Entre secretos y sábanas: un amor prohibido (Jose pepe)

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Tengo 42 años, y mi tía, de 54, se conserva muy bien a pesar de su edad. En 2020, ella se separó de mi tío, el hermano mayor de mi mamá. Nuestra relación era muy buena, y decidí mudarme con ellos para ayudar con los gastos de renta. En ese tiempo, vivían también mis dos primas, quienes eventualmente se mudaron para vivir con sus novios, ahora esposos e hijos.

Con el tiempo, mi tía y yo comenzamos a salir juntos a discotecas, bares y fiestas de colegas del trabajo. Un día, en el calor del momento en un jaripeo, bromeando le pregunté si me bañaba con ella. Me adelanté al cuarto y, poco después, ella llegó diciendo que el agua estaba deliciosa y helada. Ya en el baño, nos desvestimos mutuamente. La vi por primera vez completamente desnuda, aunque antes ya la había visto en bikini, pues vivíamos cerca de la playa. Nos enjabonamos, y en ese momento íntimo, nos besamos por primera vez. Luego, mojados, me llevó a mi cuarto, donde mi cama es un colchón de aire muy cómodo y grande.

La acosté y aunque no sabía si ella estaba con alguien más, noté que su vello era bastante abundante. No sé cuánto tiempo pasó, pero al final ella se levantó, se arrodilló y me practicó sexo oral de una manera que nunca antes había experimentado. Tras recuperarme, tuvimos relaciones mientras la posicionaba como a ella le gustaba. Al despertar, ella no estaba a mi lado. La encontré en su cuarto, recién bañada y vestida solo con una bata y lencería. Intenté besarla, pero se alejó y expresó su preocupación por lo ocurrido y por lo que podría decir nuestra familia.

Todo volvió a la normalidad hasta el siguiente fin de semana, cuando ella fue a visitar a una de sus hijas, mi prima mayor. Regresó decepcionada porque no había podido convivir con ellos debido a que también habían salido. Era una semana de puente o feriado. Esa noche, mientras escuchaba música de banda y bebía, empezamos a hablar y tomar juntos. Con el ambiente ya propicio, comenzamos a bailar y nuevamente nos besamos y tuvimos relaciones. Desde entonces, por dos años, fuimos pareja en secreto, manteniendo las apariencias cuando mis primas venían a casa para que no sospecharan.

Un día, llegué del trabajo y encontré a mi tío, el ex de mi tía, en casa. Empezamos a beber los tres, y mi tío, bastante borracho, decidió no manejar de regreso a su casa, donde ya vivía con otra mujer. Nadie sabía que mi tía y yo estábamos juntos. Mi tío entró al cuarto que ahora compartíamos mi tía y yo, mientras yo me retiré al mío. Escuché sus conversaciones, y luego, sus quejidos de placer. Me quedé en mi cuarto, dolido y enojado, sin poder hacer nada.

A la mañana siguiente, cuando mi tío se marchó, entré al cuarto y desperté a mi tía para preguntarle qué había pasado. Ella me confesó que se había dejado llevar, pensando que yo dormía. Frustrado y molesto, pensé en dejar la casa, aunque la verdad es que estoy enamorado de ella y sé que ella también me ama. A pesar de todo, decidí quedarme, y recientemente hemos explorado nuevas facetas en nuestra relación, aunque con reservas y cuidado para no causar más problemas en la familia.

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