Tenía ganas de tener un masaje con terminación feliz, pero con una aprendiz de 16 años, la viole durante una hora porque me lo pidió desesperadamente la puta
Desde hace varios años que soy aficionado a los masajes con final feliz y en ocasiones un masaje normal, sin el ff. Puedo permitirme tomar masajes con mujeres españolas, en esos centros “tantra”, body-body, etc., que te cuestan cerca de los 100 € la hora, pero ya sabes a lo que vas y como será, y ya depende de la chica, que lo domine más o menos. De vez en cuando los utilizo, pero en últimos tiempos me he decantado por experimentar con asiáticas, especialmente con chinas que son la mayoría, al menos en Barcelona.
Eso fue a raíz de leer experiencias de otros usuarios en un foro dedicado al mundo del sexo de pago en todas sus formas. De igual forma que leo relatos aquí, leo experiencias allá, y también he escrito algunas de mías, por colaborar, compartir y eso. No ésta, obviamente.
No suelo repetir con la misma masajista, o solo con algunas de especiales, que me dan algún plus, y me suelen interesar, como a la mayoría, por lo que leo, las jovencitas, especialmente porque son minoría entre las chinas. Vamos, que por cada una que encuentras de 22-25 hay cincuenta de 40 años. De todas formas la juventud no es garantía de nada, ni de belleza, ya que puedes encontrar alguna cuarentona que le da cien vueltas físicamente a alguna en apariencia teen, como tampoco la veteranía es garantía de buen masaje. Las hay jovencitas que superan con creces en técnica a otras cuarentonas. Cada una es un mundo, y este es chino.
Visito salas exclusivamente de masajes, o peluquerías chinas, que éstas me da un morbo añadido. Lugares en que pueden estar haciendo un peinado, uñas, etc., con la señora de al lado, mientras en la trastienda, arriba o abajo, tienen unas pequeñas habitaciones donde se realizan masajes. Incluso puede hacértelo la misma chica que es peluquera. Todo eso le añade interés a la historia, el misterio de no saber que te encontraras, o bueno, eso era antes.
Recuerdo en sus inicios, que cada nuevo masaje era una sorpresa y nunca sabías como terminaría, ya que varias no hacían ni final feliz. Era algo que te tenías que ganarte, y cuando lo conseguías, la excitación por una simple paja, o darte unos besos con la chica era todo un logro. Como la oferta y la demanda ha ido creciendo, ya son mayoría que ofrecen, salones de masaje, especialmente, no solo masturbaciones sino felaciones. Además de eso, por lo que he leído, ya algunos hasta ofrecen un completo, o sea, follar. Vamos, que los pisos de asiáticas ya han bajado a pie de calle y en rótulos. A mí no me lo han ofrecido, ni de entrada me interesa especialmente, ya que creo que una chica que ofrece eso, es que antes estaba en un piso.
En la historia que voy a contar y que ocurrió hará poco más de medio año, fui algo más allá, en la que se juntó, vigilancia, investigación y “abuso” a fin de por un lado aprovechar personalmente la situación y escarmentar a una jovencita para que se apartara de ese mundo, o que esperara unos años en adentrarse.
La escribí entonces, pero no la publiqué en el foro, por las posibles repercusiones, expulsiones y por privacidad, mía y especialmente de ellas. De hecho no publiqué ninguna de esas cinco visitas a la pelu. La verdad es que no había experiencias en el foro de esa peluquería desde hacía más de un año, y a día de hoy no he visto de nuevas. Son muchos los que optan por no compartir sus experiencias y se las guardan para así.
Era solo la tercera vez que visitaba esa peluquería del Eixample, y con la misma mujer, que lo hacía realmente bien, tanto el masaje como el final feliz. Aparte de ella, que además era la jefa, había dos chicas más, también peluqueras y masajistas. Una no era de mi agrado físicamente, más bajita y rechoncha, pero la otra estaba bastante buena. Por entonces, mi masajista, se hacía llamar Sofía, ahora no sé.
Tendría unos 35 años o algo más, de mediana estatura, metro sesenta y cinco, aprox, melena larga y un cuerpo delicado aunque robusto, de carnes prietas y pechos voluptuosos, que todavía se mantenían firmes, y de piel algo morena, raro en las asiáticas. Era placentero acariciar ese cuerpo de piel suave en los momentos finales del masaje, cuando ella se disponía a complacerme.
El preámbulo se iniciaba ya quince minutos antes, cuando yo estaba tumbado hacia abajo, y ella se paseaba como Pedro por su casa por mis glúteos con más frecuencia, entreteniéndose en ellos, junto a incursiones suaves y reiteradas cada vez con más insistencia en mis partes nobles
Ya en la segunda visita había visto a una jovencita iniciándose en la peluquería, bajo la guía y supervisión de Sofía. Por lo que descubriría después, la chica tenía 16 años, si bien, como ocurre con la mayoría de asiáticas, aparentan menos edad de la que tienen. Su aspecto físico era de una adolescente de no más de 14. Tenía unas facciones muy bellas, y un cuerpo estilizado, muy bien proporcionado y con unas buenas tetas ocultas bajo la camiseta roja que llevaba con su short corto azul tejano. No mediría más de metro sesenta y su pelo de media melena era castaño y llevaba unas gafas de pasta grandes que le añadían un plus de interés. Como una colegiala con carácter.
Le pregunté a la masajista sobre le nueva y me contó que era hija de una compañera de piso en el que ya no estaba, pero con la que había mantenido cierta amistad, y por eso la colocó en la pelu, para darle un trabajo y que aprendiera ya que, terminada la ESO no le gustaba mucho estudiar, todo y decirme que quería hacer un módulo de peluquería.
Como dije, en esas peluquerías todas hacen de todo. No existe apenas especialización, y pueden estar poniendo rulos y al rato masajeando a un señor. Pues sí, a la jovencita también le iban a enseñar a hacer masajes. La masajista, Sofía, me contó que la chica era lista, con ganas de aprender, y no solo a peinar, sino también a hacer masajes, pues era consciente de lo que hacían en esas habitaciones, y de las propinas que se llevaban, y me dijo que algún día le enseñaría a hacer masajes, no a su terminación feliz.
Fue el tercer día que previa llamada, para asegurarme que me atendería Sofía, acudí al centro. Al entrar estaba la jovencita peinando a una señora y me saludó, como hacen la mayoría, con una bonita sonrisa.
Como de costumbre, me fui desnudando y me tumbé en la camilla con la cara insertada en el agujero que tienen para comodidad del cuello. Cuando el masaje es en futon, has de girar la cabeza y no es tan cómodo. En estos sitios, salvo excepciones, no te ponen un tanga de papel, ni te tapan con una toalla, como en los centros occidentales de masajes normales, sin final feliz. Te quedas totalmente desnudo sobre la camilla. Yo así lo prefiero.
Entró al minuto Sofía y me dijo si no me importaba que estuviera la futura aprendiz allá. Se expresaba bastante bien en castellano, pero no con la perfección que lo haría la jovencita. Le respondí que no había problema, que la hiciera pasar. A los 5 minutos entró. Se hacía llamar Lisa, y se quedó a un lado contemplando el masaje. La habitación no era demasiado espaciosa, un metro a cada lado de la camilla, pero bueno, cambiamos bien los tres.
Me daba un morbo especial estar yo ahí desnudo tumbado con la chica observando mi cuerpo bajo las manos de Sofía. Entre ellas muchas veces hablaban en chino, cosa que no me gustaba mucho porque no me enteraba de nada y uno no sabe nunca si te están poniendo a parir. Me dijo que la joven ya había estado presente con otro cliente pero solo mirando, y que si yo quería me harían un masaje, como a cuatro manos, así ella podría empezar a manipular con sus manos.
Como no podía ser de otra forma Sofía me pidió el doble de dinero por el masaje, como un cuatro manos normal. O sea, cuarenta euros frente a los veinte normales la hora. Por la excitación que tal oferta me provocó, no la del dinero, sino por la expectativa generada, acepté sin discusiones.
Yo ya tenía mi plan en mente, después del día que me dijo que la niña quería aprender, y este consistió en querer grabar la escena, para mi propio deleite personal, como algún otro que he grabado erótico, nunca para subirlo a internet.
Tengo de hace tiempo un reloj espía que compre online, que tiene oculta una cámara en HD de bastante buena calidad siempre que haya buena luz, incluso tiene unas luces infrarrojas para la oscuridad, pero no me gusta como se ve, y nunca lo he utilizado, así que mejor que haya buena iluminación sino pierde mucho detalle. Pues ese día, colgué el reloj del cinturón del pantalón, que puse en la percha de la puerta, con dirección a la camilla, y claro, encendido. Nadie suele sospechar nada ya que a menos que lo mires con mucho detalle y lo sepas, no se aprecia nada que sea espía.
Empezó el masaje, los primeros cinco minutos solo con Sofía, mientras charlaba con la nena, supongo que explicándole cómo hacerlo, y entonces se puso manos a la obra la aprendiz. Sus pasos eran algo torpes, sin mucha maestría, pero a medida que avanzaba el masaje, y cogía confianza, sus progresos se hacían evidentes. Empezó la joven en las piernas y Sofía en la espalda. Me pusieron aceite Johnson sobre mi piel, como es costumbre, y empezó la fiesta.
Lo normal sería que mis glúteos estuvieran en disposición de Lisa, pero se limitaba a unos pasos por los laterales, y sin la dedicación que yo desearía, sino como más a las caderas, y lejos de los puntos sensibles entre mis nalgas. La verdad, me gustaba la experiencia. Ella desde su posición podía contemplar mi pene y testículos asomando, y más porque (como yo estaba grabando) les sugerí que no apagaran la luz principal, como suelen hacer, y así estaba todo más iluminado, cosa que agradecí más tarde al ver la grabación.
Al rato se cambiaron la posición y Sofía se dedicaría a mis piernas. Entonces sí que la veterana le puso más dedicación a mis glúteos, tal como a mí me gusta, por fuera y por dentro. Al subir con sus manos por la parte interior con la punta de los dedos tocaba de soslayo mis huevos, primero muy poco o de vez en cuando pero a medida que avanzaba el masaje, ya con más frecuencia y amasando bien mis nalgas.
Ellas seguían charlando a ratos en español, para que yo me enterara y a ratos en chino, para sus cosas. En algún momento sí noté que Lisa al bajar sus manos por mi lumbar, prosiguió un poco más abajo y ya sí dio un repaso a mis glúteos, pero sin incursiones a mis partes, solo rozó un poco mis testículos en una ocasión, cosa que me provocó una nueva erección, de la cual su jefa sería testigo.
Ahora ya se acercaba el tiempo final del masaje por la espalda, y se notaba con las caricias de Sofía, sin miramientos por cada rincón que encontraba entre mis piernas y yo estaba ya muy caliente. En esto que me dijo, – Ya tá, media vuelta. Me giré y siguieron las caricias por delante, por el pecho, vientre y alguna alrededor mi zona viril y me pregunta si quiero que Lisa se quede en el final feliz, pero que solo mirara o me hará alguna caricia. Yo, sí sí, faltaría más.
En esto Lisa se ausento por 5 minutos a atender a un cliente, u otra cosa.
Entonces me dice Sofía. – Ella ya sabe lo que aquí hacemos, no es una niña, ya es mayorcita. Me dijo a la oreja. – Hoy solo mano, no chupal. Yo –Vale vale, no problema, lo entiendo.
Ahí empecé a ver sus truculentas pretensiones. Todo por el dinero. Me dijo que esto no lo sabría su madre, que había demanda de jovencitas y a Lisa la veía decidida, y que con lo bonita que era y su juventud podría pedir el triple por un masaje pero solo a clientes conocidos, y selectos, para guardar la intimidad de la chica y de paso, y más importante, evitarse complicaciones penales, si a la chica le daba por hacer ff y corría la voz.
Entiendo que a mí me consideraba como tal, de confianza, todo y estar con ella solo unas cuantas veces. Vamos, que pensaba ganar mucho más dinero con la joven, del que ya ganaba con las otras dos mujeres. Legalmente se puede trabajar con 16 años, y esto incluye los masajes. Otra cosa son los ff, que suelen quedar dentro de la privacidad entre el cliente y la profesional, si bien algunos lo anuncian. Pero como ya he dicho, todas las que he visto pasan de los 23 años.
En fin, Lucia regresó, y procedimos, y como ya había hecho en otras ocasiones Sofía se quitó la blusa. Me puso aceite y empezó a masajear mis partes, mientras me chupaba los pezones. Lisa miraba atentamente, y con cierta inocencia en sus manos, me acariciaba la pierna, el pecho, como queriendo acompañar a su maestra. De vez en cuando le decía algo en chino.
Habían levantado la camilla por detrás así pude incorporarme un poco. Yo esperaba aprovechar al máximo sabiendo que lo estaba grabando todo con el reloj espía.
Acerco la cara a Lucia, le doy un beso que se convierte en morreo, mezclando nuestras lenguas, le aparto un poco el sujetador y le chupo un pezón. Sé que ella no está aún cómoda, con la presencia de la Lisa, (que está de pie a mi izquierda, atenta) pero se deja hacer. Paso mi mano derecha por debajo de la falda y le acaricio el culo. Le digo que se la quite, y duda un poco pero lo hace, y se queda en bragas. Le masajeo el pompis, y hago alguna incursión por debajo buscando su coño, que empieza humedecerse.
Lisa sigue acompañando con algún paso de sus manos por mis piernas, por mi pecho. Le digo – Si quieres puedes darme un beso en el pecho. No se la ve muy convencida pero me sonríe todo el rato, y sí, acerca su cabeza a mi pezón izquierdo y le da un beso, luego le pasa la lengua como jugando con él. En ese momento con mi mano izquierda le acaricio las piernas y ella no hace ningún amago de retirarse, y yo, pues sigo así un rato, hasta que subo la mano y le agarro el culo. Ella sigue sin decir nada, y su jefa sigue dándome besos y masturbándome ajena a todo.
Levanto más la mano, y la dirijo a sus pechos. Entonces sí que se aparta, como no dando su aprobación. Veo que no lleva sujetador, y me extraña pues tiene unos buenos pechos, para nada pequeños. Regresa, y yo sigo con caricias por sus piernas. Al momento vuelo a acariciarle las tetas y ya sí que se deja y no se aparta, entonces ya con las dos manos le levanto la camiseta diciéndole – a ver guapa, déjame ver tus tetas.
Primero hace como que se resiste pero accede y puedo por primera vez presenciar esos pechos tiernos con unos oscuros pezones bien erectos y salientes. Ella con un gesto como de vergüenza, se ríe. La agarro por el culo para acércamela y le chupo un pezón, solo unos segundos, que ya sí, se aparta y baja la camiseta ruborizada. La jefa hace como que no ve nada.
El ambiente está caldeado y no sé cómo todavía no me he corrido con lo excitado que estoy. Le cojo la mano a Lisa y la acerco a mi polla. Ella se deja guiar, y Lucia viéndola venir aparta la suya permitiendo la exploración de su nueva masajista en prácticas. He de decir que todo y tener algo más de cuarenta años, tengo un buen cuerpo atlético, porque me cuido, voy al gimnasio, y mi pene tiene un buen tamaño, unos 19 cm y bastante gruesa. Vamos, no me quejo para nada, y las chinas especialmente acostumbradas a otros tamaños en el país del sol naciente, flipan un poco, todo y que como la mía, ya han visto muchas, y seguro mayores que la mía de occidentales.
A lo que iba… Lisa me la agarra por el tronco y como vio hacer a la jefa, y como seguramente ya le habrá hecho a algún chico, me masturba un poco, nada, escasos segundos, hasta que la retira, y le da paso a Sofía que sigue en su labor. Yo sigo acariciándole las piernas con una mano, mientras con la derecha manoseo las nalgas y el sexo de Sofía, que está muy mojada.
Subo otra vez la mano hacia el culo de la adolescente y le meto los dedos por debajo del short corto, que no es muy estrecho y me deja acceder a sus braguitas y entonces noto que también están húmedas. En eso ya no aguanto más y me corro sobre mi abdomen.
La cosa ha terminado y estoy satisfecho. Nos miramos los tres, con medias sonrisas, cierta vergüenza escondida con un poco de complicidad de lo sucedido. La jovencita ya sí se sale de la habitación y Lucia procede a limpiarme con una toalla húmeda. Me visto, apago el reloj y me lo pongo. Le pago y hago algún comentario de la sesión y me largo hasta otro día.
Al salir esta Lisa sentada en una butaca y me sonríe por última vez con una mirada picarona.
El próximo día que regrese para otro masaje, resulta que Lisa no estaba ese día. Había tenido que ir con su madre no sé dónde. Fue cuando aproveché y charlando con Lucia pude indagar sobre la madre de la joven. Pude saber que trabajaba en un restaurante japonés, cual era, y más o menos, como era ella físicamente. Sí, ya sé que todas son parecidas, pero siempre hay algunos rasgos diferenciadores.
Ya tenía lo que yo deseaba para mis planes, viendo que la chica terminaría trabajando allí, medio explotada, enriqueciendo a la jefa, mientras un montón de hombres, se aprovechaban de la situación para dar rienda suelta a sus más bajos instintos. Vamos, como lo que estaba a punto de hacer yo, aprovechando mi poder pasajero, y mi voluntad de apartar a la niña de ese mundo, al menos hasta que fuera mayor.
Así, que una semana más tarde llamé a la pelu, y le pedí a Lucia un masaje a cuatro manos, con la pequeña masajista, y así lo acordamos.
Llegué, y me acompañaron a la habitación, las dos, y entraron conmigo y cerraron la puerta con el balde, como suelen hacer la mayoría por privacidad. Me fui desnudando delante de ellas, mientras preparaban la camilla, y ahí fue cuando yo puse en marcha mi plan sin la certeza de cómo se desarrollarían los hechos, las cosas se sabe cómo empiezan pero no como terminan.
Le dije a Sofía y a la aprendiz de masajista lo que había hecho, que las había grabado, que podía enseñarle la grabación a su madre y encima denunciarla a ella por proxenetismo y demás, ya que ambas aunque de forma light habían hecho prácticas sexuales conmigo.
A la chica le caería una buena si su madre veía las imágenes, cogiéndome el rabo, mostrándome las tetas, etc., mientras la jefa me masturba. Y a la jefa le podían meter un puro y cerrarle el local entre otras cosas. A Lisa le entro pánico lo que dije, mientras Sofía estaba enfurecida conmigo y no se lo creía. Saque el móvil y les mostré una parte de la grabación.
Les dije, – Tendréis que hacer hoy todo lo que os diga y luego ya eliminare la grabación y no hablaremos más del asunto. Obviamente podía yo alargar mi chantaje pero yo era hombre de palabra y pensaba cumplirlo, aparte que ellas podían tener tiempo de tomar represalias. Ni de los abusos se puede abusar.
Se calmaron y me dijeron que sí, con reparos, bueno Lucia también me soltó que yo era un cerdo, a lo que le recordé que era ella que quería beneficiarse del cuerpo de la chica, dejando que hombres sin escrúpulos, como yo esta tarde, se aprovecharan de ella.
Para empezar le digo, – Lucia, quiero que desnudes a Lisa. La cara de la adolescente es un poema, pero viendo las consecuencias no opone resistencia y se deja hacer resignada. Le quita la blusa, le desabrocha el sujetador que hoy, sí que lleva, y la deja con sus tetas al aire. Le desabrocha la falda corta que llevaba hoy, y se la baja. Me acerco y le digo – Las braguitas ya se las bajo yo, tu mientras ves quitándote la ropa.
Mientras se desnuda me agacho y empiezo a bajárselas despacio, contemplando su pubis muy recortadito. Las chinas suelen tener una buena mata de pelo, pero se adaptan a los nuevos tiempos occidentales. Le acaricio el sexo a la joven, que por la situación o ver que yo ya estoy con el pene erecto, se le humedece. Le digo que se agache, le mando que me la agarre y me masturbe con el pene enfrente de su cara. La agarro por detrás de la cabeza y la voy acercando cada vez más y le mando abrir la boca y ella obedece. Sin mediar, se la meto dentro y la obligo a succionar. Ella empieza a chupármela, se mete hasta la mitad, y yo empujo un poco hasta que noto que le toca en la garganta y hace como que se atraganta. Le digo a lucia que ella se empiece a masturbar, que se meta los dedos.
No sé si la estoy puteando por la cara que pone al tocarse cerrando los ojos. Le mando a Lisa que se tumbe boca arriba en la camilla pero con las piernas colgando y le pido a Lucia que le toque las tetas y se las chupe a la chica y ella accede. Se las masajea un poco, acerca su boca y empieza a lamérselas. Ahora le marco el camino hacia abajo, y le digo que siga con el coño, y me dice que eso no, que ella no es lesbiana. –Yo le digo, y a mí que, igual después te gusta, tu misma.
Se agacha de mala gana y empieza por encima a lamerle el clítoris. Yo le agarro la cabeza y se la desplazo hasta que su lengua se introduce en su vagina. Parece que no le desagrada tanto, y mucho menos a Lisa que empieza a estremecerse. Voy levantando las piernas de la chica y dejando a la vista su ojete y sigo empujando hacia abajo la cabeza succionadora de la jefa.
Ella se resiste un poco, pero termina por pasear su lengua por el ano de la niña. Ahora le digo a la chica que ella misma se agarre las piernas levantadas con las manos. Acerco su cara a un lado de la camilla y le meto otra vez mi caliente polla en su boca y vuelve a chupármela, mientras su Jefa le lame el culo.
Le pregunto si es virgen, y me dice que no, que se estrenó hace pocos meses con un chico.
– Pues mejor, digo yo, agarro un condón del bolsillo del pantalón, me lo pongo, aparto a Sofía de la entrepierna de la chica y empiezo a pasar el prepucio por la entrada de su vagina, acariciando sus labios, excitándola, cosa que consigo fácilmente pues ya venía excitada de los lametones de su jefa. Sin dificultad introduzco mi gruesa polla en su interior que se clava hasta que mis huevos topan con sus nalgas. Ella emite un gemido, de los que se sucederán a continuación. Le digo a Lucia que mientras, le chupe los pezones y que no hagan ruido, no vayan a escucharnos desde la peluquería.
Sigo embistiendo el coño, ya bien mojado de la adolescente, pero no quiero correrme, cosa difícil viendo ese tierno cuerpo tan perfecto estremecerse.
Saco mi miembro, y empiezo a pasarle mi lengua mojada por su ano, mientras con la mano le acaricio el clítoris. Ella ya no dice nada. Le meto un dedo despacio, un rato, dilatándolo, luego dos, ella ya se queja un poco, y ya le advierto. – ¡Ahora te voy a follar el culo, guarra, para que aprendas! – ¡No, por ahí no, que lo tengo estrecho y me hace daño! Suplica ella. – Te aguantas. Le digo. Los dedos se están deslizando bien, sin demasiada dificultad.
La mando ponerse de pie y agachada con los pechos sobre la camilla y el culo en pompa. Acerco a Sofía y le indico que abra bien las nalgas de Lucia para mostrar bien el ojete. Así lo hace, y le meto un par de veces otra vez los dedos, los saco y seguidamente el glande de mi verga se pierde en el interior de la chica, ella emite un quejido, pero yo sigo adelante y se la voy clavando cada vez más. De momento solo la mitad, hasta que noto que se desliza con mayor facilidad y es cuando se la inserto hasta el fondo, la embisto varias veces, viendo ese culito estrecho dilatándose a mi paso.
Me estoy excitando mucho, demasiado, ya no aguanto más y empiezo a correrme, en esto que la saco, le quito el condón, y agarro a Sofía y le ordeno que me la chupe, cosa que hace sin problemas, y termina de saborear mi semen hasta dejármela limpia. Luego lo escupe en un papel.
La joven pone cara de contrariada, de extasiada, de temor, de placer, una mezcla rara reflejadas en su expresión. Les digo, – Esto todavía no ha terminado, así que quiero algo más.
Ordeno a Lisa a agacharse y meterse de nuevo mi pene ahora fláccido en la boca, y así lo hace. Empieza a succionar y no tarda demasiado a ponerse dura otra vez, viendo esos labios rodeando el tronco de mi miembro, y así por un rato. Ahora le digo a Sofía que ahora es su culo el que me quiero follar.
Ella pone mala cara, pero como su aprendiz, se apoya en la camilla como antes hizo la joven, y que ahora es su turno de separarle las nalgas a la veterana, como hizo con ella. Le meto dos dedos en el coño, húmedo, y los empapo para luego uno y después dos, meterle los dedos en su lindo trasero. Este agujero se dilata más pronto que el de la pequeña Lisa. Me calzo otro preservativo y acerco mi polla en el ojete trasero de la masajista.
Se la clavo hasta el fondo sin dificultad, y ella también se exclama un poco, pero no importa, yo sigo penetrándola sin complacencias, mientras su pupila le abre las nalgas y contempla el ir y venir de mi rabo en su interior. Sigo así unos pocos minutos, y cuando veo que la segunda corrida está próxima a llegar, se la saco, y lanzo el condón al suelo. Acerco la cara de Lisa a mi verga a punto de estallar, le ordeno que abra la boca y se la meto dentro. Empieza a mamármela, y para ayudarla le sujeto la cabeza y la empujo hacia mí, lo justo para que no le den arcadas. Así durante otros tres o cuatro minutos que es cuando ya no aguanto más y suelto otro chorro de leche caliente en su boca. No la dejo retirarse, hasta que me la deja bien limpia, entonces sí le dejo que escupa en un papel. Yo me siento en el cielo.
Entonces me retiro, me limpio y empiezo a vestirme, y ellas también, en un silencio que inunda la habitación. Sé que no he procedido muy bien, o nada bien, aprovechando la situación para abusar de ellas, pero ellas también son conscientes de su implicación, y las consecuencias que acarrearían. Le digo a Lisa, que espero que escarmiente y se aleje de esa peluquería, y de querer entrar en ese mundo de dinero fácil, pero de embrutecerse, que ya sabe lo que hay. Y a Sofía, que recapacite de sus intenciones de querer aprovecharse de la inocencia de la chica para enriquecerse.
Les prometo que eliminaré la grabación y que como si nunca hubiera pasado nada. Quiero que entiendan que mejor haber pasado por la aparente humillación de mis actos sobre ellas en esa tarde, que la que sufrirían si yo hubiese hecho la vista gorda y me hubiese limitado a disfrutar de lo que los encantos que la joven me hubiera brindado como cliente de confianza.
Soy consciente que si yo les hubiese advertido de lo que estaban dispuestas a iniciar, ellas hubieran pasado de mí, así que necesitaba un plan de shok, y consideré que este era el mejor y de paso, lo podría disfrutar. Luego todo lo que pasó allí fue más improvisado, según mis impulsos y las respuestas de ellas que me guiaban.
Unas semanas más tarde volví a pasar por allá por última vez, y Sofía me hizo el masaje. Sí, me lo hizo. Primero me puso mala cara, pero hubo como una reconciliación implícita, como ella entendiendo mis malvados actos. Estuvimos charlando un rato y entendió que todo no se podía hacer por dinero, que yo tenía parte de razón, solo parte, y que ella seguiría como hasta entonces en su negocio.
Reconoció que si bien todo aquello le cabreó mucho en su día, pero esa ira del momento también estuvo mezclada con gran placer, manifestado por lo mojado de su sexo, y lo erectos de sus pezones, junto su implicación con la jovencita, lo que hizo que su rencor hacia mí se diluyera, no sé si hasta desaparecer.
Me comentó que Lisa ese día se fue llorando a casa, y que en otra ocasión que volvió, ya con todo asimilado, en parte se disculpó por querer adentrarse en ese mercado y Sofía a su vez hizo lo propio por permitírselo y empujarla a hacerlo, sabiendo su corta edad todavía. El problema no era que quisiera hacer de peluquera, sino también masajes, que tampoco era malo, pero el reclamo de las propinas la hubiera empujado a eso.
Dicen que no hay mal que por bien no venga….