Una sorpresa morbosa con Ailen, una madura muy golosa

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Un lunes como otro cualquiera. Relajado y contento. El fin de semana no había estado nada mal, aunque podría haber sido mejor si Héctor no se hubiese enfadado. Una vez que estaba trabajando, recordé lo que me dijo Ailen de que me quería dar una sorpresa. Leonardo su marido entro en mi despacho y me dijo las cosas pendientes que había para el día. Una vez que me conto todo, le pregunte si ya se había enterado de la sorpresa y me dijo que no tenía ni idea, pero que de su mujer nos podíamos esperar cualquier cosa, nos reímos y se marchó.

Después de comer y en la tranquilidad de mi despacho, recibí una llamada de la central. Se debía al informe que mande con las carencias y necesidades que teníamos. No les gusto nada por lo que me estaba dando cuenta, todo eran pegas. En cierto momento la conversación se acaloro un poco y en ese momento entraba Ailen, que cerró la puerta y se dirigió hasta donde yo estaba, se puso por detrás de mí, me empezó a masajear el cuello y los hombros, lo que me vino muy bien para relajarme un poco, ante la conversación tan intensa que estaba teniendo. Una vez terminada la conversación, me quede callado y relajándome con el masaje que me hacia Ailen. Termino y se sentó sobre mi mesa, dejando ver esas bonitas piernas y fue cuando me dijo…

-Te veo muy estresado. Por eso lo mejor, que este fin de semana te vengas a nuestra casa de vacaciones.

-No quiero molestar, que ya mismo estáis preparando las navidades y algunos os iréis de vacaciones ya.

-No molestas, además te dije que tenía una sorpresa para ti y esa sorpresa será allí.

-Da igual, además no me gustan las sorpresas y como dice tu marido eres muy peligrosa… jajaja.

-Si te digo la sorpresa… ¿Vendrás?

-Tu dímelo y ya te diré.

-No, no…

– ¿Dónde es donde tenéis la casa?

-En la playa. (notaba que había algo que no quería decir)

-Pero vale, en la playa. Pero… ¿En qué playa? ¿A cuánto esta de aquí?

-Jajaja… cerquita.

-Muy bien… ¿Qué es cerquita para ti?

-A unas cuatro horas en coche.

-Joder… con el… cerquita.

-Pero te va a gustar mucho.

-Pues más que una sorpresa ya puede ser un sorpresón. Jajaja… pero pensándolo bien, acepto la invitación, así veo y conozco más sitios.

-Muy bien, pues te diré la sorpresa. Es una sobrina que tengo, es una mina bárbara.

-Para, para… que no quiero que me traten de enrollar con nadie, que no quiero compromisos.

-Jajaja… es para que nos la podamos coger los dos.

– ¿Y por qué no lo has hecho tú ya?

-Primero porque antes era demasiado jovencita y porque contigo será más fácil, yo os pillo y… me ayudas a unirme.

-No sé, no sé. Ya te aviso que no me comprometo a nada, te lo aviso. Y a todo esto, ¿Qué edad tiene?

-Por la edad no te preocupes. Si te lo pongo fácil, si no te gusta… ni lo intentamos. Pero ya te digo que te volverás loco.

-Ya lo veremos y ahora déjame seguir trabajando que al final, la liamos.

Se fue riendo y provocándome con su meneo de culo. Me gustaba lo directa que era Ailen, dejaba poco a la interpretación o a que alguien se pudiera equivocar con ella. En eso éramos muy similares. Al finalizar el día, todavía me quedaba el mal sabor de boca por la conversación con la central. Porque no estaba dispuesto a perder el tiempo ni a que me torearan. El camino a mi casa no dejaba de pensar en ello, cuando veo a Héctor sentado en un banco, me daba la sensación de que esperándome y no me equivoque. No me apetecía hablar en esos momentos y para sacármelo de en medio, le dije… “Héctor si es para hablar sobre lo que tú y yo sabemos, como inevitablemente saldrá a relucir tu mujer, no me gustaría hablar sin estar ella presente y espero que me comprendas” no le di tiempo a mas porque esto se lo fui diciendo andando camino del ascensor y me metí dentro, dejándolo en la planta baja y lo cierto que me sentí aliviado, no por nada, que tal como estaba ese día mi cabeza, sabía que no sería nada cauteloso y que mi tacto estaría más que ausente.

Lo primero que hice nada más llegar a mi casa, fue irme a dar una ducha, que el día había sido muy caluroso y con demasiada humedad para mi gusto. El agua fría me reconforto, me dejo como nuevo. Me puse unos pantalones cortos anchos de deporte como única prenda. Como esta solo daba igual que al sentarme se me viera todo. Me fui por una cerveza bien fría, me senté y encendí la televisión, que en ese momento estaban echando un reality shows en el canal que estaba puesto. Estaba relajado con mi cerveza y la televisión, cuando sonó el timbre de la puerta, extrañándome porque no esperaba ninguna visita y si era Héctor otra vez, no me quedaría más que hablar con él y ya veríamos a donde llegaba todo. Abrí la puerta y solo me había equivocado a medias, porque era él y su mujer, la cual traía cara despreocupada, como muy pasota, limitándose en su saludo a levantar las cejas medio sonriendo. Venía con un pantaloncito corto y una camiseta, que se notaba que no llevaba nada debajo de ella.

HÉCTOR-Ya estamos los tres, ahora si podemos hablar.

YO-Si te empeñas… pero no creo que sea el mejor momento, por lo menos por mi parte, que no he tenido muy buen día.

HÉCTOR-Como hayas tenido el día no me importa.

YO-Lo que tú digas, pasar. (Él lo había querido, su imprudencia era colosal)

BELÉN-Héctor no seas boludo, vámonos y otro día hablamos lo que quieras.

HÉCTOR-No soy ningún boludo y no me lo vuelvas a decir.

YO-Venga sentaros y hablemos. ¿Qué queréis beber? (Les puse lo que me pidieron)

HÉCTOR-Lo de la otra noche ha sido una inmoralidad. Este departamento, mi departamento era un burdel y no estoy dispuesto a que vuelva a pasar, porque no me quedaría más remedio que pedirte que te fueras. Porque me has traicionado, me has… me has… faltado al respeto. Has abusado de mi confianza y de la de mi esposa. (Tuve que interrumpirle porque veía que se estaba “animando” e iba a decir algo inapropiado y se armaría)

YO-Bueno déjame hablar a mí también.

BELÉN-Tranquilízate, deja hablar a Carlos… pero tranquilízate.

YO-Lo de la moral, es algo muy personal, que cada uno tiene un concepto sobre ella y como está claro tu concepto y el mío no son iguales. Pero sobre todo mires como lo mires, ni te he traicionado, ni engañado y no te he faltado al respeto, porque yo no estaba con tu mujer. Aun así y aunque no tienes la razón, te lo quiero poner fácil, a pesar del contrato de alquiler, si quieres me das una semana para buscar otro sitio y me marcho, no pondré ninguna traba. Mas no puedo hacer.

HÉCTOR- ¿Cómo que me equivoco? ¿En qué me equivoco? (Con enfado) Belén es una mujer casada, madre… ¿En qué me he equivocado?

YO-Déjalo, me iré en una semana. No quiero que te enfades más, porque no te gustaría saber lo que pienso y opino.

BELÉN-No hace falta que te marches. Y tu Héctor, déjalo ya, que te vas a poner malo.

HÉCTOR-Pues no lo dejo, que diga lo que tenga que decir. (Belén ni se inmutaba y me había dado cuenta hace rato que no paraba de mirarme la entrepierna, sabía lo que estaba viendo y la cara de puta que tenía) Vamos di lo que tengas que decir.

YO-Que fue una noche con muy buen ambiente, que todos nos dejamos llevar y no pasó nada más que lo que tenía que pasar. Estábamos todos cómodos y no como tú que prefieres ver un buen partido de futbol, a hacer caso a la mujer tan bonita que tienes. Que me pregunto si solo la tienes para lucirla como un trofeo, porque ella se cuida esta esplendorosa, tiene un cuerpo para “pecar” y tu… te has fijado, comes y bebes como si no hubiera un mañana, no te cuidas, vistes como un gañan, eso sí con dinero y no siendo mala persona. Nada más te por tus coches. Y tu mujer, quien la cuida, quien le da lo que necesita. Como todo ya me da igual… ¿Hace cuánto no te la follas? ¿Qué la follas una vez a la semana?

BELÉN- ¡JA…! Ya quisiera yo una vez a la semana o cada dos semanas. (Lo dijo con mucho sarcasmo)

YO-Ves lo que te decía… hasta tu mujer me da la razón.

HÉCTOR-No he venido ni estoy aquí para que me puteen. Ustedes lo ven todo muy fácil. Ya les quisiera ver yo en mi lugar. (Su tono ya era otro, estaba más comedido)

YO-Si yo te entiendo y se lo que te pasa.

HÉCTOR-Tu que vas a saber y que me vas a entender. (Me miraba con expectación y con cierta inseguridad)

YO-Seamos claros, tanto no te debió molestar viendo a tu mujer con otro, porque aquí estamos los tres hablando de lo sucedido. Creo que te ves en la situación de hacer ver tu indignación, pero estas equivocado. No te engañes, tu mujer es muy cachonda y caliente, tu no le das todo lo que ella “necesita” y lo peor o lo mejor, según se mire, lo que vistes el otro día te puso cachondo y… (Me corto lo que estaba diciendo)

HÉCTOR-Como te atreves a… (Ahora le corte yo)

YO-Cállate y escucha. Tu mujer es una putita deliciosa, desde que os habéis sentado no hace nada más que mirarme la polla. Que seguro que está loca por llevársela a la boca y tú por verlo. Lo que tienes que hacer es disfrutar de la mujer que tienes y punto.

HÉCTOR- ¡BELEN…! ¡¿DI ALGO…?! (No sabría decir lo que expresaba su tono)

BELÉN-Héctor de verdad calla ya, si es verdad que estoy mirando, la tiene muy linda. Tu mira y si no te gusta lo que ves lo dices y nos vamos, si no calla y gózalo.

En ese momento Belén que tenía ojos de fiera, se acercó hacia mí, lo hizo con la mayor provocación del mundo, porque vino moviéndose a cuatro patas, se metió entre mis piernas y empezó a lamer mi polla. Yo acariciaba su melena y ella cada vez lo hacía con más ganas, yo miraba a Héctor que se le notaba que por una parte quería parar esa situación y por otra quería seguir viendo lo que pasaba. Como podía suceder cualquier cosa, era cuestión de actuar rápido, para inclinar la balanza de forma favorable. La atraje hacia mí y le quité la camiseta dejando sus tetas al aire. No me lo pensé empecé a comerlas, a lamerlas. Ella de pie, me acariciaba la cabeza y gemía. No le podía ver, pero como no decía nada, quería decir que era buena señal y decidí provocar la situación idónea, donde o se iría o seria cómplice.

Mientras me comía sus tetas, tocaba su espalda, la acariciaba, pero no hacía nada más que eso. Sabía que su marido vería bien mis manos. Para un momento de comerme las tetas y dije… “Vamos Héctor, ayúdame. Quítale a esta puta que tienes los pantaloncitos” no dije nada más y volví a comerle las tetas. Cuando al momento noto a Héctor bajándole los pantalones. Y estaba todo bien y sobre todo cuando Héctor me pregunto… “¿Las bombachas también?” y quien contesto fue Belén… “Pues claro mi amor” y le quito las braguitas también. Belén sin doblar las piernas se agacho para comerme mi polla y vi a Héctor mirando sobre todo el culo de su mujer, mientras miraba se desnudó y se empezó a tocar, le dije que le comiera el culo que se lo follaríamos, su mirada fue de perversión total. Belén paro para decir que de eso nada. Poca convicción llevaban sus palabras. Alce la cara de Belén la guiñe un ojo y ella se sentó sobre mi polla, estaba muy mojada Héctor había hecho bien su labor. Se la introducía lentamente, luego se levantaba casi del todo sacándosela prácticamente, para luego volver a dejarse caer metiéndosela toda, mientras daba unos enormes suspiros.

Vamos Héctor que esta putita necesita otra polla más, métesela por el culo. Se acercó rápido y ella me miraba con complicidad, decía que no, pero me sonreía. No sé si por el sitio y la postura que teníamos, si era por la tripa de Héctor que viéndole desnudo tenía más de lo que aparentaba vestido, o un poco por todo, no era capaz de metérsela por el culo. Con cada intentona Héctor se ponía más nervioso y se quejó de que así no podía, Belén entonces le dijo que es que no la tenía bien dura, que por eso cuando lo intentaba no había manera. Note que eso le cabreo más, pero no le respondió nada a Belén. Además, en esos momentos ella no hubiera escuchado nada, porque estaba muy cerca de correrse y me tenía agarrada la cabeza empujándomela contra una de sus tetas para que no parara de comérsela y con la otra mano se masturbaba ella a la misma vez. Una vez que se empezó a correr entre unos gemidos altos, me agarro con las dos manos y se apretaba contra mí, para correrse una segunda vez.

Una vez se corrió las dos veces, siguió moviéndose con más suavidad y aunque decía que esa postura la mataba, ella no se quitaba y seguía moviéndose, besándome y acariciando mi cabeza. Héctor se puso junto a nosotros y se pajeaba mirándonos. Me levante y quite a Belén de encima, la coloque mirando al marido y ella se agacho como antes conmigo, para mamársela a su marido. En esa posición se la metí en su coñito y Héctor levantaba las cejas haciéndome señales, imaginaba lo que quería, pero tendría que pedirlo. No se aguantó mucho y me dijo… “Rómpele el orto a esta puta… que yo la agarro” y va y la agarra, ella protestaba de aquella manera, más que nada yo creo que para darle satisfacción a su marido, que se veía que eso le ponía a tope.

Le saqué de su coñito la polla y se la coloqué en la entrada de su culito, estaba relajada, aunque cuando empecé a metérsela, emitió algún sonido de queja, pero nada importante ni preocupante. Héctor solo le decía que se callase, que la iban a dar lo que se merecía y Belén le “suplicaba” que no, que me hiciese parar, pero la muy puta mientras se quejaba y decía eso a su marido, echaba el culo para atrás metiéndose ella sola más la polla. Nada más decir ella que la tenía toda dentro, Héctor no se aguantó más y se corrió en la boca de su mujer. Se quitó, Belén se apoyó en el sillón y empecé a follarla con “furia” ante los ánimos de Héctor, que disfrutaba viendo como entraba mi polla en el culo de su mujer. Nos corrimos al unísono, no sé quién de los dos, grito más, pero nos corrimos bien a gusto. Esta vez sí se quedó quieta Belén, se quedó apoyada en el sillón. Se la saqué despacito y cuando me senté junto a ella, Héctor dijo… “Si que te lo han dejado abierto… jajaja” a Belén le debió sentar mal el comentario, porque salto diciéndole… “Pero a diferencia de tus cuernos, mi culito cerrará y no se notará…” cuando los oí pensé que se iba a armar una buena, pero de pronto Héctor se rio a carcajadas y nos contagió la risa.

Belén se fue al baño mientras Héctor y yo nos vestíamos. Lo veía mirándome como queriéndome preguntar algo y al final lo hizo, sorprendiéndome su pregunta… “¿Ahora qué piensas de mi…? además de que estoy gordo y me he convertido en todo un…” no quise que continuara y le corte, “Da igual lo que yo pueda pensar de ti, lo importante es lo que pienses tú de ti mismo. Pero para no evitar contestarte, te diré que pienso que eres muy hombre para hacer lo que has hecho y no te has convertido en nada malo, solo que si eres inteligente sabrás que has descubierto una forma de pasarlo mejor. Sinceramente… ¿Hace cuánto no te lo pasabas así?” “Nunca lo pase así, si te digo la verdad, ha sido algo demencial, impensable… pero sumamente excitante” me contesto y no seguimos hablando sobre eso porque apareció Belén. Que fue llegar y parecer el mundo al revés. Porque venía con peor cara y con prisas de marcharse. Yo esperaba que fuera Héctor el que se viera así y no ella, pero en fin… se fueron y yo me quede muy relajado. Ya era bastante tarde y sonó el teléfono. En la primera persona que pensé fue en Belén y en Héctor por ese orden.

Me equivoque era Giordana, una llamada inesperada. Me llamaba para decirme algo que me venía barruntando desde que llegue al nuevo trabajo. Por lo que se ve, la prioridad que tenían, había cambiado, ahora no tenían tanta prisa. Me conto que sabía que me iban a frenar los proyectos. Que al anterior trabajo no podía volver porque ya estaba ocupado el puesto y que se estaba hablando de llevarme otra vez para Europa. Le comenté que por mi seguía donde estaba, me encontraba mejor que en Europa, salvo que fuera a España donde me mandaran. Giordana hablaba como con evasivas, hasta que me puse serio y le dije que me contara todo. Resumiendo, no podían tener a una persona con lo que yo costaba en un sitio prácticamente de brazos cruzados, algo que yo comprendía. El problema era que tampoco tenían un puesto de trabajo en otro sitio para la categoría que ahora tenía. En ese momento me di cuenta de que era un “problema” para la empresa. Como sabia el puesto que tenía el marido de Giordana y no sabía si era un tanteo el que me hacían, le dije que no tendría ningún problema en llegar a un acuerdo para buscar una solución, dejando abierta cualquier posibilidad. Me insistió mucho en que ella no había hablado conmigo.

Me fui a dormir muy tranquilo. No me pillaba de sorpresa lo que me conto Giordana, que hay cosas que se ven venir. Me aplique mi máxima… Si tienes un problema y tiene solución, no hay porque preocuparse y si no la tiene para que preocuparse. Eso no quería decir que desde el día siguiente no empezara a planificar mi vida de otra manera. Empezando por disfrutar de unos días de vacaciones que me tenía bien ganados, lo haría sin el remordimiento o preocupación de estar lejos del trabajo y de paso descubría la sorpresa que me había prometido Ailen.

Llego el día e íbamos los tres en el mismo coche. No eran muchos kilómetros, pero tardaríamos en hacerlos. El que conducía era Leonardo y Ailen iba a su lado, aunque antes de montar me cedió el ir delante pero no quise. A mitad de camino quise que Ailen se pasara atrás conmigo y ella muy decidía estuvo dispuesta, Leonardo nos pidió de por favor que no, que había mucho coche pasando y que le daba miedo… no volví a insistir en todo el camino, le entendí perfectamente. Además, era de día, demasiada luz. Lo que si trate de saber era la sorpresa, Leonardo me juro que él no sabía nada, que ni se lo imagina pero que me pusiera en lo peor y se rio. Ailen me dijo que ella era muda que no me daba ni una pista. Llegamos a la playa antes de comer, dejamos todo en el chalet y sin más, dijeron de ir a comer. Fuimos a un sitio cercano. En la comida hablaron prácticamente ellos, Ailen un poco disgustada porque no irían sus hijos, Leonardo porque vería a su hermano y algún problema con algo de una herencia, que querían vender y no se ponían de acuerdo, líos de familia.

Cuando acabamos de comer, en vez de volver por el mismo camino, para bajar la comida dieron un rodeo enseñándome parte de la zona, que en algunas partes era como un poco salvaje o esa era mi impresión y por otras un lugar típico costero. Eso si todo muy bonito o muy lindo como decían ellos. La casa era solo de una planta y muy antigua, pero con mucho encanto. Me dijeron cuál sería mi habitación y me puse a deshacer mi maleta. Una vez que termine, que no tarde mucho, me salí y estuve hablando con Leonardo. Cuando oímos un pitido fuerte de un coche, se levantó rápido y me dijo que iba abrir el portón que seguro era su hermano. A la vez que salía Leonardo llegaba Ailen que de forma perversa me dijo… “Ahí viene tu sorpresa…” por la puerta aparecieron Leonardo y su hermano cargado de maletas, detrás de ellos una mujer y una chica jovencita.

La pareja de adultos era más joven o eso aparentaban que Leonardo y Ailen. Los dos se conservaban muy bien. El hermano se llamaba Santino, un poco vacilón, pero me era simpático desde el primer momento. La mujer se llamaba Emilia y la hija igual lo que para diferenciarla la llamaban Emilita. Madre e hija estaban para chuparse los dedos, menudas dos mujeres. Ella era cuarentona, delgada, con caderas anchas y culo bien formado, una melena larga y pecho normal, tirando a pequeño. La hija podía ser que tuviera, 16,17 o incluso 18 años, muy desarrollada, mejor que la madre y cara de ser muy jovencita, al contrario que la madre no llevaba nada de maquillaje y era perfecta. Había salido a la madre, el culo un poco ms pequeño o eso parecía, pero en cambio se le notaban los pechos bastantes más grandes. Las dos vestían prácticamente igual, blusa blanca con distinto corte y pantalones vaqueros de la misma marca. No sé porque pensé en la madre como la sorpresa y muy buena sorpresa, por lo que pensé que las cuñadas se “conocían” bien, pero mi sorpresa fue cuando mirándome Ailen, besaba a su sobrina y le decía como recalcándolo… “Emilita, nadie diría que has cumplido 19 años” la sobrina muy modosita le dijo que sí. Se veía que tía y sobrina tenían buen rollo. Busque el momento adecuado para hablar con Ailen y tratar de aclarar las cosas, más que nada para evitar confusiones.

-Vayamos al grano, que no tenemos mucho tiempo. ¿Cuál es la sorpresa?

-Pues que va a ser, mi sobrina… no me digas que no te gusto, que te vi la cara que pusiste y creo que me entendiste cuando te mire. ¿O es que prefieres a la madre?

-Eso me parecía y reconozco que la madre tampoco está nada mal, pero… tengo varias preguntas, ¿Por qué ese regalo? ¿Qué te hace suponer que tu sobrina querrá conmigo? Y… ¿Tu que ganas con que yo me enrolle con ella?

-Jajaja… Es un regalo y no lo es. Mi sobrina me cuenta todo, todo. Sé que no se la cogieron como es debido, la primera vez la hicieron mucho daño y eso, que no se la cogieron bien y le he hablado mucho de un joven que está muy bien, que es mi jefe y que lo hace muy lindo. Te ha visto y le has gustado mucho. Por último, para responderte todo, claro que gano algo, ella tiene curiosidad sobre cómo es hacerlo con otra mujer y aunque hemos estado a punto… al final no se dio.

-Entonces por lo que me dices, lo que pretendes es…

-No pretendo nada, lo vamos a hacer. Lo tengo todo estudiado. Solo hace falta la complicidad de Leonardo.

-Ah… ¿Leonardo lo sabía? Y me ha estado diciendo que él no tenía ni idea.

-El todavía no lo sabe. Pero tienen que ir a tratar de vender unos terrenos que heredaron y Emilia como es muy controladora, no dejara que su marido vaya solo con el mío. Así que seguro los acompaña y eso les hará pasar una noche como mínimo fuera o regresar entrada la noche.

-Pues será cuestión de ir conociéndose a toda prisa. ¿Cuántos días tenemos hasta que se vayan?

-Jajaja… en un rato se lo voy a proponer a mi marido, para que mañana o pasado se vayan.

-Tu sí que das tiempo… jajaja.

Volvimos s estar rodeados de gente y cambiamos la conversación. Ailen con mucho disimulo se llevó a Leonardo y me quede yo solo con Santino, Emilia y la hija. No me había equivocado Santino era un hombre muy simpático y abierto. Cuando regresaron Ailen y Leonardo se unieron a la conversación. Cuando ya era la hora casi de cenar, participamos todos en la preparación de la misma. Yo no quitaba ojo a ninguna de las tres mujeres, pero sobre todo a la madre y a la hija. Durante la cena Leonardo saco el tema del famoso terreno y como había acertado Ailen, su cuñada insistía en que ella iría también, que los hombres eran fáciles de engañar. Hasta ese momento todo iba bien, pero Emilia dijo de ir dos días después y no cuando Leonardo quería, al final se haría así, lo que hizo que Ailen torciera el morro.

Al día siguiente por la mañana temprano decidimos de ir a la playa, los dos hermanos se quedarían un rato a revisar papeleo del terreno y otras cosas, diciéndonos que luego nos alcanzarían. Las mujeres después de desayunar se fueron a sus habitaciones a prepararse. Yo estaba esperando a que bajaran y cuando lo hicieron parecía una competición. Las tres iban de forma excitante y provocadora. Las dos mujeres adultas llevaban puesto un pareo, que permitía ver lo que llevaban debajo, lo llevaban puesto desde el pecho. A Ailen ya la conocía sin ropa, pero Emilia se veía muy sugerente y cuando se lo quitara seria él no va más. La hija iba con un shorcito minúsculo donde se veía como le salían parte de sus nalgas y en la parte de arriba llevaba un top que porque se le veían las cintas del bikini atadas al cuello, que si no hubiera pensado que no llevaba nada. Los pezones parecían dos misiles.

De camino a la playa me fije que no pasaban desapercibidas, todo el mundo las miraba. Algo que no me extraño, porque como iban y la cara de zorritas que llevaban, no podían pasar desapercibidas. Además, es que iban con unas sandalias con un taconazo de impresión, lo que les realzaba más aun el culazo a las tres. Por allí no había playas nudistas me dijo Ailen ni tampoco se hacía top les, algo que me llamo la atención y más cuando ellas se quitaron la poca ropa que llevaban. Llevaban tres bikinis de colores llamativos fluorescentes. Por detrás prácticamente se les veía el culo a la perfección y la parte de arriba tanto en Ailen como en Emilia, tampoco es que fueran muy grandes. Mucho menos para las buenas tetas que tenían, que las de Emilia me engañaron, porque eran bien hermosa, aunque caídas, pero daba igual se veían muy apetecibles. El remate llego con Emilita. Su micro bikini era espectacular. La parte de abajo era tan minúscula como la de arriba, solo le tapaba un poquito por delante y porque estaba claro que iba depilada, que si no… y en la de arriba esos melones que tenía, llevaba apenas dos triángulos que tapaban los dos misiles que tenía por pezones y poco más.

Si al ir hacia allí hubo miradas en la playa fue exagerado. Pero vi a otras muchas con bikinis también muy descarados y provocativos. Me tuve que poner boca abajo porque mi empalme era inaudito. Pasado un rato me fui al agua que estaba bastante fresquita y fue un alivio, me giré y tenía junto a mí a Emilita, que empezamos una conversación de lo más tonta, porque mis ojos se iban más a sus tetas que a su cara. Tan absorto por no decir tonto, me quede, que no me quedo más remedio que pedirle disculpas por mirar a sus tetas. Ella se echó a reír y me dijo que no pasaba nada, que era normal. Eso rompió el hielo y de pronto nos encontramos hablando de pechos, que el suyo era natural, que su madre se iba a operar como lo hizo su tía, porque lo tenía caído… la conversación fue subiendo de tono por mi parte, me gusto que ella no se escandalizase y me siguiera el rollo. Poniéndose la situación muy caliente y así lo reconocimos los dos. Ese día de playa para mí fue terrorífico. Cuando llegaron Santino y Leonardo, dijeron que ya habían hablado con los que estaban interesados con la compra, que eran varios y habían quedado para el día siguiente. Ailen sin poder evitarlo sonrió casi de una manera imperceptible.

Cuando me levante, ya lo habían hecho Emilita y Ailen, lo hicieron porque los demás se habían levantado temprano para el viaje que tenían que hacer. M iba a poner a desayunar cuando Ailen paso junto a mi lado y me dio una palmada en el culo diciéndome… “Date prisa, que nosotras ahora mismo bajamos para irnos a la playa” Emilita se quedó sorprendida de lo que me hizo su tía, pero a la vez se sonrió. Bajaron y la única diferencia con el día anterior, por lo menos a primera vista, era solo el color de sus prendas. En previsión a lo del día anterior, yo me quede rápidamente en bañador y me tumbe boca abajo. Ellas se deleitaron hasta que se tumbaron y mi mirada oculta con las gafas de sol, se clavaban en esos dos cuerpos pecadores.

Ahora las dos se dedicaron a ponerse bronceador o protector solar, no sabría cuál de los dos, pero era un auténtico placer ver como se lo ponían, provocando a todo el personal que pudieran estar mirando y puedo asegurar que no éramos pocos. Ailen se tumbó boca abajo, giro la cabeza para mi lado y me guiño un ojo sonriéndome, luego le pidió a su sobrina que se lo pusiera por la espalada. Esta obediente se puso a ponérselo. Yo miraba a las dos y no perdía detalle, todo era muy normal, hasta que la sobrina empezó a pasar su mano de forma descarada por los lados de los pechos de su tía, que provocaba que Ailen se mordiera los labios y me mirara libidinosamente. Luego se fue a las piernas de su tía, ella llego un momento en que sus manos se metían disimuladamente entre las piernas de su tía, pero hubo dos cosas que me dijeron que esos dedos habían llegado a un sitio muy “delicado” esas dos cosas fueron las caras de ambas. Cuando Emilita corto en seco el masaje y algo roja, nerviosa se tumbó y se quedó con los ojos cerrados.

Nos fuimos a la hora de comer, para comer en el mismo sitio en el que comimos el primer día. Mis ojos otra vez solo miraban las tetas de esas dos mujeres estupendas. Yo estaba ya loco por estar a solas en mi habitación. Una vez terminamos decidimos irnos a la casa. En cuanto llegamos Ailen empezó a provocar una situación excitante. Todo venia por unos bikinis que se habían comprado y querían saber la opinión neutral de cómo les quedaban. Me tocaba a mi dar un veredicto sobre los modelitos. Se fueron a ponerse los bikinis, cuando justo me llamaron por teléfono. Estaba muy concentrado en la llamada, era de la central y por las explicaciones que me daban, estaba pasando o a punto de pasar, lo que me suponía, que tendría que volver a Europa. Mi preferencia era quedarme allí, pero… no me lo dijeron claro, pero lo entendí perfectamente, mientras me contaban que en unos días viajarían unas personas de la central, aparecieron las dos con sus respectivos bikinis.

Se ponían delante de mí, hacían giros y poses con sus cuerpos, provocándome mientras hablaba. No sé cuál de las dos era la más “mala” pero me estaban poniendo… así lo hicieron con dos modelitos y al acabar la conversación aparecieron con el ultimo. Cuando las vi estaba convencido, de que ese no se lo pondrían públicamente ninguna de las dos. Era algo menos un bikini, irían mejor desnudas, pero así ocultando lo justo daba mucho morbo. Ailen dijo que los había comprado ella y Emilita pregunto si no era muy descarado. Mi respuesta fue muy sencilla, que cada uno se tenía que poner lo que quisiera, con lo que se sintiera más a gusto y añadí que a las dos les quedaban perfecto. Reconozco que fui muy sutil en esa respuesta. Lo que paso que a Emilita no le precio suficiente y con total descaro, me pregunto… “Carlos, pero… ¿Que cola esta mejor la de mi tiita o la mía?” e hizo que su tía se apoyara como ella en un sillón, dejando el culo en pompa. Para salir del paso y darme un pequeño respiro antes de contestar dije… “Es que no es tan fácil contestar, cuando son dos culos tan fantásticos, hay muchas cosas a tener en cuenta” prácticamente el culo lo llevaban al aire, un triangulito mínimo en la parte de arriba y luego como un cordel que se metía entre sus nalgas.

Ailen decidió hablar y subir unos grados la temperatura diciendo… “Así no es, tienes que decidirte y contestar. ¿O que hace falta para que contestes?” Se notaba su madurez y su astucia, me había abierto una puerta muy buena. Con toda mi cara y a sabiendas de que Ailen estaría de acuerdo conmigo dije… “Es que, para ser justos, tendría que ver el tacto, la dureza y sobre todo verlo sin nada…” Emilita se quedó mirando con algo de desconcierto y sin saber que decir, cuando me dijo que era un fresco. Rápidamente Ailen, que no quería perder la oportunidad dijo que por ella no había problema, pero eso sí, que nadie lo contara después.

Ante la estupefacción de su sobrina, se quitó la parte de abajo y se volvió a colocar en la misma posición, una vez lo hizo, me dijo que cuando quisiera podía comprobar la dureza y el tacto. Con la sobrina al ver a su tía, podía ocurrir cualquier cosa, que se fuera, que hiciera lo mismo que su tía… todos estábamos expectantes hasta que su tía con la mayor naturalidad le dijo… “Venga, a qué esperas…” pero la sobrina dijo que ahora venía y se fue. Ailen esbozando una sonrisa “perversa” se acercó a mí con rapidez, me mordió el labio inferior y me dijo… “Te dije que te tenía una sorpresa y la vamos a disfrutar los dos…” se fue a donde estaba su sobrina. Podía oír como le decía a su sobrina, que nadie se iba a enterar que era una broma, que no iba a pasar nada malo y la única preocupación de ella por lo que oí, era que tenía un novio y que se daría cuenta. Ailen riéndose le dijo que eso era una tontería, que, si ella no se lo contaba, era imposible que él se enterara y que era como estar en la playa. Ailen tenía dotes de persuasión y al final le dijo que hiciera lo que quisiera, que ella se iba a donde estaba yo y a recoger su bikini para vestirse.

Ailen llego mirándome con complicidad y cogió su prenda como para ponérsela, pero hizo un poco de tiempo hasta que apareció Emilita, que dijo… “Ya estoy aquí, pero promete que serás justo…” yo le dije que sería justísimo. No hizo falta ni que se quitara nada, solo oírla hizo que mi polla se pusiera al máximo. Tardo, segundos en quitarse la prenda y ponerse al lado de su tía. Menudas dos “putas” estaban hechas. Me puse en medio de las dos. La tía a mi izquierda y la sobrina a la derecha. Mientras mis manos acariciaban esos dos perfectos culos, sin ninguna de ellas ver lo que hacía con la otra, a Ailen le tenía dos dedos metido dentro de su coñito, soltaba un leve gemido y no decía nada más. Emilita que tenía más cerrada las piernas, se dejaba tocar, pero no las abría. De manera un poquita brusca, metí mis dedos entre sus piernas, estaba mojadisima, dije que me tenía que tomar mi tiempo y ya llegue a su coñito perfectamente, logrando meter primero un dedo hasta dentro. No se pudo aguantar y se le escapo un leve quejido, ante la pregunta de su tía de que pasaba, la muy putita dijo que nada, ahora se dejaba tocar bien tocada. Hasta que dije que el mejor culito era el de la sobrina. Ailen me dijo que estaba de acuerdo conmigo y de forma inesperada, puso la mano en mi paquete diciéndole a su sobrina si quería ver algo muy bonito.

Se quedó callada mirándonos, espera un sí o un no. Sin embargo, ella de forma inesperada le pregunto a su tía… “Tiita, tu… bueno… ¿Vosotros… no es vuestra primera vez? ¿Verdad?” Ailen sonriéndole le confirmo lo que era más que evidente. Bajándome un poco el bañador y dejando mi polla al aire. Para que su sobrina la viera y le pregunto si no le gustaba, si no era una belleza. Emilita no contestaba nada, solo nos miraba y se le escapaba la mirada a mi polla, viendo como su tía me pajeaba muy suavemente. Ailen dijo de ir a su habitación y Emilita solo pudo decir… “Es que eres mi tía” y Ailen muy directa le dijo… “Mira sobrinita, haz lo que quieras, esta puede ser tu oportunidad de pasarlo como nunca antes lo has pasado” Emilita con la voz algo entrecortada por los nervios volvió a decirle… “Pero es que eres mi tía… no puedo, no sería capaz” Ailen un poco más seria le dijo zanjando la conversación… “Nosotros nos vamos a coger. Tú tienes que ver las cosas de otra manera, somos dos mujeres, olvídate de lo de tía y sobrina. Pero lo más importante si nunca te has tocado pensando en mí, en nosotras, no vengas… y sabes dónde estamos”

Nos fuimos para su habitación dejando a Emilita sola. En la habitación Ailen y yo no perdimos el tiempo, aunque mi mente estaba pensando en Emilita. No sé si Ailen se dio cuenta, se lo imagino o fue casual, pero me dijo que no me preocupara que su sobrina vendría, ya que su sobrina era un volcán, pero que nadie había logrado que entrara en erupción. Ailen puso música suave de fondo y se vino a la cama donde yo estaba tumbado, se puso a mamarme la polla, poniéndose de tal forma, que, si su sobrina mirara por la puerta, vería perfectamente cómo me hacia la mamada.

Tanto Ailen como yo, estábamos a lo que estábamos, pero eso no nos impedía estar también pendientes de la puerta. Estábamos muy animados y yo cada vez miraba menos a la puerta y si más a Ailen, que me hacia una mamada que me causaba un placer infinito. De pronto, mientras miraba a Ailen, vi cómo se deleitaba pasándome la lengua por toda mi polla y como su mirada estaba dirigida hacia la puerta, miré y vi a Emilita que nos observaba con cara calenturienta, solo llevaba la parte de abajo del bikini y tenía las piernas muy cruzadas, con un leve movimiento de adelante hacia atrás. No se decidía a entrar, estaba indecisa, al no decidirse Ailen con mucha tranquilidad se levantó y fue hacia ella. Antes de llegar estiro la mano y su sobrina se acercó dándole la mano, ella estiro suavemente y ya entro en la habitación, que, aunque solo tenía una luz tenue de la lampara de la mesilla de noche, se podía apreciar perfectamente los pezones bien empitonados de Emilita.

No hablaban entre ellas, solo se miraban, la tía acariciaba el cabello y la cara de su sobrina con mucha sensualidad, con mucho deseo y demasiada excitación se veía en las dos mujeres. Ailen se abrazó a ella y empezó a bailar. Emilita le siguió y el baile se volvió muy sensual, se pegaron más y las tetas de las dos se tocaron. En ese momento tía y sobrina se fundieron en un apasionado beso. Se comían la boca de forma “hambrienta” como si fueran un manjar. Muy sutilmente Ailen se iba moviendo en dirección a la cama, donde estaba yo. Una vez que llegaron a la cama se tiraron sobre ella y Ailen no perdió el tiempo, le quito la única prenda que llevaba, la braguita del bikini y de forma salvaje, porque no tiene otro nombre, se puso, más que lamer, chupar… a devorar el coñito de su sobrina, sus formas, su ansia, demostraban las ganas contenidas que le tenía a su sobrina.

Emilita se corrió muy rápida y abría la boca de forma exagerada, me entraban ganas de meter mi polla, pero no quería interrumpir lo que parecía que iba a ser otro orgasmo, como así fue. Esta vez ya se contuvo mucho menos y grito bastante. Ailen era una loba y no soltaba a su “presa” su boca y sus dedos seguían apoderándose del coñito de Emilita, que ahora parecía que tenía asma de como sonaba su respiración, fuerte y profunda. No me podía esperar más, me acerqué y le puse la polla a Emilita cerca de su boca, sin tocarla. Ella estaba muy excitada y con los ojos cerrados, en cuanto los abrió me miro y luego agarro mi polla, no se lo pensó, se la metió en la boca y la mamaba muy bien. Sentí perfectamente mientras tenía mi polla en su boca, como se volvía a correr.

Ahora la tía paro de comerle el coñito y empezó a decorar sus tetas, con cuanta pasión lo hacía. Cuando cambiaba de teta animaba a su sobrina a que se metiera mi polla hasta el fondo de su garganta, haciéndole caso la sobrina y llegando a tener alguna arcada, lo que no le impedía continuar con lo que hacía. Pero Ailen estaba demasiado excitada y ya no le valía con solo besar o lamer, necesitaba más. Como pudo y ante la inexperiencia de su sobrina, Ailen coloco sus piernas haciendo la tijera con su sobrina. Que aprendió de manera rápida y con el buen hacer de su tía se volvió a correr. Paro de mamármela y estaban muy entregadas la una con la otra. Ahora la que se corrió fue su tía y la cara de “orgullo” de la sobrina reflejaba lo excitada que estaba. Me puse un condón y la tía preparo a la sobrina, que no es que tuviera ella ningún reparo, que se la notaba deseosa. Ailen le decía que se sentara sobre mí al ritmo que ella quisiese, Emilita puso cara de no estar muy conforme y sin decir nada se puso de rodillas, culo en pompa y el resto de su cuerpo apoyado en el colchón, no hizo falta más palabras.

Me coloqué detrás de ella y por todo lo que me había dicho su tía, empecé con cierto “temor” a follarla. Empecé a meterla despacio, estaba apretadita, pero entraba bien. Notaba que algo no marchaba bien, pero no sabía el que. Ailen me miro, me hizo una mueca, me guiño el ojo y dijo que ahora volvía, saliendo de la habitación. En cuanto se fue Emilita de forma “rabiosa” me soltó, que no fuera maricón, que… y no la deje continuar, de un solo envión le metí toda mi polla, hasta que la oí “protestar” reconocí el patrón, no era mi primer encuentro con una mujer con esos gustos. La follaba de forma fuerte y ella solo pedía más, ahora si estábamos en la misma onda como me repetía ella. Probé y le di unos azotes, dándome cuenta de que le gustaron. Empezaba a entender porque decía que no se quedaba llena con sus “novios”

Su tía regreso, aunque sabía que no se había ido del todo y se puso a tocar las tetas de la sobrina, volví a darle unos azotes y le dije a Ailen que le “castigara” sus pezones. Se puso con sus pezones y no paraba de gemir en alto su sobrina. Ahora le dije a Emilita, que era la hora de que se comiera por primera vez un coñito y que mejor coñito que el de su tía. Ailen se colocó delante de ella, no fue necesario insistir mucho más, una caricia de su tía en su cabeza y pego su boca en el coñito de su tía, que se derretía al sentir la lengua de su sobrina. Por culpa de las embestidas fuertes, algunas veces su boca se iba del sitio, con el “enfado” de Ailen, que rápido se tranquilizaba cuando la lengua de su sobrina volvía a su sitio. Las dos se corrieron prácticamente a la vez y se quedaron quietas. La sobrina medio gateo y se besó con su tía. Ailen le dijo algo al oído a su sobrina, que con voz de espantada dijo un “¡NO!” y su tía acariciaba su cabeza, hablándole al oído y consiguió que esa firmeza de su sobrina, fuera cambiando poco a poco. No sabía que pasaba, pero no tarde mucho en saberlo, porque se estiro y de un cajón saco un bote de lubricante, se unto bien los dedos y su sobrina que estaba tumbada boca abajo, empezó a recibir en su culito la atención de su tía, que empezó a ponerle el lubricante, oyéndose pequeños quejidos de su sobrina.

Me hizo una seña, para que continuase yo lubricando el culito. Ailen se fue hacia el armario, no podía verla porque yo estaba dedicándome a su sobrina, que me miraba de forma caliente y me decía que no la hiciera daño. Su tía se había puesto un arnés con un buen consolador, la sobrina miraba con sorpresa. Estaba claro que para ella todo era una novedad y su tía una caja de sorpresas. Le miro y le dijo… “Hoy va a ser tu primera vez en muchas cosas… te vamos a coger los dos a la vez”

La tía se tumbó en la cama y le dijo a su sobrina que se montara encima. La sobrina de forma obediente y super excitada se fue sentando sobre su tía. Se lo metió todo y cuando Ailen hizo vibrar el consolador, a su sobrina se le escapo un sonoro gemido. No tenía prisa, no quería forzar nada, esperaría hasta ver que Emilita estaba preparada. Ni su tía ni yo le decíamos que hacer, pero en un momento dado, se tumbó sobre su tía, dejando su culo en posición, invitándome a que lo penetrara. Me acerque y a pesar de la excitación que Emilita tenia, se la notaba algo tensa. Sin prisas empecé a follar ese culito. Cuando metí la cabeza de mi polla, dio como un respingo y se quejó con fuerza. Su tía la calmo rápidamente, llenándola de besos, caricias y buenas palabras. Mientras yo seguía metiéndole la polla, en su culito que estaba muy estrecho, tan estrecho que era todo un placer, como se sentía de prieto y caliente.

Una vez que ya se la metí toda, me quedé quieto, que se adaptara. Mientras notaba una leve vibración, que cambio cuando su ti asubio el ritmo, lo que hizo que su sobrina, empezase a mover su culito y yo al notarlo, empecé a sacar y meter mi polla de su culo. De los quejiditos, pasamos a los potentes gemidos. Estaba encantada de la vida, nos decía que se sentía muy rico, que era algo magnifico. No se pudo aguantar más y se corrió de una manera tan bestial, que cuando acabo, se tapó la cara diciendo que no la miráramos que la daba vergüenza y nos reímos. A continuación, me pidió que se la sacara con cuidado y así lo hice. Me quite el condón y estaba loco por correrme que estaba a punto cuando se pararon. Ailen se vino a donde yo estaba y se puso a mamarme la polla, la sobrina se puso con ella y entre las dos me tenían cachondísimo, avise de que me corría y Ailen le dijo a su sobrina, que me la mamara bien, que ya vería cuanto me corría, que hiciera los honores. La sobrina se puso a comérmela de una manera prodigiosa y enseguida empecé a llenar su boca de leche. Una vez que termine, ella con lo que no se había tragado, se fue por su tía y se dieron un morreo de lo más morbosos que he visto.

Emilita decía que se le iba a notar cuando se sentara y su tía se reía, le decía que eso eran imaginaciones suyas y para que se calmara le dijo… “¿Tú me has notado a mí que me siente de otra manera?” y antes de que la sobrina pudiera decir nada ella le dijo… “A mí me coge sin lubricante, eso para que te hagas una idea” nos volvimos a reír todos. Quedamos en beber algo para refrescarnos y continuar, la más interesada era Emilita. En eso Ailen recibe una llamada, que era de su marido, que muy astutamente le avisaba de que en no más de media hora estarían allí. La más sorprendida fue la sobrina que mirando a su tía le pregunto… “¿Pero el tío, sabe…?” y ella le contesto… “Tu tío es muy buen hombre, muy buen marido y le gusta que yo sea feliz” Emilita no dijo nada, pero estaba claro que se llevó una sorpresa.

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