Mi nueva vecina, una nueva aventura para disfrutar y gozar al máximo, cuando la vi supe que me la tenía que follar

Valorar

La primera vez que la vi fue cuando coincidimos en el portal de casa. Yo estaba esperando que bajara el ascensor y oí como la puerta del patio se abría. Me gire con desgana esperando aparecer a algún vecino, pero en su lugar vi como dejaba la puerta cerrarse sola y avanzar sonriente hacia mí, con dos bolsas de mercadona en las mano. Le devolví la sonrisa…. y vaya si se la devolví. Mi boca y mi polla creo que sonrieron a la vez.

Al llegar a mi altura se inclinó hacia delante para dejar la bolsa en el suelo, y al hacerlo, la tela del vestido primaveral que llevaba se separó lo justo para permitirme ver, desde mi posición, unas preciosas tetas. Nada de tetitas, unas señoras tetazas. A ver, no es que sea yo un mago de las medidas pero mentalmente las comparé con las de María José, mi mujer, y calculé una talla 105-110 fijo. Y lo mejor no era el volumen, que lo era no vamos a engañarnos, sino el modelito de sujetador que vislumbré durante unos segundos. Un sujetador que juntaba sus tetazas lo necesario para que se formara un canalillo que parecía un valle eterno. Y encima, era uno de esos sujetador de copa muy baja que cubre la justo los pezones dejando una generosa superficie de piel a la vista del afortunado miron.

Al alzar la vista me pillo mirando y, por suerte, solamente volvió a esbozar una sonrisa mientras se incorporaba y nos saludabamos. “Mmm vaya,me ha pillado y no ha dicho nada, esto pinta muy bien” pensé al ver que no hacía ademán de recolocarse la tela del vestido

-Hola buenos días- Dijo ella.

-Hola- Contesté como buen vecino -Esto…perdona, ¿vives en la finca?- Estábamos muy cerca en el reducido espacio del ascensor así que pude fijarme en ella con más detalle. No era especialmente atractiva pero, joder, vaya tetazas. Además tenía el cuerpo como a mi me gusta, curvilíneo, gordita pero no obesa, vamos, una estupenda gordibuena que lucía su correspondiente anillo de casada.

-Huy disculpa, si soy….bueno somos nuevos en la finca. Me llamo Elisa.

– Marcos, yo me llamo Marcos, encantado- E inclinándome un poco hacia ella nos dimos los típicos dos besos en las mejillas, momento que aproveché para deslizar de forma “inocente” mi mano por su cintura apenas dos segundos mientras disfrutaba del perfume que despedía su piel y que acabó por despertar a mi polla.

-Nos hemos trasladado hace poco, a la puerta 6.

-Estupendo. Nosotros vivimos en la puerta veintiuno, es la última, en el séptimo. No tiene pérdida. Ahí estamos por si necesitáis alguna cosa.- Y bajando los ojos de nuevo de forma voluntaria y premeditada, añadí mientras miraba su escote medio segundo. -cualquier cosa…..- Volviendo al instante a la subir los ojos y mirar su cara iluminada por una sonrisa y una mirada que yo juraría que era de juguetona complicidad.

La conversación se interrumpió al llegar el ascensor a su rellano y nos despedimos cordialmente. Al cerrarse la puerta del ascensor y iniciar la subida a mi piso, resople excitado. Joder, esta tía me ha seguido el juego, pensé, me ha pillado mirándole las tetas dos veces y no ha dicho nada, joder, joder… y que peras por dios. Mi polla estaba temblando.

Ya os podéis imaginar cómo entré de salido a mi casa. Deje la bolsa que llevaba en el recibidor y aceleré el paso hacia la cocina con la idea de follarme a mi mujer donde la pillase. Y la encontré en la cocina.

-Hola cariño, qué bien que ya estés en casa, tengo la comi…¡hey oye que no…!- La pillé por detrás, mientras se estaba enjuagando las manos en el fregadero. Y sin dejarle casi reaccionar le atrape las tetas mientras pegaba mi polla dura en su culo y le empezaba a besar y mordisquear el cuello.

-No, no..Marcos..ahora no.. la comida…no..- No le respondí, simplemente mi mano derecha abandonó sus tetas y bajó rápido, deslizándose bajo sus mallas, bajo sus bragas y empezando a jugar con su coño. Mis dedos separaron al instante sus labios, buscaron su clítoris, acariciándolo, empezando un juego de estimulación que sabía que le excitaba. Mis labios no paraban de morder, de besar, de chupar su cuello, mientras la otra mano subía la camiseta y dejaba sus tetas desnudas al aire. No puede evitar sonreír como un cabrón al compararlas sin querer con las de la nueva vecina. Tendré que comprobarlo, pensé excitándome aún más con esa idea.

Empecé a masturbar a Maria José concentrandome en provocarle un intenso placer de forma rápida, para que sus defensa se rompieran y me dejara via libre. Y no me constó mucho la verdad.

-Joder, joder…que gusto..joder..- Empezó a respirar de forma agitada separando ligeramente las piernas. Y, con la mano que tenía libre, aproveche ese momento para bajarle rápido las mallas hasta donde pude, ayudándome con el pie para acabar de bajárselas hasta el suelo sin dejar de masturbarla. Ella levantó la pierna lo justo para sacar el pie izquierdo de la prisión de las mallas y separar un poco las piernas, al tiempo que apoyaba los codos sobre el mármol de la cocina, haciendo que sus tetas casi rozaran el mármol. Eso me dio a mi el tiempo justo para maniobrar con mi pantalón, sacarme la polla y dándole un ligero toque en el tobillo con mi pie, hacer que separará más las piernas y poder clavársela de un tirón hasta los huevos.

-¡Ahhh! ¡Joder.. animal..diossss.. me la has metido de golpe..joder. ¿pero qué has estado haciendo que vienes así? Ahhhh..diosss….no pares ahora- Al oirla pensé en la vecina y en cómo me gustaría que fuese ella la que probara mi polla en lugar de mi mujer. Imagine sus tetazas moviéndose en cada embestida de mi polla.

-Es que he conocido a la nueva vecina y no sabes las tetazas que se gasta.. y me la ha puesto dura- Decirselo asi, dejándola con la duda de si se lo decía en serio o en broma, me hizo sentirme muy cabrón.. Y eso me ponía a mil.

-¡¡Cabrónnnnn!!- Exclamó María José intentando rechazarme y liberarse de mi polla, pero me esperaba esa reacción y estaba preparado. Incline mi cuerpo sobre ella con todo mi peso, aplastando sus tetas encima del mármol de la cocina, mientras mi polla entraba y salía de su coño sin menguar la intensidad de la follada que le estaba dando. Rápidamente mis dedos volvieron a trabajar su coño, al tiempo que acercaba mi boca a su oído y le susurraba.

-Shhh… quieta zorrita.. portate bien o tendré que irme a follar la vecina nueva- Los jadeos de mi mujer reflejaban el morbo que le producían mis palabras, y mis dedos castigando su coño aumentaban aún más esa excitación.

-Cabron.. eres un cerdo hijo de puta.. diosss….- aumente la intensidad de la follada y mis dedos no se quedaban atrás en su coño. Notaba que estaba apunto de correrme, pero quería alargarlo un poco más. Y, de improviso, me erguí recto sin dejar de follarla, le agarre del pelo con los dedos pringosos de sus jugos y, con la otra mano, le dí un fuerte azote en las nalgas al tiempo que le obligaba a arquearse.

-Vamos zorra, frotate el coño..vamos… que se note que mi mujer es un guarra- La cocina se inundó de jadeos provocados por mi polla y por los dedos de Maria Jose que no habían tardado ni un segundo en hundirse en su coño. Éramos como animales en celo, moviéndonos, bufando, resoplando…a punto de explotar.

-¿Quieres correrte puta?- Le dije sin dejar de moverme. -Si..si…si …joder que gusto diossss- Mi mujer estaba desatada…con la cabeza arqueada hacia atrás, las tetas moviendose locas, el pelo estirado por mi mano y el rítmico sonido de mi pubis golpeando su coño.

Entonces, no sé por qué mire por encima de ella. Y me di cuenta que la cortina de la ventana de la cocina que daba al deslunado dejaba una rendija sin cubrir, por la que se veía la terraza del edificio. Al estar en el séptimo piso, encima de nosotros solo estaba la terraza y ésta daba al deslunado. A apenas seis metros de nuestra ventana hacia arriba.

Y me recorrió un escalofrío por la espalda cuando mis ojos se cruzaron con la mirada de Elisa. Ella seguramente había subido a tender y no se esperaba el espectáculo que le estábamos dando. Y allí estaba, quieta, asomada al borde, mirando, con la boca abierta, sujetando con una mano la palangana con la ropa recién lavada y la otra mano.. joder no la veía pero el movimiento era evidente. Se estaba masturbando mirando como me estaba follando con dureza a mi mujer.

Eso me puso a mil. Y entonces, solo pude aguantar su mirada y, en voz más alta como queriendo que la orden la obedecieran las dos mujeres, dije

-!Correte zorra¡ ¡Vamos correte!- Fue oirlo y estallar Maria Jose en un orgasmo salvaje justo en el momento que mi polla explotaba en su coño con varios chorros intensos. Y justo cuando Elisa abría la boca de forma desmesurada intentando ahogar un grito, cerrando los ojos y temblando en un orgasmo brutal. Joder, un orgasmo brutal. Y no deje de mirarla en ningún momento, mientras mi polla descargaba en el coño de mi mujer, que con los ojos cerrados era ajena al morboso juego iniciado entre Elisa y yo. Por un instante, cuando la intensidad de su orgasmo se lo permitió, Elisa abrió los ojos y me vio mirándola mientras me corría, mientras María Jose se corría, mientras los tres nos corríamos a la vez. Y entonces, dándose cuenta de la situación, desapareció de repente sin duda asustada por lo que había pasado.

Mientras mi mujer aún temblaba de gusto recibiendo los últimos suaves embites de mi polla que se había vaciado en su coño, cerré los ojos y sonreí pensando. La próxima será tu Elisa.

Deja una respuesta 0

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *