Un sueño en una fábrica abandonada

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Era una tarde de finales de agosto, después de tres días de lluvia por fin el clima nos había dado una tregua, como buen Gatiko me apetecía mucho salir a estirar las patas por algún solar del extrarradio. Después de unas paradas de metro anduve hacia una zona industrial apartada de la ciudad por la que normalmente no se encuentra a nadie que perturbe tus propios pensamientos, antes estas calles estaban siempre en movimiento constante, camiones, ruidos de prensas y chispazos hacían de esta la zona más importante de la metalurgia y el trabajo de toda la provincia.

Llegó la crisis, el desempleo y con ello los cierres y abandonos de grandes construcciones expropiadas por los bancos, ahora como un barrio fantasma con edificios en ruinas, dónde el hormigón y el metal oxidado pueden dar una paz serena a alguien como yo. Notar la humedad del ambiente ese fresco agradable después de una tormenta, el cielo gris amenazando con romper en cualquier momento ese pequeño descanso, ver mi imagen distorsionada en los charcos de los miles de socavones del asfalto y el sonido del aire pasando por las ventanas rotas era un placer para mis sentidos.

Justo un rato con anterioridad alguien tenía la necesidad de igual forma de salir de casa después de las lluvias, decidió ir a la misma zona, ya que le encanta entrar en cualquier sitio que se pueda investigar, desde una cueva negra y profunda a una fábrica azotada por los estragos del tiempo con techos derrumbados y recuerdos de un pasado de gloria y prosperidad.

Ella Inocentey la chica de pelo liso castaño y mirada misteriosa, de labios finos y boca seductora, de senos redondos perfectos y turgentes, con cuerpo fibrado trabajado por su pasión con la aventura y de culo perfecto hipnotizador y deseado por cualquiera que sea honesto.

Esta tarde había salido con lo puesto solo necesitaba un poco de aire fresco, vivía a pocas manzanas de la zona industrial así que solo sería salir un par de horas y volver a su apartamento, una camiseta de algodón negra de un grupo metalero, una sudadera grande con capucha, unas mayas y sus botas negras era todo el equipo de esa tarde.

Hacía rato que estaba entrando y saliendo por fábricas y almacenes, entrando por agujeros que el tiempo había abierto en las vallas o abriendo las puertas que deberían estar cerradas por cadenas ya rotas, admirando la arquitectura muerta y descompuesta, escuchando Extremoduro en sus auriculares y disfrutando de la penumbra que se estaba formando al quedar muy poco de sol en el horizonte de ese atardecer. Ya había decidido volver cuando vio un edificio a medio construir, seguramente la última mala inversión de alguien justo antes de la crisis que azotó a toda la economía, quiso subir a última planta donde nada más estaban los pilares y una escalera sin ninguna baranda ni pared, entrar no fue difícil, ya que había un gran agujero en la pared como si algún vehículo pesado hubiese sufrido un siniestro y una inútil valla tirada en el suelo que algún día seguramente disuadía la entrada de curiosos, algo que no pudo pasar por alto su sentimiento de aventura que le obligaba a investigar.

No quedaba mucho de lo que un día fue un proyecto de futuro empresarial, las paredes del sótano estaban acabadas y decoradas con grafitis que no dejaban ni un espacio sin colorear, el suelo aun de cemento, las ventanas tapadas con tablones entre los que atravesaba algún rayo de luz, algunas zonas tiznadas por lo que habían sido hogueras de gente que había pasado la noche y un olor a humedad y frescor que cargaba el ambiente.

Inocentey sacó su móvil y activó la linterna, fu mirando las estancias, una parecía ser un despacho, aún quedaba un escritorio sin cajones y unos restos de planos de arquitectura en un trozo de pizarra de corcho enmohecido por una gotera que desconchaba el techo, también lo que parecía ser un vestuario con algunas taquillas oxidadas con las puertas arrancadas. Fue investigando toda la planta hasta llegar a una escalera que llevaba al primer piso, mientras subía la pared enyesada se volvía simple hormigón y llegaba al último piso construido, por encima solo había pilares y techos que jamás vieron unas paredes en donde apoyar.

No había puertas en las paredes de las habitaciones sin acabar, en el centro una gran sala llena de escombros por el derrumbe del techo, un gran agujero por donde entraba la poca luz que quedaba esa tarde, vio al fondo lo que parecían restos del paso de alguien, había latas chafadas de cerveza cartones para aislar el húmedo suelo y bolsas de diferentes colores, se acercó para ver un poco más, quedaba en la parte oscura de la sala y su linterna no llegaba a alumbrar.

No había nada interesante, básicamente basura insulsa de lo que parecía algunas personas, era hora de volver a casa, además parecía que se iba a poner a llover. Avanzó unos pasos en la salida cuando escuchó una voz.

– ¿Qué te has perdido, niñita?

Se giró rápidamente hacia el sonido y vio una figura muy delgada, un hombre con una gorra amarilla barba de unas semanas, camiseta vieja y pantalones tejanos anchos con las rodillas sucias de barro, desaliñado sonriendo sin tener una dentadura completa. Estaba muy cerca de ella, lo suficiente para que escuchara su voz con los auriculares puestos.

Sin pensarlo se giró para salir corriendo, pero ese hombre cogió firmemente la capucha de su sudadera, en un acto reflejo Inocentey estiró a la vez que se abría la cremallera de la sudadera abandonándola para escapar, el hombre reía fuerte, pero ella ni se giró, siguió corriendo cuando de repente otra figura se cruzó en su camino esta vez era todo lo contrario, un tipo obeso, pero robusto con una camiseta imperio que algún día fue blanca, su pantalón también sucio e igual que el otro individuo parecía que hacía días que dormían en la calle.

Inocentey intentó esquivarlo, pero este le cogió por la camiseta, ella tiró con fuerzas para atrás rasgando completamente la prenda, no llevaba sujetador, ya que sus pechos no eran tan grandes como para necesitarlos, perfectos con unos pezones carnosos botaron en la sacudida haciendo esbozar una sonrisa en la cara de ese sórdido tipo, logró arrancarse la camiseta y huir dirección a la escalera, aunque su escapada se detuvo al ser aplacada por un tipo alto y fuerte, con manos muy grandes y faz tosca con cicatrices del pasado, barba espesa y ropas parecidas a sus dos compinches. Ella se revolvió, pero los grandes brazos de aquel tipo la levantaron del suelo mientras gritaba y pataleaba todo lo que podía.

Justo fuera del edificio en ese momento pasaba yo, ya volvía a buscar el metro que me haría regresar a casa, una tarde de descampados que había liberado el estrés de este Gatiko. Pero algo hizo que me detuviese, al principio creí que era imaginaciones mías, pero no eran gritos de una chica y venían del edificio, fui corriendo pensando que alguien se habría hecho daño, a medida que entraba cada vez los gritos eran más fuertes acompañados de ruidos contundentes y otras voces. Al pie ya de la escalera frené al escuchar voces de varias personas, no podía entender qué decían, pero parecían varios hombres.

Fui subiendo poco a poco, era difícil hacer más ruido que ellos, entre gritos femeninos y carcajadas masculinas, al fondo de la estancia entre un rincón tres figuras intentaban parar las patadas de una cuarta persona que elevada por la espalda se defendía intentando impedir que le sujetasen las piernas. Me acerqué más rodeando una montaña de runa y pude ver perfectamente como un hombre alto sujetaba con fuerza una chica vestida solo con unos pantalones, mientras que un hombre gordo le sujetaba una pierna y otro extremadamente delgado recibía patadas cayendo al suelo una y otra vez.

El hombre gordo se desternillaba, el alto no mostraba ninguna expresión y la chica pedía que la dejasen ir. Esa voz me era familiar, me acerqué un poco más y se me cortó la respiración, era Inocentey, como podía ser encontrarnos en una situación así, mi primera reacción fue salir en su ayuda, pero mi sentido común me detuvo, era imposible que pudiese hacer algo contra tres y aunque había uno bastante raquítico, no creo que tuviese oportunidad con la mole de metro noventa, seguramente la mejor opción habría sido pedir ayuda, pero mientras pensaba que hacer el tipo delgado logró agarrarse de las mallas tirando fuerte de ellas, desnudando sus piernas y dejando a la vista sus bragas negras de algodón, un poco roídas y desgastadas de los múltiples lavados, pero cómodas para un día en solitario como pretendía ser ese.

A distancia el tipo delgado controlaba una pierna agarrada por las mallas que hacían tope con su bota y el tipo gordo estiró para un lado de sus bragas metiéndosela entre las nalgas como si fuese un tanga y dejando ver su precioso coño azabache, un pelo suave cubría sus carnosos labios que se abrían al estirar cada uno de una pierna. El tipo gordo aseguró bien la pierna debajo de su brazo después de quitarle la bota y la pernera de las mallas, y estirando de las bragas con fuerza como si fuesen un asa, subió la cadera de Inocentey hasta su boca para poder hundir su lengua y lamer como si fuese un perro sediento.

Una leve sonrisa se dibujó en la cara del tipo enorme que con su grande mano tapaba la boca de Inocentey para ensordecer los gritos, el tipo raquítico reía sin parar con una risa estridente y enfermiza. Yo sabía que tenía que hacer algo quería ayudarla de veras, pero estaba bloqueado a la vez que envidiaba a ese cerdo por poder descubrir el sabor de ese precioso coño, no sé describir la tormenta de sensaciones que tenía en ese momento, pero ver a Inocentey prácticamente desnuda disipaba toda la sangre de mi cerebro, sin darme cuenta me había empalmado de una manera descomunal, estaba bastante cerca y bastante escondido, si reflexionar liberé mi polla que apretaba debajo del pantalón y me empecé a masturbar al ver como ese tipo gordo se sacaba una polla enorme y venosa que empotraba contra su coño babeado hasta conseguir penetrarla con fuerza.

El raquítico se masturbaba un pene también sorprendentemente desarrollado a su cuerpo con ojos de loco mientras animaba a su compañero a que se la follase con más fuerza y la mole apretaba sus pechos sádicamente haciéndola gritar, todo era una aura oscura donde un morbo sucio se palpaba en el ambiente. Mi mano apretaba fuerte mi polla deslizándose de arriba abajo mientras arrodillado y agazapado en la oscuridad veía como se enrojecían los senos pellizcados y mordidos por el hombrecillo delgado que tiraba con fuerza de la pierna de ella para que su gordo compañero la penetrase, como los huevos de él hacían ese ruido seguido al golpear con su perfecto culo bajo la mirada impasible de la mole que seguía amordazándola con esos enormes brazos.

Las embestidas cada vez más sonoras y rápidas anunciaban la corrida del sucio seboso, un alarido más que un orgasmo resonó en la estancia con un eco malvado, vi en primer plano como al sacarle la enorme polla el coño de Inocentey aun dilatado por el diámetro chorreaba una gran cantidad de lefa densa y blanca.

Soltó las piernas y la dejaron caer en el suelo, cediendo su precioso coño a la mole el tipo la agarro de los brazos, mientras el raquítico en frenesí intentaba que ella le hiciese una felación cogiéndola por su sedoso pelo castaño, con fuerza cerraba la boca mientras él intentaba hacer palanca con su glande, cosa que les parecía muy graciosa, ya que no paraban de reír y comentar frases obscenas e insultos que ahora no recuerdo. Me sorprendió que esa mole tuviese una polla bastante normal, no sé si era la proporción, pero parecía bastante pequeña comparada con el cuerpo, de todas formas la hundió en el coño inundado previamente por su homólogo y empezó a follarla con fuerza.

El raquítico parecía sentir placer solo frotándose con la cara y la boca de Inocentey y la mole embestía como si la fuese a partir en dos, tuve que parar de masturbarme varias veces para no correrme de seguida, cosa que no pasó con la mole que empezó a gemir y a mostrar un mínimo de expresión en la cara, el raquítico emocionado y extasiado por el roce de su glande con la cara de Inocentey empezó a eyacular y bañarle la cara con sus abundantes chorros.

De pronto el gordo la soltó ya que parecía calmada y rendida, mientras se incorpora la mole Inocentey sacando fuerzas de su interior se puso en pie de un salto y propinó un sólido puñetazo en la cuadrada y grande cabeza de aquel gigante, cosa que no le hizo ni pestañear y reaccionó empujándola fuertemente contra la pared golpeado con la cabeza y generando un sordo sonido que me estremeció. Se desplomó en el suelo y el raquítico subiéndose los pantalones a toda prisa empezó a recriminarle a la mole que la había matado, el gordo le cruzó la cara gritándole que se callase y los tres se fueron sin ni siquiera mirar atrás.

Después de un rato prudencial cuando ya los escuchaba lejos fui corriendo asustado hacia ella, apoyé mi oreja en su pecho y me tranquilicé escuchando su respiración, nunca había tenido sus pechos tan cerca, tan bonitos aun con marcas de dientes y enrojecidos por el castigo generado en ellos. Eran pequeños pero redondos y sus pezones siempre erguidos culminando como guindas de un pastel. Le revisé la cabeza, a parte de un chichón no había ninguna herida más, su pelo estaba mojado empapado por la corrida igual que su cara, su boca ahora ya abierta, con esos labios finos que no me dejaban apartar la mirada, no sé en qué pensaba, pero me acerque y los bese, metí mi lengua y jugué con la suya inmóvil chupándola y mordiendo su labio inferior, baje mi mano hacia sus piernas y llegue a su montaña llena de pelo, era suave y largo y deslice la mano, sus labios eran carnosos y se entrelazaban con mis dedos, metí dos de ellos y sentí como se hundían sin problema en su coño caliente y húmedo, empecé a chuparle los pezones mientras me limpiaba la lefa de su coño al sacar mis dedos de mis dedos, me volví a sacar la polla más dura que nunca y no me costó nada metérsela hasta lo más hondo de su vientre, empecé a follármela como tantas veces había deseado miraba su cara esperando que tardase un poco más en despertarse, la agarre fuerte por el culo abriendo sus nalgas, notaba como chorreaban las dos corridas anteriores por mis dedos mientras la embestía, viendo como su cabeza iba de lado a lado… ¡Como me ponía su culo joder!, ¡Su culo era miel!

Llegó el momento que imaginaba cada vez que la miraba, cada vez que la saludaba o la llamaba por teléfono, por fin esa imagen que tenía mientras me hablaba de cosas del día a día, iba a llenar su coño de semen, lo iba a inundar con mi puta lefa, me iba a correr en lo más profundo empujando con todas mis fuerzas, por unos instantes todo se volvió oscuro era el orgasmo más intenso de mi vida, noté como mi polla latía dentro de su interior descargando toda la leche de mis huevos.

Unos segundos después cuando me recuperé fui a buscar su sudadera para tapar su torso, subí sus mallas y recogí sus cosas, mientras me la llevaba en brazos y vigilaba que no hubiese nadie, estábamos cerca de su casa así que la llevé hasta allí, la estiré en la cama y fui al congelador a buscar algo de hielo para su chichón mientras la desnude y la limpie con una nueva erección que contuve para poder cuidar de ella, la tapé con una sábana y la observe. Al rato despertó con un fuerte dolor de cabeza y desorientada. Rápidamente la calmé, le dije que se había dado un golpe en la cabeza y que yo la había encontrado, que siguiera descansado que yo me quedaba a su lado toda la noche, sonrió cerrando los ojos y volviendo a dormir.

Estire un poco de la sabana dejando uno de sus pechos al aire para tener una vigilancia más amena y como no la erección seguía apretando, una vez más no pude hacer otra cosa que sacármela y masturbarme en silencio, el placer era intenso y cerré los ojos, cuando de golpe los tuve que abrir al oír un grito que decía:

– ¡Pero…Gatiko!

Con el corazón a mil pulsaciones por el horror de ser descubierto abrí los ojos y todo era oscuro, no entendía, donde estaba… Esa cama me era familiar… Tardé unos minutos en descubrir que era mi cama, me alivió saber que todo había sido un sueño después de una tarde anterior viendo porno como siempre imagino que mi subconsciente creó esta fantasía enfermiza mezclando fragmentos del lado oscuro del sexo, por supuesto me alegró no tener que dar explicaciones a Inocentey y lo más importante poder seguir deseando al mirarle a los ojos llenar su inalcanzable coño de diosa lo más que me fuese posible, mmmiaoh.