Con el Novio de Mi Hermana
Que mi hermana era un poco casquivana lo sabía casi todo el mundo. Que era además bastante calientapollas lo sabía su nuevo novio y yo, su hermano, que todos los fines de semana que nuestros viejos no estaban en casa, les escuchaba en su habitación… El pobre chaval no conseguía llegar al final nunca.
Aquel día el pobre lo había intentado todo, pero al final mi hermana le mandó a su casa pero que muy caliente.
Raúl, que así se llamaba pasó por delante de mi cuarto. Yo estaba haciendo un poco de mancuernas, y solo llevaba puestos unos pantalones de deporte, y escucharlos me había excitado un poco. Pero por lo que podía ver, no tanto como a él. No pude evitar no mirarle el paquete. La tenía a reventar, se podía ver por el bulto en sus vaqueros.
Pasó por delante de mi cuarto y le sonreí. Me miró un momento, de arriba a abajo, y siguió hacia la puerta. Escuché la puerta abrirse y cerrarse, y creí que se había marchado, cuando de repente, le vi aparecer otra vez, andando sin hacer ruido. Entró y cerró la puerta sigilosamente.
– Tú quieres chupármela,¿verdad?
Yo le miré sorprendido, sin saber que hacer. Se acercó a mi hasta que estuvo a mi altura, y con fuerza me obligó a arrodillarme delante de él. Se bajó los pantalones y sin mediar palabra me la metió en la boca. Senti un sabor entre agrio y salado, y no supe qué hacer. Él empezó a meterla y sacarla sin soltarme la cabeza. Me quedé en estado de shock y no supe que hacer. Me estaba excitando a mi pesar, pensando que le estaba chupando la verga a un tio, y encima era el novio de mi hermana. Él empezó a ir cada vez más deprisa, hasta que de pronto la sacó y se corrió en mi cara…
Se quedó mirándome con una sonrisa de satisfacción, y sin decir palabra, se la guardó otra vez y se fue sin hacer ruido.
Yo estaba sorprendido y avergonzado de mi mismo. Nunca hubiera sospechado que aquello podría gustarme, pero tenía mi pene duro como una roca, y no pude evitar masturbarme pensando en aquella mamada que el novio de mi hermana me había «obligado» a hacerle. Recordaba aquel sabor en la boca y con el dedo cogí el semen que aún quedaba en mi cara y lo chupé con deleite. No era un sabor especialmente agradable, pero me excitaba terriblemente. Me masturbé otras tres veces pensando en Raúl, y a partir de allí no podía esperar a que volviera…
Colaborador: bistro