Lorena se volvió adicta a mi semen

Valorar

Lorena ha sido la primera mujer que ha probado mi semen y también ha sido el primero que ella ha probado. Y con probar, me refiero a tragarse una corrida entera.

La verdad es que aunque con 18 ya practicaba sexo de una manera más o menos habitual nunca me llamó mucho la atención el tema de que me la bebieran. Fue allá por el 2005, cuando llevaba unos 3 años con mi chica cuando me entró el gusanillo de probar qué se sentiría. No sólo por el simple hecho de hacerlo, si no también por la sensación de saber que «no va a parar» la mamada y que no iba a tener necesariamente que «avisar». Nuestra relación pasaba un momento muy bueno y estábamos muy enamorados, pese a ser un poco caótica al principio. Cuando nos conocimos, ella era una chica con mucha más experiencia que yo en el sexo y fue con la que perdí mi virginidad.

Durante un tiempo busqué la forma de pedírselo, e incluso me masturbaba imaginándomelo cuando ella no estaba, pero me faltaba valor para hacerlo. Era muy cortado y también tenía miedo de que le pareciese mal que se lo pidiera, pues no quería tener problemas por ello. Muchas veces al terminar de masturbarme me sentía mal incluso sólo por pensarlo.

Lo que más me echaba para atrás era que, normalmente, cuando me la chupaba y me iba a correr, yo la avisaba y terminaba eyaculando sobre mi pecho o sobre el suyo. Por lo que si alguna vez le hubiese apetecido ya lo habría hecho.

Sin embargo, el verano de ese mismo año, Lorena y yo nos fuimos con una pareja de amigos a las islas a pasar el fin de semana. Aquellas islas siempre me dieron un morbo especial ya que bastantes años antes fue donde comenzaron mis andaduras sexuales. Por ese motivo solo pisar la arena de sus playas ya me producía excitación. Por si fuera poco, las tiendas de campaña también son bastante afrodisiácas para mí, más o menos por el mismo motivo y todo ello hacía que me sintiese extremadamente sensible, sexualmente hablando.

Era sábado, ya casi de noche, y nos habiamos quedado dormidos en la tienda despues de dar la vuelta a la isla andando. Habíamos quedado con nuestros amigos para ir a tomar algo luego al pub de la isla. Todavía teníamos media hora y nos comenzamos a masturbar dentro de la tienda. Normalmente no hablábamos mientras teníamos sexo pero ese día, debido a la excitación, se lo pedí.

– Hay algo que me gustaría pedirte -dije mientras movia mis dedos bien dentro de su coño-

– Ah.. ah…. si?. .lo que? -ella resoplaba, ya no muy lejos de correrse-

– Me da un poco de verguenza -sacaba y metia ahora mis dedos con velocidad-

– Venga, dí… no te cortes –

Estuvimos así un buen rato, ella le costó horrores sacármelo, me daba extrema verguenza. Creo que el hecho de que me estaba haciendo una paja increíble ayudó a que al final me sincerase.

– Me gustaría…terminar en… tu boca -digo casi a punto de correrme-

– Ahhh. ahhh.. ahh -gemía ella-

Lorena se corrió en ese momento y dejó de masturbarme extasiada

– ¿y bien? -dije-

– No lo sé cielo, me da algo de rollo eso, ¿dices de beberlo todo?

– Sí… ¿Lo has hecho alguna vez? -le pregunto mientras nuestros amigos ya estaban fuera esperando-

– No, nunca lo he hecho -dice susurrando- alguna vez de chupar después-de, pero de tragarlo así directamente no.

– Bueno, entonces tampoco sabes si te gusta o no -dije con el corazón a 1000-

– Tienes razón, debería probar un día antes de juzgar…

– ¿Quieres probarlo ahora? -dije sin pensarlo-

– Jajaja, dije un día tampoco te emociones… además nos tenemos que ir y me daría rollo salir justo después de hacerlo… -dice mientras se coloca la parte de arriba del bikini-

– ¿Y después? -digo riéndome-

– Jaja, no sé, quizás, ya veremos…

Recuerdo que su respuesta me dejó excitadísimo (además de que no me había corrido). Lore se puso un pareo sobre su bikini y para arriba un simple top. Sus pechos eran generosos, una 95 y en general era algo rellenita pero sexy. Su pelo era muy rizado negro y largo y destacaba su cara de muñeca, ojos oscuros, nariz respingona y boca pequeña con los labios bien marcados.

Salimos y tras cenar unos bocatas nos fuimos al pub improvisado. Digo esto pues era la misma cafeteria de tarde con una barra cutre y dos bafles en unas mesas. La música era horrible pero al menos las copas no eran muy caras. Yo no podía pensar en otra cosa, recordaba nuestra conversación y me era complicado mantenerme sin excitarme. Por si fuera poco, Uxia, la novia de mi amigo llevaba un top ceñido y marcaba sus enormes senos. Al verla, me preguntaba si ella solía tragar semen. Por supuesto, no tenía suficiente confianza ni con ella ni con su novio para preguntarselo. Quién sabe pensaba, quizás en ese mismo momento tuviera líquido de su novio en su estómago.

A cada copa que me tomaba más excitado me sentía, y más claro tenía que deseaba llenarle la boca de leche a mi chica. Me moría de ganas y se lo recordé varias veces al oído. Con eso, bailes, roces, y tocamientos indiscretos nos fuimos calentando. Ya eran las 3 de la mañana y el pub iba a cerrar. Decidimos irnos. Durante el camino, nos distanciamos de nuestros amigos y nos dimos el lote a cada paso. Me acerqué al oído de mi chica:

– ¿Puede ser hoy ese día?

– Sí -dijo ella entiéndo perfectamente a qué me refería-

Su respuesta hizo literalmente que me temblase todo el cuerpo. Deseaba llegar a la tienda y vaciarme en su boca hasta la última gota. Nunca me había sentido tan excitado como aquel día. Fue increíble.

Cuando llegamos a la tienda, sin embargo, había demasiado ambiente alrededor como para ponerse a tener sexo allí, por lo que una vez que nuestros amigos se metieron en la tienda, cogimos una toalla grande y nos fuimos a la playa. La playa es preciosa, enorme y su arena es extremadamente fina. Por la noche, además, fría. Recuerdo con excitación el camino que seguimos, paso por paso, buscando algún lugar algo escondido dentro de la propia oscuridad. Hacia el agua, sin embargo, había gran luminosidad por las embarcaciones que había. Finalmente, nos situamos detrás de una gran duna que además nos resguardaban de la luz y de la suave brisa que se comenzaba a levantar.

Una vez extendida la toalla, Lorena se sentó y no perdí tiempo, separé su pareo, su braguita del bikini y comecé a comérselo. Me encanta comer coño, me centro mucho en ello, me pone como una moto, pero esta vez debo reconocer que estaba más pendiente de lo que iba a venir a continuación. Tardé menos de lo normal en meterle un dedo. Y también menos de lo normal en meterle el segundo. Estaba muy cachondo y dos no me llegaban, por lo que acabé masturbándola con tres dedos mientras chupaba su clitoris. Al poco rato su cuerpo temblaba sobre la toalla mientras gemía muy fuerte en un intenso orgasmo. De todas formas no dejé de hacerlo y pronto vinieron más. Lore era multiorgásmica. Era una maravilla beber todo aquel flujo que salía de mi chica, acabé con los morros empapados.

Tras eso, ella se incorporó y comenzó a desabrocharme el pantalón.

– ¿Seguro que quieres hacerlo? – dije arrodillándome en la toalla-

– Sí -me respondió mientras su boquita, pequeña y jugosa comenzaba a engullir mi polla-

Ella comenzó la mamada y yo levanté la vista. El lugar era ideal, gracias a la sensibilidad de estar tan excitado recuerdo olores marinos, sonidos de las olas, de su boca, el ruido de la arena con movimiento de su cuerpo en la toalla. Fue todo muy intenso. La sensación de que iba a hacerlo hasta que me corriese es muy difícil de explicar. Por un lado quería terminar ya pero por el otro lado quería disfrutar de esa sensación más tiempo. Sabía en todo momento que iba a ser una sensación única e irrepetible. Aún en el supuesto de que le gustase y quisiese hacerlo otro día, sabía que no iba a ser lo mismo. Mi verga estaba extremadamente dura, entre la paja sin terminar de la tarde y el buen rato que estuve comiéndoselo creía que no iba a tardar mucho.

Sin embargo, estaba nervioso y ese nerviosismo me estaba jugando una mala pasada. No era capaz de correrme. Y cuanto más tiempo pasaba, más nervioso estaba. No solía tardar tanto, ella era una muy buena mamadora, hacía garganta profunda y movimientos lentos como me gusta. Ella estaba nerviosa también, pero ponía todo de su parte. El verla tan implicada en querer probarla por primera vez me excitaba todavía más. Estuvo mamando unos 25 minutos y probamos a cambiar de postura, quedándome yo de pie y ella de rodillas. Bajé su top y dejé sus pechos desnudos bajo la tenue luz de la playa. Botaban suavemente con los movimientos de su cabeza y los manosee con deseo. Esto ayudó pero áun así no era capaz. Pensé por un momento en parar. No sabía que pasaba, nunca me había sucedido algo así. Entonces, Lorena me dijo:

– Háztela tu

Me sorprendió que me pidiese eso antes de decirme de dejarlo para otro día. Indudablemente estaba también excitada y quería llegar al final fuese como fuese. Aunque me había masturbado más de una vez para ella, nunca lo había hecho de esa forma. Me puse de rodillas otra vez y ella se quedó sentada en la toalla, apollada contra mi muslo. Yo agarré mi polla y comencé a pajearme. Lore acercó su boca y cubrió mi glande con sus labios, intentando no molestarme. Yo le acariciaba del pelo mientras movía adelante atrás mi otra mano, con movimientos cortos para permitir que se mantuviese entre sus labios. Eran tantas sensaciones nuevas, tan deliciosas y morbosas, un momento único. Sin embargo, aun no era capaz de terminar. Comenzaron a surgirme dudas, pensando en que quizás no le guste.. que estaba siendo muy egoista y otros muchos pensamientos. Sin embargo lo que me hizo volver a coger valor fue la actitud de mi chica. Excitada, jadeante pese a llevar casi 45 minutos con mi polla en su boca. Estaba orgulloso de ella por haber cedido a hacerlo y la mejor forma de darle las gracias era terminar.

Todas mis dudas se disiparon y comencé a pajearme mas rápido. Toda la excitación subió de golpe y notaba como me empezaban a temblar las piernas y no era por culpa de la brisa, la cual era cada vez más intensa. Sentí cosquilleo en la zona del tallo y sabía que estaba llegando al punto de no retorno. En ese momento, le dejé a ella seguir chupando. Ella agarró mi verga y comenzó a masturbarme mientras volvia a usar su boca entera, ahora con movimientos más rápidos de los que me tiene acostumbrado. Un gran esfuerzo por su parte que pronto tendría su recompensa. Sentía que me venía y un cosquilleo y sensación nueva para mí recorrió mi cuerpo.

– ¿Estás segura, por ultima vez? -dije susurrando como podía-

Ella no contestó a esa pregunta, se dedicó a acelerar áun más el ritmo. Con ello ya estaba todo dicho. Tenía permiso para correrme. Entonces, el placer pre-orgasmo apareció como un huracán, y se alargó durante varios segundos, subiendo en intensidad. Un orgasmo totalmente nuevo se presentaba. Mi verga comenzó a convulsionar aunque sin eyacular. Sentirla temblando entre la suavidad de sus labios fue algo nuevo y único, muy diferente a los demás orgasmos que había tenido. En los anteriores, siempre había alguna presión, sea de mi mano o de su vagina, pero este era distinto. Mi pene convulsionaba entre tus suaves y ardientes labios. Tras llegar al pico de excitación sentí salir el semen. Fuerte, rápido, acompañado del mayor orgasmo que he tenido hasta la fecha. Normalmente durante la eyaculación la excitación va bajando paulatinamente.. pero en este caso, a cada impulso de mi polla era más placentero. Lorena dejó de mover su boca mientras yo eyaculaba. Una nueva sensación fue sentir el calor de mi semen en mi glande, dentro de su boca y escuchar el ruido de su garganta tragando a medida que iba saliendo. El orgasmo parecía que llegaba a su fin, al igual que mi eyaculación, sin embargo, contra todo prognóstico, continuó, de otra forma, dejándome en un estado de tanta sensibilidad que acabé llorando. Y no fueron cuatro lágrimas. Literalmente lloré de placer. Mi chica se extrañó de verme así y me preguntó que me pasaba. No le supe decir lo qué. Ni yo sabía porque estaba así. Nunca me había pasado.

Ya algo recuperados, recogimos nuestra ropa, nos vestimos y nos fuimos caminando a la tienda. Ya hacía algo de frío y me temblaban las piernas.

– Me ha gustado! – me dijo toda emocionada-

– ¿De verdad? – dije aliviado-

– De verdad -me respondió dándome un beso-

Ese beso fue nuevo para mí, pues en su aliento percibí el sabor de mi leche. Lo curioso de todo es que seguía con una excitación muy elevada, como si no me hubiese corrido aún. La conversación de ese camino se fue conviertiendo en una de las más morbosas que hayamos tenido. La ametrallé con una serie de preguntas al respecto: si que tal su sabor, su textura, si fuera mucha cantidad, etc. Ella me respondió con todo detalle y cuando llegamos a la tienda yo tenía una excitación de caballo.

Cuando estabamos dentro del saco, cogí su mano y la llevé a mi verga, ya bien dura. Pensé entonces, que ya que le había gustado, podría pedírselo más veces.

– ¿Me lo haces otra vez? -le dije muy excitado-

– ¿Ahora?, ¿tragarlo? – dice sorprendida-

– Sí…

– Jaja… no cielo, ahora no me apetece.. no te puedes quejar, no? -me dice retirando su mano-

Me quedé avergonzado y algo rallado por su respuesta. Quizás no le había gustado y lo que dijo antes fue por contentarme. Nos quedamos dormidos y a la mañana siguiente me levanté con gran sensación de culpa por lo que había hecho. Sobretodo por tener los santos cojones de pedírselo otra vez al llegar a la tienda. Le prometí que no se lo volvería pero ella le quitaba hierro al asunto, diciendo que le estaba dando más importancia de la que tiene y que no me rallase con eso.

Sí fue cierto que nunca más se lo pedí, al menos en una buena temporada. Sin embargo, semanas después, mientras me la estaba chupando en el coche, avisé como siempre de que me iba a correr, pero ella acabó tragándoselo también. A partir de ese momento la práctica, aunque no habitual, la hacía esporádicamente. Ninguna fue como la primera vez, pero era una delicia hacerlo igualmente.

Sí recuerdo un día que estaba especialmente caliente. Fuimos a dar un paseo por el monte en una ruta de senderismo. Ella estaba con la regla y a mí me entraron unas ganas horribles de una mamada con final feliz. Sin embargo había un problema, el cual compartí con ella, que era que llevaba varios días sin masturbarme. Eso, es sabido, implica que estaba bien cargado de semen. Pero eso mismo me producía más morbo así que se lo propuse a modo de juego, para ver si se atrevía. En un primer momento ella me dijo que no se atrevía, que ya a veces le costaba tragar una normal… La charla se alargó durante nuestro paseo, ella insisitia que era mejor otro día pero yo le decia que estaba muy excitado que por favor lo intentase. Ella me propuso entonces alterLorevas. Me dijo que me la chupaba pero que terminase en sus tetas, o bien algo intermedio, empezar a correrme en su boca y terminar en su pecho. Yo sin embargo, le insistí que quería que se lo tragase todo. Que si lo iba a escupir o solo tragar parte que prefería no hacerlo. Con todo, la atípica conversación hizo que Lore se calentase y accedió a hacerlo, aunque con dudas.

Nos metimos por un camino del monte y nos situamos detrás de un ancho tronco de árbol. Lore se sentó en una piedra mientras yo me desabrochaba el pantalón y me la sacaba. De la conversación y morbo de la situación, tenía la punta toda mojada. Ella comenzó a mamarla despacio y noté que no tardaría prácticamente nada. Y así fue. Al poco de comenzar a chupar sentí que me iba a correr. La avisé para que se prepara y sentí como un maremoto de semen salía de mis entrañas. Lorena paró de chupar y respirando fuerte por la nariz comenzó a recibir mi semen. Recientemente se había acostumbrado a esperar a que terminase para beberlo, pero pronto notó que esa vez no podría hacerlo, y la sentí tragar varias veces, algo más nerviosa de lo habitual. Fue uno de los orgasmos mas largos y abundantes que tuve de esa forma. Tras terminar, nos incorporamos al camino y me confesó que tampoco había sido para tanto, pese a la cantidad.

A partir de aquella vez vinieron muchas más, y pasó ser una práctica como cualquier otra aunque nunca volví a tener que pedírselo ni preocuparnos por la cantidad.

Nuestra relación se terminó hace unos años y, aunque he estado con otras mujeres, pocas veces he repetido esta práctica. No por falta de oportunidades, más bien porque no me siento cómodo al hacerlo porque con ninguna mujer he tenido la misma conexión como con Lorena en ese sentido.

Deja una respuesta 0

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *