Soy un hombre sin compasión, tengo una enorme verga e hice que unas mujeres junto a su hija gritaran del placer y del dolor
Mis cerdas, mi novia y su madre
Hola. Mi nombre es Roque. Soy un chico de 19 años, castaño, ojos marrones, de 1.80 de estatura y un cuerpo atlético, aunque no hago nada de ejercicio, digamos que buena genética, por parte de madre, supongo. He tenido muchas novias para mi edad, fui muy precoz en eso, empezando con mi primera relación a los 15 años, aunque no fue hasta los 17 cuando descubrí que el sexo que realmente me gusta es el duro, que se compagina muy bien con mi carácter dominante y sinvergüenza. Cuando estoy con una chica o madura, nunca pienso en una relación seria, tan solo en follar, en darles cipote a mi manera y para mi uso y disfrute, aunque a todas les acaba gustando el trato que les doy. Algunos pensaréis que soy un enfermo, un hijo de puta, una mierda de tío que se cree alguien, pero realmente nunca me ha importado lo que piense la gente (me lo paso por el rabo realmente), soy egoísta, egocéntrico e impertinente, fanfarrón y apático y solo pienso en el sexo. Soy así y no voy a mentir, me gusta que se haga lo que yo digo cuando follo, impongo mis criterios, soy manipulador y mentiroso, y mi descaro es parte de mi piel. En ocasiones muestro relatos ficticios, con toques de vivencias reales, otros totalmente reales, y otros inventados sin tener reparo en decirlo cuando así es, pues bien, el relato presentado es real, solo cambiando nombres, aunque nadie iba a saber si hablo de ellas o no. Entiendo y respeto al que piense en lo fantasioso que puede parecer cuando uno nunca ha vivido situaciones parecidas, pero lo dicho, respeto el que se crea o no, y el que crea que es ficción igualmente deseo que lo disfrute. Aunque si bien es cierto, el rollo de amo sumisa no me va, tan solo follo y punto, no necesito que nadie me llame amo, mi nombre es Roque.
Hace un tiempo conocí a una chica, de 24 años llamada Naty, una chica rubia, con melenita por los hombros, ojos color miel, una nariz pequeñita, labios finos, menudita, de 1.60 de estatura, una muñequita, y una carita pecosa. La conocí en su casa precisamente, al igual que a su madre Lorena, aunque todo ocurrió de una forma muy normal. Yo hago chapucillas de albañilería aquí y allá, por mi cuenta, aunque soy un gandul de cuidado, lo reconozco, no soy puntual y no cumplo con tiempo acordado de obra. Empecé joven en esto y me enseñó mi tío. Por lo visto, un cliente al que hice una chapuza me recomendó a ellas para cambiar algunas baldosas y azulejos del baño y la cocina, por lo que les dieron mi número de móvil y me localizaron.
Tras hablar con su madre por teléfono, me dio su dirección para personarme en su casa y ver el trabajo a realizar y así poder dar un presupuesto aproximado del coste de la chapuza y del tiempo de obra.
Al día siguiente me personé en la puerta de su casa y llamé al timbre.
—¿Quién es?
—Hola señora, soy Roque, venía a sacarle presupuesto.
—Ah sí claro, sube.
Subí a su casa y al plantarme en la puerta me la abrió una mujer de unos 41 años, muy guapa, también rubia, peinaba una coleta, tez muy blanca, ojos color miel, de 1.60 de estatura, delgada pero con un culo empinado y carnoso con una cintura estrecha, casi un clon de su hija. Vestía unas mayas negras junto a una camiseta ajustada, sin sujetador, eso saltaba a la vista, dado que la tela dibujaba todo el contorno de sus pechos y levemente sus pezones, pecho de aproximadamente una talla 120.
—Hola, buenos días señora —Dije— mi nombre es Roque y soy el albañil.
—Hola Roque, yo me llamo Lorena. ¿Eres muy joven no?
—Encantado señora. ¿Joven? ¿No le gustan jóvenes señora? quizá hubiese preferido a un viejo desdentado… Pero como usted quiera eh! Si no quiere me voy… —Dije agarrando su cintura y atrayéndola hacia mí de un tirón que la pilló desprevenida, para darle dos besos en las comisuras de los labios.
—¡No, no! ¡Por favor, no quise insinuar nada de eso! —Dijo algo cortada por mi inesperada reacción.
—¿Eso quiere decir que los prefiere jóvenes? Es que me está empezando a ofender señora. Yo vengo aquí a dejarle el mejor precio que pueda y la trato con educación y lo que recibo a cambio son impertinencias odiosas sobre mi edad — Dije falsamente molesto, manipulando la situación haciéndome la víctima sin ni si quiera conocer a esta mujer.
—¡Lo siento, lo siento, perdón! —Dijo tapándose la cara roja con las manos —He sido una maleducada, perdóname.
—Pues dígame, que si los prefiere yogurines o viejos, me contesta o me voy y que otro le cobre el doble, dada su impertinencia –Dije, poniéndole en una situación embarazosa, dado que todo parecía que había ido propiciado por ella.
—Eh… pero… yo… yogurín… —Dijo muerta de vergüenza
—Lo imaginaba, no hay más que verla… —Dejé caer como un cuchillo, quedando ella con cara de «tierra trágame, aguantando el chaparrón —¡Bueno, a ver, buscona de yogurines, enséñeme cual es el trabajo a realizar! —Dije despectivamente cortando la conversación.
—Sí… verás… acompáñame a la cocina y al baño por favor… sígueme —Dijo con inseguridad
Ella echó a andar, yendo yo detrás de ella mirándole el culo, su contoneo adivinaba que bajo la camiseta larga iba en bragas.
—vamos a ver… Aquí hay trabajo para unas dos semanas, la cocina y el baño son muy grandes… Puede que incluso tarde más.
—¿y…habría posibilidad de acabar un poco antes? Tienen que traer los muebles nuevos — Dijo buscando mi mirada tímidamente, buscando mi respuesta.
—Verá “usted”, señora. Yo cobro lo que quiero, dado que no necesito el dinero, pues vivo de mis padres y estamos muy bien económicamente, por lo que en principio le cobraría los materiales, el resto…depende como me ayude y cuanto.
En esos momentos apareció su hija.
—Hola —Dijo sonriendo.
En esos momentos mi mirada la aparté de la madre y miré descaradamente a la hija, de arriba abajo, estaba buenísima, aparentaba 7 años menos de los que tenía. Iba vestida con unas mayas blancas y calzaba unas Merceditas (nombre de unos zapatos con muy poca suela). Vestía una camisetita de tirantes con los pechos sueltos, ya que se contoneaban a cada movimiento.
—Hola, me llamo Roque, ¿y tú? –Dije dando un paso hacia ella
—Yo me llamo Natalia, puedes llamarme Naty –Dijo sonriendo ampliamente, mientras miraba a mis ojos fijamente desviando en ocasiones la mirada a mi boca.
—¿No me das dos besos? No muerdo…de momento
—Claro que sí –Dijo ella acercándose hacia mi posición para acercarse a besar mis mejillas, respondiéndole poniendo mi mano en su cintura con firmeza que se deslizó tocando levemente la parte superior de su nalga derecha, sin inmutarse al sentir el tacto.
—Tienes una hija preciosa –Dije a su madre
—Eh…sí…gracias…
—Menudos par de bombones, aunque a mí me da igual yogurinas que maduritas mientras sean como vosotras –espeté sin ningún tipo de consideración a la madre, que puso los ojos como platos mirando de reojo a su hija, la cual no pareció percatarse de porqué decía eso, pues parecía haber quedado encantada con el piropo y no me quitaba ojo.
—Si es necesario yo podría ayudarle mamá, total, estoy de vacaciones –Dijo mirando a su madre y a mí.
—Sí…vale…muy bien…ayúdale cuando lo necesite –Dijo su madre
—¿Y usted no me ayudará? –le pregunté a la madre
—Eh…sí claro…cuando lo necesites, claro que sí –Contestó
—¿No está su marido? –Dije tanteando el terreno
—No, mi marido estará fuera un mes en principio por negocios, por lo que nosotras te ayudamos en lo que necesites –Contestó la madre.
—De acuerdo entonces. Ya le iré pidiendo el dinero para materiales y demás según lo necesite. En un par de días comienzo trayendo los materiales.
—De acuerdo Roque –Dijo Lorena.
—Adiós Naty ¿no te despides de mí? –Dije descaradamente con los brazos abiertos.
—Claro que sí jajajaja –Dijo contenta acercándose rápidamente abalanzándose sobre mis mejillas, volviendo a colocar esta vez la mano en toda la nalga estrujándola levemente.
—¿Y usted Lorena, no se despide? –Dije haciendo el mismo gesto.
—Eh…sí…claro… —Dijo acercándose tímidamente agarrándola de la cintura y atrayéndola bruscamente deslizando la mano también hacia su nalga derecha, dando un leve respingo que tan solo mi mano sintió.
A los dos días volví con los materiales, y me abrió su madre, con un vestido a medio muslo, le gustaba mostrar su cuerpo, cosa que podía hacer a sus 39 años. Por lo visto Naty habría salido a realizar algunos recados, por lo que no estaba.
—No le importa que me ponga el mono delante de usted ¿no? –Le pregunté.
—No, claro –Dijo ella pensando que me lo pondría sobre la ropa que llevaba puesta.
Se dio la vuelta para quitar un espejo del lavabo, cuando al volverse, me encontró en calzoncillos ajustados blancos, con mi gran cipote morcillón y sobresaliendo el capullo por la goma, al que por un momento miró y se le quedó mirando 3 segundos sin quererlo.
—No le importa que lo haga delante de usted ¿no? –Le volví a preguntar con malicia.
—N…no… —Dijo con la cara completamente colorada por la situación.
—De acuerdo, entonces le llamaré cuando vaya a cambiarme, necesitaré que me suba la cremallera del mono, no sube bien y soy un patoso ¿no le importa ayudarme, no?
—eh…yo…no…te ayudo… —Dijo atragantándose con sus palabras.
—Bien, venga aquí y súbame la cremallera –Realmente costaba algo de subir.
—Bien…a ver… —Se acercó tímidamente y agarró la cremallera desde la zona de la bragueta, y sin poder evitarlo sus dedos entraron en contacto con mi rabo, notándola temblorosa, al no poder desde su posición ya que tenía que estar de pie inclinada, se acomodó y se puso de rodillas a la altura de mi polla, por lo que esa situación empezó a hacer que mi rabo creciese y alcanzó los 21 cm, por lo que ella intentaba taparla con el mono a la vez que tiraba fuerte hacia arriba. Desde mi posición podía verle esos dos melones que se movían a cada intento. Le agarré de la mano y le ayudé a tirar, aunque lo que realmente estaba haciendo es apretar su mano contra mi rabo, entrando en contacto con todo lo que sobresalía por la goma superior, quedando su mirada clavada en el cipote por unos segundos, hasta que finalmente subió y respiró hondo –Ya está, Dijo con un suspiro y una sonrisa tonta.
—Gracias Lorena.
—De nada –Dijo satisfecha sonriendo.
El día pasó con normalidad, con Lorena por casa. En ocasiones la llamaba para que viera lo que estaba haciendo y le decía que se me había caído un tornillo y que no lo encontraba, para que se agachara y poder ver su culo totalmente en pompa con las bragas. Alguna vez cuando pasaba le daba una nalgada a la que respondía con una sonrisa.
La verdad es que se notaba que era una ama de casa tradicional, sumisa a su marido y criada de esa forma, sin casi saber decir que no, con carácter débil, perfecto para mí.
Una de esas mañanas quise ir un poco más allá, y aprovechar la ausencia de Naty para hacerme con la madre, por lo que la llamé.
—¡¡¡Lorena!!! –Grité desde el baño.
—¡¡¡Sí, dime!!!
—¡¡¡Ven aquí ya y deja lo que estés haciendo!!! –Le Dije autoritariamente.
—¡¡¡Vale!!! –Dijo, mientras oía sus pasos aproximarse.
—Pásame de mi mochila que está en el suelo, el metro –Le ordené, aunque no tenía metro, tan solo era una excusa para verle el ojete.
—Vale –Dijo arrodillándose a buscar en la mochila, por lo que al estar a cuatro patas con el culo en pompa, todo su culo quedó al descubierto con sus pedazo de nalgas blancas cubiertas por unas finas bragas, la visión era sombrosa, por lo que con extrema seguridad me acerqué por detrás y le di una sonora nalgada que le produjo un respingo y que girara la cabeza automáticamente.
—¡¡¡Vaya ayuda de mierda que tengo!!! ¡¡¡A ver, ven aquí coño, a ver si haces algo bien!!! –Le dije sin dejarle lugar a pensar ni a reaccionar en relación a la nalgada, con suma seguridad en mí mismo, lo cual hizo meya en ella causando una gran inseguridad sin ser capaz de reaccionar, sintiéndose como una niña pequeña.
—Yo…perdón Roque… —¿Perdón? En vez de enfadarse se disculpó, se sintió indecisa, desobediente como una niña por mi reacción tan rápida y con esa seguridad.
—¡¡¡Coge el tiralíneas y levanta los brazos, toma!!! –Dije agarrándola del brazo y levantándola para ponerla en pie. El tiralíneas aquí no me servía para nada, pero solo quería tomar el control, era solo una excusa para romper su seguridad —¡¡¡Levanta los brazos!!! ¡¡¡Más coño!!! ¡¡¡Ahora súbete a esta banqueta!!! –Dije acercando una banqueta que tenían allí. Rápidamente se subió en ella, quedando sobre mí su gran culo con mi cabeza bajo su falda prácticamente –Inclínate un poco más adelante, un poco más ¡¡¡Pero cuidado, coño!!! –hice que se fuera inclinando para que perdiera el equilibrio, y yo que estaba esperando ese momento, le agarré de la goma superior de las bragas y le sujete tirando fuerte de ellas hacia mí, como salvándola de caer de morros, quedado todo su culo desnudo a la vista.
—¡¡¡Agárrame Roque!!! –Gritó ella.
—¡¡¡Ya te tengo patosa de mierda!!! –Dije tirando fuerte de sus bragas hasta oír un crujido. Tiraba de ellas con saña, y cuando estuvo de pie en el suelo le di la vuelta para que volviera a subirse dándole dos sonoras nalgadas.
—¡¡¡ Plaaaaaaaaaaaasssssss!!! ¡¡¡ Plaaaaaaaaaaaasssssss!!! ¡¡¡Lleva cuidado coño, me vas a romper el tiralíneas y vale una pasta!!! –Dije agarrándola de las parte superior de las bragas de donde todavía la tenía agarrada tirando fuerte hacia arriba metiéndoselas por el culo modo de tanga —¡¡¡Que subas otra vez, coño!!! ¡¡¡ Plaaaaaaaaaaaasssssss!!! Otra sonora nalgada le estampé contra su ahora nalga derecha que le dejó marcada la mano, todo ello mientras yo le seguía teniendo desde abajo sujeta por las bragas tirando bien de ellas hacia arriba.
—¡¡¡aaaaaayyyyyyyyyy!!! Perdona Roque, yo nunca he hecho esto –Dijo disculpándose.
—¡¡¡Bájate ya joder!!! –Dije tirando de ella hacia abajo, con tan mala suerte para ella que, al bajar, cayó de rodillas y le tiré de las bragas bien hacia arriba clavándoselas más en el culo, le indiqué que se fuera de allí, a lo que obedeció sin rechistar.
Una vez en la cocina, Lorena se apoyó sobre la encimera, el culo le ardía, se lo frotó mientras se sacaba las bragas del culo, pero no era dolor exactamente lo que sentía, sus bragas se habían humedecido, no podía pensar con claridad, estaba traumatizada con lo que había ocurrido. ¿Cómo podía haber pasado el ser nalgueada como una niña por un chico de 19 años, incluso más pequeño que su hija? La había tratado como a una cualquiera, como a alguien de su propiedad, en su propia casa exponiendo todo su culo a la vista del sinvergüenza. ¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué no sentía rencor, ni odio, y por su mente solo pasaba el volver a ser sometida por ese chico? ¿Por qué no podía dejar de pensar en esa polla tan enorme y el volverse a imaginar sometida con ese descaro, esa seguridad en sí mismo que mostraba un chico tan joven? Pero…tenía que borrar eso de su cabeza, seguro que se le pasaría. Pero el volver a sentir esas manos estampándose sobre sus nalgas impunemente, indefensa, sin voluntad…se estaba mojando su coño nuevamente, no paraba de lubricar. Sería algún desajuste hormonal pasajero, tanto tiempo sin mi marido…aunque tampoco es que tuvieran muchas relaciones.
Los días pasaban y las regañinas y el duro trato que le daba a la madre iba in crescendo, el sometimiento era continuo. Ahora ya se ponía de rodillas para subirme el mono y en ocasiones no me ponía ni calzoncillos, por lo que tenía el cipote morcillón y mientras yo hacía como que juntaba la cremallera de arriba con las dos manos para que subiese ella, me tenía que meter el cipote en el mono con sus manos lleno de líquido pre seminal, quedando en ocasiones impregnada su mano de ellos por un hilo. En una de las ocasiones la llamé.
—¡¡¡Lorena!!!
—¡¡¡Sí, dime Roque!!! –Dijo viniendo obedientemente.
—¡¡¡Ven aquí y sácame el rabo que me estoy meando, y como suelte la ristra de azulejos que estoy sujetando, se me cae todo el lineal de los que he colocado, es imposible soltarlos y me voy a mear encima!!! –era mentira lógicamente, pero soy un cara dura.
—eh… ¿y no puedes soltar…un segundo…solo para hacerlo…tú? –Dijo totalmente cortada por la situación tan embarazosa.
—Si yo pudiera ¿crees que te lo mandaría a ti? ¿Eres tonta o te lo haces? ¿Te crees que me hace gracia pedirte que me saques el rabo para mear? –Dije mentiroso de mí, estaba excitadísimo.
—Ya…supongo…
—¡¡¡Que me meo coño!!! ¡¡¡Venga joder, si tengo el wáter debajo!!! ¡¡¡Te estoy diciendo que vengas ya, y que me saque el cipote, venga!!! –Dije ordenándoselo
—vale…vale…voy
Se acercó a mí y me bajo la cremallera desde arriba hasta llegar abajo del todo, donde metió la mano y de golpe miró hacia arriba con los ojos como platos, ya que al tocarla estaba prácticamente erecta y gordísima y tenía un peso considerable, por lo que la sacó como pudo y al forzarla salió disparada dándole en la mejilla manchándola de líquido pre seminal.
—¡Pero saca los huevos también, coño!
—pe…ro… —dudó unos instantes, pero mi mirada le fulminó y se vio en la obligación de volver a meter la mano y escarbar, mientras con la otra me tenía sujeto el rabo sin poder rodearla toda, y seguía creciendo. Una vez se hizo con los huevos tiró de ellos hacia fuera y al sacarlos del mono se quedó absolutamente sorprendida de los grandes que eran, Delante suya se vio con la barra de carne ya completamente tiesa, casi 22 o 23 cm debía medir en ese momento por la excitación, y en la otra mano conservaba todavía mis huevos que no abarcaba con su pequeña mano, todo bien depilado. El contraste de un chaval de 19 años con los huevos y el cipote sujetados por una madre menuda al igual que sus manitas daba ganas de correrse solo de verlo. Ella, traicionándole su subconsciente se quedó mirando la punta del inmenso cipote chorreando líquido pre seminal, notaba como la mano le temblaba.
—¡¡¡Qué, nunca has visto un rabo así, ¿verdad? –Le Dije sacándola de su letargo.
—No…yo…—decía mirándola de reojo como si fuera a morderle.
—¡pero agítala de atrás a delante joder, y continua sujetándome los huevos, necesito relajarme para que salga, estoy muy tenso!
—S…sí…v…va…le… — Dijo comenzando un tímido movimiento, pajeando levemente mi rabo venoso.
—Masajea los cojones que me relaja, así mearé antes
—va…le… —Dijo masajeando a la vez con su pequeña mano mis grandes cojones, mientras con la otra me hacía una tímida paja mirando hacia otro lado.
—necesita lubricación para que no se me irrite la piel con la fricción, voy a echarle saliva, cuando estoy así por los nervios me ayuda a relajarla. Apunta con el rabo hacia arriba –le Dije.
—Haciéndome caso, con su manita, apuntó con el rabo hacia mí, por lo que acumulé una grandísima cantidad de saliva y lo dejé caer en forma de río espeso y consistente sobre la punta de mi colorado capullo, resbalando por todo el largo tronco pasando incluso por encima de su mano, hasta llegar a mis cojones, donde comenzó a formar un charco en su mano que me los sujetaba.
Lorena no sabía que tenía este chico, si su descaro, su seguridad…pero desde la primera nalgada algo cambió en su cabeza como si se accionara un interruptor, y no, no fue por una simple nalgada, fue más bien la aptitud con la que fue tratada, una rudeza de macho, de dominante de la situación, una aptitud que la hacía sentirse vulnerable, que no le dejaba pensar con lucidez y había revolucionado su sistema hormonal, le había hecho desear ese trato, aunque a su vez tenía sentimientos contradictorios, como el saber que estaba siendo humillada, y que en otras circunstancias jamás hubiese cedido a estas situaciones que delataban por su obviedad la obscenidad de la situación que, aun a sabiendas de ello, no podía evitar la necesidad de saciar el morbo que le corroía. Eran todas esas fantasías que siempre le gustaría incluso haber imaginado, pero siempre estuvieron muy lejos de su imaginación para saber que algo semejante en su vida pudiera haberse dado de esta manera, el sentirse ninguneada por un casi adolescente con esa aptitud dominante que no dejaba lugar a la réplica, autoritario, con seguridad aplastante.
—¡Espárcela bien por todo el tronco por favor Lorenaaaaa! ¡¡¡asíiiiiiii!!! ¡¡¡Ooooooooohhhhhhh!!! ¡¡¡Qué bien lo haceeeeesssss!!! ¡¡¡Así me saldrá prontoooooo!!! –Le Dije, viendo que se sentía incluso alagada al decirle por primera vez que algo hacía bien y mostrarle palabras amables, por lo que con su manita esparció tímidamente, aunque sin mirar al rabo directamente, toda la saliva espesa, oyéndose los chasquidos que producía la saliva al ser deslizada por la mano de Lorena, que iba deslizándo desde el capullo a lo largo del tronco lentamente hasta la base, para volver a subir otra vez lentamente hasta el capullo, hinchado como un ciruelo.
—¿tu marido la tiene así de grande? –Le preguntaba para excitarme todavía más y acrecentar su humillación.
—No…él…no…que va…la tuya es…—respondió quedándose a medias.
—¡La mía es qué! –le Dije forzándola a terminar la frase.
—eh…muy…grande…—Dijo con la cara como un tomate.
—¡¡¡Dale más rápido, desliza la mano más rápido que voy a mear!!! ¡¡¡Vamos, ya saleeeee!!! –Dije, comenzando a acelerar el rimo de la fricción. Podía notar todo el semen acumulándose en el tronco del rabo, iba a ser una erupción descomunal. El semen comenzaba a subir, lo notaba subir como un torrente caliente por los conductos —¡¡¡mira el capullo, y dime que tengo en el agujero del capullo, noto algo raro!!! –Le Dije
Cuando fue a acercar la cara para mirar el capullo, el primer chorro de semen le atravesó la cara de lado a lado sin darle tiempo a reaccionar y le dio en el ojo, lo cual la dejó paralizada, el segundo se le metió parte de él en la boca que la tenía entreabierta, por lo que todos los potentes y gordos chorros espesos le cayeron por toda la cara, el pelo y los pechos.
—¡¡¡aaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhh!!! ¡¡¡jodeeeeeeeeeeeeeeeeerrrrrr!!! –grité
El semen continuaba saliendo y continuaba impactando en sus labios y cayendo por el interior del escote, y sus manos todas cubiertas de semen continuaban sujetando los huevos y el cipote.
—¡¡¡aaaaaaaaaaaaaaahhhhhhh!!! ¡¡¡Madre míaaaaaaaa!!! –Exclamé víctima del tremendo orgasmo.
Quedé temblando, las piernas no me sostenían. Ella había quedado paralizada mirando a esa tremenda barra de carne todavía dura, su manita continuaba rodeando el grueso tronco, y la mano con la que sujetaba los cojones estaba totalmente inundada de semen, cayendo de esta hilos gruesos de semen al suelo, debido a la cantidad que había acumulado al deslizarse desde el capullo, descendiendo por todo el tronco en dirección a los huevos.
De repente, mientras me la sostenía, comencé a mear, orinando parte de la tapa que estaba subida ya que mi erección no permitía caer con naturalidad, ella estaba a ciegas, no veía nada, tan solo actuaba por instinto intentando apuntar al wáter sin lograrlo, ya que el cipote seguía completamente tieso.
—Ya terminé, puedes limpiarme, y rapidito que tengo que continuar –le espeté, estando todavía en shock.
Intentó decir algo, pero al abrir la boca, el semen que tenía acumulado en el labio inferior se le metió en la boca, y cuando intentó limpiarse con la mano, no hizo más que empeorarlo, su cara era una masa de semen.
—ven anda, yo te limpiaré, no abras los ojos porque te escocerá –le Dije
Le agarré con una mano, con la otra me bajé el mono hasta las rodillas y me di la vuelta, situando mi culo a la altura de su cara, me incliné un poco…
—¡saca la lengua que te la voy a limpiar también, y no abras los ojos, que el semen escuece muchísimo si se te mete –le Dije mientras ella me asentía con la cabeza.
Agarré fuerte su cabeza, y la estampé contra la raja de mi culo, agarrándola con fuerza, comencé a pasarla de arriba abajo, desde la rabadilla hasta el ojo del culo, donde presionaba con fuerza y a su vez movía yo mi culo arriba y abajo para restregar bien mi raja por toda su cara. Me di la vuelta, y teniendo ella los ojos cerrados, le dejé caer un espeso salivazo que impacto en la frente, deslizándose hacia su mejilla y su nariz hasta a cavar en su lengua, volviendo a empujar con fuerza su cabeza repitiendo el movimiento teniéndola bien agarrada de la cabeza como si fuera una pelota, ella se dejaba hacer, y me niego a pensar que no sabía lo que estaba haciendo, lo que creo es que simplemente se hacía la tonta por no hacerse la indigna, cosa que yo aprovechaba con saña, como no. Una vez había hecho que me chupara toda la raja del culo…
—ya está, Dije soltando su cabeza, ahora límpiame tú y rapidito –le Dije
—Pero… —Dijo limpiando de sus ojos el semen que tenía pasándose el antebrazo por ellos.
—¡¡¡Pero qué!!! ¿¡Me haces una paja, te echas todo mi semen por encima y ahora dices que no me limpias haciéndote la digna!? ¡¡¡Si tu marido te viera, o tu hija, menuda marrana que estás hecha, se lo tendría que decir para que vieran que tipo de madre eres!!! –le contesté controlando la situación.
—¡No! ¡No! ¡Por favor Roque, no! Yo… te limpio, espera… —Dijo cogiendo una toalla mientras con las manos continuaba apartando los pegotes de semen de los ojos.
—¡¡¡A partir de ahora te vas a cansar de hacerme más pajas como esta, jajajajajaja, ya verás ya –Dije mofándome de ella.
—Ella tan solo se limitó a pasarme la toalla por el cipote, ahora morcillón, por toda su longitud, bajando hasta mis huevos.
—¡Pero agarra bien mis huevos y límpialos a conciencia, cerda, que antes bien que no los soltabas! –Dije, viendo como, dedicándome una tímida mirada de culpabilidad y humillación, agarraba los cojones y los levantaba para limpiar bien el semen.
—¿Qué haces? –le Dije, viendo que ya se retiraba.
—Ya te he limpiado, qué más quieres –Dijo con mala cara.
—Que me limpies el culo, que me lo has machado con tus babas mientras me lo chupabas cerda, ¿o es que no notabas el olor a culo, guarra? ¿Me lo chupas sin rechistar y ahora me lo dejas con tus putas babas?
Me di la vuelta y me incliné, mientras ella se tomo dos segundos para reaccionar, aunque finalmente sucumbió a la humillación de limpiar el culo a este adolescente, pasando la toalla de arriba a bajo.
—márchate ya ahora cuando acabe saldré, y vete a la cocina a limpiarte, estás hecha un desastre –le Dije, levantándose y saliendo del baño cabizbaja.
Me fui al salón a descansar, y me eché una cabezadita, mientras tanto ella se quedó en la cocina y haciendo las tareas de su casa. Estuve durmiendo como dos horas, y cuando desperté, agarré las cosas y marché sin decir ni media de la casa dando un portazo.
Estuve un par de días sin aparecer por allí, me lo tomé de descanso, hacía lo que me salía de los cojones. Finalmente el viernes acudí, toqué el timbre y me abrió Lorena.
—Hola Roque –Contestó con una sonrisa en los labios
—Hola —le Dije tocándole la barbilla con mi mano –pasa para adentro –le Dije yendo tras ella, mientras miraba el contoneo de sus maravillosas nalgas, hoy cubiertas por unas mayas negras. Mientras caminaba tras ella.
—¿No traes la ropa de trabajo? –me Dijo.
—No, hoy me lo tomo de descanso.
—Ah…vale… ¿y cuando lo vas a retomar?
—No se… ¿no está tu hija?
—No, ha salido temprano a casa de sus abuelos.
—ya, bueno, me voy a tumbar en el sillón, estoy cansado.
—Vale…
—No, vale no, ven a hacerme un masaje en los pies, estoy destrozado –le Dije agarrándola del brazo tirando de ella hasta el sofá y sentándola a mi lado.
A estas alturas ya la tenía donde quería, un ama de casa a la que no se la han follado bien en su vida, casada con un marido picha corta…normal…
Lorena tenía la mente nublada, hacía dos días que Roque no aparecía por allí, sentía ansiedad, no sentir su mirada clavándose en ella, no sentir su presencia dominante, sus exigencias, su hombría. Se sentía alagada de que por fin la necesitase, estaba feliz, estaba…mojada.
Lorena me quitó las zapatillas y los calcetines y comenzó a masajearme los pies, mientras yo permanecía como un rey. Cuando llevaba un rato masajeándome los pies, y estando yo reclinado, me comenzó a picar el rabo, por lo que metí mi mano por dentro de mi pantalón corto y me rasqué, viendo como la mirada de Lorena inmediatamente se fue a mi zona genital, que por unos momentos dejó clavada sin darse cuenta.
—¡¡¡Pero serás cerda, como te gusta mirarme el rabo!!!
—eh…no Roque…perdona…yo…no…
—¿yo no qué? ¿Te quedaste con ganas de más rabo? ¡¡¡Serás puerca!!! –Dije elevando la voz— ¡¡¡pues por mis muertos que te voy a dar rabo pero bien!!! ¡¡¡Acércate cerda!!! —Dije mientras me levantaba del sillón.
Lorena se levantó temblorosa, más por el morbo pienso yo, y se acercó lentamente.
—bájame el pantalón y los calzoncillos, que creo que te has quedado con ganas de ver mi rabo otra vez.
—No…Roque…por favor…puede venir mi hija…
—¡¡¡Pues mejor, que vea a la marrana que tiene por madre!!! ¡¡¡venga!!!
Lorena agarró mis pantalones y los bajó lentamente hasta mis tobillos y levanté mis pies para que los sacase. Después con las manos temblorosas, agarró mi slip por las gomas laterales, sin perder de vista el pedazo de rabo que sobresalía por la parte superior totalmente empalmado. Comenzó a deslizarlos hacia abajo, mientras iba llamándola cerda, guarra, tía marrana. Su cabeza entró en contacto con mi empinado rabo, el cual rozó su nariz y tuvo que esquivarla.
—¿¡ya estás contenta!? ¡¿Lo que querías era dejarme desnudo no?!
—¡No, Roque…yo…no…!
—¡¡¡Date la vuelta!!! –le ordené, a lo que inmediatamente se dio media vuelta en el sillón.
La empujé contra el sofá y le agaché la cabeza hundiéndola en el cojín sin que lo esperase. Puse su culo empinado y comencé a nalguear sus carnosas nalgas por encima de las mayas, sintiendo como mi mano se estrellaba contra ellas con estruendo, mientras yo permanecía con mi rabo a punto de explotar como una estaca inmensa amenazante.
—¡¡¡marrana!!! ¡¡¡Plaaaaaaaaaaaaasssss!!! ¡¡¡Guarra!!! ¡¡¡Plaaaaaaaaaaaaaaassss!!! ¡¡¡Te voy a dar lo que te mereces golfa!!! ¡¡¡Plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaassss!!!
Mientras, ella contraía levemente las nalgas aguantando los azotes con leves gemidos. Tiré bruscamente las mayas hacia abajo, y quedaron al descubierto unas bragas azules, ceñidas al culo de una forma espectacular. Los azotes hacían por momentos vibrar las nalgas con si fueran un flan, le daba buenas hostias que le hacían mover el cuerpo entero cada vez que le daba.
Las nalgadas se sucedían unas tras otra, hasta que de un tirón le bajé también las bragas dejando su espléndido culo totalmente al descubierto, respingón y perfecto.
—¡¡¡Qué diría tu marido si te viera comportándote como una marrana, cerda!!! ¡¡¡Con el culo al aire ante un chico que podría ser tu hijo!!! ¡¡¡Plaaaaaaaaaaaaaaaasssss!!! ¡¡¡No te da vergüenza!!! ¡¡¡Qué diría tu hija, puta!!! ¡¡¡Plaaaaaaaaaaaaaassssssssss!!!
Lorena se sentía en un estado que nunca había explorado, las palabras no hacían sino excitarla más, ese sometimiento al que la tenía sometida era algo que despertaba en ella su lado más animal, más sumiso, anulaba su voluntad, lo necesitaba, esas nalgadas juntos esos insultos vejatorios era algo que nunca había experimentado, pues su marido era muy clásico y tradicional, y casi ni le prestaba atención como mujer.
Le metí mis calzoncillos por la cabeza y agarré de la parte delantera del calzoncillo a modo de collar, tirando de ella hasta dirigirla hasta su habitación de matrimonio, una vez allí me senté en el borde de su cama de matrimonio, yendo a gatas con los pantalones y las bragas a la altura del culo y con todas las manos marcadas en sus nalgas.
—¡¡¡Me vas comer esta barra de carne, te voy a dejar empachada pero bien!!! –le Dije agarrando con una mano mi rabo, sentándome en la cama mientras ella quedó entre mis piernas mirándome fijamente. La agarré del flequillo y le estampé la cara contra mis huevos, restregándole bien toda la cara —¡¡¡abre la boca y saca la lengua marrana!!! –le Dije, obedeciendo al instante –¡¡¡Saca la lengua, adultera!!!
Lorena, mirando mi imponente rabo como con desconfianza, con miedo, abrió la boca tal y como decía sacando la lengua, le saqué el calzoncillo de la cabeza. La punta del capullo le tocaba la nariz, podía ver las gotas de líquido pre seminal chorreando por el tronco, podía oler ese olor a macho adolescente y, en ese momento, tiré de su flequillo hacia abajo sin previo aviso y sin darle tiempo a coger aire, le introduje el rabo hasta lo más profundo de su garganta hasta hacer tope con ella, mientras yo continuaba empujando sin compasión como queriendo atravesar su tráquea.
—¡¡¡aaaaaaaagggggggggggggghhhhhhhhhhhhh!!! ¡¡¡aaaaaaaaaaaaaaaagggggggggghhhhhhhhhhh!!! –los sonidos guturales comenzaron a convertirse en sonidos con gorgoritos, producidos por la gran cantidad de saliva que empezó a salir de su boca en forma de grandes hilos de espesa baba. Solo tenía medio rabo dentro, ya que no le entraba más, aunque yo insistía con ganas.
—¡¡¡que, esto es lo que querías no!!! ¡¡¡Follada por la boca en donde duermes con tu marido, zorra!!! ¡¡¡no te me ahogues, las buenas esposas se las tragan enteras!!! – le decía.
—¡¡¡aaaaaaaaaaaaaaghhhhhhhhhhh!!! ¡¡¡aaaaaaaaaaaaaagggggggghhhhhhhh!!!
Le saqué el rabo de la garganta, y su boca quedó unida a este por grandes hilos de mocos y babas espesas. La saliva corría a lo largo de todo el tronco del cipote, deslizándose hasta mis huevos y goteando sobre la sábana de la cama.
—¡¡¡Las manos en la espalda, zorra!!! –le Dije, obedeciendo al instante ¡¡¡si tu hija te viera!!! –Dije a la vez que volvía a introducir el rabo nuevamente. Agarré con una mano su barbilla, y con la otra el pelo de su coronilla haciéndole un pequeño moño, y comencé a subir lentamente su boca hasta la punta de mi capullo, para volver a bajarla lentamente hasta lo más profundo, dejándola allí alojada todo lo que me apetecía, incluso dando golpes en su coronilla para que se le clavara lo máximo posible y prolongar su agonía. Su cabeza luchaba por subir, con los brazos intentaba hacer fuerza sobre mis muslos, de su nariz salían mocos espesos y transparentes. Con mis calzoncillos até sus muñecas en su espalda. Levanté levemente su cabeza, viendo como de golpe salía de su boca un reguero de mocos y babas y sus lágrimas caían por sus mejillas por el esfuerzo y la congestión. La saliva se deslizaba haciendo charco sobre la cama, y sin que lo esperase la volví a introducir hasta el fondo nuevamente. Me incliné sobre ella, y con una mano comencé a nalguearla duramente, alternando entre las dos nalgas.
—¡¡¡Marrana, puta, adultera!!! ¿¡no te da vergüenza ser infiel a tu marido con un chico que podría ser tu hijo!? –le decía mientras presionaba con fuerza su cabeza contra mi cipote y azotaba sus nalgas.
—¡¡¡mmmmmmmmmmmmmmm!!! ¡¡¡mmmmmmmmmmmmmmm!!! –es la única contestación que salía de su boca.
—¡¡¡mientras esté en esta casa te voy a dejar los agujeros bien abiertos!!! –decía mientras continuaba ensañándome con su boca, sin piedad, sin contemplaciones, incluso le tapé la nariz pinzándola con mis dedos y comencé a meterla y a sacarla con la cara roja por la falta de aire. Nada me importaba, solo mi satisfacción. Agarré bien su pelo por la coronilla y por el flequillo, y empecé a mover su cabeza como si fuera una muñeca de trapo, a una velocidad endiablada alternando la follada con bofetadas que le daba en la cara. Se podían oír los chasquidos que su boca producía al alojarse mi rabo en ella y entrar en contacto con la cantidad de saliva que desprendía.
—¡¡¡aaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhh!!! ¡¡¡Me voy a correeeeeerrrr!!! ¡¡¡Jodeeeeeeeeeeeeeeeeeerrrrrrrrr!!! ¡¡¡aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhh!!! ¡¡¡me corrooooooooooooooooooooo!!!— Dije apretando su cabeza con toda las fuerzas que me fueron posibles, introduciendo completamente toda la barra de carne en lo más profundo de su garganta, notando la subida de semen como un volcán en erupción, una explosión de semen que salió disparada por su nariz con gran fuerza y salió despedida por los pocos huecos que quedaban en su boca, con un fuerte ataque de tos con babas y semen que hacía salir despedido todos los líquidos espesos de su boca contra mis huevos, por estar sus vías taponadas por el grosor y la longitud del gran rabo alojado en su cavidad. Terminé la corrida levantando lentamente su cabeza, a lo que respondió cogiendo aire desesperadamente, con la cara llena de lágrimas y toda su cara y ropa hecha una masa de babas y mocos.
Sin decir ni media, me levanté, me puse el pantalón desaté sus muñecas para recoger mis calzoncillos y me los puse y me marché dejándola tirada en el suelo.
Al día siguiente, como si nada hubiese pasado, me presenté con naturalidad en su casa, abriéndome la puerta Naty ya estaba en la casa. Lorena me saludó con una sonrisa, aunque no le presté atención, solo miraba a Naty. La atracción que sentía por mí se podía cortar con un cuchillo. Cuando pasaba su madre por mi lado con la faldita, siempre le daba un azote de los fuertes en presencia de Naty, a estas alturas ya había recibido muchos, aunque sin que su hija lo supiera, por lo que se me quedo mirando extrañada, aunque no sospechaba nada.
En ocasiones me acercaba a Naty, la cual lo estaba deseando, y besuqueaba su cuello para ponerla cerda, y se dejaba hacer, todo ello con su madre en el sofá sin saber dónde mirar. La obra había pasado a algo secundario, anteponiendo mis placeres. Yo lo disfrutaba, en ocasiones, a Lorena, delante de su hija le hacía poner todo el culo empinado enseñándome las nalgas para humillación suya, para comparar el culo de ambas. También le hacía que me pasara cosas del suelo delante de su hija, diciendo que dejara que su madre lo hiciese, para ello le decía que vistiera con ropa corta siempre. Con Naty, comencé a pasar más tiempo al haber sido sustituida en casa de sus abuelos por una tía suya, por lo que pasábamos más tiempo hablando. Había cogido mucha confianza conmigo, y no dejaba de mirarme embelesada, miraba mi boca cada vez que hablaba, me acariciaba la mano, vamos, para ella fue amor a primera vista, para ella, claro, yo solo veía a una hembra igual que a su madre. Comencé a tratarla como una criada y a pedir que me sirviera lo que en cada momento me apetecía, y cada vez que se daba la vuelta le azotaba el culo levantándole la falda, en ocasiones delante de su madre, mientras yo me tiraba en el sillón. Le llegaba a bajar su pantaloncito del pijama y, delante de su madre, en el sofá comenzaba a nalguearla sobre mis rodillas, le daba fuerte y ella recibía los azotes sin rechistar. Ahora era ella quien me masajeaba los pies, y en ocasiones lo hacían las dos juntas, una cada pie mientras yo tomaba un refresco o veía la tele. En ocasiones me sentaba en el salón y nos dedicábamos a hablar Naty y yo mientras su madre hacía las tareas del hogar, y me tomaba la tarde libre. En una de esas ocasiones en que estaba con la obra, le Dije que me acercara el cincel que tenía en el suelo delante de mí, y cuando fue a recogerlo al agacharse quedó ofrecido todo si gran culo que quedó al descubierto cuando su vestido se subió, mostrando sus bragas blancas ciñendo sus preciosas nalgas, y dada la excesiva confianza que habíamos alcanzado junto a la tensión sexual retenida en todos estos días y en cómo me miraba…
—¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssssss!!! — le solté una sonora nalgada que hizo eco en todo el baño. En esa posición le abrí las nalgas bruscamente para ver bien la raja del culo, para seguir nalgueándola con una mano en cada nalga, hasta dejarlas totalmente coloradas mientras ella mantenía la posición con la raja del coño húmeda.
En esos momentos, su madre que debía escuchar el escándalo provocado por los azotes, hizo acto de presencia sin esperar a ver a su hijita a cuatro patas, con el culo en pompa y las piernas abiertas, siendo azotada a mano abierta sin compasión encima de las bragas, recibiendo unas buenas hostias, entonces nuestras miradas se cruzaron, y eso me hizo bajar las bragas de Naty de un tirón para estampar las manos directamente en sus nalgas grandes y desnudas mientras con la otra mano continué azotándole sin miramientos. Lorena se marchó hacia la cocina con mala cara.
—¡¡¡aaaaaaaaaaayyyyyyyyy…!!! ¡¡¡aaaaaaaaayyyyyyyyyyyyy!!!—respondía Naty a los azotes. En ocasiones se quería tapar las nalgas con las manos, por lo que le sujete las muñecas a la espalda, y con la otra manaza continué dándole fuerte. Cuando pare se llevó las manos atrás frotando fuerte sus nalgas
— ¡¡¡que bruto jajajaja —añadió con risa vergonzosa —me has dejado el culo rojo.
Entonces me acerqué a ella y la agarré de la coleta acercándola bruscamente acercándola a mi cara.
—¿Sabes qué? —Dije mirándola fijamente a los ojos y a la boca y estampándole un beso baboso y morboso, intentando chupar su lengua, metiéndola hasta casi su garganta, mientras ella correspondía igualmente. Su respiración estaba agitada, excitada, y comenzó a bajar su mano hasta mi rabo que estaba a reventar.
La agarré del pelo, y teniéndola bien agarrada de la coleta, mientras con la otra mano le aticé una fuerte nalgada, a lo que respondió con un respingo, aunque sin dejar de besarme.
—¡¡¡plaaaaaaaaaaaaassssssssss!!! ¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaaaaaassssssss!!! —dos fuertes nalgadas más impactaron contra sus blancas nalgas, mientras sin parar de besarme intentaba frotárselas con las manos, por lo que se las agarré, y sujete sus dos muñecas en su espalda con una de mis manos, y con la otra comencé a frotar su coño por encima de las bragas, pudiendo comprobar su humedad, se podía oír el chapoteo que emitía al contacto con mis dos dedos que pasaban por sus labios vaginales, para luego sacarlos impregnados se flujo y llevándolos a su boca para introducirlos hasta su garganta, mientras con la otra mano actué de la misma forma, frotando su coño nuevamente mientras con la otra comenzaba a follarle la boca metiendo los dedos profundamente tanto como podía, notando como comenzaba a general saliva a borbotones y a chorrear por su barbilla, cayendo por sus pechos. Su garganta emitía arcadas sin parar, y sus ojos lagrimeaban.
—¡Estas chorreando zorra! —ella solo asintió con los ojos cerrados y la boca entreabierta, emitiendo leves gemidos cuando por fin le saque los dedos de la boca.
—¡Sí… Aaaahhhh… Así… Oooohhhh… Que gusto…! —decía la muy guarra
La agarré del pelo y le bajé la cabeza con sus piernas juntas, quedando su culo a mi entera disposición con su espalda arqueada, le di un tirón hacia abajo al pantalón de pijama que vestía, quedando su culo al desnudo, tan solo con sus bragas. Me incliné y le saqué sus dos melones fuera de la camiseta de tirantes bruscamente, quedando estos colgando como dos campanas, viendo que debían ser igual de grandes que los de su madre, observándose cierta desproporción entre el gran tamaño de sus ubres y su torso delgadito, al igual que sus carnosas y perfectas nalgas que también llamaban la atención al contraste con su delgada cintura. Me volví a situar tras ella y le hice permanecer en esa posición, tomando mi tiempo observando esos dos timbales que tenía por nalgas y, sin previo aviso, lancé una cadena de azotes seguidos a sus nalgas, observando su movimiento, alternaba entre una nalga y otra, pudiéndose observar como ondeaban cada vez que mi mano impactaba en ellas, dejando mis manazas marcadas en su pálida piel, adquiriendo un color rojizo.
—¡¡¡PLAAAAAAAAAAASSSS, PLAAAAAAAAAAAASSSS, PLAAAAAAAAAAAASSSS!!! —Mi mano se alzaba para bajar con fuerza sobre sus carnosas nalgas.
—¡¡¡AAAAAHHHHHHHH!!! ¡¡¡AAAAAAAHHHHHHH!!! ¡¡¡AAAAAAYYYY!!! —gemía la cerda entre una mezcla de dolor y placer.
—¡Serás marrana! ¡¡¡Nada más verte sabía que te tendría con el culo ofrecido, guarra!!! —Dije, mientras me agachaba a la altura de su culo, para meter una de mis manos se introducían por el interior de sus nalgas introduciendo un dedo en su encharcado coño, el cual reaccionaba a mi dedo con pequeñas contracciones, segregando flujo sin parar, estando sus bragas completamente empapadas.
—¡¡¡aaaaaaaaaaaahhhhhh!!! ¡¡¡aaaaaaaaaaaahhhhhh!!! ¡¡¡MADREEEEEEEEE aaaaaaaaaaaahhhhhh que gustoooooo!!! — decía con la voz temblorosa pudiendo notar como las nalgas y las piernas le temblaban por el placer.
—¡¡¡cerda!!! ¡¡¡Abre las piernas!!! ¡¿No te da vergüenza estar con el culo empinado ofrecido a un chaval de 19 años, fulana?! ¡¡¡Eres igual de zorra que tu madre, que le azoto el culo y ni se inmuta!!! —decía mientras introducía ahora dos dedos en su lubricado coño lentamente, metiéndolos y sacándolos recreándome en el sonido y chasquidos emitidos por su coño en contacto con mis dedos —¡¡¡plaaaaaaaaaaaaaasssss!!! —Mientras, con una mano le follaba el coño, con la otra continuaba azotando sus nalgas sobre sus bragas, vibrando a cada palmada, mientras con sus manos se apoyaba en el suelo para poder mantenerse.
—¡¿Te gusta que te trate como a una zorra en la casa de tu madre, puerca!?
—¡¡¡aaaaaahhhhhhhhhhh!!! ¡¡¡Ssssiiiiiii!!! Tra… ta… me… como… una… zorra… sigueeee…!!! —decía presa de la excitación.
Me separé de ella y comencé a bajar la cremallera del mono de trabajo, escarbé en mis calzoncillos y saqué mi cipote de 21 cm tieso como una estaca y venoso, gordo y ya de un tamaño que asustaba y con los huevos como pelotas de tenis todos depilados, el capullo estaba amoratado a punto de reventar. Primero lo introduje por el interior de las bragas, frotándolo a lo largo de toda la raja de su culo, y cuando empujaba hacia arriba mi rabo ejercía fuerza sobre sus bragas como si las fuera a romper, pareciendo una tienda de campaña. La frotaba lentamente recreándome en el calor que desprendía su raja.
—¡¡¡Aaaaaaaaaaaahhhhhh!!! ¡¡¡ Aaaaaaaaaaaahhhhhh!!! –gemía la guarra al sentir mi gran rabo frotándose sobre su culo.
Comencé entonces a pasarlo por los labios de su coño, frotándolo a lo largo de este, pudiendo notar como las bragas ejercían también resistencia al empujar hacia delante entre sus piernas, por donde sobresalía más de la mitad de mi barra de carne. El chapoteo que emitía el coño sobre mi gruesa barra de carne era escandaloso, guarro. Lo movía lentamente, retrocedía hasta ponerle el capullo en la entrada del coño para volver a resbalar sobre sus labios y empujar nuevamente hacia delante hasta casi hacer ceder la goma de sus bragas por la gran longitud de mi polla.
—¡¡¡AAAAAAAAAHHHHHHH JODEEEEEEERRRRR!!! –Gritaba Naty —¡¡¡OOOOOOOOOOOHHHHHHHHHH UUUUUUUUFFFFFFF!!! ¡¡¡SIGUEEEEEEEEEE!!!
—¡¡¡PLAAAAAAAAAAASSSSS!!! ¡¡¡PLAAAAAAAAAAASSSS!!! –Comencé a azotar las nalgas —¡¡¡te voy a estar follando todos los días hasta con tu madre en casa, para que vea la hija tan marrana que tiene, y los trabajos los terminaré cuando me salga de los huevos, te follaré como una puta mientras tu madre encima me paga por ello, jajajajajaja!!!
—¡¡¡siiiiii…ssssiiiii…va…leeeeee…!!! –contestaba de forma entrecortada.
En esos momentos, entre los gemidos, oí la puerta de la cocina abrirse, sus pasos se oían claramente, se estaban acercando, agarré con dos dedos de cada mano y los introduje en las comisuras de sus labios estirando hacia mí a modo de rienda. El chapoteo era intenso y ruidoso, sus gemidos eran berridos, los pasos de su madre se detuvieron en el salón y no llegó hasta el baño, por el reflejo del espejo vi a mi espalda su reflejo tras la ventana del baño, donde se dibujaba una figura.
—¡¡¡te gusta cómo te paso el rabo por el coño, zorra!!! –decía a voces para que su madre lo oyera.
—¡¡¡sssssiiiiiiiiiiii!!! ¡¡¡Sssssiiiiiiiii!!! –respondía a voces sin saber que, en el silencio, se encontraba paralizada su madre escuchando todo lo que ocurría.
—¡¡¡PLAAAAAAAAASSSSSS!!! ¡¡¡PLAAAAAAAAAASSS!!! ¡¡¡Te voy a dejar el culo colorado, marrana!!! –decía mientras continuaba azotando sus nalgas sin detener mis embestidas, oyéndose incluso desde el salón con claridad el chapoteo del empapado coño, mientras el cipote se desliza de adelante a atrás sin pausa, golpeando sus nalgas con mis gordos huevos. Entonces, sin avisar, le introduje de golpe los 21 cm en el coño, hasta el final, sin detenerme, y empecé a embestir sin compasión.
—¡¡¡AAAAAAAAAAAHHHHHHHH!!! ¡¡¡TOOOLOOOOOOOOOOO…QUE GUSTOOOOOOOO…ME…MATAAAAAAAASSS…!!!
—¡¡¡cuando termine de follarte como lo puta que eres, vas a pedir a tu madre que me dé un anticipo!!! ¿¡Me has oído cerda!? –Dije a voces para que su madre me oyera
—¡¡¡ssssiiiiii…lo…que…quie…raaaaass…!!! ¡¡¡UUUUFFF UUUFFFF UUUFFFF!!!
Agarré a Naty por el flequillo con una mano, y con la otra del pelo de la coronilla y comencé a tirar de él con violencia, mientras embestía mi rabo contra lo más profundo de su coño, sacándolo lentamente para dar una fuerte embestida y clavarla hasta el fondo.
—¡¡¡seguro que tu madre tiene las mismas ubres de zorra que tienes tú!!! ¿¡Cómo las tiene tu madre?! ¡¡¡Contesta zorra!!! –decía a voces mientras soltaba la mano que sujetaba el flequillo para estirar de los pezones moviéndolos hacia los lados sus pechos, agitándolos con violencia.
—¡¡¡AAAAAAAAHHHHH!!! ¡¡¡La…aaass…tiene…un…poco…más..gran…des…que…yo…!!! ¡¡¡MEEEEE COOOORRROOOOOOOOOOO!!! ¡¡¡AAAAAAAAAAHHHHHHHHHH!!! ¡¡¡AAAAAAAAAAAHHHHHHH!!! –Dijo Naty estallando en un orgasmo inmenso, teniendo los huevos totalmente empapados por todos los jugos producidos por el coño.
—¡¡¡ME CORROOOOOO!!! –Grité a pleno pulmón —¡¡¡AAAAAAAAAAHHHHHHH!!! ¡¡¡ME VOYYYYY A CORREEEEERR EN TUS BRAGAS!!! –Dije sacando el gran pollón de su interior para empezar a frotarlo entre los labios del coño embistiendo con fuerza, forzando las bragas en la parte delantera del coño con todo el tamaño de mi rabo que, a estas alturas, debía medir por la excitación como 23 cm.
—¡¡¡MEEEE CORROOOOOOOOOOOO!!! ¡¡¡AAAAAAAAAAHHHHHHHH!!! –Dije, estallando en una abundantísima corrida dentro de sus bragas, apretando hacia adelante para que el cipote que sobresalía por entre sus piernas por la parte delantera y que hacía presión sobre las bragas, acumulara toda la corrida en el interior de estas apretando con mi mano el capullo, para que no se escapara nada y quedara bien recogida en el interior de las preciosas braguitas.
—ahora lo que vas a hacer es quitarte con muchísimo cuidado las bragas y que no se escape nada de semen –le Dije autoritariamente.
—vale… —Contestó bajándoselas lentamente mientras se sujetaba la parte delantera que pesaba dado la cantidad de leche acumulada. Se las fue bajando hasta que finalmente me las fue a dar a mí.
—¡¡¡no!!! Esto se lo vas a dar delante de mí a tu madre para que las lave –Dije sin dejar lugar a excusas.
—pero…como…
—a partir de ahora eres mi chica, y si quieres que sigamos ya sabes lo que te he dicho.
—va…vale… —Dijo dándose por vencida tras pensarlo unos segundos.
—¡Ah! Y no olvides pedirle un anticipo para mí, ya tengo el baño prácticamente acabado
Tras colocarse con una mano bien el vestido y un poco el pelo, y yo colocarme el mono correctamente, nos dirigimos a la cocina donde parece que estaba y se encontraba disimulando abriendo y cerrando armarios, como si estuviese haciendo algo.
—Mamá…eh…
—Vamos Naty, tienes que dar algo a tu madre ¿no? —Dije
—eh…si…bueno… —Dijo mirándome con la cara completamente roja acercándose tímidamente –mamá…podrías… lavármelas…por favor… —Dijo mirándome de reojo.
—Claro hija, trae –Dijo sin saber de qué se trataba, hasta que al entregárselas las bragas se abrieron y ríos de semen comenzaron a correr por sus manos manchando su falda y piernas, así como el suelo, donde creó un charco espeso –pe…ro… —es lo único que salió de su boca, pues sabía ya de que se trataba, y no podía hacerse la enfadada principalmente por la situación tan embarazosa, prefería hacerse la tonta, y segundo porque creía que yo le podía haber visto escuchando en el salón, por lo que prefirió no hacer preguntas –sí…ahora las meto a la lavadora…hija…—Dijo sin saber dónde mirar.
Continuará…