Siempre haciendo tonterías

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POR HACER UNA TONTERIA

Me llamo María y lo que voy a contar me sucedió en mis últimas vacaciones con mis amigas, era la primera vez que nos dejaban irnos solas y aprovechamos para irnos a Salou, una semanita cuatro amigas, sin padres, sin horarios y sin novios.

La semana iba genial, sol, playa y fiestas, sin embargo el jueves me desperté pronto, las demás dormían plácidamente, por lo que tras darme un baño relajante y desayunar tranquila, decidí irme a dar una vuelta para hacer tiempo hasta que mis amigas despertasen y nos fuéramos a la playa.

Así pues, como digo me di un paseo, pensaba en lo bien que estaba yendo todo, en lo bien que lo estábamos pasando.

Y en esas estaba cuando vi la típica tienda de playa, me llamaron la atención unos bikinis y me entretuve mirándolos, me gustaban un par de ellos pero no había cogido dinero, sin embargo seguí mirando por la tienda, y vi los botes de protección solar, recordé que no me quedaba que lo había gastado el último día.

Mire a mi alrededor, por las horas que eran no había mucha gente, en ese momento en la tienda no había nadie, así que tenía a los dos dependientes para mi solita.

Sentí como uno de ellos no me quitaba ojo, la verdad es que era repugnante, era un moro gordo y feo, mal oliente que me estaba devorando con la mirada, de forma grosera y descarada.

Entonces cogí los bikinis que me habían gustado y el bote de protección solar y le pregunté si tenían probadores.

A pesar de que el moro no me daba buena impresión y esa mirada lasciva me intimidaba, reconozco que el sentirme observada e incluso devorada por los ojos de ese moro me gustó y no sé en qué momento me vi tonteando con él.

Me gustaba jugar con él, sabía que sus pensamientos no eran nada decentes o buenos pero me gustaba excitarlo, por lo que me dirigí hacia los probadores de manera provocativa, movía mis caderas de manera sensual, exagerando mis movimientos.

Podía sentir como esos ojos furibundos e hinchados en sangre se clavaban en mi cuerpo sin ningún disimulo.

Ya en el probador, si se le podía llamar así, ya que eran un par de telas mal puestas en una esquina, metí el bote de protección solar en el bolso y me probé los bikinis.

Había un espejo y la verdad es que me vi divina en el, cuando me giré para ver cómo me quedaba la parte de atrás, pude ver como el moro me observaba por la rendija, y parecía no haber perdido ningún detalle.

Por un momento nuestras miradas se cruzaron, yo rápidamente retire la mía ya que me daba apuro, cuando volvi a mirar, ahí estaba con una sonrisa de oreja a oreja mirándome, y sin saber porque pero mi mirada se fue directamente a su entrepierna donde podía ver como un bulto prominente se marcaba, producto de que lo que había visto le había gustado, podía sentir como mi conejito se humedecía, no daba crédito a lo que me estaba pasando, como me podía excitar así por verme observada por un hombre que poco o nada me gustaba.

Me sentía confundida, sin embargo tras un breve paréntesis no sé porque comencé a juguetear con el bikini, y a moverme de forma sensual, aún sabiendo que ese moro asqueroso no perdía detalle, o quizás precisamente por eso.

Cómo podía ser tan zorra, incluso me cambié de bikini y dejé que me viese.

La verdad es que no solo lo estaba excitando a él, yo también sentía como mis pezones se endurecían y mi coñito se humedecía.

Tras un rato, en el que estuve probándome varios bikinis, no sé porque pero con disimulo y a través del espejo me volví a fijar en el enorme bulto que se le marcaba en los pantalones al moro, era como un imán ese bulto no dejaba de crecer y yo no podía dejar de mirarlo, y para más inri, podía sentir esa mirada lasciva y viciosa clavarse en mi cuerpo, por un momento pareció entrarme la cordura, ya que si seguía con ese juego dudo que acabase bien, así que decidí dar por terminado el show.

Cuando salí del probador le entregué las prendas al moro, que sin ningún disimulo cogió una de las bragas de uno de los bikinis que me había probado y se lo llevó a su nariz, inspirando profundamente, mientras cerraba los ojos.

Yo:» será cerdo»

Y diciendo esto me disponía a abandonar la tienda, cuando el moro comenzó a gritar, me giré para ver qué ocurría, pero no entendía lo que decía, ya que parecía hablar en otro idioma, pero vi como venía hacia mí señalándome, y haciendo aspavientos bastante exagerados.

Cuando llegó a mi altura, vi como el moro se sonreía, esa expresión me dio miedo.

Me cogió del brazo y justo en ese momento hablo en mi idioma.

Moro:» ¿A dónde te crees que vas?»

Yo no podía casi ni hablar estaba aterrada, que quería ese moro, la culpa fue mía por excitarlo, pero pronto descubriría el porqué de la reacción del moro.

Cogió mi bolso con un movimiento rápido y saco el bote de crema protectora.

Moro:» ¿Y esto? ¿Acaso no lo ibas a pagar?»

Me habían pillado, sentía como mi cara enrojecía por momentos, no tenía escapatoria, y no podía articular palabra, y lo peor de todo es que no sabía que pasaría ahora.

El moro pareció leerme en mi rostro mi preocupación o simplemente ya lo tenía todo pensado desde que me vio meterme el bote en el bolso, no lo sé pero su reacción me desarmo.

Miro a su compañero y le hablo en su idioma por lo que nuevamente no entendí lo que decía pero esa sonrisa de complicidad entre los dos me asusto, no auguraba nada bueno para mí.

Mientras el otro moro venía hacia nosotros, el que me había pillado, sin soltarme comenzó a hablarme nuevamente en español.

Moro:» bueno preciosa, ¿esto sabes que es un delito verdad?» “No nos deja más opción que llamar a la guardia civil para dar parte»

Oír eso me aterró, si mis padres se enteraban me castigarían de por vida, y no volvería a salir de casa en mucho tiempo, la verdad es que eso me aterraba y tampoco sabía si por lo que había hecho me podrían enviar a la cárcel, mi futuro podría correr un serio peligro y todo por una tontería.

Sentía como mi mundo se derrumbaba por momentos.

El moro no decía nada, era como si quisiera que sus palabras calaran e hiciesen su efecto.

Asustada comencé a implorarle perdón, no podía mantener la serenidad estaba llorando.

Yo:”Perdone ha sido una tontería, no lo volveré, hacer””si me deja marchar vendré con el dinero””pero por favor no de parte a la guardia civil””Hare todo lo que usted me pida, lo que sea”

Al cabo de un rato, que para mí fue eterno, el moro volvió hablar.

Moro:” Dices que estas dispuesta hacer lo que sea, ¿No? Pues si te parece bien igual si que hay otra forma de arreglar todo esto sin necesidad de llamar a la guardia civil..»

La verdad es que no lo pensé mucho, oír que había otra alternativa me alivio.

Yo:» si, si lo que sea, de verdad, haré lo que sea, pero por favor no llamen a la policía»

Tal cual termine mi frase vi como el moro volvía a mirarme de esa forma tan obscena.

Se dirigió a su compañero y le hablo nuevamente en su idioma por lo que no lo pude entender lo que estaban hablando, pero supuse que no era nada bueno para mí, vi como se miraban y me miraban mientras se sonreían.

Mientras el moro que estaba conmigo me llevaba al fondo de la tienda vi como su compañero bajaba la persiana de la tienda.

En ese momento sentí un escalofrío, estaba aterrada.

Pero ya era demasiado tarde para echarse atrás.

En el fondo de la tienda había un cuartillo lleno de cajas de ropa, bastante desordenado y sucio, con dos sillones viejos y un pequeño cuarto que hacía las funciones de baño.

Ahí estaba yo en un pequeño cuarto con dos moros devorándome con la mirada, sus miradas desorbitadas me estaban asustando, estaba claro que de allí nada bueno podía pasarme, yo estaba inmóvil muerta de miedo.

Moro:»quiero que te pruebes para nosotros unos bikinis»

Yo miré al moro no entendía muy bien que me estaba pidiendo.

El moro parecía disfrutar con mi turbación

Moro:» ¿venga a que esperas?»

Esta vez la voz del moro fue más autoritaria.

Miré en las cajas que tenía a mí alrededor, en todas parecía haber todo tipo de bikinis, cogí dos o tres, parecían de mi talla y me encamine hacia el baño para cambiarme.

Moro:»¿A dónde crees que vas?»

Yo sin decir nada mire hacia el baño.

Moro:» ese baño es de hombres»»¿Acaso una española como tú va a tener inconveniente en cambiarse aquí?» «¿No soy tan liberales y modernas las mujeres españolas?»¿O solo es un chismorreo» «Además antes lo has hecho para mi, sabías que te estaba observando cuando te estabas cambiando» » y parecía gustarte»» eres muy hermosa y a mi compañero y a mí nos gustaría verlo»

En mi fueron interno estaba asustada y sabía que no debía hacerlo, pero sin embargo lo hice.

No sé porque, en ese momento carecía de personalidad, no daba crédito a que me estuviese planteando hacerlo, pero sentía como me humedecía, sentía que quería calentar a ese par de moros, no se me lo tome como un reto, que vieran lo que se perdían, así que me volví y rebusqué entre las cajas que había a mi alrededor y cogí unos bañadores pero esta vez eran mas sugerentes, muy sensuales y atrevidos, casi obscenos, más aún de los que me había probado antes, los que acababa de elegir casi no tenían tela y poco o nada dejaban para la imaginación.

Cuando los tuve en la mano miré al moro que parecía llevar la voz cantante y le sonreí.

Vi como el moro me devolvía la sonrisa y su mirada se clavaba en mí, al igual que su compañero que no abría la boca.

Les di la espalda y me quité mi camisa y baje de forma sensual y lenta mi pantalón, dejando que ese par de moros se excitasen y deleitasen con mi cuerpo, especialmente con mi culito, que sabía que les gustaba a los hombres, redondito y duro sin un gramo de grasa o celulitis, en forma de cereza.

Me puse la braguita del bikini era blanco con dos tiras que se ataban en los laterales, después me coloque la parte de arriba y me giré.

Ver las caras de asombro de ese par de hombres me excito, sentir como sus ojos pareciese que en cualquier momento se fueran a salir de sus órbitas e inyectados en deseo y lujuria me hacían sentir poderosa y caliente.

Di varías vueltas sobre mi misma para que se deleitasen de las vistas.

Yo:»¿Y bien?¿Que les parece?»

Sentía esas miradas clavarse en mi, y me gustaba esa sensación de poder, ser el centro de atención y sentirme deseada, sentía como me excitaba.

En esas ambos volvieron a comentar algo entre ellos en su idioma, por lo que no entendí nada de lo que decían.

Tras esto el que llevaba la voz cantante, se levantó y vino hacia mí.

Moro:» perdona preciosa, ya que estamos, aprovechando que te tenemos, estábamos comentando mi compañero y yo si podríamos hacer alguna prueba para ver si la próxima remesa de bikinis necesita alguna mejora»

Y sin dejarme reaccionar, ni tan siquiera contestarle, vi como cogía la braga del bikini y tiraba suavemente hacia arriba, provocando que la tela se metiese entre mis nalgas, yo sonreía como una ingenua y observaba como mi culo quedaba al descubierto, mientras mis espectadores salivaban y yo sentía como la tela del bikini marcaba mis labios vaginales.

El moro comentaba con su compañero lo rico que se veía todo, y lo que tenían que decirle al proveedor mientras sentía como el moro que estaba conmigo aprovechaba para manosearme.

Podía sentir como por lo morboso de la situación y sus toqueteos mi coñito se mojaba, mis mejillas se sonrojaban y mis pezones se endurecían.

Algún suspiro salió de mi garganta cuando sentía esos dedos rozar mi clítoris, como si fuese fortuito pero yo sabía que no.

Seguramente el moro alentado por mi ferviente excitación y mi silencio y aceptación a sus manoseos, se atrevió a ir más allá, haciendo que perdiese el norte y me dejase llevar por el placer y la pasión.

Dándome la vuelta para quedar frente al compañero y colocándose tras de mí, con la braga del bikini entre mi culo, a modo tanga, sentí como una de sus manos frotaba directamente mi clítoris mientras hacía comentarios jocosos a su compañero.

Moro:»mira la niña parece que se está excitando, mira como se nota la humedad en el centro de la braguita»»voy a ver si frotando un poco mas se va»

La verdad es que me sentí muy humillada en ese momento, ver como esos dos moros se reían y disfrutaban de mi tierno cuerpo me fastidiaba, pero mi subconsciente me traicionaba, notaba como un súbito calor recorría todo mi cuerpo, enrojecer mis mejillas y sentía como mis piernas temblaban mientras ese dedo gordo frotaba mi hinchado clítoris, cerré los ojos y apoye mi espalda contra su pecho y ahí fue mi perdición.

No sé cuándo el otro moro se unió a la fiesta ni cómo hicieron para quitarme la ropa dejándome completamente desnuda, pero el caso es que cuando volví abrir los ojos me encontraba entre dos moros más fuertes y grandes que yo, completamente espatarrada con varios dedos en mi coño, agarrándome fuertemente a uno de ellos para evitar caerme mientras sentía como una descarga recorría todo mi cuerpo mientras un intenso orgasmo empapaba los dedos de los moros.

En las manos de esos dos fui como una muñeca, hacían conmigo lo que querían.

Tras mi orgasmo aprovecharon para echar un colchón al suelo, me colocaron de rodillas y me obligaron a chuparles las pollas hasta que me dolió la mandíbula, estaban muy excitados y no perdieron mucho tiempo en los preámbulos, así que ahí estaba yo con un par de pollas mal olientes y gordas para mí sola, cambiando una por otra en mi boquita mientras ellos me cogían por la nuca y me follaban la boca de forma violenta y ruda hasta que se corrieron en ella dándome una buena ración de leche.

Sin embargo ahí no acabo todo, ya que tras unos segundos, uno de ellos se colocó en el colchón boca arriba y me ordeno que me colocase encima de él, yo obedientemente me coloque a horcajadas para recibir su candente barra de carne en mis entrañas, estaba en la gloria, podía sentir como me llenaba por completo y golpeaba en el fondo de mi vagina.

Estuve un buen rato cabalgándolo, como una loca sin percatarme de las ideas del otro.

Y justo cuando tuve otro intenso orgasmo, que provocó que me dejase caer sobre el pecho de mi macho, sin sentido y algo desorientada, el otro moro que había estado observando todo el espectáculo, hizo señas a su compañero, para que me sujetase contra su pecho, mientras él se colocaba tras de mí.

No me percate de lo que pasaba hasta que ya fue demasiado tarde, pues el muy cabron ayudado por su amigo y con algo de dificultad me sodomizo.

El muy cabron me hizo ver las estrellas, no se molestó ni en lubricarlo un poco, pensaba que me iba a partir en dos, que dolor, nunca antes me lo habían hecho y me estaba destrozando.

A pesar de que le costó un buen rato introducir toda esa polla negra, no es menos cierto que poco o nada le importó mi satisfacción, ya que una vez sentí como toda su polla estaba alojada en mi culito virgen y sus pelotas chocaban en mi pelvis, comenzó un frenético mete saca.

No sé cuándo ni en qué momento, pero el caso es que ese intenso dolor que sentía poco a poco dejaba paso a un placer indescriptible, mas cuando el que estaba debajo me introdujo nuevamente su monstruosa polla y comenzó a follarme como si no hubiese un mañana.

No sé cuando paso de quemarme y abrasarme las entrañas, ha comenzar a gritar, jadear y animar a mis sementales, hasta que nuevamente me corría como una loca, era indescriptible, esa sensación, verme empalada por dos enormes pollas y sentir sus roces en mi interior, era lo máximo, me daba vergüenza parecía que estuviese meándome encima.

Tras eso ambos moros se turnaron para follarme violentamente todos y cada uno de mis orificios, haciéndome correr tres veces más.

Cuando quedaron completamente satisfechos, me dejaron ahí tirada, es cuando me di cuenta que no habían usado ninguna protección y ambos se habían corrido en mi interior, haciendo comentarios soeces, al respecto.

Al cabo de un rato me levanté, sentí un dolor intenso en mi culo.

Casi no podía andar, y al ir al baño y mirarme, observé que mi estado era deplorable, tenía varias marcas de mordiscos en mis pechos y arañazos en mi cintura, el dolor que sentía en mi culo era considerable e incluso vi algo de sangre en el colchón, ese par de cabrones se habían ensañado conmigo, pero en el fondo lo había disfrutado muchísimo.

Tras asearme un poco y vestirme salí lo más digna posible, casi no podía andar me asustaba que me hubiesen hecho algo grave pero no quería darles el gusto de verme sufrir.

Ellos habían vuelto abrir la tienda como si no hubiese pasado nada, cuando me vieron salir vi como me miraban ambos con una sonrisa de oreja a oreja, satisfechos de lo que había pasado.

Cuando salí el moro que había llevado la voz cantante me llamo.

Moro:»preciosa espera un segundo»

Yo deseaba salir de allí cuanto antes pero me quedé inmóvil al ver como el moro venia hacia mí con una sonrisa y algo en la mano.

Cuando estuvo a mi altura me entrego una bolsa.

Moro:»toma, mi compañero y yo hemos pensado que te gustaría»

Abrí la bolsa y ahí estaban todos los bikinis que me había probado y un bote de crema protectora para el sol.

La verdad es que me hizo gracia no sabía que había en la bolsa y al verlo no pude más que sonreír.

El moro al verlo se sonrió y se despidió cortésmente, mientras me invitaba a repetir cuando quisiese.

Moro:»ha sido un placer si alguna vez vuelves ya sabes lo que hay»

Yo salí de allí lo más dignamente que pude, pero sentía el dolor en mi culito que me estaba matando.

El resto de días los pase con normalidad, algo incomoda por mi culito que me dolió durante varios días después, e incluso estuve sangrando unos días cuando iba al baño (los peores momentos de mi vida), pero ya no fue lo mismo e incomprensiblemente en mi cabeza no dejaban de venirme todas las imágenes de ese momento, e incluso después de mucho tiempo estuve masturbándome recordando ese día.