no, era la madre. Hablamos de su hija y de lo que habían hablado y al final cuando le resumí lo que había pasado con su hija, me contesto… “Lo sabía, aunque no creía que fuera capaz de venir, porque pensé que me lo había dicho para enfadarme”y le pregunte que le había dicho… “Pues me dijo voy a ir a decirle que me folle y que compruebe que soy mejor que tú. Ante esa chulería le dije pues ves, que encontrarás por fin a un hombre que sepa hacerlo”, después de decirle eso se marchó enfadada. Leyre estaba muy confundida y en parte la entendía, cómo explicarle eso a una hija o a un hijo, difícil poder hacerlo. Aunque pienso que ya que se sabe, nada mejor que la sinceridad. Ante la extrañeza de Leyre por no haberme follado a su hija estando tan bien, le dije… “No creas que no me he tenido que contener, que no soy de piedra, pero es demasiado consentida y siempre hace lo que quiere, pero también consigue que los demás hagan lo que ella quiere y eso conmigo… NO”. Leyre seguía sin entenderlo y me decía que tenía demasiada fuerza de voluntad.
Ante lo sucedido Leyre me dijo que esa noche no íbamos a hacer nada y luego me contaba que tenían la intención de traerme el farol que les deje y ya con esa excusa… porque Paco no quería proponerlo tan claramente. Se marchaba y le dije… “Pues dile a tu hija que me lo traiga ella” se quedó callada, no me dijo nada y después de haberse quedado parada, se dio la vuelta y se fue. Irate no apareció, no sé si porque no quiso o porque su madre no le dijo nada. Al día siguiente, vísperas a mi marcha, quería que nos juntáramos para follar, pero no hubo manera. Paco me daba que no sabía nada de lo que había ocurrido con su hija y en la despedidas me dijo que ya nos veríamos en Valencia, que me llamarían cuando estuvieran por ahí.