Por fin le entre al culo de mi amigo

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El mensaje que recibí de Iván aumentó mi inquietud. Al ligero dolor que sentía en mi esfínter se añadía la incertidumbre sobre qué pasaría aquella noche. Después de toda la noche trabajando y todo lo que había pasado en el vestuario del hospital, me sentía cansado, pero a la vez excitado. El olor de Elsa, impregnado en las sábanas, me hacía sentir mal porque la quiero y la deseo, pero no podía parar de pensar en el pelirrojo que me había sodomizado y sometido aquella misma mañana: estaba colgadísimo por él. Finalmente, caí en un sueño poco profundo que no fue muy duradero. Me desperté de golpe, sudando, con la respiración agitada y muy intranquilo. Miré el reloj y era apenas el mediodía. Subí las persianas y hacía un día espléndido. Hacer deporte me tranquiliza. Me cansaría y me podría relajar, así que no me lo pensé dos veces. Cogí un pantalón de deporte, me calcé las zapas de correr y me puse una sudadera azul, sin mangas y con capucha, que me pongo siempre que me propongo sudar.

Al llegar al portal me encontré con mi vecina Alex. Quizás la conozcáis de otros relatos, como “Sorpresa en el probador del centro comercial”, “Las nuevas amigas hablan de sexo” Ella practica también el running y alguna vez hemos ido juntos a correr, aunque también nos hemos corrido juntos, jejeje, ya contaré en otra ocasión una experiencia sexual con ella, su marido Fran y mi pareja, pero en el día de autos, eso no había sucedido aún. La tía está muy, pero que muy buena, aunque no le haría ascos a un poco más de tetas. Como siempre, nos dimos un beso.

– ¿Dónde vas a estas horas, loco? Vas a sudar como nunca con el calor que hace hoy.

– No podía dormir y he pensado que así me relajaría.

– Ay tunante, se rio Alex. Como no está Elsa, no tienes otra forma de relajarte, continuó diciendo la chica. Como la pared de su dormitorio es contigua a la del nuestro, en alguna ocasión nos hemos juntado en plena faena las dos parejas, con el consiguiente concierto de gemidos y gritos. Yo creo que eso fue lo que nos llevó a tener sexo todos juntos, pero como a he dicho, es otro tema.

– ¿Te apuntas?, Le pregunté, pero me di cuenta de que el chico de la frutería venía detrás de ella cargado con dos bolsas. Brahim, el frutero, tiene fama de putero en el barrio ya que parece ser que tira el anzuelo a todas las tías, incluida Elsa, que pasan por la frutería. Corren rumores de que el tío calza una tranca descomunal y da una caña a las hembras que las vuelve locas. El día que me lo contó mi chica, hasta me dio cierto morbo.

-Lo siento Javi, tengo trabajo y Fran debe estar a punto de llegar, hambriento como siempre. Me dijo Alex con una amplia sonrisa. Otro día será.

Nos despedimos con un nuevo beso, en las mejillas claro, y me puse a elucubrar si Alex le ponía los cuernos a su marido o si él lo consentía, pues, teniendo en cuenta cómo follaban estaba claro que había buena sintonía entre ellos.

De casa al parque hay como un par de kilómetros, que suelo hacer despacio pues hay que cruzar unas cuantas calles, Cuando llegué al parque comencé a hacer la ruta habitual aumentando la velocidad. Ya llevaba un par de vueltas y empezaba a sudar a chorros, empapando la sudadera y los shorts. Un chico corría delante de mí, como a unos doscientos o trescientos metros de distancia. Mi espíritu competitivo hizo que aumentara la velocidad para intentar alcanzarlo. Cuando estaba a unos cincuenta metros, me dio un vuelco el corazón. El cabello le delataba, el peinado, el color. Tuve la certeza de que era él. Llevaba una camiseta de tirantes de un color verde fosforito, ese típico de los runners, unas calzonas de color negro y unas zapatillas de tenis, también de color negro, sin calcetines. El tatuaje de su pierna me lo acabó de certificar: Iván. Nunca le había visto haciendo ejercicio y menos en aquel sitio.

No sé por qué, pero me excité. Corrí para darle alcance y le puse la mano en el hombro. Se detuvo, se giró y al verme, una sonrisa se dibujó en sus labios. No me pude resistir y mis labios se dirigieron inmediatamente hacia los suyos. Él abrió la boca y empezamos a comernos, allí en medio de aquel parque. Qué gozada sentir su lengua caliente en mi boca, mientras el sudor de ambos empapaba nuestros cuerpos, fruto de aquel apasionado abrazo. De repente, todo cambió. Iván me apartó violentamente, me propinó un empujón que casi me tira y me miró con cara de superioridad y rabia.

– ¿Qué haces maricón?

Me dijo con mala leche al tiempo que me soltaba un guantazo que esquivé de milagro Me molestó aquello que ni me lo pensé. Tal como él estaba, plantado con las piernas ligeramente abiertas retirándose con una mano los restos de mi saliva de su boca, me fui hacia él y le propiné un rodillazo en todos los cojones. No se lo esperaba, como luego me contó. Se retorció del dolor que le provocó. Entonces le empujé yo.

– ¡No me vuelvas a llamar maricón en tu puta vida! Es más, ¡no me vuelvas a dirigir la palabra! No me va tu rollo sado. No sé cómo lo soporté esta mañana, pero no me esperes esta noche.

Mientras le soltaba el sermón, con él medio doblado por el dolor que debía sentir en sus partes íntimas, no pude evitar dirigir la mirada allí donde había encajado el golpe y mi sorpresa fue ver el enorme bulto que se había formada en su entrepierna. Parecía estar excitado el cabrón. Era tal la erección del chaval que su prepucio era visible al salirse del pantalón de deporte. Estaba claro que el chico no llevaba gayumbos.

Me di la vuelta, comencé a caminar en dirección contraria, sintiendo una rabia como la de un amante traicionado, algo que nunca me había pasado con ninguna tía. Anduve deprisa hasta casa enfadado y cuando estaba metiendo la llave para abrir el portal, me abordó el frutero.

– ¡Hola vecino! Tengo el pepino bien bueno. ¿No quieres pepino para tu chica? A tu vecina le ha gustado mucho. Ya van unas cuantas veces que lo disfruta.

Aquello me hizo reír a carcajadas. Me imaginé cómo Brahim se habría follado a Alex.

-Claro frutero. Creo que tu peino le gusta a mucha gente del barrio

– ¿No te gustaría el pepino para tu mujer vecino runner?

-De momento no Brahim, ya te avisaré cuando queramos. Además, hoy estoy solo.

El frutero se marchó a su tienda y me quedé pensando en Brahim. Me imaginé, tal como se contaba por el barrio, como el frutero me llevaba a la rebotica. Allí me comía la boca mientras con su mano buscaba en el interior de mi short hasta encontrar mi pene empalmado. Me lo sacaba y comenzaba a masturbarme hasta hacerme eyacular. Luego se desabrochaba el pantalón bajándoselo hasta los tobillos, quedándose en calzoncillos, de donde sacaba una picha, nervuda, gorda y oscura que me obligaba a chupetear. Yo me la metía en la boca, relamiéndole todo el glande, disfrutando de su sabor salado y agrio hasta que se cansaba y acababa follándome la boca a toda velocidad y derramando todo su esperma en ella, obligándome a tragar todo el grumote que me soltaba. Ahí desperté de mi sueño, bastante excitado, por cierto. Sonreí porque se había desvanecido mi mal humor, aunque sentí un escalofrío y tragué saliva como instinto reflejo de lo que acababa de soñar. Alguien me tocó en el hombro.

– Gracias Brahim, tampoco quiero nabos ni zanahorias dije riéndome casi a carcajadas …

– Soy yo Javi.

– ¿Qué quieres? ¿No te ha quedado claro? Dije, poniendo voz seria.

El muy cabrón hizo, entonces, algo que me desarmó al instante. Allí mismo, me sujetó la cabeza y me morreó, igual que yo había hecho con él en el parque. Entonces fui yo quien le separó de un empujón.

-Pero qué haces, imbécil. Aquí en la puerta de mi casa. Nos pueden ver, animal. No seas cerdo. Le dije, aunque era evidente que me había gustado lo que hizo.

Le agarré de la pechera, le metí en el portal y lo llevé al ascensor. En cuanto se cerraron las puertas, volvió a buscar mi boca y le recibí con la mía abierta, pero le di un pequeño puñetazo en el estómago, y él se quejó, aunque sonó más a gemido que a grito de dolor. Entramos en casa.

– ¿Qué quieres cabrón? ¿No has tenido bastante? Eres un hijo de puta y me has decepcionado mucho esta tarde. ¿Quieres que te vuelva a zurrar?

-Nooo. Grito Iván. Y tú ¿quieres nabo o zanahoria? Quiero pedirte perdón. Me he equivocado contigo, creí que eras de esos que buscan en un hombre lo que no les da su hembra. Que le domine y le someta, algo que hago pero que tampoco me satisface.

-Pues bien que lo gozaste, ¡cabrón! Me rompiste el culo sin miramientos, sin cariño, sin lubricarme y te corriste en mi ano. ¿Cómo me explicas eso?

-Hay un Iván ángel y un Iván demonio. Esta mañana afloró el Iván chungo y tú te dejaste hacer.

– ¿Te gusta ser demonio?

-Depende con quién.

– ¿Te ha gustado humillarme esta mañana, sodomizarme sin compasión?

– Sí, dijo taxativamente. Y creo que a ti también te gustó.

-No te digo que en ese momento no me gustara, pero después de lo que me has hecho en el parque he decido que nunca más me volverás a tratar así. Ni yo te volveré a golpear. Descuida.

– Ni yo quiero que lo hagas Javi

– Pues cuando te he dado el rodillazo bien que te ha gustado.

– No seas cabrón Javi. Ya me habías puesto cachondo con el muerdo, me ha dolido sí y también me ha excitado lo que me has hecho.

– No hace falta que lo jures. Ibas enseñando toda la polla por el parque.

Me sujetó la cara con las manos y me plantó el beso húmedo más sensual que me dieron nunca: abrió mi boca y dejé que su lengua volviera a penetrar en mi cavidad bucal buscando placer. Aún estábamos los dos sudados del esfuerzo físico que habíamos realizado, pero aquello no nos importó demasiado. Le saqué la camiseta y él sacó mi sudadera. Así medio desnudos, me lo quedé mirando. Tenía un cuerpazo el tío, quizás no tan fibrado como yo, pero estaba increíble con ese torso brillante por el sudor. Fue un placer restregarme por su pecho mientras nos besábamos, Iván acariciaba mis pezones, intentando pellizcarlos. Me debatía entre gozar amorosamente de aquel chico o follarlo a lo bestia. Me volvía loco el chaval.

Le empujé suavemente hasta sentarlo en el sofá y me subí a horcajadas sobre él. De esta forma, su miembro viril quedaba exactamente entre los cachetes de mi culo y mi polla incrustada en su vientre. Seguíamos besándonos apasionadamente, como dos colegiales, pero nuestras pollas iban creciendo en el interior de nuestros shorts de deporte. Notaba como la polla de Iván se endurecía y se encajaba perfectamente entre mis cachetes, frotándose entre ambos. Las calzonas de Iván se hicieron pequeñas para tanta polla, con lo cual tenía toda la pija al aire y sólo la fina tela de mi pantalón la separaba de mi agujero anal.

En ese momento, las manos de Iván comenzaban a colarse dentro de mi short buscando mi ano, sin forzarlo, como acariciándolo suavemente. Di un respingo.

– ¿Te duele mucho? Me dijo mientras me introducía un dedo sin preguntar y sin encontrar ninguna resistencia ya que, por un lado, aún seguía abierto por la follada de la mañana y por otro estaba bien lubricado con la gran cantidad de pomada que me había untado.

– ¿Quieres penetrarme otra vez? Me va a doler dije

– Un poco seguro. Lo tienes muy abierto Javi, y resbala de maravilla con toda la crema que te has untado.

Estaba notando escozor y pinchazos en el ano, pero me duró poco porque Iván movía el dedo primorosamente y el placer que me estaba proporcionando era superior al dolor que sentía. Me tenía a mil. Luego, lo sacó y se lo llevó a la boca. Pudimos chupetearlo juntos y un segundo que ensalivamos adecuadamente, antes de que volvieran a incrustarse en mi cavidad trasera. Entraban y salían con facilidad, aunque de tanto en tanto notaba un pinchazo de dolor.

-Quiero penetrarte Javi. Me has puesto muy cachondo. Tengo la polla bien dura y baboseando con lo que no creo que necesite que me la chupes. ¿Prefieres que me ponga un condón?

-No seas cabrón Iván. Ya es un poco tarde ¿no? Me has follado a pelo esta mañana, me has petado el culo y me lo has llenado de lefa y ¿ahora quieres ponerte un condón?

-Como tú quieras

Sin dejar de morrearnos, me pidió que me levantara un poco, acabó de extraer su gran pene por la pernera de su calzona y apartando mi short hasta dejarme medio culo al aire, colocó su glande húmedo a la entrada de mi ano. No me penetró. Me dejé caer yo, suavemente. Él me sujetaba por los glúteos para controlar la penetración. Al principio noté mucho dolor porque su pene es más grueso que sus dos dedos y le supliqué que me la sacara. Por suerte no me hizo caso. Se detuvo un momento para que mi culo se acostumbrara a aquella enorme verga. Tras un rato en que, dejamos de besarnos y sólo estuvimos mirándonos fijamente a los ojos, con deseo, presionó mis cachetes y me indicó que iba a continuar. Hasta que mi culo se la tragó enterita. Con aquel rabo en el interior de mi recto, comencé a cabalgar. Volvimos a comernos la boca. Nuestra respiración se iba agitando. Yo tenía la polla dura como el acero y el roce de mi glande con la tela del pantalón de deporte me la tenía tan tiesa y dura que de un momento a otro podría perforar el short y clavársela en el vientre a Iván. Él también la tenía a tope, entrando y saliendo de mi trasero.

-Iván, me vas a reventar.

-Te gusta que te den por el culo, eh putita.

Aquello me excito, me gusta mantener una charla guarra con mi pareja mientras follamos.

-Si, cabrón, me gusta tanto que me voy a correr ya. Me viene Iván, siiii, aghhhh, ohhhh, qué corrida joder

No dio tiempo a nada más. Estaba tan cachondo que me corrí encima, sin quitarme los shorts y sin tocarme. Sólo con la follada que me estaba pegando el pelirrojo. Salió tal cantidad de esperma de mi polla que traspasó la tela del pantaloncito y empapó la barriga de Iván.

-Siii Javi, que caliente está tu leche cabrón, menuda corrida. A mí me viene ya, no pares de menearte. Te la voy a dar toda en el culo cariño, Siiii aghhhh toma, toma, bufff.

Iván se había corrido por segunda vez aquel día en mi ano. Esta vez, quizás por la postura, noté como su semen caliente llenaba todo mi recto. Fue una sensación increíble.

-Menudo corridón te has pegado, hijo puta. No sé de dónde sacas tanta leche, maricón le dije

-No me llames maricón tú a mí. tampoco. Que me gusten los tíos, no quiere decir que no sea capaz de follarme a tu chica, quien, por cierto, está bastante buena. me dijo Iván señalando una foto de Elsa que había en el salón.

-Ya me gustaría llevaros a los dos a la cama. Menuda orgía.

-Si es igual de guarrona y folla como tú, me apunto. dijo Iván, cosa que abría la puerta a mi soñado trío con mis dos amores.

-No te pases cabrón. ¿Qué te hace pensar que soy un guarrete?

-Hostia Javi, te pones cachondo en las duchas viendo a los compañeros ducharse, te pillamos haciéndote una paja en el vestuario y acabaste comiéndonos la polla a los dos y te has dejado follar hoy como una perra. ¿eso no es ser guarrete? A saber lo que haces con tu chica, pero si estáis juntos, seguro que un poco zorra lo será.

Estábamos cansados los dos. Volvimos a besarnos, pero ahora los besos húmedos se transformaron en besos más delicados, apenas un ligero roce de labios. El pene de Iván seguía en mi culo. Con suavidad lo extrajo y me ajustó el pantalón de deporte. Me puse en pie. Noté como chorreaba gran cantidad de esperma manchando nuevamente el short.

Iván seguía allí, sentado en el sofá, con las piernas abiertas y enseñando todos sus atributos. Que sexy me parecía de esa forma. Se incorporó en el sofá, me atrajo hacia él y me sacó los pantalones de deportes, quedándome desnudo ante él. Agarró mi picha morcillona y mojada y se la metió en la boca, comenzando una nueva felación.

– ¿No preferirías ir a un sitio más cómodo? Me gustaría hacerlo contigo en la cama, le sugerí mientras le acariciaba la cabeza.

– Si me lo pides así, como me voy a negar, respondió Iván liberando mi verga.

Me lo llevé cogidito de la mano hasta mi habitación, donde tantas veces había sodomizado a Elsa pensando en su culito. Ahora tenía la oportunidad de cumplir mi gran sueño. Me tumbé en la cama, que ya estaba deshecha, con las piernas colgando y mi polla tiesa apuntando al techo. Iván se sacó las calzonas y empezó un bailecito haciendo bambolear su picha morcillona.

– ¿Es aquí donde follas con tu chica? me preguntó con vocecita picarona

– Sí, donde me la follo pensando en ti, en ese culito blanquito tuyo.

– ¿Quieres follar conmigo? me dijo en tono burlón

-Nada me apetece más Iván. Pero tú ibas a chuparme la polla, así que ven para acá y empieza cabrón.

-Jajaja, rio Iván. No seas impaciente. Déjame hacer y confía en mí.

– ¿Qué vas a hacer? No quiero jueguecitos raros.

– Cállate y no seas miedica. Ya te he dicho que lo de esta mañana no se iba a repetir. Ahora vamos a jugar un poco. Quiero que folles como se lo haces a tu novia.

– Uff, Iván, Me quieres poner muy burro. Ya lo veo.

– ¿Dónde está el cajón de la ropa interior de tu chica? Quiero unas braguitas sexys de ella. Mejor buscaré unas ya curraditas por ella, que huelan bien a su chumino.

No os he hablado nunca de cómo es Elsa. Metro setenta; castaña, con ojos marrones; unos labios gruesos y carnosos; unas tetas que a mí me parecen enormes, redondas y tiesas para su edad, con unos pezones sonrosados que se te clavan en el cuerpo cuando está excitada; unas piernas esbeltas y duras porque a ella también le gusta hacer ejercicio, y me dejo para el final las zonas de sus lindos agujeritos: un culo bien proporcionado, con unos glúteos tersos y blanditos y un coñito precioso, que al principio de estar juntos se rasuraba pero que después le pedí que se dejara una pequeña mata sobre el pubis, pues me encanta su olor de hembra después de un día de trabajo, mezcla de flujo y gotas de orina, cuando se lo estoy comiendo.

Fui hasta el lavadero, empalmado y con un dolor de huevos que me estaba cogiendo de tanto aguantar. Iván me seguía detrás, igualmente empalmado y dándome cachetadas flojitas.

– ¡Que culito más lindo tienes Javi! Como me gusta petártelo, mariconazo

Me giré de golpe y me lo encontré con una mano en la boca y otra en actitud defensiva. Me eché a reír.

-Tú quieres que te sacuda, como si lo viera.

Abrí el cesto y encontramos una tanga negra de seda que forma parte de un conjunto que le regalé en nuestro último aniversario. Creo que las llevaba puestas el último día que follamos. Iván las cogió y se las llevó a la nariz para olisquear el aroma del coño de Elsa.

– ¡Qué rico huele tu chica Javi! Pero creo que tú tienes parte de culpa.

Volvimos a la habitación, pero ahora Iván iba delante y ahora era yo quien disfrutaba de su culo, tocándoselo por todas partes, incluso buscando su agujero.

– ¡Joder Javi! Para ya, que me estás poniendo cachonda. Ya habrá tiempo para eso.

Llegamos al lecho, Iván me hizo sentar en la cama, se puso las braguitas sucias de Elsa y empezó a bailar de nuevo. ¡Como se movía el chaval!, ¡Que baile tan sensual! Se contorneaba de una forma increíble: desnudo, con sólo aquella pequeña tanga que era incapaz de tapar la ingente virilidad del pelirrojo. Mi rabo estaba tieso a más no poder y empezaba a salir de mi capullo líquido preseminal. Iván se acercaba poco a poco, hasta que llegó a plantarme todo el paquete delante de mi cara. Le sujeté el culo y le mordí la parte del pene que asomaba por la tanga. Noté como gemía el cabrón, señal de que estaba cachondo. Me tumbó, subiéndose encima de mí. Se fue deslizando hasta tener todo su enorme paquete encima de mi boca. Se mezclaba el olor de las intimidades de Iván con las de Elsa. Reconocí el aroma de cada uno. Le saqué las bolas y me metí una en la boca y después la otra. Volvía a gemir de placer. Se dio la vuelta para quedar en posición del 69. En esta postura, empezamos a comernos el rabo mutuamente.

-Javi, que bien la chupas. Nadie diría que eres hetero. El día que me lo hiciste en el vestuario fue brutal. No me voy a aguantar, me tienes muy perra

Realmente debía estar muy cachondo porque con unos cuantos lametones, estaba a punto de descargar. Me advirtió preguntándome si la quería en la boca. Le dije que no. Me la sacó de la boca, se incorporó y meneándosela en plan salvaje, soltó toda la corrida en mi pubis y mi polla: tres o cuatro trallazos de un líquido blancuzco, espeso y pegajoso.

-Qué cabrón eres Iván. Se suponía que me ibas a comer la polla y has acabado corriéndote encima de mí. Le dije.

Me miró, dedicándome una sonrisa traviesa, y moviéndose hacia atrás, me plantó todo el culo en la boca. Fue la señal. Ya me imaginé lo que quería. Aparté la tira de la tanga de Elsa y lamí el ano de Iván. Evidentemente no era virgen, pero me pareció muy apetecible. Comencé a hurgar con mi lengua en él. Iván volvía a gemir. Después de un rato que él consideró oportuno, se levantó, se quitó la tanga y me pidió un poco de la pomada que había untado en mi culo para hacer lo propio. Agarró mi pija y comenzó a pajearme, restregando su semen por todo el tronco y el capullo. Cuando la tuve dura y tiesa, él se colocó a cuatro patas en el borde de la cama y entonces escuché de su boca las palabras que tanto estaba deseando:

-Fóllame Javi. Mi culo es todo para ti. Hazme toda tuya. No te preocupes por mí. Lo estoy deseando

-¿Quieres que ponga un condón? Le pregunté.

-Ni hablar, quiero sentir toda tu carne en mi ano, respondió él.

Acaricié aquella hermosura de trasero, colocando con suavidad mi glande en el agujero anal de Iván. Me agarré a sus caderas y empecé a empujar. No fue difícil romper la resistencia de su esfínter. Sin darme cuenta, mis pelotas ya estaban golpeando el trasero del chico. No le escuché la más mínima queja, quizás porque el chaval estaba tan acostumbrado a que le penetraran que su recto estaba ya preparado para recibir cualquier cosa. Empecé a bombearlo, poco a poco. Él se incorporó, permitiendo que una de mis manos pudiera acariciar su pecho y nuestras bocas se volvieran a unir en un profundo beso. Con mi otra mano, busqué el maravilloso falo de Iván para comenzar a pajearlo. La postura pasó a ser algo incómoda para mí. No podía penetrarlo a lo bestia como me hubiera gustado. Mi polla seguía entrando y saliendo del culo de Iván. La sacaba hasta tener prácticamente el capullo fuera y luego empujaba con todas mis fuerzas y así todo el rato, sin que él se quejara, sólo gemía y gemía en mi boca, mientras nuestras salivas se mezclaban sin parar y mi mano masturbaba el miembro de Iván.

Ya no podía resistirlo.

-Iván, me voy a correr, me viene ya, no voy a poder resistir. La voy a soltar toda en tu culo.

-Hazlo Javi, córrete en mi culo. Préñame como a una putita, yo también estoy a punto.

-Siiiii, aquí la tienes, buff, que culo tienes niño, cómo traga.

-Si Javi, me corro yo también, aghhh, siiii, que rica está tu leche, que caliente estoy. acababa de eyacular echando todos sus mecos en las sábanas, ¡qué corrida otra vez tío, y van tres! Ha sido espectacular tío. Como lo he gozado.

Yo seguía con la polla ensartada en el culo de Iván. Aunque parezca increíble la seguía teniendo durísima y volví a intentar bombearlo.

-Para Javi, sácamela poco a poco, la tienes muy gorda y me vas a reventar. Dame un respiro.

Se la saqué y él se dejó caer, derrotado, en la cama. Con las piernas abiertas, pude apreciar como mi semen salía a borbotones de su ano, manchando también las sábanas, cosa que me puso aún más cachondo.

-No creas que hemos acabado, nenita. Tengo el rabo tieso otra vez.

-Joder Javi. Déjame recuperarme Javi. Hacía siglos que no me corría tres veces en una tarde. Tú eres un máquina, pero yo soy humano

-Tú no te marchas de aquí sin que te vuelva a follar, cabrón. Cómo me gusta tu culazo.

Estaba tan cachondo que me subí sobre él y le enchufé toda la polla en la boca. Él la agarró con la mano y empezó a pajearme mientras se metía sólo la punta del nabo. Joder, qué bien lo hacía el maricón. Se notaba que sabía comer pollas. No tardé en eyacular, soltándole todo el grumote en la boca. Se tragó enterita la corrida, aunque tampoco quedaba mucha leche en mis pelotas pues también era mi tercera corrida. Luego me tumbé en la cama, acurrucándome y acariciando su pecho y su pubis.

-Estoy muerto Iván, tres polvos, una carrera y no he pegado ojo en toda la mañana.

-Yo tampoco Javi.

De esa forma, nos quedamos los dos dormidos en la cama. No sé cuánto rato estuvimos así, pero calculo que unas tres horas perfectamente. Hasta que una voz nos despertó. Me costó abrir los ojos. Iván fue más rápido intentando tapar sus genitales. ¿Qué coño hacía allí Elsa? Nos había pillado, no en plena faena, pero casi. Me preparé para lo peor.

-Vaya, vaya, ¡con los dos tortolitos!, dijo Elsa. A ver, ¿quién de los dos es la nena? ¿quién se ha puesto mi tanga?, o sois los dos bujarrones, porque menudo agujero tenéis los dos. Os lo habéis petado bien por lo que veo.

– Elsa, ¿qué ha pasado? ¿qué haces aquí?

-Jajaja, rio Elsa. No me cambies de tema cabrón, pero te diré que Laura ha enfermado y nos hemos tenido que volver. Ahora dime, ¿desde cuándo llevo cornamenta?

-Elsa, verás…

Elsa estaba desatada. La conozco bien y sabía que no estaba enfadada. Si lo estuviera, no estaríamos hablando tan tranquilos. Por el contrario, creo que aquella visión de dos machos abrazados en su cama la había puesto muy cachonda.

-Joder Javi. No me extraña que te hayas vuelto maricón por este chaval. Menudo cuerpazo tiene. Y qué polla. Yo la quiero para mí. Si es maricón, me hago tío yo también.

Aquello corroboraba lo que ya sabía. Elsa se sacó los jeans y el jersey que llevaba, quedándose sólo en braguitas. Era una clara invitación a que nos la folláramos.

-Hostia tío, menudo bomboncito, Esta me la como yo enterita. me soltó Iván mientras con la lengua fuera buscaba mi boca.

Después de darme un morreo que hizo calentar aún más a mi chica., Iván agarró a Elsa y la tumbó en la cama y después se lanzó a por las tetas de mi chica. Empezó a morderle los pezones mientras yo jugueteaba con la rajita por encima de sus braguitas. Elsa tenía el coño empapado. Le arranqué las bragas, le separé las piernas y comencé a comerle el chochito. De esta forma, pude contemplar como Elsa agarraba el nabo de Iván y se la meneaba hasta ponérsela bien tiesa.

­Métemela ya chaval. Quiero tenerla toda dentro. Dame el placer que no me da la maricona de tu amigo.

-Javi, me parece que tu chica es más puta de lo que tú te crees. Tiene ganas de marcha. ¿Me das permiso para follármela?

-Antes quiero que te la chupe el cabrón de mi novio dijo Elsa que no paraba de provocarme.

Iván se acercó hasta donde yo estaba, y cogiéndose la picha con la mano me golpeó con ella las mejillas, Abrí la boca y me la metí hasta la campanilla. No sé si me cupo toda o no, pero quería demostrarle a Elsa que, efectivamente, había aprendido a chupar pijas. Después de un ligero bombeo en mi boca, Iván empaló a Elsa. Comenzó a darle bien fuerte, con un mete y saca brutal, empotrándola contra el cabezal de la cama

-Como folla este tío Javi. Te debe haber reventado el ano. Que gusto me está dando.

-Qué zorra es tu novia Javi, como le gustan las pollas. Métesela en la boca, que te la chupe. Dale un buen biberón de esa lechecita calentita como la que me has dado antes.

Me fui hasta la cabecera y le enchufé el cipote a Elsa en la boca. Comenzó a mamarla de forma increíble. Me la puso dura en dos lengüetazos.

-Javi me meo de gusto, estoy a punto de correrme con los pollazos que me da tu novio. Joder que polla tiene el cabrón. Me deshace. Me vengo con su rabo dentro tío. Qué gozada.

-Javi, me corro, no puedo más, le voy a llenar el chocho de leche a tu novia, aghhh, síiii, que puta

Tampoco yo pude resistir y me corrí, soltando toda la lefa en la boca de Elsa, quien no dudó en jugar con ella, escupiéndola sobre sus tetas.

-Elsa, te presento a Iván. Le dije.

-¡¡¡Un placer Iván, y qué placer!!! Menudo polvazo. Espero que no sea el último de la noche.

-Joder! Gritó Iván. Cristian y Vanessa me está esperando.

-Pues tú no te vas de aquí esta noche, guapo le dije a Iván.

-Ni yo quiero irme. Menuda parejita que hacéis.Me apetece mucho petaros a los dos

Cogió el teléfono, llamó a sus amigos y se quedó con nosotros.

-Menuda noche nos espera. Dijo Elsa.

Y todo lo que llegó a pasar aquella noche fue puro placer.

Gracias por leer este relato. Siempre son de agradecer los comentarios.