Mi mujer me sorprendió follando con mi secretaria, esto no fue un problema si no que ahora la pasamos mejor que nunca

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Después de 15 años separados todavía me pone la polla como un tótem cada vez que entro en mi ex casa y me encuentro a la que fue mi mujer desnuda con unas pinzas en los pezones, esposada y un antifaz cubriendo sus ojos.

María y yo llevábamos casados 8 años cuando ella me pilló follándo con mi secretaria en nuestra cama.

María no era una belleza. Un poco de cadera, un culo tirando a grande, las tetas grandes con grandes pezones un poco caídas para tener 24 años pero guapa de cara.

María perdió su virginidad conmigo. Al principio follaba acojonada, pero enseguida se dio cuenta que le gustaba una polla más que a un tonto un lápiz y disfrutaba cada encuentro con el ansia que tiene la gente que les gusta mucho el sexo cuando follán. María paso de poner cara rara cuando le metía mi polla en la boca a lamerme los huevos y el ojete en pocas semanas. Al principio le daba asco y en nada pasó a relamerse de gusto cada vez que eyaculaba en su boca.

No hicieron falta muchas semanas para que María acabase atada en la cama con mi polla en sus agujeros.

María y yo follábamos como jabatos y nunca nos cansábamos del cuerpo el uno del otro. Fue un día la borde del orgasmo que le pedí matrimonio a lo que ellas que contestó con un sufrido “siiii” mientras se corría como una puta.

Con los años, María fue ganando kilos pero no perdiendo fogosidad, la verdad es que no tenía queja de nuestra vida a nivel sexual pues follabamos mucho y bien como digo. No era raro el día que mi mujer me esperaba en pelotas en el salón para ser empalada por mi.

Con mi secretaría no me pude contener. La verdad es que fue un polvo de mierda pues si soy sincero la tía estaba muy buena y añoraba follarme a una delgada des pues de años montándome a una rellenita. María había salido de viaje y yo me quedé a trabajar hasta tarde. Ruth, mi secretaria, me invitó a una copa cuando salimos de la oficina sabiendo que estaba de “Rodriguez” y no tenía prisa por volver a mi casa. Una cosa llevó a la otra y para cuando me quise dar cuenta tenía a Ruth a cuatro patas con mi polla en medio de su raja en mi cama marital. Como digo no estaba siendo el polvo de mi vida y solo buscaba el correrme para mandar a la chica a su casa. Mire hacia la puerta de mi cuarto cuando oí un grito estridente. Bajo el marco de la puerta estaba María con una bolsa en la mano y me miraba con lagrimas en los ojos. María despareció de la casa y también de mi vida.

Durante meses no supe nada de ella directamente. Su abogado me contactó para cederle el piso a ella y poco más. El día que recibí su llamada yo me había dado cuenta de lo mucho que me había perdido estando casado con la gorda, como cruelmente me refería a ella cuando estaba con alguna de mis nuevas amiguitas. Durante esos meses me había follado a todo lo folláble. No era aquello sexo vainilla, ni mucho menos, había descubierto un paraíso de mujeres a las que les gustaba follar duro, como a mi me gustaba. Disfrutaba como un enano haciendo aquello que en un momento de mi vida pensé que solo podría hacer con María, me encantaba ver que a muchas las mujeres les gustaba ser dominadas.

María me llamó un día de improvisto, la conversación fue más o menos para interesarse por como me iba la vida y demás, estábamos a punto de colgar cuando me lo soltó.

– quiero que me folles Félix. – me soltó a bocajarro.

– ¿cómo? – pregunté impactado.

– Lo que oyes Félix, se que tengo que empezar una nueva vida y que llegaran otros hombres a ella, pero necesitó sentirme mujer y solo tu sabes como hacerlo. Solo será sexo Félix – lo ultimo que quería yo era retomar mi relación con mi ex. – Félix, necesito sentirme sucia – eso me encendió.

– ¿quieres sentirte sucia? – contesté.

– Si.

– Esta bien – dije tocándome la polla que atrapada en mi calzoncillo pedía a gritos coño.

– Gracias

– Quiero que me esperes desnuda en el pasillo.

– Si

– Con los ojos vendados.

– Si

– Esposada con las manos a la espalda.

– Si.

– Y los juguetes encima de la mesa del salón.

– Si.

– Llego en 10 minutos.

Conduje con mi polla dura como un madero hasta mi antigua casa. Tuve suerte y encontré sitio en la primera vuelta a la manzana. Abrí con mis propias llaves y allí me encontré a mi ex mujer tal y como le había pedido.

Estaba un poco más gorda. El pelo de su coño estaba crecido, al menos yo no recordaba semejante mata de pelo en su entrepierna. Ni lo pensé, no dije nada. Fui al armario de la caja de herramientas y saqué un rollo de cinta americana. Corte un trozo, volví al pasillo y le tapé la boca con él. Fui al baño y cogí un vaso con agua y un bote de espuma de afeitar. Vacié el agua en su coño dejando un charco en el parqué, en otro momento me hubiera puesto a caldo pero en esos momento con el coño chorreando no hizo ni un gesto. Me puse una generosa ración de espuma en la mano y le unté el coño con ella. La masturbé un buen rato reponiendo la crema un par de veces. Dejé de masturbarla para afeitarla el coño cosa que le encendió aun más. La volví a masturbar esta vez metiendo mis dedos manchados de espuma en su vagina.

Dejé que se corriese y sin dejarle descansar la llevé hasta la mesa del salón donde la recosté sobre ella, le levanté sus piernas poniéndolas sobre mis hombros y la penetré analmente sin necesidad de pre dilatación. María no gemía porque no podía pero suspiraba a través de la cinta y se retorcía de placer. Yo le tiraba de los pezones como a ella le gustaba. María se corría una y otra vez antes mis embestidas. Cuando estaba a punto de correrme le hice bajar de la mesa, la puse de rodillas, le quité la cinta de la boca y le metí la polla en la boca. María chupó como si se acabase el mundo hasta que me corrí en su boca.

La hice levantar, le di la vuelta y le hice dar la vuelta. Busqué las llaves de las esposas entre los juguetes y le solté sus muñecas. Metí mi polla en el pantalón, subí la cremallera del mismo y después de darle un azote me fui sin haberle dirigido la palabra.

María me mandó un fax después de llamarme para pedirme que lo recogiese yo donde me contaba lo mucho que había disfrutado sintiéndose usada por mi y que quería repetir.

Cada vez que María quería sexo me lo hacía saber al principio con una corta llamada, posteriormente con un SMS y ahora con un whatsapp. La cosa ha cambiado un poco desde que empezamos a follar.

Al principio me esperaba como el primer día desde hace unos años me espera de otras formas, por ejemplo a cuatro patas en su cama, desnuda en el balcón de su casa o a cuatro patas y con las manos esposadas alrededor de la wáter. Hace unos años empecé a pedirle que mientras me la follaba que me contase sus polvos. A través de sus relatos me fui enterando que follaba mucho y que follaba muy variado. Me contó como le dio por el culo el primero, o como una noche se la chupó a dos, o como cuando le apetecía follar en un bar se lo proponía al primero que tuviese cerca y como le molaba ser empotrada por ese desconocido. En cierta ocasión le pedí que se grabase follando y me lo pusiese cuando yo me la follaba y a partir de ahí cada vez que iba a mi ex casa mientras me la folló puedo ver en la pantalla como desconocidos la sodomizan, le hacen comer sus pollas o incluso la azotan con fustas mientras ella mira a la cámara con cara de puta. A pesar de sus kilos, me enciende cada día más follarme a mi ex mujer.

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