El vecino que hace demasiado ruido, que se desata cada vez que folla
El relato no es mio, pero me engancho desde el primer párrafo, por eso deseo compartirlo con vosotr@s
Vecino Ruidoso
Mi padre siempre decía que una vez te casas y te han cazado la vida sexual se reducía a lo que tu mujer quería y eso significaba que cada año menos. Y que el primer hijo era la muerte sexual de la pareja. Nunca pensé que aquellas palabras fueran ciertas. Si te dicen que tu vida sexual se iba a acabar a los 31 años no te lo creerías ni de coña.
Mi padre era un mujeriego que se follaba todo lo que podía, de joven ligaba mucho, y sobretodo con mujeres casadas. Yo lo pille un par de veces saliendo de casa de la vecina de abajo. La verdad es que era un secreto a voces y el tampoco se preocupaba mucho en ocultar. Yo siempre lo odie por eso… pero desde hace unos meses lo empezaba a entender. Ahora me arrepiento de haber dejado de hablarle cuando se fue con aquella chavalita de mi edad con pinta de zorra. Con lo salido que estoy hasta le propondría un trío. Mi padre se murió hace dos años, después de pegarse los últimos cuatro de juerga en juerga con el dinero de la prejubilación, con lo cual ya no le puedo pedir consejo.
Me llamo Jaime y hace 14 meses que no follo. Parece una presentación de alcohólicos anónimos… pero debería haber una asociación de maridos calzonazos anónimos. Para el resto del mundo mi matrimonio es ideal. Para mí es un engaño… me siento un hombre estafado. Me casé con una chica fantástica, guapa, cuerpazo, graciosa, interesante, con conversación… Tras 3 años de matrimonio vivo con una loca del control obsesionada con nuestro hijo de 5 meses.
Mi padre acertó en todo… después del matrimonio nuestra vida sexual decayó. Antes éramos como leones, yo siempre he sido muy sexual y nos podíamos pasar el día follando. Después de casarnos todo le molestaba, no le gustaba follar si no estaba duchado, mi polla le hacía daño, que si me corro mucho y le daba asco, que si beso con mucha saliva y mucha lengua… Algo cambió en su cabeza… porque os aseguro que a mí la polla no me creció a los 28 años.
Y cuando se quedó embarazada la cosa fue a peor, un embarazo de riesgo en el que los tres primeros meses el médico nos prohibió tener sexo… los otros seis fueron prescripción de mi esposa. Yo lo llevaba como podía, estaba ilusionado con el niño y entendía los miedos de mi mujer. El problema es que sigue en el mismo plan, con escusas y más escusas que no tienen fin. Y cuando se le acabaron empezó la táctica que mi padre me advirtió cuando todavía era muy joven para entenderlo. Siempre recordaré sus palabras… Yo estaba sentado en la cocina terminando el desayuno, tendría unos trece años, mi padre se levantó cachondo y empezó a tontear con mi madre que lo apartó de malas formas y le empezó a echar cosas en cara; que si siempre pensaba en lo mismo, que tenía que arreglar el desagüe del fregadero, que si era muy tarde para levantarse… Yo decidí coger mi taza de colacao e irme al salón. La discusión siguió un rato, desde hacía tiempo era lo normal. Mi padre llegó al salón todavía en gayumbos, su empalme había bajado un poco, pero se le marcaba todavía en los holgados Abanderado blancos que siempre llevaba. Tras poner el partido de baloncesto de la ACB se giró y me dijo:
Hijo, sabes porque las mujeres discuten tanto con sus maridos? – No le respondí solo miré como se rescaba los huevos y luego se olía la mano con naturalidad poniendo cierta cara de placer al recibir ese estimulo olfativo.
Para no follar… así de simple. Tú te preguntarás en su momento ¿qué ha pasado?, ¿por qué ya las cosas no son como antes?… Pero la respuesta es muy fácil: para no follar.
Yo no respondí, pero recordaba mucho esas palabras, casi a diario desde que nació mi hijo. En cierto modo empezaba a extrañar a ese padre putero que odié durante años. Viví en una casa donde las riñas eran diarias y retrasmitida a gritos para el resto de vecinos, incluso para la zorra que se follaba mi padre y su marido calzonazos.
Como podéis ver me casé joven para lo que es habitual actualmente, empujado por el conservadurismo de la familia de mi mujer y fomentado por escapar de la casa de mi amargada madre. Vivimos en la típica urbanización de nueva construcción de las afueras de Madrid, con su piscina y parque infantil dentro de las instalaciones comunes. Un piso preparado para tener dos o tres hijos en el que todas las parejas parecemos clones… cercanos a la treintena con hijos pequeños o en camino de tenerlos. Un sitio que cada vez me deprimía más. Aunque todo parecía genial, yo cada día era más infeliz. La verdad es que al principio encontré consuelo en un par de colegas que tengo en la urbanización. Ellos están casi como yo, matándonos a pajas, aunque yo creo que soy el caso más extremo… ellos al menos follan de vez en cuando. Yo les miento y creen que algún polvo he echado en los últimos meses.
El único que no encaja en el perfil de parejas clónicos de la urbanización es mi vecino de enfrente. En cada planta solo hay dos vecinos, y nuestro vecino es un tío de unos treinta años, el cual pasaría desapercibido en cualquier sitio si su casa no fuera como un cuarto oscuro. Desde que se mudó hace dos meses no dejan de llegar tíos a follárselo. De todos los tipos… jóvenes, más mayores, cachas, delgados, en traje, en chándal… Mi mujer anda de los nervios, porque no se corta un pelo, se escucha todo y es uno de sus temas preferidos de discusión. Quiere que llame a la policía para denunciarlo por prostitución… Y yo le digo que es su vida y se puede follar lo que le de la gana.
Tras la enésima bronca con mi mujer, que acabó con el niño llorando y yo durmiendo en el sofá, decidí contentarla a mi pesar. Como me dijo mi mujer llamé justo cuando llegaron dos chavales de 20 años que tenían pinta de venir a darle caña de la buena. Los típicos chandaleros que no cuidaban especialmente las aparencias, fijo que olían a choto los cabronazos. No tardaron en confirmar lo que esperábamos, desde la habitación que iba a ser del niño (que tuvimos que reubicar ante la insistencia de mi mujer) y el baño de invitados al que yo había sido relegado, se escuchaba todo muy claro. Estuve un rato allí, se escuchaban risas de primeras, y al poco ya insultos, tortas o nalgadas y mi vecino tardó poco en empezar a gemir como la puta que era. Mi mujer me vino con el móvil para que llamase. No hubo más remedio. Llamé a la policía, explique que mi vecino ejercía la prostitución y poco más. Por suerte dijeron que mandaban alguien y no se rieron de mí a la cara.
A los 20 minutos aparecieron dos policías, uno de 45 y otro de 35 años. Yo abrí la puerta y les hice pasar para que no viese el vecino que había sido yo el denunciante. Aunque no creo que estuviera libre para ver nada con los gemidos que estaba metiendo.
Bueno, es usted quien nos ha llamado? – Yo estaba muerto de la vergüenza la verdad, en mi vida hubiese llamado para un tema como ese. Iba a quedar como un homófobo.
Si, hemos sido nosotros. –Dije, mi mujer apareció en el hall con el carrito.
Me voy a pasear al niño. Esto es insoportable, una vergüenza agentes. Espero que metan en la cárcel a ese maricón de una vez. – Dicho esto se fue dando un portazo que despertó a mi pobre hijo al cual sentimos llorar ya fuera de la casa.
Joder vaya genio. – Dijo el más joven de los policías.
Ni que lo diga. Bueno, ahora que se ha ido les cuento lo que pasa. – Dije mientras me dirigía a la habitación donde se escuchaba todo lo que pasaba en el piso de mi vecino. – Como ven mi vecino tiene una vida sexual muy activa y muy escandalosa.
Pero ejerce la prostitución o no? – mientras el mayor de los dos me preguntaba esto se podía escuchar “folladme cabrones”… “cállate zorra”… y nalgadas, sonido de arcadas y gemidos.
Pues no tengo ni idea. Mi mujer dice que sí, pero no tenemos pruebas.
Y entonces para que nos ha llamado.
Pues ya ha conocido a mi mujer… yo he pensado que podrían asustarle un poco a ver si al menos baja la actividad o el volumen.
Jajajaja… la verdad es que es una zorra de cojones. – Dijo el más joven tocándose su abultado paquete.
Mire señor, yo no estoy aquí para decir a la gente que tenga una vida sexual aburrida. Ese es su problema, la policía no está para estas gilipoll… – Contestó el mayor visiblemente cabreado, aunque le interrumpió el joven antes de terminar de hablar.
Venga Antonio, que más te da. Vamos a hacer el favor a este hombre, ya que estamos aquí. Fijo que después nos reímos con esto. – Le guiñó el ojo a su compañero con cara de cabrón.
Se lo agradezco mucho agentes.
Les acompañe hasta la puerta y ellos llamaron a la del vecino. Yo me quede observando por la mirilla. Tras mucho insistir al minuto el vecino abrió visiblemente cabreado. Solo llevaba un pantalón corto que marcaba una buena polla y tenía marcas en los pezones y manos marcados por todo su blanco y fibrado cuerpo. No escuchaba bien lo que decían, pero el vecino se puso muy serio y dejó pasar a los agentes. Al minuto salieron los dos veinteañeros, uno de ellos todavía poniéndose la camiseta y con cara de estar bastante cabreados.
Yo intenté escuchar algo desde la habitación que compartía pared, pero solo escuchaba susurros inaudibles. De repente sonó una sonora torta. Yo flipaba, la policía cada vez está peor. A los 5 minutos de entrar sonó el timbre de mi casa. Al abrir me encontré al más joven de los agentes.
Mire señor..?
Jaime García.
Ok Jaime, creemos que lo mejor en estos casos es realizar una labor de mediación, puede venir al apartamento de su vecino? – La verdad es que aquello me descolocó totalmente, no tenía ninguna intención de enfrentarme a mi vecino. Encima la cara de cabronazo del policía me tenía mosqueado desde que llegó a casa.
Ok, vale… Bueno yo pensaba… – El agente no esperó más respuestas y se fue a la casa del vecino. Yo cogí las llaves de mi piso y lo seguí. Lo que vi en aquel salón me dejó flipando. El otro agente estaba despatarrado en el sofá con la camisa abierta y los pantalones en los tobillos mientras le taladraba la boca a mi vecino. Este ya no tenía el pantalón de deporte puesto, y llevaba solo un suspensorio que dejaba ver su ojete. El tío tenía pose de puta total, arqueando la espalda exhibiendo un culo sin un pelo, blanco… aunque lleno de manos rojas en ese momento y un precioso ojete rosado que se podía ver palpitar.
Mira Jaime, tu vecino es una zorra como puedes ver. Hemos intentado hablar con ella, pero no creo que entre en razón. Va a seguir follando a todas horas, verdad putita?
Contesta puta – El otro agente le sacó la polla de la boca y mi vecino asintió mientras abría la boca hacía el corto pero gordo rabo del agente. – Como la mama esta zorra… parece que no comió en años.
Como ves, esto no se soluciona con una bronca. El tío no se prostituye y lo de denunciarle por ruidos… lo veo jodido aunque es muy ruidosa la zorra.
Joder estoy flipando…
Jajaja, ya lo veo… y tu polla está muy contenta. – Yo solo llevaba un pantalón de deporte sin ropa interior y la tienda de campaña era más que apreciable. – Siéntate ahí mientras te explico cómo solucionar esto. – El agente señalo un sofá mientras empezaba a desnudarse. No sé porqué pero le hice sin rechistar.
El agente se desnudo tranquilamente mientras veía como su compañero le follaba la boca sin compasión. Tenía un cuerpazo, fuerte sin llegar a tener los abdominales marcados como yo… pero era todo un macho. Tenía pelo en el pecho potenciando sus pectorales y algún pelo se le escapaba del sobaco. El pelo seguía bajando en “V” rodeando su ombligo y llegando a una buena mata de pelo que rodeaba un cipote de unos 20 cm muy gordos y con un capullo muy grande. Las piernas muy potentes estaban totalmente cubiertas de pelo y su culo tenía una buena mata que ennegrecía la unión de sus duras nalgas. Me sorprendí admirando a ese cabronazo sin prejuicios que iba a destrozar a la puta de mi vecino.
Mira tio… con estas putas hay dos opciones: las revientas a pollazos tú o escuchas como lo hacen otros. – Sin más aclaración se acuclilló detrás de mi vecino y le clavó aquel pollón hasta los huevos. El vecino solo gimió y paró de mamar un segundo hasta que el otro poli le cogió la cabeza y siguió con la follada a mayor ritmo.
Bufff joder… vas a tragártelo todo, verdad puta? – El vecino miraba al atractivo cuarentón con cara de autentica zorra. Este empezó a gemir como un cabrón y empezó a convulsionar en un orgasmo bestial. A mi vecino no se le escapó ni una gota.
Cuando se recuperó el agenté de más edad apartó a mi vecino y se subió tranquilamente los pantalones y se abrochó la camisa.
Bueno, te dejo con esta zorra. Que a mi ver estas mariconadas después de correrme me da cosa. No sé cómo eres tan cerdako. – Se rió dando una palmada a su compañero. – Te espero en el bar de la esquina. – A mi me ignoró por completo. Yo seguía sentado tocándome el rabo viendo como el poli más joven bombeaba el culo a mi vecino en plan bestia. Al no tener una polla que amortiguase los gemidos este gemía como una zorra.
Tu ven aquí, que al final nos escucha tu mujer. – Yo obedecí, no sé que tenía ese tío que me tenía hipnotizado. – Desnúdate y dale rabo a esta zorra.
Si tío… – Yo no tardé ni un segundo en quedarme totalmente en bolas, solo llevaba el pantalón de deporte y una camiseta, y caminé hacia ellos con la polla mirando al techo y un hilo de precum colgando.
Joder cabrón… Vaya suerte que tienes puta. ¿Has visto ese rabazo? – Me dio algo de vergüenza, la verdad es que tengo una polla muy grande y siempre me ha dado algo de palo que la halaguen. Medirá unos 24 cm y es gorda aunque no tanto como la del cabrón del poli. – Venga come puta.
Jodeeeerrrr… – El poli le clavó mi polla hasta los huevos. Nunca nadie se la había tragado entera. Mi mujer la mamaba bien, pero solo el capullo y un poco del tronco. Bueno en verdad hacía años que no me la mamaba más de dos minutos. – Hostia como traga.
Fóllale la boca a esta zorra. – El tío levantó a mi vecino, ya llevaba un rato de cuclillas dándole caña y sudaba copiosamente.
Lo puso en medió del amplio sofá, y se arrodilló detrás de él clavándosela hasta los huevos otra vez. Yo ocupé mi sitio delante de su boca y empecé a taladrarla como había visto en las pelis porno. Mi vecino tenía arcadas, pero sabía regular de lujo con mi pollón atravesando su garganta. Sentía baba caliente cayendo por mis huevos colgones. Yo tengo los típicos huevos que cuelgan mucho, sin nada de vello. Tengo poco vello y lo poco que tengo me lo depilo. Desde joven hacía natación y ciclismo y cogí esa costumbre, hasta el culo lo llevaba bien depilado que me parecía más higiénico. Además tengo muy buen cuerpo, muy definido y me gusta verlo bien depilado. La verdad es que desde que no follo me mato a ejercicio, ya he probado crossfit, boxeo y mil cosas para intentar descargar la tensión de no follar.
Ven para acá. – El tío me cogió por el cuello y juntamos las frentes, el agente sudaba mucho, pero me dio morbo sentir el calor que desprendía. – Te gusta como la mama esta zorra?
Si tio… pufff en mi vida me la habían comido así. – Más que mamar ahora me follaba su garganta, sentía los gorgoteos y arcadas que tenía mi vecino pero me la sudaba.
Jajaja… esto solo lo saben hacer las putas con rabo como esta, una tía nunca lo hará igual. Déjala respirar un poco que todavía te pota encima. – Yo obedecí como siempre y se la saque. Mi polla estaba llena de babas muy espesas. El policía también la sacó y se acercó a mí y empezó a restregar las babas por mi polla. – Joder es la polla más larga que he visto en mi vida.
Ya, pero la tuya es más gorda. – Yo la miraba todavía cortado, sin ninguna iniciativa.
Cogela. Así, apretala. Ufff… está caliente, verdad? – El hacía lo mismo que me ordenaba y los dos experimentábamos el mismo placer con nuestras frentes juntas y nuestras respiraciones mezclándose.
En esos momentos ignorábamos totalmente a la puta de mi vecino que solo jadeaba intentado recuperar el aliento y se tocaba el culo suavemente como comprobando que no estuviera roto. Estuvimos un rato así, en una extraña intimidad, frente con frente tocándonos los pezones, los rabos. El recogió el sudor de mi pecho y lo olió y lamio. Yo le copié y la sensación fue indescriptible. El puso esa sonrisa de cabrón al ver como mi pollón daba un bote y soltaba una gran gota de precum que recogió y me dio a lamer de su dedo. El sonido de la puerta de mi casa nos sacó de ese trance de puro morbo.
Bueno parece que hay que ir terminando la fiesta por hoy. – Se giró y piso la cabeza de mi vecino contra el sofá, dejándole con el culo en pompa. Se lo abrió con las dos manazas y empezó a darle hostias y a sobarlo. Mi vecino gemía… no sabía que podía dar tanto gusto recibir una hostia en el ojete.
Quiero follarmelo. – Es la primera vez que dije algo por inicitiva propia.
¿El que? – El poli me miró con cara de vicio.
Que quiero destrozarle el culo a esa zorra. – No era una expresión… Deseaba hacerle daño con mi polla, nunca había sentido eso. Siempre he tenido cuidado porque se que lo que tengo entre las piernas no es normal, pero ahora mi deseo era todo lo contrario. Quería destrozarlo, reventarlo, que gimiese mucho más que con los niñatos chandaleros.
¿Tú crees que le entrarán las dos? – Dijo abriendo el culo todo lo posible con dos dedos de cada mano dentro. Mi vecino intentó revolverse y quejarse, pero tenía la cabeza inmovilizada por el pie del agente. – Túmbate en el sofá.
Cogio a mi vecino del cuello y lo levantó. Esta rojo de la presión que había sufrido contra el sofá, aunque me fijé que su polla intentaba escapar del suspensorio, para ser tan puta tenía un buen rabo. Lo clavó en mi pollón y la cara de gusto que puso fue indescriptible, yo me asombré que le entrase de una vez, aunque claro estaba abierto al máximo por el rabazo del policia. El poli cogió su calzoncillo del suelo y se lo metió en la boca.
No queremos que tu mujercita se entere, y esta zorra va a gritar mucho jajaja. – Se puso detrás de mi vecino y apuntó su pollón al ano que ya estaba lleno de mi rabo. No creía que entrase. – Joder, que estrechito está con tu polla dentro. Pufff.
Hostia como se nota tu rabo… vaya caliente que está.
A que si tío… ya entra… – Mi vecino gemía con el gayumbo en la boca. Parecía que le iban a reventar las venas de la frente. El gusto para mí era indescriptible. Sentí los huevos peludos del agente sobre los mios. – Venga empieza a bombear.
Nos empezamos a mover, yo lo que podía teniendo a esos dos tíos encima. Pero el que se movía de lujo era el agente, le daba caña a saco y a mí me producía un roce en la polla que no tenía comparación con todo lo que había hecho antes. El vecino estaba vencido sobre mi pecho y gemía extasiado. No duramos mucho… bueno yo que me corrí a lo bestia… tenía mucho acumulado. El policía decidió correrse cuando sintió que yo empezaba a soltar lefazos. Me dio la impresión de que se corrió cuando le dio la gana. Tras recuperarnos unos segundos el tío se puso de pie y me hizo un gesto para que me levantase. Empuje a la puta de mi vecino como si no importase una mierda, en verdad no me importaba. Y me puse en frente del macho que me había descubierto un nuevo mundo. Teníamos la polla todavía duras, mirando al techo y llenas de lefa. Sobretodo mis huevos que había recibido la de los dos y estaba algo batida por la polla del agente. Con su dedo índice limpio mi polla desde los huevos hasta la punta, lo que dejó el dedo cubierto de espesa lefa. La olió un segundo y se limpió el dedo con la boca… repitió la operación en su pollón pero esta vez me lo dio a mi, que no dudé en dejarle el dedo bien limpio. Me supo raro pero me encantó, muy amargo… pero era lo más delicioso que había tomado nunca. Cuando le dejé el dedo bien limpio acercó otra vez nuestras frentes pero esta vez acabamos en un morreo bestial, en la que sobe todo lo que pude de su cuerpo, su gran espalda, su duro culo… sentía nuestras pollas aprisionadas entre nuestros cuerpos. Dos machos, uno peludo, otro totalmente depilado, pero dos machos.
Joder… bueno tío vamos para la ducha que así no puedes volver a casa ni yo al trabajo. – Nos duchamos juntos, pero sin más sexo, solo mirándonos con complicidad. Me flipaba su cuerpo peludo lleno de espuma, igual que a el parecía impresionarle mi cuerpo cincelado al milimetro.
Nunca había hecho nada parecido. – Rompí el silencio mientras nos secábamos. Necesitaba decirle algo… aunque no sabía el que.
Pues se te da de lujo, y creo que te ha gustado. – Su sonrisa de cabrón me descomponía, volvía a tener el rabo duro… si en algún momento se bajó.
Ha sido la hostia.
Ya te digo, yo lo descubrí hace un par de años… después de ser padre y cansarme de hacerme pajas.
Yo estoy igual, llevo meses sin follar.
Ya se nota, no se te baja jajaja. – La situación se había convertido en un colegueo, perdiendo un poco la vergüenza del momento.
Pufff me has puesto muy cerdo.
Yo o la puta. – Me dijo mirándome a los ojos. Quería medir su masculinidad o al menos eso me pareció.
Tu, pero no te creas que me has vuelto marica ni que me vas a follar. – Quería marcar mi territorio, había descubierto un mundo en el que me quedaba mucho por experimentar.
Tranqui macho… no creo que seas de los que pone el culito. – Los dos guardamos silencio, mi contestación había roto un poco la magia y el morbo del momento. Y me arrepentí un poco por ello. – Sabes que eres el primer tío que beso…
Tu también. – Mi respuesta era una obviedad, la suya me sorprendió y me enorgulleció ver un atisbo de timidez en ese macho que me había dominado desde que entré en el piso.
Salimos al salón a vestirnos, donde mi vecino seguía tirado en el sofá sin moverse. Un charco de lefa con un ligero tono rojizo salía de su culo. El policía vio mi cara algo asustada viendo la sangre.
Tranqui, será un capilar roto… nada grave, verdad puta? – Le dio un par de cachetes a mi vecino que asintió con una sonrisa de medio lado.
Hostia si se ha corrido sin tocarse. – me fijé en una mancha de lefa en su suspensorio negro.
Jajajaja… suele pasar con las putas como esta. – El agente cogió su gayumbo lleno de babas y se lo lanzó la cara. – Mañana vendré a por ellos a la misma hora. Los quiero limpios. – Mi vecino asintió sonriendo abiertamente.
Nos acabamos de vestir y salimos del piso. Ya en el rellano no sabía cómo despedirme. El me dio la mano bien fuerte.
¿Mañana te veo?
Claro tio.
Tengo muchas cosas que enseñarte todavía.
Creo que nos vamos a llevar muy bien. – El me guiño un ojo se fue. Se iba marcando pollón, sin gayumbos y con el uniforme. Me quedé mirándole hasta que llegó el ascensor con un empalme de la hostia que tuve que disimular atrapando el pollón con la goma del pantalón corto.
Cuando se fue, entre en casa. Todavía estaba en sock de lo que había pasado. Mi mujer vino a mi encuentro a ver qué había pasado.
Bueno, ¿le habéis dado una lección a ese degenerado? – Como siempre el tono era más imperativo que una pregunta.
No lo sabes tú bien. No creo que nos de más problemas. – Dije con una gran sonrisa.
Ese es mi macho. – Me dijo agarrándome del cuello para darme un ligero pico. Al abrazarse notó mi polla que seguía dura pensando en el policía. – Veo que todavía te caliento con solo tocarte… igual esta noche te llevas una alegría. – Dijo zalamera mi mujer, que estaba por un día contenta.
Creo que a partir de ahora todo será mejor cariño… – La sonrisa no se iba a quitar de mi cara en muchos meses.
FIN