Imposible decirle que no a mi padrastro, tuve que probarlo entero

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Empezaré por decir que tengo 24 años, soy una mujer profesional que mantiene el equilibrio entre mente, espíritu y cuerpo. Tengo un lado intelectual bien desarrollado, pero no por eso me he descuidado, siempre hago ejercicio, trato de mantener una dieta balanceada y me visto de manera provocativa, sobre todo cuando visito la casa de mi mamá.

Y desde principios de enero tengo una poderosa razón para hacerlo. Mi mamá lleva tres años casada con un tipo de 42 años, al principio no compaginábamos, pero poco a poco se fue ganando mi confianza y algo más que eso. Pero bueno, vamos a lo que vinimos; un fin de semana decidí ir a la casa de mi mamá sin avisarle, para darle una sorpresa y que compartiríamos Víctor (su marido), ella y yo.

Tras tocar la puerta varias veces, salió Víctor a abrirme, llevaba shorts cortos, franelilla ajustada y zapatos deportivos.

-¿Y mi mamá? -le pregunté al entrar.

-No está, salió con sus amigas a la iglesia, y de ahí iba a ser unas compras -dijo él, mientras completaba una rutina de abdominales.

-¿Tardará mucho? -le pregunté.

-Lo más seguro es que no venga temprano -concluyó Víctor.

Me crucé de brazos y medité sobre lo que haría, la verdad no tenía mucho sentido que me quedara si mi mamá no estaba allí.

-Quería compartir un rato con ella, pero no creo que tenga sentido quedarme -le dije y me incorporé del mueble donde me había sentado.

-Oye, oye, oye. Estoy yo, puedes compartir conmigo -me dijo incorporándose y poniéndose al frente mío.

-Quería un día familiar, pero a ti no se te da bien eso de ser padrastro -le dije.

En ese momento él me miró y se sonrió; al ver que estaba acariciándome el cabello se acercó un poquito y me dijo al oído:

-Comparte conmigo, no seas mala.

Yo afirmé con la cabeza y me volví a sentar en el mueble.

-Espérame un momento, me doy un duchazo y vuelvo -dijo mientras se quitaba la franelilla y el short.

En ese momento pude apreciarlo en bóxer, a pesar de sus años estaba como le daba la gana, sus pectorales estaban bien marcados, se notaba el ejercicio en sus abdominales y sus brazos y piernas estaban bien formadas, y de su paquete ni hablar. Puedo afirmar con toda seguridad que está muchísimo mejor que los tipos de 20 y 30 años que han tratado de ligar conmigo.

Él volvió a mostrarme sus perfectos dientes, mientras se pasaba las manos por el cabello sedoso, yo le sonreí y le invité a que se diera una ducha rápida, estaba ansiosa por compartir con él.

Cuando por fin se metió a la ducha muchos pensamientos pasaron por mi cabeza: ¿Lo espero sentada en el sofá? ¿Me desnudo y me acuesto en la cama que comparte con mi mamá? ¿Lo espero en la isla de la cocina con las piernas abiertas? Cada idea me aceleraba el corazón y me ponía más y más caliente.

Entonces no lo soporté más. Me aseguré de trancar con llave la puerta principal y cerrar todas las ventanas para que nadie nos interrumpiera. Me quité la camisa, la minifalda, las sandalias y el sostén, quedándome sólo en cacheteros.

Abrí con cuidado la puerta del baño y proseguí a meterme a la ducha, estaba de espalda, así que decidí abrazarlo, él rápidamente reaccionó, y se dio la vuelta.

-¿María qué haces? -preguntó al verme.

-Nada, sino quieres que esté aquí me voy, pero si quieres que me quede me quitarás los cacheteros.

Por un momento se quedó callado y yo me di media vuelta dispuesta a salir, pero me tomó por la cintura y deslizo mis cacheteros con sus grandes manos hasta quitármelos. Luego volvió a subir y se pegó a mí.

-Has sido una niña muy mala, y mereces ser castigada -me susurró al oído.

-Sí papi castígame, y dame muy duro -le respondí, y comencé a moverme para despertar su miembro de unos 20 centímetros.

-Me aseguraré de que no vuelvas a desobedecerme -dijo.

Yo lo tomé por el cuello y movía mi culo contra su pene, él mientras tanto lo pasaba entre mis glúteos y me abría poco a poco para rozarme con el güevote que se gastaba, en ese momento ya estaba más que excitada, así que me voltee y me arrodille.

-Antes de pegarme quiero que me des tetero, papi -le dije.

Pero él estaba más excitado que yo y no me siguió el juego, sólo me tomó de los cabellos y posicionó mi boca en sus bolas, yo empecé a lamerlas y a chuparlas suavemente, pero las ganas eran tan grandes que decidí meterme su pene a la boca, él separó sus piernas y comenzó a tirar de mi cabeza para meterlo en mi garganta cada vez más.

-Eso es comete todo el tetero, perrita -me decía.

Eso me ponía más caliente y yo me lo tragaba hasta donde más podía… De imprevisto me incorporó y comenzó a besarme mientras me daba nalgadas.

-Acuéstate -le supliqué y él rápidamente accedió.

-Te voy a enseñar lo que es una mujer en verdad -le dije mordiendo mis labios.

-Enséñamelo, perrita, enséñamelo -decía mientras jadeaba.

Yo me senté sobre él y acomodé su pene para que entrara despacio, el agua tibia facilitó las cosas y entonces cuando menos lo esperaba ya lo tenía adentro… No lo resistí, ¡grité! Nunca había probado un güevo tan sabroso como ese.

Fue él quien comenzó a entrar y salir porque yo me encontraba delirando.

-¡Que cuquita tan caliente! -me decía.

-Es tuya, papi, es tuya -le gritaba.

Y ahí fue donde me puse en acción subía, bajaba me meneaba, mientras él me metía un dedo en el culo y gemía de placer.

-Cógeme, papi, cógeme -le decía yo.

-Te gusta, ¿verdad? ¡Te gusta! -decía mientras se movía con violencia dentro de mí.

Pensé por un momento que íbamos a acabar allí, pero como todo hombre dominante le gusta tener el control, me puso en cuatro, me tomó por los cabellos y comenzó a penetrarme, y mientras más lo hacía yo más le rogaba que me diera duro… El placer fue tanto que no pude contener las ganas y terminé acabando.

Sorprendida noté que él seguía en el juego, así que me arrodillo y yo le invité a una rusa; fue allí, que después de un momento delicioso, terminó acabándome tanto en los senos como cerca de la boca. La verdad es que yo no perdí oportunidad de probarlo.

Terminamos bañándonos y masturbándonos para luego salir de la ducha, no sin antes cerciorarme de tomar mi cachetero. Inmediatamente me vestí y me dispuse a salir.

-¿Te vas tan rápido? -preguntó.

-Lo mejor es no tentar a la suerte. En cualquier momento puede llegar mi mamá.

-¿Te conformas con lo de hoy? Te advierto que es sólo un preámbulo de lo que puedo hacer.

-Interesante. Lo imaginaba, también te di una pequeña dosis de mi medicina, pero seguiremos en otro momento.

Lo tomé de la cabeza y le di un apasionado beso, él no quería soltarme, pero lo mordí y así fue que pude escaparme de sus garras o mejor dicho, de su pene.

La verdad es que no me arrepiento de haberlo probado, y pienso volver a citarlo muy pronto, pero en un lugar más privado donde me lo pueda comer tranquilamente y pueda darle rienda suelta a mi imaginación.

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