Rafael es una dulce compañía que disfruto todo el tiempo, yo tengo pareja, pero no puedo evitar pensar en cada uno de los hombres que forman a mi persona ideal
He tenido que olvidarme de todas mis preocupaciones excepto lo que no fuera el trabajo, desde la primera reunión han comenzado a surgir innumerables problemas, y como colofón, un operario desplazado de otra empresa, para el montaje del filtrado, se ha caído de un andamio.
Hemos tenido que posponer otras reuniones para ocuparnos de revisar los protocolos de seguridad, preocupados por lo que le haya podido suceder e interesados por su estado en cada momento, la situación es compleja y ahora que está resuelta la atención del herido, hay que detener el trabajo y comprobar que la empresa contratada está cumpliendo con sus obligaciones en lo que a seguridad se refiere.
Al mediodía, a la hora de la comida, hago una llamada a Rafael, esperaba que me contara algo de su comida del sábado con Evans, no es así y aprovecho para concretar nuestro encuentro en la piscina para mañana martes.
Llamo también a Gonzalo que escucha pacientemente mis lamentos por lo que ha sucedido con el operario.
-Debí ocuparme personalmente de los temas de seguridad, haber estado más involucrado, me siento en parte culpable.
-Daniel amor, son accidentes que suceden cuando menos lo esperas, aunque son de lamentar no tienes que cargar con la culpa, no es tu responsabilidad, y además tenéis un departamento de seguridad. –me di cuenta de que estaba depositando sobre él mis problemas en lugar de atender sus bonitas palabras del principio.
-¡Ay!, perdóname, tenía que haberte hablado de otras cosas.
-Te amo mi vida, me interesa que me hables de lo que te preocupa, quiero saber cómo estás en cada momento. –sonaba tan dulce su voz que me emocioné, y recordé sin querer como Nico me cuidaba de igual manera.
-Pero te traslado los problemas de los que soy responsable, tú también tendrás los tuyos.
-Ahora tengo uno muy grande, ¿quieres que te diga cuál es? -su voz había cambiado de registro a jovial y alegre. -esperaba que me dijera algo que me hiciera sonreír pero se quedó callado.
-Dímelo Gonzalo, me has dejado inquieto y quiero escucharlo.
-Mi problema es buscar la forma de que un muchacho que está lejos de mi no deje de quererme, que no pierda las ganas de vivir una aventura muy larga conmigo, una historia que durará una vida. –sí, me hace sonreír, pero de felicidad y dicha, continúa hablando y escucho su voz emocionada.
-He encargado a Borja que me reserve una habitación para el viernes y sábado en un hotel, quiero volver a verme a tu lado cuanto antes. –en un primer momento no llego a entender lo que me dice, no necesita reservar habitación, puede quedarse conmigo y siento una fuerte congoja, prefiere ir a un hotel antes que venir a mi estudio.
-Puedes venir a mi casa, es pequeña pero cabes en ella y siempre serás bienvenido. –debe creer que me he sentido ofendido y no es así, solo algo lastimado. Entiendo que él no es un simple y sencillo chico como yo pero mi estudio no está tan mal.
-No lo tomes a mal, me gustará verla, seguro que es muy bonita, pero no quiero inmiscuirme en tus cosas, avasallándolo todo, Daniel amor, no te gustaría y a veces me dices que no intervenga en tu trabajo, seguro que será mejor así. Sabes que soy posesivo y mandón, verás, creo que tienes toda la razón, tenemos que irnos conociendo para aceptarnos, para que me quieras con mis defectos. –la charla estaba prolongándose y no era el momento.
-Hablaremos a la noche, tengo que comer algo para volver al trabajo. -permanece callado unos segundos y solo escucho su respiración agitada.
-Solamente quería que supieras que el miércoles vuelvo a España, van a cerrar definitivamente la tumba de Ál con la placa, debo y quiero estar presente.
-Me parece un bello detalle de tu parte y a María le gustará, besos mi amor, quiero verte el viernes. Dale abrazos a María, a sus tíos y si la ves, a mí madre.
Empiezo a darme cuenta de la influencia y dominio que ejerce Gonzalo sobre mí, su fría seguridad igual a cuando era niño, sus dotes de mando, su dureza envuelta en guantes de seda, su amabilidad que me vuelve desconfiado.
Tiene una forma de ser que envuelve como una tela de araña a la mosca, hilos tan finos y delicados que parece imposible que puedan servir para ser una prisión, pero cuando se convierte en red de muchos hilos ahogan a la presa que atrapa. Es solamente una impresión que me acompaña desde siempre y nada objetiva.
Resulta una forma sutil y subliminal de atrapar, y lo más curioso es que para mi es deseable, esa actitud no se la hubiera permitido nunca a Nico, y sin embargo la tolero a Gonzalo, en realidad siempre ha sido así. Me gustaba la sensación de verme sometido a él y que me dirigiera aunque a veces me revele, pero también siento temor de perder la libertad.
No necesitaba mucho tiempo para comer, quería ir a ver el lugar del accidente con André, analizar el detalle para intentar que no volviera a pasar, también a él le veía preocupado, pero al menos no había resultado mortal y eso liberaba la conciencia y el alma de alguna manera.
Volví del trabajo deseoso que llegara la hora para llamar a Gonzalo, estaba comenzando a sentirme dependiente de su voz y era la forma de percibir sus sentimientos y expresarle los míos. En esta ocasión se adelantó y recibí la llamada antes de que la hiciera yo.
-Daniel cariño. –era tan bello como comenzaba a hablar, desde su saludo inicial me sentía emocionado, a veces me parecía resultar cursi y afeminado en mis respuestas, usaba palabras tiernas que con otros no me apetecía pronunciar.
-¡Hola!, mi amor te iba a llamar ahora. –y podía quedarme treinta minutos o una hora escuchando sus palabras, y sus silencios que también me susurraban.
Lo único que no me gustaba era cuando hablaba de cosas tristes del pasado, precisamente lo que quería olvidar.
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Cuando Rafael me vio llegar debió notar mi cansancio, me quitó la bolsa de deporte del hombro y me llevo a la cafetería donde pidió un té para mi, hacía frío o yo estaba destemplado.
El día había sido muy movido y tuve que soportar momentos de tensión muy fuertes. André me ordenó que acompañara a la autoridad laboral en su inspección del accidente, revisar si se había cumplido toda la normativa laboral, interrogar a los testigos y analizar la documentación para encontrar antecedentes de otros accidentes similares.
Me pareció correcta el acta que levantaron y así se lo comuniqué, él no estuvo conforme hasta que lo miraron en el departamento jurídico donde ratificaron mi opinión, no se podía decir otra cosa más que la verdad.
No había podido ir a comer y solamente tuve unos minutos para llamar a Gonzalo.
Cuando me senté en el coche para ir de compras antes de la natación pude suspirar aliviado, necesitaba un cambio de actividad urgente.
Mientras tomábamos nuestras bebidas hablamos y le conté el porqué de mi estado de ansiedad y agotamiento.
-Tú también pareces preocupado y eso me parece algo raro en ti. –acaricié el dorso de su mano retirándola a continuación sin prolongar el contacto.
-Lo mío no tiene importancia y se arregla fácilmente nadando. Vamos para allá. –se levantó y colocó las dos bolsas en su hombro, no tuve más remedio que seguirle.
No podía lógico que estuviera mucho tiempo sin ser él, y cuando encontró algún muchacho con quien jugar se olvidaba de lo demás. La natación resultó un relax para mi mente y un sedante para el cuerpo, la mejor medicina que pude encontrar.
Debajo de las duchas me abrazó jugando, abrí el mando de agua fría y se separó de mí al momento saltando y escupiendo palabrotas. Aunque las decía en español los chicos las podían comprender y se reían de ellas y de sus gestos.
Me ayudó a llevar los paquetes de mis compras hasta la casa y a colocarlas en su lugar, no me dio opción a que le invitara a una cerveza, se la sirvió el mismo y se tumbo cuan largo era en el sofá.
-Déjame espacio. –le empujé para retirarle hacia el fondo, contra el respaldo, me abrazó y tiró de mi para que fuera yo el que ocupara su lugar y él quedó en el borde del sofá.
Permanecíamos uno al lado del otro con los cuerpos pegados, solamente se movía cuando quería dar un trago largo a su cerveza.
-Me dormiría aquí mismo, así como estoy, sin moverme para nada, me duele el cuerpo con solo estiarlo. –cerré los ojos y creía que me iba a dormir envuelto en el tibio calor de su cuerpo y acunado por sus ligeros movimientos cuando comenzó a hablar.
-Comimos y luego hablamos mucho. –inició la explicación sin esperar que lo hiciera, su voz me llegaba entre la bruma del sueño y me giré para mirarle al terminar bruscamente.
-Cuéntame, estoy esperando que digas algo. –se volvió hacia mí y su aliento con olor a cerveza me golpeó en la cara.
-¡Joder! Es que no preguntas nada, haces como si no te interesara. -parecía molesto, y sí que esperaba desde ayer que me dijera algo, pero no iba a comenzar una discusión sin sentido, en su lugar me elevé para besarle la naricita.
-Sí que me importa y mucho. Venga cuenta y descárgate. –volví a depositar mis labios en la punta de su nariz para animarle a que hablara sobre lo que le sucedió con Evans.
-Me lo hubiera comido allí mismo, sí no te asombres, me lo hubiera follado y quería no estar en el restaurante, que fuéramos a la cama, pero él nada, solo hablaba y hablaba, hasta que se tuvo que marchar a su trabajo, ¿pero ese tío es de hielo?
Le miraba divertido y me hacía reír su enfado, Evans era así, sin prisas y sin dejarse llevar por los instintos más básicos, pronto pude darme cuenta en Béthune cuando nos conocimos.
-Según tú, un tío que está muy bueno y al que te quieres follar. -le miraba ponerse rojo y como le brillaban los ojos.
-No es solamente follar, me gusta escucharle y lo paso bien con él, ya se que no es divertido porque es serio y estirado como un poste, pero habrá otras cosas que hacer, le tengo unas ganas locas, pero él parece un viejo sin ganas de vivir.
-Pídeselo, igual lo está deseando y no se atreve a decírtelo.
-¿Es tu amigo no?, podías haberle enseñado a ser de otra manera.
-¿Te ha contado algo de su vida pasada? -le miré escrutador.
-Sí, me ha dicho como te conoció cuando llegaste al hotel donde trabajaba, y lo bien que lo pasabais y poco más, y ahora me vas a decir como os divertíais y lo disfrutabais tanto. ¿Cuántas veces habéis follado?
Solté una carcajada que hizo que me doliera el cuello, hice un gesto de dolor.
-Nunca, no hemos estado en la cama como tú puedas creer en ningún momento. ¿No tendrás celos? -le besé en la comisura de la boca riendo ahogado, era delicioso sentir lo caliente que la tenía y el olor a cerveza.
-¿De ti? ¿Dices que puedo tener celos de Daniel? Jamás sentiría celos de ti, pero te duele el cuello, sigues sin relajarte a pesar de la natación, déjame. –me besó en los labios y saltó de la butaca para ponerse en pié, se encamina al cuarto de baño y volvió al cabo de un momento con un tarro de crema en las manos.
-Esa tirantez te la quito yo, ya verás. –me ayudó a quitarme la camiseta de Nico que llevaba puesta y me colocó tumbado boca abajo, se montó encima de mí con el culo en mi cintura, lo primero que noté fue la frialdad de la crema que extendía en mis hombros, se inclinó para besarme la espalda y siguió con el masaje.
-Solo es un beso, es que no puedo aguantar viéndote desnudo. –no le había rechazado, solo ronroneaba de placer, lleno de mimos al sentir las ágiles manos acariciándome la espalda hasta la cintura.
Sus manos eran una pura maravilla o yo estaba muy mal, el dolor desaparecía lentamente y quería dormir al sentirme relajado.
Anhelé abandonar mi cuerpo en sus manos, y me espabila el roce de ellas en mis costados donde me hacen unas ligeras cosquillas. Susurro, gimo quedo, apagado.
Tira de mi pantalón y se lo lleva con mi bóxer, levanto ligeramente mis rodillas para que me lo saque del todo, giro mi cabeza para ver cómo se va quitando la ropa hasta quedar desnudo lo mismo que yo. En menos de un minuto está de nuevo sobre mis piernas, las manos en mis caderas resbalan envueltas en la crema y se cierran amasándome la redondez de mis nalgas.
Las masajea con suavidad, las envuelve y penetra con sus dedos entre ellas, y cuando llega a ni ano lo oprime, emito un ligero y placentero quejido.
-No, por favor Rafa, no debo. –el recuerdo de Gonzalo se me aparece, pero no puedo cortar de repente todo lo que he pasado y sentido con mis amigos como si fuera un sueño.
-Has vuelto muy raro de Inglaterra y no pasa nada, déjate hacer, lo necesitas. –voy a ceder, es cierto que lo necesito, tener a un amigo cercano que me cuide y me ame cada momento del día y la noche.
-No quiero hacerte daño, estás bien. –Rafael no espera mi respuesta y me sigue acariciando el ano con suavidad e introduciéndome un dedo.
-¡Ohhh!, ¡ohhh! ¡Ummm! Qué placer. -mi ano se abre para su dedo aventurero y separo ligeramente mis piernas elevando el culo, él se coloca entre ellas.
El placer me llevaba y perdía la consciencia de lo que sucedía, hasta que un golpe seco en la nalga derecha me devolvió a la realidad.
-¡Ayyy! -encogí el culo dejándome caer hasta que el dolor pasó y el calor abrasó mi piel, la sentía ardiendo.
-Relájate, tranquilo. –besaba mi piel ardiente pasando la lengua por la zona, y el gozo me llegaba en oleadas haciéndome elevar otra vez el culo.
Separó más mis piernas y volvió a azotarme las nalgas de izquierda a derecha, luego con las manos las abrió dejando mi ano a su disposición, suspiraba elevando la voz cuando algo duro y húmedo tocó mi ano, su legua quería entrar en mí y no podía resistirme, me relajé entregándome como me pedía a las placenteras sensaciones.
Rafael me lamía sin cansarse el ano, luchando por meter la lengua y otras veces la pasaba plana, la ponía en punta y lograba traspasarme el esfínter haciendo movimientos circulares con ella, y entraba enterrándola con fuerza jadeando. Sentía riquísima su cogida con la lengua.
Ya me sentía dominado y empiné más el culo sobe mis rodillas, enterrando la cabeza en la butaca para que me tuviera mejor dispuesto y pudiera penetrarme mejor. Me tenía en el gozo completo suspirando sin poderme contener, sintiendo la deliciosa comida de culo que me daba con la boca ansiosa de morderme.
Sustituyó los dedos, envueltos en la crema que antes utilizaba para el masaje. Cuando tuvo dos de sus dedos dentro de mí, mis suspiros se convirtieron en gritos y mordía con fuerza un cojín. Apretaba los anillos de mi ano aspirando con mi culo sus dedos. Elevaba mi culo en una muda ofrenda de sumisión hasta que no pude más.
-Rafael, tómame. –sentí otro azote que estremeció mis carnes, mi ojete boqueaba impaciente y soporté el dolor estoicamente, sin quejarme en esta ocasión. Me entregaba sumisamente a lo que él quisiera y lo sabía.
Ahora que había pasado el picor del duro azote sentía un exquisito deleite y deseaba que volviera a pegarme.
-Por favor, voy a morir. –mordía mis redondos glúteos antes de volver con el ataque de su lengua, el placer se estaba convirtiendo en tormento.
Dejó escapar una risita y se sujetó de mis caderas para darme la vuelta, mis nalgas sensibles por los azotes recibidos temblaron al entrar en contacto con la tela del asiento.
Vi su verga en su máxima riqueza, con una rigidez terrible donde sobresalían las venas que le regaban el tallo, y su glande a punto reventar de color granate.
Se sentó en mi pecho y pensé que deseaba que le mamara la verga cuando me la acercó a los labios, me levanté para hacerlo pero su propósito era golpearme en los labios con ella y luego en las mejillas. La pasaba por la cara dejándomela cubierta de los jugos que expulsaba.
Me miraba con los ojos muy brillantes.
-¿La quieres?, ¿deseas que te la meta en el culito y te folle? -su sonrisa lujuriosa me excitaba.
-Quiero que me folles con tu polla, sí, ahora. –se inclino para susurrarme en el oído.
-¿Sabes que voy a romperte el culito? -antes de retirarse me besó la boca y me mordió salvajemente los labios, luego me los chupó.
Colocó la polla en la entrada de mi culo, me azotó el ano con ella y no hablé, solo mi mirada le suplicaba que terminara con mi sufrimiento. Empujó para meter la cabecita y el glande desapareció tragado por mi culo, estaba bien dilatado pero fue muy brusco y gemí, allí paró y empujé mis caderas hacía él, la necesitaba toda dentro de mi recto en mi interior aunque me hiciera daño.
Su mirada de lujuria portaba también cierta obscenidad incluida, se mordió el labio y se proyecto con furia, enterró su virilidad de golpe y un profundo gemido salió de mis labios heridos.
Su cara cambió en ese instante y comenzó a emitir gemidos al sentirse en mi interior. Comenzó a moverse y podía notar su terrible rigidez y dureza, inclinaba el cuerpo haciendo palanca con su verga tocando lugares con ella donde no había llegado antes.
Estaba enajenado y en ese momento me follaba sin pensar si me causaba daño, pero yo no sentía otra cosa distinta de placer, y no me hubiera importado notar dolor si era por tenerle en mi vientre como estaba, gruñía ardoroso y sudaba mucho poniéndole la piel brillante.
Se fue serenando y acompasó el ritmo, colaboré estrechando su verga en mi ano y comencé a llorar del placer tan extraño que notaba, se inclinó y besó mis labios, el glande de su pene curvo golpeaba y me masajeaba la próstata haciendo que salieran hilos de baba jugosa de mi polla.
-Te hago daño, o eres una putita lujuriosa. –volvía a ser él y se detuvo para observarme y volver a morderme los labios.
-Estoy muy bien, te siento, soy tuyo y me voy a correr, no aguanto más, es insoportable.
Era una penetración que lograba traspasar todas mis barreras y hacía que sintiera el placer en mis huesos. Su pene palpitaba y comenzó a llenarme de semen, me inundaba de su caliente leche, se quedó dentro de mi sin moverse y tenía que llegar a mi orgasmo que había quedado en la puerta, empecé a meterme y salir de él empujando mi cuerpo y a mover mis caderas buscando una mayor fricción y placer, cerré los ojos al sentir las oleadas de dicha que me llegaban desde los huevos al cerebro, como si fueran corrientes que me hacían estremecer mareándome.
De mi boca salían jaculatorias o maldiciones, no lo sé, porque me volvía loco, temblaba y eyaculé una gran cantidad de semen y se dejó caer aplastándome la verga entre nuestros vientres. Jadeaba enterrando la cara en mi cuello como una caballo después de la gran carrera, y le sujeté la nuca para acariciarle hablándole entrecortado y casi desvanecido.
Descansamos abrazados hasta recuperarnos y fuimos al baño para danos una rápida ducha.
Pasaba sus manos con gel por mi espalda y mi pecho, y a veces besaba o mordía con los labios mi espalda.
-Llamabas a Gonzalo cuando te corrías, llegue a creer que era él quien te follaba en lugar de ser yo el que tenía la polla en tu culo. –me puse intensamente rojo.
Se dio cuenta y me abrazó besando mis labios rotos.
-No me hagas caso, de todas formas le nombraste varias veces. ¿Cómo va tu dolor de espalda? -él quería cambiar de conversación y yo también.
-No la noto. Has hecho un buen trabajo. –le miré fijamente para darme cuenta, otra vez más, de lo guapo que era Rafael, de lo aristócrata que resultaba su esculpida cara.
-Te quiero Rafita, te quiero un montón, eres un gran amigo. –fruncía el ceño mirándome.
-Y amante, no lo olvides, siempre estaré para ti y espero que por tu parte pienses igual. –el sonido de su voz sonaba raro.
-¿Quedamos para ir mañana a la disco? – y así, sin aclararnos sobre nuestros sentimientos, acordamos para vernos en la Gran Place al tener que ir al nuevo local donde ahora estaba Evans.
Cuando marchó recogí todo el desastre de mis ropas tiradas por el suelo y cené algo de fruta y dos galletas.
Antes de llamar a Gonzalo sentía arrepentimiento, no por haber hecho el amor con Rafael, era por haberle metido a él en el juego nombrándole. Se me estaba haciendo muy presente y hasta inconscientemente pensaba en él.
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Continuábamos con una fuerte carga de trabajo y tuvimos que dejar otras labores que podían esperar a otro momento de más calma, lo que no se pudo posponer lo dejamos en manos de Elie. André estaba cargando sobre mí su frustración, no es que me hiciera responsable de nada, pero su continua queja me aplanaba y me dejaba sin fuerzas.
Para el mediodía y después de la larga reunión con la empresa de montaje parece que las aguas vuelven a su cauce. Las noticias sobre el montador son excelentes, o esperanzadoras al menos, y eso también ayuda.
Borja me llamó para decirme que había reservado habitación en el Western Premier para Gonzalo, solamente quería que lo supiera, en estos momentos están los dos en España y no puede hablarme.
El nuevo local, la disco donde ahora está Evans, es algo diferente en su distribución, las mesas están recogidas por cómodos asientos corridos semicirculares, sobre todo las de los extremos y las situadas en las paredes finales.
Los muchachos han escogido una de esas zonas para implantar sus cuarteles, en uno de esos rincones están Telmo y Paul entre otros, parece que después del aprendizaje al que le sometió Paul ahora se relacionan de mejor manera, o es lo que aparentan. Mi relación con Paul también ha mejorado, desde que no me hace sugerencias de tipo sexual, y a veces baila conmigo, será que yo le veo con otros ojos, reconozco que me equivoqué juzgándolo tan severamente y no puedo culparle porque me deseara.
Saludamos a todos y me deslizo entre sus piernas para alcanzar un lugar al lado de Telmo, Paul sujeta mi mano para acercar nuestras cabezas.
-¿Bailaremos más tarde? -es uno de los mejores bailarines que conozco y sabe llevar a su pareja, tiene la fuerza suficiente en las manos para ordenar mis caderas y llevarlas al ritmo que él marca. Me gusta cómo se mueve y resulta sumamente erótico en sus roces y disimuladas caricias sin ir más lejos.
Telmo tira de mi para ayudarme a sentar y que no caiga entre el bosque de pies, sus delicadas manos se ponen en tensión para sostener las mías hasta que caigo sentado a su lado.
-Esto es cómodo cuando estas instalado, pero llegar hasta el asiento… -deja en suspenso la frase para besar mi mejilla.
-¿Qué tal en el nuevo local? -Telmo coge mi mano como si fuéramos novios.
-Básicamente es lo mismo, se han añadido algunos clientes nuevos y siguen viniendo los que ya conocemos, hicieron una campaña para que supieran el cambio.
Estamos un tiempo hablando hasta que Paul hace indicaciones a Telmo señalando hacia un punto del local. Veo a Faustin que está mirando hacia nosotros, Telmo se inclina para hablarme al oído.
-Llegó mi primer cliente y tengo que empezar a trabajar. -me besa y se pone en pie.
-Espera, voy a la barra para preguntar por Evans. –llegamos al mostrador y Faustin coge posesivo por la cintura a Telmo. Como odio ese trabajo aunque sé que no tienen otro remedio.
Me saluda llamando mi atención apretando la rodilla en mi pierna.
-¿Has venido a inaugurar el nuevo local? -su pregunta llega acompañada de una chulesca y cínica sonrisa, no abandona su postura de insolente descaro, como si fuera el dueño del local, tiene sus cosas buenas pero no las sabe explotar, solo muestras las desagradables.
-He venido a bailar y estar un rato con mis amigos. –mi voz es suave, no quiero tenerlo de enemigo sin motivo y de momento prefiero su amistad. Pregunté a un barman por Evans y me comunica que aún no había llegado.
Faustin acariciaba las nalgas de Telmo apretándolas, podía ver como los nudillos se le volvían blancos, mientras éste pasaba el brazo por su cintura, parece que le tiene domesticado o sería mejor decir, ¿abducido?
-Nosotros vamos a lo nuestro, si quieres puedes acompañarnos. –me mira mientras bebe con mirada maliciosa. Desvío la mirada hacia Telmo que sabe hacer muy bien su papel con su cliente y le acaricia sin reparo la entrepierna.
-Creo que tienes quien te dé lo que necesitas aunque no sea voluntario. –suelta una risa que se escucha sobre el volumen de la música.
-Me gusta cómo eres españolito pero te equivocas conmigo. Algún día, y si lo deseas, podrás comprobarlo. – abraza al tierno Telmo y le besa en la boca sin que este se aparte devolviéndole el beso.
-Tienes que contarle a tu amiguito lo bien que te lo pasas a mi lado. -le hablaba sin soltarlo con las bocas casi pegadas. -al final termina la bebida y se marchan uno seguido del otro hacia el lugar donde tienen las habitaciones para follar a los putos.
Cuando vuevo de nuevo a la mesa Rafael ha desaparecido, Paul continúa sentado y bebiendo de su vaso mientras habla con otros muchachos, se nota la pleitesía que le rinden como si fueran subordinados.
Les escucho pero todo se refiere a sus temas de trabajo y sus clientes, que en algunos casos los tienen fijos y los visitan con regularidad.
Cuando llega Evans me hace señas para que me levante y vaya donde él, ciertamente parece no querer tener relaciones muy cercanas con la gente a la que, de alguna forma, también tiene que cuidar.
Estamos en la barra para hablar, primero le relato mis pasados días en París y como se encuentran sus amigos, queda impresionado por la evolución de Lorian en su trabajo y continuamos hablando hasta que aparece Rafael.
Evans se queda callado, me parece increíble llegar a notar en él una relativa timidez ante la presencia de Rafael. Actúa como es él besando su mejilla y abrazándole con espontánea desfachatez que a Evans llega a poner inquieto.
Continuará…