Infidelidades consentidas de mi novia: Siempre quise que mi novia me pusiera los cuernos… y esta es mi experiencia real
Siempre me ha atraído la idea de que mi novia me pusiera los cuernos, pero claro, era algo que no me atrevía a contárselo. Durante algunos meses estuve leyendo historias de infidelidad por internet, pero el problema es que la mayoría son inventadas, y a mi sólo me interesaban aquellas que contuviesen rasgos de credibilidad. Tampoco me gustaban aquellas de sumisión, ni de matrimonios. Lo único que buscaba son experiencias de chicos a los que su novia les hubiera puesto los cuernos y lo hubieran superado. Lo cierto es que cada día que pasa las mujeres son más infieles y el número de novios con cuernos aumenta considerablemente. Pues bien, conforme pasaba el tiempo, tenía más ganas de que sucediera. Mi novia, una preciosa muñequita de 20 años, tomó la decisión, muy a mi pesar, de irse a estudiar un año entero a otro país.
Cuando conocí la noticia, mi mundo se vino abajo. Sin embargo, traté de no expresar demasiado mis sentimientos, pues ella buscaba mi apoyo y compresión. Me prometió que se compraría un móvil y que así podría llamarla todas las noches para sentirla más cerca. Pasaron los meses, y cada vez estaba más cerca el momento de la despedida. Nos prometimos vernos, como mucho, cada 3 meses. El último día hicimos el amor como locos, y cuando quise darme cuenta, ya se había ido. Al volver del aeropuerto me mordía los labios de tristeza, y decidí dar un paseo por el puerto, lugar donde siempre he ido a descargar mis peores momentos.
Mi chica se alojaba en casa de una familia, hacía vida de estudiante, y compartía conmigo los últimos minutos del día, por teléfono, justo antes de acostarse. Las primeras semanas pasaron muy rápido. Poco a poco, volvieron a mi cabeza aquellos sentimientos de que me pusiera los cuernos. La verdad es que, pensándolo bien, lo tenía todo a mi favor, ya que ella estaba en un país distinto, donde nadie la conocía. Tenía que dar el paso. Tenía que tragarme esa sensación de culpabilidad y hablarlo con ella. Al fin y al cabo, era mi novia, y supongo que yo debía contarle todo y que ella debía entenderme. Además, ¿qué era lo peor que podía pasar? Supongo que me dijese que estaba loco y que jamás haría tal cosa. Si fuese así, olvidaría el tema para siempre.
Pero… ¿y si a ella no le desagradase la idea? Decidido, tenía que dar el paso. Ese día, cuando la llamé por la noche, cada uno con su móvil desde la cama (utilizaba tarjetas de llamadas que compraba en las ramblas de Barcelona) le dije que necesitaba masturbarme, y que por favor me ayudase. A los dos nos gustaba el sexo telefónico, pues era la única forma de sobrellevar esta separación temporal.
Comenzó a decirme cosas eróticas y a poner esa vocecita capaz de derretir a cualquiera. Fue maravilloso. Al terminar, me limpié con unos clinex y le dije que ahora le tocaba a ella. Le propuse que se relajase y que hiciera todo lo que fuese diciendo. No voy a dar detalles ya que no son importantes para el contenido de mi historia, pero sí tengo que decir que cuando estaba más excitada, le pregunté si le gustaría hacerlo con otro. Mi chica, a pesar de su excitación, me dijo que estaba loco, pero en un tono nada serio. Luego me preguntó: – ¿Y a ti? ¿Te gustaría? – No se, creo que si.
El tema no pasó de ahí, pero al menos ya había dado el primer paso, y no había sido tan negativo como yo temía. A partir de entonces, el tema se hizo presente todas las noches que teníamos sexo telefónico. Tras 3 meses sin vernos, llegó el momento de ir a visitarla. Me compré un billete de avión y me fui a buscarla como quien busca un tesoro. Pasamos unos días maravillosos. Uno de esos días, nos fuimos de excursión a un pueblecito muy romántico que no estaba muy lejos de donde ella vivía. Allí, en un pequeño hotel, di el paso final. Hicimos el amor como locos. Al terminar, le pregunté si había algún chico que hubiese intentado ligar con ella.
– Pues si, conocí a un chico en un tren, bastante simpático. No es muy guapo, pero me pareció muy agradable.
– ¿Te gustaría acostarte con él? – ¿Lo dices en serio? ¿Me estás pidiendo que te ponga los cuernos? – Si, cariño. Pero no son cuernos si yo lo acepto. Ten en cuenta que yo he tenido otras relaciones anteriores y tu sólo me has probado a mi. ¿no te gustaría estar con otro chico, probar otras cosas? – No se, esto es tan raro.
– Venga, dime que te lo follarás.
– No se…
– Si lo estás deseando….
– ¿De verdad me dejarías? – Claro que sí, cariño. Me gustaría que probases otras pollas.
– Vale, si tu quieres, lo haré.
– Prométemelo! – Te lo prometo.
– Prométeme que te lo follarás.
– Te lo prometo, mi vida.
Comencé a besarla. Los dos estábamos muy excitados. Esa excitación nos hizo meternos en una conversación mucho más caliente…
– Me gustaría que chupases muchas pollas, que aprendieses a mamar pollas bien, porque no sabes.
– Claro, no se, y tengo que aprender.
– Si, pero no una, quiero que mames muchas, que seas toda una experta mamando pollas. Así luego me la podrás mamar muy bien.
– Es verdad, tengo que aprender. No te preocupes que mamaré muchas pollas. Todas las que quieras. Muuua!! La verdad es que por unos instantes pensé que ella me había tomado a broma, y que me seguía el juego.
– Te lo digo en serio, quiero que te lo folles y que mames muchas pollas.
– Que si, cariño. Me lo follaré y le mamaré la polla. Luego buscarés otras pollas para aprender más. Quiero darte mucho placer y tengo que aprender.
Bueno, como podréis imaginar, aquella fue una noche de las mejores de mi vida. De echo, creo que hicimos el amor como nunca antes. Los días pasaron y tuve que volver a mi país. Las semanas pasaron con sesiones de sexo telefónico muy intensas, pero el tema salía de vez en cuando, pues no quería aborrecerla. Yo no hacía más que pensar en las palabras de ella, en su promesa. ¿De verdad lo dijo en serio? ¿Lo dije yo en serio o fue fruto de mi excitación? ¿Me hará caso? No se, una parte de mi quería que ella lo hiciese y otra parte decía que no. Estaba confuso.
Llegó la Navidad, y fue ella la que regresó a España. Un día, estando en la cama, después de una buena sesión de sexo, me miró a los ojos y me dijo: – Cariño, tengo que decirte algo.
– Dime, cielo.
– ¿Te acuerdas del chico ese del que te hablé? – Si, claro.
– Pues eso…
Le estaba costando hablar. Tragó saliva, como buscando las palabras apropiadas.
– Pues eso,… que lo hicimos.
– ¿Cómo? – Que lo hicimos.
En cuestión de una milésima de segundo, sentí un tremendo pinchazo en el estómago, e inesperadamente, me abalancé sobre ella…
– ¿De verdad? – Si.
– Muuuua!! Te quiero!! Estaba confundida, no se esperaba mi reacción, ni yo tampoco, la verdad.
– No me lo puedo creer, si lo llego a saber te lo hubiese dicho antes, porque me ha costado mucho decírtelo.
– Muuua!! Te quiero cariño!! ¿Y qué tal? ¿Cómo fue? – Pues un día, en su coche, al llevarme a casa, no pude más y le besé. Luego él me empezó a besar y comenzó a tocarme. Nos calentamos y me llevó a las afueras de la ciudad. Allí lo hicimos en el coche.
– ¿Te gustó? – Si – ¿Mucho? – Si, mucho.
– Muuuuaa!!! Cuánto me alegro mi vida!! – Sólo lo hicimos una vez, pues fue hace sólo unos días, justo antes de venir a verte.
– Bueno, no te preocupes. Quiero que te lo vuelvas a follar.
– ¿Otra vez? – Si, claro. Quiero que te lo vuelvas a follar. Prométemelo!! – Muuuua!! Te lo prometo mi vida.
Volvimos a hacer el amor. Durante esos días me fue dando más detalles de esa primera infidelidad consentida y pronto llegó el momento de la despedida. Se habían terminado las vacaciones de Navidad y tenía que volver a sus estudios en el extranjero. Pasaron unas semanas y pronto me dijo que había vuelto a quedar con él, y que lo habían hecho otra vez en el coche. Yo la animaba cada vez más. Si no recuerdo mal, lo hicieron unas 4 veces, pues el chico no mostraba mucho interés (cosa que me extrañó). Un día me dijo que estaba un poco cansada de hacerlo siempre en el coche, que le gustaría acostarse con él en un hotel. Obviamente, yo le dije que si, que buscasen un hotel y que quedasen un fin de semana. Así lo hicieron, y un día antes de la cita me dijo: – Si no quieres no voy.
– Claro que quiero mi vida. Fóllatelo bien. Demuéstrale lo que vales.
– Si mi vida, pero una cosa…
– Dime.
– Cuando él venga a por mi, apagaré el móvil y no lo conectaré en toda la noche, porque seguro que luego quieres llamarme y quiero estar relajada y entregarme por completo.
– Claro mi cielo, no te preocupes.
Llegó el día y yo sólo pensaba en eso. Dos horas después de la hora acordada para que él pasase a recogerla, no pude más y la llamé… El móvil estaba apagado!!!! – Joder, se lo está follando. Es verdad!!! Mi cabeza daba vueltas, no sabía si lo estaba haciendo en serio o si era un juego de ella.
Pensé que quizás estaría en su habitación, haciendo trabajos del colegio, y con el móvil apagado. Todo era un truco de ella, quería ver hasta dónde llegaba yo, o quizás quería darme el placer de que yo experimentase su infidelidad, aún no siendo cierta. Pero por otro lado, pensé que también podía ser real. Que todo lo que me había contado, podía ser real. Me estaba volviendo loco, no podía soportar la intriga. Pensé incluso en irme al aeropuerto y comprar un billete de avión para estar esa misma noche allí. Pero era una locura, no sabía a dónde habían ido, sería imposible encontrarlos. Bueno -pensé-, al menos puedo ir a casa de su familia y preguntar por ella, si no está allí… joder!!! Si no está, ¿qué hago? No, no es una buena idea. Seguro que está en su casa, que todo esto es un juego suyo. Me quiere demasiado para hacerme algo así.
Fueron las peores horas de mi vida. Al día siguiente, la llamé: – Hola mi amor!! (me dijo ella) – ¿Qué tal? ¿Qué pasó anoche? – Pues eso, vino a recogerme y nos fuimos a un hotel muy bonito que había reservado él. Me invitó a cenar y luego nos fuimos a la habitación. Me puse un conjunto muy sexy, ya que quería que fuese muy especial.
– ¿Qué pasó???? – Espera, no te impacientes. Primero le hice una buena mamada. Luego le puse el preservativo y me estuvo follando un buen rato. Luego descansamos y lo volvimos a hacer. Me gustó mucho. Nos dormimos y por la mañana, como él tenía prisa, sólo me dio tiempo a hacerle una mamada. Fue nuestra despedida, pues se va a vivir a otra ciudad y ya no nos podremos ver más.
– Vaya, pero bueno… ¿te lo hizo bien? – Si, se mueve muy bien, fue muy distinto a hacerlo en el coche.
Pasaron los días y mi estómago seguía siendo una lavadora. Ya no sabía qué pensar.
Existían tantas posibilidades de que aquello fuera cierto como de que no. Lo que sucede es que ella nunca había mostrado tanta imaginación en estos temas, y eso me preocupaba mucho. Tenía que descubrir la verdad, y el único modo era convencerla de que ahora tenía que ir a por otro… Se lo dije una noche, y me dijo que si, que había conocido a otro chico con el que compartía una de sus aficiones favoritas, visitar museos. Lo poco que me contó fue que él también era extranjero y que estaba en su misma situación, estudiando. Me dijo que en su país era muy común que los amigos se diesen «piquitos» en vez de un par de besos en las mejillas, y que a ella ya le había cogido confianza y cada vez que se veían o se despedían se daban un «piquito». Eso me puso a cien. Sólo podía pensar en mi novia dándose piquitos con un desconocido, y todo delante de sus compañeras de curso, quienes sabían perfectamente que ella tenía novio.
Pasaron los días y un fin de semana me contó que los de su curso se irían a otra ciudad a un concierto musical. Al día siguiente me contó que de regreso, ella se vino en el coche de su nuevo amigo (los dos solos), y que pararon a mitad camino, en plena noche. Me dijo que ella intentó convencerlo para que lo hiciesen allí mismo, pero que él no quiso.
Me dijo que sospechaba que era maricón, pero que aún así, tenía ganas de sexo, y le hizo una buena mamada. Joder!! -pensé- esta es la segunda polla que mama. La cosa no pasó de ahí.
El resto del año escolar fue muy tranquilo. Lo único que noté es que algunas veces (no muchas), cuando yo la llamaba, tenía el móvil desconectado, algo bastante raro, pero siempre me daba explicaciones convincentes. Pues bien, un buen día, conseguí descifrar la clave de su cuenta de correo en un conocido servicio de internet. Al entrar en la bandeja de correos recibidos, pude ver varios de una antigua amiga suya. Comencé a leerlos y fue entonces cuando me llevé la mayor sorpresa… Por esos e-mails supe que todo lo que me había contado era cierto, y no sólo eso, sino que además, ella había estado teniendo una relación (los últimos meses) con otro chico. Entre ellas, parecía que se contaban todo, pero fue un párrafo el que más me llamó la atención: …Este chico me vuelve loca. Lo quiero muchísimo, pero se que no voy a poder estar así siempre. Los dos me quieren mucho. Creo que al final me quedaré con mi novio, pero de momento voy a seguir con los dos, hasta que termine el curso escolar. Mi novio no lo sabe, y no se lo pienso decir. Me siento realmente bien…
Ahí tenía la respuesta a todas mis dudas. No sólo lo anterior era cierto, sino que además, estaba teniendo otra relación a mis espaldas, con alguien muy especial para ella, que la volvía loca. Me encontraba en un callejón sin salida. Pensé, pensé rápido. ¿Qué podía hacer? Por un lado me gustaba que me pusiese los cuernos, pero con mi consentimiento.
Sin embargo, esto lo estaba haciendo a mis espaldas, y no me gustaba. No me gustaba nada. Estaba enfadado, dolido. Si finjo no saber nada, los dos seguiremos disfrutando, pero… ¿y si se enamora de él, cambia de opinión, y me deja? Joder!! Esto es peligroso, tengo que hacer algo. Pues bien, me dejé llevar por mi instinto y la llamé. Fui muy directo: – En estas últimas semanas… ¿has estado con algún otro chico? – No, cariño.
– (Me estaba mintiendo, y eso me dolió mucho más). ¿Seguro que no? – Claro que no.
– Vale, sólo era eso, perdona.
A los pocos minutos, la volví a llamar. No podía vivir así ni un segundo más. – ¿Seguro que no has estado con nadie más? – Que no, mi vida.
– Pues mira, tengo pruebas de que has estado con otro. Me estás mintiendo. – ¿Cómo? No he estado con nadie.
– No me mientas!! Se que estás con otro, tengo pruebas, y te las voy a enviar, así que es mejor que me digas la verdad…
Aquello fue demasiado para ella. Comenzó a llorar, con una sensación de no poder creerse que eso le estuviera pasando a ella. Finalmente me contó todo, entre llantos.
Llantos que yo jamás había escuchado en una mujer. Lo pasó realmente mal. Me pidió mil perdones, se le iba la voz de tanto llorar. Nunca le enseñé las pruebas, y tampoco sospechó que fuesen los e-mails. Le dije que tenía fotos y se lo creyó.
Supongo que muchos de vosotros, seáis hombres o mujeres, hubierais esperado otro final. Pero esto es lo que pasó, con lo que estoy viviendo hoy en día. Tuve que perdonarla, pues la quiero con todo mi corazón, y en realidad fui yo quien la metió en este mundo. Ella se despidió del chico con mucho dolor. Él montó algún numerito para tratar de no perderla, pero finalmente volvió a mi. Todavía le manda algún mensaje de vez en cuando, a los que ella no contesta. Mi chica terminó su viaje de estudios, volvió a casa y desde entonces, si no me equivoco (por lo menos ya no hay pruebas ni en sus e- mails ni en otros detalles que controlo), me es fiel.
Ya no tocamos esa tema, pero ella ha cambiado mucho. Accedió a hacerse un tatuaje en el pubis, yo le acompañé, claro está, y no tuvo más remedio que enseñarle todo su coñito al artista. Ahora, siempre que podemos, cuando vamos a la playa hace top-less, cosa que me excita muchísimo. Algunos meses atrás me preguntó si me gustaría verla follar con otro.
Tuve la tentación de decirle que sí… pero ya no podía volver a jugar con fuego y mi respuesta fue negativa. Lo máximo que hemos hecho ha sido ir a un restaurante erótico, donde ella ha podido tocar el torso del stripper, pero nada más. Yo sigo buscando en internet relatos de novias infieles… y no se… he oído de un restaurante donde hacen un show con striptease integral en el que ellas pueden tocarle la polla al chico sin tapujos. Quizás la lleve…