Su constante calentura le hace buscar las ocasiones para un acercamiento sexual con su tía y sus primitas
Un joven va a vivir con sus tíos para asistir a la universidad. Su constante calentura le hace buscar las ocasiones para un acercamiento sexual con su tía y sus primitas. Hasta que una noche sorprende a su tía masturbándose mientras ve una peli porno.
Al cumplir dieciocho por motivos de estudio tuve que irme a vivir una temporada a casa de mis tíos. Resulta que no me llegó la nota para la carrera pero sí me llegaba en la universidad de la ciudad donde vivían mis tíos. Mi plan era estar un año y luego pedir el traslado y ni en mis más calientes sueños podía imaginar lo que allí me pasaría.
Antes que nada voy a describirme, soy un chico alto y moreno, las mujeres dicen que soy mono con una polla normalita de unos 16 pero bastante gorda. Yo había tenido varias novias pero nunca había conseguido nada más que una buena mamada por lo que estaba loco por echar un polvo. Así que a mis dieciocho años podéis imaginar que tenía que recurrir a las pajas para bajar mi constante calentura.
Mi tío vivía en un gran apartamento con su mujer, Lourdes, y mis dos primas, Miriam de 18 y Maria de 21. Mi tía tiene 45 años pero se conservaba muy bien. Esta delgada y tiene un culo impresionante de esos que parecen gritar que los sobes y dos tetas enormes y firmes, eso lo sabía por algunas vacaciones que habíamos pasado en la playa y la había visto en bikini. Mi primita Miriam era muy delgadita y su cara y su físico poco desarrollado, con un buen culito y unas tetitas pequeñas pero que prometían buenas maneras, le daban el aspecto de una niñita. Por el contrario mi prima Maria era ya toda una mujer con unos senos más pequeños que los de su madre pero igual de apetecibles y con el mejor culo de las tres. Desde pequeño me había masturbado pensando en mi tía y Maria y con el paso de los años incluso en Miriam, que cuando se ponía sus gafitas tenía todo el aspecto de una niña.
El curso comenzaba el 29 de septiembre y mis tíos insistieron en que fuera un poco antes para acostumbrarme a la ciudad y a la que sería mi casa. Mi tío me vino a recoger a la estación a media mañana y me llevó en coche hasta el apartamento, por el camino me explicó que Maria estaba aún de vacaciones con unas amigas, empezaba el curso el mismo día que yo y aún quedaban siete días, y mi tía Lourdes estaba trabajando. Llegamos al apartamento y mi tío me ayudo a colocar mis cosas en lo que sería mi habitación, al lado de la de mi prima Miriam.
Cuando habíamos acabado de colocar todas las cosas oímos las cosas. Era mi prima Miriam. Vestía un pantaloncito estrecho que se ceñía a su culito y un top deportivo.
– ¡Primo! – gritó y me abrazó.
Desde pequeña había sido muy cariñosa conmigo. Su cuerpo estaba cubierto de sudor y el abrazo hizo que sintiera sus tiernos pechos y su cuerpo entrara en contacto con el mío. No pude evitarlo y tuve una erección de campeonato. Ella no pareció notarlo y continuó el abrazo mientras me decía lo mucho que me echaba de menos.
– Voy a bañarme, pues estoy que doy asco después de correr – dijo. – Tu siempre estas guapa Miriam. – Sonrió y me dio un beso en la mejilla.
– Eres mi primo preferido – dijo antes de salir de la habitación.
Llegó la hora de comer y yo seguía con la calentura pues no había encontrado el momento para hacerme una paja. Mi tío me explicó mientras comía que le habían vuelto a cambiar el turno y que ahora trabajaba por la tarde hasta que volverían cambiarle al turno de noche.
Se marchó poco después de comer dejándonos solos a mi prima y a mí. Nos fuimos al salón y estuvimos viendo un rato la tele.
– Hazme un favor – dijo de repente mi prima con voz melosa.
Yo mire su rostro juvenil y sus bonitos ojos verdes tapados parcialmente por sus gafitas, y me imaginé su boquita comiéndose mi polla.
– Lava hoy tu los platos que he quedado con unas amigas, ¿vale?
Por mi cabeza paso la idea de tumbarla en el sofá y follármela a lo bestia pero la razón se sobrepuso. Joder, la verdad es que estaba muy cachondo necesitaba hacerme una paja ya.
– Claro guapa yo lo hago pero me debes una – dije pensando que as&
iacute; estaría solo para aliviarme.
Se acercó y me dio un beso en la mejilla.
– ¡Qué bueno eres! – ¿Si?
La cogí de la cabeza y empezamos a jugar sobre el sofá, mi prima se reía mientras yo intentaba ponerme encima. El roce y mi calentura hizo que tuviera una gran erección que pese a mis tejanos era visible. Mi prima pareció notarlo y se puso muy colorada. Dejamos el juego y yo me senté cruzando las piernas intentando disimular mi erección. Se despidió y se marchó dejándome así. Nada más salir saqué mi polla del pantalón y me hice un paja en honor de las tetitas de mi prima. Me corrí rápidamente escupiendo grandes chorros de leche, pero tal era mi calentura que no se me bajaba. Como estaba solo decidí aprovechar la ocasión y me fui a la habitación de mis tíos. Busqué entre sus armarios hasta que encontré la ropa interior de mi tía. La principio sólo vi conjuntos normales, pero en el fondo había varios tangas y conjuntos de lencería muy sexy. Sólo pensar en que mi tía con ellos me puso aún más cachondo, cogí un tanga negro y lo pasé por mi polla y me masturbé. Cuando estaba a punto de correrme tuve la precaución de apartar el tanga para no dejar pruebas de mi delito.
Hecho esto me decidí a lavar los platos. Estaba acabando cuando llegó mi tía. Estaba guapísima con un vestido de tirantes que dejaba ver parte de sus grandes pechos.
– ¡Jorge cómo me alegro de verte! – dijo y me dio un beso mientras me abrazaba. – Sentir aquellos pechos tan cerca hizo que mi verga volviera a crecer, por suerte mi tía se apartó antes de darse cuenta. – – Vaya veo que estas lavando los platos – dijo mi tía – Vaya huésped más trabajador. – Uno hace lo que puede – bromeé. – Bueno yo voy a cambiarme y luego tengo que comer algo que tengo un hambre… – Mi tía se fue a su habitación y yo corrí a encerrarme al lavabo donde volví a masturbarme, por tercera vez en pocas horas.
El resto de la tarde lo pase viendo la tele un rato con mi tía y luego decidí dar un paseo para conocer mejor la ciudad. Mi tía me entregó un juego de llaves y estuve un buen rato dando vueltas, hasta que se me hizo de noche y regresé.
Mi tía y mis dos primas estaban poniendo la mesa para cenar. Mi prima Maria había regresado antes de tiempo, vestía unos tejanos cortados que le iban muy ceñidos, una camiseta de tirantes y un pañuelo le tapaba sus cabellos oscuros. Se acercó y me besó en la mejilla. Desprendía un olor dulzón que me encantó.
– ¿Ya cenamos? – pregunté – ¿y el tío? – Viene a las doce – me explicó mi tía.
Cenamos y estuvimos charlando mucho rato, especialmente con mi prima Maria con la que siempre me había llevado muy bien. Ella me explicó como era la vida universitaria y que no tardaría en adaptarme.
Miriam pilló en el satélite una peli que tenía muchas ganas de ver y fuimos todos al salón para verla. Mi tía me aconsejó que me pusiera el pijama pues estaría más cómodo. Ella se había puesto un camisón que le llegaba por las rodillas, pero que a contraluz se transparentaba y casi pego un grito cuando vi que sólo llevaba unas braguitas debajo. Asentí y me dirigí a mi habitación para cambiarme. Cogí un pijama formado por una camiseta de manga corta y un pantalón corto. Por lo que pudiera pasar me dejé los calzoncillos y volví al salón.
Mis dos primas también se habían puesto la ropa de dormir. Miriam llevaba un pijama parecido al mío pero con dibujos de ositos en la camiseta. El pijama le venía algo pequeño y marcaba sus pezones. Maria llevaba un pijama del mismo estilo, sin dibujos, pero bastante grande. Me senté entre mis dos primas y comenzamos a ver la película. No pude evitar fijarme en Miriam, el pantaloncito marcaba la raja de su culito y no pude contener mi erección. La película era muy larga y a la mitad mi prima Miriam estaba dormida apoyando su cara en mi hombro. Tener cerca ese pequeño cuerpo era más de lo que podía resistir y aprovechando que Maria y mi tía estaban también dormidas pasé el brazo sobre los hombros de mi primita. Con precaución comencé a acariciarle sus pequeños pechos y pese a estar dormida sus pezones se pusieron duros marcándose
claramente en su pijama. Loco de excitación me atreví a bajar con mi otra mano hacia su pelvis. Su coñito se marcaba a través del pijama y comencé a pasarla la mano por encima. Mi prima lanzó un pequeño gemido de placer y yo continué. Bajé mi otra mano para intentar bajarle su pantaloncito. En ese momento oí el sonido de la puerta y me aparté de mi prima rápidamente.
Mi tío entró en el salón y observó la escena con una sonrisa.
– Vaya veo que te ha pasado como a mí. Estas mujeres siempre se duermen – dijo – Siempre acabó de ver las películas yo solo. – Sí – dije y sonreí mientras cruzaba mis piernas para disimular mi erección.
Mi tío volvió a sonreír y se fue a hacia su habitación . Yo aproveché para ir a la mía y acostarme. Una vez allí me masturbé pensando me prima y me corrí en un orgasmo bestial. Sonreí al pensar que me había masturbado cuatro veces por culpa de mi tía y mis primas. Jejeje iba a ser un año muy duro.
Pasó una semana en que no hubo más encuentros con mi prima, pero en que aproveché cada momento en que me quedaba solo para masturbarme en honor de mi tía y mis primas. Y durante esa semana estaba bastante tiempo solo, mis primas salían con sus amigos y mis tíos trabajan. Finalmente mi prima Maria me presentó a su panda y empecé a salir con ellos. Tenía varias amigas que estaban muy bien pero ninguna era como ella.
Llegó el 29 y mi prima me acompañó a la facultad el primer día, en mi carrera una ingeniería técnica, no abundan las mujeres por lo que mi prima llamaba la atención por los pasillos. El primer día fue como me esperaba presentación de los profesores y las asignaturas, horarios, etc. Iba por la mañana, por lo que podría ir con mi prima Maria en su coche hasta la universidad, pero yo acaba a las doce y ella se quedaba a comer en la universidad por lo que volvería en autobús. Así los primeros días me acostumbre a mi nueva rutina, después de clase llegaba sobre las doce y media a casa y me encontraba con mi tío que se iba a las dos a trabajar. Miriam llegaba a las dos del instituto y estaba en casa hasta que salía con las amigas. Mi tía llegaba a las tres y solía pasar la tarde en casa.
Llevaba ya dos semanas de clase cuando pasó algo que me iba a permitir disfrutar de mi tía y sus dos hijas. A mi tío le cambiaron al turno de noche por lo que estaba todo el día en casa y se iba a las once. Eso al principio me jodió pues provocó que tuviera que dejar mis pajas hasta la noche, pues por la tarde había demasiada gente.
El primer viernes desde que a mi tío le cambiaron el turno mi prima Maria me insistió para que saliera con ella y sus amigos. Habían abierto un local nuevo en la ciudad y todos querían ir a verlo. Pero esa tarde había estado jugando a fútbol con algunos compañeros de clase y estaba cansado por lo que le dije que no iba. Cené pronto y me fui a la cama a las diez, pero eso no me evitó ver a mi prima preparada para salir de fiesta. Llevaba toda la cara maquillada y el pelo suelto sobre los hombros. Vestía un jersey que se pegaba a sus pechos y un pantalón ajustado blanco que marcaba el fino tanga que llevaba.
Pese a que estaba cansado me pegué una gran paja en su honor antes de caer redondo. Quizás porque no acostumbraba a dormirme tan pronto o por alguna otra razón que desconozco me desperté sobre las dos. Tenía mucha sed así que fui hacia la cocina intentando no hacer ruido para no despertar a nadie. Vi claridad en el salón y supuse que mi tía se había quedado dormida viendo una película. Me acerqué con cautela y entreabrí la puerta. Lo que vi me dejó estupefacto. Mi tía estaba sentada en sofá con el camisón remangado hasta la cintura, las bragas en los tobillos y masturbándose con la mano derecha, mientras que con la izquierda se sobaba las tetas. Vaya coño que se gastaba con unos labios gruesos y lleno de pelo, aunque recortado por los lados .Entonces oí los gemidos provenientes de la tele y comprendí que estaba viendo una película porno.
– Sii, sii, métela hasta el fondo – oí que decía mi tía.
Yo me había sacado la polla y me la estaba meneando. Entonces decidí que era la hora de echarle huevos e intentar follarme a tía. La verdad es que n
o sabía cómo iba a reaccionar pero al menos jugaba con la ventaja de haberla pillado in fraganti. Me guardé la polla en el pantalón, no sin dificultad y entré de improviso en el salón. Mi tía pegó un salto y se apresuró a taparse con las manos.
Yo me acerqué rápidamente y me senté como si quisiera ver la película. Un negro con una polla gigantesca se la estaba metiendo por culo a una jovencita que gemía de placer.
– Yo, yo…-balbuceó mi tía. – Tranquila tita, no pasa nada – dije yo. Sabía que tenía que aprovechar su confusión – Es algo muy normal satisfacernos nosotros mismos. Es algo natural.
Como si quisiera afirmar mis palabras saqué mi polla y la empecé a menear. Ella me miró confusa unos instantes y yo temí que se fuera pero se notaba que seguía cachonda y miraba mi polla con lujuria.
Se sentó sin dejar de mirarme y se quitó las bragas y el camisón mostrándome sus exuberantes pechos. Lentamente volvió a masturbarse. Yo noté que ya no miraba la película me miraba a mí. Yo me puse de rodillas en el sofá y me acerqué a ella sin dejar de masturbarme, ofreciéndole mi verga.
– Esta muy bien divertirnos solos pero ya que estamos aquí – dije con picardía.
Ella no contestó pero su mirada de lujuria fue más que suficiente. Puse mis manos en su cabeza y le acerqué a mi polla. Al principio parecía que se resistía pero finalmente se la tragó entera. Dios es increíble la sensación de que tu tía te chupe la polla. Además lo hacía como una experta. Me hizo sentar en el sofá y ella se lanzó sobre mi polla, con lo que me permitió que mis manos exploraran su coño. Estaba muy húmeda y su clítoris era enorme con lo que no tuve problemas para acariciarlo. Ella por su parte lamía mi capullo con lentitud, como si fuera un helado, mientras yo gemía de placer. Comenzó a lamer todo el tronco hasta que se la metió entera. Yo la cogí de la cabeza y empecé a marcarle el ritmo. Era genial me estaba follando a mi tía por la boca. Le metí tres dedos en su coño y empecé a moverlos rápidamente, mi tía empezó a mover su culo a modo de respuesta.
– Diooos tía me corooooo – exclamé y en ese instante me pareció ver una sombra en la puerta. – Mi tía no apartó la boca y se tragó los abundantes chorros de semen que lancé. Continuó lamiendo hasta que mi polla quedó limpia. Entonces volví a fijarme en la puerta y no vi nada pero estaba seguro que antes había visto algo.
Mi tía se sentó y yo me lancé a lamer su coño. Se estiró en el sofá y abrió al máximo sus piernas mientras yo chupaba con mi lengua a la vez que introducía mis dedos en su encharcado coño.
– Siii, sigue, sigue – jadeó mi tía- Qué bien lo haces, qué bien. – Yo empecé a buscar con mi mano su culito y empecé a acariciar su trasero. Mi tía Lourdes gemía como una loca y yo aproveché para meterle un dedo por el culo.
– No por ahí nunca lo he hecho.
Yo no le hice caso y continué metiéndole un dedo mientras le chupaba el coño.
– Me corrooo- anunció y me bañó la cara con su corrida. – Yo la continué acariciando y noté que mi polla ya estaba lista para participar en la fiesta. Mi tía se dio cuenta.
– ¡Métemela ya, que no resisto más! ¡Métemela hasta el fondo! – Yo no dudé en hacerle caso y puse mi polla en la entrada de su vagina. Empecé a pasar mi capullo por sus labios mientras mi tía gemía excitada.
– ¡Metela ya, por lo que más quieras! – Mi polla entró con facilidad debido a la humedad de mi tía y se la metí de golpe hasta los huevos. Mi tía lanzó un chillido de placer y yo empecé a un rápido metesaca. Mi tía cerró sus piernas tras mi culo para atraerme más hacia ella. Y yo empecé a lamer sus pechos como sin dejar de metérsela hasta el fondo. Mi tía se corrió otra vez y yo aceleré más el ritmo para acabar.
– Me corro tía – Sii, quiero sentir tu leche dentro de mí – me dijo. – Me corrí y noté que mi tía volvía a tener otro orgasmo. Me derrumbé exhausto sobre ella sin dejar de acariciarle las tetas. Mi
polla no perdió su rigidez por lo que continué follándomela.
– Dios, siiii, no pares , sigue – exclamaba mi tía.
Entonces tuve una idea y se la saque de repente. Mi tía me miró como suplicando que volviera a metérsela.
– Ha sido mi primera vez – le revelé a mi tía que me miró con sorpresa – Por eso me gustaría que para ti también lo fuera.
Mi tía me miró extrañada hasta que lo comprendió.
– Qué cabronazo, me quieres dar por culo – dijo con una sonrisa. Se colocó en el suelo a cuatro patas -Después de todo lo que me has hecho pasar es lo mínimo que puedo ofrecerte ¡Vamos ven a dar por culo a la puta de tiita, vamos!
Ver a mi tía de cuatro patas mostrándome su culo y su coño me hizo enloquecer y me lancé sobre ella y se la metí por el culo de golpe hasta los mismísimos huevos. Se la metí tan a lo bestia que llegó a dolerme, pero no tanto como a mi tía que chilló de dolor, pero no me dijo que la sacara. Como quien calla otorga yo proseguí follándomela, sin compasión. La penetraba con tal fuerza que mi tía se derrumbó sobre sus brazos, lagrimas de dolor corrían por la cara de mi tía. Sin dejar de follarla con fuerza empecé a acariciar su coño que estaba encharcado. En menos de un minuto los gritos de dolor de mi tía se convirtieron en gemidos de placer.
– Sii, qué bueno, no pares nooooo – dijo mientras volvía a correrse. – Yo la agarré por el pelo y se la clavé hasta el fondo mientras llegaba a un fenomenal orgasmo y llenaba el culo de mi tía de leche. Permanecí casi un minuto sobre mi tía sin moverme. Entonces se la saqué y vi que grandes cantidades de semen salían por su culo, al igual que algo de sangre. Me alarmé al verla y se lo comenté pero mi tía tras tocarse el trasero se levantó sonriendo.
– Dios cómo lo he pasado. – Se acercó a mí y me dio un beso con lengua impresionante y me agarró mi verga, ya flácida y manchada de flujos y mierda. Se agachó y la besó.
– Creo que nos lo vamos a pasar muy bien tú y yo cariño – me dijo. – Yo no pude menos que evitar sonreír ante la perspectiva de esas palabras y no pude dejar de pensar en como podría llegar a conseguir hacer lo mismo con mis primas y recordé la sombra que había visto en la puerta y que sólo podía ser mi primita Miriam.